Casualidades a la luz de la luna [Priv. Ikuto]

Estaba sediento, había pasado tiempo desde la última vez que aquella desesperante sensación le invadía, tiempo… ¿Meses? quizá hasta un año y es que; odiaba esa parte de sí mismo. En cuanto Shin –su mayordomo- relevó su puesto dejando al pelirojo supuestamente dormido, éste aprovechó para salir de la mansión, ya no podía soportarlo, sentía como su cuerpo temblaba y la calidez lo abandonaba, se llevó una mano temblorosa hasta el ojo izquierdo, perdiéndose en las fuertes punzadas lo obligaban a saciar aquel legado sangriento.

“Sangre…” murmuró quedándose inmóvil un momento para luego reír, enseñándole a la brillante luna los colmillos, la noche era perfecta para aquellos que dependían de ella, se movían con sigilo y esperaban el momento en la oscuridad, era una noche donde la luna se volvería roja, era una noche para los vampiros. Sonrió, seguro de que esta noche saciaría su sed y ya no tendría que volver a beber la inmunda sangre de los humanos en un buen tiempo, deambuló, buscando si quiera un destello de belleza en las sombras, por suerte no hubo necesidad de buscar mucho; pues la encontró, se trataba de una chica con cabellos negros y ondulados, ojos verde jade y piel blanca como un rayo de luna, estaba sola recogiendo agua del lago, -mala decisión por parte de ella- Shiki se acercó como si nada, ofreció gentilmente su ayuda y ella se ruborizó; fue así como selló su destino, los vampiros son seres hábiles, demonios en cuerpo humano que se aprovechan de la debilidad por medio de su ‘encanto’, he ahí algo que le molestaba de los humanos, eran tan superficiales que daban asco, pero no tenía otra opción. Sin darse cuenta la chica ya estaba en su poder, el pelirojo la rodeo con sus brazos, deslizó sus labios por su pálido y delgado cuello, y en un solo movimiento –totalmente delicado- incrustó sus colmillos en su piel, rasgándola, sintiendo como la sangre se deslizaba producto de la herida y finalmente saciándose con ella, al verla seca la dejó caer terminando el acto con una mirada de repulsión.

“Deberías haberlo pensado mejor, entregarte de esa forma a un hombre que acabas de conocer… no eras más que basura, tu lujuria causó tu muerte…” le dijo fríamente, como si el cadáver fuese a oír “Por cierto, ni siquiera tenías buen sabor…sangre sucia.” finalizó con una sonrisa que no duró mucho en su rostro, deseaba más…

Recorrió las cercanías en busca de más víctimas, asesinando, torturando e incluso destrozando con tal de saciarse, pero por alguna razón nada era suficiente, finalmente dio con el bosque junto al cementerio que; pronto tendría más habitantes gracias a Shiki. Sus ropas estaban empapadas de sangre, al igual que sus labios y manos, estaba hecho un desastre, un desesperado desastre. Se apoyó en un árbol cercano, su vista se nublaba, necesitaba más sangre, necesitaba dejar de negar que era un vampiro.

Pudo oír una voz que con expectante curiosidad pedía respuestas, Shiki sonrió, nuevamente podría beber sangre. Al levantar la vista pudo encontrarse con la fuente de aquella pregunta, se trataba de un hombre con rasgos animales, clásico de Wonderland, los seres interesantes siempre se encontraban con quienes eran como ellos.

”¿Quién?” repitió de vuelta mientras reía, subiendo gradualmente el tono de su risa, normalmente no reía de forma muy notoria, pero en esas condiciones solía perder levemente la razón, mas, sin perder su elegancia. ”Te hago la misma pregunta, quién eres? , no crees que es un poco tarde para deambular por los bosques?” preguntó como si él no estuviese en el mismo lugar, la luna brillaba intensamente sobre la felina silueta del joven frente a él, sus ojos eran de un azul totalmente puro, muy diferente a sus sucios ojos que brillaban en carmín, combinando a la perfección con las manchas en todo su cuerpo. Se apoyó contra un árbol, sentía la calidez de la sangre frente a él, ardía, al igual que la suya, el pelirojo sentía como la sangre que había bebido nuevamente se esfumaba, dejando su cuerpo frío, deseaba calor, deseaba sangre… más que nada.

”Senri… Shiki Senri…” murmuró mirando por leves momentos el cielo “He dado respuesta a tu pregunta, ahora.. responderás la mía?” le preguntó mirándole, desviando su mirada hasta el cuello del contrario, se veía tan suave… delicado, pero fuerte, era atrayente, Shiki necesitaba; hundir sus colmillos en el, desgarrarlo, lamer la sangre que resbalara formando un camino de perdición, quería ser invadido por el metálico y salvaje sabor del elixir carmín, se sentiría vivo otra vez, solo un poco más, una probada bastaría.

Pudo notar la cautela en las acciones contrarias, era algo ciertamente "común" que todos tuviesen miedo y ¿Cómo no tenerlo? la vida de quienes eran abrazados por un vampiro era totalmente efímera, aquellos brazos en los que las víctimas se sienten cautivamente a salvo son simples ilusiones, ya que al caer preso de ellos es el fin. Tendría que ser muy valiente aquel que no temblara, que no se alertara o que no se alejara de un demonio como lo era Shiki, un animal que podía oler la sangre y sentir su temperatura aun dentro del cuerpo ajeno, oír como fluía en un atento compás y además de eso podía drenarla quitándole la vida al portador de esta.

“Ikuto Tsukiyomi…” repitió suavemente dejando que la brisa llevase delicadamente sus palabras hasta los oídos contrarios, sonriéndole traviesamente y dejando ver claramente sus afilados colmillos en una grácil expresión que portaba deseo, sadismo y jugarreta. Escuchó las siguientes palabras del peliazul y no pudo evitar volver a reír ante ellas, era tan divertido que no podía borrar de su mente la idea de devorarlo, pero si lo hacía su agradable conversación se perdería en unos segundos y aunque una clásica regla al momento de comer es: “no jugar con la comida” algo así jamás era aplicado por los vampiros ya que el juego era su principal atracción y volvía su cena más agradable en todo sentido.

“Tu qué crees?” preguntó de vuelta llevándose el dedo índice hasta los labios y lamiéndolo lentamente, limpiando en el acto la sangre de éste y volviendo a clavar sus ojos –que poseían colores diferentes uno del otro- en el contrario “Aunque también podría simplemente estar de paseo por este agradable sitio, Quiero decir… las noches de luna llena suelen atrapar e invitar a disfrutar en ellas, no?” agregó observando los alrededores con cierta detención y respeto, era un lugar realmente hermoso, sobre todo ahora que había un camino de sangre en él, avanzó un par de pasos en dirección a su felino acompañante, sus ojos le observaban expectante “miedo?” pensó, pero al verle de más cerca pudo notar que más que eso era simple cautela, por lo que esbozó una interesada sonrisa. “Dime Ikuto…” le nombró con toda la confianza del mundo “Alguna vez te habías topado con alguien como yo?” le preguntó interesado en su reacción, hubiese deseado ver un rostro lleno de pánico, pero el peliazul simplemente se mantenía alerta.