Al cabo que yo pago -priv-

Esa noche era de diversión... o al menos así la habían proclamado tres de los capitanes del reino de Corazones. Lo curioso fue que para celebrar había bastado poner como excusa el cumpleaños de una tía que, para empezar, no estaba ahí con ellos. ¿Pero qué más daba? Estaban cerca de la capital de Diamantes y ¿qué mejor que ir a visitar el club de noche más popular? ¡Nada como mirar baile de mesa mientras bebían unas buenas cervezas!

Estaban sentados en una de las mesas, bebiendo tranquilos, cuando Vainilla encendió un cigarro con boquilla y le dio una larga y profunda calada.

"Esto era lo que necesitaba" pensó al exhalar aquél asqueroso aire con humo.

-¡Fúmate ese cigarro antes que el cigarro te fume, nena! -escuchó cerca suyo. Al parecer sus acompañantes ya andaban de mala copa... como usual. Por eso Vainilla ni se inmutó y en caso de que se pusieran necios, para algo tenían "sacaborrachos" en el club ¿No?

Pero como las cosas no podían ser amor y felicidad, al escuchar el escándalo se acercaron un par de hombres con la única intención de molestar. Vamos, no era un secreto que los de uniforme rojo no eran amados por el pueblo de Diamantes. Pero en fin, así fue como los tres capitanes de corazones -quienes no brillaban precisamente por sus valores morales- se vieron inmiscuidos en una extraña conversación hostil de borrachos. Bueno, con excepción de la pobre Vainilla, pues le había tocado esa noche ser el jinete designado y apenas había probado su bebida.

Mientras tanto, el cantinero los miraba desde la barra sin prestar mucho interés, a la vez que limpiaba un tarro.

-¡Benkay! -exclamó el hombre haciéndose un poco hacia atrás, como para que el aludido escuchase desde la parte trasera del local- ¡Benkay, tenemos un 3-14 en el 51!- o en español: ¡Borrachos mala-copa a la vista!

Benkay, escucha el grito para calmar la discusión utilizando sus palabras de pacifista (como suele serlo a veces aburridamente)
Camina, se detiene y mira…
-Calmaos hombres, divertirse con calma, si se detienen les doy un detalle de mi parte para alegrarse la vida- les dijo con un tono de diversión
-Qué curioso, una mujer aquí? Si aquí solo se acercan viejos con sus caras libidinosas que con su mirada penetrante tratan de desnudarte.

Los rudos soldados estaban a punto de agarrarse a golpes cuando apareció el joven cérvido en el momento más oportuno posible. Todos, incluyendo la chica de cabellos rosados, le miraron al instante.

-¿Un detalle de tu parte? -soltó uno de los caballeros con lujuria, pero estaba bastante ebrio e intentó echarle una mano encima al semi desnudo animal. Afortunadamente, Vainilla alcanzó a jalar a su compañero de la camisa, alejándolo de Benkay.

-Tranquilo, corazón -le dio una palmadita en el hombro.

Entonces la capitana miró curiosamente al bailarín exótico, con una ceja alzada y de arriba a abajo. ¿Qué rayos? ¡Era un venado! ¡Un venado con más cintura que ella....! ....y un par de grandes astas que eran el bonus, claro. Es decir, Benkay tenía dos cuernos enormes y Vainilla no.

Punto para Benkay.

-No necesito ser un viejo libidinoso para ir a donde me plazca, ¿sabes? -le dijo amablemente y con una risilla, dándole vueltas a su cigarro en una de sus manos- Las mujeres del reino de Corazones tenemos bien puesto lo que ponen las gallinas.

Le dio una bocanada al cigarrillo y echó el humo justo en la cara del capitán de rojo que tenía a su lado.

Bekay, sorprendido, observa detalladamente a Vainilla, se siente agradecido por defenderlo, gustoso se acerca hacia ella y le dice
-Gracias hermosa señorita, no sabe como a encantado a este humilde venado con su dulce voz, quisiera, si me lo permite, ofrecerle algo que le haga sentir bien- le comenta con tono suave.

Él se siente atraído por la capitana, a pesar de ser un venado, para Benkay no hay razas que eviten tener un encuentro que va más allá de una plática.

-¿Una copa? ¿Que le gustaría beber? Usted pida, que yo invito, no se preocupe por los caballeros presentes, que la casa invita, solo les pido- dirigiéndose a ellos- que mantengan la calma, sino me veré forzado a sacarlos y no podrán disfrutar del espectáculo que se presentará en unos momentos- pasando lentamente su mano por la mejillas sonrojadas de uno de los solados que se encontraba ya un poco ebrio.

Ante el agradecimiento del chico cornudo, Vainilla no hizo más que observarle con detenimiento. No era la primera vez que un hombre le hablaba así, pero definitivamente el platicar con un venado era su primera ocasión.

-Ya escucharon al reno, -le dijo a los dos capitanes de Corazones que estaban con ella, luego se acercó mucho a ellos y les murmuró- Estamos en Diamantes, no podemos empezar aquí un desastre.

Los hombres sólo asintieron con la cabeza, parecía que nada más con oír esa advertencia se les había bajado todo el alcohol.

-Bueno, Bambi, -llamó a Benkay, con una sonrisa desafiante cruzándole la cara- si la casa invita entonces nosotros queremos todo lo que nos quieran dar -dijo mientras volvía a sentarse en su banquito- ¿Verdad, caballeros? -preguntó con un dejo divertido, sacudiendo su cigarrillo sobre el cenicero.

La capitana de rojo parecía despreocupada y gustosa de aceptar lo que fuera que viniese, después de todo estaban en un lugar lleno de lujuria y perdición ¿cierto? Sin embargo, muy en el fondo se preguntaba el porqué de tanta amabilidad, eso era extraño.... ¡muy extraño!

Benkay, queda sorprendido ante el poder que ejerce la dulce señorita sobre los soldados, aunque, pensándolo bien, en ella se encuentra una rudeza sensual que aún más atraía al tierno venadito.

-¿Acaso me dijo Bambi?- reaccionó enseguida- ¡Si supiera que debajo de mi cuerpo velludo hay más que ternura! – Lo pensó con un tono picarón

-Bien, señorita, ¿qué le parece un Tequila, Daiquirí, un Old Fashion, o Brandy Alexander, podría ser Negroni, Black Russian, un delicioso Wisky, un Vodka, una helada cerveza o bien, para usted un agua de limón?- lo termina diciendo con una sonrisita burlona mientras se sentaba de manera muy seductora en las piernas de uno de los soldados.
-¿Qué desean tomar?

Pero a Benkay le sigue quedando la duda de por qué diablos está ella aquí. -No es un buen lugar para una mujer- pensaba.
-]Podrá ser un buen pretexto para sacarla de aquí y poder platicar con ella.

¿Tequila? ¿Brandy? ¡¿Whisky?! ¿Qué era todo eso? Para Vainilla sólo existía una bebida alcohólica y esa bebida era nada más y nada menos que la cerveza fría y espumosa. Pero eso no era lo malo. Lo malo era que sus dos acompañantes estaban absurdamente ebrios, confiándose en que esa noche a ella le tocaba ser la "jinete designado", es decir, la que les llevaría de regreso a caballo.

Vainilla torció la boca con desagrado, sacando su labio inferior al frente como haciendo un puchero. Rodó los ojos y dijo desganada.

-Yo quiero una limonada.

Una risa tonta se escuchó a un lado suyo y ella le metió un codazo al otro capitán, quien detuvo su burla para emitir un quejido por el dolor.

-Whiskey, del mejor que tengan -dijo uno. Pero claro, sólo hablaba de esa manera porque Bambi había dicho "la casa invita"... la verdad era que ese trío de capitanes de rojo eran un grupito de cuentachiles.

-Tequila -respondió el otro, más concretamente el que tenía a Benkay encima y comenzó a hacerle caricias en los muslos, como si nada.

Benkay escuchó que uno de los capitanes mencionaba el nombre de la dulce señorita y se burlaba de ella por elegir una limonada…

¿Vainilla? Su nombre es tan dulce como lo es ella, tal vez ya no desea estar en este lugar, la invitaré a salir, aprovecharé que sus compañeros están ebrios para sacarla de este sitio que no es tan agradable para ella.

-Bien, traeré lo que desean, por lo pronto sigan disfrutando de este lugar- mirando a Vainilla con un poco de preocupación.

Mientras Benkay traía las bebidas, los compañeros de Vainilla peleaban nuevamente, llega y los detiene, pidiendo calma- Señores, contrólense, mirad al escenario, está por salir una excelente bailarina exótica, si se dejan de peleas, vendrá a bailarles sin cobro alguno.

Sale la bailarina y los capitanes ya ebrios prestan atención gritándoles un cierto de cosas poco agradables, pero como en el lugar ya es costumbre no existió problema.

Benkay se acerca a Vainilla, al dejar la limonada en el lugar de ella, le dice en un susurro – ¿Quieres salir de aquí? Hay un lugar más tranquilo afuera, este lugar no es para una belleza como tú ¿aceptas?

Resultaba increíble la habilidad de hacer escándalo que tenían los capitanes de la armada roja; pero Benkay no se quedaba atrás pues los arreaba cual perro pastor. Y afortunadamente, en el escenario apareció una hermosa bailarina exótica de nombre Yamilé.

-¡Yamilé! -gritaban los soldados con toda la ilusión. Mientras que Vainilla también disfrutaba del espectáculo... podría parecer extraño, pero sus amigos ya no se sorprendían pues sabían que ella 'bateaba para el otro lado', cosa que al parecer, Benkay estaba muy lejos de adivinar.

-¿Salir? -preguntó extrañada, para luego dar un trago a su limonada. Desde luego que la capitana no deseaba irse, ella quería ver a Yamilé... porque... pues...sí, ¿no?- Tranquilo, Bambi, se ve bien el espectáculo. ¿O hay cosas más interesantes allá afuera? -sonrió.

Benkay mira a Vainilla, observa la expresión de su dulce y hermoso rostro y se queda pensando
A caso será que… en fin… no pierdo nada, me sacaré la duda.
Ya después de mucho, pero mucho pensar, decide que contestarle a su presa.
Doncella, a caso no le gustaría sentir la suave briza que se siente mientras contempla las estrellas que se dejan observar en el cielo?
Si no es así, con gusto la dejo, así disfrutará del espectáculo, que aún faltan más bailarinas por salir.

Al parecer al exótico y velludo venado pierde poco a poco las esperanzas de que Vainilla acepte salir con él, a este bailarín, le hace falta quien lo quiera, que triste realidad para este amante del baile… Ya necesita una aventura que lo saque de su rutina desgastante.

¡Claro! Si Vainilla tenía una expresión dulce en su rostro era gracias a la preciosa Yamilé que bailaba sensualmente sobre el escenario cual llama danzarina en la hornilla de una estufa –y no era exageración-.

Sin embargo, el mamífero llamó su atención con un nuevo ofrecimiento. La mujer de cabellos rosados le miró con curiosidad.

“Esto es tan cursi que hasta me dan ganas de decirle que sí” pensó mientras acababa con el resto de su limonada. Luego dejó el vasito en la mesa y miró a sus acompañantes, quienes veían embelesados el espectáculo. ¡Ni siquiera iban a darse cuenta si Vainilla se salía!

-Suena bien, pero luego me presentas a Yamilé –comentó levantándose de su asiento, se acomodó el uniforme y caminó hacia fuera del local. Estaba tranquila, igual no pasaba nada y distraerse afuera le ayudaría a resistir sus ganas de tomar. Además, no era como que el venado fuese a tratar de hacer cosas raras…. ¿verdad?

¡Y quedaron aclaradas todas las sospechas de Benkay!, con la respuesta que le expresó Vainilla.
¿Qué más da? El enamorarse ya no se le daba al tierno y sensible venadito, al parecer, le vomitaba el amor.

-Bueno, salgamos, a sentir aire fresco, quieras o no, tanto alcohol y humo de cigarro me marean, no te preocupes por Yamilet, no creo que realmente quieras conocerla, te llevarías una gran sorpresa, así como la que se la lleva los tipos ebrios que salen por aquí a un motel de quinta y al despertar se dan cuenta que les duele toda su alma ajajajajajaja después te presentaré a una verdadera mujer aún más hermosa, !ah y está soltera!

Esto último, lo pronunció con un tonó muy burlón y salía del club mientras miraba a los acompañantes de Vainilla.

La llevó hasta un lugar donde la vista era maravillosa, el aire fresco era mínimo de las cosas agradables, una naturaleza hermosa, al mirar a los alrededores te hacía sentir tan vivo, la Luna, daba un resplandor asombroso, en pocas palabras, un lugar muy bellos, que desafortunadamente era el típico lugar de visita de los calenturientos, ya que se podían perder entre los árboles.

¿Bien, dime, de dónde vienes? ¿Es la primera vez que vienes por aquí cierto?- Le preguntó Benkay a Vainilla

Era sorprendente la manera en que el joven cérvido se tomaba todo de buena manera. Benkay estuvo en lo correcto al pensar acerca de la homosexualidad de la militar de cabellos rosados. Aunque, bueno, tampoco era como que en las noches de farra Vainilla se esforzara por ocultarlo.

-¿Sorpresa? ¿Acaso Yamilé hace magia negra? -dijo entre risas, pensando que seguramente el bailarín exótico sabía a lo que se refería. Es decir, por algo la gente hablaba de que en algunos lugares de la capital algunas "mujeres" engañaban a borrachos justo al salir del bar.- En fin, es un trato.

Así, sin hacer más comentarios, la capitana siguió a Benkay a donde fuera que él quisiera llevarla.

Era casi como las clásicas escenas cursis de los libros... "casi" porque sólo les faltaban un lago cristalino y las libélulas. La verdad era que la ciudad de Talis era bellísima y, aunque Vainilla era soldado del reino de Corazones, no tenía ningún problema para admitirlo.

-Este lugar es asombroso, -dijo con una sonrisa en su rostro, mientras se sentaba sobre una gigantesca y redondeada roca- Oye, cuando alguien me da bebidas gratis eso para mí es muy especial. Eso te hace importante, pero no te has presentado, Bambi ¿Quién eres? ¿Cuál es tu nombre? -preguntó al tiempo que movía las piernas rítmicamente, como hacían los niños pequeños.

A carcajadas Benkay se burla de lo que dijo Vainilla, “magia negra” jajajaj claro que conocía la frase, el velludo sin duda la había aplicada alguna vez.

Soy un tierno, peludo, cuernudo venadito, como te darás cuenta ajajajaja. Y me llamo Benkay, me alaga saber que aprecies esos detalles, me gustaría conocerte más, pero ¿de dónde eres? No te había visto por aquí antes.

Este ser, ama tener amigos, sobre todo, aquellos que entiendan su vida, sobre sus gustos, sus preferencias, al parecer, le agradó ver que la chica del cabello rosado se parece en algo en él.
Benkay le entra a los dos bandos, es algo que le agradó de la dulce señorita, que podrá entender eso él, pero ¿lograrían ser buenos amigos?, o ¿pasaría algo que lo impediría?.
En fin, el quiere seguir conociéndola para poder divertirse un rato

Benkay no aparentaba tener problemas para hablar sinceramente sobre lo que fuera. Incluso sobre sí mismo, cosa que resultaba admirable, sobre todo considerando que en Wonderland todos hablaban de todo... todo menos lo realmente importante y personal.

-Ah, todo está en los detalles, dulce cérvido, -le sonrió, asumiendo que aquella afirmación para muchos hombres resultaría una entera revelación, pero que de seguro Benkay siendo tan intuitivo ya lo sabría.- Vengo del honorable reino de Corazones, como lo habrás notado -dijo haciendo una referencia a su uniforme de capitán, dándole un jaloncito a su saco. No había que ser muy listo para darse cuenta que los capitanes de Rojo habían ido al bar en Talis con su uniforme puesto sólo por si tenían oportunidad de provocar y molestar.

Vainilla se rascó el lóbulo de la oreja izquierda, haciendo tintinear el arete. Luego miró atentamente al venado, preguntándose qué tanto podía hacer con esa enorme cornamenta.

En todo el buen sentido de la palabra.

-De hecho no creo que los soldados de rojo debiéramos estar aquí... -comentó distraídamente aunque tenía razón: en donde un alto mando lo supiera les mandaban una carta de cesantía... o les bajaban el sueldo, que era peor según las prioridades de la pelirrosa- ¿Tú siempre has vivido aquí, en Talis?

Después de un largo tiempo, después de mucho pensar qué contestarle a Vainilla, Benkay decide contarle la verdadera razón por la cual, él se encuentra en un Bar de baile exótico, si, fuera de su hogar.

-Estoy aquí, porque donde vivía, un lugar en el bosque, muy lejano por cierto; mi padre decide correrme por mostrar amor a lo que hago y sé hacer muy bien, “el baile”, pero según él esto no es de varones, además de que mi preferencia sexual lo decepciona, claro que me duele su rechazo, pero prefiero estar lejos, ser feliz con lo que hago y lo que soy, a pesar de no estar con los seres que amo; mi familia, a estar encerrado como pájaro enjaulado.

Todo aquello Benkay lo expresó de manera nostálgica, pero siempre con la sonrisa que lo caracteriza.

-Bueno, ya fue mucho de mí, cuénteme de usted señorita de piel color leche antojable.