La importancia de los recuerdos [Priv: Anki]

Otro día aburrido, otro día que pasaba lento. Acaso esto no iba a movilizarse un poco, la supuesta paz que había le hacía extrañar aquellos días que le tenían ocupada, aunque realmente no era algo bueno que recordar. Resultaba trágico la cantidad de muertes que dejo a su paso y solo para que, para cumplir la codicia de los anteriores reyes. Suspiro y decidió acercarse a un lindo árbol que cubría el sol y la ocultaba de los inútiles nuevos reclutas que ella debía entrenar.

Desde ese lugar tenia vista de una gran parte del castillo incluyendo algunos pasillos que tenían ventanas. Vigilaba atentamente para que cuando alguien pudiera encontrarla pudiera escapar antes de que llegaran a ella. Logro ver una silueta que pasaba rápido y creyó haber reconocido quien era, la sirvienta esa que solo veía de lejos. Realmente le era intrigante su persona aunque solo la conociera de vista. Tal vez tener una charla con ella le alegraría el día.

Cuidando que nadie le viera, bajo del árbol y busco a la sirvienta esa. Paso por todos los pasillos hasta que al final logro encontrarla, sonrió en cuanto la vio, seguía pensando que sería interesante. Sigilosa llego atrás de ella y se acerco un poco a su oído.

- Se puede saber qué es lo que haces - Dijo esperando espantarla.

Uno. Dos. Tres. Anki contaba los pasos que daba en los pasillos silenciosos del castillo. Andaba buscando una sala, lejana, perdida, que no recordaba, pero que le habían mandado a limpiar. ¿Dónde estaba? ¿Cuándo la había visto? Menos sabía de ella que de su pasado. Pero como buena sirvienta debía buscarla. Caminaba ya desde hacía un buen tiempo, los pasillos se habían vuelto corredores vacíos, como los de un hospital. El reflejo del sol sobre los pulidos azulejos le daba un aspecto sereno, hasta casi seguro. Pero el palacio de corazones era todo menos seguro.

Siguió buscando, sin embargo sin desesperarse, observando atentamente cada puerta a su lado. Nada, ninguna correspondía. ¿Acaso no estaría allí? ¿Dónde entonces? Se le ocurrían múltiples lugares, pero eso significaba que su búsqueda sería algo más larga de lo que pensaba. Con un suspiro, ya algo desesperanzada, se volvió sin mirar el fondo del pasillo, y comenzó a correr. Su cabello rubio la envolvía, mientras volvía a pasar frente a las salas cerradas. A pesar de ir rápido, no hacía ruido, sus pasos era silenciosos y sutiles, solo se oía el ligero arrastre de su largo vestido sobre las baldosas blancas.

Llegó con sigilo a la biblioteca. Si había un lugar extraño, lleno de recovecos, puntos ciegos y puertas escondidas era ese. Quizás se estaba poniendo paranoica, pero su trabajo era cumplir órdenes, y si para eso debía enloquecer, enloquecería. Paseó entre los estantes de libros, mirándolos apenas. A pesar de ello, notó la evidente capa de polvo. «Algo debo hacer.» Pensó. Con su delantal, fue quitando el polvo de los estantes más bajos. Iba pasando entre libros, enciclopedias y tomos de novelas diversas. Cientos y cientos de libros acumulados, pero nadie para leerlos. Era extraño, muy extraño.

Y entonces, pasos. Alguien se acercaba, el silencio de la sala había traicionado su presencia. Se giró igualmente en silencio, cuando oyó la voz, perteneciente a una muer, detrás de ella. Abrió los ojos en una evidente muestra de sorpresa, pero no por que allí había efectivamente alguien, si no porque esa persona no era otra que la mismísima Alice...

Mientras se levantaba y mostraba todo su respeto en una reverencia, la cabeza de la joven comenzó a dar vueltas. Recuerdos, fragmentos, sensaciones del pasado la invadieron. En ellos predominaban la noche, la oscuridad, el sonido fuerte... pero sobre todo la sangre. Rojo, mucho rojo. Anki se agarró con fuerza la cabeza, intentando no caer de rodillas. Levantó la vista con dificultad ante la imponente visión de la mujer, esta mujer vestido como general que era...

Cerró los ojos, dejado dispersare los recuerdo, y habló con voz sencilla y soumisa -Lamento mi actitud tan descortés. Solo estaba limpiando los estantes. No pensé que se quisiera gozar de la lectura a estas horas...- La miró a los ojos, aunque debía levantar la vista, pues era evidentemente mucho más baja que Alice. -Lamento haberla molestado miss Alice.- susurró.

Como esperaba se había sorprendido, pero era obvio que no fue por su intento de asustarle. Suspiro algo decepcionada, el espantarle le hubiera alegrado el día, aunque le hacía aclarar más su intuición de que ella no era como las otras inútiles que siempre estaban "limpiando" el castillo. De momento ella empezó a tener ciertas reacciones, las cuales le preocupo, no era normal que eso pasara, pero prefirió no mover un solo musculo.

En silencio con los brazos cruzados le veía mientras la joven se recuperaba. Era cierto, no era normal que ella visitara la biblioteca, aunque fuera por un libro. Ella siempre prefería vagar por los diferentes reinos en cautela pues no muchos recordaban su rostro a menos que fueran muy ansíanos o le conocieran por el reino de corazones.

- La verdad buscaba algo más interesante que una simple lectura - Dijo mientras revisaba los estantes, todos llenos de información que muchas veces había visto en otros lugares y que había tratado de memorizar. - Aunque nunca está de más leer un poco. -

Tomo un libro para empezar a ojearlo, claro pasando las hojas lentamente como si se tratara de una reliquia, cosa que si era. Aunque estuviera viéndolo prestaba atención a la joven que con los pasos rodeaba para verla mejor. De golpe cerro el libro mientras cerraba los ojos, pues el polvo que los cubría había saltado en ese momento. Tuvo que toser un poco pues le había entrado a su garganta, pero no importaba, le había dado la oportunidad de observar mejor a la sirvienta. Extrañamente le llamaban más la atención su ojo cubierto, tenia curiosidad por saber que había tras ese parche.

- Aunque aquí no hay más que letras - Dijo señalando el libro mientras lo colocaba en las manos de la rubia. - Por eso quisiera saber algo que no se de este lugar. - Sonreirá mientras se le acercaba.

Dio un giro y tomo otro libro, para volver a ojear el contenido, nada interesante, las mismas acciones. Cuidado al pasar las hojas, rodear a la joven y observarla. Era extraña, algo le llamaba la atención, pero no sabía que era. Cerro de igual manera el libro, provocando que mas polvo saliera al aire. Esta vez no tosió, en vez de eso sonrió ligeramente y le dio el segundo libro.