Si no digo hola es porque soy asocial -Privado-

Si no había forma de escapar de ese lugar, al menos tendría que acostumbrarse.

Y como es típico en el, informarse acerca del sitio no estaba mal. Lo que le tenía, un tanto nefasto es el hecho de no poder razonar con lógica ni coherencia, pues, había visto que en ese lugar, las cosas funcionaban de una manera muy distinta... La locura y lo espontaneo reinaban en ese mundo al que todo mundo llamaba "wonderland".

Había notado que aquel reino que llevaba algunas insignias de color dorado, destacaba en milicia. El reino en donde el habitaba era más conocido por ser el "hostil" aún no tenia en claro que funciones "desempeñaban trébol y espadas" (aunque claro, cayó en cuenta que llevaban nombres de cartas, lo cual le pareció un tanto extraño)

-"no sé con qué motivo hago esto, pero supongo es mejor que estar molesto sin motivo alguno”- O de “amargado” como su gemelo diría.

Caminaba por el pueblo de trébol, contrario a lo que acostumbraba pues las calle rebozaban de gente que iba de aquí para allá. No importaba, si encontraba una librería todo valdría la pena. Justo en ese momento algo llamo la atención del semi demonio de gabardina celeste: Un lobo. Quizá el animal percibió su mitad maligna pues el can empezó a fruncir las fauces y a gruñir pretendiendo tal vez atacarle. El albino no se inmuto para nada y enfoco sus ojos azules sobre el animal. Con la siniestra tomo la funda de su arma, y la derecha la llevo hasta el mango de esta, listo para la defensa, por si el animal pretendía agredirle.

-Ah... que refrescante es el aire de la ciudad por las tardes ¿Verdad Garn?

El lobo blanco me miró, como dando consentimiento a la afirmación que yo acababa de realizar. Hacía muchos años que lo tenía, regalo de mi hermana mayor, Corett. El animal tenía un temperamento bastante particular. Es cariñoso como un cachorrito conmigo, pero bastante hostil con otras personas, sobre todo con las del reino de corazones, probablemente porque conoce cuánto aborrezco a su reina. Sin embargo, no tengo nada contra su pueblo. Pero, eso, Garn no lo comprende.
Es muy extraño que ande por Lillium gente de aquel reino, así que suelo llevarlo conmigo a pasear por ahí cuando no quiero que ningún soldado esté acompañándome y molestando. Mi lobo es incluso mejor que seis soldados juntos.

El clima de siempre, húmedo pero cálido, sembraba alegría en los rostros trabajadores de los ciudadanos. Era tan gratificante la paz que se respiraba allí... Las callejas adoquinadas, los alfareros moldeando, herreros forjando, mujeres que cotilleaban y niños que corrían por todos lados. De vez en cuando un buen mozo que me reconocía me daba una flor. Me pregunto por qué a veces insisten tantos en que venga acompañada... este ambiente es tan tranquilo...
Caminaba distraída hacia ningún lado en específico cuando, súbitamente, Garn empezó a gruñir y a acercarse lentamente a un transeúnte cualquiera. Se alejó un poco de mi lado y tuve miedo de que dañara a alguien, es mucho más grande que un lobo común.

- Garn. - Dije, sin siquiera elevar la voz. Su oído es tan agudo como el de cualquier can. - Vuelve.

Noté que el ciudadano tenía su mano lista para desenfundar la espada. Me acerqué al desconocido a paso apresurado (Con Garn a mi derecha.) y le advertí:

- No se preocupe. No hará nada si se lo ordeno, pero parece ser que usted está más dispuesto a atacar que mi lobo.

Un mínimo grado de irritación podía notarse en mi voz. No soportaba el hecho de que alguien quisiera hacerle daño a mi compañero, que seguía gruñendo, con la espalda erizada.

- Shh, cálmate. Le susurré.

¿Para él? o ¿Para el lobo? La última frase de su alteza verde podría malinterpretarse, sin embargo, Vergil Sparda no despegó jamás su mirada del animal... Típico, seres sin raciocinio impulsado meramente por los instintos... Tal vez hacia bien.

Un ligero sonido metálico se escuchó al cubrir lo poco que el demonio había dejado ver la hoja de su katana, y seguido, relajo su postura. Miró a la mujer, alzando ligeramente el mentón en un claro gesto que denotaba soberbia.

-Era más que claro que en el momento que esa bestia se me lanzará al ataque respondería con una ofensiva- Declaró con voz frívola y una seguridad enorme en el hablar.

Enfocó una vez más a aquella fiera que parecía querer atacarle de un momento para otro.

-Las bestias como esa deberían estar sometidas bajo un estricto régimen de educación para evitar “encuentros como estos”-

Pese amostrar elocuencia seguidamente, el semi demonio de hebras albinas no solía elegir las mejores palabras para dirigirse a la gente de forma amable. Despues de todo ¿Por qué tiene que hacerlo? Él es el hijo de aquel gran demonio llamado Sparda.

-¿Raciocinio?- Claro, guiado por los instintos canidos de sentir algo fuera de los estándares normales, mejor dicho, poder percibir su parte demoniaca.

Seguro el animal lo veía como en realidad era, o mejor dicho, podía verlo como lucia cuando se transformaba, por ende, el comportamiento hostil que dirigía hacia su persona... Esa mujer ¿Cómo se atrevía? Llamarle indirectamente salvaje, si que tenía valor para hacer algo similar.

A punto estuvo, de contradecir su argumento cuando la mujer pareció observar algo a espaldas suyas. Guiado por la curiosidad, contrario a lo que hubiese hecho antes, el semi demonio pretendió girar sobre sus talones para observar lo que preocupaba tanto a la joven, y, al hacerlo, se llevo la nada grata sorpresa de ser jaloneado por la solapa hasta uno de los callejones y ser utilizado como vil vulgar escudo humano. El pequeño grupo de soldados que seguramente buscaban a su alteza de tréboles continuaron de largo, el plan le había funcionado a Narodni.

Le empujo (sin hacer uso de mucha fuerza, claro está) tan solo para hacerle retroceder unos cuantos pasos, lo hizo con la palma de la mano abierta, a la altura del pecho, fue inconsciente estaba acostumbrado a tratar mas “con hombres” (o pelear, al caso)

-¿Se puede saber qué es lo que estás haciendo, mujer?- ¿Cómo es que había osado tocarle de semejante manera? Ella… ella… ¡Una simple humana!

¿Quién era ahora el que se comportaba como parte de la realeza?

Ví los hombres pasar. Ellos, a mí, no me vieron. Qué alivio.
No lo había notado, pero mi respiración estaba mínimamente agitada. Ahora me preguntaba si el hombre lo habría notado.
Me aclaré la voz, enderecé mi postura, sacudí mi vestido blanco y, un poco contra voluntad, me disculpé.

- Espero me disculpe usted por el repentino uso de escudo que acabo de dar a su cuerpo pero, de otra forma, me habrían visto, y ya no soporto la claustrofobia de estar contínuamente rodeada de estos soldados. Ni tampoco quiero terminar encerrada dentro del castillo, de nuevo. - Bajé la mirada, levemente afligida por la idea de que aquello volviera a sucederme. Pronto me recuperé, e intenté sonar "mala" otra vez. - Apártese, por favor. Quiero pasar.

Como si de una costumbre se tratase, el demonio de cabello platino alzo ligeramente el mentón al tiempo que afilaba la mirada, y observaba fija y atentamente a la mujer frente.

-¿Estas diciéndome que eres prófuga de la armada de trébol y por eso es que te están siguiendo?- Si, malinterpreto todo.

Genial, ahora seguramente por haber ayudado "a la loca" (por que para el lucia como una, irónico pues en ese mundo incluyéndole todos están locos) los soldados se le irían encima, despues de todo indirectamente había terminado como un cómplice. Ignoro la petición de Narodni y cruzo los brazos, a la espera de una larga y valida explicación, que, según el, merecía.

Aunque tampoco pretendía ayudar a la armada, no tenia porque, ese mundo es demasiado patético y espontaneo de su gusto como para hacer tal cosa. Tampoco es que fuese un caza recompensas... No, esos días, ya habían quedado atrás.

-Exijo una explicación clara y concisa- Sentenció, aun sin pretender moverse ni un milímetro de su lugar.

El hombre ni siquiera atinó a moverse. Al contrario, se afirmó al piso aún más, pidiendo lo que más yo temía y la razón por la cual quise alejarme de él lo más rápido posible: una maldita explicación
[color=white]Okey... =green]]me dije. El hombre quiere que le explique.¿Qué soy la princesa de tréboles? ¿Decirle? De ninguna manera. No quiero que busque a mis soldados para que me encuentren (y se libre de mí de paso). Podría haberme paso por la fuerza pero... yo no podría, y mi lobo tal vez le haría daño. Sólo podía recurrir al más asqueroso recurso que me quedaba. Mentir... No, no puedo hacerlo. Sólo esconderé la verdad.
Engañada a mí misma con la justificación que había puesto le dije:

- Podría decirse que sí. Lo soy. Una terrible prófuga a la que siempre buscan. - estaba diciendo la verdad hasta aquí.- Y ahora tú eres mi cómplice.

Miré en sus infinitos ojos claros. Son hermosos...¿Eh? ¿¡En que pienso!? Embelesada me distraje en su mirada un momento, con los labios entreabiertos. Volví en mí y se me ocurrió que el hombre me podía ser de utilidad.

- Así que deberás esconderme, tanto a mí como a ti, si no quieres terminar en la horca.

-jum- Vergil Sparda simplemente permaneció ahí de pie, frente a ella con el cejo fruncido y los brazos cruzados a la espera de su respuesta.

La cual, no fue muy grata que digamos. Una parte de él quiso creerle, la otra no tanto. ¡Maldito mundo al que había caído! ahí no podía estar completamente seguro de sus decisiones y pensamientos pues el sitio era esporádico y loco. Solo quedaba analizar las posibles opciones.

Si era una prófuga no se veía como alguien peligrosa, además, según el, una fémina como ella no causaría tanto estrago para con una armada... Debía ser cuidadoso si es que, no quería que alguien más como esa fantasma osara burlarse de él.

La segunda era que quizá a pesar de su aspecto no estaba mintiendo y esa aura extraña que podía sentir emanando de la princesa de tréboles era su "carta de triunfo" garantizándole los escapes de los soldados... Y sumado al lobo...

Cerró los ojos e inhaló aire para dejarlo salir lentamente. No temía ir "a la horca" él era el hijo del gran Sparda, un patético y miserable problema como lo era que le buscasen por cómplice, no significaba nada. Los seres de ahí simplemente no eran obstaculo para su inseparable Yamato.

Miró al canido de reojo, antes de girar sobre sus talones y dar dos simples pasos, como si pretendiese retirarse. Sin embargo, observó sobre su hombro a la mujer, antes de entablar palabra.

-Andando entonces-

La tercera opción era ayudarle, aunque claro, no oba a admitirlo jamás... Es solo que... En ocasiones siente como si su madre fuese quien le pide ayuda, no por nada había salvado a aquella niña de nombre Aloshka bell en alguna ocasión de ser comida por aquella fiera...

Quiza como decia su gemelo, el pasado si que suele perseguirle y atormentarle.

-"Que estupidez"- Se dijo, negando esos patéticos "sentimientos humanos" para comenzar a andar.

Observé dentro de sus ojos cómo cuestionaba palabra por palabra lo que dije, buscaba información oculta, se debatía qué hacer consigo mismo... y conmigo.
Vi que se daba la vuelta, como si fuera a marcharse. Estuve a punto de gritarle que se quedara pero, casi de inmediato, giró la cabeza y me habló.
No dijo ni que sí, ni que no; pero pude interpretar su frase como un "Qué más da..."
Sonreí de oreja a oreja, con los ojos cerrados y grité "¡Si!" para mis adentros. Incluso solté una pequeña risita. Garn ladró amistosamente. Yo me tiré sobre los hombros del desconocido y estuve violentamente colgada de su cuello un par de segundos... hasta que volví en mi.

─Ejém... lo siento. ─Dije, con el tono más serio que encontré en mi interior─ ¡Pero no vayamos por la zona urbana! No sea cosa que te vean conmigo y empiecen a buscarte también.

Bien, parecía que ya nos poníamos en marcha. Realmente... me estaba escapando, con un desconocido, hacia quién sabe dónde, quién sabe cómo y durante quién sabe cuánto tiempo. ¡Genial! Estaba tan feliz... Lo único que me preocupaba era la reacción que tendría al enterarse de que soy princesa... de que en realidad le estoy mintiendo. No soy ni una prófuga, ni una criminal... sólo una rebelde, una renegada de las normas que me impiden ser libre y vivir al natural, teniendo que fingir todo lo que impone la realeza como "normal".
¿Debería seguir mintiéndole? No quiero perderlo. Garn es fuerte, pero no lo suficiente para ayudarme si algo pasa; tampoco me gustaría vagar sola por el mundo... definitivamente lo necesito. Debo continuar con esto, sólo espero que no me pregunte qué hice para que me busquen... al menos no el la brevedad. Dame tiempo de inventar algo.

¿A que vino esa maldita euforia? El albino de ojos azules simplemente tenso la quijada tragándose todo su enojo, no necesitaba llamar mas la atención por agredir a una joven (claro y que iba muy en contra de sus principios también hacerlo). No dijo nada, solamente exhalo aire de manera lenta tratando de calmarse, no era muy difícil saber que el demonio suele perder la paciencia fácilmente para con la gente...

...Mas con los escandalosos y similares, pues le recuerdan indirectamente a cierta persona que repudia.

-Tú conoces la ciudad, así que camina- Ordenó, sin tacto mirándole fijamente.

Alzo su siniestra pasándosela por la frente hasta llegar a su platina cabellera, haciéndola hacia atrás en un claro tic que tenía cuando trataba de calmarse o pensar mejor las cosas. ¿Qué demonios tenía ese maldito lugar que hacía que en ocasiones recuerdos nítidos de su madre le llegasen a la mente? y claro, eso traía consecuencias, como estar ayudando a una jovencita prófuga de la justicia a esconderse y demás...

Eso simplemente no iba con el ¡Era un demonio! Era quien estuvo a punto de abrir la puerta del inframundo y traer el caos al mismo tan solo para poder estar en el infierno, el hogar de su padre.

Comenzó a caminar por donde las calles no estaban tan transitadas, igual agradecía ese hecho, ya había dejado muy en claro que la compañía no era lo suyo.

.Off: disculpa la tardanza y si no está entendible

Esa mujer, la euforia mostrada y demás. El semi demonio de ojos azules lo único que podía hacer para su desgracia y enojo era tragarse su molestia y dejarse guiar por ella por las calles del reino de trébol. ¡Y se suponía que no deberían llamar la atención! y la chica parecía querer todo lo contrario… Cerró los ojos frunciendo el cejo para dejar escapar un leve suspiro de desagrado, debía arreglar ese problema rápido o encontrar la fuente del mismo, del porque desde que llego a ese lugar veía reflejada a su madre en cualquier fémina que le pidiese ayuda y por ende, acceder a conceder esta.

-He de suponer, que lo más factible seria no visitar algún lugar en donde, pudiesen encontrarte con facilidad enorme- Contestó, con esa voz seria y hasta cierto punto carente de emoción alguna.

Aunque estuviese mal, debía sacar provecho de la situación, vamos, como si antes no hubiese manipulado a alguien para su antojo y/o beneficio, sonrió de forma ladina.

-Así que supongo que una biblioteca seria la opción mas adecuada, sin mencionar que sería un buen escondite- Mintió en parte, la verdad es que es un fanatico de la lectura, claro esta que resultaba bastante evidente en el lexico del demonio.

Nótese que en ningún instante el demonio correspondió al tacto ajeno, es decir, la chica le iba jaloneando al tomarle por la mano. De ninguna manera entrelazaría sus falanges con los de la princesa. Pero no había forma de soltarse, no al menos, sin verse grosero.

Pues él era asocial, y hasta cierto punto frívolo, pero no grosero falto de modales y mal hablar. Sus azules orbes se mantenían al tacto de la muchedumbre (o de la poca por el camino que habían quedado en tomar) por si alguno diese señal alguna de reconocer a la mujer, o decir algo en contra de ella. Sin embargo, sus planes se esfumaron como humo al viento una vez más.

-¿Espadas?- Soltó de repente -Espera un segundo- Frenó su andar, obligando con ello a Narodni a detenerse.


Nuevamente, Vergil cruzó los brazos a la altura de su pecho, mientras elevaba ligeramente el mentón, siempre con aires de grandeza.

-Si es que mi memoria no me falla (y seguro no lo hacía) jamás exprese el hecho de ser yo tu "guardián" o vamos: cómplice involuntario, durante días o semanas. Espadas no queda a simples minutos de este pueblo y, lo más probable, es que inclusive tenga que tomarse el tren hacia aquel reino-

Que sumado, no pretendía volver a pisar... Menos sabiendo "quien vive" en ese reino. Seguro no eran muchas las posibilidades de toparse con su gemelo, pero igual, prefiere evitar dicho sitio, si es que claro no quiere que otra violenta batalla se lleve a cabo.

-¿O es que tu magia te permite crear portales para desplazarte, hechicera?- Si él los poseyera, es mas que obvio ya no se encontraría en ese alocado lugar, sino en el oscuro hogar de su padre: el inframundo.

-¿Nadie me perseguirá?- Y arqueó una ceja. Se notaba que obviamente la mujer acababa de conocerlo.

Técnicamente ¿Cuanto había pasado desde su encuentro con aquel que lucía igual a él? No mucho, sin duda. Es decir, la última vez que se vieron fue en aquel fiero campo de batalla en donde las cuatro armadas se habían reunido para eliminar a esa mujer demonio de la que hablaban las leyendas locales de wonderland. ¿El resultado? Una apuesta entre ambos a ver quien la derrotaba, y grande fue la sorpresa de ambos gemelos al ver al fiero dragon en el que se convirtió la mujer.

En si hacía poco que el semi demonio podía moverse con toda libertad...Aquella gran herida ocasionada por la bestia le dejo fuera de combate durante un buen tiempo. Y es por eso mismo que Vergil Sparda no deseaba viajar hasta Espadas, pues es el reino en donde habita su gemelo, y es bastante conocido por sus trabajos de espionaje e inusuales formas de trabajo: Dante Sparda. De encontrarse ambos era seguro que un combate se llevase a cabo…

-Mujer es claramente evidente que…- No pudo terminar la oración, pues un hombre ataviado de armadura esmeralda señalo a la mujer que estaba frente suyo, reconociéndole obvio como la princesa de tréboles.

Bufo. Frunció el cejo y sin explicación alguna, tomo a Narodni en brazos, y de esa forma, comenzó a correr en dirección contraria de los guardias. La velocidad con la que se desplazaba el de hebras platinas era bastante asombrosa, agradecía el hecho de haber nacido entre la unión de una humana y un demonio.

Tras de ellos y obvio, creando un mal entendido, varios soldados comenzaron a darles seguimiento.

OFF: Lo mencionado del dragon, es de la trama "Demonio rojo"

Se suponía que aquel inusual par, no debía llamar la atención, y helos ahí, corriendo a una velocidad enorme (o mejor dicho siendo cargada en el caso de Narodni) mientras los pobres soldados intentaban fallidamente darles alcance. Podría transformarse y doblar la velocidad de su trayectoria, pero era una faceta que no gustaba mostrar a menudo.

Con suma agilidad y gracia, el semi demonio de hebras albinas eludía a los transeúntes sin siquiera tocarlos. En definitiva, repudiaba el hecho de ser mandado, mas por una “humana” como la que estaba en sus brazos, sin embargo, no había muchas opciones. Se limitó a asentir con la cabeza al tiempo que doblaba la esquina, tal como la mujer le había sugerido.

Confiado de perderles, Vergil jamás miro hacia atrás, no era probable que unos patéticos humanos como aquellos le dieran alcance; tal como Narodni pensó, en la segunda vuelta, fue capaz de perderlos. Continuo con su trayectoria unas cuantas calles más, para ir moderando su velocidad hasta encontrarse caminando tranquilamente; entonces, fue que pudo detenerse y bajar a la princesa.

-“Tal como lo pensé en más de una ocasión, las féminas de este lugar suelen ser bastante problemáticas”- Se acomodó la solapa de su larga gabardina celeste, antes de mirar a Narodni nuevamente y hablar.

-Muy bien ¿Ahora qué?- No pensaba correr toda la vida como un maldito cobarde… Pues eso simplemente no iba con él.

Apenas estaba "recuperándose" de la huida, cuando se vio obligado a acortar la distancia entre ambos. Frunció el cejo a manera de reproche, mas no pudo hacer nada en contra de eso. Tal como la mujer lo pidió, Vergil colocó las enguantadas manos sobre la estrecha cintura de la princesa. Un ligero deje de curiosidad se dibujó en las blancas facciones del albino. ¡No podía creer que de verdad la mujer pudiese crear portales!

Pronto, ambos se vieron envueltos en un Az de luz celeste. El cambio de escenario fue notable, o no tanto para el de hebras albinas. Debido a la atadura que la joven había hecho previamente para tomar precauciones, ambos hicieron una entrada "bastante llamativa" en el lugar.

Las personas no evitaron prestar su atención a un "agujero" de color celeste que se había aparecido en el lugar, y saliendo de él, a ambos jóvenes, que, al no poderse mover con facilidad terminaron yéndose de bruces. Un ligero gruñido escapó de sus labios al sentir el contacto de su cuerpo contra el piso, solamente llevó la diestra hasta su platino cabello haciéndolo hacia atrás, en ese tic que mostraba cada que intentaba calmarse.

-Definitivamente ¡No es mi día!- Mejor dicho ningún día era el suyo, no al menos desde que cayó en ese alocado mundo.

Alzó el mentón, aun en el suelo, observando el lugar. El silbido de la locomotora le hizo caer en cuenta donde estaban: La estación. ¿Pero dónde? Un banderín azul como su gabardina y con un grabado, un As de espada respondio su duda con respecto a que reino llegarón… Como pudo, se liberó (con cuidado de no hacer mas el ridículo pues las miradas seguían sobre ellos, ni romper el vestido de la dama) se puso de pie, para sacudirse la ropa y acomodarse el corbatín y de paso el cabello. Narodni se había salido con la suya. Como si su gemelo pudiese salir en cualquier momento de la multitud, el demonio simplemente afiló la mirada. Aunque, se reprendió mentalmente, y extendió su siniestra hacia la joven.

-Mis felicitaciones maga. Tu hechizo fue exitoso, al parecer estamos en la estación de espadas-