Un típico día en el Reino de Corazón

El del reino amarillo le tomo con fuerza por uno de los hombros, para evitar que el albino continuara tambaleándose de esa manera, no fuese que fuera a dar al piso nuevamente.

Una vez que Nero logro mantenerse "firme" o al menos durante cinco minutos, el can mayor cruzo los brazos a la altura de su pecho aun sin despegar su estricta mirada de encima.

-Solo si logra sacarte lo ebrio- Estiro una vez más su mano jaloneándolo de la ropa.

Asi fue como entonces dejo al menor a fuera del local (aunque en un punto en donde pudiese verlo no fuera ser que se le ocurriese hacer algo mas) y se adentro en el sitio; pidió un "levanta muertos" pero al no obtenerlo simplemente cambio la orden por un café demasiado cargado. Dejo el dinero de mala gana, aunque estuviese mal visto obvio, por ser un soldado de diamantes en "terreno" de corazones.

-Ten, tómatelo todo, no esta tan caliente- Y le extendió la taza. –Tal vez no te quite lo ebrio de golpe, pero al menos se te va a pasar algo.-

"Si logras sacarte lo ebrio" ¿Acaso ve que es fácil? Pues para una persona que jamás ha bebido en su vida y justamente por razones absurdas ahora este tambaleándose y cayendo a cada rato, si, de seguro es muy fácil. Una vez más sentí como Credo me tomaba para llevarme hasta donde dicho local estaba, claro él entro, ni de chiste haría que yo entrará con él, de seguro sería humillante -O no, quien lo sabe- Que el Capitán de la armada amarilla estuviera cuidando de un ebrio. Así me quede fuera del local, terminé recargándome en la pared y al final sentado en el suelo agarrando mi cabeza por el constante mareo que me producía el alcohol.

-E-Estoy comenzando a cuestionar... ¿P-Porqué t-trabajo e-en u-un b-bar? -Me pregunté a mi mismo sin dejar de mirar al suelo. ¡Oh sí! Necesitaba ese trabajo para poder pagar ciertas cosas, además de que soy el único menor que trabaja en ese bar (De menos de 20 años en adelante)

Segundos después salió el mayor con lo que suponía era café, suspiré pesada y audiblemente levantándome como pude porqué con tanto mareo no sentía tan siquiera que me ponía de pie. Tome la taza de mala gana y miré el contenido de esta.

-Eww... -Musité viendo el espeso líquido marrón oscuro que contenía aquella taza. Miré a Credo por unos instante, está esperando a que me lo tomé. ¡Que más daba! Un ultimo gruñido y bebí todo el contenido "a fondo". Una mueca de asco se formó en mis labios cuando terminé de tomarlo y regresarle la taza al mayor- ¡Agh! ¡Caliente!

Si, se notaba que no estaba tan caliente al momento de sentir un ardor en mi lengua.

-¿F-Feliz a-ahora? -Al menos se me estaba pasando el mareo.

El mayor de los canidos frunció el cejo al observar a uno que otro curioso que estaban atentos a lo que ambos hacían. Y es que, era más que obvio, el Capitán de Diamantes en ese lugar tratando de tal forma a un “inocente muchacho” de corazones daba hincapié a muy malos entendidos.

-¡Eso es lo que debería preguntarte yo!- ¿En qué demonios estaba pensando el menor al acceder trabajar en semejante lugar?

Y aun mas sabiendo como es el ambiente ahí adentro, hostil y volátil. Miró como el albino hacia un sobre esfuerzo por levantarse aun pese al tambaleo y que, para su satisfacción bebía el café que le acababa de entregar. Pobre Nero, Credo entendía su “sentir” eran los mismos gestos que cuando bebía té. Mientras el albino tomaba la bebida, el Capitan de Diamantes aprovecho la pequeña pausa generada para arremangarse la gabardina, del brazo donde le había mordido el menor. Al menos no “era algo grave” ambos poseían afilados colmillos pero quizá el can más chico no aplico la fuerza suficiente como para herirle.

-¿Feliz? No creas que me hace tanta gracia tener que cuidar a un crio briago- Le empujó ligeramente a manera de broma (como el hermano mayor “fastidioso” que se suponía era) con índice y medio en la frente.

Al menos, el mareo estaba pasando un poco, ya asimilaba algunas cosas pero en sí no iba a estar en el completo sobrio, no sin antes pasar la resaca... Uhmmm, será una experiencia única y horrible. ¡Eww! Aun tenía el sabor del café en la boca, y mezclado con la cerveza negra de antes era más horrible aún, un sabor putrido que descendía hasta mi garganta. Bueno, en cualquier momento tendría que "eliminar" el exceso de licor de mi cuerpo, de una forma para nada grata. ¡Jum! ¿Cuidar?

-¡Yo no te exijí que me cuidarás! -Ya no hablaba entrecortado, punto para la cafeína- Ya te he dicho que puedo cuidarme solo, ¿Que parte no entiendes?

¿Cual era ese nuevo afán de sobreprotegerme, ahora? Si bien sabía que pasamos trece largos años sin vernos ya no era un niño el cual tomar de la mano, obviamente es ese el problema; trece largos años sin vernos hace que rememoremos cosas de cuando eramos unos simples niños, la veces que me metía en problema y Credo siempre saltaba a ayudarme con ello, que lástima que todo termino tan mal para ambos.

Pase mi mano por mi cabello revolviendolo un poco, aún destilaba el horrendo olor del licor, chasqueé con la lengua para luego pasar mi mano por mi cuello.

-Mejor me voy a mi casa, ya recordé donde estaba -Sí, estaba medianamente consciente de todas las incoherencias que dije anteriormente- No importa, mi turno ya debío de haber terminado

Le di la espalda al mayor con afán de caminar hacia mi hogar, pero antes miré a Credo sobre mi hombro con una mueca de claro fastidio.

-¿Quieres venir? -Deje de mirarlo, desviando la vista hacía otro lado- Solo lo digo por si te piensas quedar aqui

-¡No! Ni tampoco tendría que hacerlo- Aja, si Nero supiese comportarse... Aunque no era el caso.

No era culpa del albino haber caído erróneamente en aquel barril de cerveza, y de la más fuerte para colmo, así como tampoco fue culpa del Capitán verse envuelto en "el fuego cruzado". Nuevamente Credo cruzo los brazos frunciendo el cejo y mirándole fijamente. Sabe que Nero puede cuidarse solo, no obstante no iba a dejarlo así de ebrio, aunque ya era menos.

-¿Quedarme aquí?- Exclamó ya con la molestia notable que había estado luchando por contener.

¿Quedarse en el reino enemigo y que tanto aborrecía. Y teniendo a un escuadrón de soldados esperándole? Los chismes corren más rápido que el fuego, aparte de verse aquello mas sospechoso y no podía retardar mas aquella entrega que, se suponía estaba haciendo. Suspiro pesadamente, pasándose la diestra por las castañas obras.

-Veinte minutos. Tengo cosas que hacer.- Media mentira. En el transcurso del camino simplemente se dedicaría a guardar silencio, lo que suele hacer cuando está molesto y en ese momento vaya que lo estaba.