No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
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No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
Nerium miró hacia arriba, pero no se veía más que un agujero en el techo... Muy, muy lejos. Era inalcanzable, pero a ella no le importaba. Le gustaban los agujeros y también los sitios altos. Alzó las manos, como si intentara alcanzarlo, aunque era imposible.
–¿Qué dices que hay ahí, Neliam?– preguntó con suavidad, a su contraparte, que parecía aburrida, un par de metros más atrás de donde estaba ella.
El sitio era solitario, pero no acababa de gustarle. Según lo que habían aprendido con el viejo, a veces aparecía ahí gente de la nada... O del cielo, más bien. No le gustaba encontrarse con extraños y mucho menos que estos se encontraran con ella y con Nerium. A pesar de que su reducido mundo inevitablemente se iba topando con gente, era de forma paulatina y aun muy lenta. No pensaba compartir a su pequeña violeta con otros. ¡Nunca!
Sin embargo, supuso que no pasaría nada porque estuvieran ahí un rato. Solo para que Nerium saciara su curiosidad, solo con eso estaría bien. Procuraría no tardar mucho, porque era fácil manejar a Nerium.
–Otro mundo. Las leyendas dicen que a veces llega aquí gente de allí– explicó de forma paciente, sin tomar en cuenta que ya lo había dicho varias veces.
Nerium emitió un gorjeo. Parecía feliz, a pesar de que su rostro no se mostraba muy expresivo. De cualquier manera, no importaba, porque se notaba en sus actos. Lejos de su parsimonioso paseo, sus pasitos eran rápidos y sus movimientos mucho más fluidos. Miraba a todas partes, como si buscara indicios mágicos.
Se distrajo mirando a los alrededores mientras su contraparte seguía concentrada en revisar el suelo. La escuchaba murmurar de cuando en cuando.
–Hola señor palito... Hola señora piedra...–se detuvo un momento cuando vio una forma diferente–. ¡Oh! Hola señor caracol. Tenga cuidado por donde anda, podría...– la mano gentil que apartaba al pequeño caracol del camino se detuvo al mismo tiempo que sus palabras. Un poco más allá del pequeño invertebrado, había un pastel del tamaño de una nuez, que tenía un cartelito encima que rezaba "Cómeme"–. ¡Neliam! ¡Neliam! ¡Mira Neliam!– llamó con voz excitada, tomandolo.
A su lado apareció la rosada, que miró por encima del hombro.
–¡Es como uno de esos pastelitos que me contaste, los del cuento!– siguió Nerium con aire de infantil felicidad.
Neliam lo miró detenidamente. Si, encajaba con los pastelitos de la historia que había escuchado sobre Alicia. Esos pastelitos hacían algo. Hizo memoria, pero no acababa de recodar su efecto. De cualquier manera, antes de que se fijara, Nerium se lo llevaba a la boca de forma obediente, para hacer lo que decía el cartelito.
–¡No, para!– ordenó al ver que masticaba el dulce.
Demasiado tarde. Nerium la miró, primero con sorpresa, después con curiosidad... Y su mirada acabó por tornarse somnolienta.
–Ne~ Neliam. Me siento... muy cans... ada...– justo cuando terminó de hablar cayó como un fardo, golpeando el suelo, profundamente dormida.
A lado de su cabeza, salvado por un par de centímetros, el señor caracol empezó a moverse, en dirección ajena. A él esa situación le importaba un pimiento. Neliam suspiró; no, definitivamente en el cuento de Alicia. ¿Qué podía esperar? Aquel era un mundo extraño, casi tanto como aquel del que procedía el agujero.
–¿Qué dices que hay ahí, Neliam?– preguntó con suavidad, a su contraparte, que parecía aburrida, un par de metros más atrás de donde estaba ella.
El sitio era solitario, pero no acababa de gustarle. Según lo que habían aprendido con el viejo, a veces aparecía ahí gente de la nada... O del cielo, más bien. No le gustaba encontrarse con extraños y mucho menos que estos se encontraran con ella y con Nerium. A pesar de que su reducido mundo inevitablemente se iba topando con gente, era de forma paulatina y aun muy lenta. No pensaba compartir a su pequeña violeta con otros. ¡Nunca!
Sin embargo, supuso que no pasaría nada porque estuvieran ahí un rato. Solo para que Nerium saciara su curiosidad, solo con eso estaría bien. Procuraría no tardar mucho, porque era fácil manejar a Nerium.
–Otro mundo. Las leyendas dicen que a veces llega aquí gente de allí– explicó de forma paciente, sin tomar en cuenta que ya lo había dicho varias veces.
Nerium emitió un gorjeo. Parecía feliz, a pesar de que su rostro no se mostraba muy expresivo. De cualquier manera, no importaba, porque se notaba en sus actos. Lejos de su parsimonioso paseo, sus pasitos eran rápidos y sus movimientos mucho más fluidos. Miraba a todas partes, como si buscara indicios mágicos.
Se distrajo mirando a los alrededores mientras su contraparte seguía concentrada en revisar el suelo. La escuchaba murmurar de cuando en cuando.
–Hola señor palito... Hola señora piedra...–se detuvo un momento cuando vio una forma diferente–. ¡Oh! Hola señor caracol. Tenga cuidado por donde anda, podría...– la mano gentil que apartaba al pequeño caracol del camino se detuvo al mismo tiempo que sus palabras. Un poco más allá del pequeño invertebrado, había un pastel del tamaño de una nuez, que tenía un cartelito encima que rezaba "Cómeme"–. ¡Neliam! ¡Neliam! ¡Mira Neliam!– llamó con voz excitada, tomandolo.
A su lado apareció la rosada, que miró por encima del hombro.
–¡Es como uno de esos pastelitos que me contaste, los del cuento!– siguió Nerium con aire de infantil felicidad.
Neliam lo miró detenidamente. Si, encajaba con los pastelitos de la historia que había escuchado sobre Alicia. Esos pastelitos hacían algo. Hizo memoria, pero no acababa de recodar su efecto. De cualquier manera, antes de que se fijara, Nerium se lo llevaba a la boca de forma obediente, para hacer lo que decía el cartelito.
–¡No, para!– ordenó al ver que masticaba el dulce.
Demasiado tarde. Nerium la miró, primero con sorpresa, después con curiosidad... Y su mirada acabó por tornarse somnolienta.
–Ne~ Neliam. Me siento... muy cans... ada...– justo cuando terminó de hablar cayó como un fardo, golpeando el suelo, profundamente dormida.
A lado de su cabeza, salvado por un par de centímetros, el señor caracol empezó a moverse, en dirección ajena. A él esa situación le importaba un pimiento. Neliam suspiró; no, definitivamente en el cuento de Alicia. ¿Qué podía esperar? Aquel era un mundo extraño, casi tanto como aquel del que procedía el agujero.
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Re: No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
La pequeña lirona caminaba pausadamente, sin precipitarse. Escuchaba cada sonido a su alrededor, prestando atención para no toparse con algún ser peligroso. Odiaba ese lugar, odiaba estar presente si alguien llegaba a Wonderland, aunque eso sucedía poco. Su cometido allí era recuperar unas hebras de té para preparar una infusión energética. En cuanto los tuviera, solo se iría de allí.
Pero el hecho era que seguía buscando. El camino se volvia más angosto, y ahora le costaba mucho pasar en su forma humana. Ruidos extraños llegaron hasta ella mientras avanzaba. Voces, hablando confusamente, una conversación extraña se desarrollaba bajo el hoyo. Temerosa, quiso retroceder. Temía que fuera... que fuera... un gato. Solo esa palabra la hizo estremecer. Pero estaba ya demasiado cerca. Una imagen fugaz le probó algo totalmente distinto a lo que estaba pensando.
Vio una figura femenina caer pesadamente al suelo. El cabello de la chica era de un color claro, y resaltaba dentro la sala. Sin comprender lo que había pasado, Mallymkun se acercó corriendo al centro del claro. Se agachó cerca de la muchacha intentando verle el rostro. Completamente alterada, comenzó a mirar a su alrededor. -Algo... Algo para despertarla...- Desesperada, sin encontrar nada, vió un cartel que decía "Cómeme" y cerca, un pastel medio mordido. Comenzó a sacudirla -¡Despierte! No debió comer ese pastel. ¡Los carteles en Wonderland son engañosos!- Siguió sarandeando, esperando que eso sirviera de algo.
Pero el hecho era que seguía buscando. El camino se volvia más angosto, y ahora le costaba mucho pasar en su forma humana. Ruidos extraños llegaron hasta ella mientras avanzaba. Voces, hablando confusamente, una conversación extraña se desarrollaba bajo el hoyo. Temerosa, quiso retroceder. Temía que fuera... que fuera... un gato. Solo esa palabra la hizo estremecer. Pero estaba ya demasiado cerca. Una imagen fugaz le probó algo totalmente distinto a lo que estaba pensando.
Vio una figura femenina caer pesadamente al suelo. El cabello de la chica era de un color claro, y resaltaba dentro la sala. Sin comprender lo que había pasado, Mallymkun se acercó corriendo al centro del claro. Se agachó cerca de la muchacha intentando verle el rostro. Completamente alterada, comenzó a mirar a su alrededor. -Algo... Algo para despertarla...- Desesperada, sin encontrar nada, vió un cartel que decía "Cómeme" y cerca, un pastel medio mordido. Comenzó a sacudirla -¡Despierte! No debió comer ese pastel. ¡Los carteles en Wonderland son engañosos!- Siguió sarandeando, esperando que eso sirviera de algo.
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Re: No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
Neliam se arrodilló a lado de Nerium y la contempló dormir. No podía hacer otra cosa, salvo esperar a que despertase, y desear que hasta que eso pasara nadie apareciera por ahí. Sin embargo, definitivamente eso era mucho pedir.
La escuchó antes de verla. Aunque su caminar era tranquilo, lento, el silencio de aquel lugar le permitía escuchar la fricción de su vestido al andar, que se intercalaba con la suave respiración de Nerium al dormir. No la miró: no le interesaba en lo más mínimo quién pasaba por esos lares. No puso evitar, por contra, inclinarse sobre el cuerpo dormido, como si con ello pudiera ocultarla a la vista de todos. Quizás albergaba la esperanza de que, aun si pasaba por allí, no la viera.
También aquello fue en vano.
La escuchó acercarse y se envaró. No quería que nadie se acercara a Nerium. Fue entonces cuando vio con quién estaban tratando: chiquilla, aspecto delicado, parecía el típico personaje dulce salido de los cuentos de princesas. Pero a ella ese aspecto inocente e infantil no la engañaban. No iba a confiar en nadie, ¡en nadie! Se apareció delante de ella, en el camino, y extendió una mano hacia el frente, como si con ello pudiera detenerla.
–¡No te acerques!– gritó, amenazante. No obstante, olvidó recordar que nadie salvo la inconsciente Nerium podía verla, así que la otra la atravesó sin problemas. Le rechinaron los dientes de la indignación y apareció al lado de la violeta–. ¡No la toques!– continuó, sin resultados.
Bueno, al menos por parte de la extraña, que sin vacilaciones ni pudor puso las manos sobre Nerium y empezó a sacudirla, aunque la otra no reaccionaba. La rosada soltó un berrido de exasperación, que la rubia no escuchó. Sin embargo, Nerium pareció escucharlo, porque le tembló el párpado. Suspiró de forma pesada, aun sin darse cuenta de que la presencia ajena a ella.
–Ne, Neliam, he tenido un sueño– comentó con suavidad, subiendo la mano para frotarse su único ojo visible–. Era muy raro, tan raro...– con lentitud, abrió el ojo y parpadeó un par de veces para enfocar. En vez de ver un tono rosado suave casi monócromo con el amarillo ambar del ojo de su contraparte, se encontró con una mezcla de rubio oro, violeta y blanco. Parpadeó otras tantas veces, como si quisiera asegurarse de que aquello no era un sueño, pese a que sabía que no lo era. Sentía algo, algo raro en los hombros. Algo... Tangible–. Tu... Tu no eres Neliam– dijo por fin, después del silencio incómodo que había invadido el ambiente.
La escuchó antes de verla. Aunque su caminar era tranquilo, lento, el silencio de aquel lugar le permitía escuchar la fricción de su vestido al andar, que se intercalaba con la suave respiración de Nerium al dormir. No la miró: no le interesaba en lo más mínimo quién pasaba por esos lares. No puso evitar, por contra, inclinarse sobre el cuerpo dormido, como si con ello pudiera ocultarla a la vista de todos. Quizás albergaba la esperanza de que, aun si pasaba por allí, no la viera.
También aquello fue en vano.
La escuchó acercarse y se envaró. No quería que nadie se acercara a Nerium. Fue entonces cuando vio con quién estaban tratando: chiquilla, aspecto delicado, parecía el típico personaje dulce salido de los cuentos de princesas. Pero a ella ese aspecto inocente e infantil no la engañaban. No iba a confiar en nadie, ¡en nadie! Se apareció delante de ella, en el camino, y extendió una mano hacia el frente, como si con ello pudiera detenerla.
–¡No te acerques!– gritó, amenazante. No obstante, olvidó recordar que nadie salvo la inconsciente Nerium podía verla, así que la otra la atravesó sin problemas. Le rechinaron los dientes de la indignación y apareció al lado de la violeta–. ¡No la toques!– continuó, sin resultados.
Bueno, al menos por parte de la extraña, que sin vacilaciones ni pudor puso las manos sobre Nerium y empezó a sacudirla, aunque la otra no reaccionaba. La rosada soltó un berrido de exasperación, que la rubia no escuchó. Sin embargo, Nerium pareció escucharlo, porque le tembló el párpado. Suspiró de forma pesada, aun sin darse cuenta de que la presencia ajena a ella.
–Ne, Neliam, he tenido un sueño– comentó con suavidad, subiendo la mano para frotarse su único ojo visible–. Era muy raro, tan raro...– con lentitud, abrió el ojo y parpadeó un par de veces para enfocar. En vez de ver un tono rosado suave casi monócromo con el amarillo ambar del ojo de su contraparte, se encontró con una mezcla de rubio oro, violeta y blanco. Parpadeó otras tantas veces, como si quisiera asegurarse de que aquello no era un sueño, pese a que sabía que no lo era. Sentía algo, algo raro en los hombros. Algo... Tangible–. Tu... Tu no eres Neliam– dijo por fin, después del silencio incómodo que había invadido el ambiente.
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Re: No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
En Wonderland, cada pequeño falso movimiento podía costar caro. Mallymkun solo había conocido el cálido salón de té y jamás se había descuidado. Pero conocía situaciones extrañas, historias que nunca se cansaba de contar. Sin embargo no conocía todos los detalles de las epopeyas por las cuales había pasado su mundo. Los misterios no paraban... Y este sí que era un enigma para la pequeña Lirona.
El silencio de la joven violeta durmiente cesó. Al poco de sacudirla, ya se había despertado. Sus ojos, bueno, su único ojo visible, se abrió, revelando un iris de color ambarino. Un parche adornado de una rosa tapaba el otro lado. Pasmada y desconcentrada como había estado segundos antes, Mallymkun no se había dado cuenta de la baja estatura de la joven, claro también que solo la había observado acostada. Un escalofrío le recorrió la espalda. De tan ceca, vestida con esa ropa de volantes, la muchacha de pelo plateado casi morado parecía una muñeca.
La voz de la recién despertada rompió el silencio sepulcral que segundos antes se había formado. Pero no fueron palabras coherentes para la Lirona. Estaba llamando a una tal.. ¿Neliam?. -Es impossible- pensó. Allí no había nadie más. Quizás la chica estuviera confundida. No quiso contradecir por lo que se contento con sonreír. -No, no soy Neliam... Soy Mallymkun... Algunos también me llaman la Lirona- Suavizó su mirada, intentando poder reconfortar a la chica.
El silencio de la joven violeta durmiente cesó. Al poco de sacudirla, ya se había despertado. Sus ojos, bueno, su único ojo visible, se abrió, revelando un iris de color ambarino. Un parche adornado de una rosa tapaba el otro lado. Pasmada y desconcentrada como había estado segundos antes, Mallymkun no se había dado cuenta de la baja estatura de la joven, claro también que solo la había observado acostada. Un escalofrío le recorrió la espalda. De tan ceca, vestida con esa ropa de volantes, la muchacha de pelo plateado casi morado parecía una muñeca.
La voz de la recién despertada rompió el silencio sepulcral que segundos antes se había formado. Pero no fueron palabras coherentes para la Lirona. Estaba llamando a una tal.. ¿Neliam?. -Es impossible- pensó. Allí no había nadie más. Quizás la chica estuviera confundida. No quiso contradecir por lo que se contento con sonreír. -No, no soy Neliam... Soy Mallymkun... Algunos también me llaman la Lirona- Suavizó su mirada, intentando poder reconfortar a la chica.
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Re: No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
Neliam estaba celosa al ver como Nerium se olvidaba de ella al ver a la rubia. Infló las mejillas y, enfurruñada, apareció frente a la otra, sobre la cabeza de Nerium. Extendió las manos y le tocó el rostro con suavidad.
–Estoy aquí– avisó, con la esperanza de que ignorara a la intrusa, pero no había contado con que esta siguiera hablando, esa vez para presentarse.
Le dirigió una mirada envenenada. ¿Quien le había preguntado el nombre? Aquella era una pregunta que no le llegaría. Nerium no se dio cuenta del odio que manaba de la rosada, porque todavía no sabía entender la mayoría de las expresiones. Se limitó a incorporarse hasta quedar sentada y mirar con curiosidad a la extraña.
–Ne, Neliam, ¿qué es una "Lirona"?– preguntó con suavidad hacia su contraparte, que apareció a su lado.
Neliam no lo sabía. La miró detenidamente, preguntándose lo mismo, pero su aspecto no le dio ninguna pista (aunque le parecieron curiosas sus orejas). No obstante, se helaría el infierno antes de que ella dejara sin respuesta alguna incógnita de su violeta, así que recurrió a su norma más esencial: Lo que no sabía, se lo inventaba.
–Las lironas son las niñas rubias de ojos violeta– respondió con suavidad.
–Oh, entiendo– en los labios de Nerium se dibujó un intento de sonrisa dulce–. Hola, señorita Mallyk... Maky... Mamyll...– se detuvo, vacilante. Por haber prestado más atención a la palabra rara, no recordaba el nombre.
Neliam reprimió una risita, satisfecha. Que Nerium no recordara el nombre, en su retorcida cabeza equivalía a que la otra era insignificante. De mejor humor, se apoyó en Nerium para susurrarle la respuesta.
–Ma-llym-kun, tonta Nerium.
–Gracias Neliam– musitó–. Hola, señorita Mallymkun. ¿Ha caído usted del techo?– añadió, señalando al agujero que antes la había fascinado.
–Estoy aquí– avisó, con la esperanza de que ignorara a la intrusa, pero no había contado con que esta siguiera hablando, esa vez para presentarse.
Le dirigió una mirada envenenada. ¿Quien le había preguntado el nombre? Aquella era una pregunta que no le llegaría. Nerium no se dio cuenta del odio que manaba de la rosada, porque todavía no sabía entender la mayoría de las expresiones. Se limitó a incorporarse hasta quedar sentada y mirar con curiosidad a la extraña.
–Ne, Neliam, ¿qué es una "Lirona"?– preguntó con suavidad hacia su contraparte, que apareció a su lado.
Neliam no lo sabía. La miró detenidamente, preguntándose lo mismo, pero su aspecto no le dio ninguna pista (aunque le parecieron curiosas sus orejas). No obstante, se helaría el infierno antes de que ella dejara sin respuesta alguna incógnita de su violeta, así que recurrió a su norma más esencial: Lo que no sabía, se lo inventaba.
–Las lironas son las niñas rubias de ojos violeta– respondió con suavidad.
–Oh, entiendo– en los labios de Nerium se dibujó un intento de sonrisa dulce–. Hola, señorita Mallyk... Maky... Mamyll...– se detuvo, vacilante. Por haber prestado más atención a la palabra rara, no recordaba el nombre.
Neliam reprimió una risita, satisfecha. Que Nerium no recordara el nombre, en su retorcida cabeza equivalía a que la otra era insignificante. De mejor humor, se apoyó en Nerium para susurrarle la respuesta.
–Ma-llym-kun, tonta Nerium.
–Gracias Neliam– musitó–. Hola, señorita Mallymkun. ¿Ha caído usted del techo?– añadió, señalando al agujero que antes la había fascinado.
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Re: No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
La chica miraba la escena con una mezcla de confusión y escepticismo. Le costaba mucho creer lo que presenciaba, por mucho que estuviera acostumbrada a aceptarlo todo, realmente era difícil en este caso. La peli violeta parecía ver a alguien más, alguien cuya presencia Mallymkun no podía percibir. Parecía no saber nada sobre ella, no sobre los nativos del lugar.
Río suavemente ante la preguntas de la otra. Luego pareció contestarse a sí misma, pero no pudo evitar contestar la pregunta. -Un lirón es como un pequeño ratón que duerme mucho.- Non sabía qué era lo que la otra había pensado, pero no debía ser eso. -Mira, es así.- Se concentró, tomando poco a poco su forma animal. Notó que había quedado a ras del piso, y que para mirar a la chica debía alzar mucho los ojos.
Volvió a reír, esta vez con su vocecita de ratona. -No, no he caído del techo. He nacido aquí, en Wonderland.- Arrimó sus patitas a la falda de ella, a medida que aumentaba un poco de tamaño para quedar aproximadamente como de unos cincuenta centímetro, para que la otra pudiera verla mejor. -¿Y tú? ¿Vienes de allá arriba?- dijo mientras seguía con la mirlada a dónde apuntaba el dedo de la otra. Rsopló un poco, cansada por el esfuerzo que suponía utilizar sus poderes.
{Siento la tardanza, había desaparecido la computadora de la faz del planeta (?)}
Río suavemente ante la preguntas de la otra. Luego pareció contestarse a sí misma, pero no pudo evitar contestar la pregunta. -Un lirón es como un pequeño ratón que duerme mucho.- Non sabía qué era lo que la otra había pensado, pero no debía ser eso. -Mira, es así.- Se concentró, tomando poco a poco su forma animal. Notó que había quedado a ras del piso, y que para mirar a la chica debía alzar mucho los ojos.
Volvió a reír, esta vez con su vocecita de ratona. -No, no he caído del techo. He nacido aquí, en Wonderland.- Arrimó sus patitas a la falda de ella, a medida que aumentaba un poco de tamaño para quedar aproximadamente como de unos cincuenta centímetro, para que la otra pudiera verla mejor. -¿Y tú? ¿Vienes de allá arriba?- dijo mientras seguía con la mirlada a dónde apuntaba el dedo de la otra. Rsopló un poco, cansada por el esfuerzo que suponía utilizar sus poderes.
{Siento la tardanza, había desaparecido la computadora de la faz del planeta (?)}
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Re: No hagas caso a los carteles~ [Libre~]
Neliam entrecerró el ojo, con aire malhumorado, cuando después de ella aquella "lirona" respondió también a la pregunta. A pesar de que aquello solucionó su duda, no le gustó lo más minimo que la dejara en evidencia, especialmente delante de Nerium.
–También puede significar eso– cedió con cierta terquedad, aun con la mirada clavada en la otra en un gesto agrio. Se podía decir que aquella relación no empezaba con buen pie–. Tiene varias acepciones. Pero la que más se usa es la que te dije– se justificó rápidamente, sin abandonar su papel de superioridad.
Pensaba dar más razones de por qué había acertado, pero las palabras se le quedaron estancadas en la garganta cuando la otra decidió hacerles una demostración. En un principio, Neliam creyó que les tomaba el pelo, hasta que la vio encogerse ante su mirada. Por su lado, la boca de Nerium se abrió considerablemente (teniendo en cuenta la extraña limitación sobre sus emociones), en una mueca de franca sorpresa.
Tuvo que agacharse mucho para verla bien y comprobar que, efectivamente, era una ratoncita. Después de que se acercara y creciera, acercó lenta y timidamente un dedo para rozar con él la mejilla del rodedor, soltando una exclamación de sorpresa al notarlo real. Ciertamente, eran pocas las veces que había tocado a un animal y entre eso y la curiosa escena que acababan de vivir, se sentía superada. A un pelo estuvo de no escuchar la respuesta de la Lirona.
–¿Uhm?– la pregunta la desencajó e inmediatamente miró al techo. Después, inconscientemente, buscó con la vista a su contraparte–. ¿Venimos de ahí arriba, Neliam?
–Claro que no– contradijo esta otra vez, haciendo gala de indiferencia suprema ante la representación de Mallumkun.
–Neliam dice que no. Yo no lo recuerdo, pero ella siempre tiene razón– se quedó en silencio, como si analizara un detalle importante de forma detenida. Después de varios segundos, se aventuró a volver a hablar–. ¿Por qué los lirones duermen mucho?
[Off Rol: ¡No pasa nada, no te preocupes! Me alegra tenerte de vuelta. Por mi parte, disculpa la demora, pero un ataque de pereza me asaltó y... Bueno, mi cuerpo lo resiste todo menos la tentación (?)]
–También puede significar eso– cedió con cierta terquedad, aun con la mirada clavada en la otra en un gesto agrio. Se podía decir que aquella relación no empezaba con buen pie–. Tiene varias acepciones. Pero la que más se usa es la que te dije– se justificó rápidamente, sin abandonar su papel de superioridad.
Pensaba dar más razones de por qué había acertado, pero las palabras se le quedaron estancadas en la garganta cuando la otra decidió hacerles una demostración. En un principio, Neliam creyó que les tomaba el pelo, hasta que la vio encogerse ante su mirada. Por su lado, la boca de Nerium se abrió considerablemente (teniendo en cuenta la extraña limitación sobre sus emociones), en una mueca de franca sorpresa.
Tuvo que agacharse mucho para verla bien y comprobar que, efectivamente, era una ratoncita. Después de que se acercara y creciera, acercó lenta y timidamente un dedo para rozar con él la mejilla del rodedor, soltando una exclamación de sorpresa al notarlo real. Ciertamente, eran pocas las veces que había tocado a un animal y entre eso y la curiosa escena que acababan de vivir, se sentía superada. A un pelo estuvo de no escuchar la respuesta de la Lirona.
–¿Uhm?– la pregunta la desencajó e inmediatamente miró al techo. Después, inconscientemente, buscó con la vista a su contraparte–. ¿Venimos de ahí arriba, Neliam?
–Claro que no– contradijo esta otra vez, haciendo gala de indiferencia suprema ante la representación de Mallumkun.
–Neliam dice que no. Yo no lo recuerdo, pero ella siempre tiene razón– se quedó en silencio, como si analizara un detalle importante de forma detenida. Después de varios segundos, se aventuró a volver a hablar–. ¿Por qué los lirones duermen mucho?
[Off Rol: ¡No pasa nada, no te preocupes! Me alegra tenerte de vuelta. Por mi parte, disculpa la demora, pero un ataque de pereza me asaltó y... Bueno, mi cuerpo lo resiste todo menos la tentación (?)]
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