Alice in Wonderland
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Adagio -Priv. Credo-

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Mensaje por Credo Vie Ago 23, 2013 2:12 am

Mareo... tanto sueño...

Se deslizo ligeramente hacia abajo para obtener una mejor postura, sentía que en cualquier momento caería dormido profundamente, pero evitaba el hecho de hacerlo pues quien no aseguraba que ese sueño seria para siempre.

Si, quizá la de ojos Prusia tenia razón ¿pero por culpa de quien era que se había convertido en una traidora para su reino?

Se odio a sí mismo en ese momento, como jamás lo hizo antes...

Si, tal vez lo mejor hubiese sido callar, como siempre, dejar que las cosas siguiesen su rumbo y observar todo y las consecuencias de aquella decisión, podría hacer como siempre vivir con la incertidumbre del "que hubiese pasado" antes que envolver a Sarah en una situación como esa.

De haber sabido, quizá, como ella le pidió en aquella ocasión en la carpa, le hubiese odiado...

Ya era tarde como para pensar en esas cosas.

-¿Perdonarte? ¿De qué cosa? para mí no has hecho nada malo- El era y será el culpable de todo...

Sonrió con cansancio, tenerle cerca se ha convertido en una de sus cosas favoritas, y sin embargo en esa ocasión no puede disfrutar de ese simple acto. Cerró unos instantes los ojos para sentir mejor aquellas caricias y sonrió con seriedad.

Llevo la mano que intuyo tendría menos sangre impregnada hasta su mejilla brindándole tiernas caricias. Como un can que no entiende, el moreno ladeo ligeramente el rostro.

-Algo mareado, y moverme aunque sea un poco es molesto- "Pero desgraciadamente es algo a lo que estoy un tanto acostumbrado"- Si, ¿cuántos golpes y heridas no había recibido desde hacía un tiempo?

Hizo un ligero esfuerzo por levantarse ¿Para qué? Ni el mismo lo supo, tal vez su naturaleza le impulsaba a llevar a cabo acciones como esas de manera inconsciente.

-Saldremos de esta... ¿Cómo? Inclusive ya ha involucrado indirectamente a su Rey... Si le acusaban de haber violado la tregua, entonces Sarah tendría a disposición la vida de Kiske, y lo más seguro es que el consejo le obligase a ejercer tal tratado, como ambos (Sarah y Ky) habían acordado.

Bajo la mirada. ¿Por qué tuvo que ser tan estúpido? Su egoísmo y afán de amar a alguien ha causado demasiados problemas indirectamente a otras personas.

Movió la mano para obtener mejor apoyo y así pudo sentir el frio del metal del mango de la espada, instintivamente volteo en aquella dirección ¿cuántas veces más seguiría empuñando un arma? En ocasiones, desearía que todo fuese mas fácil o que toda su vida militar fuese un simple sueño y que, al despertar se encontraría somnoliento charlando de aquel efímero sueño con sus padres...

O quizá, se encontraría con una vida más amena y sencilla...
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Adagio -Priv. Credo- - Página 2 Empty Re: Adagio -Priv. Credo-

Mensaje por Sarah Vilhelm Vie Ago 23, 2013 2:53 am

-Quédate quieto, hombre. -Le regañó. En cualquier caso, podría considerarse una "buena señal" que Sarah todavía tuviese ganas de hacer eso.- Saldremos de ésta… -murmuró después que él, sonriendo con cierta ironía.- Igual y hasta tienes razón. Llevamos la ventaja, ¿sabes? -dijo acariciando las orejas del castaño- Ellos no tienen un perro. -Besó sus labios, pero no era igual… Lo sentía tan lejos, tan ausente. Mas no tenía manera de saber si ella era quien "se alejaba" o era él.

Notó al militar hundido en sus pensamientos.

-¿Te acuerdas cuando ingenuamente te dije en "Lazos del destino" que quería que fueras mi General?  -Agregó mientras se inclinaba sobre él para besarle en la frente. Y así, repentinamente, le abrazó. Como ella estaba arrodillada se encontraba más alta que él, haciendo que el rostro del militar estuviese en el espacio entre el cuello y su pecho. Se aferró a él sujetándole fuerte, desesperadamente.

-Amor, no te mueras... -le suplicó- En algún momento pensé que si estaba contigo querría que se detuviera el tiempo. Sin embargo yo nunca creí que sería en un momento como este que desearía más que nunca que eso ocurriera. Tú te mereces algo mejor que esto... Pero no puedes morirte ahora, Credo. Eres diferente a mí... Lo sé, yo soy el tipo de persona que muere apuñalada por un traidor, pero tú... Tú eres el tipo de hombre que cae en combate, cumpliendo con su deber, peleando por sus principios y valores, por la seguridad de su pueblo y de su familia… No así, no aquí. Ah, Credo… -suspiró, su voz se había quebrado por completo- En verdad me hubiese gustado ser parte de tu familia... Yo te amo... Te amo tanto, tanto.
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Adagio -Priv. Credo- - Página 2 Empty Re: Adagio -Priv. Credo-

Mensaje por Credo Vie Ago 23, 2013 3:34 am

Un perro... Aquel comentario logro sacarle una ligera sonrisa.  

- Sere su general, solo por este día... Fue lo que respondí si mal no recuerdo claro ¿cómo olvidar aquel día en el que ambos tranquilamente bailaron al son de la música, alejados de la muchedumbre y disfrutando del evento?

Aquel abrazo le pareció al general lo más cálido que pudo haber sentido en su vida... A pesar del frio, a pesar del mareo, del dolor y del cansancio, fue capaz de disfrutar aquello, e inclusive la calidez le hacía sentir que, aun está vivo y que debe mantenerse de esa forma.

Abrió ligeramente los labios como queriendo mencionar algo, sin embargo las palabras no salieron de sus labios, se quedaron ahí atrapadas en lo más profundo de su ser. Sus orejas descendieron  y sus ojos se cerraron pesadamente, con cansancio y como pudo abrazo a su majestad, no quería alejarse de ella... o sentir que se aleja, irónico pues le tiene frente.

--Yo…- ¿Por qué intentaba contradecir las palabras de la azabache?

Siente que es injusto que piense de esa manera, un perro no tiene demasiado valor en el campo de batalla, solamente se aferra a vivir por mero instinto, y nada mas ¿Seria acaso el diferente?

Quizá, últimamente ha encontrado motivos bastante fuertes por los cuales aferrarse a vivir.

Como un niño que busca protección el canido se acurrucó entre los brazos de su majestad, no supo cuando o porque, pero un par de gruesas lagrimas se deslizaron por sus mejillas limpiando algo el sudor y la sangre (de uno de los soldados a los que había eliminado)  de su rostro.

- Perdoname, de no ser por mi culpa nada de esto estaría sucediendo… Su voz se quebró en ese instante ¿Cuánto ha guardado aquellas palabras? Pensó que jamás las diría Me gustaría ser de la manera que mencionas, pero,  ¡no soy la figura heroica que todo mundo cree! No soy realmente ese general austero que algunos admiran ¡Como puedo defender todo un reino y cualquier ideal si ni siquiera puedo proteger a las personas quienes más amo!. No soy más que un hipócrita, Sarah…-

¿Por qué? ¿Por qué simplemente las lagrimas no dejaban de brotar?

¿Impotencia? ¿Frustración? O tal vez ¿Culpabilidad o decepción?
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Mensaje por Sarah Vilhelm Dom Ago 25, 2013 1:48 am

Credo le devolvió el abrazo, acogiéndose a ella y Su Majestad dejó de sentir el frío cuando los brazos de aquél hombre la envolvieron con fuerza. Su cuerpo estaba tibio y el calor de ambos pronto se combinó, abrigándolos, protegiéndolos de la oscuridad y del clima. Sin embargo, a pesar de aquella calidez, cada una de las palabras de Credo le dolían a la reina de Corazón en lo más profundo del alma, como desgarrándola.

Y en ese instante, aquella fiera mujer que siempre encontraba algo que decir, calló.

Necesitaba escucharlo, necesitaba dejar que él soltara lo que le causaba tanto dolor. No haciendo referencia a heridas físicas, pues, esas eventualmente terminaban sanando… Sino que se trataba de aquellas cosas que se adherían al alma y al corazón y que iba acumulándose para volverse cada día peor y manifestarse cuando la persona ya no pudiera con ellas.

Pero Credo no habló durante mucho tiempo. Y cuando finalmente el silencio los rodeó, parecía como si algo dentro de él se hubiera perdido, como si algo se hubiera roto. Sarah podía sentir en su ropa y su piel sus lágrimas y su aliento cálido. Era la primera vez que veía a alguien sollozar con tanta desesperación.

Pero no se atrevió a decir nada.

Con todo su corazón ella deseaba reconfortarlo, aunque no sabía qué decir y, por eso, dejó que sus acciones hablaran por ella. Entonces abrazó suavemente a Credo por el cuello, sujetándolo con ternura. Y desplazó las yemas de los dedos entre su pelo, para regalarle un par de besos en la cabeza sobre los cabellos y otro más en la punta de una de sus mullidas orejas. La mujer se aclaró la garganta antes de decir algo, pensando ingenuamente en tragarse el nudo que se había formado ahí y, cuando creyó haberlo hecho, finalmente habló.

-¿Por tu culpa? -dijo en un susurro, como si de hablar de otra manera fuese a lastimar al hombre que se encontraba entre sus brazos- ¿Y qué de todo esto se supone que es tu culpa? ¿Sabes? ¡Odio que hables así de ti mismo! ¿Es que estás ciego? -le dijo abrazándole más fuerte, como si con el fluir de las ideas fuese perdiendo la cordura. Mas sus movimientos no eran agresivos, sino desesperados, pues en ellos transmitía lo mucho que lo necesitaba y que sentía por él. Suspiró cuando se dio cuenta de su desplante, pero continuó hablando- Me parece que te estás dando mucha importancia. ¿O por qué ibas a defender un reino tú si solamente eres un hombre? Eres un General de Ejército, no la armada entera. ¡Siempre hay cosas que están fuera de nuestro alcance! Tú eres grandioso, eres valiente, eres admirable. Lo eres a cada paso que das, con las cosas que haces, con las cosas que me dices… ¿O no me has salvado a mí ya? Credo, me salvaste en el desierto, me salvaste de la soledad, de mí misma y de estos hombres que, si no hubiera sido por ti ¡a saber qué me estarían haciendo en este momento! Y aunque odiaré lo que voy a decir, lo haré porque te quiero: También has protegido a tu hermano ¡y no de cualquier persona! ¡Lo has protegido de la temible reina de Corazones!-le dijo separándose un poco para poder mirar su rostro. El de Sarah, se encontraba empapado en lágrimas.- Y todo lo has hecho sinceramente, ¿no es cierto? No sé si puedo decir que eres un héroe, pero créeme porque yo me doy cuenta de estas cosas. Te amo y te necesito... Y por eso no puedes morirte aquí ni ahora.
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Mensaje por Credo Sáb Ago 31, 2013 1:31 am

Esas palabras... quizá le general jamás haya escuchado algo tan reconfortante.

Apretó los labios ahogando los sollozos nuevamente ¿por qué era tan patético? o es que ¿realmente está bien mostrar un poco de debilidad de vez en cuando?

Pero simplemente debía vencer sus miedos y sacar fuerza interna, y no había mejor manera que, confesando todo aquello con lo que ha cargado desde hace tanto, simplemente ser el General de dicha armada no es una carga fácil de llevar, no hay cabida para miedos, para errores, para dudas... La armada sufriría las consecuencias de sus malas decisiones...

Cuando ella le hizo observarle al rostro el de ojos azules desvió el mirar, simplemente no le gustaba que le observasen en un momento de debilidad como aquel ¿pero estaba bien, no? después de todo ya ha confesado su sentir, no debe haber cabida para penas o vergüenzas... era simplemente el orgullo que salía a flote en tal momento. Mismo orgullo por el que no debe mostrarse cobarde ni darse por vencido para que ambos pudiesen salir de esa.

No supo porque, pero se sintió como si hubiese salido de un abismo oscuro y sin final... Negó con la cabeza para retirar con el dorso de la diestra las lagrimas que recorrían sin descaro sus morenas facciones. ¿y así es como intentaba reconfortar a su majestad y tranquilizarle? Tomó una de las manos de Sarah para llevársela a los labios depositando un beso en sus nudillos

-Morir aquí no es algo que tenga contemplado- Y como pudo, le sonrió, aunque pese al gesto el cansancio y la pérdida de sangre se mostraba en su rostro -Solo necesito descansar unos instantes, si la tetra funciono debieron darse cuenta demasiado tarde, así que les tomara algo de tiempo llegar a este lugar. Deberías aprovechar para descansar también. Lo difícil aun no empieza...-- Claro que no, eso lo haría una vez que se encontrasen con la armada de rojo (si es que no resultaban traidores también) y tendrían que explicarles las cosas

Cosa que, seguramente, no creerian palabra alguna de labios del general de Diamantes.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Dom Sep 01, 2013 3:18 am

Spoiler:

Sarah dejó que le tomase de la mano, en aquél dulce gesto que podría cautivarla por su ternura. Se movió muy apenas, sintiendo su corazón débil, todavía sobrecogido y asintió a las palabras del menor de los dos. Verle así era tan triste que le daban ganas de llorar. Sabía que Credo continuaba haciéndose el fuerte, pero decidió no decir nada. Después de todo, así era él, ¿no?

-¡Me gusta esa voz! -contestó. Y una pequeña sonrisa se notó en su cara.

Estiró una de las mangas de su blusa negra y, con cuidado, la utilizó para enjugar cuidadosamente el rostro de su pareja. Le besó suavemente sobre uno de los pómulos y después hizo que se unieran sus labios en el beso más triste que había dado en su vida. Fue un muy corto. Después se separó de él sólo un poco. Le miró a los ojos. Sarah aún sollozaba sin poder dejar de llorar, pero en su voz se percibían las reminiscencias de su alegría.

-¿Tú qué tienes que te ves tan atractivo hasta cuando lloras? -dijo apartándose de él. Luego jaló ambas mangas de su blusa y se limpió la cara con ellas. Al hablar, Su Majestad trataba de sonar tranquila, pero su voz continuaba siendo triste y apagada.

-No te puedes quedar así. -Habló mientras arrancaba un largo trozo de la gabardina blanca.- Yo ya aprendí a poner vendajes, -dijo orgullosa de sí misma cuando intentó limpiar, al menos superficialmente, la herida en el hombro de Credo. Sabía que no podía hacer mucho al respecto, pero deseaba ayudarle aunque fuese un poco.- Y también aprendí a preparar café… Ya sabes, para ti. -añadió mientras le vendaba con las tiras de tela más limpias que había podido rescatar.- Tan pronto como volvamos al castillo te haré uno. -Dijo con una media sonrisa, sin saber que eso no iba a ocurrir…

Ella deseaba con toda su alma que sus soldados les encontraran pronto, porque aunque no lo admitiera abiertamente sabía que por ellos mismos no lograrían sobrevivir. No obstante en su ingenuidad, no sospechó siquiera de las preocupaciones del General.

Se sentó junto a él y le abrazó con cariño, consciente que al hacerlo seguramente le lastimaba las heridas, mas su intención en verdad era brindarle calor. Sarah había podido sentir cómo la pérdida de sangre hacía que el cuerpo del castaño se enfriara cada vez más y, suponía que, si él no se lo decía era solamente para no desatar su preocupación.

-Descansa, mi Credo… -le susurró.
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Mensaje por Credo Lun Sep 02, 2013 12:15 am

El general simplemente se limito a cerrar los ojos al sentir como la mujer de cabellos ébanos enjuagaba sus lágrimas. Era irónico, jamás imaginó estar de semejante manera con alguien ¿Pero qué hacerle? lo cierto es que negaría que lloró ante su frustración, pero si había algo que jamás negaría seria la calma y tranquilidad de cada una de las caricias que la mujer le brindaba.

-¿Vendajes y café?... Realmente puedes hacer todo lo que te propones- es decir ¿la más temible de las reinas preparando café? si alguien le hubiese mencionado aquello, el de cabello castaño lo hubiese tomado como un chiste muy bueno. -Suena bien ¿Como rayos es que en ese momento la idea de degustar el amargo sabor del café sonaba tan bien? como si aquello fuese algo imposible o efímero... era simplemente sorprendente.

Inconscientemente, su mano viajo hasta la herida de uno de sus costados, presionándola, sintiendo como entre sus dedos escurría la sangre, misma que con el viento frio no tardaría en secarse, la sensación no era nada grata.

-Jeh- Se miró la palma de la mano ¡Que irónico resultaba saber que su sangre puede curar heridas, pero que en él es un tanto inútil!

¡"Descansa, mi credo"

Quizá fue el cansancio, la pérdida de sangre, o que realmente se distrajo en sus patéticas cavilaciones con respecto a su habilidad sanguínea, sin embargo, el general de diamantes mal interpreto aquella frase como "descansa, mi general"  La sorpresa no se hizo de esperar en sus morenas facciones, cosa que demostraron también sus orejas al erguirse.

¿Qué es lo que hubiese pasado si aquel día hubiese dicho "Si" en lugar de un no puedo? si, aquel mismo día que pasearon en Palladium, donde Sarah, propuso a Credo ser de su ejercito...

Imagino la caída de Diamantes, la derrota, la masacre creada por el ejercito de rojo abriéndose paso aprovechando que él conoce los puntos vulnerables de la armada, los puntos que son débiles estratégicamente hablando...

No, realmente no eran los malos de la historia como wonderland siempre los ha calificado ¿no? La mujer a su lado al menos, no es terriblemente desalmada como suelen nombrarla.

Entonces, comprendió que tras ciertos actos que parezcan hostiles o "desalmados" hay acciones o al menos intenciones buenas. Y quizá, también, en las buenas acciones podría esconderse actos viles, enmascarados con hipocresía.

¿Cómo es que el rubio rey de diamantes no podía distinguir algo como eso?

Tal vez el título de la armada más fuerte de wonderland les cegaba un poco más cada día.

Se deslizo un poco hacia abajo para quedar un poco "recostado" aunque aun recargando la espalda en el árbol y aprovechando también el movimiento para encontrar una posición mas cómoda junto a Sarah. Descanso la cabeza en el hombro de su majestad carmín.

-Dormire un poco... El problema no sería dormir un poco para poder recobrar aunque sea un mínimo de fuerza... El problema sería realmente si "lograba despertar" pues nada descartaba que de cerrar los ojos, entonces la muerte llegaría para él.

Lejos del cansancio, lejos del dolor el general concilio el sueño de manera pacífica, su rostro reflejaba tranquilidad.

Todo por dormir al lado de la persona que más ama, y saber, que aunque termino de manera deplorable, salvo su vida.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Jue Sep 05, 2013 1:21 am

La reina sintió el calor corporal del otro y sintió que fácilmente ella también podría quedarse dormida. Apretó los ojos y los abrió de nuevo, de golpe, pensando que debía resistir. ¿O no era cierto que alguien tenía que quedarse despierto? Se acomodó mejor a un lado de su pareja y cerró los ojos un momento.

…Ya no sabía si lo que estaba pensando era correcto.

Sarah no se dio cuenta cuando en algún momento de la madrugada su mente empezó a despegarse de la realidad. Era algo muy sutil, pues se iba alejando poco a poco, por las orillas, como una calcomanía con el pegamento seco. Era extraño cómo iban ocurriendo las cosas cuando ella estaba así. Por ejemplo, no supo decir cuándo fue que soltó a Credo… sobre todo porque el General se encontraba profundamente dormido, víctima del agotamiento físico y, por tanto, no se había movido ni un centímetro.

¿Entonces cómo había sido que Sarah terminó tirada sobre las hojas desquebrajadas y el lodo, con la mejilla pegada al suelo? Sus ojos prusia se veían perdidos, pero con ellos miraba atentamente a Credo recostado a medio metro. Estiró una mano para tratar de tocarlo. Sus dedos apenas pudieron sentir la tela húmeda y fría del uniforme del castaño.

De pronto, de reojo notó a "algo" moverse cerca de su rostro. Lo miró bien para enfocarlo y se dio cuenta de que se trataba de un gusano.

Le sonrió.

No obstante cualquier rastro de alegría se borró de su cara cuando sintió el sabor de la sangre se asentándose en su garganta. Pero lo más raro no fue eso, sino que cuando miró hacia arriba se dio cuenta que la sangre no era precisamente de su propio cuerpo. A la luz de la luna, las ramas de los árboles se veían babosas y brillantes, y de ellas colgaban gusanos, hilos y sangre.

Era asqueroso y repugnante. Y repentinamente los gusanos arriba del árbol comenzaron a resbalarse.

-¡No! -gritó Sarah levantándose de golpe. Pero al hacerlo sintió cómo unos brazos le sujetaban por detrás.- ¡No! ¡Aléjate! ¡Quítate! ¡Vete! ¡No vas a hacerme daño! -gritó forcejeando con desesperación, mas cuando se giró vio que no había nadie detrás.

Una terrible sensación de angustia le revolvió el estómago, dándole ganas de vomitar. Y entonces lo vio…

-¡NO VAS A HACERME DAÑO! -lloró gritándole a la nada, buscando algo entre la oscuridad. Algo que quizá estaba en su mente, destrozándola, pero que definitivamente, no se encontraba ahí…
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Mensaje por Credo Vie Sep 06, 2013 12:26 am

Ante el primer grito de Sarah, el general de diamantes solamente atinó a mover una de sus felposas orejas, sin embargo ante la segunda negativa de su majestad, fue que abrió lentamente los ojos. ¿¡Qué estaba pasando!? Instintivamente, tomó la espada que estaba a un lado suyo.

Seguro les descubrieron ¡Debía actuar rápido! Mientras su majestad gritaba y forcejeaba ante un ente desconocido el canido intento levantarse tan rápido como le fue posible, mas el esfuerzo fue nulificado cuando el enorme dolor invadió su cuerpo haciéndole tensar la mandíbula y llevarse la mano libre hacia el costado herido.

-¡Sarah!- Exclamó, y haciendo un esfuerzo inhumano fue que se levantó. Tuvo que apoyarse sobre la corteza del árbol y entonces fue que enfoco su mirar azul sobre la monarca de carmín.

...No había nadie...

Como can es capaz de percatarse (por sus sentidos más desarrollados que un humano promedio) de los seres sobre naturales que aparecen de vez en cuando en búsqueda de alguna diversión ante una mala tetra jugada a alguien. Sin embargo, por más que el castaño buscó -y olfateó- no encontró nada, solamente era el bosque y ellos...

-¿Pero qué?- Se preguntó a si mismo… Y de momento, recordó algo, jamás le preguntó a Sarah acerca de aquel acontecimiento en el desierto, es decir, mencionar que “no dejar que le encuentren” siendo que era la princesa de corazones y hacía mención a ellos… Algo ahí no cuadraba.

Como quiera que fuese el caso, el general se acercó con cautela hacia la de ojos Prusia, error, quizá no debió hacerlo, pero ¿Cómo saber que lo que realmente pasa es solo imaginación de su majestad y su mente le atormenta?

-Sarah ¿Te encuentras bien?-
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Mensaje por Sarah Vilhelm Sáb Sep 07, 2013 3:51 am

Nunca había sido buena idea dejar a Sarah sola, pero eso era algo que no todos sabían. Al quedarse dormido el general Southworth lo hizo. Y así Su Majestad comenzó a perderse en las alucinaciones una vez más, como aquella noche en el desierto.

La sensación de ser perseguido hasta morir...

Siempre estaban ahí, esperando a que se hiciera de noche para aparecer deslizándose por la oscuridad, mirándola con ojos brillantes desde las cajas y esquinas, como cuando el gato Cheshire jugueteaba con su capacidad para volverse invisible. Y al encontrarla se adherían a ella, la horrorizaban, la obligaban sentir el terror haciéndole cortes en la carne y las venas.

No había lugar para esconderse.

Credo Southworth se acercó a ella, viéndose como uno de aquellos hombres que la persiguen, la acosan y la atormentan. Ante los ojos prusia se veía real porque lo era, pero Sarah no sabía que se trataba de él. ¡Si tan sólo lo hubiera podido ver!

Tantos pasos como se acercó el castaño, ella se movió hacia atrás. Deseaba huir, pero su cuerpo estaba paralizado y se movía con pesadez. El sudor frío le escurría por la sien. Con sus botas aplastó los gusanos y terminó resbalándose por su viscosidad. Entonces vio el reflejo de la luz en el arma del militar. Y fue en ese instante que Sarah lo supo. No podía escapar, así que tenía que levantarse y acabar con ese hombre antes de que él acabara con ella. Tal vez si lo hacía finalmente dejarían de perseguirla y podría morir en paz.

Obteniendo fuerzas gracias a su torcida percepción, la mujer se levantó de un salto y arremetió violentamente contra el hombre que estaba frente a ella. Le apresó con las manos, apretándole el cuello, intentando desgarrárselo para que dejara de respirar.

-¡NO VAS A HACERME DAÑO! -gritó, con el rostro lleno de lágrimas por el horror.
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Mensaje por Credo Dom Sep 08, 2013 12:22 am

Miedo, desespero...

Era lo único que el general podía percibir de la azabaches. Pero aun así no comprende que es lo que causa semejante reacción en su majestad carmín.

Pero lo que en si sorprendió enormemente al general fue el hecho de observar como la reina se abalanzaba sobre el de semejante manera. Retrocedió un paso que de nada sirvió. Y aquel hombre que tenía un largo historial de batallas, ni un centímetro se movió.

Ante el impulso, Credo dejó caer el arma, misma que produjo un sonido hueco al caer en la tierra, levantó el mentón al tiempo que cerraba con fuerza los ojos, las manos las llevó hacia las muñecas de la mujer.

¿¡Que era lo que estaba pasando!?

Sabia como responder, conocía lo que debía hacer, y no obstante, no tomó la defensiva ¿¡Por qué!? Es la mujer que ama, no pretende dañarle de ninguna manera.

-S-Sarah...- Apenas argumento, podía sentir como el aire comenzaba a faltarle cada vez mas debido a la horca que la monarca ejercía con sus manos.

Gruesas gotas de sudor descendieron por su rostro sin descaro alguno, hasta perderse en la tierra. Como pudo, entreabrió un ojo para observarle ¿Que es lo que le aquejaba? ¿Por qué actuaba de esa manera? Le sostuvo con firmeza, pero el canido bien era capaz de sentir como la misma fuerza mermaba con cada segundo que pasaba, al igual que su respiración…

Cualquiera que pusiese atención a dicha escena sería capaz de percibir como  en la piel del moreno, las marcas de las uñas de la reina carmín se dibujaban visiblemente, seguro para permitirle un mejor agarre… No pasó mucho tiempo para que cayese sobre una de sus rodillas…

Si que estaba en una situación muy desfavorable.

La escena se miraba macabramente atrayente, pues lejos de lo que su majestad creia en aquel bosque, solamente se percibian ambas figuras, a contra luz de la luna llena.

Abreme xD:
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Mensaje por Sarah Vilhelm Lun Sep 09, 2013 1:21 am

La mujer le sujetaba con fuerza, dispuesta a acabar con él. Y quizá estuvo a punto de hacerlo… Pero fue entonces que el hombre frente a ella comenzó a descomponerse en materia repugnante, sangre coagulándose, gusanos y aretes. Sintió cómo sus manos se llenaron con aquella mezcla tan viscosa y tambaleante como la gelatina. Lo soltó, cayendo nuevamente hacia atrás. Pero la tierra estaba suelta y húmeda, los gusanos la absorbían. Sarah gritó más, haciendo caso omiso al dolor en su garganta. Gritó de miedo y de desesperación.

Aquellos estaban por atraparla.

Para intentar escapar se removió violentamente en el suelo. Y entonces vio tan cerca el brillo de la espada. Supo que esa iba a ser su única oportunidad. Se movió rápidamente y tomó el arma, arrodillándose sobre la tierra lodosa.

-¡¡No vas a matarme nunca!!! -exclamó entre desgarradores sollozos. Estiró los brazos y sujetó firmemente la espada, apuntando con el filo hacia ella. Sus ojos azul prusia resplandecieron entre los mechones de cabello negro. Sarah había levantado la mirada únicamente para ver a Credo, sin embargo al encontrar sus ojos no lo vio a él.

Se clavó la espada en su propio cuerpo.

-¡¡NUNCA, NUNCA, NUNCA!! -gritó en forzados jadeos, estaba perdiendo el aliento. De pronto todo se volvió silencioso... todo se volvió negro.

Pero había sido lo más lógico. Nunca nadie podría acabar con Sarah si ella era quien se quitaba la vida primero.

Larga vida a la reina de Corazones…
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Adagio -Priv. Credo- - Página 2 Empty Re: Adagio -Priv. Credo-

Mensaje por Credo Jue Sep 12, 2013 12:34 am

Y el general perdió el aliento. Pero no por la agresión que su majestad carmín ejercio hacia unos instantes, sino por el hecho de llevar el filo de la espada hacia su propio cuerpo.

Las azules pupilas del canido se contrajeron debido al horror de aquella escena. Podrá ser el general de la armada más fuerte de wonderland, no obstante observar a la persona que más se ama lastimarse de esa manera seria la peor tortura que jamás haya conocido.

-¡NO!- Y a pesar del dolor, de la sangre, de las lagrimas y el cansancio, en un acto desesperado el canido de Diamantes fue capaz de ponerse de pie y correr hacia ella.

Extendió la siniestra, teñida de su propia sangre ¿¡Por qué!? ¿Qué es lo que ha orillado a su majestad a ejercer tan siniestro acto?

Y retiró la espada de su lugar.

Estuvo a punto de abrazar a la mujer frente suyo, no obstante, sin dar tiempo de nada algo le hizo caer al suelo: Un puñetazo en la mejilla. Debido al golpe soltó el arma con la que Sarah previamente se había herido. Intento incorporarse para ver qué es lo que estaba pasando pero fue en vano, un fuerte pisotón le obligo a permanecer en el suelo, la persona que le sometía tenía bastante fuerza.

-¡Maldito miserable! ¿Cómo osaste lastimar a su majestad? ¡Debería matarte aquí mismo por eso!- Y a punto estuvo de lanzar una llamarada proveniente de su mano cuando un hombre de cabellera rojiza  y uniforme militar hacia un ademan con la mano.

-Déjalo para después. Lo más importante es su majestad- Esa voz, Credo pudo reconocerla como la de Jefferson Gutiérrez, el Coronel de la armada de rojo.

El alto hombre enfundado en una armadura en forma de dragón mascullo ante aquella orden. No le gustaba el trabajo en equipo, mucho menos obedecer a alguien cuyo rango no perteneciera a la realeza, mas no había de otra, el príncipe o el mismo rey podrían reprenderle por haber cedido ante sus agresivos impulsos y ya ha cometido un grave error al desobedecer a la realeza de rojo.

Extendió la mano, como si intentase acercarse a su majestad ¿Que era todo eso? ¿Acaso malinterpretaron todo?

Lo más probable es que así fuese.

Después de todo le gustase o no, seguía siendo el general del reino enemigo. Apretó el puño y cerro con fuerza los ojos, sintiendo con ello la frustración, por más que defendiese sus actos todo seria en vano.

Jefferson tomo en brazos a su majestad, debían apurarse para llegar al castillo de corazones...
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Mensaje por Sarah Vilhelm Sáb Sep 14, 2013 2:37 am

Tal vez los gritos desesperados de su pareja serían lo único que Sarah recordaría de todo aquello...


Cuando Jefferson Gutiérrez alzó a Su Majestad en sus brazos, pudo percibir que su cuerpo era suave y liviano. Sus extremidades se balanceaban un poco a cada uno de los pasos que él daba, y el viento hacía que su cabello negro se extendiera como una cortina larga. Lucía tan tranquila cuando dormía, mas el Coronel en verdad estaba preguntándose si ella podría volver despertar... Lo que él no sabía era que la mente de Sarah aún estaba siendo aterrorizada por alucinaciones y pesadillas que se escondían en esa mueca de paz.

Se sentía extraño. Cargar a la reina era como tener abrazada a una muñeca de tela, de esas que fácilmente se rompían.

No le gustaba admitirlo pero tenía que actuar rápido. De forma que dejó que fuera nada más y nada menos que el Jabberwocky quien llevase el cuerpo de la reina de vuelta al palacio. Pues, él aún no podía volver… No sin averiguar qué diablos era lo que había pasado.

-¡Ah, Gutiérrez! -exclamó uno de los militares que le acompañaban, mas sonaba a que estaba a punto de estallar.- ¡Hubieras dejado que Radamanthys lo despedazara! ¡Cómo eres idiota! -le reclamó, a lo que el coronel respondió con un chistado como si estuviese tratando de espantar a algún indeseable animal.

-No serás uno de mis hombres, pero yo soy el jefe de la investigación y sigo siendo tu superior -dijo mortalmente serio, sin dejar espacio a ningún tipo de contestación.

Entonces el pelirrojo se acercó a Credo, notándole gravemente lesionado. Los ojos de aquél hombre eran rojos como el fuego, pero su mirada era tan fría y aguda como la punta de un iceberg.

-Que alguien se lleve a este hombre al calabozo y que lo atiendan porque no puedo interrogar a alguien si está muerto. -Y levantó la espada que alcanzaron a ver que él retiraba del cuerpo de Sarah.- ….Aunque no creo que sea necesario si las pruebas hablan.

Tal vez eso sería lo último que Credo escucharía de Jeff en esa madrugada. Pero sin duda, no sería lo último que sabría de él porque cuando despertara en el calabozo se daría cuenta de que el Coronel había dejado una nota con algo escrito especialmente para él.


"No es que haya querido salvarte, pero es indispensable que sigas vivo. De algún modo convencí a los altos mandos de que sería más humillante para el rey Ky si te devolvíamos a su palacio. Esa fue mi manera de ponerte a salvo. Pero ahora te preguntarás la razón:

Cuando hicimos la investigación y encontramos la cabaña, sugerí la hipótesis de la participación de varios hombres y la premeditación, pero apenas lo hice me sacaron de la investigación para ponerme a llenar informes en el cuartel. Como puedes suponer, alguien creyó que era mejor mantenerme encerrado. No sé qué hicieron con las pruebas que encontramos y no he podido hablar con Su Majestad porque desde que la trajimos ella no ha estado bien.

Por eso si tú sabes la verdad tienes que hacer algo." Jeff.
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