De Visita~[Priv. Squall]

Quería verle. ¡Llevaba la cuenta de los cinco días que no había mostrado la cara en ese lugar para no molestar al furioso león!.

Bien, sí, era su culpa, lo aceptaba. El último encuentro que habían tenido había sido completamente debastador. Se suponía que iba a ver al chico para pasar un buen rato en la compañía de este, pero todo había dado tantas vueltas que de una u otra manera el menor de ambos había terminado por caer al lago y luego de eso... estrellas, estrellas y más estrellas debido al golpe que le habían proporcionado en la cabeza. Vamos... que Bartz lo único que quería era mostrarle a Squall que tenía la suficiente fuerza para alzarlo en brazos. Además, él también había caído al agua, no era la gran cosa ¿no?. Al menos Bartz podía decir que se había divertido ese día, por más que el dolor de cabeza por el golpe no había sido nada agradable.

-Ah~. Me pregunto si se enojará si voy a verlo.-Se dijo a su mismo entretenido por ello. Estuvo tirado en el pasto por un buen rato preguntandose si debía o no, pero al final la respuesta fue la misma: Squall debía extrañarlo, así que iría de todas formas ¡no podía dejar a un amigo de esa forma como si nada.- ¡No hay nada que hacer, de seguro la suerte está de mi lado hoy!.-y sin perder ni un segundo más en la grama, se levantó dando un saltito y comenzó a correr hacia el trabajo del otro. No fue mucho el rato que tuvo que recorrer los alrededores del castillo (y a ratos ser perseguido por algunos guardias) para darse cuenta que el único lugar que le falta por revisar era el sector de las fuentes.

Fue para allá y cuando pensaba que a lo mejor Squall estaba de descanso ese día, logró divisar al chico por lo que alzó la mano y comenzó a agitarla con rapidez en forma de saludo.

-¡Squaaaaall!.-gritó lo suficientemente fuerte para que el otro le escuchara.

Las palabras de Squall le tranquilizaban al punto de casi ponerse cómo un cachorro manso. No cualquiera se compararía con un animal, pero a Bartz no le importaban ese tipo de cosas, es más, encontraba incluso hasta adorable poder ser el cachorro de Squall, era casi cómo... ¡cómo si pudiera estar con él todo el día!.

-Bueno~-respondió con la misma efusividad de siempre. Si Squall decía que estaba bien, entonces estaba bien si no, no lo estaría, y si no lo estaba no había razón para que Squall mintiera ¡así que todo estaba bien!. Miró cómo el otro se peinaba. Le gustaba el cabello de Squall, era un par de tonalidades más obscuro que el propio y tenía el más puro color del cacao, y le gustaba, porque el cacao era dulce y delicioso y... ¿Squall lo sería también?, uh, Bartz pensó que en otro momento le preguntaría.

¡Ajá!. Con que Squall había estado aburrido sin su compañía. Eso le alegraba, porque significaba que el otro también lo extraña, y extrañar a alguien que quieres es bueno ¿no?. Dio un pequeño saltito hacia atrás de la enorme sorpresa que se llevó ante el grito del otro. Bien, eso no era para nada normal en Squall, lo que lo tomó desprevenido y cuando quedaron las cosas en silencio, bufó un poco y le respondió.

-¿Yo?~ Eeeh... -se pusó la mano bajo su mentón pensando que era lo que había hecho.- ¡Nada!-dejó salir de sus labios. Su mente seguía en la parte donde Squall dijo "hasta que llegaste tú".-¡Ah sí!. Estuve recorriendo el bosque de Wonderland y, pensé que tal vez te gustaría ir conmigo en algún momento ¡encontré unas cascadas maravillosas! y de inmediato dije "Squall debe venir conmigo". Además... -le jaló un poquito de la chaqueta para que el otro le tomara más atención, aunque con todo lo que ya había dicho ¿que más atención le habría de estar dando el otro?.- Te extraño... -Bajó su mirada bastante apenado. Podía sonar egoísta querer estar todo el tiempo con él, pero sí, no quería estar solo.

Nunca antes se había puesto a pensar lo que significaba ser tan... tan... tan distinto en comportamiento con Squall que como lo era con el resto de las personas que le rodeaban o que llegaba a conocer por un momento. El trotamundos solía ser una persona muy extrovertida, amigable y social en extremo, pero, cuando se encontraba con Squall a solas, toda esa enorme personalidad que tenía, solía reducirse a por lo menos la mitad de lo que era común. Se llegaba a poner nervioso, tartamudeante e incluso, por más que hasta a él mismo le sorprendiera, no decía o expresaba (tanto verbal como físicamente) todo lo que pasaba por esa curiosa mente suya, sino que... era increíble como podía en esos momentos, detenerse y llegar a pensar si es que lo que estaba haciendo hacia feliz o era de molestia al castaño menor. Eventualmente, eso no sucedía todo el tiempo, pues a veces las cosas marchaban como era de costumbre y "todo bien"... pero en ese preciso momento no lo eran.

Aunque hubiera llegado a pensar que no era correcto decirle tan directamente lo mucho que lo extrañaba, había terminado por rendirse ante sus emociones y dejarle en claro, esperando que seguramente el interesante león de ojos azules le regañara, golpeara o simplemente ignorara como mucho de los comentarios que solía decirle a menudo, pero no fue así, sino que en respuesta a ello, la mano del más alto se posó sobre sus ya comunmente desordenados cabellos color manjar, moviendose con suavidad, de una forma (una vez más) no muy usual en el comportamiento del contrario, aun asi le gustaba en demasía aquello, era una clase de sentimiento que nunca antes había sentido con ninguna otra persona, sólo con aquel chico que traía gran parte del tiempo en sus pensamientos más locos.

De un momento a otro, Squall correspondió a sus palabras. Las palabras "Yo también" y "te extrañé" no podían tener un significado más puro e inocente de lo que significaron en el interior del ojimarrón, pero tal vez y solo tal vez, habían cosas que su cuerpo le hacían sentir y que al no tener gran experiencia en eso de relaciones en extremo cercanas, su mente terminaba por ignorar. Por ello es que más allá de una enorme sonrisa que demostraba la felicidad que era el sentirse extrañado y querido por alguien, solo terminó luego riendose por la forma en que el ojiazul le había señalado lo "mucho" que había tardado en hacer acto de presencia en el lugar.

-Oh bueno~. Digamos que no quería terminar dentro del agua de nuevo...-no, eso no era lo que debería haber dicho. Echarle más leña al fuego no era precisamente lo que una persona normal habría hecho, pero... Bartz no era normal, ¿no?.- Eeerh... ¡Lo importante es que estoy de vuelta y...! -¿y?- y... -¿y qué?-...y yo -¿tú?-...umh... Tal vez las ansías de querer volver eran demasiado grandes que no sé que decir... Todos los días me despertaba con ganas de venir a verte... pero cuando recordaba que seguramente seguirías molesto... todas esas ganas quedaban en... nada.

¡Había crecido! ¡se sentía mas grande! ¡estaba a la misma altura de Squall! Ah... no;, lo que había pasado realmente es que luego de que se pegara, tal cual lapa, al chico, éste mismo lo había sujetado de la ropa y sin problemas alguno terminaba por alzarlo en el aire. ¿Desde cuando Squall se había vuelto tan fuerte? era eso o... tal vez es que el mismo Bartz comenzaba a darse cuenta que su alimentación no estaba siendo de las mejores ese último tiempo. No podía negar que desde que se habían vuelto más cercanos con el ojiazul, había dejado de hacer varias cosas que solía, reemplazando estas mismas con esos pensamientos que le hacían sentir feliz. Pero una cosa era la felicidad de sentir la cercanía de una persona y otra muy distinta es que gracias a ella se te olvide comer.

Mal, Bartz, muy mal.

-No he pensado nada de eso~-por fin fue bajado al suelo donde volvía a ser más bajo que el menor.- Erh. ¡Sí! ¿cómo no habría de estar comiendo bien?-eso era una mentira. Varias personas en la ciudad se lo habían dicho, incluso Bocco le reclamaba que estaba muy distraído y que se olvidaba de cosas tan básicas como lo era alimentarse. Pero ¿que tan malo podía ser eso cuando aun tenía la... no... Estaba seguro que antes tenía la fuerza suficiente como para levantar al menor sin problemas algunos y, ahora, cuando tuvieron el ligero accidente en la fuente con suerte había podido cargarlo un poco. ¿Realmente estaba comiendo tan poco?.

Oh, se había quedado en silencio cuando se percató de ese detalle de la comida. Seguramente Squall ya no le habría de creer y terminaría por ponerlo en duda y retarlo, regañarlo, darle un sermón o todo lo que era común en el castaño. Es por eso que trató de buscar una forma de escaparse de ello... Aunque, honestamente, incluso él creía que no iba a funcionar.

-¿Cual es tu comida favorita,Squall?~

¡No! ¡Eso definitivamente no era posible! NADIE, pero nadie iba a ser capaz de comerse a Bocco, porque cualquier persona, fuera quien fuera intentaba ponerle una mano encima de él, Bartz no dudaría en cortarsela y-

... ¿Qué había sido eso?

Una vez más esos extraños pensamientos algo agresivos se hacían presentes en su interior, algo que le aterraba mucho, ya que eso no era normal en su persona; era raro, muy raro, pero debía tranquilizarse, seguramente Squall solo estaba haciendo una broma, pero había sido una broma que no le había causado nada de gracia. Ahora buscaba la calma, buscaba la forma de responder algo sin hacer muy notorio el enojo a priori que había sufrido. Bocco era el ser más importante en su vida, pues tanto su madre como su padre estaban muertos, y el simple hecho de pensar que la enorme ave amarilla desapareciera y le dejara solo le aterraban... y mucho. Aun y toda esa meditación, logró calmarse y esbozar una torpe sonrisa al contrario, Squall no tenía la culpa de ninguno de sus traumas y pensamientos negativos. Además, Squall también se había vuelto una de las personas mas importantes para él, y le era imposible enojarse con el otro.

-¡No te comeras a Bocco, Squall! -comenzó a darle pequeños golpecitos en el mismo hombro que había mordido en un comienzo, esa era la mejor forma que podía reaccionar ante ello, y no parecer que había estado pensando cosas extrañas segundos atrás. Al menos agradecía que el más alto había sacado el tema del termino de su turno. Así podrían conversar y pasar el rato juntos sin la inminente necesidad de estar mirando a todos lados cada minuto pensando que los podrían pillar, reprender y terminar por echar a Squall de su trabajo.

Los suspiros de Squall se hacían cada vez más contagiosos en su persona.

-¡De acuerdo! ¡Me comeré todo lo que encuentre en mi camino! -agitaba sus brazos con muchas ganas, pensando en cuantos dulces podría comerse ese día y esperando ver más sonrisas de Squall, porque todos amaban lo dulce, y lo dulce siempre hacía feliz a la gente, por lo que ver feliz a Squall le traería una enorme felicidad a él también.- Por cierto ¿cuando terminas?.