Laberinto, árboles y sombras -priv-

Corazón no era un reino muy bueno si quería despejarme, no pensar en lo que era la nobleza o la avaricia de las personas. Podía ser bonito pero desde cierto punto de vista llegaba a ser despreciable. Esta vez, a diferencia de otras, sabía a dónde me dirigía y no era al lago. Un lugar en el que nunca había estado. Sabía que ir sola sin conocer era insensato pero ir acompañada en momentos como ese tampoco era apropiado. Toqué en el bolsillo delantero de mi falda la gema. Nunca había vuelto a ver a mi salvadora, no tenía sentido ir ahora. De hecho, ni siquiera me apetecía.

Suspiré al llegar a mi destino. El gran bosque se extendía ante mí, cada uno de sus árboles se alzaba amenazante. Aún con todo, me parecía un buen lugar para alejarme por lo menos durante ese día de todo. Con paso decidido me adentré en las sombras que ofrecían los árboles altos. Poca luz entraba entre las hojas y ramas de estos y conforme andaba la luz del exterior era más débil hasta llegar a nula.

Acabé sumiéndome en mis pensamientos como siempre. Eso no era muy sensato sabiendo que me encontraba en un bosque. Pero es que poder mantenerme lejos de mi padre por siempre sería tan bueno... O que él fuera diferente... Poder usar mis habilidades con libertad en mi propia casa... Ser una familia que no tuviera nada que esconder, feliz y que se amara tanto como una familia debería amarse. Y cuando quise darme cuenta no sabía dónde estaba. Bueno, tampoco es que esperara saberlo aunque hubiera prestado atención a los pasos que daba pero de haberlo hecho al menos tendría una mínima idea de por donde volver. Ahora solo sabía que me había dedicado a esquivar y rodear árboles, dejarme llevar por la brisa mientras pensaba. Me senté enfadada conmigo misma al pie de un árbol. ¿De verdad era tan inútil como para no ser capaz de caminar sin pensar en los pasos que doy?

Una brisa más fuertes que otras hizo que levantara la vista y me pusiera de pie. Algo se movía entre los árboles, lo sentía. Era imposible ignorar el ruido de hojas romperse no muy lejos de mí u otras cosas. Sacudí la cabeza. Seguramente sería un animal. Además, debía centrarme en salir de ese lugar. Sin embargo algo pasó muy rápido cerca de mí tras unos árboles dejando una similar brisa a la de antes. Demasiado grande incluso para ser un ciervo.

-¿Hay alguien? -pregunté retrocediendo dándome contra el árbol. No creía que fuera una persona pero era un acto involuntario el que acababa de cometer. Como respuesta obtuve otro movimiento entre los árboles esta vez a mi lado derecho. Aún de reojo pude ver una sombra negra. Asustada eché a correr. Si antes no era consiente de a dónde me dirigía ahora menos. Me costaba no tropezar pero sentía como lo mismo de antes seguía entre los árboles. Era absurdo asustarse de tal manera. Los animales en Wonderland eran diferentes a lo que los llegados de la superficie contaban de los de allí. ¿Por qué no iba a ser uno? Aún así este bosque seguía siendo tan desconocido para mí... A lo lejos divisé una silueta. Por la distancia era algo borrosa, parecía incluso una sobra también. Pero sabía que era una persona. Conforme me acerqué pude diferenciar algo de ella. Era una chica más o menos de mi edad de pelo verde. A causa del momento no pude fijarme en más. La cogí del brazo asustada y me acomodé tras ella.

-¡Ayúdame! -apenas tenía aire en los pulmones pero la adrenalina superaba todo-. Algo viene por ahí detrás... ayúdame. -Lo que quisiera que fuera se acercaba, lo sabía. Quería seguir corriendo pero me veía incapaz y no podía hacerlo sin asegurarme antes de que aquella chica me seguiría. Cerré los ojos y en un acto impulsivo me tiré a coger una rama que, por falta de concentración, no pude convertir en algo mejor que lo que parecía ser una espada de madera mal hecha.

Tenía la intención de disfrutar de un día bonito y soleado en los normalmente tranquilos alrededores del bosque de Wonderland. A pesar de que algunas personas decían que era demasiado fácil perderse por aquella zona, no dudé en coger algunas cosas necesarias para pasar el tiempo allí, como comida, agua y demás, aunque no demasiada cantidad para poder llevarlo cómodamente. También guardé en una pequeña bolsa de tela un cuaderno y un lápiz, por si en algún momento me apetecía dibujar.

Anduve durante un rato y observé todo lo que estaba al alcance de mi vista en el gigantesco bosque, empezando a ver el motivo del cual la gente no se acercaba demasiado al lugar: estaba repleto de altísimos y oscuros árboles, animales por doquier y mucha vegetación. Verdaderamente no me desagradaba demasiado. Es más, adoraba estar entre la naturaleza. Podía verse en mí la curiosidad que sentía al mirar todas las clases de seres vivos que habitaban en un lugar tan apagado y húmedo.

Hasta ese momento me orienté con facilidad y no me había perdido, así que decidí tomar un descanso después de andar durante varias horas. Encontré una roca perfecta para sentarme, dejé la bolsa en la que llevaba mis cosas a un lado y cogí mi cuaderno. Mientras empezaba a dibujar distraídamente escuché un débil crujido en unos arbustos cercanos. Observé fijamente la zona por donde había escuchado el sonido, guardé las cosas que había sacado y me acerqué. Al acortar la distancia, un pequeño conejo salió disparado, huyendo de mí. Solté un suspiro y dirigí la mirada a donde se encontraban mis pertenencias. Me quedé sorprendida al ver que un ciervo llevaba la bolsa colgada en una de sus astas. El animal, al percatarse de mi mirada, empezó a correr como lo había hecho unos instantes antes el conejo. Tardé un poco en reaccionar, y después lo intenté perseguir. No tenía ni la más remota idea de donde iba, solo seguía el rastro del ciervo que se había llevado mis pertenencias. A los pocos minutos le perdí la pista, pues corría con mucha más velocidad que yo. Algo cansada, me di cuenta de que no sabia donde estaba, y me había alejado demasiado del lugar en el que me encontraba antes.

Estoy totalmente perdida pensé un poco enfadada conmigo misma. Me detuve después de andar durante un rato y empecé a ver todo para encontrar algo que me resultara familiar. A mi alrededor solo había arboles. Ni una sola roca, o arbusto, o cualquier cosa que me sirviera para orientarme. De pronto, sentí que alguien cogía mi brazo y se escondía detrás de mí como si huyese de algo. Pude fijarme en que era una chica cuando me pidió que le ayudara y dijo que una cosa se acercaba. Me concentré en escuchar el sonido que hacia la criatura al moverse, y pensé en qué hacer. El animal ya estaba a pocos metros delante, pero debido a la asombrosa oscuridad, solo se veía una borrosa silueta enorme, más alta que yo. Al estar mas cerca, pude ver completamente como era: una especie de araña enorme, de color negro y montones de ojos de color amarillo ambarino. Parecía no tener boca, y las patas peludas tenían destellos verdes, como si fuesen escamas. Cualquier persona pensaría que eso no podría existir, pero era Wonderland, y ahí nada es razonable. Estaba muy nerviosa, y me quedé petrificada por la sorpresa. Sin pararme a pensar demasiado en lo que hacía, paralicé el tiempo a mi alrededor. Todo se detuvo, excepto yo y mi nueva acompañante.

Todo a mi alrededor se detuvo, no se sentía ni la brisa. Asustada salí de detrás de mi nueva acompañante sorprendiéndome con la vista del enorme animal que estaba frente a nosotras. Me estremecí. En un acto reflejo y sin pensar mucho me agaché y cogí una mejor rama del suelo soltando la que antes había sostenido. Convertí la nueva en algo parecido a una lanza usando una piedra en punta en uno de sus extremos. Eso me había llevado más de diez segundos pues necesitaba concentrarme para usar esa habilidad. Lo más sensato hubiera sido correr pero sentía que este tiempo no duraría mucho más, que en algún momento todo volvería a moverse. Tenía razón.

El viento sopló y movió las hojas en el suelo y las ramas de los árboles. Miré al bicho nerviosa. Poco a poco sus patas se empezaban a mover como si hubiera estado cubierto de hielo, resquebrajándose recién despertando. Esa cosa nos atacaría en cuanto pudiera moverse completamente y yo lo sabía. Instintivamente cogí a la chica del brazo nuevamente.

-¡Corre!-Sin pensar mucho eché a correr tirando de ella. Era incómodo, por no decir casi imposible, correr agarrando con una mano a alguien y con la otra sosteniendo una lanza. Pero el objeto era mi seguro, algo con lo que podría protegerme. Miré a la muchacha y cuando me aseguré de que me seguiría porque era lo más lógico en ese momento, la solté y seguí corriendo, ahora más cómoda y rápido. El aire golpeaba mi cara y se escuchaba un ruido deslizante detrás, esa cosa nos seguía aún. Y me era difícil correr así y sin mirar por donde pisaba. Como era de esperar tropecé con una raíz saliente de uno de los árboles, no ayudaba la oscuridad del bosque para nada. De algún modo me alegraba de haber soltado a la chica antes, de no haberlo hecho, ella hubiera caído. Como pude me levanté apoyándome en la lanza, tenía heridas en las rodillas pero en ese momento no me importaba… el bicho ya nos había alcanzado y estaba a pocos metros de nosotras. Miré a la muchacha con urgencia, correr ahora no serviría de mucho y esperaba que ella tuviera alguna idea mejor. Mi lanza de poco serviría una vez la lanzara y ni siquiera estaba segura de acertar.

Necesitaba mucha concentración para que mis poderes de paralización del tiempo perdurasen lo máximo posible, pero en esa situación era un poco complicado no ocupar la cabeza con otra cosa. Sentí que la chica de pelo pálido hizo algo, pero no pude ver el qué. Después de unos instantes, ya no podía aguantar más, y todo volvió a la normalidad. La criatura empezó a moverse, y yo casi me quedé paralizada. Mi recién adquirida acompañante tiró de mí corriendo en dirección contraria al asqueroso bicho. Sinceramente, en esos momentos mi cabeza no estaba demasiado lucida, por lo que me constaba un poco más de lo normal procesar la información. De hecho, detener el tiempo provocaban esas consecuencias en mí, pero en unos minutos sería lo suficiente capaz como para avanzar por mí misma. Cuando comprendí que la muchacha tenía en una mano una especie de lanza, ella me soltó, creyendo que yo podía correr sin problemas. Apenas unos segundos después se cayó al suelo y me acerqué a ella lo más rápido que pude para intentar ayudarla a levantarse, pero ella lo hizo sin mi ayuda. De todas formas, el espeluznante sonido de las pisadas de la criatura se iba haciendo cada vez más claro, y al darme la vuelta, la encontré delante. Miré por todos lados, asustada más de lo que había estado antes, buscando algo que sirviese para eliminar a esa cosa o por lo menos defendernos de ella y escapar. Al bajar la vista, vi unos brotes de plantas pequeñas alrededor de nosotras. Reconocí alguna de ellas como venenosa al tacto, y sin tener mucho tiempo en pensar algo más, utilicé de nuevo mis habilidades mágicas.

Me concentré lo máximo que pude e hice crecer rápidamente las plantas para formar un escudo de vegetación para protegernos temporalmente. Las plantas no eran muy resistentes, pero el veneno mantendría a raya al animal durante unos minutos al menos. Me acerqué a la muchacha que al parecer había salido herida por el diminuto accidente. De momento no tenía demasiada energía como para curar los rasguños, así que rasgué un poco mi camiseta para conseguir una tira de tela para vendar las heridas y la intenté erguir para que se levantara.

-¿Puedes caminar?-pregunté para estar segura de si era capaz de avanzar sin mi ayuda. Tenía pensado guiarla hasta una zona del bosque donde se encontraba rodeada de arboles altos y que formaban un muro que el animal no sería capaz de pasar, y que se encontraba a unos cinco minutos andando. Imaginé que ese lugar sería seguro para recuperar un poco la calma perdida y curar las heridas de la chica.

Abrí bastante los ojos cuando, de alguna forma, un muro de plantas se alzó delante de nosotras impidiéndole el paso al bicho. No sabía muchas cosas sobre plantas pero aquellas no me inspiraban mucha confianza si pensaba en tocarlas. Y no era la primera vez que pasaba algo así durante los últimos minutos sin que lo hiciera yo. Lo que me llevaba a pensar que tal vez me había cruzado con una maga y esa era la chica que me preguntaba en ese momento si podía caminar. Asentí con la cabeza.

-Oh, sí claro que puedo. -Miré mis rodillas. El daño que pudiera haberme hecho era superficial, apenas salía un poco de sangre y casi ni me dolía. Di un paso hacia mi acompañante pero... la herida, que en un principio no tenía muy mal aspecto, casi no me dolía. Hice una pequeña mueca-. Bueno, duele un poco, pero creo que puedo caminar.

Miré de nuevo el muro y al bicho detrás de este. Intentaba romperlo de algún modo, atravesarlo, pero no podía. Cada vez que se acercaba mucho o entraba en contacto con él, profiría ruidos que clasifiqué mentalmente como gritos. Las plantas le hacían daño y, tal vez por su mal aspecto, pensé que eran venenosas... y seguramente lo era. Y siendo así, si la chica a mi lado era una maga, debía de tener conocimiento sobre ello. Me di la vuelta y empecé a andar a paso ligero esperando que ella me siguiera.

-¿Crees que eso aguante mucho? -Pregunté refiriéndome al muro (Si lo había hecho ella lo sabría y si no... mi pregunta tampoco daba a entender que sí lo hiciera así que solo podría estimar tiempo).Mi voz sonaba agitada mientras intentaba respirar. Hacía un poco de calor y el hecho de haber corrido solo me había hecho sentir este con más intensidad y cansarme. Miré a mi alrededor. ¿En qué parte del bosque estaba? Solo era consiente de correr no de hacia dónde. Dirigí mi mirada con urgencia a la chica-. ¿Sabes... sabes dónde estamos? -seguí andando sintiendo un pequeño dolor en las rodillas. Lo primero era dejar a la cosa esa atrás y luego ya buscaría agua o algo con lo que limpiar mis heridas. No, no se me ocurrió aprender magia curativa.- Creo que deberíamos buscar agua, ¿te parece?

La chica dijo que estaba bien, y eso me alivió un poco. No sería bueno estar en un bosque así con una persona herido de gravedad, puesto que nos podríamos encontrar animales peores al que hacía unos instantes habíamos detenido.

-Me alegro por ello-miré la herida en su rodilla y vi que en realidad no tenía demasiado mal aspecto. Era una de las heridas que podría curar con facilidad con mis poderes, pero en ese momento me encontraba sumamente cansada, y necesitaba guardar fuerzas por si en algún momento necesitábamos correr de nuevo. Había usado dos veces mi magia, y no era muy recomendable usarla otra vez.

Alcé la cabeza, intentando encontrar algún destello de luz que me pudiera indicar que hora era, pero resultó ser inútil. Las copas de los altos árboles eran tan espesas que solo dejaban pasar unos suaves hilos de luz solar que solo me podía decir que era de día. Suspiré, un poco frustrada por todo lo sucedido, sin ser capaz de remediar nada.

-No te preocupes, creo que el muro es lo suficientemente resistente como para que esa cosa nos deje en paz durante unos minutos.-miré a mi alrededor, intentando orientarme, pero resultaba inútil. Si no había conseguido encontrar un camino antes dudaba que en estos momentos lo consiguiera. Además, estábamos perdiendo tiempo, puesto que el muro no iba a aguantar eternamente.-Si te digo la verdad.....No sé en qué parte del bosque nos encontramos.- paré de caminar un momento y miré al suelo, buscando alguna señal que nos sirviera como referencia en aquel lugar tan similar- La verdad es que necesitamos hidratarnos. Será mejor que empecemos a buscar por ahí-señalé un claro entre los árboles que estaba en dirección contraria al bicho.

Era evidente que teníamos que ir por el lado contrario al de la criatura, por lo que empezar por aquel lugar me parecía más adecuado. Realmente me hubiera gustado saber qué clase de criatura era esa cosa con la que nos habíamos topado, pero tampoco es que tuviese muchas ganas de volver a observarla. Esperé la respuesta de la joven a mi sugerencia mientras calculaba el tiempo que nos podía quedar antes de que el animal nos alcanzara.

Mi mente estaba aún medio paralizada por el susto que habíamos pasado por lo que no pude definir exactamente si su respuesta me daba a entender algo o no. Tampoco me iba a torturar intentándolo, sería más fácil preguntarle y punto.

Que tampoco ella supiera orientarse en este punto del bosque no era nada bueno pero preferí seguir excavando entre las opciones que teníamos antes de hacer algo al respecto. Al parecer la mejor opción sí que era seguir el claro entre los árboles que ella señalaba. No estaba segura de que por donde yo andaba en ese momento fuera un camino y ese que la chica sugería parecía más seguro. Además de ir completamente en dirección contraria a ese bicho que se seguía intentando atravesar el muro.

Me giré ligeramente para coger ese camino andando a paso ligero. Confiaba en que mi acompañante me siguiera ya que, claramente, no le sería muy difícil seguirme el ritmo. Hice una pequeña mueca cuando el ardor se apoderó de mis rodillas pero no podía quejarme en alto. Si tan solo hubiera tenido un poco más de cuidado... La idea de ir al lago no era tan mala. Esperaba al menos que siguiendo el camino encontraramos agua. Miré durante unos dos segundo al bicho.

-¿Estará bien... dejarlo tal cual? Es decir... no crees que nos siga, ¿verdad? - En verdad sería mejor que no, pero nunca se sabia. De igual forma me importaba más alejarme de él todo lo posible. Fijé mi mirada en la chica mientras intentaba seguir caminando. Mi curiosidad seguía en pie. -Oye, eh... esto... ¿eh? - Pero no sabía ni como llamarla. ¿No sabía ni su nombre y ya intentaba preguntarle por su vida? Dios, que mal. En fin... tampoco es que se pudiera decir que hubiesemos tenido tiempo para eso. - Bueno..., ¿cómo te llamas? Yo... yo soy Hikari. - Aún con su nombre, no me veía como para decirle de repente si había sido ella la que había levantado el muro entre la criatura y nosotras. Aún así mi curiosidad no menguaba para nada. Opté por hacerlo más indirectamente. -Vaya... fue mucha suerte que de repente aparecieran esas plantas cortándole el paso... ¿Tienes idea de a qué se puede deber?

En ese momento tampoco me importaba mucho que respondiera o no. Me incliné un poco para mirar mis rodillas. Ahora se veía algo de sangre en ellas pero eran solo rasguños.

Seguí a la chica con paso ligero, ya que tampoco quería quedarme a ver como la cosa se acercaba a nosotras. Mientras caminábamos, vi que hacía una mueca, y pensé que se debía a que las heridas de la rodilla le molestaban. Delante nuestra podíamos ver el claro que se encontraba a una cierta distancia, y no estuve muy segura de si llegaríamos a tiempo de que el animal fuera capaz de alcanzarnos.

Quién me manda a mí a ir al bosque... pensé para mis adentros. Seguramente habría tenido más opciones a parte de esa, y sabía perfectamente que era muy mala orientándome. Intenté pensar en positivo, diciéndome a mi misma que no tenia la culpa de que aquel ciervo se llevara mi bolsa. En cierto modo me sentía estúpida, por haber perdido algo tan insignificante y no poder recuperarlo. Sacudí la cabeza, sacando esa idea de la mente. No hacía falta pensar en esas cosas en aquellos momentos.

-Encantada de conocerte, Hikari.... Soy Alera.-en realidad no era una de las mejores situaciones para conocer a alguien, pero un rostro nuevo siempre me era bienvenido-Oh, no fue suerte. Hice que las plantas venenosas del suelo crecieran con rapidez para que formaran ese muro. Lo cierto es que no estoy muy segura de que puedan aguantar mucho. Soy maga, y supongo que tu también lo eres, ya que transformaste aquella rama en una lanza-sonreí para calmar un poco el ambiente. Era bueno sacar tema de conversación en un momento así, para distraer un poco la atención del monstruo que se encontraba a nuestras espaldas. En ese momento se escuchó un leve gemido de la criatura, y me estremecí-deberíamos darnos prisa, por si acaso.

Tras unos instantes por fin llegamos al claro. En él se podía observar lo espacioso que era, y era uno de los pocos sitios dentro del bosque en los que había encontrado más luz que en los demás. Esta vez, al alzar la vista, puede ver un poco del sol. Por el centro había un pequeño lago, lo que nos solucionaba la falta de agua.

Solté un suspiro de alivio, pensando que ese parecía ser un lugar seguro. Miré a Hikari, tenía aquellas heridas en la rodilla, y decidí que era un buen momento para sanarlas. Me acerqué a ella y cerré los ojos, recuperando la energía que casi no notaba. Respiraba lenta y pausadamente, concentrándome en usar mi magia. Al abrir mis párpados, pude ver que había funcionado, y ya no se veía ni rastro de las magulladuras, salvo un poco de sangre. Más tranquila me dirigí a un alto árbol y me senté al pie de este, apoyando mi espalda en el tronco. Estaba cansada, y necesitaba recuperar algo de energía después de haber usado tanta magia.