Conejo dentro del sombrero [Libre]

Su tutor le dejó como encargo practicar diez posturas nuevas con la espada, pero Bleith prefería perder el tiempo, además ¿Para qué practicar con un arma en un reino tan pacífico?, era una pérdida de tiempo más que obvia y es que… nunca ocurría nada relevante, peligroso o interesante en el reino de diamantes.

Dejó de lado todos sus libros, sin permiso de nadie canceló sus lecciones y se escapó por la ventana, era un verdadero truco de escapismo –según él mismo- con total sigilo corrió por el sendero de rocas y diamantes saliendo del castillo. La reina estaba ocupada así que no se daría cuenta de su fuga y como siempre sus guardaespaldas tendrían que atraparle, rutina casi diaria.

Al cruzar el enorme muro con ayuda de sus pañuelos de colores y un encantamiento simple, se dejó caer sobre la verde hierba que cubría los enormes jardines a las afueras del castillo, donde se oía el cantar de las aves, el murmuro del cercano río y como siempre; la reinante calma.

“Este reino es tan aburrido… me hubiese gustado ser el príncipe de corazones o espadas…” reclamó con algo de molestia. Cerró los ojos y extendió su brazo izquierdo capturando un gorro de copa gracias a las ventajas de ser mago, se puso de pie y luego de realizar varias piruetas como si hiciese una aparición en el escenario chasqueó los dedos e hizo aparecer un conejo. Repitió varias veces aquel ademán de manos y curiosa aparición, el problema era que; por más que lo intentara el maldito conejo nunca aparecía dentro del sombrero. “Si existiera esa tal Alicia ya estaría con histeria, seguir un conejo le era difícil… ¿Qué haría con diez?” se preguntó dando un suspiro y haciendo a los peludos animales desaparecer.

“Puedo hacer trucos de magia excepcionales de todo tipo pero…” hizo una pausa apoyándose frustrado en el muro “No puedo realizar un truco barato como este por más que lo intente…” finalizó su reclamo y se cruzó de brazos perezosamente “En fin… más tarde puedo seguir practicando” murmuró sin más mirando al cielo, esperando que algo interesante le ocurriese, aunque no esperaba mucho en realidad.

Ya terminé el té y me levante de la silla.

-Bueno, me voy a dar vueltas por ahí, como siempre -dije sonriendo a la liebre, conejo...

Los otros me hablaban mientras yo me iba pegando brincos... "¿Donde voy ahora? bah, donde el viendo me lleve"pensé.
Llegué hasta los jardines que estaban a las afueras del castillo, me encantaba ese lugar, era muy relajante y ahí nadie te podía decir nada. De pronto, vi a alguien a lo lejos, pero se veia borroso, asi que no pude ver quien era...

Luego de perderse un buen tiempo en las nubes dejó salir un suspiro, tanta tranquilidad lo llevaría a la locura , ¿Locura?, en wonderland estaban todos locos, unos más que otros.

Por casualidades de la vida, observó los alrededores y dio con la particular figura de un hombre, llevaba un atuendo extravagante y un enorme sombrero de copa ¡Debía ser un mago! Fue lo primero que pensó, luego recordó que los magos que él conocía sólo existían en un mundo diferente o eran llamados bufones en la corte y aquel hombre no parecía un bufón, ante los ojos de Bleith era un mago, su para nada cuerda lógica lo llevó a detenerse en el sombrero, el ENORME sombrero… ¿Cuántos conejos caerían ahí?, se lo preguntó detenidos segundos y luego retomó su compostura, no podían ver al príncipe en un actitud tan irrelevante.

“Sería tan amable de prestarme su sombrero?” preguntó al verle ya más cerca y de forma casi automática, si bien tenía modales dignos de un príncipe, no tenía autocontrol, así que sólo quedaba esperar a que el individuo le reconociera como el heredero al trono y aceptase su petición, ¡Quién le diría que no al príncipe del reino?, sólo un verdadero loco.

Me acerqué a verlo mejor y cuando me iba aproximando poco a poco, le vi la cara a ese muchacho. Me sonaba, pero no sabia de qué. Me preguntó que si podía dejarle mi sombrero... "¿En qué está pensando este? ¿¡se cree que le voy a dar mi sombrero!? no sabrá quien soy... pobrecito..."

-Por supuesto que no, chaval ¿no sabes quien soy? -Le respondí y pregunté mirándole con mi cara de loco.

El muchacho se quedó un poco paralizado, pero a mi me daba igual, sin mi sombrero yo no era nadie...

Quedó perplejo ante la respuesta del extraño frente a él, ¿Había dicho que no? Y no sólo eso, fue un rotundo no ¿En qué estaba pensando su contrario?, además tuvo la osadía de preguntarle con una notoria altanería si acaso no sabía quién era, ¿Debía conocerlo?, se lo cuestionó unos segundos, pero nada, simplemente no le conocía, pese a asistir a todas las reuniones de las personas importantes de cada reino.

“Disculpe?” preguntó cuando atinó a decir algo entre tanta confusión ”Yo debería hacerle esa pregunta, acaso sabe usted quién soy?” contestó a una pregunta con otra, si Bleith no conocía al extraño frente a él era entendible, pero que aquel hombre no supiese sobre el príncipe del reino en el que estaba ya era casi un pecado, además si era un hombre importante conocería alguien como el peliverde o al menos en su vida debió oír de la realeza de cada reino.

“Además, qué es eso de “chaval” así no debiese hablarle a alguien como yo” le dijo con algo de soberbia, poco común en Bleith, pero cuando deseaba algo salía su lado caprichoso y en ese momento deseaba jugar con aquel enorme sombrero.

Aquel muchacho me preguntaba con soberbia, creyéndose el mejor de todos.
Al fin caí, era el príncipe del reino de diamantes... "Como si fuese él el unico principe que hay..." pensé tranquilo, pero bueno, tenía que disculparme si no...

-¡Ah! Usted es... Siento mis molestias principe... no había caido en que eras... -Dije mientras hacia la muestra de relevancia. -Es que como estoy loco... bueno, tu ya sabes...-Puse mi sonrisa y cara de loco

Sintió alivio al oír aquella respuesta, para ser honesto esperaba un “No tengo idea” o algo similar de tan extravagante forastero, aunque ¿Podía llamarle extravagante? Después de todo Bleith tenía diamantes incrustados en el rostro, un cabello de color casi anormal y llevaba una capa ¿Cuál de los dos era más extraño?.

“Entonces lo sabes”dijo tranquilamente dando un suspiro que denotaba alivio ”Pero aun sigo sin saber quién eres, así que si no es mucho pedir deseo que te presentes y respondas nuevamente a mi pregunta inicial…” hizo una pausa con una sonrisa, volviendo a extender su brazo hacia su acompañante ”Serías tan amable de prestarme tu sombrero un momento?” Insistió, esperaba esta vez una respuesta positiva por tratarse de un príncipe quien lo pedía y no un simple extraño.

”No te preocupes, te lo devolveré y no haré nada extraño”le aseguró con total calma ”Sólo quiero saber cuántos conejos pueden salir de él finalizó, el otro había mencionado estar loco, pero ¿Qué tan cuerda era la idea de Bleith?, no le importaba decírsela ya que era alguien honesto, que sólo sacaba la soberbia para aparentar ser un príncipe como los demás, aunque era bastante diferente y en ese momento hasta infantil con tal petición y deseo.

Cuando le dije esas palabras, noté como se iba calmando y me preguntaba por segunda vez que quien era y que si le podía prestar mi sombrero "¿Pero por qué será tan pesado con mi sombrero?¿Para qué lo querrá?" me preguntaba. Entonces seguidamente contestó a mis preguntas... bueno, solo la última, porque la primera como que no....

"Un momento, momento, ¿¡que quiere saber cuantos conejos saldrán de mi sombrero!?" me sorpendí.

-¿Que qué? -Le pregunté, pero sin dejarle contestar seguí. -Bueno... pues toma, pero me lo devuelves rápido. -Le dije serio mientras me quitaba el sombrero de mi alborotado pelo y se lo daba.