El vals de la luna color plata [Priv.Yoru]

Aquel día había comenzado más tenso de lo habitual, continuaba molesto por la última vez que su padre se llevó a su juguete –mayordomo- así que no quería saber nada de ninguno de los dos.

El peliplata se acercó a su amo, pero este le rechazó y prohibió mirarle en toda la mañana, además de negarle el honor de acompañarle al Reino de Espadas, al heredero de los Senri le molestaba hacer tediosos viajes a los reinos vecinos, pero no podía faltar a aquella “reunión”. Le fatigaba tener que pasar en molestos bailes, pero ahora que el conde Higa estaba dejándose ver no podía perderle pista, no es que le considerara competencia, simplemente quería cerrarle todas las puertas y hacerle ver que nadie estaba al nivel de Senri Shiki y para eso lamentablemente debía codearse con todo tipo de nobles y aristócratas, sin importar el reino.

Subió al carruaje y comenzó su camino hacia Palladium al comenzar la puesta de sol, aquella majestuosa ciudad estaba lejos de Rubine, por lo que se venía un aburrido y eterno viaje, además al no tener la compañía de su fiel mayordomo no tenía a quien torturar o pedirle ridiculeces en lo que se prolongaba el viaje, aburrido.

Un par de horas transcurrieron y la mansión en la que se llevaría a cabo el baile comenzó a hacerse notar, el pelirrojo la observó sin mucho interés y esperó a que el cochero acompañado por sus dos guardaespaldas abrieran la puerta de la carroza para bajar de ella. En la entrada los guardias le reverenciaron, cosa que era de esperarse después de todo; en todos lados el apellido Senri era respetado, no importaban las fronteras. Se adentró hasta el salón principal con total porte, elegancia y arrogancia al ver las reverencias de los nobles y los guardias de cada gran umbral. El salón tenía el escudo de las espadas por todos lados, incluso grabado en los pequeños cristales de los candelabros y la decoración era de un brillante, hermoso y elegante azul -nada mal- pero aún así le parecía inferior a las grandes mansiones y castillos de Rubine.

"Espero encontrar a alguien digno de mis palabras, de una pieza de vals o..." hizo una pausa con una maliciosa sonrisa "Digno de mi diversión..." finalizó asomando los colmillos por un instante. Llevó su mirada cristalina por el salón, la familias más importantes del reino estaban allí, además de algunas de los otros tres, pero Kaede Higa no estaba por ningún lado, al parecer todo sería aburrido o eso pensaba hasta que dio con la figura de una chica de cabellos castaños largos y ojos color jade, ¿Dónde le había visto antes?, quizá la noche aun prometía, ¿Podría hacer algún negocio importante con ella? o... al menos degustar sangre que valiese la pena, aquello estaba por verse.

La suave y cándida voz de la joven le hizo dejar de estar absorto en sus pensamientos y volver a la realidad, a aquel baile. Se centró en la chica quien de forma grácil hizo una reverencia y le reconoció al instante “¿Quién es esta chica?” se preguntó y cuando la joven terminó la reverencia pudo notar el emblema que colgaba de su cuello. Se trataba de la heredera del linaje Silverwolf, una de las familias más importantes del Reino de Espadas, por lo que Shiki actuó al instante.

“Disculpe mi descortesía” dijo llevándose la mano hasta el pecho de forma principesca y cordial, haciendo una reverencia frente a la hermosa mujer de cabellos largos “Mi nombre es Shiki, Senri Shiki” concluyó su presentación y se levantó con una sonrisa “Es un honor conocerle, aunque aun no he oído su nombre” le dijo con mientras buscaba la mejor forma de dialogar, si bien Shiki era conocido como un noble encantador entre las damas de la corte, pero considerando la posición de la chica que estaba frente a él y que le había reconocido; toda esa actuación no tendría sentido, simplemente trataría de no ser tan frío y así quizá lograr entablar amistad con ella por le bien de sus negocios.

“Por el emblema que posee me es fácil adivinar la familia de la cual proviene, mas, no así su nombre y creo que las personas deben ser reconocidas por su nombre, no su apellido…” comentó de forma despreocupada y sin mucho interés –no podía evitar comportarse así- sus palabras eran honestas, ya que el quería ser reconocido como Shiki, no el hijo de los Senri, por un momento olvidó sus intenciones y se dejó llevar por una conversación entre dos simples jóvenes.

Se quedó observando a la chica frente a él unos instantes, era realmente hermosa, por lo general no reparaba en aquellos detalles tan irrelevantes para sus objetivos, pero fue un simple desliz, después de todo esa noche estaba su padre en la fiesta y si Shiki permanecía junto a la muchacha y el cabecilla de lo Senri los veía podía sumar un par de puntos a su favor al ver que se estaba relacionando con alguien importante.

Notó como las mejillas de la castaña se encendían ligeramente, dedujo que era por el simple hecho de no haberse presentado, por otra parte hubiese sido más vergonzoso que ella se anunciara antes que el conde, por una cosa de protocolo.

“Es un placer, Yoru” contestó enseguida al oír su nombre, volviendo a reverenciarla para enseñar los respetos correspondientes a su persona, Yoru Silverwolf era tal cual la habían descrito, aunque a los oídos del joven vampiro sólo había llegado el comentario de su padre; “La heredera de los Silverwolf del Reino de espadas es una joven talentosa, pero demasiado amable” la parte que refería al talento hasta ahora la desconocía, mas, confirmaba la amabilidad y simpleza de la noble, a lo que no sabía si reír ante su ingenuidad o aplaudir su actuación. La joven volvió a pronunciarse con una pregunta bastante obvia, ¿Qué más podría traerle a dicho Reino que no fuese seguir sumando puntos? Aunque si era honesto en esta ocasión había sido arrastrado por su padre, ya que; Shiki consideraba inútil asistir a las mismas reuniones que su progenitor –siempre iba a representarlo y hoy no era necesario-.

“La verdad es que mi padre me lo pidió” contestó con franqueza mientras ocultaba la hostilidad usando términos más amables a lo que fue en realidad la “petición” del líder del linaje Senri “Por lo general soy yo el representante del apellido Senri, ya que él siempre está ocupado, aunque hoy le pareció una buena oportunidad para que le observe y aprenda a hacer bien mi labor como conde” respondió con su tono calmado, las cosas no eran tan simples como las planteaba, pero el pelirrojo jamás hablaba de sus problemas y complicaciones con nadie, además su semblante serio siempre era una buena forma de ocultar todo y hacer sus palabras creíbles “Supongo que usted también ha asistido en nombre de su familia” finalizó. No pudo evitar arquear levemente su ceja derecha con la siguiente pregunta de la joven, ¿Por qué de todos los nobles del reino rojo tenía que salir a la conversación Kaede Higa?, trató de no fruncir el ceño de forma muy evidente, aunque por dentro ese nombre le estresaba, dio un suspiro casi imperceptible y continuó la conversación.

“La verdad no nos conocemos mucho, simplemente da la casualidad de que ambos poseemos el mismo título…” comentó restándole importancia al tema, aunque a esas alturas su padre le había confirmado la identidad de dicho noble con quien para desgracia de Shiki compartían lazos sanguíneos "Lamento no serle de ayuda para conocer más al príncipe Kaede..." pronunció en tono de broma con bastante ironía -no pudo evitarla- todas las nobles en las fiestas lo denominaban un príncipe de ensueño y para Shiki no era más que una piedra en su costoso calzado. La música irrumpió sus palabras justo a tiempo y al compas de ella la hermosa chica de ojos verdes añadió otras palabras, Shiki sonrió con algo de malicia, quizá divertirse un poco no estaría mal.

“Me gustaría” respondió tranquilamente y se apartó un par de pasos para extender su mano en dirección a la noble de espadas junto a él , la tomó con total delicadeza y en un ágil movimiento la condujo hasta el balcón, estaban junto a él, por lo que; sólo fue necesario moverse un poco para ser cubiertos por la luz de luna “Pero antes…” hizo una pausa llevándose la otra mano hacía el pecho mientras le reverenciaba “Me concede esta pieza? estimada doncella de las espadas...” le preguntó con una sonrisa simple, Shiki estaba lejos de parecer un príncipe en cuanto a actitud –sanguinario de nacimiento- pero podía ser fácilmente confundido con uno gracias a su porte y gráciles movimientos. Si bien no era un fanático de los bailes, había aprendido muchos gracias a las clases de etiqueta a las que fue sometido desde niño y podía presumir su elegancia en el vals.