Hogar dulce hogar(?) -Priv/nero-

Lo sabía, no había logrado nada más que saber que dos de nosotros murieron, o al menos creo, pero preferiblemente no caigo de nuevo en esperanzas vacías. Abuso de poder, solo las personas débiles se aprovechan de eso, y aun así, la armada de rojo envidiaba a la de amarillo, porque los que los diferencias es que los de amarillo parecían ser más nobles y menos exigentes.

Al menos eso vi con Credo en frente.

Si el Reino de Corazón cae, no se me hará raro, lo malo es que ahora debía ver donde comenzar a vivir a partir de ese momento, en fin, aun no debía preocuparme por eso. Y en parte el mayor tenía razón, con todo lo que hacen cosas malas comienzan a suceder, tal caso está la desaparición de una de las reinas de rojo.

Pero el reino ya se lo había tomado de improviso y ya habían proclamado a la duquesa como nueva sucesora, todo con tal de no hacer más bullicio.

-Pues, no sé si son ellos quienes me buscan o yo que me entrometo entre ellos…

Uno de los dos, pero siempre pensaba que era la primera, puesto que desde que abandone aquel castillo lo menos que quería era regresar a ese infernal lugar y volverme a inmiscuir entre ellos, más que todo con quien ahora es la actual reino, y de un guardia que jamás en mi vida desearía volver a ver.

-Igual, sea cual sea el color, para mi todos los guardias son iguales, no importa cómo se comporten en sociedad, siempre se muestran imponentes…

Recargue mi espalda al espaldar de la silla, mientras cruzaba los talones entre sí, me aburre hablar de los soldados, ¿No había algo mejor de que hablar?

-Supongo que ya estas cansado de que te pregunte sobre ti –Lo dije casi con un tono de burla- Y tu no me has preguntado nada… ¿Qué te detiene a hacerlo?

¿Qué clase de preguntas lanzaría el mayor? Mejor dicho, ¿Sería capaz de responderlas? Sé que hay cosas que en verdad no merecen tener respuestas, e incluso preguntas.

Afilo la mirada al escuchar al menor; no era para menos, a leguas se notaba que Nero era un busca pleitos, pero por otra parte, los de corazon son resentidos, y si no terminan con algo, son como perros de caza, hasta terminar su cometido, en este caso, la matanza de una familia completa... O casi...

Cruzo los brazos recargandolos en la mesa, sin dejar de mirar al albino. Aunque su pregunta, era relativamente facil de responder.

-Nero, se nota que no sueles hablar de cosas personales facilmente.-

Claro, igual el, pero Credo no era de preguntar directamente, por no incomodar, y con la escena del jardin ya le habia molestado mas que suficiente.

-A diferencia tuya no suelo ser tan directo. Ademas, me gustaria que si quieres contarme algo, sea por que quisiste hacerlo, vamos, que te nazca, por asi decirlo. Es mas interesante a mi parecer, saber ciertas cosas de esa manera que estar hostigando para que se cuenten-

En pocas palabras: Confianza. Pues como argumento, Credo bien pudo obligar al albino a hablar. Pego la espalda en el respaldo, sin dejar de mirarle y sus brazos se mantuvieron cruzados.

-¿Y bien?-

Cuestiono con un deje de curiosidad en la voz, inclusive sus felposas orejas se irguieron. ¿Que cosas tendria su hermanito para contarle? Claro esta, aparte de lo poco que ya sabia acerca de el, debia haber mas que ser fastidiado por los guardias de rojo, y haber sido la mascota de los reyes...

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OFF: Disculpa la tardanza y lo chafa ; A;

¡Oh-oh! Me dejo camino libre para responderle, o mejor dicho dejo que le dijera lo que fuera como libre albedrío. Al principio sonreí con burla, pero con un leve deje de preocupación en ella. ¡Dios no! Había dado en el clavo, nunca daba información de mi mismo a la primera.

Y exactamente no pase cosas bonitas en aquel lugar, cosas que verdaderamente no quisiera ni volver a vivir en esta y vida. Poniéndolo de esa forma, en todos esos trece años he vivido algo bueno, exceptuando los primeros cuatro años de mi vida, los cuales desearía volver a tener.

Y no por mucho, no solo llegue a ser considerado mascota para los reyes, o un objeto de diversión ajena para los soldados, sino que llegue también a ser un pequeño juguete para alguien, algo así como un esclavo…. No de la buena manera, a pesar de que solo eso ocurrió una vez.

Y que nunca volviera a pasar, ya que jamás supe nuevamente de ese “alguien” o si realmente está vivo. Por unos segundos bajé la mirada al suelo, buscando y rebuscando las palabras exactas para comenzar la pequeña plática, pero nada salió.

Inclusive moví vagamente los labios, pero ningún sonido se emitía de ellos, y en escasos minutos mordía el inferior, todavía no hallaba palabras para hacerlo. Recosté los brazos sobre la mesa y mi barbilla sobre ellos, miré a Credo nuevamente, y sonreí otra vez con burla, fingida realmente.

-No tengo nada que decir…

El militar observo todos y cada uno de los gestos de Nero. Aunque no lo dijera, tanto año de entrenamiento debia servir de algo... Saber cuando alguien miente, cuando oculta algo, o cuando algo le perturba. Si es que queria ser buen lider, debia darse cuenta de esas cosas, sin que se le mencionaran claro estaba.

Tal como lo habia previsto, el menor dudaba hablar de si mismo. Aunque, tantas vacilaciones le hicieron cuestionar si en verdad estuvo bien hacer dicha propuesta.

Que no haya, o no quiera, contarle algo en ese momento, eran dos cosas diferentes. Aunque realmente no queria obligarle a hablar, y por lo visto, lo que retuvo, no era algo que se pudiese hablar a la ligera. Sin embargo, que le mientan, no es algo que le agrade mucho al capitan de la armada...

-"Despues de todo la confianza no es algo que se gane en un dia"-

Le sonrio de manera tranquila, aunque por dentro la intriga le carcomia. ¿Que habra sido eso que no quizo hablar? y ¿Tan grave era? Nah, quiza solo estaba exagerando y era algo vergonzoso, pues Nero, ya le habia contado lo peor ... ¿Cierto?. El lenguaje corporal del albino no ayudo para que aquella intriga desapareciera, y tambien, el hecho que finjiera que nada habia pasado. Suficiente, no le iba a obligar, pero si a insistir, habia algo que no cuadraba ahi y que tampoco le agradaba, si aluien le habia hecho algo peor a su hermano, se encargaria de que el culpable pagara... y lo haria con sus propias manos de ser posible.

-Nero, hay una sola cosa que me hace enojar facilmente, y es el hecho que me mientan o me escondan algo. Yo se que te dije que no te iba a obligar a habar, pero si voy a insistir. No soy idiota, se cuando alguien me esconde algo. Asi que, habla-

Conociendose bien a si mismo, Credo no iba a estar tranquilo hasta que el oji azules hablara, algo habia ahi, algo, algo que realmente debia de saber...

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OFF:

xD nah descuida D: < es que como ya nomas estan hablando se hace raro hahaha

Dejar todo tan intrigante para el mayor, sabía que de alguna u otra forma terminaría insistiendo en hacer que se lo dijera, y en su defecto que lo hiciera con confianza. ¿Confianza? ¡Jeh! Esa palabra no la entendía, con tantos años separados, no había logrado tomarle aun la total confianza, quizás si un poco solamente, como para gastarle una broma pero no para confesarle algo.

Y sobre confesar, bien dije que no llevé una buena vida en aquel lugar, también sucedieron cosas que cualquiera no desearía volver a vivir nunca más, generando traumas y repulsiones por dicha cosa.

¿Y ahora esto? ¡Genial! ¿Cómo le diré a Credo que…. Me….

Pestañeé al escuchar la voz del mayor, puesto que estaba inmerso en mis pensamientos, además de que fingía calma para no levantar sospecha. Sin embargo todo cayó en vano cuando el mayor se dio rápidamente cuenta de todo. ¡Malditos sean los soldados! ¿Cómo es que lo hacía? Abrí la boca levemente como si de verdad fuera a decir algo, pero otra cosa me impulsaba a querer huir, y dejar la conversación en este punto.

-I-Iré por el chocolate -¡Mierda! Tenía que tartamudear. Me levanté para caminar a la cocina sin mirar atrás ni unos minutos, mientras que mordía mi labio inferior.

Justo cuando llegué a la cocina di un enorme y largo suspiro, sabía exactamente que Credo podría enterarse de alguna u otra forma, preferiblemente que yo se lo dijera, pero ahora que hará él si le dijera tal información, ya me había hecho prometer que no iría al Reino de Corazón, y ya no quería jugar con mi suerte.

-¿Dónde está el chocolate? –Mascullé. Volver sin nada sería más sospechoso. ¿Dónde era que estaba? Gracias a mi olfato lo pude hallar, y no hice más que gruñir al ver que estaba en un lugar alto.

Estire el brazo, parándome en la puntas de mis pies, solamente llegaba a rozar la caja, pero a mi suerte, o para defecto de toda la locura de Wonderland, no sé como terminé por jalar lo que parecía una olla, y esta cayó fuertemente sobre mi cabeza, seguido de más olla, y por último el chocolate. Di un respingón acariciando mi cabeza, mientras daba un paso hacia atrás, tropezándome con una de las olla, para más complicaciones antes de caer hacia atrás tome el mantel de la mesa y lo jalé, y para colmo encima estaban los cuchillos, ahora habían cuchillos volando por los aires, me cubrí la cabeza con los brazos y aquellos objetos solo cayeron a mi lado.

Salvando uno, que cayó justo en medio de mis piernas.

-…………………………… -Y ahora debía darle la explicación de esto, que día.

Tipica, el menor estaba huyendo. Y utilizo un buen pretexto, debia de admitir. Pero bueno, lo dejo ser, igual algun dia, tenia que decirle aquello, pero tenia la impresion que, realmente, se iba a arrepentir de haberle insistido para hablar.

Bueno no importa, seguramente haria tiempo. Recargo su mejilla sobre su puño mirando atentamente por donde el albino habia desaparecido apenas hacia unos instantes.

Seguramente el menor solo hacia tiempo, estaba bien meter algo de presion pero no al extremo tampoco.

Su espera no duro demasiado, pues el ruido en exceso atrajo su atencion. El otro ya no era un niño y no necesitaba estarle cuidando no obstante el ruido fue demasiado ¿Que rayos estaba haciendo? Se suponia que solo iba por el chocolate. Nego con la cabeza levantandose para encaminarse en la cocina.

-¡Nero!-

¿Que era todo eso? Se masajeo la sien pues el tic que tenia ya se habia hecho presente de nuevo. Camino unos cuantos pasos, para darle la mano y ayudarle a levantarse.

-¿estas bien?-

Cuestiono para serenarse, y conteniendos para no gritar y reprenderle por todo el desastre que habia hecho. Suspiro pesadamente mientras se arremangaba (pues la camisa negra que usa bajo el uniforme tambien es de manga larga) Tomo la cajita que contenia el polvo que nero buscaba para prepararse dicha bebida, se lo extendio al menor.

-Esperame en la sala-

Llevo la diestra hasta el menton del menor y hacerle ladear ligeramente el rostro.

-De paso, revisate esa herida, es un simple corte no hay porque preocuparte-

En parte podria verse exagerado, ¿Por que esa mania de tener todo en orden y limpio? La respuesta era muy simple: Ejercito. Ni que hacerle. Le dio la espalda al otro canido para tomar el cuchillo con el cual el albino se habia lastimado. Suspiro pesadamente de nuevo y simplemente, lo arrojo al lavabo.

Y la cocina había quedado hecho un desastre, aunque solo fueran las ollas, los cuchillos y el mantel que quedo abajo, ¡Ah! Y contándome. Cuando Credo llegó casi podía sentir que un regaño se avecinaba, casi, al parecer jamás llego el mayor no se veía interesado en hacer eso o que se yo. En cambio solo se me acercó y giró mi rostro para ver la cortada que me había hecho la cual ni yo sabía que tenía una.

Me levanté sacudiendo un poco el pantalón, y mi cabello ya que me había caído chocolate en él y luego tomar la caja que Credo me pasaba, y quedarme en silencio mientras me ordenaba irme a la sala.
Por un rato, no me moví de donde estaba, solamente me quedaba ahí mirando a el mayor limpiar en silencio, por primera vez en mi vida sentía la necesidad de decir algo a alguien aún cuando no haya obtenido la confianza suficiente, después de todo esta persona frente a mí era mi hermano mayor a quien una vez admiré de niño y ese pasado estaba lejos ya.

-Sí hay algo que debo decirte –No era un “quiero” era un “debo” porqué sentía que realmente era un deber hacerlo, una parte de mí intentaba callarme más no le hacía caso.

Di un profundo suspiro y coloque una mano sobre su hombro.

-No solo pase por simples torturas… -Bajé la mirada, maldito impulso que me obligaba a hacerlo- Te lo explicaré mejor en la sala…

Dando media vuelta me encamine a la sala, esperando que el mayor me siguiera. Ahora debía cuidar mejor mis palabras, aquello que iba a contar y que había guardado como un horrendo secreto una vez más iba a relucir al mundo.

Seguramente, no será de agrado para ninguno de los dos.

El capitan de la armada miro al albino sobre su hombro al escucharle hablar. Ya sabia que era cuestion de tiempo, sin embargo, parecia ser algo grave el asunto, por el tono de voz empleado. Finalmente, Nero habia conseguido el valor para decir las cosas.

Cuando el otro canido le tomo del hombro, Credo dio media vuelta para encararle, listo para lo que viniera. Sin embargo, su expresion se suavizo ante las palabras de su hermano menor. Le siguio, con la mirada. Dejo el ultimo de los cuchillos en su lugar, despues continuaria con lo que hacia. pesadamente se sento en el sofa, e inclino el cuerpo ligeramente hacia adelante, al recargar los antebrazos en sus muslos, mirandole en todo momento, y solo se limitaria algo:

-Te escucho-

Sin duda, las cosas comenzaron a ponerse tensas de nuevo, pero el oji azules ya habia hablado algo al respecto "No solo fueron torturas" Con eso basto para que la seriedad se apoderara de el, y el enojo quedase como una cosa del pasado, al menos, momentaneamente. Maldito reino de corazones, realmente, le aborrecia, por mas que intentara, no veia nada bueno en aquel reino carmin... Sus orejas se mantenian hacia atras, en realidad, era extraña la vez que no se encontraban de esa manera, todo en conjunto con el serio porte militar que siempre demuestra.

Como si fuese maldita cosa del destino, el viento calador de invierno podia percibirse con mas fuerza atravez de la ventana, y tras las palabras de Credo, el crugir de la madera era lo unico que se escuchaba en el lugar. De no ser por el fuego en la chimenea seguramente el frio seria demasiado, quiza, este invierno, nevaria.

Le miro, aunque no fija, ni seriamente, sino atento, no queria presionarle mas de lo que estaba. La escena de la cocina habia dejado mas que en claro el nerviosismo y la presion en Nero, no creia que su hermano fuese asi de torpe.

Una vez más todo parecía volverse tenso entre los dos o quizás solo lo sea para mí. El ambiente frió le daba el toque más nostálgico a todo además del silencio y el único sonido del crujir de la madera en la chimenea. A un lado de Credo me senté aunque no lo miré, mantenía la vista en un punto muerto del mismo piso, sin embargo en él no había nada interesante.

¿Cómo comenzar con todo? Realmente no lo había pensado tan rápido creía que jamás sabría de alguno de mis hermanos y heme aquí con uno de ellos, las cosas no suelen suceder tan previsto en un mundo como Wonderland. Dejando de lado la teoría de la locura, debía comenzar a relatar dicho suceso, y esperar a ver la reacción del mayor sobre eso.

Al menos me había hecho prometer que no iría al Reino de Corazón.

-Verás… -Me incliné hacia atrás para recargar mi espalda con el sofá- Cuando tenía nueve años… Sucedió algo del cual no deseo volver a vivirlo…

Di otro largo suspiro, algo dentro de mí seguía diciéndome que me callará y que no contará nada pero si no lo hacía eso mismo podría hacer mucho más daño del cual ya me había hecho por tan largos años. Era mejor hablar y sacar todos esos lamentos que uno guarda en lo más recóndito de su corazón que vivir toda una vida frustrada por una simple estupidez.

Prevenir antes que lamentar, de seguro.

-A mí…. –Aunque, era bastante doloroso decirlo, y más cuando le sucedió a uno mismo-… Me… -Era ahora o era nunca, solo podía elegir una-…. Violaron.

Y con solo decir eso, tuve el deseo de mirar a los ojos al canido mayor, con ellos intentaba reflejar seriedad, pero simplemente ellos reflejaban otra cosa: Dolor. La angustia de volver a revivir aquello que más odie.

-Jé, y pensar que no pude hacer nada para defenderme… -Una pequeña sonrisa triste se marcó en mi rostro- De todas formas el pasado no se puede cambiar

¿Y qué logré hacer en ese momento? Nada. Solo llorar, gritar y suplicar, como si eso no lo hubiera vivido a diario.

-Mi vida no es más que una mera mierda aunque intentó vivirla… -Y en un lugar como el Reino de Corazón era algo difícil- Tienes razón, cualquiera con mi pasado se hubiera querido suicidar…

No obstante, dicha idea pasó por mi mente en un tiempo, pasa al otro mundo junto con el resto de mi familia para dejar de vivir en tanto sufrimiento. ¿Quién no tendría el valor de hacerlo? Y yo elegí seguir viviendo, ¿Por qué? Quién sabe, tan siquiera yo lo sabía.

Era solamente pensar en dejar el pasado atrás y vivir en el presente, aún cuando la vida era muy dura.

-Así que en parte, por eso soy así -Una tonta burla hacia mi propia persona, con tal de volver alejar el tenso ambiente- Soy todo un máldito degenerado...

¿Era acaso normal el hecho que todo el ambiente se volviese tenso de un momento a otro, con una facilidad enorme? Quiza. Es decir, apenas ambos se encontraron, y dado su pasado denso no era de extrañarse, si reir por unos cuantos instantes seria raro en ambos.

Extraño, a lo que se percataba Nero no es de esas personas que paren a estar serias mas de un rato. Pero igual, la situacion la ameritaba, y lo unico que eso le decia a Credo, es que era para preocuparse. El menor comenzo a hablar. El moreno solo se mantenia en silencio y mirandole, esperando la conclusion final , fuera lo que fuera, sabria afrontarlo.

Aunque algo le decia, que tenia que ver con la promesa que le habia obligado a hacer antes. Entonces, la expresion del capitan de diamantes, cambio... Pasando de lo serio a lo molesto. Apreto fuertemente la tela de su pantalon y fruncio el cejo. En serio... En serio maldecia y odiaba con todo su ser a aquel maldito reino carmin.

Exacto, el no pudo hacer nada por defenserse, y el tampoco pudo hacer nada para evitarlo... No, el pasado no podia cambiarse. Tomo aire para exhalarlo lentamente para calmarse, lo ultimo que necesitaba en ese momento era ponerse a echar de pestes ¿De que servia ahora? De nada y era hasta probable que el menor, en ese animo se asustara, ya se conocia bien... y conocia el grado de sus rabietas.

Cerro los ojos, al tiempo que extedia su brazo para pasarlo por los hombros del albino, y apegarle a el.

-No eres un maldito degenerado-

Que fuese arisco, mas que comprensible... Que rehuyera al tacto ageno. Mucho mas. Su frustracion ahora era del doble al no poder hacer nada al respecto, es decir, ya le habia prometido al menor no ir a Corazones, al menos por gusto. Si era por obligacion, ni hablar, y estando en servicio tampoco podia alejarse de sus deberes, en ese aspecto, era bueno.

No lo sé, pero en parte esperaba un grito del mayor por lo que le acabo de contar. Y no pasó nada, salvó que me tomó de los hombros para así apegarme a él, e inconscientemente lo empuje. Supongo que todavía no tenía la confianza al ciento por ciento segura, ¿Y cómo no tenerla? Sí le había contado la peor experiencia que tuve en mi corta vida.

Y no se la había dicho completa, aún.

-Bueno, quien lo hizo fue un soldado de rojo…. –Y ahora que lo pensaba mejor- Después de que me abandonaron nunca más volví a saber de él… Salvó que me dijeron que se había vuelto capitán o algo así…

¡Dulce ironía! ¿Cómo llegó tan lejos? Ya ni me extrañaba, la armada de roja estaba más loca que la princesa, incluso más que la nueva reina. Me doble hacia delante, apoyando mis codos sobre mis rodillas y ocultando mi rostro entre mis manos.

-No quiero volver a pasar por una mierda así otra vez –Y terminé por recostarme en el sofá, sin quitarme las manos de mi rostro, haciéndome casi un ovillo hay.

Un gesto demasiado infantil hasta para mi gusto.

-Ya ves porqué no quiero que vayas al Reino de Corazón –Mi afelpada cola golpeteaba el mueble en un ritmo casi incesante- Y recién me acuerdo que eres capitán…. ¡Aaah! ¡Vas a ir de todas formas!

Con resignacion, el alto hombre suspiro. Completa y totalmente esperada fue la reaccion que Nero habia ejecutado. La sorpresa fue facilmente visible en las facciones del moreno, seguida por un enojo enorme...

-¿Capitan?-

Fue lo unico que pudo argumentar y tuvo que controlarse para no gritar o romper nada. Llevo entonces ambas manos hasta su castaño cabello y hacerlo hacia atras intentando calmarse con ello. ¡Le habia visto una que otra vez! Maldito desgraciado de haber sabido no le hubiese permitido continuar con vida. ¡Quien sabe con cuantas mas acciones viles como esa habra subido a su puesto!

No pudo mas. Se levanto de su asiento, claramente molesto. Tenia los nudillos blancos de tanto apretar las manos. Le daba la espalda al menor, mientras intentaba calmarse y poder hablar sin tener que alzar la voz y verse aun mas alterado de lo que ya estaba. Cierto, la promesa hecha a Nero. Credo le miro sobre su hombro y parte de su enojo, se disipo... Mirarle asi...

-Lo matare-

Palabras que jamas habia dicho en serio...

-Si lo llego a ver.-

Si, si lo llegaba a ver en el reino amarillo... La promesa que habia hecho a Nero lo ataba de manera que no podia ir a buscarle y encararle... Pero si algo era seguro, Credo no se iba a quedar de brazos cruzados si llegase a ver a ese desgraciado de nuevo. Si hay algo que el canido mayor no tolera, es el abuso de poder, y las injusticias de esa manera. ¿Y asi había gente que le preguntaba el por que de su odio hacia Corazones? Habia una clase de “competencia” entre ambas armadas, creada a partir de la envidia que los rojos mostraban, sin embargo, el capitán de Diamantes, jamás se tomo en serio eso, o de manera personal, ahora, todo era diferente.

Ese miedo, ese afan por fastidiar a los guardias y soldados del reino propio como de ajenos, todo tenia sentido, y como cualquier acción, tenia su por que… Ahora entendía porque el miedo de Nero

… Lo unico que esperaba, es que el otro no pensara de manera similar para con su persona, confundiéndole con un desgraciado y un maldito…

¿Y ahora qué hacer? ¿Con que cara debería encarar ahora a Credo? Esperaba que todo pasara como antes, pero ni siquiera podía quitarme las manos de la cara para cerciorarme de lo que estuviera haciendo, así que tuve que guiarme de mi audición para hacerlo, y de a momento solo escuchaba los pasos del mayor al haberse levantado del sofá.

¿Matar? ¿Había escuchado bien? ¿Realmente haría eso? No podía dejar que se rebajará a ser lo mismo que esos guardias de rojos hacían, el matar a otros como diversión. ¿Y para qué realmente? Por mi parte todos y cada uno de los soldados eran iguales, había excepciones claro está, que maravillosamente lograron quitarme esa absurda idea de la mente.

¿Y si realmente lo llegará a ver? El mayor sonaba serio ante esa propuesta. ¿Cómo impedirlo ahora? Ni idea, estaba seguro de que cumpliría aunque sea por tan minúscula que fuera esa parte de la promesa, pero y sí aquel soldado aparece por el reino amarillo, ¿Lo hará? Una parte de mí quisiera que eso sucediera y otra pues quería vengarse con sus propias manos.

¡Sí! Una venganza justa, hacerlos sentir lo que ellos me hicieron a mí, pero a fin de cuentas terminaría volviéndome como ellos y eso era lo que menos quería.

Como dije: El pasado no se puede cambiar, y el futuro no se puede esperar, debía vivir con el ahora por muy tormentoso que fuera, quizás tendría mejor futuro que ahora, o quizás las cosas podrían empeorar.
Todo es cuestión de esperar.

-Suenas como ellos… -Extenué. Levantando un poco las manos para que escuchará- … Incluso ahora te pareces a ellos…

Y no tenía que mirarlo, sabía bien que ahora el mayor se había llenado de más odio y deseos de acabar con aquel mullido soldado de rojo, justo como ellos, exceptuando que su deseo de destrucción va con todo aquello, inclusive de sus propios allegados.

Y era increíble que todavía pudieran llamarse “Armada”.

-… No todos en esa armada pueden ser malos ¿No? Es decir… El reino no es tan… Malo como parece…

¿Y eso? Pues, tenía más experiencia viviendo en aquel bélico lugar que el mismo Credo, y no todo era tan como lo pareciera.

¿Alguna vez se habria enojado de manera semejante? ... Jamas.
Por mas que intentaba, no podia creerlo ¿Que clase de adiestramiento se les da a los soldados de dicha armada? Se supone que personas como credo, tienen la obligacion de cuidar y proteger a la realeza, dependiendo ya de la persona seria con la vida propia en algunos casos extremos, sin embargo, proteger no significaba abusar de su poder y hacer lo que a uno le diese la gana.

Pero parecia, que algunos, disfrutaban de hacer lo contrario. Tomo una gran bocanada de aire para exhalarla lentamente, para tranquilizarse con eso, comenzando a lograrlo. Si algo ha aprendido es que, alterarse no le ayuda a nada, ni tampoco resuelve las cosas, tenia que pensar en frio, y claro, lo que estaba diciendo tampoco era algo sensato.

Todo se fue al demonio...

...Las palabras de Nero...


¡No! ¡El no era un maldito sadico! ¡No era alguien que disfruta de ver la sangre correr y de reir mientras causa sufrimiento a los demas! ¡Era todo lo contrario! Aunque estricto y severo, la persona que le crio (Uno de los generales de la armada) Le inculco buenos valores ¡Le enseño a respetar la vida ajena! No le miro, ¿Para que? En ese momento, su mirada era completamente de odio, inclusive un leve gruñido apenas perceptible escapo de sus labios, tipico de un can molesto ¿No es asi?

Con toda la fuerza que pudo, golpeo la pared mas cercana al punto de lastimarse, no obstante, ahora eso no le importaba. Finalmente, le miro.

-¡No vuelvas a compararme con esas escorias!

¿Que no todos los de la armada eran asi? Si, quiza sea cierto, pero hasta que Credo no lo comprobase, no iba a cambiar de opinion... Es decir...

-¡Todo lo que he vivido por su culpa y todo lo que he sabido de ellos es motivo suficiente para molestarme! ¡Yo no soy un jodido desgraciado que justa del sufrimiento ajeno y ve a las personas como un objeto de diversion mediante golpizas o genocidio!-

Inclusive ni habia llegado a matar a alguien, los castigos mas severos en Diamantes no pasaban de una que otra golpiza, no obstante, el no era el encargado de ello ni tampoco habia dictado ordenes para que se llevase a cabo.

Trato de serenarse, el mismo habia dicho que no queria volver a ver el miedo en los ojos de su hermano, y helo ahi... causando justamente eso cuando Nero necesitaba de su apoyo... No podia... Esas palabras, sin duda eran lo mas doloroso que habia escuchado hacia su persona.

No era de menos, pero… Ya llevaba un tiempo en donde Credo no decía nada, se mantenía de espaldas a mí y solo lo escuchaba suspirar. Solo lo miré de reojo, pero tiempo después quité mis manos de mi rostro y me senté con las piernas cruzadas sobre el sofá, mirándolo con curiosidad.

Y eso solo fue un momento, cuando escuché el golpe en seco del puño del mayor contra la pared di un pequeño salto de mi asiento. Me tomó desprevenido eso, y más aún cuando empezó a gritarme con que no debía compararlo con aquellos guardias bélicos y sádicos.

¿Todo lo que vivió? Todo lo que vivimos fue por culpa de aquellos seres. Por inercia me corrí hasta llegar al otro extremo del sofá, ya cuando el brazo de este me impedía seguir moviéndome, a su vez que mis canidas orejas se habían agachado y estaba totalmente sorprendido por la actitud de Credo.

Otra vez. Otra vez estaba temblando de miedo… No lo podía evitar, cuando me gritó me recordó tanto a los reyes y los guardias de aquel maligno lugar. Bien, había muchas personas que sin dudarlo me gritaba y eran por razones que yo mismo incumbí.

Pero él, mi hermano, y no solo por eso sino también por ser soldado me causa el mismo temor. Y creí bien que al menos podría actuar normal, o lo que yo llamaba normalidad con él. Jugué mal mis palabras y ahora este era el precio de ellas.

-O-Oye está bien –Dije, alzando las manos y agitándolas de lado a lado para que se calmará- No fue mi intención haberte dicho eso… Mira que se me ocurren puras barbaridades…


¿Fue acaso una barbaridad venir y burlarme del ejercito amarillo? ¿O una casualidad para volver a encontrarme con uno de mis hermanos? Y el mayor de paso. Sea lo que fuese ya todo estaba hecho y no tenía vuelta atrás.

-No digo que abuses de tu poder… Sino que cuando dijiste eso de matar pensé en uno de los guardias de rojos… -Eso tampoco sirve de mucho- Quizás aquí castiguen de una forma pero allá…

¿Allá como castigaban? Pues no se me hacia raro que tuvieran una cámara de tortura con todo y su propia “Dama de hierro”.

-Ahí no se castiga a la armada por algún error –Me inclinaba un poco más debido a la mirada del mayor- Ahí se castiga si un sirviente se pasa de más en hacer lo que le ordeno los reyes, se castiga si un ciudadano se alza contra su reino y se castiga si la mascota no cumple con lo debido…

"Mi deber es protegerte a cualquier costo, y no me voy a perdonar si algo vuelve a pasarte"

Y helo ahi causando todo lo contrario, haciendo que esa mirada de miedo que el tanto repudiaba percibir en los ojos celestes de su hermano menor estuviese presente. La manera que huia, la forma en que extendia los brazos. ¿Se le ocurren muchas barbaridades? Quiza, pero el, tambien debia tener un mejor autocontrol de su persona... Ahora recuerda porque no le gusta molestarse.

Malinterpretaciones, pero tambien el comentario habia sido muy claro... Si Nero hubiese agregado las palabras que ahora mencionaba Credo seguro no hubiese perdido el control de semejante manera, de la cual, obvio, ahora se arrepentia. conforme las palabras salian de labios del albino, la mirada severa y molesta del capitan de la armada comenzaba ablandarse, inclusive, dejo de apretar los puños, que por suerte, habia golpeado la pared de manera correcta, solo tenia los nudillos algo hinchados y levemente tallados por la superficie.

¡Que estupido era! ... debia... Debia...

-"Debo dejar de ser tan egoista"-

Pensando en sus propios problemas, en todo lo que habia pasado, aun sabiendo que Nero sufrio mucho mas que el, en manos de los rojos, y ahora el con su molestia en vez de ayudarle a sentirse mejor, despues de todo, el albino le habia confiado algo que no era facil de admitir o contarle a alguien. Tal vez, en ese aspecto si era como los soldados de rojo, mas bien, cuando se molestaba en sobre manera y el enojo nublaba su juicio.

¿Que ha hecho? Mirar asi al menor le hacia sentirse extraño... Suspiro pesadamente para cerrar los ojos y terminar de calmarse, lo cierto era, que le debia una disculpa al menor. Se acerco y extendio la diestra (con la cual, habia golpeado el muro) para asi, revolver un poco los mechones platinos de su hermano, para de esa manera tratar de tranquilizarle.

-Perdoname- Menciono suavemente, lo mas que pudo, tambien intentando ser un tanto paternal, aunque Nero seguro no lo permitiria.

Como hermano mayor, se suponia tenia que ser un buen ejemplo, y moderar su caracter, asi como proteger al menor, sin embargo, habia demostrado todo lo contrario... Sin importar cuanto tiempo haya pasado desde su encuentro, ese era su deber...

No debía haber hablado de más. ¡Qué idiota fui! Siendo mí hermano podía confiarle un secreto del cual no se lo diría a nadie más, y no solo eso sino el haber dicho aquello y se lo haya interpretado tan mal ¡Que tonto, tonto fui!

Y ahora aquí, estaba siendo intimidado con el porte del mayor, ¿Intimidado? ¡Claro que no! Se supone que ya no les temía a los guardias… No lo supongo, ¡Lo digo! ¡No les temo a los guardias!.... ¿Por qué temblaba entonces? El mayor volvió a calmarse y eso hizo que me moviera hacia adelante pero lentamente, precaviéndome ante todo por si algo malo volvía a salir en esta situación, o si de nuevo algo peor saliera de mi boca.

No hice más que quedarme en silencio abrazando mis piernas y pegando mi barbilla a mis rodillas, justo cuando el mayor revolvió mi cabello, mis orejas se echaron hacia atrás mientras cerraba un ojo por tal caricia, esa voz fraternal me consternaba. Hace años que nadie me hablaba de tal manera, salvando por la amable sirvienta que se encargo de mi cuando vivía en ese castillo. Negué con la cabeza, la verdad no veía necesidad de perdonarse cuando todo fue culpa mía.

Otra vez todo quedo en silencio, en parte mía porque no me atrevía volver a decir algo que enojará al mayor. El sonido de la madera quemándose y el frió invierno que se avecinaba era lo único presente en esta casa y la noche se había vuelta bastante larga.

¿Qué debía hacer ahora?

Si me voy de regreso al reino rojo, Credo no me va a dejar pasar por el bosque a esta hora….

Una leve mueca de desagrado se me formo en el rostro.

¡Ya no soy un niño! Puedo cuidarme solo…

El mayor de los canidos suspiro ligeramente, mientras que esa sonrisa ladina y un tanto melancolica se formaba en sus facciones. Años que no miraba una conducta similar en su hermano, y ahora que lo hacia, no se sentia bien. Por supuesto, era porque el habia causado ese temor y malestar que ahora el otro manifestaba.

Sin embargo, no retiro su mano de donde yacia, en cambio se inclino ligeramente, buscando la mirada del menor, aunque lo mas seguro seria que no la obtuviera, dandose una idea ya mas clara con todo lo hablado y el lenguaje corporal que el albino mostro durante todo ese tiempo.

Como si se tratase de un cachorro el Capitan de Diamantes continuo acariciando la cabeza del menor. No con afan de fastidiar, ni tratarle como un niño, sino mas bien, para calmarle, para hacerle saber que, al menos el, ya esta tranquilo.

-Nero... Tienes razon, soy como esos soldados despreciables... Por eso he de tratar de controlar mejor mi comportamiento ¿Sabes por que? Para no dañar inconscientemente a las personas que quiero, como en este caso...- Suspiro nuevamente, mientras cerraba los ojos reflexionando muy a fondo sus palabras.

-Eres muy valiente, y por ello, no deberias ocultar tu rostro, sientete orgulloso de haber soportado todo lo que has hecho, y quiero que sepas -Pese a mi caracter- Que estare en todo momento cuando me necesites, sin importar lo que sea-

¡Que frustrado se sentia! Por fuera no lo demostraba, pero sabia que de tener frente al otro maldito capitan tendria que frenarse para no cometer alguna estupidez (Como en antaño que el General tuvo que arrestarle) y cumplir la promesa que hizo de no ir inecesariamente a Corazones, aquellos desgraciados no deben de enterarse que ambos son hermanos. Credo no queria que por su culpa llegasen a hacerle algo peor, pues, su seguridad sinceramente no le importaba en ese aspecto.

-Por que para eso esta tu hermano mayor ¿O no?-

Todavía podía sentir como el mayor me acariciaba la cabeza, y buscaba con su mirada la mía, más sin embargo no iba a accedérsela tan fácil, incluso mientras más la buscaba más rápido escondía mi rostro entre mis rodillas. Entre eso y su voz trataba de demostrarme que todo había pasado, pero lo había menospreciado e igualado con los de rojo, ¿No era acaso peor eso?

¿Valiente? No podría decirlo con exactitud, era más bien un “No quiero morir aún” Con eso lograba aferrarme a la vida, aunque en varias ocasiones desee con todas mis fuerzas que se acabará para terminar con tanto sufrimiento. No quiero morir aún, que infantil y trillado se oía eso.

El apoyo de mi hermano mayor, ¿Era eso acaso lo que quería con tantos años de sufrimiento? Según mi propio ideal ya había dejado de esperanzarme por volverlos a ver, y justo en frente tenía a uno, durante trece años que no lo veía y algo como esto tuvo que pasar para poder reconciliarme con él. ¿Qué tiene acaso eso de orgullo? Mi vida está envuelta en caos, cada cosa mala siempre recaía en mí, estaba consciente perfectamente que la mayoría de esas cosas son por mi culpa, o sino culpa de los mismos soldados.

Estaba maldito, desde el momento que irrumpieron mi hogar, o quizás desde el mismo momento en que nací, destinado a solo vivir de miseria y de dolor. ¿Qué tengo yo de especial, para seguir viviendo con tantas consecuencias?

Sin idea del porque o que, lo que fuera me impulso a hacer algo que creía que me costaría hacerlo aún a estas alturas: Sin tan siquiera alertar al otro, rodeé con mis brazos el cuello del mayor, y lo apegué a mí, en un abrazo, mientras ocultaba mi rostro en su hombro.

-Seguiré soportando más –Mucho más que solo unos cuantos golpes- Seguiré viviendo un mismo infierno, igual que todo los días por el resto de mi vida…

Apretaba con fuerza la tela de la camisa del mayor, sin ánimos de romperla ni nada, solamente se arrugaba un poco.

-Al menos… Tendré a alguien que me ayude… Y no me haga ver y sentir como una simple mascota de la familia real de Corazón…

En todos sus años de servicio no habia algo de lo cual el de hebras caobas se hubiese arrepentido... Y ahora, con unas simples palabras (o no tan simples) y el hecho de golpear una pared, como si no hubiese golpeado anteriormente algo se arrepentia y hasta avergonzaba de su conducta. Ponerse asi con un comentario, que estupido era...

No, no era estupido... Cualquiera que estuviese en su lugar seguro se hubiera molestado igual, o echar a llorar quien sabe. Indescriptible sentimiento embargo al canido de la armada al sentir como el albino le abrazaba. La curiosidad no tardo en dibujarse en sus facciones. Sin embargo, esta fue desapareciendo conforme Nero hablaba para dar paso a una sonrisa ladina, llena de nostalgia.

Nuevamente entrelazo sus falanges entre los platinos mechones de su hermano menor, al tiempo que cerraba los ojos. ¿Un infierno ah? Ese rango... Ese titulo.

-Te recuerdo que para mi no eres una mascota... Y tu vida tampoco tiene que ser un infierno, al menos yo me encargare y hare lo posible que este en mis manos para que no sea de esa manera.-

Dejar todo atras por la famila. Sinceramente, no sonaba tan mal. Todo lo que ha logrado, sus acciones en la milicia, eso y mas... Junto con las personas que conocia o conocio, podian irse al diablo. El solo necesitaba de algo, o alguien en ese momento: Su pequeño hermano. Quizá era un tanto normal preocuparse de sobre manera al punto de verse sobre protector, ¿Pero cualquiera no lo haría luego de trece largos años de angustia?

Echo un ligero suspiro, vaya cambios que le producía la simple presencia del menor. Cambios que sin duda, serian beneficos tanto para su persona como para el menor. Ahora veía que no estaba tan equivocado, al igual que el, Nero solia escudar su verdadera personalidad, que ironico resultaba todo eso.

-No necesito que dejes la armada….

Si de verdad decía eso, o al menos eso había entendido, ¿Acaso lo que paso con su vida, todo lo que logró, no implicaba nada? Necesitaba a mi hermano, pero no de esa manera. No quería ser un vil egoísta solo para que este cuidándome, le deje varias veces en claro que podía cuidarme solo como lo llevó haciendo por varios años, con errores y consecuencias pero podía.

-Estaré bien…

Aunque contra-indicatorio sonaba eso. Siendo que hace rato estaba temeroso de lo que había pasado con la conducta del mayor, muchas cosas raras pasan con las personalidades de ambos al reencontrarnos, la barrera que ambos creamos para ocultar dicha personalidad solo podría ser cruzada por ambos.
Somos hermanos ¿No? Creo que con ese hecho basta.

Por un tiempo más me quede en la misma posición, abrazado al mayor, pero ahora tenía el mentón pegado sobre su hombro. A pesar del silencio no era ya más incomodo, o tenso. Era cálido, de ambiente familiar. En trece años eso era lo que faltaba en la vida de ambos.

Sentir nuevamente la calidez de una familia.

-Me alegra lo que lograste con tu vida… Aunque seas soldado….

Pasado ese tiempo me separé de él, dedicandole una sonrisa pero no de esas burlesca que tanto me caracterizaban sino una de sinceridad. Al menos ya ambos estabamos calmados.

-Ehmm...... Sonará raro pero... ¿Puedo tomar un baño?

"Estare bien", una frase que en ocasiones se decia a si mismo. El capitan de diamantes no borro esa sonrisa llena de nostalgia por varios recuerdos que comenzaron a llegar a su mente. Era algo ironica la frase pese a lo que acababa de aconteser, sin duda era un estupido por haberse sobreexaltado de esa forma tan imprudente, y nada digna para el.

Y por primera vez en todo el tiempo que llevaban en el lugar, el silencio no le molesto en lo absoluto, inclusive lo agradecio. Tas unos minutos de permanecer en dicha posicion, el canido de diamantes se separo aun sin retirar la mano sobre la cabeza del albino. ¡Que bien se sentian las ulimas palabras del oji azules para su persona! Muy contrario a las que habia pronunciado previamente y por ende la molestia.

-no suenas muy convencido- Bromeaba. Al fin y al cabo es normal el miedo que Nero siente por los hombres de la armada, a lo visto de cualquier reino.

-Seguro- Argumento separandose del mas joven. -Ya sabes en donde esta, mientras preparo todo para que pases la noche-

Como ya habia mencionado, Credo dormiria en el sillon, no habia inconvenientes.

Lo seguía diciendo, las bromas de Credo no eran tan buenas. Me sentí aliviado cuando me aseguro poder darme un baño, es un tanto raro –A mi parecer- Llegar y pedirle a alguien si podía bañarse, muy raro. Confirmado todo me levanté y proseguí a hacer algo que estaba acostumbrado, quitarme el chaleco frente al mayor.

De hecho, era una mala maña. Solía quitarme todo antes de entrar al baño. Como le estaba dando la espalda al mayor no me parecía importar. Fuera chaleco rojo, venga camisa negra, sobre el chaleco lo tiré al suelo, igualmente lo iba a recoger después. Fuera camisa negra, y recién me fije que traía mi torso, hombros, parte de mis brazos y hombros vendados.

¡Cierto! Los había vendados por varias razones –Entre ellos soldados- Pero ya no me servían de mucho, comencé a quitármelos cayendo uno por uno al suelo hasta dejar todo lo que era mi torso libre.

-Oye Credo… ¿No estará muy fría el agua? –Lo mire por sobre mi hombro mientras recogía el pequeño desastre que había hecho- Tendré que aguantarme si lo está…

Recogí todo hasta crear una pequeña “bola” de ropa y vendas y dirigirme de una vez al baño. ¡Oh! El baño tenia cesto de ropa sucia, y para colmo vacía.

-Las malas mañas no desaparecen…

Suspiro pesadamente al observar al otro. ¿Es que no podia ser un poco mas ordenado? En realidad, el era el obsesivo con el orden y la limpieza, cosa que empeoro considerablemente cuando lo enrolaron a la milicia. Estuvo a punto de reprenderle cuando se percato de cierta cosa en la espalda del menor, y era que, tecnicamente la tenia maltrecha. Enormes cicatrices se dibujaban en la blanca dermis de su hermano.

Desde cortes hasta azotes y quien sabe que mas... Serio, desvia la mirada del cuerpo del canido menor. No habia palabras exactas que pudiesen describir el odio que Credo siente para el reino rojo, hacer tales actos solo por diversion ¿Acaso era algo caracteristico de los humanos comportarse de esa manera? Pero algo atrapo la atencion del castaño, la voz de su hermano, para su suerte sacandolo de los pensamientos tan rencorosos que comenzaban a llegarle, simplemente, le sonrio ligeramente.

-Nah, descuida- Fue lo unico que pudo responder.

Vio como el otro se adentraba al baño. Fue entonces cuando cayo en cuenta del daño que el mismo se habia hecho en el puño, estaria bien, un poco de agua helada y todo listo. Nego pesadamente, si tan solo hubiese encontrado a Nero antes de tiempo quiza no habria sufrido tanto y su cuerpo no estaria... Deshecho, por asi llamarle.

Ni hablar, no habia caso ni motivo para lamentarse ahora, ya nada de eso podia cambiarse. Se encamino hasta su dormitorio para buscar una manta y una almohada para pasar la noche en el sofa. Habia dormido en sitios peores, asi que eso no representaba un problema, una vez que dejo todo en su sitio se dirigio a la cocina para recoger el desastre que el otro habia hecho... Tal como lo dijo Nero, hay costumbres que no cambian...

Deje la ropa sobre el cesto de ropa sucia cerrado –Lo cerré momentos atrás- Pues, obviamente era la misma ropa que me iba a poner, salvó que boté cada una de las vendas ya no me servirían. Busque donde colocaba Credo sus toallas, tomé una blanca y la deja encima de la ropa igualmente. Bien, proseguí a quitarme el resto de ropa que faltaba y correr la cortina del baño. Suplicaba que el agua no estuviera tan fría, abrí la llave de la regadera y el agua comenzó a caer sobre mi cuerpo.

Y si estaba fría. Un ligero respingón hice cuando sentí las gotas de agua caer por mi espalda, odiaba que esa zona de mi cuerpo se haya vuelto tan sensible. No solo la espalda estaba hecha un desastre total con todas esas quemaduras, golpes y azotes. Con mis dedos de la mano izquierda recorrí aquella cicatriz que recorría casi todo mi pecho, era la más grande de todas en esa parte. Suspiré, llevando mi mano a mi hombro, al menos todo aquello ya quedó atrás.

Después de unos cuantos minutos más bajo el agua cerré la llave y salí tomando la toalla. Me vestí y salí del baño con la misma toalla sobre mis hombros secándome el pelo. Algunos mechones quedaron pegados a mi rostro y yo me entretenía tratando de sacar el agua de mis orejas.

-¿A dónde irás a dormir?

Miraba como el mayor sacaba una sabana y una almohada de su habitación. ¿Pasaría la noche en el sofá?

-Yo dormiré en el sofá, por mi comodidad no te preocupes… -Hasta en el suelo podía dormir. Que bueno que eso no se lo dije.