Cuando manda el Corazon -Priv/Alice-

A grandes zancadas Iskandar el chico caminaba por los pasillos de palacio, con el único afán de encontrar a esa chica: La que se decía fue la primera que cayó por la madriguera: Alice. Las cosas entre Diamantes y Corazones no estaban nada bien, y, para colmo, en su previa visita al castillo de Diamantes había descubierto que para colmo, había algunos graciositos entre las armadas que cedieron jugar a los traidores, y aunque, Richter sea un vago que solo se ocupa de los establos, la lealtad hacia sus hermanos (Sarah y Alexander) era algo que debía mantenerse a toda costa.

No tardo mucho para dirigirse hasta el patio, y menos para cruzarlo, con el único afán de dirigirse hacia la caseta de vigilancia y en donde, se suponía debería estar el general (o la general) de la armada.

-¡Alice!- Abrió de golpe las puertas, un par de soldados no pudieron evitar el hecho de exaltarse al ver al príncipe llegar de semejante manera, y es que, era extraño cuando el castaño dejaba los establos.

-¿En donde esta? Necesito hablar urgentemente con ella- Exigió

El día transcurría lento, no había mucho que hacer en esos momentos, algunos de los soldados hablaban sobre cosas de poco interés para ella. Realmente seria un día como cualquiera, así que prefirió salir un momento a tomar aire fresco. La cabina estaba llena de hombre lo que no le incomodaba pero era algo aburrido. No llevaba mucho que había regresado al reino a tomar su puesto, pero debido a la supuesta paz entre reino, todo lo que ocurría era monótono y se volvía rutina.

La verdad extrañaba aquellos años donde había batallas que en su mayoría ella presencio, pero esos días habían terminado mucho tiempo atrás. Le hacía recordar sus razones por la cual dejo la armada.

Al buscar una sombra donde dormir noto algo que era inusual, el joven príncipe que se encontraba siempre en el establo se dirigía a la caseta. No importaba si buscaba algo los otros se encargarían. El escuchar su nombre le detuvo, que razones tendría para llamarle. Suspiro y se dirigió a la caseta una vez más.

- Me buscaba señor - Dijo haciendo una pequeña reverencia cuando se encontró frente.

El menor de los Iskandar giro sobre sus talones para poder observar atentamente a la joven de hebras azabaches que previamente había estado buscando. Echo una no muy grata mirada para los soldados que se encontraban cerca, y despues, comenzó a caminar sin explicación alguna, solamente se detuvo para hacerle un ademan a la joven con el dedo índice y medio para que le siguiera.

-Debemos hablar, es importante- Fue lo único que menciono, si bien, sabía que había espías entre las armadas debía andarse con cuidado.

Debajo de un frondoso árbol de los jardines del palacio, el orgulloso príncipe, se detuvo. Cruzo los brazos a la altura de su pecho y miro fijamente a la joven frente suyo.

-Mhh- Frunció ligeramente el cejo, lo suyo no era la seriedad y tampoco sabe cómo hablar de cosas de la milicia. –Bueno, al grano. El otro día fui a diamantes, y me entere que hay traidores en sus armadas, y no solo en esa, sino en la nuestra ¿Sabes algo al respecto?-

Espero atenta a que el joven príncipe le mandara a hacer algo pero nada, solo había empezado a caminar sin siquiera molestarle en decirle algo. En silencio le siguió cuando él le indico que le siguiera. Era raro verlo, aun siendo ella uno de los generales, pocas veces lograba verlo. Pero más extraño era que quisiera hablar de algo importante, no se imaginaba bien que era hasta que llegaron bajo un árbol. Mantuvo su mirada fija en el, aun después que terminara de hablar le tomo un poco de tiempo pensar en lo que había preguntado.

- Desde hacía ya un tiempo se nos había comunicado a ciertos generales - Calmada cruzo los brazos - No hace falta preocuparse por eso, se mantienen vigilados -

Era un hecho, ella misma había encontrado a varios soldados entregando información a personas ajenas al reino, por eso siempre los tenia vigilando y en régimen, sabía que si algo salía de los muros del reino seria un problema. Aparte, conocía a unos generales que también tenían espías en los otros reinos pero sabía que eran para beneficio propio como era común. Ahora que lo pensaba había muy pocos que eran fieles a la corona y ella era uno de esos.

- Pero tenga en cuenta algo, tanto estos son de otros reinos como de los mismos nobles - Elevo ligeramente su mano - Por que otras razones se vigilaría bien a los nobles cuando vienen al castillo. -

Todos los nobles buscaban una debilidad en la familia real para poder erradicarla y pelear por el trono, aun sabiendo que había algunos generales que permanecían fieles. Cerró los ojos para pensar un rato, lo que realmente buscaban era una guerra civil, pero muchos se opondrían porque realmente en estos tiempos se había dejado de usar las armas, o bueno eso pensaba.

- Lamentablemente no se puede hacer nada por el momento - Callo cuando vio una manzana caer del árbol. Dirigió la vista a la copa del árbol, pero la luz del sol la cegaba, probablemente había caído por el viento. - Porque en cuanto se tomen medidas se hará publico y no se debe alterar al público por cosas así –

¿D-Desde hace un tiempo?

Incrédulo, el de hebras castañas, le miro.

¿Por qué no avisar? Bueno, dijo que habían sido alertados ciertos generales, pero si ese can de Diamantes tenía TAN buena fama (según esto) ¿Entonces por qué no había hecho nada? ¿Sería acaso que ese perro formase parte de la rebelión? Si... Era seguro, quizá Sarah sabía algo de eso ¡Y le dejo ir! No había otra explicación. Claro está, que como siempre el imprudente príncipe se hacía de conclusiones rápidas y erróneas, así como falta de argumentos. Se llevo las manos a la cintura y desvió la mirada, y al instante que lo hizo pudo percatarse de cómo aquel rojizo fruto caía del árbol, y despues nuevamente, su grisáceo mirar se dirigió hasta Alice… ¡Maldita sea, estaba en lo correcto! De hacerse público todo ello, sería un caos…

Un caos...

Y sonrió, antes de cruzar los brazos a la altura de su pecho.

-Parece que tenemos una pequeña ventaja contra Diamantes. Parece ser que Charlotte mando a interrogar a un par de espías cuando yo estaba allá. Si continua con ese ritmo, pronto, eso saldrá de las paredes de palacio y entonces habrá un caos público. ¿Tú qué opinas?-

Una ventaja... aun teniendo los mismos problemas, era cierto tenian cierta ventaja ya que si se empezaba con interrogaciones saldria rapido de las paredes del castillo. En el peor de los casos la informacion se mal interpretaria e iniciaria una guerra civil, dando ventaja a los demas reinos para cualquier tipo de ataque. Dirigio la mirada una vez mas al principe, estaba sonrriendo, ella solo cerro los ojos para pensar.

- En cuanto se haga publico, la informacion, en el peor de los casos, seria maltinterpretada y podria probocar una guerra civil. - Dijo mientras le miraba seria - O en otro caso podria dar pie a otra guerra entre los reinos. -

En cualquiera de los casos seria interesante ver como ocurrian las cosas, ya que ambos llebarian a una guerra lo cual evitaba que se aburriera. Suspiro, claro estaba que muchos civiles moririan y tansolo por cosas tan simples. Inconcientemente sonrio, realmente le emocionaba aun sabiendo las consecuencias que traerian.

- Aunque le recomiendo que no se confie, pueden existir vueltas inesperada -