¿Hermana? [Priv.Azumi]

Hasta donde tenía entendido esa noche se celebraría un festival en el pueblo, por motivo del "Día de la rosa". Una costumbre que tenían los habitantes de Wonderland desde que yo tenía memoria. Admito que el festival era de lo más hermoso. Iban habitantes de todos los reinos a celebrar que los botones de los rosales se habrían finalmente. Y bueno, en todos los reinos eran apreciadas las rosas, sobre todo en el nuestro, el de Corazones. Pero Caedis no era mucho de fiestas.

Sin embargo para mí era el día perfecto para divertirme y casar a mis presas, solo tenía que tener cuidado de que no fuera un habitante de nuestro reino o la reina me mandaría a encerrar. Pero bueno, fuera de eso sería una noche muy buena.

Ya me había arreglado para ir, un vestido rojo, largo y entallado, sin mangas y mostrando gran parte de la espalda y una abertura en un costado que dejaba ver las piernas al caminar. Zapatillas blancas y guantes de seda hasta los codos, con accesorios blancos, con el cabello agarrado con una cinta. Finalmente la reina había accedido a que fuéramos y nos había proporcionado transporte real y una guardia. La guardia no me causaba gracia, pero ya después encontraríamos como deshacernos de ella.

¿Y porque estaba en plural? Porque no iría sola. Aun cuando sería lo mejor y la idea que me gustaba más, esta ocasión no iría sola. Llevaría a mi hermana menor, la princesa, Azumi. Era raro de explicar la situación, pero digamos que esa había sido una condición de la reina, junto con muchas otras para que pudiera ir al dichoso festival. "Todo sea por la diversión de matar" pensé mientras escondía mi labial negro entre mis roas y miraba la espada con tristeza. ¿No podía esconderla o si? Sería divertido llevarla pero no es divertido si la llevo a la vista. Voltee a ver la capa negra donde solía esconderla, bien podía usarla esta noche. ¿Qué tendría de raro? Me la puse de una y escondí la espada, para después salir a buscar a la princesa.

Llegué hasta su habitación y toqué la puerta y la llamé, pero nada. Insistí de nuevo y otra vez nada. "Esta mocosa no me digan que se arrepintió" Si Azumi no iba, tampoco iba yo, esas había sido la orden de Caedis, eso y que no matáramos a nadie. Claro que lo segundo se podía ignorar, pero lo primero no.


—Azumi - golpeé la puerta con más fuerza— ¡Azumi! ¡Sal o tiro la puerta! - finalicé molesta dándole una patada a la puerta.

Ropa:

Después de haber pateando por tercera o cuarta vez mi querida hermana salió con cara de fastidio y diciendo algo sobre el festival. Algo sobre que no le gustaba, no le interesaba y no sé que más. Aparentemente yo venía a ser la única de la familia que parecía mostrar algún interés. No es algo que me molestara, ya era costumbre. Pero me parecía tan irónico sentirme la "rara" en una familia de locos. "Abuela ¿Por qué no me avisaste de esto?" Suspire cansadamente mirando al techo.

Volteé a mirar a Azumi. Se veía linda, bueno era linda, claro que a la niña no le gustaba arreglarse así muy seguido que digamos. Mientras la miraba noté que ella me miraba a mi y no con mucho gusto, menciono algo de que tenía que limpiar. ¡Ja! ¿Yo limpiar? Fruncí la boca al no entender muy bien pero luego caí en cuenta de que se refería a las marcas de la zapatilla que habían quedado en la puerta.

—Cuando regresemos tendrás puerta nueva - le afirme, viendo de reojo a uno de los sirvientes que estaba cerca. El hombre me vio y haciendo una reverencia se fue enseguida a cumplir la indirecta orden.

Comenzamos a caminar para salir del castillo y simplemente no pude evitar detenerme unos segundos a mirarme en los espejos del pasillo. De esos bellos espejos en forma de ovalo que estaban un cada tanto a mitad de la pared, con un marco de oro que daba la forma de espinas y rosas. Me acomodé por enésima vez el flequillo y los mechones que caían a los costados de mi rostro, reconsiderando si no hubiese sido mejor dejarme el cabello suelto o amarrarlo en un coleta... Estaba a punto de tomar la decisión de regresar a mi cuarto y volverme a peinar, cuando escuché a Azimi decirme que me moviera.

No le dije nada y solo apresuré el paso para alcanzarla. Cuando por fin salimos del fastidioso castillo y nos dirigíamos a subirnos al carruaje para ir a la ciudad, apareció Caedis. Nos examino de arriba abajo intentando buscar que le estábamos ocultando. Sin embargo, pareció no notar el hecho de que traíamos armas. Y digo traíamos porque ya había visto que Azumi llevaba su sable así como yo llevaba mi katana escondida en la ropa. Pero la Reina no lo notó o al menos si lo notó no nos digo nada y dándonos unas "sugerencias" más de como comportarnos y como no hacer cosas que dejaran el nombre de nuestro reino mal, finalizo haciendo un movimiento de cabeza para que unos sirvientes nos entregaran a cada una de nostras una pequeña bolsa que era poco más pequeña que mi mano, donde venían monedas de oro. "Regresen en una pieza" fue lo último que dijo, antes de irse. Para mi entender eso era "Cuídense" pero como nunca diría eso ultimo, prefería hacerme a la idea de que se preocupaba por nosotras pero simplemente no lo diría.

Unos guardias nos abrieron las puertas del carruaje donde viajaríamos. Primero subió la princesa y luego yo. Era un compartimiento pequeño y cerrado, con apenas unas rejillas para ver hacía afuera. "¿Por que no le ponen ventanas a esta cosa?" me quejé mentalmente.

La pregunta de Azumi llamó mi atención. La mire fijamente e hice una mueca que suponía ser una sonrisa.

—Supongo que dar la cara por la Reina, que no quiso ir - comenté sin muchas ganas. Básicamente esa era la razón por la que siempre iba al dichoso festival. A Caedis no le gustaba andar en esos eventos, pero tampoco le gustaba quedar mal ante los habitantes. Así que mandaba a alguien en representación del Reino del Corazones. Hasta la fecha había sido solo yo por ser la mayor después de ella, pero ahora que Azumi era "mayor" además de ser la princesa, se veía mejor que ella fuera en representación.

Volví a mirar a mi hermana y su espada disimuladamente escondida. Sin duda alguna la familia real manteníamos cosas en común y no era precisamente el físico. Abrí un poco mi capa y dejé ver mi espada que también estaba escondida.

—Llegaremos, actuaremos como si nos gustara y nos sintiéramos honradas por el festival. Saludaremos a quienes nos topemos de la realeza de otros reinos y al que organiza el evento y luego nos desaparecemos y nos vamos por ahí a "jugar"... y antes de media noche regresamos al carruaje para regresar al reino - comenté nuestro itinerario, que si bien no era el más interesante, así lo había llevado por unos años —Y procura no ensuciar, ni ensuciarte - sentencié volviendo a ocultar la espada.

Me apoye contra un costado del carruaje y cerré los ojos. Por el ambiente bien parecía que nos llevaban al paredón. Era algo confusa mi posición sobre el dichoso festival. Me gustaba ser el centro de atención, me divertía seduciendo y luego matando, en otras palabras me gustaba el festival a mi muy personal manera, pero aun con eso no le quitaba lo tedioso de tener que estar sonriendo y representando al reino "Que contradictoria eres, ni tu te entiendes" sacudí la cabeza y me acomodé en el asiento, cruzando las piernas.

El viaje se me estaba haciendo eterno. Tanto que comencé a golpetear el suelo con el tacón de mi zapatilla, de manera rítmica y acelerada, deseando que los segundos pasaran más rápido para poder terminar con todo e ir a hacer lo que me gustaba: Matar.