ya todo quedo átras ¿qué no? [Priv/Alicia Lidell]
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ya todo quedo átras ¿qué no? [Priv/Alicia Lidell]
Bufó.
Aun se sentía un poco mareado y el estomago revuelto. Sin embargo no le dio importancia ya a sus tan recurrentes jaquecas, no estaba tampoco como de humor para quedarse encerrado estúpidamente después de aquel incidente.
Bajó estúpidamente la guardia y ¿el resultado? una nueva y nada agradable cicatriz. No se necesitaba ser muy inteligente para saber que el príncipe de corazones se encontraría de muy mal genio, sabiendo lo orgulloso que es. Cerró los ojos mientras fruncía el cejo, caminando por uno de los largos pasillos de palacio. Para colmo ¿en dónde estaba ese condenado lobo desobediente? últimamente ya no le acompañaba tanto y eso comenzaba a preocuparle...
Claro está que el menor de los iskandar aun no despertaba de ese embrujo, y quizá no lo haría, pues continuaba mirando a aquel lobo de nombre Cornell como su mejor amigo de la infancia, siendo que eran puras mentiras infundidas por el enemigo.
Al doblar por una de las esquinas del pasillo fue que le vio; aquella general de rojo y de cabello ébano: Alicia.
-¡Ungh!- No, no, mejor evitarse problemas. Rápidamente retrocedio, pegando la espalda en el muro -Ok, ok, tranquilo potrillo Belmont, no te vio Y sonrió descaradamente mientras emprendía la huida, aunque sin dejar de mirar hacía atrás, no vaya ser que de repente apareciera la menor.
No obstante no conto con que en ese momento una de las mucamas salía de la puerta de la lavandería dándole un buen portazo sin querer. El quejido del castaño no se hizo de esperar al tiempo que se llevaba una mano al rostro y caía de sentón al suelo, la mujer al verle se sorprendió, ahogando un gemido entre sus manos y rápidamente, le ayudo a incorporarse.
-P-Príncipe Richter ¡Lo lamento tanto! ¿Se encuentra usted bien?-
Aun se sentía un poco mareado y el estomago revuelto. Sin embargo no le dio importancia ya a sus tan recurrentes jaquecas, no estaba tampoco como de humor para quedarse encerrado estúpidamente después de aquel incidente.
Bajó estúpidamente la guardia y ¿el resultado? una nueva y nada agradable cicatriz. No se necesitaba ser muy inteligente para saber que el príncipe de corazones se encontraría de muy mal genio, sabiendo lo orgulloso que es. Cerró los ojos mientras fruncía el cejo, caminando por uno de los largos pasillos de palacio. Para colmo ¿en dónde estaba ese condenado lobo desobediente? últimamente ya no le acompañaba tanto y eso comenzaba a preocuparle...
Claro está que el menor de los iskandar aun no despertaba de ese embrujo, y quizá no lo haría, pues continuaba mirando a aquel lobo de nombre Cornell como su mejor amigo de la infancia, siendo que eran puras mentiras infundidas por el enemigo.
Al doblar por una de las esquinas del pasillo fue que le vio; aquella general de rojo y de cabello ébano: Alicia.
-¡Ungh!- No, no, mejor evitarse problemas. Rápidamente retrocedio, pegando la espalda en el muro -Ok, ok, tranquilo potrillo Belmont, no te vio Y sonrió descaradamente mientras emprendía la huida, aunque sin dejar de mirar hacía atrás, no vaya ser que de repente apareciera la menor.
No obstante no conto con que en ese momento una de las mucamas salía de la puerta de la lavandería dándole un buen portazo sin querer. El quejido del castaño no se hizo de esperar al tiempo que se llevaba una mano al rostro y caía de sentón al suelo, la mujer al verle se sorprendió, ahogando un gemido entre sus manos y rápidamente, le ayudo a incorporarse.
-P-Príncipe Richter ¡Lo lamento tanto! ¿Se encuentra usted bien?-
Richter- Principe Corazones
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Localización : En los esta- -lo patea un caballo-
Re: ya todo quedo átras ¿qué no? [Priv/Alicia Lidell]
Suspiró en voz baja, y siguió caminando por los pasillos a paso pausado; con calma.
¡Al fin algo de paz y tranquilidad! Por suerte, a esta hora el castillo estaba desierto. La gente entrenaba o atendía sus asuntos según fuera su cargo, lo que a ella le daba unos instantes de tranquilidad antes de volver a la locura diaria... en su sentido más literal.
Era en momentos cómo estos cuando su mente divagaba en el mundo del otro lado de la madriguera. Apenas recordaba sobre él, y cuando lo hacía, se ponía.. mal; así que evitaba hacerlo. Pero en momentos de tranquilidad cómo estos, cuando la cabeza se aburro y se pone a pensar, sus recuerdos afloraban antes de que ella girara la cabeza en un movimiento brusco y decidiera que las muescas de la pared eran más interesantes que recordar.
Lo que si recordaba a menudo fué el momento en el que volvió. Lo perdida y sola que se había sentido entonces. Cuando consiguió entrar en la guardia del reino de corazones, recomendada por la Reina, era apenas una niña, y los guardias habían decidido cebarse con ella.
Realmente, no sabe si lo hubiera superado si no fuera por aquél estúpido, engreído y mujeriego. Pero claro, antes no era así. Antes era un encanto sí, pero sólo con ella. O eso pensaba hasta la quinta vez que lo vió a escondidas con una mucama. QUe de inocente había pecado de ser algo lentita.
Frunció el ceño y aceleró el paso. Realmente estaba más guapo.. y más imbécil cada día que pasaba. Aunque en su día hubiera podido ayudarla con sus brotes, hoy no podía ni verle. Era superior a ella.
Iba divagando en sus pensamientos cuando un golpe y un grito llamó su atención. Corrió hacia el sonido y lo único que alcanzó a ver cómo una de las mucamas, roja como un tomate, levantaba a aquel insufrible muchacho del suelo.
- ¿Será posible? ¿Ya estás incordiando a la pobre muchacha? ¡Déjala hacer su faena!- Los años juntos, les habían dado mucha confianza. Había muchas costumbres que a pesar de las peleas no habían podido olvidar y aunque frente a otras personas ella le tratara de usted, en privado o delante de gente común se trataban de tú.
Alicia cogió el cesto que llevaba la muchacha, y la echó con un además suave.- Venga ve, yo me encargo.- Dicho esto, se giró y se encaró al príncipe con los brazos cruzados. - ¿Es que no sabes tener las manos quietas?
¡Al fin algo de paz y tranquilidad! Por suerte, a esta hora el castillo estaba desierto. La gente entrenaba o atendía sus asuntos según fuera su cargo, lo que a ella le daba unos instantes de tranquilidad antes de volver a la locura diaria... en su sentido más literal.
Era en momentos cómo estos cuando su mente divagaba en el mundo del otro lado de la madriguera. Apenas recordaba sobre él, y cuando lo hacía, se ponía.. mal; así que evitaba hacerlo. Pero en momentos de tranquilidad cómo estos, cuando la cabeza se aburro y se pone a pensar, sus recuerdos afloraban antes de que ella girara la cabeza en un movimiento brusco y decidiera que las muescas de la pared eran más interesantes que recordar.
Lo que si recordaba a menudo fué el momento en el que volvió. Lo perdida y sola que se había sentido entonces. Cuando consiguió entrar en la guardia del reino de corazones, recomendada por la Reina, era apenas una niña, y los guardias habían decidido cebarse con ella.
Realmente, no sabe si lo hubiera superado si no fuera por aquél estúpido, engreído y mujeriego. Pero claro, antes no era así. Antes era un encanto sí, pero sólo con ella. O eso pensaba hasta la quinta vez que lo vió a escondidas con una mucama. QUe de inocente había pecado de ser algo lentita.
Frunció el ceño y aceleró el paso. Realmente estaba más guapo.. y más imbécil cada día que pasaba. Aunque en su día hubiera podido ayudarla con sus brotes, hoy no podía ni verle. Era superior a ella.
Iba divagando en sus pensamientos cuando un golpe y un grito llamó su atención. Corrió hacia el sonido y lo único que alcanzó a ver cómo una de las mucamas, roja como un tomate, levantaba a aquel insufrible muchacho del suelo.
- ¿Será posible? ¿Ya estás incordiando a la pobre muchacha? ¡Déjala hacer su faena!- Los años juntos, les habían dado mucha confianza. Había muchas costumbres que a pesar de las peleas no habían podido olvidar y aunque frente a otras personas ella le tratara de usted, en privado o delante de gente común se trataban de tú.
Alicia cogió el cesto que llevaba la muchacha, y la echó con un además suave.- Venga ve, yo me encargo.- Dicho esto, se giró y se encaró al príncipe con los brazos cruzados. - ¿Es que no sabes tener las manos quietas?
Alicia Lidell- General corazones
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Re: ya todo quedo átras ¿qué no? [Priv/Alicia Lidell]
Y así, ayudado por la asustada mucama es que el de cabello castaño se puso de pie. Ungh, seguro ahora le dolería más la cabeza por el golpe. Pero nada que no pudiese tolerar, por mero orgullo más que nada.
Su cuerpo se tensó dando un ligero respingo al escuchar aquella "recia" voz fémina que tanto conocía: La de Alicia Lidell. ¡Ay no! justo de quien había estado intentando escapar, y ahora... ¿Le reprendía? Se llevó la siniestra hasta el rostro intentando despabilar por el golpe. En ese instante fue que escucho a la de cabello ébano hablarle a la mucama, la cual, solamente hizo una ligera reverencia como pudo con la cesta en manos y desaparecer rápidamente por uno de los pasillos...
Esa, había sido la decisión mas sensata que alguien pudo tomar en un momento de la índole.
-¡Ush!- Masculló, mirándose la palma de la mano como si esperase ver sangre en la misma, afortunadamente no, solo fue el golpe de la puerta, seguro ni a moretón llegaría.
Se acomodó lo mejor que pudo la ropa y así, encaro a la azabaches.
-¿Pero qué dices mujer?- Hablaba como si hubiese estado cortejando a la mucama... Bueno, no era tan raro que lo hiciera pero en esa ocasión no fue así. -¡No! no sé mantener las manos quietas- Giró la vista, si será idiota intentar ocultar algo que bien sabían ambos --Aunque en esta ocasión no era de esa manera, Alicia, o ¿qué?- Le miró de arriba a abajo encarando una ceja, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa picara ¿Estas celosa?
Mala broma, debía de admitir, y también un tanto peligrosa.
Su cuerpo se tensó dando un ligero respingo al escuchar aquella "recia" voz fémina que tanto conocía: La de Alicia Lidell. ¡Ay no! justo de quien había estado intentando escapar, y ahora... ¿Le reprendía? Se llevó la siniestra hasta el rostro intentando despabilar por el golpe. En ese instante fue que escucho a la de cabello ébano hablarle a la mucama, la cual, solamente hizo una ligera reverencia como pudo con la cesta en manos y desaparecer rápidamente por uno de los pasillos...
Esa, había sido la decisión mas sensata que alguien pudo tomar en un momento de la índole.
-¡Ush!- Masculló, mirándose la palma de la mano como si esperase ver sangre en la misma, afortunadamente no, solo fue el golpe de la puerta, seguro ni a moretón llegaría.
Se acomodó lo mejor que pudo la ropa y así, encaro a la azabaches.
-¿Pero qué dices mujer?- Hablaba como si hubiese estado cortejando a la mucama... Bueno, no era tan raro que lo hiciera pero en esa ocasión no fue así. -¡No! no sé mantener las manos quietas- Giró la vista, si será idiota intentar ocultar algo que bien sabían ambos --Aunque en esta ocasión no era de esa manera, Alicia, o ¿qué?- Le miró de arriba a abajo encarando una ceja, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa picara ¿Estas celosa?
Mala broma, debía de admitir, y también un tanto peligrosa.
Richter- Principe Corazones
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Fecha de inscripción : 14/04/2012
Localización : En los esta- -lo patea un caballo-
Re: ya todo quedo átras ¿qué no? [Priv/Alicia Lidell]
No pudo evitarlo, tal cual las palabras de Ritcher llegaron a su cerebro estalló en carcajadas.
-Pe...pero...-Intentó hablar, pero al ver que no podía, se obligó a inspirar profundamente y se limpió una lagrimilla que se le había escapado con tanta risa. - ¿Pero tú con quién te crees que estás hablando? ¿De verdad crees que ha estas alturas podría ponerme celosa?
La idea le resultaba graciosa. Ciertamente, y aunque le jodiera admitirlo, le había molestado ver a Ritcher acosando a las criadas, para variar. Pero de ahí a estar celosa.... no, era imposible. Había sido una molestia totalmente... profesional, sí eso, profesional.
-Déjate de tonterias. Además, ¿cuándo te vas a dar cuenta que se te ha pasado el arroz para ir persiguiendo al servicio?- Y boom. Ahí cómo si nada, había soltado una bomba dándole donde más le molestaba. Por supuesto, si alguien quería fastidiarle, iba a ser necesário mucho más que un comentario sobre celos.
Algo llamó su atención. Al parecer, no se había cortado el pelo desde la última vez que se habían visto. Mmmmm... No le quedaba mal. Pero por supuesto, eso no tenía ningún interés para ella, y el que llevara el pelo más largo no significada nada de nada de nada.... Y de nada.
-Pe...pero...-Intentó hablar, pero al ver que no podía, se obligó a inspirar profundamente y se limpió una lagrimilla que se le había escapado con tanta risa. - ¿Pero tú con quién te crees que estás hablando? ¿De verdad crees que ha estas alturas podría ponerme celosa?
La idea le resultaba graciosa. Ciertamente, y aunque le jodiera admitirlo, le había molestado ver a Ritcher acosando a las criadas, para variar. Pero de ahí a estar celosa.... no, era imposible. Había sido una molestia totalmente... profesional, sí eso, profesional.
-Déjate de tonterias. Además, ¿cuándo te vas a dar cuenta que se te ha pasado el arroz para ir persiguiendo al servicio?- Y boom. Ahí cómo si nada, había soltado una bomba dándole donde más le molestaba. Por supuesto, si alguien quería fastidiarle, iba a ser necesário mucho más que un comentario sobre celos.
Algo llamó su atención. Al parecer, no se había cortado el pelo desde la última vez que se habían visto. Mmmmm... No le quedaba mal. Pero por supuesto, eso no tenía ningún interés para ella, y el que llevara el pelo más largo no significada nada de nada de nada.... Y de nada.
Alicia Lidell- General corazones
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Fecha de inscripción : 27/05/2013
Re: ya todo quedo átras ¿qué no? [Priv/Alicia Lidell]
El príncipe simplemente frunció el cejo ante la carcajada que la azabaches ejerció. Cruzó los brazos a la altura de su pecho e inclusive ladeo un poco la cintura como si esperase explicación alguna del porque su risa.
Su sonrisa sardónica se ensanchó al escuchar por fin la explicación. Es cierto, a esas alturas la General no podría ponerse celosa, sabiendo bien como es con todas las mujeres Pues los chismes viajan mas rápido que el Jabberwocky, ¿cierto?
Así es.
-¿Ah?- Y arqueó una ceja, antes de echarse a reír como ella lo hizo hacia unos instantes.
¿Viejo? ¿Él? no, no, aun era guapo y sexy, y había muchas mucamas así como señoritas de Rubine que podrían asegurar tal cosa.
-¡Viejos los cerros, chaparrita!~ Claro que Alicia no era "chaparrita" pero son ciertos términos que se le han pegado con el paso de los años viniendo de gente del otro lado de la madriguera.
-A todo esto ¿Qué andas haciendo tu acá? ¿No deberías estarle gritando a los buenos para nada de tus hombres? Como a ese Jefferson Gutiérrez, que no hace nada- Claro que el Coronel no es perezoso, es solo que Richter no se lleva bien con él.
Richter- Principe Corazones
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Fecha de inscripción : 14/04/2012
Localización : En los esta- -lo patea un caballo-
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