Pares [Privado: Vergil]

por **Queen Prisma** Dom Abr 07, 2013 3:28 pm

El sol bañaba los jardines en aquella mañana fresca y febril. Había llovido la noche anterior, y todavía en el cielo quedaban cúmulos de plata que despedazaban la luz matinal en el cielo. Un agradable aroma se desprendía de la tierra fresca, los setos y las flores. El cantar de las aves iba y venía de rama en rama, de rincón en rincón de aquel espléndido jardín de ensueño. “Oh, maravilloso mundo, mundo nuevo”. Las palabras se recitaron solas en su mente al aspirar el fragante perfume que aquella mañana germinaba de la tierra, como un regalo de bienvenida a aquel lugar. Pasar la mañana ahí, aspirando el aroma de las flores, adormilarse con el tenue zumbido de las abejas y el cantar de los pájaros, y delicadamente soltar su cabello platinado, arreglado en un vistoso y elegante peinado, para dejar a la brisa mecerse y hacer el amor con él mientras ella disfrutaba de las sutiles maravillas de aquel jardín que parecía salido de un sueño era un deseo intenso, tentador...

Y sin embargo, ella estaba ahí para trabajar. Había acudido, puntual a su cita, luciendo un entallado vestido blanco con encajes en carmín y dorado, zapatillas de tacón con pequeños dragones dorados alrededor de sus tobillos, y guantes blancos. La delicada fragancia de su perfume emanaba de su escote y jugaba ya con las notas de las rosas, las margaritas y los alcatraces. Sus ojos, de un iris rosado y pupilas penetrantes, pasearon por los alrededores del jardín. “Oh, maravilloso mundo…”, se dijo una vez más, y suspiró. Eran tiempos violentos, tensos y caóticos, pero en ese jardín no existía el derramamiento de sangre. Afuera, más allá de los muros, había hambre, suciedad y terror. Entre aquellos setos había sueños ahogados en formol. Aquella mañana habían muerto unos cien o doscientos por enfermedades, y otros diez habían desayunado en bandeja de plata. Familias enteras apiñándose en hostales inhumanos, incapaces de huir de la peste y la locura que conlleva ver las mismas caras una y otra vez, convivir constantemente con las mismas almas apáticas y desesperanzadas, presas del cáncer, el suicidio y la demencia, y allá lejos, mansiones gigantes en las que vivían dos o tres cuando mucho, presas también de la demencia que provoca tenerlo todo sin poseer en verdad nada.

Un soplo de viento acarició su mejilla. Cerró sus párpados, de largas y vistosas pestañas. Su mente proyectó un páramo extenso, lleno de flores rojas como la sangre, meciéndose con aquella brisa. El viento cesó, y con ello cesó el sueño. Abrió los ojos y miró de nuevo aquel bello jardín, sonriendo como quien mira a un bebé dormir. Su cita no debía tardar ya.

por **Jabberwocky** Lun Abr 08, 2013 10:37 pm

Extraño, sin lugar a dudas, era bastante extraño...

El albino recibió una atenta invitación. Al sacar del sobre aquel papel no pudo evitar el hecho de arquear una ceja con curiosidad notable en las blancas facciones, aunque con suma atención, sus azules orbes pasaban sobre la oscura tinta impregnada en aquel papel. ¿La realeza? No, no tenia el sello distintivo del rey o la reina, le conoce, pues le ha visto repetidas ocasiones en los carteles de "se busca" en algún viejo anuncio del pueblo.

Aunque sin duda, aquella caligrafía era digna de algún miembro de la alta sociedad. ¿Qué es lo que querría de él?

...

Al menos no se mencionaba por ese medio, lo que significaba debía ir personalmente a donde fue citado, solo esperaba que no fuese una de esas ridículas "fiestas de té" que gustan de hacer en tal alocado mundo. Y así fue como decidido se dirigió hasta aquel jardín. La humedad se sentía en el ambiente, los pequeños charcos que se encontraban en el suelo reflejaban el azul del cielo junto con algunas nubes que se divisaban en el mismo. De las tejas de las casas una que otra gota descendía hasta mezclarse en el agua cristalina de los charcos...

Y casi pareció ser que la brisa trajo consigo al demoniaco ser. Sus ojos azules enfocan a la fémina frente suyo, su gabardina del mismo color ondeo al viento así como el largo listón dorado atado a su catana, preparada en todo momento para lo que se avecinara. A una distancia considerable de la mujer se detuvo

-Mujer- Comenzó con su grueso y serio tono de voz -¿Eres tu quien me ha citado en este lugar?- Y afiló la frívola mirada.

¿Seria acaso de aquellos quienes saben que elimino a aquella terrible fémina conocida como la demonio rojo, y le buscaban por su fuerza y destreza?

Solo esperaba que no fuese así, jamás ha pretendido unirse a un bando, o al otro, no gusta de involucrarse entre vanos conflictos que tenga una nación con la otra en ese extraño mundo.

por **Queen Prisma** Miér Abr 17, 2013 7:19 pm

La voz adusta y varonil del recién llegado confirmó su despertar de aquel jardín de ensueño. Se giró para saludarle, sonriendo de manera afable ante aquel imponente individuo. Vergil Sparda. Los ojos de iris rosado de la noble le miraron, deleitándose con el aspecto impactante y poderoso de su invitado; era un auténtico ejemplo de lo que un varón gallardo y conquistador debía ser. Incluso aquella llegada, esa forma de presentarse sin decir más palabras que las que demostraba con sus intenciones, eran algo poderoso y atrayente. Las manos de Prisma se encontraron una con otra, apretando sus dedos. Juraría que estaba a punto de pestañear, e inclusive, de morder su labio inferior… Pero no, ella había venido a trabajar.

-Signor Vergil Sparda, si no me equivoco. Un hombre que no necesita presentación, y veo que es cierto… Me temo que yo no gozo de ese privilegio. Mi nombre es Prisma Herrera, y en efecto, he sido yo quien ha pedido que nos conociéramos. Qué maravilloso placer que pueda usted concederme este capricho.-

Habló delicadamente, sonriente, como una flor que recibe gentilmente los primeros rayos del sol veraniego, mientras extendía su mano blanca, perfumada y cubierta en aquellos elegantes guantes blancos de seda, hacia el demonio.

-¿Té?- Preguntó mientras buscaba sus ojos con la mirada, pero al encontrar de nuevo la expresión adusta y de marfil de Sparda, sonrió. –Por supuesto que no, usted es un hombre que no pierde el tiempo. Puedo notarlo en su rostro.-

La consular de corazones reunió sus manos, tomando una con la otra.

-La razón por la que le he citado aquí es una muy sensible en estos momentos. Y yo soy sólo una joven sirviente del Estado, deseosa de que los conflictos acaben…- Y su mirada fue hacia un rosal, cuyos botones se abrían lentamente, desperezándose.

- Sé que usted entenderá mi sentimiento.- Remató, sin apartar la vista de aquella hermosa rosa roja.

por **Jabberwocky** Dom Abr 21, 2013 12:14 am

El altivo semi dmeonio afiló la mirada al escuchar su nombre de labios de aquella mujer. ¿Quién era, por qué le conocia? Eran tan solo unas de las muchas interrogantes que por su mente viajaban ¿Cómo es que sabia de él y que pretendia citandole en tal lugar? Aunque mirando las cosas desde le punto de Vergil Sparda, él solamente le dio aquel "Placer de concederle ese capricho" por el simple afán de investigar quien era aquella dama que se escondia tras aquella pulcra caligrafia.

Y de momento, el del mirar azul decidió que no se trataba de alguien hóstil, y deshizo su guardia, aunque solo en fisico pues aun cabilaria cada palabra de la mujer para tratar de adivinar que es lo que en cada una de ellas se escondia y con que motivo eran expresadas.

Aunque... Lejos de lo que podria llegar a pensarse al ver a aquel ser producto de una unión entre una joven humana y un experimentado demonio el mismo esbosó una sonrisa un tanto burlona y hasta cierto punto cinica. Su maldito y oscuro sentido del humor le provocó reir internamente, cosa que, por educación no externó. ¿Entender su sentimiento? ¿Qué los conflictos acaben? ¿Es entonces lo qué creyó? Si, quizá esa mujer también pretende que se una a un bando con el afán de brindar más poderio.

Claro, despues de todo, él es el orgulloso hijo de Sparda, uno de los demonios más fuertes, era normal que tal poderio se encontrase en la sangre que corria por sus venas.

Y aún con dicha sonrisa en sus blancas facciones, respondio

-Me temó que me malinterpreta, señorita Herrera. No pretendo involucrarme entre los conflictos que he observado llevan Corazones y Diamantes, por ende- E inconscientemente, su sonrisa se amplió -Puedo decir que no comprendo su "Sentimiento"

¡Ah! estúpido y "maravilloso" mundo de wonderland, que le habia obligado a ser un poco más expresivo, inclusive agradecia a su buen control sobre "su parte humana" pues de no hacerlo, quizá se hubiese echado a reir en carcajadas ahí mismo, justo como le pasó aquel dia en el bosque, con una fantasma de nombre Elizabeth

por Contenido patrocinado

Pares [Privado: Vergil]

Pares [Privado: Vergil]

Re: Pares [Privado: Vergil]

Re: Pares [Privado: Vergil]

Re: Pares [Privado: Vergil]

Re: Pares [Privado: Vergil]