Negociaciones.... -Privado/Vainilla-

Diamantes y Corazones. Dos de los poderosos reinos de Wonderland siempre en disputa, viendo cual de los dos supera en calidad al otro, hablando militarmente claro esta.

Sin importar que, era algo que ambas naciones debian resolver, y definitivamente, una guerra no era la mejor opcion, pues estas solamente suelen crear perdidas y el pueblo al final, es quien sufre las consecuencias. Suspiro pesadamente, con la coronacion futura de ambos pueblos sin duda alguna cambiarian bastantes cosas, y Credo, esperaba con ansias que fueran para bien.

Las cosas definitivamente no se resuelven solas, y siendo él el general de diamantes era su labor llegar a un acuerdo con uno de los altos mandos del ejercito rojo. De tal manera, que el can de hebras castañas se encamino con una escolta hasta corazones.

Estaba mal visto, bien sabia, los de su ejercito no eran bien recibidos en dicho lugar, mas no estaba alli para pelear. Desafortunadamente, las cosas no salieron como esperaba, solo pudo contactar con uno de los capitanes del ejercito. De momento estaba bien, por algo debia de empezar, solo esperaba que no fuera el mismo tipo con el cual tuvo la mala suerte de cruzarse ese dia en la enfermeria, y la "maravillosa" idea, de golpearle tambien. De ser asi, los esfuerzos serian en vano y ya no habria mucho que hacer.

Bajo de un salto de su montura, y sosteniendo las riendas, fue como aviso al portero que solicitaba hablar con el capitan de rojo, pues tenia cita previa, ya habia avisado de su presencia mediante una carta escrita personalmente con su impecable caligrafia, Credo cuidaba todos y cada uno de los detalles en cuanto trabajo se refiere. Uno de los soldado se encamino hasta donde yacia su superior, para dar aviso que el General de diamantes habia llegado. Firmemente, el moreno de blanca gabardina espero con sus hombres tras de el. Suspiro ligeramente, ojala su regreso no estuviera lleno de sorpresas, como aquel fatidico dia en donde se vio envuelto en una pelea tabernera todo por la vaguez de sus acompañantes, afortunadamente, esta ocasion se habia visto acompañado de sus mejores hombres.... ¿Verdad? Si, mas les valia, pues el castigo que impuso, sin duda fue ejemplar.

-"¿Vainilla Orchid? Un nombre... Un tanto peculiar-" Pero ¿Quien era el para juzgar?

Sus padres tambien fueron muy "ocurrentes" a la hora de nombrarle, al igual que a sus hermanos... No obstante, habia algo que Credo desconocia, y seria causa de su sorpresa al observar al capitan de la armada, y ese pequeño detalle era, que Vainilla Orchid, era una mujer...

¿A que se debio aquella pregunta luego de su bienvenida? Sus canidas orejas permanecian hacia atras haciendo denotar la seriedad que mostraba el hombre en todo momento, o al menos, en cuanto asuntos militares se tratase.

-Credo. General de la armada de Diamantes y leal servidor a la corona. Un gusto señorita Orchid-

Suspiro ligeramente al tiempo que elevaba la izquierda en un ligero ademan de negarse ante tal peticion. Maldita sea, sin duda alguna aquello fue un gran mal entendido... Pero bueno, como se dice por ahi: Hablando se entiende la gente.


Fijo entonces sus orbes azules sobre la mujer que yacia frente a el.

-Si no le molesta, permanecere en pie- Por que era mas que obvio el motivo ¿O no?

Mejor dejarse de tonterias... Entrelazo sus falanges tras de si, en una tipica pose de esperar orden alguna y alzo ligeramente el menton.

-Como mencione en mi carta. He venido a tratar negociaciones. Corazones y Diamantes no pueden mantener la relacion actual, no es benefico para ninguno de los reinos, y mas con la proxima coronacion del señor Iskandar y Bloodriver-

Directo, el canido no es alguien que guste de andar con rodeos. Para él el trabajo es lo mas importante a pesar de los errores que ha venido cometiendo desde su ascencion a General. No iba a mencionarlo, pero el cargo de rango le habia estado resultando mas dificil de llevar de lo que habia creido en un principio.

¿Cuando se volvio el ambiente tan tenso? Parecia que la mismisima tercera guerra mundial podria llevarse a cabo en esa pequeña habitacion y con tan solo ambos seres en ella. El moreno jamas abandono su postura y menos al observar a la mujer tensar la quijada de esa manera. A lo cual hizo intuir al General que, un regaño severo, se avecinaba.

Y en efecto, fue lo que ocurrio. Que mujer tan...

-"Demandante"-

Penso en un intento por calmarse y no mostrarse grosero, asi como molestarse, pues, en ocasiones para su mala fortuna ser un semi humano dejaba muy en claro el humor en el que se encontraba, por sus extremidades canidas, claro estaba. ¿¡Y ahora le pedia desarmarse!? En parte estaba bien, y Credo sabia que era una "medida de seguridad" dadas las rencillas entre ambos reinos. Pero lo que siguio fue vergonzoso para el General, tanto, que le obligo a ladear ligeramente la vista.

Maldita la hora en que se les ocurrio a ese cuarteto de vagos llegar a la taberna de Rubine, en donde no fueron muy bienvenidos que digamos, mas por haber irrumpido de manera inesperada la contienda que ya llevaba rato en aquel lugar.

Le miro nuevamente, antes de cerrar los ojos y hacer una ligera reverencia con la cabeza.

-Me disculpo de ante mano por lo sucedido ese dia, de alguna manera tenia que sacar a mis hombres que se vieron atrapados "por el fuego cruzado- ¿Y quien iba a pensar que las peleas taberneras eran algo muy comun en el lugar?

Como quiera que fuera. Credo tomo la vaina de su arma para asi, depositarla en la mano de la mujer que tenia frente suyo. Vaya que fue grande su sorpresa encontrarse a alguien con el caracter de vainilla en dicho lugar, el simplemente se limitaba a pensar que, los superiores de rojo, eran unos busca pleitos y abusaban de su puesto, que equivocado habia estado.

De mala gana se encamino hasta el susodicho asiento, claro, no sin evitar mirar a la capitan sobre su hombro cuando comenzo a caminar.

-"Esto es jodidamente humillante"-

Preferia un millon de veces los castigos de su antiguo mentor que estar soportando dicho momento ¿Podria haber algo peor?...

Despreciable sin duda alguna, era como le parecia la capitan al General de Diamantes. Si ese momento pudiese ser mas incomodo y humillante seria sin duda que la mano de la joven estuviera sobre su cabeza acariciandole como si fuera un perro.

Carajo y ahora tendria que tomar esa "agua con tierra" por que era mas que obvio que Vainilla pasaria a ofenderse si el moreno le rechazaba la taza de te, pues el moreno era mas de tomar cafe. No supo por que, pero se sintio como un muñeco de felpa en medio de un juego de una pequeña niña.

Estuvo apunto de responder cuando inesperadamente la femina, estornudo..

-Salud- Argumento a manera de cortecia.

Una vez, era normal ¿Dos? Extraña. Arqueo la ceja con curiosidad notable al observar como la capitana se levantaba de su asiento y al parecer observaba con determinacion la habitacion. ¿Y ahora que pasaba? Ya sabia antes de adentrarse a palacio que la reunion con un alto mando de rojo no seria normal, pero no penso que tanto.

Tratando de no perder la paciencia, Credo llevo su indice y medio hasta su rostro para masajearse ligeramente la sien, mientras que el soldado de rojo se acercaba para servir el te (y de paso ignorar dicha accion) por ende no se percato.

Un quejido sonoro se hizo presente en el lugar, al tiempo que el General de Diamantes apoyaba una mano en el respaldo de la silla y se levantaba (por obvias razones la mano, para poder levantarse dado la estrechez del asiento) apreto la mandivula asi como los ojos tragandose el dolor y con ello las altisonancias que deseaba aventar a los cuatro vientos por la quemadura del agua caliente. Ese estupido soldado y su error ¡Le habia ensuciado el uniforme! Aunque de momento no paro a pensar en eso, su mente estaba mas ocupada aguantandose el dolor, como los verdaderos hombres(?) es decir tanta herida en pelea debia servir de algo.

Ante el movimiento brusco que habia ejercido para levantarse, el fino florero donde habia un hermoso puñado de grandes rosas carmin se vino abajo, rompiendose y derramando el agua sobre el piso. Para colmo, el canido no se percato que, al hacerse instintivamente hacia el lado contrado donde estaba aquel naipe, habia pisado dichas flores, maltratandolas aun mas al contacto con el tacon de su bota.

Su mano diestra permanecia a la altura donde el te habia caido, que era en un costado a la altura del esofago, realmente agradecia que no hubiese sido mas abajo en alguna parte "mas" delicada. Resoplo entre abriendo los ojos y mirando al soldado decuidado, miles de insultos le pasaban por la mente (para el lo peor era ensuciarse el uniforme y el doble si no era por su culpa) finalmente, termino por tomar una ligera bocanada de aire y exhalarlo lo mas lentamente que pudo.

-¡Tenga mas cuidado, cabo!- Gruño ante la ultima palabra.

Bajo la mirada hasta el gran manchon en su blanco y pulcro uniforme. Sus orejas se hicieron hacia atras denotando la molestia en el, asi como su rostro mostraba un gran deje de disgusto e incomodidad.

Pobre General de Diamantes, pues en su dolor no se habia percatado de lo que el mismo habia ocasionado, porque un acto como pisar rosas rojas, en el reino de Corazones era clara indirecta de faltar el respeto a dicho Reino ¿Verdad?.

Sin duda, una nueva “especie” de guerra estaba a punto de comenzar justo en ese lugar.

Y así comenzó la historia sobre cómo reunión pacífica se fue a la mierda... varias veces y de regreso.

-¡General! -soltó preocupada la capitán quien hasta brincó de su asiento como si le hubiesen puesto en resorte bajo el cojín.

Si bien a Vainilla debía darle gusto el sufrimiento de un soldado de Diamantes, cuando oyó aquél quejido de dolor se estremeció cada fragmento de su femenino ser. ¡Debía hacer algo para ayudar al general Credo! Pero... ¿pero qué? Volteó a mirar duramente al causante del accidente, quien aún se tambaleaba con la tetera a un lado de la mesita de té.

-¡Estúpido naipe! -gruñó metiendo un golpe a la mesa con la mano extendida, y luego alzó uno de sus puños cerrados, amenazante. Sí, eso debía bastar para 'ayudar' al de cabellos castaños.

El soldado rojo bajó la mirada, nervioso.

-¿Qué miras? -demandó la menor, volviendo toda su atención hacia el mismo lugar donde miraba la carta de corazón. Vainilla vio ahí, tirado en el suelo, el ramo de rosas rojas de invernadero aplastadas bajo una de las botas del general Credo. La joven se quedó callada un segundo para procesar la información y entonces su expresión de molestia dio lugar a una cara llena de indignación y horror. El naipe salió corriendo de la habitación, sabía que iba a haber violencia y él no querría estar ahí para cuando eso ocurriera.

Lo que había hecho el semi-humano no tenía un nombre en el reino de los Corazones, así como tampoco tenía perdón. ¡Rosas rojas aplastadas en el suelo bajo los zapatos de un extranjero! La ira se hizo presente en cada fibra del cuerpo de la capitana, quien sin pensar dos veces cogió su arma en las manos. Podían decirle fea, podían llamarla zorra, lavandera y vieja argüendera, ¡y hubiera estado bien! pero ¿pisar frente a ella rosas rojas? ¡en su vida se había sentido tan insultada!

-¡Te acabas de suicidar! ¡Credo general de la armada de Diamantes! -vociferó mientras se le acercaba azotando su látigo en el suelo, provocando divertidos chasquidos con los golpes y los tacones de sus zapatos.

Mientras vainilla reprendia al pobre naipe. credo continuaba luchando por no lanzar una larga y seguro bien merecida altisonancia para el soldado, o incluso peor, pues cuando el General suele molestarse se torna un tanto agresivo, reaccion un tanto normal dada su naturaleza canida ¿Cierto?

Aun tensando la mandivula, el moreno tomaba con ambos indice y diestro la parte de su gabardina que habia sido afectado, para asi alejarlo un poco de su cuerpo y que no doliera tanto. Pero su accion fue cesada cuando se percato de algo, algo que atrajo su atencion y curiosidad. Sus felposas orejas no tardaron en erguirse ante ello. Con la vista, siguio al soldado que habia huido despavorido de la habitacion. En parte era bueno ¿Que no? Pero habia algo raro, Vainilla no habia argumentado algo como para que este saliera de semejante manera.

-¿Pero que...?- La voz de la capitana se hizo de notar. ¿Que es lo que habia hecho?

Algo no muy bueno... Miro hacia abajo... y, en efecto, caia en cuenta que se "acababa de suicidar" tal como la pelirosa habia argumentado. ¡Genial! Ahora se sentia como perro acorralado. Instintivamente, dio dos pasos hacia atras. Por inercia, llevo la izquierda hasta donde estaba... Estaba...

-"Me lleva"- Vainilla le habia desarmado previamente.

-Seamos honestos y razonables ¡Ambos sabemos que fue un accidente!-

Lo fue, estaba mas ocupado retorciendose por el dolor que fijandose que accidentes causaba el mismo. Maldita la hora en que se le ocurrio ir a "socializar" Como si de un escudo sobre natural se tratara, el General de Diamantes utilizo la mesa para permanecer separado de la furiosa Capitana, en lo que se le ocurria algo mejor pues no iba a agarrarse ahi mismo a golpes, menos con una mujer, por que, por mas ruda, estricta e irritante que fuera, Vainilla Orchid no dejaba de ser una dama y el can tampoco es conocido por levantar la mano hacia una femina.

Aunque, tampoco estaba como para salir corriendo como cachorro despavorido, tomar su montura y regresar a su reino ¡Eso si que no! Era el General y de una u otra manera, terminaria aclarando el tan mal entendido que se habia logrado ahi mismo.

La autoritaria mujer resoplaba como un colérico y salvaje animal. Su semblante le indicaba al soldado de Diamantes que se arrepentiría toda su vida de haber pisado las rosas rojas. Gruñó alzando la mano para meterle a Credo un buen azote. Sin embargo, al oír sus palabras ella pareció reaccionar y se detuvo bruscamente, considerando que tal vez era hora de hacer uso de su razonamiento. Tras un momento de silencio se acomodó el pelo con delicadeza, como la dulce mujer que definitivamente no era y, sin dejar de vigilar los movimientos del otro, empezó a hablar seriamente.

-La honestidad es uno de mis principios, general, -tensó un fragmento del látigo entre sus manos- pero ¿ser razonable? -pegó un chicotazo al mueble que los separaba, quebrando de paso un par de tacitas.- Parece que usted está olvidando que vivimos en Wonderland -le apuntó con el arma enrollada en su mano derecha- ¡Vaya a decirle razonable a su abuela! -berreó cual fina señora de mercado.

Todavía con su mirada fija en los ojos del general, Vainilla se acercó peligrosamente al borde del mueble rosado. Entonces puso el pie sobre el asiento de una de las sillas y la usó para posicionarse sobre la mesa, subiendo como si se tratase de escaleras, sin ningún tipo de vacilación. Una dura sonrisa rozó sus labios.

-Es hora de que recibas el castigo a tu irreverencia, chucho perro -sentenció con un gesto lleno de autosuficiencia. En verdad que a pesar de la edad seguía dando la impresión de una pequeña niña... Una niña a punto de jugar con sus muñecos.

Vainilla comenzó a verbalizar un hechizo en voz baja y casi entre dientes, con lo que su látigo se deformó en un azote rodeado por largas púas de metal. Echó el brazo hacia atrás para que su arma cogiera 'vuelo' y luego se abalanzó hacia adelante con una única intención: cargarse a Credo.

-¡Aaatchis!! -volvió a estornudar. ¡Quien hubiera pensado que ser un perro le daba al general una ventaja tan notable!

Vainilla gruñia, y eso que el animal era el. Prudente y precavido, Credo mantenia su distancia. Por unos breves instantes la mujer parecio reaccionar, y quiza todo podria resolverse mediante el dialogo.

Ante el golpe en la mesa, el general simplemente retrocedio un paso analizando la situacion y observando detenidamente para aprovechar cualquier minimo movimiento que pudiese surgir a su favor. Sin duda la mujer era insoportable, al menos el moreno habia hecho el minimo intento por arreglar todo por las buenas.

Arrogante, y con toques altivos, no esperaria menos de un superior de rojo, al menos esa manera interpreto el lenguaje corporal de la capitana al subirse de semejante manera a la mesa. ¿Perro? Odiaba cuando usaban esa palabra al menos de forma despectiva, pues no va a negar lo que es. Echo las orejas hacia atras al tiempo que empuñaba fuertemente las manos y flexionaba ligeramente las rodillas, listo para lanzarse contra la mujer de ser necesario.

Esas palabras, para colmo la femina tenia que ser un mago, el can miro con cierta sorpresa como el latigo se tornaba de un material que, de golpear, haria mas dolorosa la herida causada. Espero el golpe, alcanzo a hacerse a un lado a duras penas, una de las filosas puas del arma logro rozarle el brazo, ocasionando un corte ligero.

Y de nuevo un estornudo, que, ironicamente era la accion que habia dado hincapie a todo. El mayor no se espero y aprovecho la oportunidad, alzo la pierna izquierda y con fuerza movio la mesa, seguro con a accion Vainilla terminaria cayendo, y ya no le importaba.

-Que ingenuo fui al pensar, que podria socializar con alguno de los superiores de la armada roja- Menciono con un ligero deje de molestia.

Fruncio el cejo, y se llevo la mano contraria hasta donde el latigo le habia golpeado.

El General de Diamantes, hizo un sobreesfuerzo para no echarse a reir ahi mismo al ver la forma en que la "ruda" Capitana habia para a ir al suelo debido al movimiento que el mismo habia provocado.

Carraspeo un par de veces para tratar de recobrar la seriedad usual en su persona. Incluso ignoro el comentario de Vainilla, ademas que no era bien visto que un hombre como el se agarrara a insultos como vieja verdulera con uno de los altos mandos de rojo.

-"Vaya, vaya"- Mujer irritable, lo ultimo que Credo queria, era batirse en armas.

Sin embargo veia que no tenia opcion. Suspiro pesadamente, no habia otra opcion y tampoco quiere quedar como un miserable cobarde... No señor, de Corazones no se iba con la cola entre las patas. Obecedio a la mujer caminando hasta donde Vainilla habia dejado la vaina que anteriormente estaba en su cinturon, y asi, retiro el frio acero de su funda. Todo estaria bien ¿Verdad? Con que la Capitan no llamase a la guardia, estarian a la par, ella era una maga, y el un semi humano con mas fuerza y agilidad, i analizaba con determinacion las cosas, estaban bastante equilibrados.

Apunto con su arma a la mujer. Antes de lanzarse hacia a ella.

Sencilla y simplemente, que ridiculos eran ambos por iniciar una contienda por tan poco... Al menos cualquier persona pensaria de esa manera al saber cual fue el motivo que les llevo a "combatir tan fieramente"

¡Vaya! La Capitan de Corazones no solo sabia manejar la magia sino que tambien era bastante habil y agil como para eludir la estocada del General. Cerro los ojos con fuerza preparandose para el "golpe" no pudo evitar el hecho de gruñir sonoramente mientras que, con la mano libre, se limpiaba lo mejor que podia la cara. ¡Maldita sea! No iba a permitir mas manchas en su pulcro uniforme (o no tanto, ya que la mancha ocasionada por la bebida que el torpe naipe derramo ya se habia hecho visible). Sacudio con un claro deje de molestia la mano para terminar de limpiar los restos del postre de su guante de cuero.

-Bastante amarga, debo de admitir-

En definitiva, esos estornudos no eran algo normal... Cayo en cuenta. ¡La mujer era alergica! ... A los perros, en fin no era tan bueno pero ya era una ventaja ¿No? detuvo el nuevo ataque de la capitan, haciendo uso de la vaina de su espada para no quedar desarmado debido al impacto, sin embargo fue tanta la fuerza que aplico, que, la funda de su arma salio disparada de su mano haciendo que el General tuviese que retroceder unos cuantos pasos casi cayendo sobre la mesa la cual se inclino fuertemente haciendo que una de las tazas, la que estaba mas cerca de la orilla saliese impulsada por los aires, hasta caer sobre la cabeza de la mujer ocasionando que el te le mojara el cabello.

-Y pensar que nunca me gusto el te, creo que comenzare a tomarle el gusto-

Sin duda esa sera una pelea que duraria mucho en la mente del General, por lo embarazosa que era, claro esta.

Esa nariz roja... el maquillaje corrido debido al té que cayó sobre ella, y el cabello mojado por el (según él) asqueroso te que le había ofrecido. ¿Quién hubiese pensado que vería en semejante condición a la "temible" capitán de la armada roja? Se irguió lo más rápido que le fue posible.

Internamente se regocijó al ver la desesperación de la capitana. Punto para él. ¡Y Vainilla todavía lo empeoraba más! El canido realmente hizo un sobreesfuerzo para no estallar ahí mismo a carcajadas y fueron exactamente las palabras de la mujer frente suyo lo que le hicieron poder contener la risa.

-"Debes estar bromeando"- Fue lo único que pensó al ver como la mujer tomaba la silla con la mera intención de mantenerlo al margen como si una fiera bestia se tratara.

Al verle arremeter contra él, Credo solamente le eludió al hacerse a un lado, claro el látigo logro darle en uno de los hombros, pero pudo ser peor (según él) En ese momento y a falta de ideas, así como su afán de no herir a la capitán (muy en contra de lo que ella estaba haciendo, claro) pateó la mesa contra de ella, volteándola, y una de los pequeños platos que milagrosamente había quedado ahí salió en dirección de la mujer, pues el General no logró su cometido de golpear con la mesa a Vainilla.

Un pequeño trozo de tarta fue el "proyectil" que ahora se dirigía hacia ella, bueno... al menos podría devolverle el favor, ya fuera de ensuciarle, o de golpearle en el rostro como ella lo hizo anteriormente,