A la orilla de un sueño [PRIVADO: Aloshka Bell]

Antes de que me diera cuenta mis pasos me llevaron hasta una de las lagunas que se allaban en el bosque, mi respiración era acelerada devido al cansancio y me dolía todo el cuerpo como si hubiera sido pisoteado. El agotamiento, había echo mella en mí caracter y me sentía más dévil de lo que nunca había recordado, sabía que no era la primera vez que me ocurría esto, como también sabía que no era la última. Mis pies trastavillarón hasta que finalmente y como era de esperarse no pudieron sostenerme y caí sobre la cienagosa tierra a la orilla del lago, hice un esfuerzo monumental por apartarme de la corriente que amenazaba en atraparme bajo el agua y ahogarme y me puse bocarriba, mi pecho subía y bajaba acompasamente, el cielo se teñía con las primeras luces del alba y el suelo con mi roja sangre que manaba de la herida abierta en mi brazo, echa por aquella daga que esa noche me había herido sin que la pudiera esquibar, claramente ahora su propietario llacía muerto, pero la pérdida de sangre y la incipiente locura que con el dolor había salido a flote, me habían hecho caminar por todo el bosque y caer derrumbado a la orilla de este lago.

El mundo se había teñido con los colores de la locura y parecía diluirse, como si un pintor imaginario le hubiera dado un último brochazó con aceite de linaza, para volverlo todo borroso y a la vez mezclado, cerré mis ojos, concentrándome en cerrar la herida de mi brazo, con mi don. Un don curativo que poseía y el cual comenzó a hacer efecto en cuanto recuperé algo de energía, noté el intenso escozor que suponía que la infección saliera de la herida y el alivio de cuando la herida una vez purificada se comenzaba a cerrar. El esfuerzo, llevó y ocasionó que mi ojo izquierdo el cual era de un profundo borgoña llorara sangre. Solía sucederme cada vez que empleaba mucha energía en alguna de mis habilidades. Cuando la herida ya estaba absolutamente curada y la sangre comenzaba a cuajar a mi alrededor, cerré los ojos y pronto caí profundamente dormido.

Mi vista ya comenzaba a ser la de siempre, aunque tanto esfuerzo repentino me había echo palidecer un tanto, miré a la chica, fijándome, minuciosamente en cada movimiento que hacía, como aquel en el que parecía pretender ayudarme, aun no sabía como tratarla, me volvía algo suceptible cuando estaba en esta situación, aunque de ella sólo emanasen sentimientos buenos y generosos. Suspiré, intentando relajarme ligeramente, sin poderlo lograr del todo. Mis orejas se alzarón, algo que odiaba ya que me gustaba levarlas escondidas para que no me comparasen con un medio-animal, aunque lo fuera, me había educado en una sociedad donde tener orejas era tratado por extraño y un suceso raro.

Cuando se presentó, si que conseguí destensarme un poco, algo en la manera que me decia que no sabía que hacía allí me llevaba a pensar que en verdad no tenía ni idea, después de todo, tan sólo era una niña que acababa de conocer y con toda sefuridad de que sólo se había acercado por pura curiosidad, no sabía como comportarme en consecuencia, aunque opté por ser un tanto amable, al menos eso no crisparía más mis nervios. -Estoy bien-dije con voz entrecortada, apartándome el cabello de la cara y sentándome de forma más relajada para recuperar el aliento-Mi nombre es Loren Bluerose, debería decir que es un placer conocerla, señorita Aloshka-volví a prestar una mirada a la ropa tan rar que llevaba y como esta me sonaba de algo antes de recordary abrir mucho los ojos-Tu eres humana, ¿verdad? pero humana del otro mundo ¿cierto?- de nuevo volvieron a mi las imagenes de las calles londinenses de mi sueño. Intenté levántarme, ya que odiaba estar inaptivo, aunque fue para nada.

Sonreí, mostrando algo del encanto que decía poseer, demostrando que en mi persona apenas había amenaza, aunque tan sólo fuera una mentira ya que debido a mi profesión y a mi fuerza, era necesario actuar d semejante manera, más la joven y inocente Aloshka no debía de saberlo-Me parece bien, te llamaré simplemente Aloshka-respondí agrandando mi sonrisa, aunque mis ojos no dejaban traslucir emoción inguna, ya que aun la consideraba una desconocida y una parte de mí se negaba a confiar en ella. Cuando verificó que pertenecía al otro mundo me tensé, desde luego y ahora que me fijaba, poseía esas facciones que sólo criarse en un mundo cuerdo podían conferir a alguien, en parte yo había enloquecido al llegar a este mundo, que ella no lo hiciera me recordaba en parte a esa Alicia, historia que me contó un viejo, amigo mío.

Me levanté junto a ella, sólo haciendo un gesto de molestía, cuando de nuevo vi el mundo temblar ante mis ojos, estaba demasiado debilitado como para intentar hacer cualquier cosa, más cuando centré mi atención de nuevo en ella, una vez más calmado y restablecido, no pude por menos y a pesar de que era estúpido por mi parte, alargué la mano y le acarcié la mejilla, lo que esperaba, se trataba de una piel suave y cuidada, no la típica piel que podían tener un callejero londinense, esta chica desde leugo había tenido una buena vida en el otro mundo, muchos no poseían esa suerte, suspiré.-Se puede decir que yo también pertenecía a ese mundo, aunque es obvio que no nací allí,-dije apartándo la mano y hundiéndome de hombros, como si mis orejas fueran la rueba suficiente de ello, yo fui tratado en ese otro mundo de fenómenos extraño, más bien fui como una mascota para una familia acaudalada, si me preguntaran si me gustaría volver, no sabía que respondería.

¿Te gustaría volver?-volví mi actitud un tanto más desenfadada, mientras comenzaba a probar si podía caminar como siempre, era más dificil y notaba a mis piernas pesadas, aunque lo odiara, aun tardarí un rato en recueperar mi agilidad, volví mis ojos felinos hacía los suyos-¿Desde cuando estás aquí?-se la veía aun lo bastante cuerda, de segro que aun ni había enloquecido.

La chica en verdad era realmente adorable, sobretodo con esa mirada tan sincera que poseían sus ojos, eso no quitaba que el sólo verla recordase a aquellos días en los que vivía en la alta sociedad londinense como una bulgar mascota o un hijo no querido, supe que había nacido aquí desde la primera vez que encontré a un ser como yo en este mundo, desde luego para mi fue una sorpresa, ya que toda mi vida, me la había pasado pensando en que en este mundo no había ninguna criatura que se asemejara a mí. Incscientemente hundí las orejass ante estos tan desastrosos pensamientos. Aloshka, había llegado seguramente de la misma manera que yo y aunque en su mirada se traslucía algo de infantil comportamiento y armonía, no cejaba en la idea de querer regresar a ese mundo cruel que había abandonado.

Desgraciadamente...-dije con voz melodiosa y que traslucía mi profundo pesar-desconozco como llegué a ese otro mundo ya que no era nada más que un bebe por aquella época, sin embargo sé que debe de haber una manera de regresar si yo conseguí ir al otro mundo.-asentí más para mí que para ella, volví a mantener un silencio, mi respiración se había calmado y nptaba como poco a oco todas mis fuerzas volvían, dudaba de quedarme en ese sitio durante mucho tiempo, en parte porque aun tenía algunas cosas que hacer.- De todas formas si estas en este mundo es porque este mundo te quiere, de otra manera no estarías aquí sino en cualquier otro lugar.-le dije con voz mesurada y pensando mucho en lo que decía- Si estas aquí-la miré serio a los ojos-puede deberse a que este es el verdadero lugar donde debes de estar, no es la primera vez que me encuentro con una estranjera, aun así, sé que en este mundo, todos los estranjeros son bien recibidos ¿o acaso no se han comportado contigo como si fueras alguien increible importante?-terminé sin apartar la mirada de sus ojos.

Tan pronto me agradeció mis palabras miré en otra dirección rompiendo el contacto visual con sus ojos,no estaba acostumbrado a que me agradecieran nada y realmente me había sentido conmovido al recibir un agradecimiento de una forma tan sincera e inocente, negué con la cabeza apartando ese sentimiento de lado, pero sin poder evitar verla con ciertoo cariño-No es como si lo hubiera dicho para agradarte, así que no me lo agradezcas-dije sin embargo intentandome devolver algo de la frialdad inicial, algo en ella me llevó a adivinar algo de lo que estaba pensando, simplemente tenía una mirada de inquietud tan sincera que seria imposible no leer en ella, por ello sonreí encantado.

¿Acaso hay algo o alguien que te espere en el otro mundo? Lo conozco lo suficiente como para saber que este mundo en comparación es un sueño, con la única diferencia de que si puedes morir en él-ronroneé casi con voz aterciopelada y temtativa-sería normal que no desearas volver al otro mundo, estar aquí es como despertar y darte cuenta de que el mundo no es monocrono,sino que poseé millones de colores inimaginables-comenté, explicando algunos de mis sentimientos al llegar a este mundo, sin embargo, incluso yo soñaba y deseaba aquello que había dejado atrás, aunque cada vez era más frecuente que olvidara partes de mi pasado hasta que estos desaparezcan, era algo común que solía ocurrir.

Alargué la mano aunque esta vez no era para comprobar algo, sino como una muestra rara de cariño, algo que saliendo de mí parecía casi amorfo, con cuidado deslicé la mano por su ondulado y suave cabello, casi de manera fraternal e incluso amorosa. Finalmente tomé un mechón y me entretuve rizándolo con los dedos. Suspiré y la volví a obserbar.-No me hagas mucho caso, después de todo yo no soy más que escoria en este mundo-sonreí de medio lado.

Así que detrás de ella había dejado a una familia, quizás un padre y una madre que anelaran estar a su lado, desconocía el porque, pero simpatizaba con ella. A pesar de no haber tenido una familia propiamente dicha, ni si quiera había soñado con tener una madre y un padre, sin embargo apenas tendría quince o dieciseis años, al menos eso aparentaba, era lo suficientemente mayor como para saber que ya no dependía tanto de la familia. Y que esta en algún momento de su vida debía ser abandonada, suspiré, enternecido con ella, era triste no dejar detrás de si a nadie más que a la familia.-A estas alturas ya habran superado tu ausencia-comenté, tras un rato.

Realmente esa niña me agradaba, prueba de ello fue la media carcajada que proferí antes de acabar sonriendo encantado con ella, ante sus últimas palabras. Era demasiado inocente e ingenua, me extrañaba que no se hubiera dado cuenta de que tuviera el brazo manchado de sangre, realmente era una de esas niñas incapaces de ver el mal que había en las personas-Pero así es como etiquetan a los de mi grupo-solté otra risa- Aloshka, precisamente yo soy una de esas malas personas con las que t no deberías juntarte, para este mundo no soy más que un ladrón y un asesino-sonreí de nuevo sin poderlo evitar-No soy tan buena personas como piensas-dejé caer el mechón para tomar con la palma de la mano su rostro-no deberías sonrojarte por cosas como estas...

Sus nuevas palabras me sorprendieron más de lo que pensaba, ¿cómo que no importaba que fuera un asesino? me consideraba alguien cálido, cierto que me estaba comportando de una manera más despreocupada y relajada, pero llegar a comportarme suavemente y con calidez parecía imposible y raro en mí, casi imposible de imaginar, debía de tratarse de que me veía invadido del aura dulce y tranquila que destilaba la chica y para que engañarme, sus palabras realmente hanía calado muy profundamente en mí, no estaba acostumbrado a que me trataran de esa forma, por lo que me llevaba a pensar que ella era una chica única y de caracter maravilloso-Tranquila-suavicé mi voz, volviéndola casi susurradora-yo nunca mataría a una chica linda-reí-las chicas son mi mallor devilidad después de todo, ni en el peor de los casos le haría daño a alguien que no considero amenazador.

Tras eso y seguido por un impulso, la atraje hacia mí con un brazo y le di un acojedor abrazo, estrechando su cabeza contra mi pecho con la dulzura de un hermano mayor, solté una risa cálida y encantadora, perdiendo completamente la fachada fría. Me encontraba recuperado por lo que la aparté un poco agarrándola por la cintura y me incliné para decirle con una amplia sonrisa-Será mejor que te acompañe hasta tu casa, este no es un buen lugar para que estes sola, no quisiera que te ourriera nada-volví a reir enderezándome-¿Qué te parece?

No parecía muy molesta por mi repentino abrazo incluso parecía complacida por alguna razón y ello me alegro, cuando accedió a que la acompañara, incluso sonreí más ampliamente, aunque me hubiera dicho que no yo la habría acompañado de todas maneras por principios, cualquier habitante del bosque como yo sabe que en este existen toda clase de criaturas terrorificas que podían hacerle daño si se lo proponian y no quería que la bella Aloshka sufriria ningún daño, en ese caso nunca me lo perdonaría e incluso me dolería. De todas formas y como había aceptado, no tendría problemas en llevarla hasta la misma puerta de su casa, miré al frente, orientándome según la posición del sol donde se encontraba el pueblo más cercano, ya que no pensaba que hubiera venido andando desde la ciudad y de haber sido así siempre podía coger algún tren hasta ella.

Como no me fiaba, la mantuve cogida de la cintura y me encaminé hacía el interior del bosque-Conozco un atajo con el que tardaremos menos, pero ni se te ocurra separarte aunque sea un centímetro-la avise, puesto, que era un camino poco transitado por humanos y incluso yo podía notar el extraño olor que estos despedían, con más tambien podría hacerlo cualquier animal que se lo propusiera-Es por aquí.

No me había dado muchos datos, pero poco importaba, de todas formas si no tenía nombre y además no podía estar muy lejos si había venido hasta aquí andando y aunque la condujera a otro lugar al menos estaría en la civilización, segura y sin problemas. Al menos allí no se tendría que preocupar de nada, me limité a asentir a su explicación, manteniendo una expresión concentrada mientras comenzaba a conducirla por el bosque, atento al menor sonido o ruido que pudiera resultar sospechoso, a mi memoria llegaron las imágines de mis primeras correrías por los bosques y de las incontables amenzas que habían atentado contra mí. Repentinamente, un perro-lobo se puso en nuestro camino, tan sólo era un chucho, no era problema, fue más rapido, en cuanto se abalanzó para mordernos, una bala de mi pistola voló rapida hasta su frente haciendolo caer a medio salto, intenté evitar que ella viera, y la seguí conduciendo, afortunadamente no hubo más incidentes y allí donde el bosque acababa, me paré soltándola y besándole con dulzura la frente. -Aquí te dejo Aloshka, cuidate de acuerdo... espero que nos veamos pronto- di un paso hacia atrás, dispuesto a volver al bosque y a su profundidad.

Su beso fue dulce y encantador y por última vez me llegó las emanaciones de su perfume, realmente olía bien, me pregunté si alguna vez volvería verla o si sería una de esas personas que pasaban como si tal cosa por tu vida y luego desaparecían de igual manera, esperaba que no, ya que en verdad Aloshka había sido una niña verdaderamente agradable y su compañía había sido como la más suave de las caricias, sonreí para mí mientras la veía marchar, cayendo por primera vez que estaba más cansado de lo que había esperado tras recuperar mis energías, moviéndome lentamente me di la vuelta, sumiéndome en el boscaje del bosque y en sus profundas entrañas, ya sólo sabía, que a partir de ahora ella estaría segura.