Una tarde algo diferente (Priv. Nero)

Nieve. Al parecer el manto blanco ya inundo las calles del reino de verde, pese a que los demás reinos se veian iguales -En cuanto a la nieve em refiero- No se porque este tenía un aire hogareño. Tal vez porque en dicha capital no habia casi ni un alma, muchos estaban en sus casas a esta hora tomando chocolate caliente frente a la chimenea, como típico hacian en días friós. Camina sin rumbo fijo, con las manos dentro de los bolsillos y mirando de ves en cuando las tiendas buscando algo interesante en ellas.

De pronto mi vista se fijo a un pequeño tumulto de gente reunida haciendo quien sabe que. En realidad me importaba poco lo que sea que anden haciendo los humanos justo ahora, pero se veian felices. No me moví de donde estaba, solamente dirigi nuevamente mi vista hacia alguna otra cosa.

-¡Vamos! -Le gritó un niño a un grupo de otros niños que pasaron velozmente a mi lado, casi tropezandose conmigo. Y en peor caso fue que uno si se tropezo y no tuvo más opción de agarrarse de lo unico que tenia cerca.

Mi cola.

-¡Gyah! -Chillé, irónicamente tal chillido sono canino. Voltee y tome con mi mano mi cola, el niño se disculpo rascando su nuca apenado y luego se fue- ¡Hmf! Niños...

Más ninos pasaban sin parar hasta el tumutlo de personas. A un gruñido tuve que moverme hacia un lado para que dejaran de tropezarse conmigo y agarrar mi cola para que no la volvieran a tomar. Lo que sea que estaba pasando debe ser o rídiculamente creíble o rídiculamente estúpido, quizas sería más la segunda opción ya que algunas personas volteaban disgustados. Una voz familiar para mí hizo voltearme, ver justo frente de mí al azabache de ojos verdes.

-Albus -Pronuncié al ver al pequeño niño llegar a donde estaba. Miré curioso el ademán que hacia acercando sus manos y luego las alejaba. Di un ligero bufido mientras estiraba la mano para acariciar su cabeza- Si, no te preocupes, un niño me la jaló intencionalmente.

No culpaba a ese niño pero tenia que tener más cuidado con que cosa se agarra para la próxima. Aquel tumulto de personas comenzaba a hacerse cada vez más pequeño, me daba la impresión de que ya se aburrieron de lo que sea que pasaba.

-Por tu cara lo que habia allá no fue nada bueno... -Comenté cruzandome de brazos- Los humanos se tienden a llevar por estas cosas

Siendo tan rara la actitud de los humanos a veces. Se dejan caer por trucos falsos cuando viven casi toda su vida rodeada de verdadera mágia, ¿O es que acaso ver a un tipo con orejas y cola de animal no es mágico? Ya pelear contra la lógica de Wonderland aburría más que pelear con la del mundo exterior. Dirigí mi mirada nuevamente a Albus, no tenía que decifrar que quería jugar con mis orejas y mi cola, como casi siempre hace cuando nos encontramos, suavemente reí volviendo a acariciar su cabeza.

-Solo estoy de paso... -Me agache para quedar a su altura y poder conversar mejor con él- ¿Y tú? No debería estar afuera del castillo...

Aunque sabía perfectamente que la vida dentro de un castillo es aburrida, al menos Yuki me ha contado sobre el castillo de verde y Zero me lo ha confirmado. Y estando el menor de los príncipes fuera llamaba más la atención de los guardias.

Y susodichos guardias se mantenian en constante vigilancia, lo sé porque algunos pasaban justo a nuestros lados y miraban hacia acá. Un leve bufido, preferíria ignorarlos a hacer algo.

-Bueno ya que ambos estamos aqui.... -Cargué a Albus, era bastante ligero para decir tener 15 años y lo coloque sobre mis hombros- ¿Que te gustaría hacer?

Al poner a Albus sobre mis hombros este de una vez comenzo a tocar mis orejas, lo bueno era que ya me acostumbre a él o mejor dicho le tome la suficiente confianza como para hacer eso. ¿Por qué siempre me dejan esos dilemas a mí? ¿A donde ir? Yo solo venia de paso no esperaba conseguirme con el príncipito, pero ya que. Quedé en silencio unos minutos pensando en donde ir ahora, una idea paso por mi cabeza y levante la vista para poder ver a Albus.

-¿Por que no vamos a la fuente? -Comencé a encaminarme a dicha fuente sosteniendo al menor para que no se cayerá. La nieve se hacia más densa y el frió comenzaba a aumentar, de un tiempo a otro ya comenzaba a ver mi aliento, miré al cielo el cual estaba totalmente nublado, algo no estaba seguro con el clima ahora- Creó que se avecina una tomenta helada...

Muy comunes en esta época del año.

-Supongo que tardará un poco en caer -Miré a Albus nuevamente- ¿Aún quieres ir a la fuente?

No hubo ni tiempo ni momento para escuchar al otro contestar, una señora se nos había acercado cargando una cesta en su brazo. La señora que se veía de mayor edad miró al menor un tanto sorpresiva, al parecer lo reconoció y de la cesta saco una bolsa de caramelos.

-Tomé joven príncipe -Le ofreció la bolsa. Justo después saco otra bolsa y me la ofreció a mí- Para tí tambien...

-Eh... A mi no me gustan mucho los dulces -En cambio la anciana no parecía desistir. Suspire resignado y estire una mano, dejando que ella pusiera la bolsa ahi. Se fue despidiendose de ambos.

Estas cosas nada más ocurren cuando alguna persona de la familia real aparece. ¿Regalar dulces así de la nada? Aunque algunas anciana lo hacían seguía viéndolo raro. Jugueteaba con la bolsa de dulces lanzándola de arriba a abajo haciendo sonar a cada uno de esas pequeñas bolas acarameladas dentro de la bolsa y escuchaba lo que decía Albus.

¿Comérmelas? Si claro.

-¿Y si mejor te la regalo? -Seguía lanzando la bolsa de arriba a abajo mientras miraba de reojo al ojiverde esperando una respuesta.

Justo un tiempo después llegamos a la fuente, bufé. Aquella majestuosa fuente que tanto atraía a los habitantes por su cristalina agua y demases, ahora estaba totalmente congelada. Me acerque un tanto para ver solo mi reflejo y el de Albus sobre el hielo. Al parecer las tormentas anteriores habían congelado no solo a la fuente, sino también a que también pequeños lagos se habían congelado, de eso me pude fijar de camino a este reino.

-Hace un jodido frió –Estirando mi brazo derecho, usando simplemente mi dedo índice o mejor dicho la punta de mi garra toque levemente el hielo dando un pequeño golpecito en el. Se escuchaba un sonido firme y casi hueco, típico de algo congelado- Y ya la fuente parece notarlo

Solamente al sentir como el otro bajaba de mis hombros tuve que agacharme un poco para que este no fuera a parar de cara al suelo. ¿Puro, eh? Volviendo a dar un vistazo rápido al reino, la blancura de la nieva más el color verde de los ropajes de las personas me daba la impresión de que más bien parecía...

-Parece un enorme helado con menta -Dije sonriendo burlonamente viendo a Albus. Volví a la fuente, los bordes estaban cubiertos de nieve tambien, planeaba sentarme, al darme media vuelta usando mi cola quité la nieve de ahi y me senté comodamente.

Sople solo para ver mi aliento, este invierno ha sido uno de los más frios. El cielo estaba muy nublado y la nieve no dejaba de caer, al parecer si venia una tormenta y en cualquier momento caería sobre todos nosotros.

-¡Oye Albus! -Le llamé sacando de mi gabardina un pequeño paquete verde con un moño blanco encima- Tarde pero aun puedo darte esto -Se lo extendí esperando que aceptará- Feliz Navidad muy atrasada

No importará que, Albus siempre lograba verse como un niño siendo solo dos años menor que yo, como Aloshka. No esperaba nada a cambio, de hecho iba a negarle eso pero fui interrumpido al ver como el menor se sacaba su propia bufanda y la colocaba al rededor de mi cuello. Tantee aquella verde bufando un tanto absorto y me la saqué de un solo tirón y mirarla, luego mirar a Albuis negando lo que habia hecho.

-No necesitas darmela -Volvía colocarselo con cuidado alrededor del cuello ajeno, volviendo a desordenar las hebras azabache del ojiverde mientras sonreía ladinamente- No tienes que darme un regalo, además... Creo que necesitarás eso

Levanté la vista al cielo viendo como los cúmulos de grisáceas nubes se aglomeraban, pero la pequeña e indefensa nieve aun caía sobre las calles del reino de verde sin ninguna otra consecuencias salvo enfriar a dicho pueblo.

-Al menos que tu puedas soportar el frío -Y ahi gruñí inaudiblemente. Odia tanto el frío como el mismo y horrendo calor, que poca fuerza tenía para esas cosas.

Suspiré resignado agachando un poco la cabeza. No tuve más que dejar que volviera a colocarme la bufanda y asentir como agradecimiento, luego tomé uno de los extremos entre mis dedos y mirá el color verde de la bufanda. Al parecer el dichoso regalo le gusto bastante como para devolverme la bufando, ¿Y como no? Si era de una de las cosas que tanto le encantaba hacer; leer como rata de biblioteca. En silencio miraba todo lo que hacia Albus, simplemente era un niño en alma y hasta en cuerpo. Cuando paró ladee un poco la cabeza hasta verlo sacar dos dulces extendiendome uno para mí, al cual solo hize una mueca de que no queria.

-No me agradan mucho los dulces -Igualmente agarre aquella pequeña esfera de color brillante y mirarla sin mucho interes en comermela- No soy mucho de dulces...

Rodé aquel pequeño dulce en mis dedos hasta que llegué a la palma de mi mano y así aplastarla hasta dejarla hechas trizas. De seguramente Albus gimoteará por haber hecho eso pero pase mi mano sobre su cabeza para acariciarlo.

-Los dulces no le van bien a un perro.

-Depende de qué cantidad de azúcar estamos hablando –Una de mis orejas se dobló a un lado mientras buscaba las palabras para explicárselo mejor a Albus, de cualquier forma era un chico listo, lo entendería fácilmente- Algo como ese pequeño caramelo no me afectaría, pero si tuviera mucha, muchísima más azúcar me afectaría bastante...

Hiperactivo, si la cantidad es mayor pero no sobrepasada. Y enfermo, si la cantidad era muy sobrepasada, que malo era ser perro y no poder disfrutar lo suficiente de un simple helado siquiera. Pero ya me había acostumbrado a solamente ingerir un poco cantidad de azúcar, al igual que quizás muchos otros perros semi-humanos. Al terminar de explicarle no pude evitar pasar nuevamente mi mano sobre sus hebras azabaches y desordenarlas aun más de lo que ya estaba.

Todo parecía bien y “normal” hasta ahora, disfrutaba estar en compañía del menor aun con el frió que hacía, en esta situación prefería estar en un lugar más cálido y acogedor quizás.

Pero ya qué.

Hasta que ocurrió algo, bueno… “Normal” en dicha situación. Un anciano se apareció apresuradamente a unos escasos centímetros de ambos y parecía tener la mirada como perdida, estaba borracho y eso lo notaba bien –Y también lo decía por el aroma “familiar” que tenía impregnado-

-¡Tú! –Habló. Y esta vez me extraño que sea cual sea el problema que se presentó no fue a mí.

Instintivamente levanté un brazo colocándolo en frente de Albus, como protegiéndolo y no quitaba la mirada seria de ese hombre.

-¡Supremo Merliniano! -¿Cómo dijo……? ¿Qué mierda era un “Merliniano”? Antes tan siquiera de levantar la voz este de un movimiento rápido me tiró al suelo y tomo a Albus como si fuera un costal de papas y salió corriendo.

-¡Malparido, vuelve! –Y pegar la carrera tras él viejo apestoso ese. Ese viejo parecía más concentrado llamando a Albus cada cinco minutos por ese nombre. Logré alcanzarlo y rebasarlo poniéndome frente a él, gruñía esperando que me devolviera al niño y no parecía querer colaborar.

De nuevo… ¿Qué mierda era un Supremo Merliniano? Y este no paraba de decírselo a Albus como si de verdad creyera que él era esa persona, u objeto, o lo que sea. A paso lento me acercaba a aquel hombre estirando los brazos, para alcanzar a Albus, este solo me miraba sin entender hasta que lo capto y rápidamente volvió a emprender la carrera en dirección contraria. Una vez más volví a perseguirlo y claro a rebasarlo, y este giró al otro lado para esconderse en un callejón sin salida.

-¡El supremo Merliniano se queda conmigo! –Y seguía con ese nombre. Bufé ya cansado de eso y volvía a acercarme a él, ya que estaba acorralado entre mi persona y la pared-

-No es quién crees que es o lo que sea que crees que es, es solo un niño –Sabía perfectamente que no podía luchar contra el estado de ebriedad de una persona y su “lógica” en ese momento.

Obviamente no me escuchó, buscaba la manera de salirse de ahí mirando frenéticamente a todos lados, hasta que salto encima de un bote de basura y subió a un pequeño y bajo techo, de ahí siguió subiendo de techo en techo casi a tropezones hasta llegar a los más alto de una casa.

-¿Pero qué…

¿Cómo mierda hizo eso? De seguro son efectos bastante EXAGERADOS de alcohol, indudablemente lo seguí claro se me hacía más fácil saltar de techo en techo siendo semi-humano, hasta llegar a donde estaba él.

-Mira viejo, no sé qué mierda pasa por tu cabeza, pero deja a ese niño en el suelo ¡Ya!

-¡No! –Inquirió. Ahora tomando al azabache como si fuera una damisela en rescate, y luego comenzó a frotar su mejilla contra la del niño, lo cual me pareció asqueroso y quería golpear a ese degenerado en donde más le dolía- Si encontraba al supremo Merliniano, podría volver a tener mi mini elefante rosado de rayas azules y sombrero amarillo…

Casi que me caigo de cara al escuchar eso… En serio… ¡¿Qué demonios pasaba con ese tipo?! Me acerque a este y antes de que le diera la magnífica idea de seguir huyendo lo tome firmemente del brazo.

-Aquí tienes a tu mini elefante imbécil –Le propiné un severo golpe en todo su rostro dejándolo inconsciente y como soltó a Albus lo tomé en el aire de la misma forma que lo cargaba aquel tipo- Borrachos maricones y sus pendejadas

-Por nada –Dije. Pero todavía no pretendía a bajar a Albus de mis brazos porqué primordialmente estábamos en un lugar alto y lo segundo era que aquel vago podría levantarse en cualquier momento, el golpe que le dpi fue fuerte pero sabía que tenía que volver a despertar en cualquier momento.

Me acerque al borde del lugar para mirar que tan alto habíamos llegado, no era tan alto como esperaba, y miré al azabache que se notaba algo nervioso por eso. ¿Dejarlo ahí? Miré a aquel vago una vez más que se encontraba plácidamente noqueado, ¿Pretendía ayudarlo aun con lo que le hizo pasar? Sin duda alguna Albus tenía un espíritu muy inocente. Suspiré pesadamente dejando a menor en el suelo y acercándome al viejo borracho y de mal olor.

Tomé la larga y sucia barba de aquel vejestorio y comencé a jalarlo hasta el borde del edificio. Una sonrisa entre maligna y burlona apareció en mi rostro mientras alzaba al hombre en el aire y de un simple movimiento con los brazos lo lanzaba hacía unas bolsas de basura que había abajo. Limpies mis manos con un aire de arrogancia a mi alrededor y volví donde Albus. Nuevamente cargué al menor en mis brazos y me dirigí por tercera vez al borde del edificio.

-Sujétate –Le mencioné a Albus. Sin decir más nada salté y si había calculado bien, caímos encima del vejestorio ese. Y con otro salto, bajé al suelo y volví a dejar a Albus sano y salvó en él.

-¿Estás bien? –Coloque mi puño derecho sobre mi cintura, y di un vistazo de reojo al hombre que se encontraba aún inconsciente. ¿Quién no lo estaría con todo lo que tuvo que pasar?- No te preocupes por él, está borracho, no siente nada y de cualquier forma lo va a olvidar….

Y lo dije como si fuera lo más obvio del planeta.

¡Ah! ¿Cómo sabía yo eso? ¿Cómo esperar decirle a un niño –O a un adolescente que aparenta menos de su edad- Que trabajas en un bar? No es exactamente el tipo de trabajó que cualquiera esperaría escuchar de otras personas, y quizás no es tampoco lo que el menor tendría pensado de mí. A estas alturas… ¿Qué pensaba el menor de mí?

Cuando iba a contestar, se escuchó un leve quejido y al parecer aquel viejo vago ebrio se había levantado y sacudía su barba así como acariciaba su cabeza. Coloqué una mano sobre el hombro del azabache en caso de que tengamos que volver a correr. Y para cuando el viejo había de terminado de hacer “lo suyo” nos miró a ambos alzando una mano a la altura de su rostro.

-¡Eh, hola! –Ahora parecía amable- ¿Han visto por aquí a el señor Snuffle?

¿Snuffle? ¿Qué clase de nombre era ese? El tipo tiene que ser estúpido, o quizás es mucha más idiota cuando está borracho. Aunque, existe una pequeña probabilidad de que ese supuesto elefante amarillo de rayas y sombrero exista; como es Wonderland un lugar de dementes no sería raro entonces. De todas formas no dejaba de ver a aquel hombre con ojos de confusión, este jalaba y acariciaba su barba a la vez que miraba al cielo como si fuera el ser más sabio del lugar.

-Creo que la última vez que lo vi fue…

-Dentro de tu cereal, tal vez… -Murmuré, casi inaudible o al menos que solo se escuchará para el menor- O dentro de tu cerveza…

-¿Serían tan amables de ayudarme a buscarlo? –Y ahí fue donde ahora nos miraba a ambos con suplicas.
¿Ayudar a un borracho de mal olor a buscar una criatura inventada tal vez por su poca lucidez? Como cualquiera diría; digna de Wonderland. Pero, rápidamente miré al azabache y con la mirada le decía que no, ya sabía que Albus tenía un corazón demasiado bueno.

Demasiado.