Flowers

Apenas al volver a casa, sin saber qué hora era exactamente sabía perfectamente que nadie había notado nada. Corrió a escabullirse hasta su habitación para quitarse el disfraz y poder volver a convertirse en una dama.

Se apresuró a buscar un buen vestido, y una vez hecha la elección, procedió a mantener postura, porque vestirse requería más paciencia de la que uno se puede imaginar. Lo más difícil de ser una princesa no es educarse, ni aprender sobre política, ni sobre el país que se esta gobernando. Es más, ni siquiera las lecciones de su padre eran tan difíciles como ponerse un vestido ella misma.

Nunca pedía la ayuda de las chaperonas. Ella siempre buscaba la satisfacción en las cosas hechas por ella misma... aunque esa satisfacción a veces pudiese tardar una hora en ser obtenida, que era más o menos lo que ella tardaba, en ponerse el vestido, pues eran pesados y debían llevar corsé.

Para cuando ella se había dado cuenta, iba cinco minutos tarde a sus lecciones de etiqueta y sabía que la institutriz se iba a enfadar con ella por eso, así que salió a toda prisa con el abanico en mano.

-Es tarde, es muy tarde- mascullaba entre dientes, pues con el vestido y el aparatejo de tortura presionando sus pulmones era casi un milagro poder andar a prisa.

La joven, iba caminando tan deprisa como se lo permitían sus piernas cortas, sus pies de muñeca, sus andamios femeninos, y su pesado vestido color de mar. Podía intentar quitarse los zapatos, levantarse la falda y correr hasta el despacho de la institutriz, sin embargo ella no lo hacía por tres muy buenas razones: una, era irrespetuoso ir corriendo por el castillo, además podía romper algo. Dos, ahora era la princesa -sin corona, pero princesa al fin- ¿Qué clase de horrible espectáculo le daría a la corte si la veía encarrerada y on la falda levantada? ¡O peor todavía! ¿Qué dirían de sus padres y la educación que le estaban dando? Y tres: Aunque ella era muy buena corriendo -Gajes de su antiguo "Oficio"- sabía que una carrera tan presurosa siempre la dejaba sin aliento, si corría, con ese corsé, la vida se le iría en un suspiro, literalmente.

Iba tan concentrada en caminar rápido, que no prestaba la más mínima atención en qué o quiénes estaban alrededor. De vez en cuando dedicaba una breve reverencia a los nobles de la corte que se encontraba. Igualmente tenía especial cuidado de no toparse con Credo o algún otro militar. Credo no le desagradaba en lo más mínimo. De hecho, siempre había una sonrisa amable de su parte para él. Sin embargo, ella solía pensar que esa amabilidad no era exactamente correspondida y él la encontraba desagradable.

-¡Cuidado! ¡Abran paso!- Escuchó por fin: frente a ella iban dos sirvientas con dos altas torres de platos, tan altas que tenían que ladear la cabeza para poder ver por donde caminaban, con tan mala suerte que una de ellas pisó mal, avanzó a trompicones, y la torre de platos empezó a moverse de un lado a otro. Aki, lo único que pudo hacer fue sostener los platos cuando estaban a punto de caer.
-¡Oh señorita Aki! ¡Disculpe!-dijo la sirvienta.
-No es nada, descuide-la consoló la princesa-¿Su tobillo se encuentra bien?
-¿Mi tobillo?-Se extraño la mujer- ¡Oh sí, descuide! Fue solamente una distracción- respondió en tono tranquilizador.
-Eso es lo que importa. Tenga más cuidado. Los accidentes pasan- comentó la morena.
-No volverá a ocurrir ¡Gracias por su ayuda!- le respondió a la joven.
-No hay de qué- alcanzó a decirle. Ese incidente hizo que se retrasara aún más de lo que ella había previsto así que apresuró un poco más el paso con tan mala suerte de que en ese momento ahora sí chocó contra alguien.

-¡Ay! ¡Lo siento! ¡Lo siento de verdad! ¡Fue un accidente no vi por dónde and...!- se interrumpió de pronto, cuando escuchó una voz, dándose cuenta de que había chocado nada menos que con un muchacho rubio. Un muchacho rubio que bien podía ser su hermano mayor, quien en vez de eso, era su mentor, su padre y el rey del Reino de Diamantes, quien iba acompañado de una militar cuyo nombre no conocía.

Ligeramente sonrojada, se detuvo definitivamente y dedicó una reverencia a su padre.

-Su alteza- dijo -lamento haberle importunado, ha sido un error propio. Me dirijo a mis lecciones y llevo un ligero retraso- Tal vez era demasiado formal para ser una muchacha dirigiéndose a su padre, pero ella aún no estaba muy acostumbrada a tutearlo.

La muchacha de cabello ébano sintió que le ardía la cara por el tenue sonrojo que se había presentado en su rostro paliducho, y que por obvias razones era evidente. La forma en que su padre había arqueado la ceja y la manera en que aquella mujer de cabello azul había reaccionado le hizo entender que tal vez había sido demasiada formalidad. Lo que en ese lugar no sabía si era algo bueno o malo.

Todo en Wonderland era tan impreciso.

Sus ojos de color exótico por una milésima de segundo se centraron en el vendaje del rey. Esa era otra cosa que no terminaba por comprender. El muchacho había permanecido en cama, debido a la grave herida de su brazo. A las dos semanas ya estaba en pie, completamente en contra de lo que el médico había ordenado acerca de que debía guardar reposo. No supo realmente que había ocurrido. Aún había muchas cosas que no solo sus padres, los súbditos, la corte y la milicia aún le ocultaban. Cosa que le frustraba hasta cierto punto, y al mismo tiempo le parecía comprensible.

-Aki, ¿Os molestaría que os acompañase a vuestras lecciones? No me malinterpretéis no pretendo ser el padre estricto que todos piensan que soy. Me gustaría ver la mejoría que has mostrado y me han mencionado vuestros tutores…-La chica salió de su ensimismamiento en cuanto el rubio le dirigió estas palabras, tan formales, tan propias y que tuvieran que ver con su educación.

-¡Oh, claro estaría encantada!- dijo de manera muy animada, sin embargo tampoco pudo ocultar su asombro. No por la formalidad, sino por el asunto de sus tutores.

La institutriz a la que estaba a punto de ver, normalmente Aki solía sacarla de quicio. Casi siempre había un tipo de regaño para ella, ya sea por no vestir apropiadamente, por no usar una palabra adecuada, por sentarse incorrectamente, por encorvarse al caminar, por no saber distinguir entre los distintos tenedores, cucharas, cuchillos, copas, tazas de té, pero no había nada peor que llegar con el cabello hecho un desastre. De hecho una vez supo que debía tener más cuidado antes de volver a casa, porque empezó a regañarla hasta que casi le salen ampollas en los oídos por tener unas cuantas hierbas atoradas en el cabello de cuando había ido al bosque antes de sus lecciones. Además, el resto de sus tutores no le había mencionado nada. Si iba progresando, en qué fallaba, en qué podía mejorar, en qué era buena. Nunca le decían nada, sin embargo ella siempre daba su mejor esfuerzo.

Así que el que esas palabras vinieran de su propio padre, porque sus tutores le habían hablado de sus progresos, de inmediato le levantó el ánimo.

Sonriendo, lo encaminó hasta el despacho de la institutriz, caminando junto a él.

Una vez ahí llamó a la puerta.


-Adelante- indicó una voz femenina e imponente. Aki abrió la puerta y entró al despacho, donde la institutriz, una mujer de mediana edad y con aires de maestra de ballet un poco cascarrabias, estaba ya esperándola detrás del escritorio. La joven le dedico una breve reverencia a modo de saludo.

-Buenos días, señorita Ringwald. Lamento la demora, sin embargo he tenido un pequeño percance en camino acá. También me he encontrado con su alteza, el rey Kiske, quien desea poder observar mi progreso.- Inmediatamente de esto, la mujer se levantó, se puso delate del rey, y también dedico una reverencia.
-Buen día su alteza. Por supuesto que no es ningún inconveniente que observe los progresos de la señorita Kikuchi, los cuales como le he mencionado hace unos días han sido bastante notorios.-Esta afirmación incluso sorprendió a Aki, quien no pudo disimular una leve sonrisita que le dedicó a su padre.

El... biombo...

El blanco rostro de Ky kiske mostró un ligero sonrojo ante la idea. Disimuladamente ladeó el rostro y  cuando ambas mujeres se dirigieron al mismo el rey simplemente fingió estar observando los detalles del lugar, sin mirar jamás en aquella dirección. Suspiró ligeramente, si será el soberano de la mayor potencia militar de wonderland, si ya estará casado y tendrá un hijo, pero aquellos temas no dejan de incomodarle ligeramente, y suponía también, para la menor seria incomodo el tenerle ahí justo en ese momento, o saber que esperaba en la misma habitación.

Simplemente, sonrió de vuelta a la menor cuando ella le sonrió. Ju, el hecho de observar como la mujer aplicaba aquellas preguntas y como Aki contestaba a las mismas le hacían recordar cuando el mismo debía soportar tantas lecciones... Pobre de su hermano que sufrió su ausencia debido a las mismas ¿y ahora? debía cargar con las consecuencias de tales estudios... Sabe en parte que las bromas de Arthur se deben  en un intento para llamar su atención.

"... Arthur...

En aquellos pensamientos el rubio se sumió, ignorando así la respuesta de la pequeña ex ladronzuela y futura princesa del reino. Para cuando acordó, la menor le miraba nuevamente. Asintió por educación.

-¿Ejercicio?- Cuestiona con curiosidad notable y educación en la voz ¡Ojala no tuviese que moverse demasiado! su herida aún puede abrirse. -¡Oh!- Musitó al saber de qué se trataba.

-Me parece más que perfecto- Cerró los ojos mientras sonreía y llevaba la mano no herida hasta su pecho -Me excuso previamente de mis modales, que se han visto mermados por mi prolongado reposo. Puede reprenderme ante los mismos o cualquier equivocación de mi parte, Madame.-

Además, todo mundo en wonderland sabe lo mucho que le gusta al rey de diamantes tomar él te ¿verdad? Miro a Aki, sonriéndole de manera tranquila. Claro está, que él le ayudaría en dichos modales, y sin uso de reprendas ni reproches. ¡Sería sin duda interesante! además, una taza de té no le caería nada mal, quizá era lo que necesitaba para animarse del todo.

La suela de sus botas se escucha en la habitación al dar agiles y firmes pasos dirigiéndose hasta donde se encontraba una mesa para tomar el té. Con un ademan de su mano, invitó a la de cabellos ébanos a sentarse, y retiró un poco la silla.

-Entonces, ¿comenzamos, princesa?-

-Oh, es cierto. Es una lástima no poder darnos su grata compañía, pero ella debe descansar-respondió la chica, sirviendo los terroncitos con ayuda de las pinzas plateadas "No presiones de más o se harán añicos antes de llegar al té" se recordó.

-En realidad es esto una buena parte de lo que hemos estado estudiando, su alteza- respondió la institriz- Como he mencionado anteriormente, son casi nulas las veces en que podemos poner en práctica los modales de la princesa. Si usted lo desea podemos poner en práctica un poco más de lo aprendido-dijo.

A decir verdad, muy buena parte de los miedos de la joven se desvanecieron al notar la flexibilidad de su padre, además de que parecía estar haciendo muy bien las cosas.
Comenzó a remover la cucharilla en la taza y esperó a que el té se enfriase un poco para poder beberlo, mientras esperaba el dictamen de su padre.

Mientras ella aún se ocupaba de algunas cosas, como no dejarse migajas de pan en el vestido o no hacer un desastre sobre la mesa.

Cuando su padre se volvió hacia ella, aunque las cosas  seguían siendo muy cordiales, él ya le estaba hablando de tú, lo cual aunque le sorprendió, prefirió no hacérselo notar.

-Claro, me siento muy cómoda contigo aquí.-respondió la joven de cabello ébano, esbozando una amable sonrisa- Es cierto que en su momento, sentía cierta tensión, y no sólo por ti, sino por todo en general. Pasar de ser nada a ser repentinamente una futura princesa, el castillo, mi  madre embarazada. Todo eso para una joven en tan poco tiempo puede llegar a ser abrumador. Sin embargo poco a poco me he podido ir integrando a estar aquí y también encontrar en ti, y en mamá un lazo familiar y un par a pesar de no ser un lazo consanguineo el que nos une- respondió tomando la tetera para servir un poco más de té en su taza- y ya que pasamos algunas horas al día en la cual me compartes un poco de tu sabiduría sabes que yo no puedo decir mentiras y es por esto que estoy siendo sincera ¿No es así?- ella sintió entonces una pesada mirada sobre ella que era la de su institutriz. La miraba con cierta exasperación y los ojos muy crispados mientras fruncía la boca. Pensaba que sería  el exceso de sinceridad y franqueza para hablar con sus padres lo que provocaría esa expresión, pero cuando ella estaba a punto de protestar, se dio cuenta de que por hablar viendo de frente a su padre no había notado que su taza ya estaba llena, y el té llenó la taza hasta colmarla junto con el plato donde se encontraba el té y parte del mantel.

Aki inmediatamente dejó de servir, pero se quedó con la tetera en la mano. Entonces sólo pudo reírse de si misma, abiertamente, mientras buscaba con qué limpiar la mesa.

-Lo siento, no fue intencional.

La joven no pudo evitar reír aún más que cuando su padre e incluso la señorita Ringwald se rieron del incidente de la taza.

-Tienes razón padre, un error lo comete cualquiera- dijo dándole la razón al rubio- Aunque de haber podido sacarle una gota más pude haber incluso inundado la habitación- comentó burlándose de sí misma.
Ella empezó a buscar la manera de limpiar cuando su padre cambió repentinamente su semblante y se dirigió seriamente a su institutriz. Aquello las tomó por sorpresa a ambas, sólo que la señorita Ringwald no pudo a pesar de ser quien la adiestraba en sus modales mostrar cierta sorpresa en su rostro a pesar de ser el rey quien se lo pedía y quien lo hacía con los mismos buenos modales.

La joven institutriz hizo una reverencia y se excusó para poder salir. Apenas hizo ruido con sus tacones y cerró la puerta en una especie de susurro. "Que curioso que las puertas aquí nunca rechinen" pensó tontamente la joven.

"¿Qué ocurre? ¿Hice  algo malo?"se preguntó un poco turbada. No era que ella conviviera muy a menudo con sus padres. Con suerte coincidían a la hora del desayuno, en la comida y en la cena, sin embargo nunca estaban a solas. La servidumbre del castillo estaba ahí casi siempre para atenderles, y de vez en cuando, los músicos o algunos miembros de la corte. Solamente se encontraba a solas con su padre cuando se trataba de sus lecciones de magia y hechicería. A pesar de ser su padre, cuando se trataba de su educación era como cualquier otro profesor, sin embargo, nunca lo había visto ponerse serio tan repentinamente. Fuese lo que fuese, era importante. ¿Sería otra lección?

-¿Está todo en orden?- decidió preguntar respetuosamente y sin perder la calma.

Aki pasó de ser una dama atenta en la mesa del té, a prestar suma atención a las palabras de su padre. No era que tuviera dos personalidades, sino que si en definitiva quería hablar con ella sin siquiera esperar a la hora de las lecciones, era porque seguramente se trataba de algo crucial.

Mencionó lo del ataque al castillo de lo cual estaba vagamente enterada, igual que lo de la reina Sarah, por los chismes que de vez en cuando se escuchaban en el reino, muchos meses antes de que ella fuese adoptada. Al principio pensó que eran viles mentiras que algún oportunista había inventado y con eso de que en Wonderland, difícilmente se cuestionaba a la fuente de las noticias, no le dio mucha importancia, sin embargo empezó a sospechar de la situación un buen día en que paseando en el jardín, escuchó a los parlanchines tulipanes y a las rosas del jardín murmurar entre ellas algo acerca de la joven del palacio de corazones. No les preguntó directamente a las flores, ya que estas como muchos en el castillo, aún no confiaban en Aki, sin embargo, entre palabras y palabras, decían algo muy peculiar sobre que los pajarillos habían conversado con los cuervos, acerca de que otros cuervos hablaban con la misteriosa mujer del reino de corazones.

Así que cuando su padre mencionó que visitaría al reino escarlata para aliarse con Iskandar El Grande, supo que la situación con Joker se estaba poniendo muy seria "Ok, esto sí es grave". No era que pensara que su padre no cediera jamás ante el orgullo, pero las relaciones con este reino estaban muy fracturadas. Joker ya había atacado a dos de los reinos más poderosos de Wonderland y corrían también peligrosos rumores de que la reina Corett de Tréboles había desaparecido junto con el rey Alois, del mismo. La reina Corett y la reina Sarah, tenían muy buena relación, eso no era ningún secreto, sin embargo era muy sospechoso que la reina de Tréboles desapareciera poco tiempo después de la muerte de la reina Carmín.

Un atentado como el de su padre... No era ningún tipo de casualidad, y estaba muy segura el próximo atentado sería al Reino de Espadas (Sino es que ya lo habían atacado y aún no estaban enterados). Lo más fácil era acusarse unos a otros, pero era obvio que el problema venía desde adentro de cada uno de los reinos. Había traidores dentro de cada reino.

La alianza entre Diamantes y Corazones no era mala idea, sin embargo el estado de salud en el que se encontraba su padre no era el más adecuado para que él fuese a hablar directamente con el rey Iskandar. De hecho, al encontrarse él tan débil, en una reunión con la segunda potencia militar de Wonderland, era la situación perfecta para dejar a ambos reinos sin reyes y así poder debilitar a ambos.

Después de esto, vendría un efecto domino. Cae Diamantes, cae Corazones, e inmediatamente después Tréboles y Espadas.
Justo en eso estaba pensando mientras él le hablaba de esto cuando él decidió dejar al cuidado de Charlotte a Aki, afirmando que confiaba en ella, además de halagar sus progresos en cuanto a su fuerte naturaleza mágica, y su control sobre esta. Tal afirmación terminó ruborizándola ligeramente.

-Oh, padre... me siento muy halagada por esa afirmación, muchísimas gracias por enseñarme tanto...-dijo con profundo cariño. Entonces las palabras se convirtieron en difíciles de decir- A decir verdad, nadie me ha tratado mal, ni diferente. Sin embargo sé que muchos ocultan cosas de mí y puedo entenderlo ya que hace tiempo, antes de que yo llegara, fueron atacados por nuestra propia Armada. Sé que muchos piensan que soy una oportunista. No lo dicen frente a mí, lo murmuran a mis espaldas. No sé quienes sean, pero lo hacen. Muchos piensan que yo también podría ser una traidora a pesar de que me traten con respeto para no levantar sospechas, pero no es así.- Y aquí habló con sinceridad, seriedad y cierto temor floreciendo en su corazón. No porque su padre pudiera enfadarse, sino por la propuesta que pensaba hacer.- Padre: agradezco tu confianza para darme la importante labor de cuidar de mi madre y mi hermano, sin embargo, no puedes ir en estas condiciones, es muy peligroso. El asesinato de la reina de Corazones y la desaparición de los reyes de Tréboles no es ninguna casualidad. El enemigo debe estar desde adentro: si vas a reunirte con el rey de Corazones, podría haber un ataque y entonces Corazones y Diamantes pierden a sus reyes. Debes quedarte aquí en el reino, el pueblo más que nunca necesita ahora un líder- y entonces se armó de valor para disparar:-La alianza con Corazones es buena idea. De hecho, deberíamos aliarnos con los otros reinos. Permíteme ir en tu nombre hablar con ellos.

OFF: Listo <3

Aki, se sonrojó ligeramente ante su imprudencia. Era cierto, podía ir tranquila, de un reino a otro, la pregunta era ¿Sería realmente bienvenida? últimamente Wonderland estaba más patas arriba que de costumbre. Era cierto ¿Cómo se supone que de la noche a la mañana una niña desconocida que nadie sabia quién era ni de dónde venía apareciera de la nada hablando de diplomacia nada menos que con el rey de Corazones? ¡Que tontería! Sin embargo por los cuchicheos entre las flores y los pajaros respecto a la nueva reina eran lo que la tenían preocupada. En especial por la parte de los cuervos. Ella sabía muy bien que los cuervos no hablaban con cualquiera. Ellos hablaban únicamente con quienes conocían su lengua y era muy raro el don. De hecho, ella sólo podía hablarles cuando mentía sobre que podía hablarles y ni aún así era bienvenida.

Su padre había decidido entonces que la reunión con Iskandar el Grande pasaría a un segundo plano, lo que la hacía, y al mismo tiempo no, sentir tranquila.

-Disculpa mi imprudencia- comenzó- no es en realidad que subestime a Iskandar, pero la muerte de un ser querido aniquila el alma de cualquiera. Es por eso que yo lo mencionaba, y me siento mucho más tranquila al saber que prefieres estar mejor para poder realizar ese encuentro. Por supuesto que estoy dispuesta a cuidar de mamá y de mi hermano. Hasta de encubrirte también- respondió con una sonrisa de pícara complicidad- ¿Pero qué se supone que le diré si descubre donde estás?- y aquí le volvió a costar más trabajo seguir, en especial porque podía ser una acusación muy seria.

-Como sabrás, a veces puedo entender lo que dicen las aves, que conversan con los tulipanes del jardín. Son los únicos que a veces pueden enterarme de qué ocurre en Wonderland sin que se me oculte nada, además de que las flores no son muy buenas disimulando- murmura amargamente- y es por eso que quiero avisarte que si ese es tu plan, deberías tener cuidado con una misteriosa mujer que acaba de llegar a ese palacio. Ella habla con los cuervos, y puedo decirte que no augura muchas cosas buenas, y no por los cuervos, sino porque los cuervos pocas veces hablan con las personas.

Se escucharía raro, pero era la verdad.

Spoiler:

La morena ojos de buganvilia, escuchó con atención las palabras de su padre que por fortuna, sonaban como todo excepto un regaño. Asintió con atención ante las observaciones de su padre y se sintió mucho más aliviada cuando él le mencionó que le avisaría a su madre sobre su partida, y que el lo mencionara con tanta calma le había quitado un enorme peso de encima.

Cuando su padre sonrió abiertamente, ella también sonrió. Ky tenía una sonrisa tan contagiosa como la de Aki, aunque cada una a su particular estilo, que de no ser por la obvio de las circunstancias, cualquiera podría decir que heredó la sonrisa de su padre. Quedó como un guante, a pesar de que no fuera su hija legítima, porque es difícil encontrar sonrisas contagiosas. Esperaba de todo corazón que su hermanito heredara esa sonrisa y la mirada benévola de su madre. Entonces podría decir que tenía un hermanito muy guapo.

La sonrisa de su padre, transmitía mucha paz, como un presentimiento de que todo iría bien, y que reconfortaba en el más crudo invierno.

-Siendo así, padre- dijo- prometo con el corazón en la mano proteger a mamá y a mi hermano. Daré lo mejor de mí por que nada les ocurra mientras yo esté aquí- y con esto levantó la taza en alto como si estuviera a punto de hacer un importante brindis.