Lazos del Destino

[ Corett ]

La princesa estalló en una carcajada al escuchar su nombre en aquél modo de reproche tan típico de la reina de tréboles. ¡Pobre Corett!

-¡Soy un león! -rugió como tal, aún congestionada por la risa y luego le pasó el enorme peluche a la joven albina.- Es el mejor regalo de todo Wonderland ¡Y me lo acaba de dar Alexander! -dijo con una gran sonrisa, tratándose de algo así le era difícil controlar su felicidad.

Sin embargo, entre ese escándalo Sarah se fijó sin querer en el listón que llevaba Corett en su mano. Salmón. Era cierto, la reina de tréboles estaba tan sola como ella en ese aspecto. Aunque obviamente no se había decidido a llevar algún tipo de prenda o listón relacionada con el evento y ¿todo por qué? porque no sabía qué color usar. Sarah no podía usar salmón pues todo el reino sabía que iba a contraer matrimonio con Alexander Iskandar. Y no quiso llevar lila porque su futuro esposo era, sobre todo lo demás, su mejor amigo.

Suspiró profundamente.

-Lo siento. No te he traído un regalo ¡pero ya sabes lo mucho que te quiero! -dijo metiendo las manos en sus bolsillos, pero al hacerlo sintió la cajita de chocolates que antes le había dejado Credo. Dio un leve respingo y sacó ambas manos de su saco, tirando accidentalmente el obsequio. La caja rebotó un par de veces en el suelo, achatándose sus esquinas al caer.

La líder de rojo se agachó rápidamente para recogerlo y le regresó a la bolsa de su saco. Lo hizo bruscamente y denotando el descuido, -casi- como deseando que se maltratase más la envoltura. Volvió sus ojos azules hacia los de Corett, ligeramente avergonzada por lo que acababa de suceder.

-Me alegra verte aquí. ¿Has escapado otra vez de tus guardias? -mencionó alzando una ceja.

[Aloshka]

¡Tensión! Eso era lo que tenía totalmente el ambiente ahora, una horrible y jodida tensión más lo incomodo que resultaba todo esto. En silencio me quedaba escuchando lo que Aloshka decía, parecía que en cualquier momento se echaría a llorar o a algo peor y eso no me gustaba en nada, no me hice su “hermano mayor” solo para hacerla llorar… Pero si de verdad me quería más allá de lo fraternal sinceramente yo no podía hacer nada, solamente seguir comportándome como lo era hasta ahora, un hermano y nada más.

¿Cambiar las cosas? ¡Claro que no! No quería hacerlo por nada del mundo, pero algo me decía que Aloshka pretendería cambiarlas ahora con su confesión o pretendía engañarse a sí misma tratando de evitar ese sentimiento que tenía por hacerlo pasar como algo llanamente fraternal. Y sin más me dio la espalda, pero no huyo ni parecía querer irse, por mi parte no encontraba aún que palabras decirle, que hacer y qué no hacer en ese momento.

… ¡Al diablo! La tomé nuevamente del brazo y la abracé fuertemente como pretendiendo a que no se me escapará ni se alejará de mí, ocultaba mi rostro en su hombro y mis dedos se entrelazaron con sus hebras doradas.

-Lo menos que quiero… -La alejé un poco para mirarla a los ojos colocando ambas manos en sus hombros- … Es que te alejes de mí, y que te deprimas por algo como… -¿Cómo qué?- … Como esto… -Pase suavemente su mano sobre su mejilla acariciándosela- … Eres alguien sumamente especial, tal vez no llegué a quererte más allá de lo fraternal, pero te quiero y te adoró como la pequeña hermana revoltosa que tanto me mete en problemas…

Una mano la colocó sobre su cabeza para revolverle el cabello de forma amistosa sonriéndole juguetonamente. Tal vez no podría considerarme como un “buen hermano” como lo es Credo o un “buen amigo” como lo es la rubia, pero yo haría lo que fuera por quienes yo apreció.

Lo que fuera, a cualquier costo. Uhmmm, poniendo eso, quizás si podría hacer algo por ella, ¿Estaría mal? Bueno la intención no era para mí sino para ella, así que no importaba. Coloqué ambas manos en sus mejillas y alcé un poco su rostro mirando sus ojos.

-Quizá esto no sea mucho –Lentamente acerque mi rostro al ajeno, sintiendo su respiración y su aliento con olor a cereza- Pero considéralo como obsequio de San Valentín –Y antes de esperar la respuesta de la menor la había callado con un pequeño y suave beso en sus labios, para mí no era nada pero para ella, bueno quien sabe. Al separarme volví a revolver su cabello y sonreírle entre dientes.

-No estés triste por nada, mejor ve y sigue repartiendo los muchos regalos que trajiste para este día, si me necesitas estaré por ahí…

No era mi intención dar la impresión de que estaba huyendo del lugar –Y no lo estaba haciendo- Ahora tenía que hacer algo con cierta persona que parece haberse tomado la molestia de venir a un lugar tan fresa como este.

[Dante]

¡Ah! El mayor estaba hablando con la fantasma no era tan malo pero realmente necesitaba hablar con él, así que, ¡Que importaba! Ya interrumpieron algo.

Rápidamente me acerque al mayor por detrás y lo tomé del brazo mirando a Elizabeth.

-Tú me lo quitaste ahora yo te lo quitó… -Comencé a jalonear al mayor en otra dirección pero sin dejar de mirar a Elizabeth- Te lo regresó al rato…. Ó cuando me haga enojar…

Y seguía, técnicamente arrastrando al mayor hacía otro lugar.

[ Corett & Diarmuid ]

La reina de tréboles dijo "parecería que mis guardias son tontos" y Sarah rodó los ojos porque hablando de guardias ¿dónde diablos estaban los suyos? ¡¿y los sirvientes?! ¡las copas de vino no se llevaban solas! Se dio una palmadita en la frente con la mano derecha.

Creyó que sería conveniente llamar a alguno de sus súbditos, sin embargo, la inesperada pregunta de Corett le echó sus esquemas a perder. Subió los hombros en donde no supo qué responder y tampoco se le ocurrió que simplemente podía decirle la verdad.

Afortunadamente para la princesa, fue en ese instante que uno de los guardias de trébol hizo acto de presencia. Sarah le miró y asintió con la cabeza para saludarlo, pero después la atención del lancero se volvió por completo hacia Coretto. Al parecer el joven Diarmuid había considerado a su reina para el tradicional intercambio de regalos.

[ Corett ]

El momento hubiera sido perfecto de no ser por un detalle que Sarah notó únicamente porque la albina puso cara de shock. Apretó los labios bajo sus incisivos, haciendo una sonrisita para evitar reírse frente a la reina de trébol y su guardia. ¿Qué iba a hacer Corett? Bueno, cuando la princesa roja se dio cuenta, su amiga ya la iba jaloneando hacia otro lado.

-Si es lo que creo tienes que estar bromeando -se quejó cuando se detuvieron para discutir lo que harían. Sí, "tenía que estar bromeando", pero parecía ir muy en serio y, aunque no estuviera de acuerdo Sarah iba a ayudarle. Era cosa de pensar rápido, tampoco iban a ir de compras el mismo día del evento.

-Pusieron una mesa de regalos para la nobleza de Corazones -mencionó luego de pensárselo unos segundos- Podríamos coger cualquier caja de ahí, después sólo le cambias la etiqueta y listo. Ven, vamos -y dicho y hecho, la mujer de ojos azul prusiano se llevó tras ella a la Chocoretto.

[Dante]

¿Prisa? ¿Quién tenía prisa? ¡Ah esperen! ¿Era porqué lo andaba jaloneando?

-Ajá, como sea –Eso podría considerarse un “Me alegra verte” o lo que fuera para el otro. Ya cuando terminé de jalonearlo y llevarlo a otra parte de la playa lo solté y volteé a verlo. Estaba un tanto sorprendido, o sea de verdad no pensaba en que viniera a este tipo de festividades, al menos que haya venido “por obligación” como yo… S-Sí, “obligación”. Buscaba el regalo entre mi gabardina, hasta dar con la caja decorada con un listón lila adornándola.

-Ten, esto es tuyo –Desvié la mirada extendiendo el regalo a este, claro evitaba que me viera con el rostro enrojecido porque era muy obvio que no pararía de burlarse de mí por esa tonta reacción de mi parte, y este que tanto decía que era adorable también.

….. ¡¿Adorable?! ¿Cuando me rebajé tanto?

-Son chocolates con alcohol –Dije, ahora sí volteaba a verlo mientras seguía extendiendo la caja- Espero que te gusten… Porqué no las acepto de regreso

Y con dicha caja golpee levemente el pecho del mayor, en serio, el alcohol era horrible por su sabor, por su olor y por la facilidad que tenía para poner a las personas estúpidas más estúpidas e incoherentes, como si ya no viviera en tantas incoherencias.

Además, ya tenía una ligera y pequeña experiencia de lo que se siente ser más idiota e incoherente.

-No se me hace raro que tú no tengas nada para mí –Llevaba mis puños a la cintura ladeando la cabeza ligeramente hacia la derecha. Me acerqué un poco más a esté y rodearle su cuello con mis brazos sonriendo ladinamente- Bueno, siempre me puedo conformar contigo, hasta cuando me sacas de quicio…

Evento

-No te preocupes, por mí está bien -contestó tranquilamente, apurando el paso a su vez.

La verdad esperaba que en la mesa de regalos hubiese algo que le pudiera servir a la menor y, bueno, también sería un buen lugar para dejar al leoncito de felpa. Acababa de descubrir que le gustaba andar por ahí presumiéndoselo a todos, pero debía aceptar que el hecho de ver a la princesa de Corazones jugar con un muñeco de peluche le restaba puntos a su imagen de cruel monarca-dictador.

-¡Luego me cuentas qué cara hizo tu guardia al ver su regalo! -le dijo con una gran sonrisa, pues sinceramente no creía que la joven reina fuera a aceptar la sugerencia. ¿La realeza robando regalos? ¡Por favor!

Mientras tanto Sarah Vilhelm iba caminando con toda la elegancia posible, hasta que su amiga le cuestionó acerca del dichoso regalo naranja. La princesa trastabilló.

-...me lo dio el general de la armada de Diamantes -dijo sin mucha emoción, sabiendo que a Corett Amelie no le podía mentir. Lo bueno era que la albina no estaba tan familiarizada con la política como para extrañarse por algo así.

La de cabellos azabache quiso pasar de la segunda pregunta o al menos responder algo como "No, no debería", pero la dulce reina de tréboles era otra cosa. De manera que Sarah sólo se limitó a dar un asentimiento con la cabeza, no obstante su rostro mostraba su total desaprobación a la idea. ¿Por qué habría de darle a Credo algo a cambio?

Llegaron a la sala de jardín donde se encontraba la mesa de regalos para la nobleza. La princesa sentó al león en su silla y después se acercó a examinar los obsequios con la única intención de ayudar a Coretto. Sin embargo no pudo concentrarse: cada que se movía podía sentir la cajita naranja ladearse dentro de su bolsillo.

"¿Por qué tuvo que regalarme algo? Ahora me está empezando a desagradar este evento" pensó para luego decidirse y arrancar una de las banderitas de papel decorativas del reino rojo. Cogió de mala gana -y deliberadamente- el obsequio más pequeño que encontró: una cajita que medía apenas 5x5cm; procedió a quitarle la envoltura y el listón y después la envolvió con la banderita de corazones -aunque habría que mencionar que la joven gobernante no tenía una maestría envolviendo cajas-.

Al momento de hacer el moño resopló con fastidio, no podía usar listón naranja porque Credo no era su amigo y en fin... el lila quedaba descartado en automático. Así, desesperada, retiró una de las cintas rojas de su saco y con ella terminó de atar el obsequio.

-Ya está el mío, Corett -le dijo mostrándole el diminuto obsequio. Sí, claro, obviamente Sarah no lo pensaba entregar jamás.

[Evento]

¡San Valentín! Época del amor, la amistad, la hermandad y bla bla bla… Como yo lo llamaba era: “El día del chocolate” ¡Chocolate por montones! Todos y cada uno se regalaban una caja de ellos para demostrar su amor, amistad o lo que fuera… Había escuchado el cuento del cual dicho evento emergió y con el permiso que me dieron –Debido al castigo por andar nuevamente perdido en el bosque- Y pude ir a la playa con una cinta naranja amarrada a mi muñeca.

Llevaba varias y pequeñas cajas de chocolate para entregárselas a mis más cercanos amigos –Si por mí fuera le entregaría una caja a cada ser presente del lugar- Pero mientras iba de camino tenía una lucha interna en la cual me repetía constantemente: Sora no te comas los chocolates, Sora no te comas los chocolates. Muy difícil. Llegué y los chocolates seguían intacto, bueno se salvaron por cargar una paleta en la boca para que no pensará en chocolate nuevamente.

¡Pero era imposible no pensar en chocolate! ¡CHOCOLATE, CHOCOLATE, CHOCOLATE, CHOCOLATE, CHOCOLATE! Sacudí mi cabeza intentado –Y con un esfuerzo sobrehumano- para dejar de pensar en… “Eso” y concentrarme en la festividad, miraba a mi alrededor a las personas presentes que bailaban y reían por este día.

Todo el mundo se regalaba chocolate y no había nada mejor que celebrar el choco… ¡Es decir! La amistad… Sí, sí, amistad. Me adentré más en la playa para ver si veía a alguien conocido, como cierto peliplata para entregarle su ración de chocolate…. Y un listón lila. Sin embargo mi mirada se desvió al ver una indiscutible cabellera rubia y al instante supe de quien se trataba.

[Aloshka]

-¡Aloooooshka! –Le llegué por detrás abrazándola y pegando mi barbilla en su cabeza- ¡Mira, mira, esto es para ti! –Alcé la mano y le mostré la pequeña caja de chocolates con un listón naranja en medio- Esto es por ser una gran amiga y una gran persona para mí y para muchos

Conmovedor. Después la solté y me moví para quedar frente a ella y mirarla con el ceño fruncido, pero con una sonrisa juguetona en mis labios colocando mis puños sobre la cintura.

-Ahora tú tienes que darme mis choco… ¡Quiero decir!... Mi regalo –Y sorpresivamente extendía mis brazos a los lados sin dejar de sonreír juguetonamente- Pero primero dame un abrazo

[ Corett ]

Después de las palabras de la menor, su alteza Vilhelm se giró hacia ella visiblemente molesta.

-¡¿Qué?! ¡Por favor, Corett! ¡Es un militar, los regalos seguro le parecen algo muy estúpido! -se quejó de inmediato, notando un segundo después que sus palabras no sólo aplicaban para Credo, sino que también se llevaba a Diarmuid entre ellas. Y como la albina ahora tenía un regalo para ese lancero, entonces Sarah debía hacer algo que nunca le había gustado: disculparse. Bajó la mirada algo apenada. La realeza no tenía porqué pedirle perdón a nadie, pero se trataba de su amiga y... en fin.

-Lo siento, yo hablaba sólo del general de diamantes, -se alzó de hombros- es decir, del hombre que me dio esto -dijo mientras le mostraba la maltrecha caja naranjada. ¡Si Aloshka Bell supiera cómo había terminado el regalo que le había llevado a Credo!

Sarah puso de vuelta en su bolsillo el obsequio con listón naranja y seguido guardó el que supuestamente había preparado para el castaño.

-Estoy segura que a tu guardia le encantarán esas chocoretas -miró directo a sus ojos verdes, todavía algo sonrojada, y una sonrisa rozó sus labios.

Así que "chocorettas"... De un momento a otro parecía que se habían metido en un extraño juego de palabras que prometía traicionar a los participantes en la primera oportunidad.

-Bueno, si me disculpas, debo ir a... -pausó un segundo, sin poder creerse lo que iba a decir. "Vamos, ni siquiera tienes que hacerlo, sólo tienes que decirlo"-- iré a entregar un regalo. Te veo más tarde, Corett -dijo al fin.

La princesa se giró para retirarse, sin saber exactamente a dónde iría a perder el tiempo. Resopló resignada y se dirigió al baile, al menos Corett no la vería si se quedaba ahí.


[ Credo ]

"No sé cómo es que últimamente cometo tantos errores al hablar" iba preguntándose mientras caminaba esquivando personas "por un instante creí que haría entristecer a Corett..."

Alzó la mirada para ver por dónde iba y encontró unos metros más adelante a alguien que sólo pudo identificar como Credo. Tal vez estaba algo lejos como para haberle reconocido tan rápido, pero la princesa adjudicaba eso al blanco y llamativo uniforme. Sin embargo, en esta ocasión le vio con la mitad del traje empolvado. Sonrió inconscientemente al recordar cómo había sido que el uniforme terminó así, es decir, la caída del cánido sobre la arena. Aunque por otro lado, también maldecía el hecho de que apareciese "estorbando" en su camino. Sarah no sabía cómo comportarse cuando estaba con él y quizá por esa misma razón fue que apresuró su paso con intenciones de alcanzarlo.

-Usted y yo dejamos algo pendiente, general -dijo cuando le tuvo lo bastante cerca como para asegurar que le oyera.

[ Aloshka ]

¡Sí, chocolate!... Ok Sora, ¡Ya! Debes dejar de pensar en eso. Y casi parecía un esfuerzo sobre-humano de mi parte, pero aún así me encantó que la rubia me abrazará devolviéndoselo de la misma forma. Con entusiasmo tomé la caja de chocolate que rápidamente abrí mientras Aloshka parecía mirar a otra parte, tome uno de los chocolates e inmediatamente me lo llevé a la boca, degustando el dulce sabor del chocolate. Miré tranquilamente como la menor me tomaba de la mano y me jalaba hasta la mesa para buscar jugo que por error entre tantas vueltas se lo había derramado.

¡Oops!

Durante el recorrido hacía la mesa ahora ya con calma –Y chocolate en la mano- Me dispuse a ver bien quienes estaban en tal festividad. Habían varios soldados de varias armadas –Ninguno que conociera- Una chica de cabello morado… ¿Volando? Nada raro. Los futuros reyes de Corazón -¿Cómo lo sabía? Chismes, muchos chismes- Dos albinos abrazándose melosamente –Aww que lindo- Y pues más gente feliz comiendo sus dulces.

-Aloshka, ¿Entregaste hoy un regalo lila~~? –Nuevamente dirigí mi vista hacía los albinos, obviamente sabía quién era uno de ellos- Y recibiste dos naranjas…

Obviamente la chica se sentía mal, ¿Y quién no lo estaría después de ser rechazado? Sonreía con toda la felicidad que podría tener, así no entristecer a la rubia por haberle dicho eso y a la vez le desordenaba el cabello de forma infantil.

-Pues es bueno ¿No? Al menos se nota que tienes personas que te aprecian mucho~~ –Ladee la cabeza hacía el lado derecho levantando la mano moviéndola de arriba hacia abajo- Y yo solo tengo un regalo y ya ando hiperactivo desde que salí de mi casa~~

Hablando de ser muy, muy sincero.

-Además… -Mi semblante cambió a uno de lloriqueo, inclusive hacía pucheros y llevaba mis puños a la altura de mi pecho- ¡Sufro por no comerme los chocolates! –Ahora agitaba los brazos de arriba hacia abajo como desesperado- ¿Sabes lo mucho, mucho, mucho que me cuesta no comerme todo esos chocolateeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees?

Y ahora llevaba ambas manos a mi cabeza totalmente desesperado incluso mi expresión parecía de uno. Cualquiera que me viera diría que estaba pasando por algo muy malo…. Y solo eran chocolates.

[Evento]

Borrón y cuenta nueva, podía volver a lo que estaba haciendo: El rondín. O como él lo llamaba, pasear de aquí para allá vigilando que todo estuviese en orden. Dió un leve tirón de su cola para sacarse la arena, al menos había hecho lo mejor que pudo para quedar "limpio".

Sarah le había dicho en aquella ocasión, que la odiara... Algo que obviamente no podía hacer y para colmo ¡Estaba haciendo lo contrario! Negó con la cabeza ¿Por qué tenía que estar pensando en esas cosas? Cerró los ojos suspirando pesadamente.

-"Enfócate a lo tuyo, y ya"- Su trabajo, por supuesto.

Era fácil como la mujer lograba alterarle y sacarle de su manera de pensar frecuente.

-"Es todo por el malentendido"- Se aclaró una vez más.

El hecho de revivir constante lo sucedido alla y de pensar en la futura de Corazones a grado de perder a veces la concentración en los entrenamientos era por lo que hablaron mientras la tormenta les obligó a estar encerrados. Al menos el alto pelirrojo había interrumpido antes y ahora seguramente estarían charlando de sus futuros planes, o algo de la índole, Sarah no tenía por qué molestarle ahora...

[Sarah Villhem]

O eso creía. Una de sus felposas orejas giró en dirección de la voz de la azabaches ¡Que día! Instantáneamente giró sobre sus talones para encararle.

-¿Qué cosa? Alteza serenísima- Frunció ligeramente el cejo al momento de decirlo al igual que echólas orejas hacia atrás, en un deje de fastidio... ¿Ahora con que le saldría su majestad de rojo?.

[ Credo ]

-Una conversación -respondió al instante.

En menos de lo que se había imaginado, la princesa ya tenía al estoico militar viéndole de frente. No se había preparado psicológicamente para eso, razón por la cual se sintió amenazada en cuanto le vio bajar las orejas. Cualquier persona, por más mal observador que fuera, hubiera podido darse cuenta de que le incomodaba. Obviamente Sarah también podía notarlo y el saberlo tenía un raro efecto en ella.

Colocó ambas manos sobre su cadera y levantó el mentón ligeramente para sostener la mirada al hombre de cabello caoba. Estando tan cerca la diferencia de altura se volvía más evidente y eso no le hacía gracia a la joven monarca; con Alexander el verse bajita era divertido, pero con el general no pasaba lo mismo y... y punto.

-Es eso, dejamos pendiente una conversación, pero este lugar me parece un tanto inapropiado -dijo observando a su alrededor: el lugar estaba lleno de gente y se escuchaba la música de orquesta demasiado bien, inhibía el ponerse a charlar sobre todo si lo que se buscaba era seriedad. Sarah hizo un movimiento con la cabeza para indicarle al otro que se fueran.

-Sígame -ordenó en un tono apacible que disimulaba la orden al grado que parecía más una petición. No había que dejarse engañar por algo así.

Sarah comenzó a caminar hacia una zona arreglada con mesas de jardín, donde pudieron dejar atrás el espacio concurrido. Sin embargo, todavía continuaban en el mismo lugar y aunque con menos intensidad, de cualquier forma podían oírse la música y el escándalo de las personas. Al llegar, la princesa se dio la vuelta para ver de frente a Credo.

-Primero, -sacó el regalo de cinta naranja y lo devolvió al dueño- no quiero esto -dijo con firmeza, pero también con un ligero temblar en su mano. Qué incongruencia. Se había arrepentido de esa acción apenas la comenzó, pero era tarde como para retractarse.

-Segundo, -inspiró hondo y volteó hacia un lado porque creyó que ya no lo podría mirar- aborrezco ese uniforme suyo, -habló con sinceridad, era más sencillo porque no lo veía directamente- pero descubrí que usted no me desagrada ni un poco y pienso que eso es lo más frustrante de todo esto: No sé cómo debería comportarme en su presencia, no lo supe entonces y tampoco lo sé en este momento.

Dio un par de pasos hacia atrás y cruzó ambos brazos sobre el pecho.

-De haber sido otro el emblema de su ropaje las cosas hubiesen sido diferentes y entonces yo hubiera sabido qué hacer. Perdóneme, Credo. De lo que le dije en aquella ocasión lo que recuerdo es poco, pero eso poco que figura todavía en mi mente es terrible: usted no merecía eso. Por eso he decidido dejarlo a su elección, dígame, -y endureció el tono- ¿cómo debería actuar al frente suyo?

[Aloshka y White Rabbit xD]

¡Oh sí! Ya estaba haciendo drama de un drama, literalmente hablando, y todo por un insignificante chocolate. Ya casi me ponía a correr –Cosa que no debía- Por los alrededores comiéndome la bolsa entera de chocolate que me dio Aloshka más la que traje para los demás. Descarté la idea de una forma muy rápida cuando vi una nueva bolsa de chocolate frente de mí con un listón naranja, la tomé rápidamente. Richard fue quien me lo dio, le agradecí y busque en la bolsa otro regaló, justo para él.

Antes de poder dárselo este se hecho sobre Aloshka, bueno se lo daría después. Mientras hablaban me mantenía comiéndome el chocolate de Aloshka y Richard –Sí, al mismo tiempo- y giré para ver a los demás. Había tantas y tantas personas pero no había señal de la que yo buscaba…. ¡Oh bueno! Sería para otro día.

-¡Richard! –Lo llamé, extendiéndole el pequeño regalo con una cinta naranja- Esto es para ti también

Y ya para cuando terminé de entregárselo, seguí comiéndome el chocolate.

-¡Oigan! ¿Qué tal si caminamos por la costa? –Dije animadamente. Es que la cuestión parecía tornarse aburrido y no quería eso, no con tanta azúcar en mi cuerpo- Oh mejor, ¿Una carrera?

Bastante que me dijeron “No corras” Pero eso fue hace ya tanto tiempo, ya nadie se acuerda de ese suceso –Al menos lo disimulan muy bien- Y no teníamos porque poner caras largas.

-¿Qué dicen?