Aristocracia [Senri Shiki]

Notas:

Estaba sentada en el trono real, vestida con toda esa absurda propiedad que debía de tener: Corona, cabello pulcramente recogido, aretes largos, la gargantilla rea, un pomposo vestido rojo con detalles negros y en la mano el cetro real.

Los aristócratas iban y venían con papeles y muchas cosas más. Que el registro de los soldados, las provisiones generales: comida, armas, ropa y todo eso que ya me tenía loca. ¿Quien dijo que ser reina era fácil y divertido? ¡Que un mal rayo parta a quien se hubiese a si quiera pensar eso! Estaba cansada y apenas llevaba medio día en ese lugar. Ahora entendía porque mi hermana antes estaba siempre de mal humor. Era una pesadilla estar ahí.

Pasaron los minutos hasta que uno de los consejeros me habló y todo parecía más calmado en el lugar. Los guardias se alejaron y los demás consejeros se iban también.

—Disculpe su alteza - habló el anciano gordo de baja estatura que me miraba con sus pequeños ojos de aceituna —Me temo que interrumpiré sus tareas de hoy - dijo con gran pena, lo que para mi fue un gran alivio que sonreí ampliamente —Es de suma importancia que lo antes posible se reúna con el heredero Shiki - concluyó con gran pesar.

—¿Qué? - pregunté ingenua. Suspiré con resignación, poco recordaba de esa familia, apenas y cosas que me había dicho mi hermana en conversaciones casuales. Nunca los había conocido en persona, pero al parecer era tiempo de hacerlo.

—El heredero Senri Shiki estará aquí en... - el consejero no terminó de hablar pues un guardia le hizo una seña de que el Conde estaba presente. El Conde Senri Shiki ¿Que tanto sabía de él? Era un vampiro ¿Y que más? Según mi hermana su padre era un desalmado y odiaba tratar con él. ¿Pero Shiki sería igual? Su hermana ya no estaba y según sabia el padre de Senri ya no quería mortificarse con negocios aristócratas y ahora su hijo estaba al frente y era quien daba la cara — Háganlo pasar - dijo sin siquiera preguntarme.

Hice una mueca de molestia e iba a reclamar, pero antes de hacerlo un chico alto y delgado con cabello caoba y matices rojizos, con ojos azul celeste, entró. Me miraba fría e indiferentemente. Intenté sonreír pero poco conseguí con los nervios. Yo no había nacido para esto. O mejor dicho: Yo había nacido para esto, pero no lo quería.

Su padre le había dicho: “Ve y dale tus respetos a la nueva reina, quizá hasta consigas que te obsequie un título de mayor peso” ¿Qué había sido aquello?, no iría a lamerle los seguramente costosos zapatos a nadie. Senri Shiki jamás se humillaría ni rebajaría a algo así, él no era como su padre, al contrario, si asistía a aquella reunión era para darle los merecidos reconocimientos a su majestad y hacerle saber que el linaje de los Senri; es y le será fiel por toda la eternidad al reino de corazones, y por supuesto, a su Reina. Además el joven vampiro no pretendía ascender de esa forma en la escala del poder social, no sería divertido y no era su estilo, él prefería la extorsión de los nobles menores, las disputas por medio de tensión y demostraciones de superioridad e incluso tortura y matanza de cercanos, cosas turbias y con cierto encanto, actos bajamente dignos de la podrida y codiciada nobleza.

Al llegar al castillo los guardias le mostraron respeto, uno clásico y con destellos de miedo, algo digno de alguien con su título, además del apellido de un sanguinario y reconocido vampiro como lo era su progenitor. Caminó por los pasillos escoltado por la guardia real, que a pesar de todo cargaba sus armas cerca de su persona “Tsk.. . como si no pudiese asesinarlos en cosa de nada” pensó divertido, aunque no era necesario si quiera planear algo así, ya que jamás de atrevería a levantar un dedo contra la soberana del reino, o al menos no tenía intención alguna de hacerlo (de todas formas si fuese el caso, todo el trabajo sucio lo haría su fiel mayordomo, el pelirrojo no se ensuciaría las manos, a menos que la sangre realmente lo valiera), pero de un ser como Shiki se podía esperar cualquier cosa. Ingresó al salón del trono manteniendo su paso calmado y elegante por el corredor, el eco resonaba tenuemente en la sala, había pasado tiempo desde su última vez en aquel lugar, llevó su mirada hasta el trono de terciopelo rojo carmín para apreciar la silueta de quien sería la nueva “Reina Roja”¨, un gran vestido, un cetro y una corona, hasta el momento nada muy espectacular, a no ser por la belleza que poseía la mujer frente a él, el rojo le sentaba de maravilla y engrandecía sus atributos naturales, en sus ojos se veía un carácter fuerte, eso y el poco interés que tenía en recibirlo, era tan obvio, sobre todo luego de una extraña mueca de recibimiento que hizo al verle ya frente a sí, ¿Que había sido eso? una sonrisa?, de momento la nueva sobrena era divertida.

Se acercó al trono -a una distancia prudente para alguien inferior a su alteza- y se arrodilló, llevándose la mano derecha al pecho como señal de profundo respeto "Es un honor presentarme frente a usted, majestad" pronunció suavemente y con total elegancia en una reverencia, clásica en los nobles y por sobre todo en los caballeros y los vampiros "Mi nombre es Shiki, Senri Shiki y estoy a su leal servicio" concluyó levantando su celeste y fría mirada, vacía como de costumbre y poniéndose de pie lentamente.

El chico entró y a cortos, lentos y suaves se acercaba. Caminaba con clase, y su porte no dejaba nada de que quejarse, era intachable. Sacudí un poco la cabeza para aclarar las ideas ¿Por qué nadie se tomó la molestia de explicarme que se hace en estos casos? ¿Solo lo recibo y ya? ¿Hola y Adiós? No, eso sería mal educado. Pero invitarle a tomar el té podría ser un atrevimiento ¿No?

Sonreí de mejor manera cuando finalmente estuvo frente a mi. Estaba a una distancia prudente según los estándares de no sé que... algo me habían intentado explicar los consejeros en la mañana pero realmente mi desayuno era más relevante que sus palabras. Lo único que yo tenía de Reina era el titulo, la corona, la sangre y posiblemente lo déspota. Modales conocía, pero ese protocolo absurdo si alguna vez lo aprendí, lo olvide en mis años de libertinaje.

Se arrodilló, lo cual me incomodo un poco. Estaba acostumbrada a las reverencias, pero ver a alguien en el suelo como señal de respeto hacia a mi, me parecía exagerado. Claro que si la persona me caía mal me gustaría verle hasta arrastrándose, pero ese joven de mirada celeste apenas y lo conocía como para ponerlo en alguna categoría.

—"Es un honor presentarme frente a usted, majestad" pronunció suavemente y con total elegancia en una reverencia, clásica en los nobles —"Mi nombre es Shiki, Senri Shiki y estoy a su leal servicio" concluyó.

Me levanté mirando de reojo a los consejeros presentes, parecía no oponerse a lo que hacía. Solo los miraba para ver si no estaba incumpliendo alguna de las estúpidas reglas de comportamiento.

—Mucho gusto Conde Shiki. Un honor tenerlo aquí conmigo este día - le contesté con tono amable y asistiendo con la cabeza en señal de que se podía poner de pie —¿Y a que se debe su visita?- pregunté educadamente, clavando mis obres rojas en el chico.