Escapando de los deberes, ¡De nuevo!

Era algo que no podía evitar, el hablar de su familia le recordaba a todo lo que había pasado en su vida, pero realmente no debía guardar rencor. Le sorprendió que Yoru compartiera una mirada igual a la del, y que se riera por dicha acción. "Joven Kaede", al escucharlo rio, tal parecía que le costaba mucho tratar de no ser la educada chica que era. No importaba, tal vez cambiaria con el tiempo, pero solo esperar era lo único que se podía hacer.

La presión que las meseras sufrían era mayor, debido a que más personas empezaron a llegar, los pedidos se confundían, las ordenes igual, todo era un caos. Daba un poco de risa, pero de igual forma era algo frustrante, el quisiera ayudarles, pero no era su deber. Una de las meseras, pasó junto a ellos corriendo, pero como era de esperarse se tropezaría.

Ella llevaba con sigo un té que cayó encima de la mesa, por lo que se levanto para ayudarle. Pero justo cuando escucho un gemido de dolor, volteo a su origen. Era Yoru, al parecer le había caído un poco del té caliente en su mano, por lo que ayudo a la mesera rápido para ir en auxilio de Yoru. La mesera estaba más que apenada, pero Kaede no le presto atención a lo que decía mientras veía que había pasado en la mano de su acompañante.

- Por favor tráigame un trapo húmedo limpio - Le pidió a la mesera que decía tonterías sobre lo apenada que estaba.

Rápido corrió por el trapo que era para calmar un poco el ardor de lo caliente. A su parecer no estaba lo suficientemente caliente como para lastimar su mano por lo que se alivio un poco. La mesera no le hiso esperar, y trajo lo que le pidió.

- Gracias - Dijo mientras tomaba el trapo - Esto deberá calmar un poco el ardor - Comenzó a humedecer la delicada mano.

Veía la mano de Yoru con cariño pues si le veía preocupado la alteraría. Se mantuvo humedeciéndola hasta que el color de su mano regreso a su color original. Dirigió su vista a su acompañante y le sonrió cálidamente. Antes de que pudiera decir algo, la mesera le interrumpió el momento, volviendo a venir tan apenada.

- Ya no se preocupe estamos bien - La mesera se sorprendió, pues pensaba que le gritaría. No tardo en ofrecerle algo extra de su parte como compensación del daño que había hecho. - Fue un accidente por lo que no hay que preocuparse, con una disculpa esta más que suficiente. -

La mesera se sorprendió todavía mas, por lo que se retiro sin entender bien lo que había pasado. Por dentro le causaba risa, pero lo mejor era no reírse, podría o hacer sentir mal a la mesera o avergonzarla por lo que decidió calmarse volver a ver a su acompañante.

- Lo que la presión puede ocasionar en las personas - Sonrió - Lo bueno es que todo se soluciono rápido -

Mi mano ardía y mi vestido estaba arruinado, pero eso era lo que menos me preocupaba. Aquella mesera que torpemente se tropezó se disculpaba mil y unas veces por eso, yo sonreía tratando de tranquilizarla aunque menos lo hacía ya que de vez en cuando hacía muecas de dolor por mi mano. Kaede se apresuró a decirle que buscará un trapo húmedo y esta no lo pensó dos veces para hacerlo. Cuando el pelirrojo tomó mi mano me sorprendí un poco, hasta que llegó la mesera nuevamente con el trapo húmedo.

Durante el tiempo que estuvo humedeciendo mi mano, miraba determinadamente como este lo hacía aún cuando mi mano pasó a tener su color original. Ya estaba todo bien y le devolví una sonrisa a mi “Salvador”. La mesera apareció nuevamente para disculparse una vez más y entregarme un trapo húmedo y nuevo para quitar las manchas de mi vestido a la vez que traía un trapeador, con una sonrisa acepté ese trapo y ella trapeaba el suelo.

-Muchas gracias –Le mencioné a la mesera que solo asintió siguiendo lo suyo- Lo sé, mucha presión nos vuelve a todos torpes

Una risilla juguetona escapó de mis labios, sabía y entendía perfectamente eso de la presión y las consecuencias de ello. Ya todo parecía en calma –O al menos un poco porqué aún había meseras corriendo de aquí para allá- Mi mirada descendió hasta mi mano el cual sin fijarme –O que este se fijará- Seguía tomándomela como si nada.

-Joven Kaede –Le hablé con voz melodiosa para que me escuchará- ¿Me podría devolver mi mano?

Una risilla cómplice a tono de broma por aquello, no sabría cual sería su reacción pero de verdad me gustaría verla. Además, su mano es bastante cálida, simplemente yo no quería soltarla.

La mesera empezó a trapear la zona del desastre por lo que el trato de no darle tanta importancia, pues los accidentes ocurren siempre. Yoru apoyo lo que el decía sobre las presiones, pues realmente todos esos accidentes tenían la misma causa, la presión. Tal era su preocupación de que Yoru se encontrara bien que no había notado que no soltaba la mano de ella.

Su acompañante le hablo una vez más, para avisarle sobre su descuido, seguía sujetando su mano por lo que su cara se torno roja. No sabía que decir por lo que se quedo quieto por un rato mientras ella se reía ligeramente. La mesera se reía también porque el joven se había puesto todo rojo.

- Es...estaba revisando q...que estuviese bien - Sonrio para tratanr de calmarse, pero al empezar a tartamudear demostraba sus nervios por dicho evento. - P...pero ahora ya esta bien por lo que n...no hay que preocuparse mas -

Se encontraba nervioso, jamás le había ocurrido ese tipo de cosas por lo que no sabía qué hacer. Aun así sabiendo todo siguió sosteniendo su mano con delicadeza, tal vez porque no podía moverse. Pensó rápido en algo para quitarse los nervios, pero se le hiso totalmente imposible. Vio una vez más a Yoru para ver si así se le quitaban los nervios o al menos lograba empezar a moverse, pero fue un momento donde se perdió totalmente en ella, admirándola por completo. Otro choque entre meseras sonó en todo el lugar, he hiso despertar a Kaede soltando la mano de su acompañante.

- Disculpa el haber tardado en soltar tu mano no me di cuenta - dijo algo serio, pues algo extraño empezaba a pasar en el. Termino por tomar asiento otra vez evitando dirigir la vista hacia Yoru

Sabía lo que ese tipo de momentos lo llevaban y quería evitarlo a toda costa, nadie aceptaría que siendo de diferentes reinos pudiera enamorarse. Pero acaso lo que los demás pensaban le impedía ser el mismo, eso era algo tonto, el problema era que en ella sería totalmente diferente. Suspiro y prefirió ver qué pasaba en el lugar.

La mesera limpiaba el desastre mientras más de ellas seguían presionadas por todo el trabajo, pero ese no era el punto. Estaba concentrada en Kaede y solo en él, sintiendo la calidez de su mano quien aún no me la soltaba pero para nada, volví a reír suavemente acompañada de la misma forma por la mesera al ver su cara completamente roja de vergüenza, en verdad el pelirrojo me agradaba a pesar de ser del reino más peligroso. No sabría cuanto decirlo pero por un tiempo ambos quedamos viéndonos pero sí sabía que la misma mesera de antes no estaba viendo y suspiraba como si aquella fuera una hermosa escena romántica, cosa que me hacía sonrojar de solo pensarlo.

Hasta que un estruendoso ruido hizo que este soltará mi mano y ambos volteáramos hacia donde provenía el ruido. Nuevamente dos meseras se habían tropezado entre sí y habían creado otro desastre, la que nos acompañaba gruñó cansada y se fue con el trapeador en la mano hacía allá. Mi vista volvió hacía Kaede que se quedaba detenidamente mirando a las meseras. En serio, me agradaba él a pesar de solo llevar unos cuantas horas de haberlo conocido.

Estiré mi brazo para así tocar con suavidad su hombro y así llamar su atención.

-¿Le gustaría seguir viendo el resto de la capital de Espadas? –No íbamos a pasar todo este momento sentados, conversando quizás pero llegaba un momento en donde estar sentado aburría de sobremanera. Me levanté del asiento limpiando mi vestido, pero estaba aquella semejante mancha en todo en medio de esté. Suspiré con resignación, no podía hacer nada y nuevamente subí la capucha de la capa.

-Conozco un lugar que le podría gustar –Dije alzando mi dedo índice para recalcar el punto- No está muy lejos de acá, así que caminando llegaremos pronto

Otro desastre, y las personas empezaban a irse, no por el servicio, si no porque empezaron a presionarlas. Algunos se reían al ver como las jovencitas se estrellaban unas contra otras, y otros simplemente se quedaban callados ignorando los problemas. Kaede, por su parte, se encontraba totalmente distraído viendo todo los accidentes, lo cual cuando sintió la mano de Yoru que quería llamar su atención, le hiso saltar un poco.

- Me agrada la idea - Era cierto, esta era su primera vez en el reino de espadas y quería conocerlo aun que sea un poco más, y el hecho de estar sentados no era de gran ayuda.

Justo después de que su acompañante se levantara el también se levanto. Pudo ver la mancha que había dejado el te en el vestido pero era más que obvio que no se podría hacer nada por el momento. Sonrió al la idea de su acompañante, ella lo quería llevar a un lugar no muy lejos de este lugar por lo que caminar era la mejor forma de llegar.

- Entonces después de ti - Una pequeña reverencia dejándola pasar primero como todo un caballero. Antes de irse pago la cuenta y abrió la puerta para que su acompañante pasara tranquila. Solo esperaba con ansias ver a que lugar pensaba Yoru llevarlo.

Me sentía mal por las pobre meseras que debido a la gran presión que se les imponían las cosas le estaba resultando muy mal, y con ello le conlleva a hacer tales desastres. Un ultimo vistazo a la cafetería mientras Kaede pagaba la cuenta y yo me sonrojaba levemente ya que desde un principio no quería que hiciera eso. Una vez más vi la mancha de mi vestido y solo pude suspirar al menos con la capa podría cubrirlo un poco pero se veía una parte levemente, nada como para llamar la atención pero se veía a fin de cuentas. Junto al pelirrojo nos encaminamos por las calles de Palladium las cuales seguían bastante congestionadas por la aglomeración de personas en el sitio, de vez en cuando miraba hacia los alrededores en señal de algún guardia de la mansión Silverwolf, hasta este punto comenzaba a verme un tanto paranoica.

-Y dígame joven, ¿Que lo trajo al calmado lugar de Palladium? -Si bien podría ser un noble de corazón, quizá por alguna otra razón fue que llegó acá, o quizá también estaba huyendo de sus deberes, casi como yo, en cierto punto- Y más en un día bastante... Concurrido.

Sonreí con nerviosismo dando un vistazo rápido nuevamente a los alrededores. Por un misero segundo pensé en haber visto uno de los guardias, tragué abruptamente saliva y sin darme cuenta me apegue más al pelirrojo buscando protección en él.

-Será mejor seguir caminando -Le susurré mirándole a los ojos- Crucemos por acá -Le señale el camino que seguía a la izquierda de nosotros, ese camino daba paso a uno de los jardines del pueblo.

Nuevamente había visto otro guardia con la insignia del lobo plateado, pero esta vez ya no fue paranoia mía, esta vez fue real y justo venía caminando frente a ambos pero a una distancia considerable. Y debíamos seguir hacia delante, ahora me abracé del antebrazo del pelirrojo y agache el rostro para ocultarlo, por unos minutos creía que sería mi fin pero aquel guardia simplemente pasó a lado de ambos y tan siquiera se detuvo a mirar, ¿Un golpe de suerte quizá?

-Eso estuvo cerca -Musité suspirando de alivio, y a lo lejos divise el lugar a donde tanto quería ir- ¡Ah mire! Es por allá

Sin derecho a dejarle que conteste lo jalé hacia ese lugar -De todas formas lo seguía tomando del antebrazo- Justo ahí había un pequeño jardín, no parecía tan llamativo pero algo captaba mi atención, y ese algo era simplemente maravilloso.

Había rosas, azules y rojas que crecían juntas en ese pequeño cuadro de jardín, y esas rosas parecían estar entrelazadas las unas con las otras, sus tallos se enroscaban en espiral y los pétalos se extendían por encima del otro.

-Es extraño ¿No? -Lo miré de reojo, para luego volver a ver a las rosas- No importa si las desenredas ellas vuelven a juntarse y si las cortas crecen en la misma posición... Parece algo muy lindo que solo las flores saben hacer.

Al salir se vio como las calles seguían aun concurridas, por lo que Kaede suspiro, solo esperaba que el lugar no estuviese tan lejos. Mientras caminaban podía ver como ella empezaba a buscar algo o más bien a alguien, quizás a algún guardia que le buscara. Movió su cabeza pues le ocasionaba algo de risa, a el jamás lo iban a buscar si salía del reino rojo, por lo que podía estar muy tranquilo. Solo debía regresar a tiempo para no preocuparles tanto.

- Nada en especial, solo no había visitado esta gran ciudad - Sonrió pues ahora que lo pensaba tenía otros asuntos que atender que había olvidado pero no importaban.

Mientras caminaban, le sorprendió el hecho de que la joven se le apegara, pero después de pensarlo rápido sería una forma de cubrirse de algún soldado de su familia. Siguió lo que la joven decía por lo que continuo caminando y cruzo para llegar a los jardines del pueblo. A su parecer eran unos jardines bellos, comparándolos con los de su hogar pues realmente podía ver que si cuidaban de estos.

Un instante después la joven se apego más, hasta abrazar su brazo. Con la vista busco algún indicio de un soldado que estuviera cerca, hasta al fin dar con uno con una insignia peculiar. Era un lobo plateado, probable y el emblema de la familia de Yoru. Seguían caminando y sin que este notara su presencia siguió su camino.

Su acompañante se había tranquilizado, era como el había pensado. El pensaba seguir caminando cuando fue jalado por su compañera sin que él pudiera decir algo. Al llegar pudo ver un pequeño jardín, de verdad hermoso. Lleno de rosas de todos los colores posibles, era algo que cautivaría a cualquiera que lo viera. Algo le hiso ver a las pequeñas plantas, algunas se encontraban enredadas entre si, por lo que recordó un poco al látigo atado a él.

- No solo las flores saben hacer eso - Dijo para sí mismo - Tal vez sea que realete les gusta estar juntas -

Se agacho frente a las rosas para ver una que se encontraba al rededor de varias pero sin enredarse con otra. Era la única por lo que le resulto peculiar. La tomo con delicadeza sin poder quitarle la vista de encima.

- Me parece algo irónico como esos dos colores se unen en este pequeño jardín. - Se puso en pie y se acerco a Yoru aun con la rosa en su mano. - Pero lo más extraño es que las personas no aprenden de las plantas - Sonrió sin dejar de verla. - Las flores tienen mucho que enseñarnos pero pocos queremos escucharles -

Era algo irónico para el que ambos colores estuvieran juntos, pero quien era él para culparlas por tener esos colores. Algunas estaban con unas de su mismo color, pero una pareja de flores era la que se diferenciaba mucho. Dirijo su vista a la rosa de su mano y volvió a sonreír.

- Pero tanto las flores como nosotros debemos aprender, tal vez solo a dejarnos llevar por el viento aunque estemos atados - Tomo el bello rostro de su acompañante para colocarle la rosa en su cabello, mirándole siempre a los ojos. - Aun si esto implica romper reglas -

"Tal vez sea que realmente le gustan estar juntas" Las flores tenían tantas cosas que llamaban la atención y ellas no tenían problemas en crecer en cualquier parte de Wonderland. Lo que más me parecía hermoso era como se entrelazaban aquellos dos colores: Rojo y azul, pero también se me hacía extraño porqué me recordaba a Corazón y Espadas. Estos dos reinos no tenían mucha interacción entre sí más que de manera política, más allá de eso... Nada. Miré cuando el pelirrojo tomó una rosa, la única que no estaba entrelazada a nada y me quedé observando la flor en su mano, admirándola.

Deberíamos aprender de las flores, teníamos que aprender a no juzgarnos por nuestros colores o por nuestro reino, que bien se que en los otros reinos los nobles hablan mal de este y los de acá hablan mal de los otros, la burocracia era demasiado hipócrita constantemente, pero las flores no lo eran. Ellas eran tan libre de decidir donde crecer, tan humildes para juntarse con otras de distinta especie o color, tan abiertas para aceptar los cambios ambientales y muchas cosas más. Wonderland podrá ser un gran jardín, con algunas malesas de por medio.

-¿Uh? -Saliendo de mis pensamientos noté cuando Kaede tomó delicadamente mi rostro y colocó la rosa sobre mi cabello,. automáticamente pude sentir como la sangre subía por mi rostro ruborizándome por completo, sonreí con gratitud bajando apenada la cabeza y tanteando un poco la flor sobre mi cabello.

-Las reglas nos dicen que debemos hacer, pero muchos de ellas hay que romperse por el bien propio y el ajeno -Miré nuevamente a Kaede cruzando mis manos tras la espalda y sonriendole amablemente. Una vez más volteé a ver hacía el jardín de rosas que tanto me gustaba y calmaba- Pero hay que ver... Las flores no nos juzgan por ser de distintos reinos

Sonrió cuando vio que la joven se sonrojaba y bajaba su cabeza. Era cierto las reglas siempre dictaban que se debía de hacer y como se debía de hacer, pero siempre estas debían romperse si se quería hacer un bien propio. Claro a veces seria peligroso ya que solo afectaría, pero valía el riesgo. Suspiro, pues el solo recordar que los diferentes reinos eran resultado de la búsqueda de poder le pareció absurdo.

- La mayoría de los nobles solo buscan poder. - El lo sabia mas porque lo vio en diferentes nobles que había en su reino y sobre todo por su mismo padre - Y por esa búsqueda de poder muchos otros son afectados. -

Pueblos enteros destruidos por la ambición, familias rotas por ser de diferentes lugares, e inclusive amigos que se perdieron debido a las guerras. Todos afectados por la codicia de aquellos que gobernaban. Pero si no hubiera quien reinara todo seria un caos, batalla tras batalla, muerte tras muerte, todo acabaría mal pues aun seguiría la búsqueda del poder. Era obvio que para esto la solución no existía. Sacudió su cabeza un poco para despejarse, el pensar en todo lo que se hacia en el reino era algo que podía afectarle que bueno prefirió cambiar de tema.

- Que mas da, sea uno de un reino o del otro, no por eso nos impedirá ser felices - Se estiro para tranquilizarse, respiro hondo y rodio a Yoru con sus brazos - Además uno debes hacer lo que su corazón dique no lo que los demás digan. -

Miraba hacía las flores sin apartarla ni un minuto de ellas, sin embargo mi vista se encontraba realmente perdida y mi semblante estaba en su totalidad serio. Cuando empezó a hablar sabía que un tema de esa índole iba a salir de la boca de alguno de los dos, pero cuando dijo esa frase: "Los nobles solo buscan poder" la situación se volvía un poco tensa. ¡Yo no deseaba el poder! Sí, a pesar de ser una noble el poder no era lo que más anhelaba, lo que más anhelaba es que todos en Wonderland comprendieran la importancia de la magia, un sueño muy infantil de mi parte.

Tantas destrucciones, tantas muertes... ¿Para qué? Cuando se obtiene el poder que uno quiere, ¿Que harán después? ¿Mirarán atrás y verán a todas esas personas y lugares que destruyeron para su ambición? Lo dudaba, se llenarían de más ambiciones y se enorgullecerían de lo que lograron. Por esa razón la búsqueda de poder es un mal camino que a males muchos escojen.

Volteé a ver a Kaede para intentar decir algo pero eso ultimo que dijo más lo que hizo me sorprendió bastante. No importa de que reino seamos eso no nos impedirá ser felices, y cuando me rodeo con sus brazos una vez más mis mejillas se tonaron de esa rosa bermellón fácilmente.

-Y... ¿Que es lo que dice tú corazón? -Lo miré a los ojos, buscando una respuesta en ellos.

Al ver a Yoru a los ojos lo dejo sin palabras, solo le veía cálidamente pues realmente no sabía. Su corazón decía algo pero su mente otra, acaso si decía lo de su mente estaría mal, no sabía la verdad. Elevo su mano hasta alcanzar el bello rostro de su acompañante y lo tomo con delicadeza para poder acercarlo al de él. Se detuvo cuando rosaron sus labios.

- No existen palabras parecidas - Antes de que ella pudiera decir algo junto sus labios contra los de ella

Unos segundos que parecían eternos, sentía un pequeño cosquilleo, algo que jamás había sentido con otra persona. Unos segundos después se separo pues no estaba seguro si realmente era correspondido o no. Acaso el dejarse llevar por lo que decía el corazón le haría perder algo más en su vida, que mas daba era algo que el mismo se arriesgo a hacer y ya no había vuelta atrás. Acaricio su rostro antes de alejarse, realmente no sabía lo que hacía estaba mal y él lo sabía.

- Perdona no se... - suspiro no sabía qué hacer, estaba completamente indefenso ante la situación - Solo... - volvió a suspirar.

Dio unos pasos atrás y trato de desviar la mirada. Realmente estaba enojado consigo mismo como podía haber hecho eso, en otro momento sabría que hacer pero no entienda por que no podía hacer nada. Solo se quedo callado tratando de no verle a los ojos tenía miedo, pero de que era la pregunta que se hacía.

Inesperado, de un momento a otro algo que parecía ser simplemente una charla amena terminó por volverse en algo un poco más íntimo de lo imprevisto. Igualmente, no evitaba sentirme algo avergonzada por ello, sintiéndome como si yo fuera la que causó todo este problema con el simple hecho de escaparme de mis deberes por unos momentos a la capital y después tendría que ver como regresar de una manera que Hiru no me notará. Quizá si solamente no hubiera salido de la mansión no estaría pasando por esto, pero no hubiera tampoco llegado a conocer al joven que ahora me estaba abrazando, ni hubiera sentido está calidez a su cercanía, ni tampoco hubiera tenido este tipo de conversación que iba más allá de lo que cualquier noble podría tener.

En vez de sentir vergüenza, debería es de estar feliz por el momento que ambos tenemos. Sin embargo, lo siguiente que sucedió no era algo de lo que tenía previsto, cuando simplemente el otro calló mis palabras usando como medio sus labios contra los míos, fue un beso cálido y a pesar de estar viviendolo en ningún momento mis ojos se cerraron, al contrario se abrieron más por la impresión. Cuando se separo de mí, mis mejillas ya estaban rojas con anterioridad y en silencio veía como Kaede se alejaba unos pasos de mí desviando su mirada.

Reí. Una suave y encantadora risilla salió de mi boca mientras tímidamente me acercaba al pelirrojo, estiraba mi mano para poder acariciar su mejilla y luego sonreirle con dulzura.

-Fue algo inesperado -Comencé a hablar con cándida voz- Y en verdad que reaccionarás de esa manera fue lo que uno normalmente haría...

Un noble de corazón y una noble de espadas ¿Juntos? Hay que ver para creer.

-Así como dijimos que la reglas deben romperse por algún bien aunque la idea no lo parezca, solamente no debemos temer en romperlas, ver las cosas buenas que sucederán al hacerla...

Mi otra mano se poso sobre su otra mejilla, lentamente acercaba mi rostro al suyo hasta el punto de sentir su tenue y cálida respiración sobre mis labios.

-.... Y dejar que todo fluya como lo juzgue el destino

Una vez más nuestros labios se juntaron en un suave pero largo beso, el beso que marcaría el quebrantamiento de varias reglas y el comienzo de un nuevo existir.

Salió de sus pensamiento cuando una risita sonó, acaso se burlaba, o solo era por la vergüenza, a su parecer la había arruinado y ahora no había vuelta atrás. Pero en cuanto sintió la cálida mano acariciando su mejilla lo hiso verla directamente a los ojos, ya no temía verla a los ojos, como ella decía era algo normal. Sonrió y le vio cálidamente. ¿Acaso seria el comienzo de algo nuevo? Corazón y espadas, una unión poco común pero posible, claro si uno rompía las reglas.

"Beneficio propio" pero eso sonaba un poco egoísta, ya que se parecía a lo que los otros nobles decían cuando afectaban a otros, Aunque en este momento no parecía eso, al menos no ahora. A medida que se acercaba, sentía un ligero cosquilleo, algo diferente a lo usual. Se controlo y se dejo llevar.

Un beso suave, largo también. En este momento, no se sintió mal porque sabía que algo diferente empezaba a existir, poco a poco fue elevando sus manos para tenerla en sus brazos, no quería que el momento terminara, aunque sabía que acabaría de alguna manera. Lentamente se separo sin despegar los ojos de ella, aun la mantenía entre sus brazos, sonrió y desplazo su mano hasta poder alcanzar su mejilla.

- Al final, las flores si son mas sabias que cualquiera de nosotros. - Dijo acariciando con delicadeza su rostro, vio la flor y rio levemente.

Ruidos en los arbustos le hicieron desconcentrarse, dirigió rápidamente su vista a la fuente del sonido esperando ver a aquel que se ocultaba. De un momento a otro un conejito salto de este lo que lo hiso saltar. Un conejito lo había espantado y por nada, del susto comenzó a reír pues era raro que lo hicieran saltar por razones tan, bueno tonta.

- Valla un conejito... - Antes de seguir hablando otros ruidos atrás de ellos le hiso guardar silencio.

Esta vez sonaban mayores como si fuera una persona atravesando los arbustos, volteo a ver el origen y logro distinguir una placa. Parecía tener un lobo plateado, parecido al soldado con el cual habían cruzado no hacía mucho. Lo que significaba correr una vez más, así que rodeo a Yoru con su brazo y empezó a caminar lejos del jardín.

- Creo que vienen por ti - Le susurro para que entendiera el porqué de haber empezado la marcha - Mejor vamos a otra parte - Rio - Además tu guías -

Fue un beso largo a mi parecer y ya para cuando nos separamos una nueva risa escapó de mi boca a la vez que cerraba los ojos para sentir la caricia de Kaede sobre mi mejilla. Ya no pasaría nada; quiero decir que ninguno de los dos tendría el temor de estar haciendo "algo malo" y lo haríamos ver como "algo bueno"; a pesar de nuestros colores la regla que acabamos de romper parece esfumarse con ese pesar. Abrí levemente la boca a punto de decir algo hasta que algo en los arbusto capto nuestra atención; pensando en lo peor me apegue más a Kaede e intentando ocultar mi rostro, fue una gran sorpresa ver que se trataba de un conejo que salto desde los arbusto hacía donde nosotros. Suspiré calmándome y reí, me agache y extendí las manos, el conejito se acerco dando pequeños saltos y lo tomé entre mis brazos.

Un nuevo ruido se hizo presente en los arbusto y esta vez se escuchaban pasos fuertes como de soldados, mejor dichos guardias de mi casa en mi búsqueda. Con una mano subí nuevamente la capucha de mi capa y miré a el pelirrojo. Nos encaminamos fuera del jardín, ahora necesitábamos una nueva ruta lejos de quienes me buscaban. ¿A donde ir...? ¿A donde ir...? Sentía como el conejito se removía en mis brazos buscando la comodidad en ellos.

-Por ahora no se me ocurre un mejor lugar -Sonreí algo apenada, en verdad quería mostrarle Palladium a el pelirrojo pero ya me estaba quedando sin ideas- Caminemos un poco y veamos hasta donde nos pies nos lleven