Las buenas amistades comienzán con un buen apretón de manos pequeño rey [Howard]

El Castillo se sentia solo, no habia nadie echando botes por alli, poco sabia Howard de la ubicacion de la Reina, de la cual tenia muchas dudas, pues no sabia bien que pasaba entre ellos dos; nunca supo si en verdad gustaba de el, o algo similar, o si era solo politico, en realidad era un supuesto matrimonio bastante triste, pues ambos eran muy distantes, y poco sabian de ambos. Tampoco sabia la ubicacion de la otra persona habitante de aquel castillo; la prima de la Reina Rachel, tampoco sabia mucho de aquella misteriosa mujer.

Tac, tac.

Un sonido constante se escuchaba en el pasillo que el albino recorria algo pensativo. Miraba a traves de el ventanal que estaba a su izquierda, mirando asi al pueblo de diamantes que tan laborioso estaba esos dias, y sin saber porque, siendo el mismo el rey. Luego debia averiguar aquella pregunta que se hacia a si mismo.

Tac, tac.

Se escucho de nuevo. El sonido de el baston de madera del albino chocar contra el suelo tan reluciente y detallado. Se quedo parado por unos momentos, mirando a un punto fijo en el pueblo, quedando orbitando en el espacio, una laguna mental sin duda. De repente fue interrumpido. Uno de los guardias, algo agotado, por venir corriendo desde la puerta hasta donde el Rey se encontraba. Respira, hombre, que tiempo sobra murmuro, sin quitar la vista de donde la tenia antes de que llegara aquel noble hombre.

S-Su majestad, el rey de Corazones quiere verle dijo el hombre, tratando de pararse firme frente a su majestad, hasta que lo logro. Al escuchar aquella noticia, Howard entendio por que tanto revuelo en el pueblo. Sabia que "Su majestad Roja" ( Como el le decia ) tenia un exagerado transporte tirado por un par de salvajes toros, mas amenazantes que volverlo a decir, y por eso la gente se amontonaba para ver por los costados de donde pasaba aquel mostrote; aunque no lo vio venir cuando vio a traves de la ventana, por lo que aun no comprendia el porque de que la gente seguia alli, aunque ya se empezaban a dispersar Llevale al salon del trono... Le esperare alli

No tenia idea alguna de por que semejante hombrezon habia venido a su reino, pero no le despediria pues seria de mal gusto. Ademas de que aburrido estaba, y era una oportunidad algo poco comun, se debia aprovechar. Y por favor, encargate de su peculiar transporte murmuro, con algo de cinismo, mientras que se dedicaba a ir al salon donde le esperaria. El guardia salio de inmediato a donde estaba aquel giganton

Al llegar, miro fijo, con miedo, al Rey ajeno a la autoridad que sobre el gobierna, de manera que tartamudeo un poco, y se decidio por hablar El rey le espera, señor, en la sala del trono murmuro, mientras que miraba a una señorita, una criada, que esperaba en la tras puerta del castillo. Permitame... murmuro, con mas miedo al ver a aquellos sementales gigantescos, negros como la oscuridad y atemorizantes, como los propios diablos. Le tendio la mano al hombre robusto, esperando a que le diera las riendas del carruaje

Aquel soldado que habia recibido las riendas, las tomo con sumo cuidado, para luego mirar de reojo al pelirojo, bajando el de la carroza. Aquella palmadita tan "leve" a simple vista resulto ser para aquel enclenque humano un empujon medio, que le hizo avanzar dos pasos, recobrando luego, con mucho esfuerzo, agitando los brazos como un ave, el equilibrio. Escucho el comentario del señor No, si se nota... penso con la misma cara de terror que tenia desde un principio. Cuando el Rey se adentro en la estructura tas ellos, el soldado se dedico a llevar a los toros a un establo cerca, sin antes saltar del susto al escuchar a uno de los toros relinchar y soplar por la nariz, mientras que el otro pateo con su pesuña el piso, haciendo un troneo bastante fuerte.

Dentro, en el castillo, sereno y tranquilo, esperaba el Rey de Diamantes en mitad de aquel gran salon, en donde, al lado opuesto de la puerta de entrada, habian dos fabulosos y bastante elegantes tronos, postrados al piso, forrados de marmol y diferentes adornos; diamantes blanquesinos, y semejantes. En el suelo de aquel lugar habia dibujado un rombon amarillo, que daba en todo el centro de un circulo, que como el rombon, tambien se posicionaba en el centro de todo el suelo del mismo lugar. En el eje de esa circunferencia estaba parado como cual estatua el albino, que se afincaba en el baston propio, mientras que miraba hacia el trono que su Reina ocupaba comunmente.

Escucho la estruendosa voz de la unica persona que poseia semejante tono en todo Wonderland, y de inmediato sonrio, volviendo su mirada y atencion hacia aquel ser, volteando su cuerpo completamente Bienvenido dijo sonoramente, mientras que miraba de reojo al hombre, examinandole de pies a cabeza.

Observo minusiosamente lo que traia entre manos. Un barril con contenido desconocido., que lucia bastante pesado, algo increible, pero ya habia visto casos mas sorprendentes, ademas, con aquella fuerza que ese hombre tenia, y que nada mas uno de sus bíceps era dos brazos del albino, era de esperarse. Espero que eso no sea solo agua dijo sonriente, mientras se acercaba con cautela a el pelirojo