Vagando por la Ciudad

-Voy tarde, voy tarde, voy tarde... -murmuraba mientras avanzaba con paso ligero a través de la gente. No iba realmente atrasado, de hecho. A éstas alturas era prácticamente un tic nervioso que se hacía presente cuando tenía algún destino fijo al cual llegar, casi como una grabación programada para activarse cada vez que se veía en esa situación. Sin embargo eso no le impidió escuchar por encima el comentario de uno de los transeúntes que caminaba cerca de él.

Soltó una risilla burlona al escucharlo mencionar la palabra locura. Tontos forasteros, siempre pensando que todo el mundo está loco cuando claramente los raros son ellos.

Negó con la cabeza y siguió avanzando, acelerando el paso, mirando fijamente su enorme reloj para no tener que saludar a nadie. Si, bastante grosero de su parte, pero simplemente no estaba de humor ese día. No alcanzó a avanzar demasiado, sin embargo, pues cuando levantó la vista para checar la tienda a la que se dirigía, se encontró con que ésta estaba cerrada. Y aún a su distancia podía comprobarlo.

Desanimado, paró en seco. -Perfecto. -Maldijo por lo bajo girándose rápidamente con la intención de emprender el camino de vuelta, pero aparentemente su movimiento había sido tan súbito que había terminado por chocar de lleno contra la persona que venía detrás.

-Ah, lo siento mucho. -se disculpo sobándose la nariz. -Fue mi culp-... -se detuvo al reconocer que era el mismo chico al había escuchado al pasar hace un momento. -Oh...

Curvó una ceja, alentando al chico a terminar la frase que había dejado a medias. No había forma de que un forastero supiera quién era él, ¿verdad? Pues aparentemente se quedaría con la duda ya que su interlocutor se guardó el resto para sí y formuló una pregunta en su lugar.

Rodó los ojos. No era el primer (y estaba muy seguro que tampoco el último) forastero perdido con el que ha tenido que lidiar, y sinceramente era un trabajo que no le correspondía, sin contar que seguía molesto con la tienda que había decidido cerrar justo ese día. Imperdonable.

Suspiró. Podría simplemente decir que iba con prisa y evadir esa incómoda situación, dejarle el problema a alguien más, pero su conciencia no lo dejaría en paz, así que armándose de paciencia preguntó.

-¿Qué es lo que quieres saber exactamente? Porque si me preguntas algo tan vago como que ocurre no hay mucho que te pueda decir, -extendió los brazos, -solo un montón de gente caminando por la cuidad, preocupándose por sus trámites y diligencias. No creo que eso te sirva mucho, ¿uh?

De acuerdo, tranquilo Richard. No es culpa de éste tipo que andes de mal humor, no la pagues con él. Se dijo al darse cuenta de que su tono sonó más grosero de lo que quería.

Hizo un ruido reprobatorio con la lengua y volvió a suspirar.

-Bien, mira. Primero lo primero. Mi nombre es Richard Kuroi. -dijo apuntándose a sí mismo. -Algunos me llaman "Conejo Blanco", si, lo sé, muy original ¿no? -Se permitió sonreír para aplacar un poco la imagen de gruñón que pudo hacerse frente al chico. -En éstos momentos te encuentras en Wonderland. Más específicamente en la Cuidad Blanca y si sabes lo que te conviene te quedarás aquí.