El reloj no funciona bien -priv-

Si los días buenos comenzaban levantándose de la cama con el pie derecho, aquél día en especial tenía todo para ser uno particularmente malo. O al menos eso fue lo que Sarah pensó cuando se cayó de las escaleras y derramó el té esa misma mañana, cosa que fue a reafirmar cuando, visitando la Torre del Reloj, tuvo un accidente un tanto embarazoso.

Según Sarah, iba con toda la actitud y la maldad, pero aquello se esfumó -incluso ella- cuando al llegar al último piso de la torre pisó una madera vieja que tronó al instante. Así fue como se formó un agujero en el piso y la pobre mujer cayó al cuarto de los engranajes, cargándose con su peso un par de mecanismos y una manecilla. Cayó estruendosamente y levantó polvo.

-¡AAAAAAAY! -chilló al más puro estilo de las almas en pena. - ¡Ay!, ¡Ay! ....¡Ay! -berreaba mientras se removía entre los escombros y engranajes. Sabía que al caer se había lastimado algo, pero como le dolía todo el cuerpo entonces no supo especificar exactamente el qué.

"¡Joder...!" pensó cuando se hubo cansado, mientras se extendía en el suelo como una estrella de mar secándose sobre la arena. Respiró hondo para calmarse y entonces se puso a analizar sus opciones... no había demasiadas.

-¡¿Ayuda?! ¿Alguien? ¡¿Quien sea?! -gritó con cierta desesperación. Vilhelm no era la clásica princesa que sólo existía para ser secuestrada, pero parecía ser que la situación ameritaba que algún ser de Wonderland apareciese a su rescate.

Dando saltos alegres llegue a la residencial de mi mejor amigo, abrí la puerta como de costumbre y empecé a llamarlo –Riku..- pero nada, ninguna respuesta, subí al segundo piso donde solía encontrarlo pero no estaba hay… vi su calendario y claro, ese día tenía que hacer cosas en otro reino, suspire al notar que hoy no lo vería –Quería ver a Richard…- pensé dando vueltas en la sala y sentándome en el sofá.

Hasta que unos lamentos lejanos llegaron a mis oídos, me exalte –u-n..un.. un fantasma?!- pensé palideciendo, no era algo que me agradara, y no sabía si existían en Wonderland, las historias de terror no me iban muy bien, llenándome de valor me acerque a la escalera de caracol –ha-hay alguien a-allá arriba?- pregunte en voz alta pero con voz temblorosa todo mi cuerpo temblaba, no obtuve respuesta pero seguí escuchando quejidos y crujir de madera.

Trague saliva y con una mano me afirme del pasa mano, con la otra tome mi vestido para levantarlo y empezar a subir, no quería volver a caer como sucedió tiempo atrás. Mientras más pisos subía mas lamentos se escuchaba –E-eres un espíritu en pena?.. qui-quieres ayuda para descansar?- Seguía preguntando en voz alta mientras llegaba al piso donde Riku me había dicho que guardaba piezas de reloj, si esta torre estaba llenísima de relojes y piezas, y era exactamente donde los lamentos se escuchaban con mayor fuerza –Señor espíritu?- abrí la puerta temblorosa –Señor espíritu?, que puedo hacer para que descanse?- preguntaba en voz alta y me adentraba en la habitación buscando al supuesto espíritu que estaba segura existía en ese piso.

Cuando llegue al centro, vi a una chica de pelo negro, muy linda, estaba en el suelo, parecía enredada con muchos engranajes y piezas –Oh, perdón, era señorita fantasma, no señor espíritu- me disculpe apenada y empecé a despejar el área para ver por qué se lamentaba, una vez deje todo en su lugar me senté al lado de ella, ya sin temor, pues me pareció linda y no tétrica.

-¿Qué le sucedió señorita fantasma? Le duele algo?- preguntaba inocentemente mirando a los ojos y sonriendo.

Aquella mujer me miraba extrañada, hasta algo asustada me aventuraba a pensar, y no entendía porque, yo era la que debía estar asustada por estar con una fantasma, no?

Escuche su exclamación y mi piel se erizo, que lamentable, haber muerto y no saberlo, pensé unos instantes con algo de miedo en esa posibilidad, a pesar que parecía bástate real y viva aquella mujer, pero no conocía los fantasmas de este mundo, con toda la locura, seguro parecían tan vivos como los vivos, la mire y con una voz temblorosa insistí en mi pegunta –Que le sucedió?... necesita ayuda para descansar en paz?- murmure con toda la normalidad que pude, la situación me asustaba un poco, más cuando Riku nunca menciono algo sobre fantasmas en la torre, me incline un poco y le extendí la mano para que la tomara y ayudarla a colocarse de pie, después de todo lo que la aplastaba ya había sido retirado.

-Dígame, que le sucedió señorita fantasma?... o prefiere que la llame de otra forma?- dije más tranquila mientras esperaba que ella reaccionara para que se pusiera de pie, no sabía realmente si podría tocarla o no, pero valía hacer el esfuerzo.

Aquella mujer fantasma se veía más asustada y aterrada que yo misma, era extraño, que terrible debe ser no saber que estabas muerto. Sin embargo no quería aceptarlo, seguramente murió recientemente, recientemente… algo no me cuadraba, porque no me habría enterado? Riku siempre me comentaba todos los sucesos extraños, y en los últimos días todo había estado calmado… Algo no cuadraba definitivamente.

Sentí la mano de la azabache, estaba algo fría por el sudor, pero era completamente solida, era acaso eso posible en este mundo de locos? La mujer se coloco de pie y y se arreglo un poco, me miro y se presento para mi gran sorpresa resultaba ser de la realeza carmín.

Instantáneamente hice una reverencia, y me sentí irrespetuosa por haber actuado así todo este tiempo, sin embargo si mis conclusiones eran correctas no se había hablado nada sobre alguna muerte reciente en el reino rojo… menos de alguien de la realeza… -Mi nombre es Aloshka, Aloshka Bell su majestad…. Y si me permite la osadía... estamos seguras que usted murió?, pues... no se ha dicho nada sobre una muerte en el reino carmín- sonreí tímidamente, quizá todo esto era un error, una confusión, y muy probablemente yo había causado todo eso al asustarme ante los gritos de ayuda que ella daba.

La mire un poco más, a pesar de que estaba pálida no era como los fantasmas que yo imaginaba, realmente no parecía del todo muerta, sin embargo era posible en este extraño mundo que los fantasmas parecieran vivos?

Sarah notó sobre sí la mirada curiosa de la jovencita y sus mejillas se tiñeron de rosa por la pena. ¿Acaso lucía tan mal en su nueva forma de fantasma? ¿Daba miedo? Sin pensarlo volvió a observar sus manos, en el fondo ella seguía esperando a que se transparentaran.

-La verdad es que no creo que alguien sepa sobre mi muerte excepto tú -dijo tranquila, como si el tópico de la conversación fuese lo más natural del planeta.

-Acabo de morir, ¿sabes? - y volteó hacia arriba, más concretamente al agujero en el techo- ¿Ves ese boquete? Me acabo de caer por ahí -apuntó al agujero. Todavía podían apreciarse unas astillas y un pedazo de madera a punto de romperse que se balanceaba de un lado a otro, amenazando con caer.

Increíblemente la actuación tan real de Aloshka Bell había convencido a Sarah de que la caída la había matado. Y aunque el suponer que así fue era inconguente, la princesa de corazones se encontraba demasiado perturbada como para ponerse a analizar con detenimiento. Era tan fácil como concluir que si sentía dolor era porque seguía con vida, pero pues no estaba tan mal, igual la falta de coherencia era una de los encantos de Wonderland.

Interesada, Sarah miró otra vez a la menor. ¿No lucía muy joven como para andar merodeando en un lugar como ese? Definitivamente sí.

-¿Qué haces aquí? ¿Tú también eres un alma en pena? -preguntó con curiosidad. Si iba a vagar por toda la eternidad en el mundo de los vivos, entonces debía empezar a hacer amigos.

Escuche lo que la azabache tenia para decir, la miraba sorprendida, era increíble todo lo que estaba pasando, pero aun las cosas no me cuadraban en absoluto, sin embargo dudaba por la ilógica lógica de este mundo loco, todo era posible, así que ya no confiaba en mis pensamientos lógicos.

-Su alteza, me parece increíble todo esto, hay que avisarle a alguien sobre su fallecimiento, me culparan?- preguntaba algo asustada, pues resultaba ser una princesa, y además la princesa del reino carmín, y ya de antemano no tenía muy buen referencial, si me metía en problemas por esto, más tarde alguien me regañaría bien fuerte.

La voz de la supuesta fantasma me saco de mis pensamientos, ¿qué que hacía yo ahí? ¿Si yo era un alma en pena también? Negué suavemente con la cabeza –No su alteza, yo venía a ver a mi amigo, el conejo blanco, el vive en esta torre, pero hoy no se encuentra, yo no lo sabía, lo supe cuando lo buscaba y vi una nota sobre el escritorio que decía que no estaría, seguramente me la dejo a mi o a su amigo, acostumbra a recibir visitas, y como siempre está abierto… fue cuando escuche sus gritos y subí pero no, no he muerto- dije suavemente, no quería sonar tosca ni ruda

-Recuerdo que la primera vez que me mostro la torre casi caí escalera abajo, desde el último piso, eso lo coloco muy paranoico y que me advirtió que había que tener cuidado con las escaleras, seguro no se esperaba este tipo de accidentes- agregué al final mirando el agujero que había quedado por la caída de la joven.

-Pues sí, este conejo vive en la torre- decía queriendo convencerla, era un semi-humano, no entendía porque no viviría donde se le diera la gana.

Shock, solo eso describía mi reacción al escuchar la acusación de la azabache hacia mi mejor amigo, debía defenderlo, realmente lo defendería a muerte… aunque fuera la princesa carmín a quien me enfrentaría por defender a mi amigo… debía intentar ser sutil, pero firme, no quería que me culpara a mi, pero estaba segura que el no era el culpable de este fatídico accidente.

-No, no! El no es el culpable, estoy segura, el no mataría ni a una mosca!- decía con convicción, mi confianza en el conejo era ciega e indudable. –Estoy segura su majestad, que esto a sido un trágico accidente y no existe culpable, pues yo que estaba abajo, lo hubiera visto cuando escapara, y de bajar después que yo entre y la vi… lo abríamos escuchado, un accidente, eso debe ser, pero el conejo no es culpable en ningún caso.- Decia de forma decidida, pero no quería sonar irrespetuosa, por lo que trataba de cuidar mis palabras y la forma en que decía todo.

-Pero, un juicio seria innecesario, pues, yo se que el no fue, no hay nadie más en esta torre además de nosotras dos, no es Riku, no es él, estoy súper segura- insistía con la misma firmeza y decisión, no me entraban dudas, como alguien tan dulce como RiKu podría intentar matar a una princesa? Además es primera vez que ella venia a la torre, como sabría Riku que ella vendría hoy? En mi mente no existían las dudas, el no era culpable de nada.