No todo puede ser dulce, un amargo sermón es lo que te falta. [Priv. Sora~]

-Debe doler mucho, ¿no? -preguntó haciendo uso del tono más sarcástico y hostil que pudo. Decir que estaba enojado era poco. Estaba FURIOSO. La impertinencia de Sora-soy-muy-despreocupado-y-me-lanzo-a-batallas-perdidas-Strife había cruzado un límite insospechado y horriblemente peligroso. Riku estaba haciendo lo posible por no lanzarse a sermonearlo por tercera vez mientras aparentaba calma pelando una manzana, sentado a un lado de la camilla del castaño. El muy torpe siquiera podía mover la pierna.

Bufó.

La noticia sobre la batalla se había esparcido como polen en primavera, causando alergia a los que, como Riku, no pudieron estar ahí para proteger a quienes eran importantes. Maldijo internamente a su superior por imponerle esa absurda misión especial que lo mantuvo alejado de todo. Si Roxas no hubiera estado ahí...
Frunció el ceño de solo pensarlo y volvió a mirar a Sora con los ojos entornados sin poder aguantar más.

-¡¿En que rayos estabas pensando?! -Soltó de forma súbita. -¿Acaso ese día dejaste tu sentido común bajo la almohada? ¡En serio! Gente como tu es la razón por la que gente como yo necesita medicamentos. ¿Te has puesto a pensar en lo que hubiera pasado si Roxas no hubiera estado ahí? Eres tan tarado que bla bla bla...

Hablaba tan rápido que apenas y se detenía a respirar, haciendo que sonara más exasperado de lo que hubiera podido sonar si lo hubiera intentado a propósito. Inconscientemente apuntó a Sora con el cuchillo mientras vociferaba acerca de lo descuidado, inconsciente, torpe, insensato que había sido.

-¡UN DEMONIO! ¡Siquiera me hago a la idea de eso! ¡No eres rival para algo así! Incluso me sorprende que no hubieran más bajas, siendo que fueron muchas. ¡Pudiste ser uno! ¡¿No te das cuenta que pudiste haber muerto?!

A esa altura ya había tirado la manzana al suelo.

-...veces pensar un poco antes de actuar! ¡Si, bien, sabes usar una espada, pero no eres un soldado, no tenías la obligación de estar ahí! Solo fuiste a que te dejaran cicatrices por todas partes... No sé qué es lo que te hace estúpido… pero funciona de maravillas.

Para cuando terminó de hablar, estaba más calmado y ya no gritaba. Pero la angustia seguía oprimiéndole el pecho. Le reclamaba al chico que no se daba cuenta de la gravedad del asunto, pero él mismo no tenía idea de cuanto.

Si le hubiera perdido...

No. No quería siquiera planteárselo.
Tampoco estaba furioso. Realmente estaba terriblemente asustado.
Suspirando tomó otra manzana de las que él mismo había llevado y comenzó a pelarla.

Y ahí iba otra vez.

De nuevo, un sermón por tercera vez consecutiva. Ya me había disculpado, ya le había dicho que estaba mal lo que ocurrió, que si que fue un acto irresponsable y demases, pero nada parecía calmar al peli plata no importa que siempre volviera a lo mismo, una y otra vez.

Había perdido una gran parte de mi sangre así que iba a estar un buen tiempo débil, al igual que me había desgarrado ligeramente el musculo de mi hombro derecho lo podía mover pero sin esforzarlo mucho ya que la herida podría volver a abrirse en cualquier minuto, y en cuanto a mi pierna se habían roto unos cuantos nervios así que tampoco podía moverla, y cuando intentaba sentí un ligero cosquilleo.

Suspiraba pesadamente mientras me quedaba viendo como me apuntaba con el cuchillo y luego botaba la susodicha manzana, debe ser como la quinta en botarla, todo de una forma tan dramática.

Sí, si no hubiera estado Roxas todo hubiera sido peor, pero preferiría morir que ver a quienes quiero morir primero. Si lo que me hacia estúpido era querer defender a mi pueblo y luchar por liberar a Wonderland pues sí era realmente estúpido, sabía perfectamente que no era soldado, tampoco los semi-humanos lo eran, y lucharon noblemente contra esos monstruos.

Ya para cuando se calmó y dejo de dramatizar tanto, ligeramente reí, una risilla inaudible o al menos lo intentaba para que no volviera a gritarme. Lentamente estire mi mano derecha a donde estaba el y palmee su cabeza, claro con cuidado de no abrir la herida, incluso cuando lo hacía daba una pequeña mueca de dolor.

-Estoy bien –Tanto que debía pasar casi un mes completo en cama- No tienes que gritar… Ya todos se enteraron de esa guerra y lo que pasó

Decía juguetonamente dando un vistazo al lugar, estaba repleto de soldados heridos y algunos semi-humanos que pudieron llevar a los sanatorios más cercanos, inclusive estaba la pequeña chica que salvé cuando la iba a matar el primer demonio que vi. La pequeña niña me vio y saludo amigablemente, claro que no la iba a dejar con la mano arriba, también le salude usando la izquierda esta vez.

-A mi me impresiono no verte en la guerra… Si hubieras estado hubiera peleado aún mucho más fuerte…

Y encima se reía. Si el castaño pensaba que lo estaba disimulando bien, estaba muy equivocado. El soldado podía oírlo claramente.
Hizo una mueca cuando sintió las palmaditas en su cabeza. ¿Qué acaso pensaba que tratándole como un perro haría que mejorase su humor?
Pues el ligero e imperceptible sonrojo que apareció en su cara indicaba que de cierta forma estaba funcionando. Pero no lo iba a admitir.

Miró con odio a la enfermera que asintió con desdén hacia él cuando Sora le dijo que no tenía que gritar.
Zorra. Pensó maldiciéndola con todas sus fuerzas, reprimiendo el deseo de lanzarle el cuchillo en la cara. Joderlo cuando andaba de mal humor era un suicidio seguro.

Bien, ya, que solo eran fantasías de alguien que se encontraba muy cabreado de momento, en serio no pensaría en matarla incluso si no estuvieran en un hospital, rodeados de gente que necesita de sus servicios. Pero de que la muy se había ganado un sitio en su lista negra, se lo había ganado.

Suspiró y prefirió concentrarse en seguir pelando la manzana mientras escuchaba como Sora le hablaba de nuevo. Le decía que si hubiera estado ahí ese día, hubiera peleado con más fuerza, ¿eh?

-No. –Respondió secamente. -Si hubiera estado allí te hubiera sacado a rastras sin pensarlo dos veces.

Terminó de pelar la manzana (por fin) y la picó en trozos sobre un plato para dejársela encima del regazo al castaño. Había un mondadientes pinchado en uno de los trozos.

-Seguramente te hubiera encerrado en alguna parte, sin ventanas, con llave, para poder volver a pelear sin preocuparme de que te aparecieras de la nada. En serio, eres más escurridizo que un Momerath. –Lo pensó mejor. - Claro, seguro tu no irías por la vida dando indicaciones erróneas. Jamás he podido tratar con ellos, una vez terminé perdido en medio de la nada por hacerles caso. -Bufó cruzándose de brazos, recordando lo mucho que lo molestaban los animalejos esos. –Pero eso no quita es hecho de que los bastardos saben escaparse luego… Seguramente tu igual lo habrías hecho… ¿No es así?

Simplemente…. ¿No podía dejar atrás ese tema ya? Que importaba en verdad lo que me ocurrió por estar ahí tratando de hacerme el “héroe” como tanto me lo reclamaba el peliplata y pensar mejormente en que estaba vivo y que eso importaba. Suspiré viendo como este casi mataba con la mirada a la enfermera que estaba cerca y había asentido cuando le dije que no gritará, tan típico de él me impresionaba más que no le haya lanzado el cuchillo de seguro era porque estaba rodeado de más soldados y eso.

Tomé uno de los trozos de manzana que recién Riku había terminado de hacer y dejarlo sobre mi regazo y comerlo. El mondadiente lo deje sobre el mismo plato y tomaba otro trozo de manzana. ¿Momerath? ¿Aquellas cositas raras de ojos saltones? ¡Oh! Y ahora me comparaba con eso, inflaba las mejillas de forma infantil cuando dijo eso. ¡Claro que no! Los Momerath son feos y te confunden mucho, yo mismo me había topado con esos animalitos y termine del otro lado del bosque.

-Que malo eres -¿Encerrarme en un lugar sin puertas ni ventanas? Exagerado- Pero mira el lado bueno… ¡Ganamos! ¿No?

¿Cómo lograba verme tan fácilmente positivo estando rodeado de gente agonizando? Son cosas que quizás ahora no importen tanto. Gemí suavemente llevando la siniestra a mi hombro derecho, esa herida tardaría un poco en cerrar de seguro pero no será mucho tiempo. Pero la pierna era la que más me intrigaba, aun no podía sentirla solo leves cosquilleos cuando intentaba moverla.

Volví a tomar un trozo de manzana pero no lo comí solo lo miraba detenidamente y daba una mueca de total disgusto.

-No me dejan comer dulces, yo quiero un dulce –Dije infantilmente comiéndome la manzana de mala gana.

No había caso. El brillante optimismo de Sora siempre terminaba por cansarlo y dejarlo sin argumentos. En realidad argumentos tenía de sobra, pero el chico simplemente no lo escuchaba así que ¿Para que seguir gastando energías? Le terminó por dar la razón a pesar de lo mucho que le molestaba perder al momento de discutir. Además de cierta forma el castaño tenía razón, no estaba muerto, y habían ganado... ¡Hey, eso del optimismo no estaba tan mal! Pero entonces de nuevo lo abrumó el pensamiento de que todo pudo haber acabado muy mal, y él pudo haber perdido lo más importante en su vida.

Alzó una ceja cuando notó la mirada enfadada que el otro le dirigía a la manzana. Por un momento pensó que había algo mal en ella pero el siguiente comentario del chico lo hizo resoplar mientras las comisuras de su boca se curvaban en una sonrisa. El chico siempre había sido un fanático empedernido del azúcar. Riku también era de los que gustaban de cosas dulces (aunque nadie lo creyera de buenas primeras), claro, nunca tanto como Sora, pero si disfrutaba de un buen chocolate o un caramelo de fresa.
Compadeciéndose del castaño, hurgó en el bolso que llevaba atado a la cintura hasta sacar una barra de chocolate, luego miró hacia todos lados asegurándose de que la enfermera no estaba ahí en esos momentos antes de ofrecérsela.

-Ten. -Se puso un dedo en la boca en señal de "Silencio" antes de advertir. -No se lo digas a nadie, ni dejes que te la encuentren, ¿Entendido?

¡Ajá! Lo deje sin habla, punto para mí. De verdad no se para que seguía repitiéndome las cosas una y otra y otra vez como si yo no entendiera, ¡De verdad lo comprendo a la primera! Pero nadie me creé cuando les digo. Ya sabía bien que lo que había hecho fue Uhmmm…. Tonto, y me costó caro, y con caro me refiero a perder totalmente la sensibilidad de una pierna… Y por eso estarme mucho tiempo acostado en una camilla, que horror. Pero bueno, ganamos la guerra y punto, muchas bajas hubieron pero deberíamos es celebrar que Wonderland estará un tiempo más vivo y seguirá así siempre.

Y aquí me encontraba, acostado y comiendo manzana en trozos como si fuera un niño que necesitará hasta un babero para comer, y lo peor del caso era que no me dejaban para nada comer dulces, ¿Por qué? Dicen que es por haber perdido mucha sangre, que mejor ingiriera cosas sanas para recuperarme más rápido, y resopló al pensar que de seguro me obligaran a comer cosas desagradables que supuestamente “son saludables”. Sin embargo mis ojos se iluminaron al ver una barra de chocolate frente a mí, lo tomé rápidamente y luego lo oculte bajo la sabana cuando escuchaba la advertencia de Riku.

-Gracias –Dije sonriendo de par en par. Miré a varias partes antes de volver a sacar el chocolate y abrirlo con cuidado de no hacer mucho ruido, cuando terminé saque un pedazo y se lo pase al peliplata- Y esto es para ti~~

Solo espere cuando este lo aceptará para comenzar a devorarme el resto del chocolate sin prejuicios.

-¿Crees que vuelva a sentir mi pierna? –Miré al peliplata y luego a mi pierna, estiré la siniestra hacía ella y con el dedo índice empezar a tocarla a ver qué pasaba- Tan siquiera siento que me duele~~

No como el hombro.

-¡Hey! –Me quedé un rato en silencio, pensando, a punto de parecer que fuera a decir algo filosófico pero…. -¿Cómo haré para ir al baño?

De filosófico lo que tengo es casi nulo.

La gran sonrisa de Sora al momento de recibir el dulce fue suficiente para que Riku dejara de sentirse tan culpable por entregarle algo que probablemente no debería. Si lo viera la enfermera, definitivamente lo echaría a patadas de allí, pero vamos, que tampoco era algo tan grave. Además el chico ya se había comido una manzana ¿no?

A medias, pero bah, detalles. Si Sora estaba feliz, Riku también lo estaba.

Aceptó el trozo de chocolate que su amigo le ofreció encogiéndose de hombros como diciendo "¿Por qué no?" y se lo echó a a boca de buena gana. No tenía una golosina favorita para ser sinceros, pero el chocolate estaba muy alto en su lista. Más ahora que podía ver que el simple hecho de comerlo podía hacer a Sora tan feliz y le daba a Riku la oportunidad de ver esa sonrisa que tanto adoraba.

Sin embargo, su propia sonrisa se borró cuando escuchó la pregunta del castaño.
Lo pensó un momento antes de responder.

-Por supuesto que si, tarado. No la sientes porque prácticamente te tienen anestesiado con calmante para osos. -Trató de que su voz no temblara tanto, pero se le hacía difícil al mentir sobre algo así, ya que realmente no tenía idea. Esperaba que el chico recuperara la sensibilidad de su pierna. Inventarse lo de la anestesia al menos lo mantendría tranquilo por el momento.

El repentino "¡Hey!" lo hizo ponerse en guardia. Observó la expresión pensativa de Sora, esperando alguna queja, alguna palabra sabia, o hasta que le dijera que sabía que estaba mintiendo y le recriminara por ello, a pesar de hacerlo solo por su bien.
Sin embargo terminó por patearse mentalmente por esperar tanto. Vamos, que era el castaño hiperactivo del que estamos hablando, y algo como eso debió ser lo primero en pasarse por su mente.

Simplemente rodó los ojos, se cruzó de brazos y se removió en la silla para acomodarse dejando que la pregunta de Sora muriera en el aire.

-Velo por el lado bueno, al menos no te duele, tu mismo lo has dicho. Sería el colmo que además del brazo no pudieras mover la pierna sin sentir que te la están arrancando.


Off: -la saca con una cuerda- Yo lo amé uvu/
Haces que tu Sora me derrita el corazQUE SU FILOSOFÍA ME MATA, JODER X'D

¿Calmante para osos? ¿Esas cosas existían? Uhmm.... ¿Cuando me dieron un calmante? Se que mi pierna me dolía demasiado cuando estaba en aquella guerra hasta cuando caí inconsciente, pero al despertar ya me encontraba en este lugar y ya no sentía más mi pierna, no como mi brazo que no podía mover muy bien... ¡Oh bueno!

Aún me quedaba unos cuantos trozos de chocolate así que con calma me los comía esperando la respuesta de Riku, respuesta que nunca llegó, ahora me quedaré con la duda de como ir al baño. ¡Obvio! No me duele la pierna, pero...

-¿Y cuando se me pasen los calmantes, que pasará? -Otra gran duda, de seguro me dolerá como el mismo infierno y quizás tengan que volver a anestasiarme si es que hay porqué por lo visto aun quedan mucho heridos que atender- ¡Tsk!

Rápidamente había llevado la mano izquierda a mi hombro derecho a la vez que expresaba una mueca de dolor, al levantar mi mano pude ver algo no muy grato de verdad. Sangre, había un poco de sangre en ella, la herida volvió a abrirse, a de ser por los movimientos que había hecho anteriormente con dicho brazo.

-Riku -Lo miré calmadamente, ¿De verdad estaba tan débil por toda la sangre que perdí?- Se me abrió la herida, ¿Me ayudas a cambiar las vendas?

"¿Y cuando se me pasen los calmantes, que pasará?"
Oooh, Riku quería saber exactamente lo mismo. Lo de los calmantes fue una mentira blanca (si es que podía considerarse así). Aunque tampoco dudaba que más de algún medicamento le habrán echado encima al castaño, no podía afirmar que calmantes era una de ellas.

-Geez, Sora, ya déjalo estar. -Pidió desganado. Como si él mismo dejara las cosas estar nada más. -Además como se supone que yo sep--- -Sus palabras fueron rápidamente cortadas por el quejido de dolor de su amigo.

Estuvo a punto de acceder a su petición (se había puesto de pie debido a la preocupación en el momento que el otro se llevaba la mano al hombro) pero la enfermera llegó rápidamente apartándolo, alegando que ese era trabajo de ella.

Riku simplemente se quedó atrás y encogió los hombros levantando las manos, gesto de "nada que hacer", mirando a Sora por encima del hombro de la enfermera que lo atendía.
Aparentemente a esa enfermera Riku le gustaba tanto como ella a él. Era un disgusto mutuo, y eso, ella lo demostró cuando un minuto más tarde terminó de atender al castaño.

-La hora de visita ya acabó.

El peliplata suspiró tragándose su hostilidad.

-Solo deme diez minutos para despedirme.

La enfermera lo miró un momento con cara de pocos amigos. -Tienes cinco. -Y se fue a atender a otro paciente al otro lado de la habitación.

Riku gruñó mirando con rabia reprimida a la mujer mientras se alejaba, deseando más que nunca que las miradas pudiesen matar... o al menos herir gravemente, daba igual.

-Tal parece que me están echando. -Sonrió al castaño acercándose a la camilla de nuevo. -Mira... No creo que pueda venir mañana. O pasado mañana. Ni el día siguiente a ese. -Arrastró un poco los pies de forma incómoda buscando las palabras correctas. -Es más, creo que no podré venir en poco más de un mes. Mi general me ha asignado una misión fuera y pues, estaré lejos por un tiempo.

Rebuscó en su bolso nuevamente ésta vez sacando una cajita blanca. La que dejó sobre la mesita que estaba junto a la camilla.

-No te emociones, no es un dulce. -Advirtió riendo un poco. -Espero que cuando vuelva te encuentres mejor.

-¡Dos minutos! -Gritó la enfermera desde el otro lado

Off: La cajita contiene el cristal ese famoso (?)
Estoy segura que Tsuyoi te habló del rol que tengo con ella x'D
Igual, para más información: Click

Sí, al parecer si volví a abrirme la herida por el esfuerzo realizado anteriormente, aunque no fue mucho pero las enfermeras ya me habían explicado que pueden llegar a ser muy "frágiles" cuando se es muy profunda. En fin, esperaba a que Riku simplemente accediera a cambiarme las vendas pero rápidamente una enfermera se le adelantó y comenzó a hacer ella su trabajo, claro está que aun si fuera el peliplata o ella el dolor iba a ser el mismo, no pude evitar soltar algunos quejidos de dolor por ello.

Cuando terminó miró a Riku con cara de pocos amigos, que facilidad tenía el peliplata para ganarse algunos enemigos, hasta que anunció que la hora de visita ya se había acabado. ¡¿Tan pronto?! ¿Como fue que las horas pasaron tan rápido? De seguro porqué la mayoría del tiempo el mayor me gritaba y botaba las manzanas. Al menos le dio cinco minutos para despedirse.

-¡¿Qué?! -¡¿Como que estaré un mes sin verlo?! Pero, si también pasaré un mes acá- ¿No te veré en tanto tiempo?

Solo me faltaba hacer un berrinche ahí mismo como un niño pequeño. Con curiosidad miraba la cajita que dejaba sobre la mesa y esta vez estirando mi brazo izquierdo la tomé entre mis manos, le di un par de vueltas e incluso la agite a un lado de mi oído como para verificarme.

-¿Que es? -Pregunté de forma inocente abriendo la cajita de color blanco. Abrí la tapa y una mueca de sorpresa se dibujo en mi rostro, adentro había un simple cristal que no parecía la gran cosa hasta que cambió de forma y eso me hizo sorprenderme aun más, la forma: Un pequeño corazón plateado. Mis mejillas se enrojecieron levemente a la vez que cerraba apresurado la pequeña cajita y miraba a Riku con una sonrisa nerviosa.

-¡Haha! ¡Cuando vuelvas yo habré salido de aquí y te retaré a una carrera! -Decía decidido por ello.

Se inclinó un poco para ver la forma que tomaba el cristal en manos de Sora, pero el castaño cerró la caja tan rápido que fue en vano. Le pareció bastante sospechoso y no le gustó para nada. ¿Qué habrá sido tan personal como para hacerlo reaccionar así?

A pesar de que eso lo frustró un poco, devolvió la nerviosa sonrisa que el otro le brindaba.
-Es un cristal muy especial, como te habrás dado cuenta. Así que cuídalo mucho y procura mantenerlo alejado de ojos curiosos. -Se puso ambas manos en las caderas. -Pasé por una gran cantidad de problemas para conseguirlo... -¿Pasé? -Bueno, realmente no lo hubiera logrado de no ser por una... uhmm... amiga. -Porque Elizabeth era su amiga a fin de cuentas, ¿no? -Aunque ella se llevó la parte dura del trabajo, lidiar con ella de por sí fue bastante aterrador.

Un escalofrío le recorrió la espalda al recordar los eventos de ese día, y como se lo pasó pensando que iba a morir en cualquier momento. Actualmente estaba feliz de haber pedido ayuda a la fantasma, fue realmente muy útil, pero aquel día... estuvo arrepintiéndose mentalmente de eso cada cinco segundos.

-¿Una carrera dices? -Bufó. -¿En serio piensas que aceptaré una carrera de alguien recién salido del hospital? ¿En plena recuperación? -Le revolvió el castaño cabello al tiempo que la enfermera le recordaba que solo le quedaba un minuto más. -Sin embargo una carrera estaría bien más adelante. Mucho, muuucho más adelante.

Realmente espero que puedas volver a usar tu pierna.

-Lamento no poder venir a hacerte compañía, se que te aburres mucho aquí. Aunque... tampoco soy la persona más divertida del mundo. Aún así alguna diferencia debo hacer. -Observó rascándose la mejilla con el índice. Se quedó mirando a Sora a los ojos por un momento, titubeando.

Había tantas cosas que le hubiera gustado decirle en ese momento...

-Procura descansar y recuperarte, ¿De acuerdo?

Le hizo una seña a la enfermera indicándole que ya se iba, que no era necesario que fuese a echarlo a palos ni nada por el estilo. Ésta simplemente le devolvió el gesto asintiendo. Luego, para sorpresa del peliplata, le sonrió.
Riku sonrió también, ofreciendo una especie de tregua silenciosa. Tal vez la mujer era más comprensiva de lo que pensaba.

Suspiró regresando su atención al chico sobre la camilla. No quería irse. La idea de dejarlo por un mes completo (y quizás más) era suficiente como para bajarle la moral. Pero obligaciones son obligaciones. ¡Y el era un soldado maldita sea! No podía permitirse cosas como esa.
Así que una última sonrisa, una última revuelta de cabello...

-Nos vemos pronto, Sora.

Y dicho eso, abandonó la habitación.