[Trama] Adiós Dignidad

Así, la ligera forma sombrina bajo la luz paso a ser la imagen de un hombre de aspecto serio ataviado por una bata blanca, como la de un doctor. Podría ser por mis rasgos animales, pero algo en ese tipo no me estaba cayendo bien, incluso cuando lo veía acercarse tuve esa gran necesidad de echarme hacía atrás como cualquier animal asustado; y lo hubiera hecho si no fuera por la posición en la que estaba en donde las plantas de las suelas de mi zapatos pegaban con la pared y no me dejaba moverme más. Por lo menos, por cada nuevo paso resonante que daba me encogía ahí mismo buscando protegerme de alguna manera.

Esta misma sensación no lo había tenido desde hace muchos años. ¿Son cosas mías o el ambiente había cambiado a ser más tenso? Otra cosa, es que a pesar de lo tan repentino que fue, creo haber visto algo extraño entre esos artefactos… Por unos segundos. ¿Estaban jugando conmigo o que? De repente aquel hombre se mostraba tan…. Amable y preocupado por mí, tanto que había soltado mis grilletes y me había ayudado a sentarme.

-Ehmm… -No sabía que decirle. Me había echado ligeramente hacía atrás apoyando mi espalda al respaldo de la silla mientras miraba impacientemente hacía mis alrededores, hacía las sombras de los objetos que algunas que otras velas podían ofrecer. ¡Eso eran objetos de torturas verdaderos! ¿Y de donde demonios lo sacaron?

Esto se estaba volviendo muy, muy raro y hasta comenzaba a aterrarme.

-¿Quién eres? ¿Por qué me tienen aquí? –Intenté levantarme pero no podía. ¿Qué ocurría? ¿Estaba amarrado a esa silla o qué? No veía las ataduras ni nada; ¡¿Qué estaba pasando?!- ¿Qué quieren?

Querer; esa palabra decía mucho para esta situación. Podía seguir forcejeando y forcejeando, pero nada impedía que pudiera levantarme de esa silla y salir corriendo hacía quien sabe donde con tal de no estar acá.

-¡Tú! –Le miré enojado- ¡Seas quien sea o lo que seas! ¡Sácame de esta cosa!

El señor amabilidad con traje de cordero se quitó el disfraz para mostrar los colmillos de lobo, entonces ya no habría que mostrar debilidad y miedo; así que en vez de eso mis orejas se echaron hacía atrás y comencé a gruñir como cualquier perro lo haría frente a una amenaza, estos instintos a veces no ayudan en mucho. Ya había comprobado varias veces que no podía moverme de aquella silla por más que lo tratará, desistí de seguir forcejeando para nada; ¿mejor o peor? Un ligero “Jum” a la vez que levantaba el mentón de forma altiva es como miraba a aquel hombre de extrañas gafas.

-Por favor, he escuchado eso antes, se un poco más original –Quizá bromear con él no era exactamente lo más inteligente que podría hacer.

¿Y desde cuando he hechos cosas “inteligentes”? He estado en situaciones peores como esta, claro; refiriéndome a aquella época donde era una mascota real.

Obviamente pude escuchar ese sonido tan… Pegajoso en uno de los pasos del hombre, es solamente que no vi que piso. ¿Ivanna? ¿Y esa quien era? ¡Ok! No era momento ni de hacer preguntas ni de buscar respuesta, solamente tenía que ver cómo salir.

Lo más rápido que pudiera.

-¿Ah? -¿Qué fue eso ahora? Moví la cabeza hacía donde se supone que escuchaba eso –O mejor, a donde se supone que mis orejas apuntaban- Pero todo paso más rápido de lo que hubiera imaginado; en un instante una especie de alambre de pues se había adherido a mis piernas, por cada movimiento en falso que hacìa podìa sentir como estas se enterraban más y más en ella, el flujo de la sangre que comenzaba a mermar de estas no era de esperarse. Mordí mi labio inferior evitando gemir por el dolor causado y miré con enojo al tipo, no pretendía darle el gusto al tipo el verme de manera indefensa y suplicando piedad.

¿Odia más a Credo? ¡Yo no lo odio! Solamente estoy enojado con él por lo que paso ese día… ¡Un momento! ¿Cómo lo supo? Si a este lo vengo “conociendo” justo ahora.

-¿Qué? –Sonreí de forma arrogante aun cuando trataba de no expresar el dolor- ¿Vas a jugar al doctor con eso? No me hagas reír.

Y rio ligeramente, con alta gracia y elegancia en el, era ironico que pese a ser uno de los torturadores un poco reconocidos de Joker no mostrase ese agrado nauseabundo por la sangre, ni agresividad alguna. Tampoco era de malas palabras, solo se comportaba como lo que era en sus tiempos libres:

Un simpatico doctor del reino de diamantes.

-Oh no, per i'l amor di dio ¿Como piensas eso?- Y le miro. El cristal de sus lentes sentello unos instantes cuando la pequeña flama de las velas parecio esfurmarse de nuevo.

-Para eso esta el sanatorio de diamantes. Buen lugar-

Y sin esperar ni un segundo, clavo la hoja sobre la palma del menor, para despues, con fuerza tirar del mismo haciendo un corte bastante profundo que iba desde el medio del dorso hasta salir el mismo entre el dedo indice y medio. Sabia que, al elegir un bisturi al principio el canido no seria capaz de sentir el dolor, sino hasta un poco despues. Exactamente esa era la gracia del porque elegir tal elemento para su tortura.

La flama parecio irse en esos momentos, dejando la habitacion en entera oscuridad... Sonrio.

A lo lejos, muy a lo lejos, el sonido de una alarma de bombardeo comenzaba a sonar ¿De donde venia tal cosa si en wonderland no existia eso? No paso mucho tiempo para que la habitacion quedase en un mortal silencio y envuelta por la oscuridad misma.

El alambre de puas comenzo a aferrarse cada vez mas al canido, de seguir asi seguramente las mismas podrian llegar hasta los huesos. Sonidos chirriantes irrumpieron entonces el aterrador silencio, como si alguien estuviese arrastrando algun metal pesado en las afueras de esa oscura habitacion. Desgarradores gritos de dolor resonaron en el lugar.

-juju... Es tanta la emocion que me embarga que creo que algo se me salio de control- Despues, el gruñido de una bestia nauseabunda merodeo por las afueras de la puerta, donde justo el habia entrado.

La pequeña llama amarilla y azul volvio de la nada misma a la vela que anteriormente brindaba iluminacion al sitio que, ya no era el mismo. Paredes de metal oxidado remplazaron a las viejas de madera. Los muebles viejos y sin mantenimiento que habia anteriormente ahora no eran sino mobiliario hecho con piel humana que parecia fresca y palpar, asi mismo la silla donde el can se encontraba sufrio aquel extraño cambio. De una de las vigas del cuarto colgaba un cuerpo sin piel alguna, la sangre fresca descendia de su cuerpo y sus brazos casi lograban tocar el suelo. No tenia los ojos y la boca habia sido cocida, o al menos prestando mas atencion eso podia deducirse pues parecia ser que la costura fue arrancada bruscamente, desgarrando hasta el musculo mismo.

-Ah, por cierto- Y ahi estaba el, sin cambio alguno, y con una reluciente sonrisa, como la que usaba antes de atender a algun paciente -Si te sientes incomodo, quiza podamos invitar a tu amigo el capitan de la armada de Corazones y revivir viejos momentos. Seria una velada interesante, ¿no crees?

¿Risas? ¡Jum! Definitivamente su actitud de ser pacífico con brotes maniáticos estaba comenzando a molestarme de una gran manera; además de ese acento extraño y ridículo que carga consigo. ¿El sanatorio de Diamantes? Bueno, recuerdo haberlo pisado en una ocasión hace ya mucho tiempo cuando la batalla contra la Demonio Rojo; y ese día lo recuerdo bastante bien por como se había comportado el mayor canido en ese momento… Espera… ¿Qué? ¿Acaso ese hombre trabajaba ahí? Ahora que le ponía más empeño en recordar y más que nada en mirarlo de pies a cabezas se me hacía algo familiar… Y solamente “algo”; ese día pude ver muchos otros más médicos ahí.

Entonces, sentí una fuerte punzada en mi mano así como el borboteo de la sangre que emanaba de esta, tensé la mandíbula pero un leve quejido se escapo de ello, el corté había sido certero y sin esfuerzo (Un bisturí es más filoso de lo que aparenta) atravesando casi toda mi mano a lo que pude ver, dejando una considerable hendidura en medio de los dedos índice y medio.

El dolor no se hizo de esperar al poco tiempo, pero debía resistir a ello; de cualquier forma tenía una ligera y cruenta experiencia a este tipo de cosa a la cual me aferraba ahora. Como si de una ventisca se tratará las flamas de las velas habían cesado dejando el lugar en la más completa penumbra posible.

La verdadera tortura ya estaba por comenzar. Podría decir bien que era por mis instintos caninos, pero a pesar de la lejanía escuchaba bien un extraño sonido agudo que comenzaba a penetrar mis oídos; seguidamente de esos chirridos y gritos agónicos de quien-sabe-que-cosa o de que provenía. Todos esos sonidos en conjunto hacían que bajará las orejas y llevará las manos a ambos lados de mi cabeza, lo haría si no estuviera vilmente “atado” a una silla. Otro quejido, más fuerte que el anterior producto de sentir nuevamente ese alambre de pues enredándose en mis piernas tales cuales serpientes al acecho, al agachar mi cabeza ya notaba una largas y grandes hilos de sangre que caían al suelo, en unos minutos se haría un charco de ello.

-Me alegra que este feliz – Murmuré casi de forma forzada al aguantarme el dolor. Le miraba con el ojo izquierdo cerrado.

Para cuando regresaron las llamas a las velas, la sorpresa como la repulsión en mi cara no fue de esperarse también; en toda mi vida he visto cientos de cosas pero esto sobrepasaba a los límites. Ahora los muebles tenían esa forma tan repulsiva y asquerosa, como la piel de un ser humano al igual que ese aroma a putrefacto en todo el ambiente; hasta donde estaba sentado cambio drásticamente.

¡Oh por el creador! ¿Qué coño era eso? Me fije de un extraño cuerpo o lo que sea que colgaba de cabeza, podía oler la sangre y hasta la carne; no tenía poco tiempo porque se hallaba fresca –Al menos eso quiero pensar- Todo esto me hicieron sentir las tremendas ganas de vomitar, tanto que tuve que cerrar los ojos para no seguir viendo la escena.

-No gracias –Dije, abriendo un ojo lentamente para mirarlo- Estoy lo suficientemente cómodo sentado en esta mierda, ya tengo suficiente con eso.

¿Esto podría volverse peor aún? ¿Más que en el mismo juicio? ¡Oh pero por supuesto que se pondría peor! Esa parte de mi cerebro me lo venía advirtiendo desde que se abrió la puerta dejando ver al mayor.

-¿Que cojones quieres conmigo? -De nuevo, tensé la mandíbula, ya estaba comenzando a sentir ese inmenso dolor en mi mano al igual que en las piernas- No tengo nada que pueda interesarle a alguien, soy solamente un perro sarnoso.

Y esa sonrisa un poco desquiciada se amplio mas ante la altisonancia cuestión del albino ¿Qué quería con el? Nada realmente, le indicaron darle un buen susto al tan conocido General de Diamantes. Jugueteó con el bisturí, dándose ligeros golpecitos en la mejilla con el lado plano del mismo -claro, para no dañarse- Mientras que su codo reposaba sobre su mano al cruzar el brazo a la altura de su pecho. Era curioso y hasta cierto punto tétrico como sus azules orbes lograban esconderse tras el brillo de sus gafas en ciertos momentos.

-Lastima- Respondió ante el comentario que había hecho del Capitán de Corazones.

Oh si, Joker estaba bien informado, de todo... Especialmente de sus victimas, si que su red de espionaje era amplia.

-Hubiese sido tan divertido darle un escarmiento, como a tu antigua amiga- Y miró hacia el "Cadáver" que colgaba de cabeza sobre las vigas del techo.

Al hacerlo, el mismo se desplomó con un sonido un tanto sanguinolento o viscoso. No era coincidencia aquello que acababa de ocurrir. El cuerpo (si es que podía llamársele de esa manera al montón de músculos y tendones cubierto de sangre vieja y apestosa) se levantó lentamente después de azotar de semejante manera y, tambaleante -o lo que podía a falta de pies- comenzó a dirigirse hacia el canido.

-¿O usted que cree, su majestad de corazones? Y el italiano hizo una caravana como si saludase a su majestad con todo el respeto del mundo.

Respeto que hacia mucho se había ido por el caño, al momento de estar desollando viva a la antigua reina de corazones.

Aquel cadáver putrefacto se acercó lo suficiente al albino como para quedar cara a cara y con la sanguinolenta diestra le tomó por el mentón y, por tan solo un momento aquel desgarre donde alguna vez estuvieron sus carnosos labios se abrió enormemente como si sonriese.

... Cosa que haría de poder... o de tener piel al menos...

-Mas...co...ta...-

Si, lo que quedaba de aquella bella mujer parecía reconocer al joven. Lo que alguna vez fueron sus finas falanges apretaron la barbilla del mismo como si quisiera hacer que le viese directamente a los ojos, los cuales, no había. Nero bien podría ser capaz de escuchar la palpitación del corazón de la misma, pero ¿Cuál? Técnicamente, se le había sacado todo lo que pudo a esa mujer

... Y no hablando solamente de información....

Y su "mano" libre, subió hasta la cabeza del cachorro, palpándola como un dueño a su perro cuando este hace una buena acción. No obstante, lo que alguna vez fueron manos humanas descendieron con rapidez hasta el cuello del can, para comenzar a estrangularlo, y seguramente lo hubiese logrado de no ser porque algo -o alguien- le apartó rápidamente y de manera nada ortodoxa. Así como a Nero, un alambre de púas tomó a la mujer por el cuello arrastrándola por el piso hasta hacerle retroceder y ensuciar aun más -si es que eso era posible- el demacrado piso con su sangre, y una que otra víscera que aún quedaba suelta.

-Ah, ah, ah. Prohibido tocar, su majestad- Y el tacón de la bota de aquel que se hacia llamar Marco pisó con suma fuerza la cabeza de aquel bizarro ser.

Por unos instantes realmente, se le vio molesto. Un error como ese y tendría que apañárselas con los lideres supremos de Joker, y sinceramente era algo que no desearía hacer.

-Así que... ¿En qué estábamos? Oh cierto. Que dependerá de tu comportamiento si terminas así, o no- Y dio otro leve pisotón al ser que yacía bajo su bota.

Aunque, debajo de su suela, no duró demasiado. El chirriante sonido del metal se escuchó de nuevo en el sitio pero esta vez, los alambres de púas no atraparon a Nero (al menos no los nuevos) este se envolvió en aquella masa rojiza para apretarle fuertemente y arrastrarle hacia la oscuridad... Hasta desaparecer ahí mismo. En el mismo suelo como prueba de la presencia de aquel ser, no quedo más que una mancha rojiza, marcas del alambre de púas... Y de las manos que desesperadamente trataban de aferrarse en el mismo para no ser arrastrada hacia la profunda oscuridad.

Ahora, veamos ¿Qué podría hacer con este malcriado cachorrito?- Y el rubio se acerco nuevamente con bisturí en mano hacia el albino. Con su libre le cogió del cabello, obligándole a hacerse hacia atrás y apegarse más al respaldo de aquella inhumana silla.

Si, era una lástima y a la vez un alivio que no se le ocurriera hacer lo-que-sea-que-pretendía-hacer con el susodicho y lo que hizo anteriormente. Viré los ojos, para mí todos necesitan un escarmiento, no solo ese hombre sino aquellos dos antiguos reyes; pero como habían anunciado que desaparecieron una sonrisa se dibujaba para mis adentros a la vez que susurraba: “Jamás regresen”, aquello que los humanos llaman karma era útil muchas veces. Pero, a veces las cosas tenían que dar un vuelco totalmente inesperado y a eso se le llamaba “Destino” u “Coincidencia” como justamente ahora. Aquella masa de musculo colgante que anteriormente había visto cayó de improvisto al suelo creando así, una gran mancha de sangre que contrarrestaría a las otras de sangre seca en el lugar. ¿Antigua amiga? ¿De quién hablaba? Otra vez mi vista se dirigió a aquellas viseras de putrefacto olor, lo impresionante fue como este se levantaba e iba en dirección hacia mí.

¿O usted que cree, su majestad de corazones?

-¡¿AH?!

No, no podía ser la reina de corazones; es decir, no podía ser casualmente esa reina de corazones. Mi vista se mantenía centrada en esa abominable y petulante cosa que ahora lo tenía cara a cara, tomándome del mentón cosa que me hizo chistar y tragarme un insulto de por medio.

Mas… Co… Ta…

¡NO! ¡Simplemente era imposible! Aquello solo era un estúpido sueño… Sí, sí; una estúpida y jodida pesadilla de antes. Si pudiera llevaría mis manos a mi rostro cubriendo este para tratar de despertarme… ¡Si pudiera! El punzante dolor en mis piernas y en la mano me hizo regresar a la realidad; ¡Esto no era un sueño, hombre! ¡Era la puta, nauseabunda y absurda realidad! Moví de forma violenta la cara soltando uno que otro alarido gruñido con ello tratando de hacer que me soltará. Entonces, otro giró abrupto; ahora mismo y después de que palmearan mi cabeza, las pocas carnosas manos de aquella que antes debía haber sido una de las más imponentes reinas de rojo comenzaban a estrangularme, con el acto intentaba respirar de forma forzada mientras soltaba quejidos a causa de eso, moviéndome a lo mucho que podía tratando de hacer algo. Era irónico pensar que los mismos alambres de púas que me tenían prensado ahora tomaban a esta del cuello y la arrastraban hasta quedar bajo la suela del zapato del rubio.

Tosí un par de veces tratando de recuperar el aliento perdido; cosa que no duró mucho abriendo los ojos de par en par y titubeando un poco cuando esos alambres arrastraron de nuevo al cuerpo sanguinolento y este hacía el esfuerzo por zafarse.

¡V-Vamos! Esa no era la reina de corazones anteriores, la que había encomendado a un grupo de soldados a asesinar a mi familia únicamente para tener una mascota, tenía que ser una persona, aunque a decir verdad el aroma de la sangre de esa cosa me recordaba mucho al de ella; al igual que ese palpité extraño que escuché anteriormente. ¿Y… Si realmente era ella? ¿Así fue como terminó? ¿Por qué no me sentía alegrado por ello? En vez de eso; sentía un extraño miedo interno.

Si, en mi infancia viví las mil y unas torturas y humillaciones gracias a esa mujer y a su esposo, sumado a la misma armada que querían jugar de forma brusca conmigo, jamás olvidaré esos días en donde debía “Sentarme, rodar, ladrar y hacerme el muerto” para ganarme un mísero pedazo de pan. Al ver esa nueva apariencia tan insípida de lo que una vez fue la mujer que me causo pesadillas por muchos años en tal estado solamente daba a entender algo…

Esto, es y será mil veces más rudo que cuando era una mascota.

-¡Gah!

Ahora, con la nueva posición solamente veía el techo y a los ojos de aquel psicópata de risa perturbante.

-¿Qué ganarás con esto? –Logré decir, tanto por la posición como por el dolor inminente del cuello ahora- ¿Ya tienes lo que querías, no? Hacerme aterrar, supongo.. Así que, ¿Por qué no mejor piensas en dejarme salir de aquí, eh? ¡N-No le diré a nadie de este lugar!

-¿Hacerte aterrar?- Y arqueó una de sus rubias cejas. -No, mal interpretas todo. De tratarse de eso simplemente bastaría con sumirte en un hechizo alucinógeno.- O simplemente, ponerle a observar como torturaban a algún pobre diablo que cayese en sus manos.

Afiló la mirada ¿Que ganaba con eso? Nada realmente, lo hacia por gusto, mas porque estaba en su naturaleza el hecho de actuar como una persona bondadosa y que solo quiere ayudar al prójimo, cuando internamente era todo lo contrario. Disfrutaba escuchar los gritos de dolor de la gente, ver correr la sangre, la agonía y desesperación en el rostro de sus victimas.

Quizá, era por eso mismo que su alma yacía atrapada en tan terrible lugar, donde se encontraban ahora, sin poder escapar jamás de ese sitio, sitio que sin duda tomo como su hogar, moldeándose con el, como si fuesen uno.

Lo que causó gracia en el italiano fue que el cachorro hiciera mención de no hablar con respecto a ese lugar ¡Ni siquiera sabia donde se encontraba! y de hacerlo ¿Quien le creería? es decir, ¿Diría algo como "Vi a la antigua reina de corazones, era una masa sanguinolenta sin piel"? La magia negra es algo que siempre ha estado prohibido en wonderland, y si Nero hacia mención de ello seguramente, no quedaría impune.

-Pero claro que no dirás nada- Sonrió, como cuando entró en esa celda -De hacerlo quien sabe que podría pasarle a tu hermano. No lo he visto en persona pero dicen que intimida hasta cierto punto. Nada que no arregle un par de minutos a solas con él- Infringir un poco mas de miedo no estaba mal, y técnicamente no mentía.

La mano que sostenía las blancas hebras del canido se poso sobre el rostro del mismo, callándole en el acto. Con la misma le obligó a mantener la cabeza hacia atrás, mirándole en todo momento a los orbes azules que poseía.

-Y solo para estar seguros que no dirás nada de lo que paso aquí- Alzó la blanca mano en donde yacía el bisturí que usó anteriormente, entrecerró los ojos y la punta de su lengua se asomó por sus labios, humedeciéndolos un poco. -Si se te ocurre morderme siquiera, acabaras igual que su graciosa majestad... o peor-

Rápido y sin darle tiempo de nada a Nero, el rubio ejecuto un certero corte con el instrumento ¿Su objetivo? el ojo izquierdo del menor. Si bien no era mucha, pero con el movimiento la sangre dejó dibujada una línea carmín en la pared. Y retiró su mano del rostro del canido. Quería escucharle gritar, verle retorcerse en su dolor.

Retrocedió un par de pasos con la mano un tanto ensangrentada y el bisturí ahora de color rojizo y goteante. Una sonrisa a medias cubría su rostro. Aunque algo le hizo mirar sobre su hombro: Llamaron a la puerta. Sin perder ni un segundo, y acomodando sus gafas con la mano libre, es que caminó hasta ahí.

Pedazos de metal y piel comenzaron a desprenderse de las sucias paredes, de hecho lo mismo ocurrió con todo el lugar, deshaciéndose el lúgubre habitad donde el albino y el rubio se encontraban. En cuestión de minutos, todo estaba como anteriormente...

-¿Si?- Cuestiona con toda la tranquilidad del mundo tras abrir la puerta. Luego de intercambiar un par de palabras con la persona que había irrumpido se acercó de nuevo al cachorro, aunque, guardando distancia.

-Parece que la diversión ya terminó en los cuatro reinos. Es hora de volver a casa, muchacho- Y el alambre de púas que sujetaba al oji azules, desapareció.

Sí, creo que hubiera preferido mil veces el ser inducido a una ilusión que el estar reviviendo viejos momentos en mi infancia (O sea, torturas y humillaciones) No podía ni moverme, ni intentar liberarme ni nada; solamente ver como aquel hombre de mente retorcida se regocijaba en su propio lívido al ver mi sangre correr. ¿Asustado? Oh, hasta este punto me pregunto rotundamente; ¿A quién demonios intento engañar? ¡Obviamente estaba más que aterrado con toda estas patrañas de los cambios tan fuertes! El aroma, lo ridículo que ahora estaba lo visible más ese ambiente tan hostil y fatídico, simplemente no necesitaba estar en esta situación ahora.

Si tan solo, hubiera preferido tomar otro camino creo que no estaría en este predicamento. Tenía un punto ese hombre; ¿Quién en su sano juicio le creería las palabras a un cachorro de semi-humano? Ni mucho menos creerían que vi a una reina que desde hace muchos años se encontraba desaparecida, sobre todo por el hecho de donde provenía: El Reino de Corazón, y como me dejaron en claro ya no podía ni tan siquiera pronunciar una palabra alguna acerca de ese reino o sería castigado con la pena máxima: La muerte. Pero; lo que sus nuevas palabras resonaron en la pequeña habitación llegó un punto en donde había conseguido algo de valor para tan siquiera masculla algo; tan siquiera para intentar mirarlo de forma desafiante y bufar.

-Mi hermano no se sublevaría a todas estas porquerías –Farfullé, de manera cortante y fuerte- ¡Nunca-Te-Acerques-A-Mi-Hermano-Mayor!

Y aún a pesar de que quizá aquello fuera para infligirme más miedo con la idea de que algo malo pudiera pasarle a él; estaba prefiriendo que pasará mil veces peores cosas a mí de lo que le pudieran pasar a él. No importa si todavía pudiera o no estar enojado con él por aquel motivo del juicio y las mentiras, es mi hermano y no quería verlo a él sufrir.

Preferiría cargar con ese peso que dárselo a él, aunque ya esté muy lejos de poder cumplir con esa moción. Después de esas “palabras de honor y valor” ninguna otra cosa pude mencionar en ese momento; lo que ahora sucedía es que su mano había tapado mi boca. Entonces, todo simplemente cambio de peor a miserable. Tan veloz fue, que no pude anticipar nada de lo que sucedió durante el proceso y después del proceso, sino hasta que algo punzante surcó en el flanco izquierdo de mi rostro…

Algo llamado, dolor.

No, no pude evitarlo. Un fuerte, sonoro y quebrado grito escapó desde lo más profundo de la garganta; ambas manos (En especial garras) se clavaron en las braceras del asiento. Solamente, después del grito quedaron repercusiones de este, ligeros pero agudos quejidos. No sabría si decir que cada fibra de mi cuerpo temblaba por miedo o por la pérdida de sangre.

O inclusive de ambos. Bajé el rostro, sintiendo la fresca y cálida sangre recorrer mi rostro y como este pasaba por sobre mis labios saboreando ese sabor metálico que producía. ¿Qué clase de diversión hablaba? Tampoco argumentar esa pregunta estaba a mi disposición, no podía decir nada más que soltar patéticos chillidos a causa de ese inmenso dolor. Ni siquiera estaba al tanto de una cosa.

Ya no estaba “atado” a esa silla.

Aquel hombre de acento italiano entre cerro los ojos observando fijamente a su pequeña "presa" ahi en esa silla, que, aunque ya no se encontraba atado no hacia ni por escapar, solo podia hacer algo ahora ¿No?

Retorcerse de dolor.

Una vez mas aquel de hebras rubias relamio sus labios deleitandose con grandeza ante la imagen delante suyo. El dolor ajeno, no habia manera de describir cuando goce y placer le brindaban, una felicidad inexplicable le embargaba y podria hacer aquello todo el dia durante todos los dias y no aburrirse siquiera.

Sin duda, alguna, no era humano, al menos no en acciones y sus gustos, ya no habria otra forma de llamarle.

Sujeto su codo diestro con la mano izquierda y recargo los nudillos en su barbilla alzando asi ligeramente el menton. Las flamas de las velas se mecian suavemente ahora, como si no percibieran hostilidad alguna, pero que, tal hecho, podria cambiar drasticamente si el italiano se emocionaba nuevamente... Podria retomar la tortura que le habian obligado a dejar ahora a medias.

-Ay cachorrito ¿Qué haremos contigo?- Pues creyó escuchar alguna amenaza en su contra antes de cegarle del flanco izquierdo... para siempre.

Su sonrisa se amplió, una excelente idea le vino a la mente, una forma de asegurarse que el albino no hablará y de hacerlo el se enteraria, para hacer lo que le diese su plena voluntad con ese albino cuerpo... Esta vez, se acercó hacía el y con el dedo indice empujó ligeramente la frente del canido obligandole a hacerse hacía átras ligeramente.

-Magna culpa nostra- Mencionó en un pulcro latin a comparacion de su "pobre español" (o idioma comun de wonderland)

La sombra de aquel ataviado en gabardina blanca se extendio maniaticamente por uno de los muros del lugar como si pretendiese sumir todo en la oscuridad maldita de hacia unos instantes.

-Te dire la verdad, es imposible escapar de mi una vez que suelo poner mi interes en algo... o alguien- Nuevamente sus gafas reflejaron algo del brillo de las velas. -Si es que, se te ocurriera en dado caso decirle algo a alguien de mi persona- Y en la mente del cachorro sonoras carcajadas en afan de burla hacia su persona comenzaron a sonar, al igual que imagenes de personas alejandose y abandonandole -incluyendole aquellos quienes son mas apegados a él- -Me dare cuenta de ello y quizá podremos pasar un buen tiempo de nuevo juntos- Mencionó como si todo aquello se hubiese tratado de una charla amena o una alegre reunión.

-Oh, pero es verdad. Te da miedo que se enteren lo verdaderamente débil que eres ¿No? o todo el sufrimiento que haz tenido que pasar de todo el dolor que te provoca un simple toque como este - Y como aquel dueño que felicita a su can por haber hecho una buena acción, llevó su blanca mano hasta las hebras albinas del canido para revolverlas ligeramente.

-Quien sabe niño, si llegas a hablar, tal vez no solo seas tu en esta ocasion, podria incluir a tu querido hermano. O a esa rubia a la que siempre estas defendiendo.- Y un nuevo llamado a la puerta le irrumpio. El rubio solamente suspiró con pesadez y miró hacía la puerta, aunque solo por su hombro.

-No es de mi agrado que me interrumpan tan seguido- Murmuró, como si se lo comentara al oji azules, así casualmente -¡En un momento voy!- Y tal como mencionó, se encaminó a la puerta abriendola nuevamente, aunque en esta ocasion un tipo alto y ataviado en armadura del reino de Diamantes se adentró al lugar.

Y cargó al can entre sus brazos, como si le estuviese ayudando, o lo hubiese encontrado ahí tirado y abandonado en el bosque...

... porque era lo que pretendian hacer creer a más de medio sanatorio de Talis. Aquel que se hacía nombrar Marco sonrió, amable, tranquilo, como cuando se encontraba atendiendo a sus pacientes.

Y como si fuese normal en aquel lugar, las paredes comenzaron a caerse lentamente, como si se despellejaran, hasta dejar ver que, se encontraban a las afueras del sanatorio de Diamantes.

-¡Por el amor del creatore! ¡Enfermera!- y abrió bruscamente la puerta del ahora agitado sanatorio de diamantes -¡Prepare una cama para este pobrecillo joven que nos encontramos camino al lugar! Rápido, pongalo aqui soldado, yo me encargare de atenderlo en unos momentos, han estado llegando muchos heridos- Y aquel hombre de Joker hizo lo que el oji azules le pedia dejando allí a Nero, no sin antes mirarle sobre su hombro y sonreirle de manera tetrica.

Y así era como el fiero lobo, lograba vestirse de cordero para más tarde, darse un festin con sus victimas... El de gabardina blanca solamente se arremango "dispuesto a cumplir su labor de salvar vidas" como cualquier otro dia, en el reino de diamantes.