¡Tic toc, tic toc! BRRR PSS..

Desde las afueras del Rubine escuchaba todo ese escándalo, ruidos que logran ensordecer y te dejaban sordo hasta por los pies de lo fuerte que se escuchaba; no se sorprendía que la costurera, vieja como ninguna, empezara a acompañar el bochinche con gritos al aire de lo molesto que era todo eso. Se puso las almohadas sobre la cabeza, pudo las plumas en sus oídos, incluso llego a mordisquearla hasta ver que todo en ella salía. No durmió en toda la noche porque habia un gato molesto en el jardín de atrás –que era más o menos la vista que tenía desde su habitación, por una de las pocas ventanas que habia en ese sitio ya que se encontraba en una casa a las afueras del Reino–, y ahora; que por fin amaneció y no tenía ninguna cuota pendiente con su padre con respecto a los entrenamientos, ¿Vendrá un reloj desde muy lejos para arruinarle una mañana de Domingo? Bendita sea.

Se levanto la cama de un golpe, apenas se limpio la cara y busco su ropa de civil en cuanto tuvo tiempo, antes de salir; se arrodillo para notar su pierna inflamada, producto de hace un par de días, pero no tenía tiempo para estar pensando en esas cosas, porque tenía un objeto que reparar. Ojala tuviese un bosquejo a estas horas, así todo sería más rápido… eso, o unas cortinas a prueba de ruido. Su padre no se habia levantado todavía, cosa que le facilito un poco la pequeña ida. El pueblo no estaba muy activo como otras mañanas, pareciéndole extrañamente sencillo el hecho de salir de su casa hasta acercarse al lugar de origen de todo ese ruido. ¿El dueño de este lugar no pensaba instalar un cumulo en contra del sonido? Diviso que aquello se encontraba la Ciudad Blanca, vecino al de Corazones; por lo que era fácil decir que las alarmas despertarían uno al otro mutuamente.

Suspiro con un poco de hambre, corriendo en dirección al Reloj hasta ver que había un par de habitantes cercanos; intrigado igualmente por el extraño suceso del acontecimiento de su alarma, el chico se atravesó entre las calles para llegar a la entrada y subir como si nada. Con sus ropajes, fácilmente le confundirían con un habitante de aquella Villa. Subió varias escaleras, admirando la construcción interna de ese monumento, llegando a dar al tiro cuando se encontró de manera rápida el final de todos esos escalones, viendo como tenia en frente lo que parecía ser el reloj descompuesto. Se le acerco lentamente, ¿Habrá sido sabotaje? Se le veían los engranes en mal estado, uno fuera de lugar; otros que ni siquiera precian engranes, pero él no sabía nada al respecto con reparar Torres de Reloj.

Escucho un ruido, como un tropiezo; obligándose a dar la vuelta y con el corazón a millardos cerro sus puños andando a paso lento, sudando frío, mordiéndose la lengua y preparándose para cualquier criatura horrible que estaba a punto de saltar entre los escombros de madera y restos de viejas manecillas de reloj.