La diferencia -Privado/Charlotte-

-Oye grandote. Te llegó una carta- Mencionó ese día el menor de los Iskandar, mientras en su enguantada diestra sostenía un sobre.

El rey de corazones tomo dicho objeto entre sus toscas manos, para leer el remitente. Era del reino de Diamantes, mas especifico, de la realeza. Tal vez aquella amenaza que Sarah Vilhelm hizo llegar había sido correspondida. Richter agarró una de las sillas para tomar asiento, con el respaldo hacia adelante, en espera que su hermano mayor le comentara de que se trataba aquello... Pero su sorpresa fue enorme cuando el pelirrojo arqueó una ceja con curiosidad notable y le extendió el papel.

-Es para ti- Los gruesos labios del pelirrojo se curvearon en una sonrisa, típico de él.

-Dice Iskandar.- Por obvias razones él se hacía llamar Belmont, para no generar tales confusiones como esa. Tomó el papel aun sin abandonar su posición.


-"¿L-La reina?"- Rápidamente como cuando un niño es atrapado de su travesura el castaño desvió la mirada. Tal vez quería hablar con el debido al incidente de aquel día que andaba en las calles de Talis.

-Bueno, bueno, si su majestad de amarillo pollito solicita mi presencia, debo ir, a las damas no debe hacérseles esperar- Y se levantó de su asiento, fingiendo confianza absoluta aunque por dentro no dejaba de preocuparse.

Así fue como al día siguiente (obviamente por el tiempo de recorrido) el menor de los Iskandar se hizo presente en el afamado pueblo de Diamantes. Vestía una gabardina de cuero beige, guantes hasta los codos y botas hasta las rodillas. Por si las dudas… Llevaba su fiel vampire killer atado al cinturón a la izquierda de su cintura para cualquier cosa que pasara. Richter jamás fue de darse lujos ni demás de manera que llego a palacio en uno de los corceles de la armada, y acompañado por dos soldados. Nada de carruajes… en si lo mas “costoso” fue el hecho de tener que viajar en tren y pedir el traslado de los corceles en el mismo. Finalmente, le miró… No era difícil de confundir. De un salto bajo su montura, para tomar las riendas de su caballo con la diestra.

-Richter Iskandar Belmont. Un placer majestad- Era raro cuando el “potrillo” se comportaba como miembro de la realeza, pero no podía defraudar a Sarah ni a Alexander. Extendió las riendas a uno de los soldados.

-Que uno de los sirvientes sea tan amable de escoltarlos a los establos. Y por favor, nada de problemas- Sonrió hipócritamente mientras apretaba discretamente las riendas ¡Iba a juntar sus hermosos corceles con los de Kiske! Que, según él, lo más probable era que hasta garrapatas tuvieran.

Ya estaba bien que Diamantes y Corazones tuvieran muchas diferencias tanto políticas como sociales, pero... ¿Inculpar a alguien de Corazón por la desaparición de la princesa Arya Cawley? No,eso era demasiado, y si mal no escuché se dice que el ultimó que estuvo con ella fue el mismísimo príncipe de rojo antes de desaparecer y eso; obviamente, genera muchos más problemas. Y tantos problemas no eran bueno ni para Ky que últimamente ha estado muy tenso con los asuntos que se han presentado últimamente y más aún cuando vio el estado del general y el escuadrón que hace unas semanas se había desaparecido...

Más; la llegada de una carta por parte de la reina roja proclamando guerra en contra de nuestro pueblo. Tampoco era bueno para mí, siendo la reina yo debía tomar la decisión correcta para el bienestar de mi pueblo y el ajeno y con una guerra no se iba a solucionar nada. Fue un -Como le dicen los ancianos del consejo- "Un intento desesperado" En invitar al mismo príncipe de rojo a una charla; claro que Ky no estuvo tan de acuerdo al principio.

Ya era el momento de que él llegará y como había mencionado en la carta estaba ahí parada tranquilamente frente a la entrada del gran castillo de Diamantes escoltada solo de un guardia -Ya que había mencionado que no necesitaba más- Y fue justo ahí cuando apareció en su corcel acompañado de dos soldados más.

-El placer es todo mió -Dijé reverenciandome levemente ante él, el guardia hizo lo mismo y caminó hasta tomar las riendas del caballo y llevarlo a los establos- Por favor, sigame

Di media vuelta y comencé a encaminarme hasta dentro del mismo castillo. En los pasillos lo único que se escuchaban era el eco de los tacones de mis zapatillas y los tacones de las botas del joven príncipe tras de mí.

-Espero que su viaje haya sido cómodo -Porqué me extrañaba que un príncipe se viniera a caballo y no en carruaje real- Los caminos son muy engañosos

El moreno no perdió ni un detalle en el físico de la reina de diamantes. Era más "extraña" de lo que había escuchado por parte (puros chismes, claro) de las mucamas. Hubiese seguido a su querido corcel con la vista, hasta que desapareciera por alguna parte de palacio con rumbo a los establos. No obstante, la voz de la peli azul llamó su atención, pidiéndole claramente que le acompañara.

Siguió a la dama. El camino por los pasillos resulto extrañamente incomodo hasta cierto punto había tensión en el lugar, podía notarlo. Desvió la mirada, seguro ella no se molestaría por verle sobre su hombro, menos con aquellas dos grandes y estorbosas alas. Alzó la mano hasta la altura de su hombro y con la misma, hizo un ademan de "blablabla" mientras miraba hacia arriba, sin embargo, debía responder por mera amabilidad a los comentarios de su majestad dorada. Carraspeó y una sonrisa llena de confianza y seguridad, se divisó en sus facciones.

-Majestad, los caminos son incómodos y traicioneros para aquellos no acostumbran ir a caballo, ni conocen los caminos.- Habló fingiendo amabilidad. Richter no es alguien que se la pase leyendo pero al menos tenía un poco de educación.

Lo cierto era que decidió que lo acompañaran un par de soldados pues conociéndose lo más probable es que se pasara de estación de tren, o de palacio mismo.

-Por cierto. Su alteza serenísima. Sarah Vilhelm, le envía saludos.- Su sonrisa se amplia, saludos no era exactamente lo que había mandado a decir con él.

Recordando las palabras que “su hermana” mayor le había dicho mientras ensillaba su caballo, fue como el de cabello castaño y largo, continuaba caminando tras la reina.

-“Ten cuidado con lo que puedan decirte. Seguramente te mandaron llamar porque piensan eres mas débil que nosotros dos por ser el príncipe. Demuéstrales que no es cierto"- Claro que solo era la mitad de sus palabras, el mensaje que realmente mandó solo lo mencionaría si es que daba el caso, lo cual era bastante probable.

Como el incomodo de la familia que realmente es, el potrillo Belmont no pudo callar ni un minuto más la pregunta que lo invadía.

-¿y, para que se me mandó a llamar?-

Y respondio a lo que había dicho, pues es un comienzo. Sin embargo... A lo que realmente debería ir es al extraño caso de la desaparición de la princesa Arya Cawley porqué muchos rumores apuntaban a él. Él príncipe del Reino de Corazón; Ritcher Iskandar fue el último en verla, estuvo con ella todo este tiempo y suponiendo como son de susceptibles los ancianos del alto consejo de seguro pensarían que él tuvo toda la culpa por la mala fama que tiene la realeza de ese lugar y bla bla bla...

Para mí; ni él ni el reino rojo era el culpable. ¿Como podría asegurarme? Había estado hurgando en los antiguos archivos de mi antecesora; Rachel Berlian y encontré su diario -O agenda de actividades- Se que es malo espiar pero debía saber que sucedió durante su mandato. Una página de ello me dejo sorprendida, la fecha era varios días antes de su desaparición junto con su prima. Hubo un ataque en contra del castillo, pero fue de un solo hombre y por lo que parecía peleo contra mi General.

De seguro el general Southworth le habrá derrotado con facilidad, tenía plena confianza en ese hombre y de su manera de liderar la armada. Aún así no eras eso lo que me preocupaba sino que a palabras misma del general hacía la antigua reina mencionaba que el apellido de ese hombre era Boltock. Se que una vez en mi infancia habían mencionado aquel apellido y hasta ahora no lo veía con importancia.

Y ahora, ¿Esto que significaba?

-Dile que gracias e igualmente -Mencione quizá no de la forma que esperaba el príncipe (Quizá esperaba que le respondiera de forma hipócrita, altiva, presumida) En cambio, fue de manera amable y humilde. Paré en seco a su ultima pregunta, se notaba que le encantaba ser directo, sobre mis talones giré para ver al príncipe cara a cara- La princesa Arya Cawley desapareció, los rumores dicen que usted fue el ultimo en verla...

Si no estaba mal, de seguro lo tomaría como un insulto a su presencia o que lo estaba culpando sin hechos ni nada. Cerré los ojos mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro de forma negativa, volviéndolos a abrir para mirarlo seriamente.

-La razón por lo que le llame no fue para culparlo o algo de esa misma índole -Mi tono de voz se mostraba calmado pero firme ante cualquier circunstancia- Boltock... -Me le acerque ligeramente, estando a escasos centímetros de distancias- Boltock, ¿Conoce ese apellido? ¿Alguien de la realeza roja lo conoce?

Los rumores dicen... Los rumores dicen...

Y empuñó con fuerza las manos, haciendo crujir con ello el cuero de sus guantes. ¿¡Le estaban culpando de su desaparición!? Richter Iskandar no es conocido por ser muy paciente y sobre todo tiende a enojarse por minorias. No solo Arya le había culpado por el cierre de aquella taberna (aun ni sabía que tenía que ver corazones en eso, ni al caso la verdad) ahora la esposa de Ky le estaba acusando de secuestro ¡O a saber de que más!

No, no le habían llamado para culparle, seguro. Pero si para sospechar de ello y hacerle hablar, seguramente no le creerían nada de lo que argumentara.

Retrocedió un par de pasos, mirándole en todo momento, no gustaba que se le acercaran demasiado, mala costumbre que adquirió cuando uno de los nobles, argumento algo con respecto a "oler mal" por pasar tanto tiempo en el establo. Caminó hasta una de las ventanas del lugar y colocó su antebrazo en la pared, mientras observaba hacia afuera.

-Mi pueblo ha hecho muchas cosas que podrían considerarse atroces, entre ellas el incidente con el pueblo ese llamado "corazón de Diamantes" de donde salió el tal Boltock. Desde ahí las advertencias de guerra no han cesado, como la que recibieron no hace mucho. – Le miró –Si quisiéramos dar inicio ya a la guerra Broleskander ya hubiera entrado a este lugar con su carro de guerra.- Sonrió, un tanto egoísta, como solo él mismo sabia.

-Perdón, me desvié del tema. Los de la realeza de Corazones conocemos lo que paso en aquella aldea, y el nombre de Boltock. Pero eso es algo que paso hace ya bastante tiempo. Creo que fueron los abuelos de la actual reina de corazones quienes hicieron tal cosa. ¿Por qué la pregunta majestad?- Si, Richter Iskandar había hablado con aquella mujer de nombre Arya sobre ese apellido la última noche que, según Charlotte, se había visto a la princesa de Diamantes. Inclusive le advirtió de espías que se encubrían en aquel nombre, como del que le salvó esa misma noche.

Claro está, eso se lo iba a callar, hasta no conocer el motivo de aquella pregunta que la chica de grandes alas ejecutó previamente.

Como lo esperaba, se había enojado por aquella insignificante palabrería que había mencionado y mi intención no era culpar a alguien de la realeza de rojo por un tonto rumor a diestras y siniestras. Ya de por sí la relación entre Diamantes y Corazón pendía de un misero y débil hilo que fácilmente podría romperse en cualquier momento. Suspiré hondamente sin moverme de donde estaba pero seguí con la mirada al menor de la realeza de rojo hasta el gran ventanal que daba frente a una parte de los jardines escuchando atento a lo que decía.

-Nunca mencioné algo acerca de una guerra -Ya estaba bien con ello ¿No? Ya estaba bien que ambos reinos se declararan guerra por X o Y razón y que una simple conversación amena tenga que convertirse en un campo de batalla.

Interesante. Conocía bien la atrocidades que los antiguos reyes de rojo habían hecho -No se porqué los ancianos del consejo se empeñaban en enseñarme sobre aquello- Y hasta que punto eran capaz de llegar. Aquella villa; "Corazón de Diamantes" también tenía su propia historia atroz o algo así, no entendía muy bien porqué los reyes anunciaron el ataque a ese lugar y que con ello murieran las personas de aquella familia.

Me crucé de brazos, llevando mi diestra a mi barbilla bajando la mirada al suelo; Boltock era el nombre de una familia que suponía debía ser de espías -Suponía, no tenía mucha información de ella- Y que murieron a manos de los de rojo, o simplemente no murieron y aún hay vástagos de ellos rondando por los reinos con intenciones de venganza, y no solo con Corazón por lo que parecía.

-Hace un tiempo... -Comencé a relatar cruzando mis manos tras la espalda y encaminándome hacía el gran ventanal mirando a través de este- ... Un espía llamado Altair Boltock atacó el castillo, eso fue cuando aún se sabía algo sobre la antigua reina de amarillo, Rachel...

¿Que habrá pasado con tal mujer y su prima, la princesa Irisviel?

-Quería venganza, tanto de Corazón como de Diamantes, sin embargo se enfrentó a mi general y tuvo que huir... -En mí, se marcó una sonrisa de satisfacción, si no hubiera sido por él quizá la familia real de amarillo hubiera corrido peligro, y aún así lo estamos- ... Se supo que el espía murió tiempo después, pero tengo la gran sospecha de que esos vástagos fueron los que secuestraron a Arya.

Así que había otra reina de diamantes. Eso si que no lo sabía, bueno, como ya había mencionado él en repetidas ocasiones, la política no era lo suyo. En cambio, si le preguntasen por algún caballo, sabría responder inmediatamente ¡Ah, santa y dulce ironía! Su grisáceo mirar se desvió por el mismo ventanal que la mujer, logrando así, ver a lo lejos, aquel felino que acompañaba en aquella ocasión a la rubia, según pudo percatarse aquella noche, el gato tenía un vinculo bastante estrecho con su ama, seguro ahora el pobre "no encontraba su lugar".

Suspiró pesadamente.

-Sí que tiene un buen perro guardián- había escuchado de aquel semi humano "el perro guardián de diamantes".

Afiló la mirada. A veces por lo mismo temperamental que era, malinterpretaba todo y ya había tenido bastante de ello, no por nada, trataba de moderar su carácter.

-Boltok no tiene mucho que ver en esto- Comenzó -Toda la familia del hombre fue ejecutada ese día en la plaza pública, como ejemplo de que es lo que pasaría si alguien osara rebelarse. O eso se creía, solamente sobrevivió uno, seguro, el que atacó en este lugar.- Cruzó los brazos a la altura de su pecho. –No falta la leyenda que los mediocres quieren imitar. Varios espías y comenzaron a escudarse tras el apellido con afán de inculparle y claro que no les encontraran…

Miró el vacio corredor donde yacían como si de la nada pudiese aparecer algo, o alguien…

-Esa noche… Arya me comentó que gracias a mi una taberna de Talis había cerrado, tenía una firma, a mi nombre. Pero esa no era mi letra y el apellido como nombre, estaban mal escritos. Discutimos, me moleste, y me aleje de ahí. Para cuando acorde ella veía corriendo hacia mí siendo perseguida por alguien, tome mi arma y derribe al perseguidor. Cuando lo revise me di cuenta que era de su armada, no obstante usaba la insignia de los Boltock. Un farsante. La princesa dijo que aparte de estar seguros lo mejor sería descansar en una de las residencias de Ky, pasamos la noche ahí.

Arqueo una ceja, mientras sus labios se curveaban hacia arriba, en un gesto un tanto pícaro.

-No estés celosa, no paso nada- Bromeó, a pesar de ser un mujeriego sabe que hay una línea la cual no debe cruzar, y además no quería chismes y rumores por ahí, cosa que obvio se generaron, aunque por otra cosa.. –De ahí a mas no sé nada, si quiere más información con respecto a Boltock y lo sucedido, pregúntele al Rey en persona, o a la Reina. La política no es lo mío, rara vez salgo de los establos, por extraño que suene.-

-He llegado a confiar más en un perro que en el resto de mi armada...

Sí, combatía la ironía con más ironía. Así que toda la familia Boltock desapareció quedando solo aquel espía que atacó el castillo, y sin embargo murió poco después de haber fallado en su misión terminando entonces con el linaje de esa familia, claro como él lo decía no faltaban los que creían ese esa historia para escuñidrarse tras un apellido muerto y así atacar por la espalda a sus reyes. Por lo visto, ya había comenzado empezando por la desaparición de Arya Cawley, ahora solo hay que adivinar donde atacaran o quien será su siguiente víctima. Informaré a mi General sobre posibles espías entre nuestras tropas pero antes... Preferiría hablarlo primero con Ky.

Al igual que el príncipe veía el jardín más que nada al pequeño gato que era compañía de la rubia, ese gato que no dejaba que nadie más lo acariciara o mimará a no ser por la mano de la desaparecida princesa. Ya no le quedaba muchas esperanzas al pobre minino de volver a verla. ¿Discutir por la clausura de un bar? ¡Nadie más que Arya lo haría! Con tantos bares que posee el reino.... Como sea, lo principal era que; aunque la intención era usar el nombre del príncipe para ello -Cosa que lo hicieron mal hasta con escribirlo- Eso se toma como alta traición a la familia real, pero en estos momentos no estamos buscando la manera de ejecutar a alguien.

No lo sé, algo me decía que la reina Sarah Vilhelm no me permitiría ir libremente por su castillo sin que me estén vigilando tres guardias -Si no, son más- O que por decir algo se lo tomé a mal y me arresté por ir "En contra de su corona" y lo que menos quería era echarle más leña al fuego sobre el tema de la "guerra". En cambio; el rey Iskandar se veía un poco más sencillo para ello, aún así yo era de Diamantes y seguramente no me contaría todo o excluiría las partes importantes sobre el tema, como fuera que lo viera no tenía muchas posibilidades de obtener lo que buscó.

-Rara vez salgo del castillo –Bueno, al menos pareciéramos que compartiéramos algo. Aún no comprendía mucho acerca del tema de los Boltock. Miré hacía el mismo pasillo que miraba el de cabellera castaña y justamente había aparecido dos de mis soldados, no sabía quiénes eran puesto que llevaban el casco puesto. Ambos se nos acercaron y nos reverenciaron como siempre hacen para demostrar respeto.

-Majestad… -Habló uno de ellos al momento de erguirse- Su alteza real, Ky Kiske le está buscando, dice que debe hablar de algo importante con usted...

¿Algo importante?

-Por favor, díganle que iré más tarde, debo atender al príncipe –Mencioné mirando a este e indicándole con la mano al otro extremo de la sala- Si gusta podemos tomar un poco de té, así podrá descansar de su viaje…

Di media vuelta dándoles la espalda a los soldados para comenzar a caminar. Lentamente los soldados empezaron a seguirme, uno de ellos paso a mi lado mientras que el otro permanecía tras de mí; sigilosamente uno sacó una daga de sus ropajes y valerosamente intentó arrematar sobre mí sin embargo no esperaba que mi ala de color negro; Necro, le tomará la muñeca y lo aprisionará.

-No son tan listos como lo aparentan –Fanfarroneo el ala apretando cada vez más fuerte la muñeca haciendo que se doblegará y terminará por postrarse. El otro guardia se alertó y rápidamente sacó su espada en pos de atacarme también y esta vez fue Undine usando sus dos manos para tomar la hoja de la espada.

-¡¿Cómo se atreven traicionar a su pueblo?! –Bramó la de blanco sin dejar de presionar la hoja de la espada- ¡Esto es una deshonra para ustedes y para la reina en persona!

A pesar de la escena ahora vivida, podría decirse que el príncipe quedo libre de toda culpa acerca de lo de la princesa y el supuesto bar clausurado.

-"pero seguro ella mas por obligación, que por gusto"-

"El potrillo Belmont" observó a aquellos guardias, seguramente tendrían algo importante que mencionarle a la chica que lo acompañaba, de ser así entonces, podía irse tranquilamente a su reino, no sin detenerse un poco en el pueblo "a ver que pescaba" como el decía, mejor dicho: contemplar la belleza femenina de Talis.

Había algo ahí que no cuadraba sin embargo el príncipe de rojo no sabía que era exactamente. Seguro, ahora tendrían por compañía a ambos hombres. Amargados con armadura... Genial, ya no podrían hablar con plena libertad.

Todo paso rápidamente para cuando acordó las dos grandes alas de la mujer habían hecho todo el trabajo y sin embargo, contrario a lo que se creería de un habitante de corazones Richter rápidamente llevó su mano hasta donde yacía el vampire killer, aprovechó el mismo movimiento para extender el látigo y así, con un gran chasquido, golpeó al soldado que undine, aun sostenía. No terminó ahí, de un rápido giro de su muñeca, y guiado por el impulso un nuevo golpe se avecinaba en dirección contraria, enredándose de esa manera en la muñeca del hombre y, con una sonrisa en su rostro, el príncipe dio un fuerte tirón al látigo haciendo que el militar, cayese de bruces.

-Valientes y fieles soldados los del reino de Diamantes, ah.- Mencionó al tiempo que recogia la correa en su mano… Cerró los ojos dejando escapar unas cuantas palabras que sonaron mas como un murmullo.

- Gaisras- Abrió los ojos y blandió su arma, al hacerlo una pequeña chispa salió de esta... Habia encantado el vampire killer con fuego.

–Ahora... ¿Cuantos azotes resistiras antes de cantar toda la verdad?- Separó las piernas para poder apoyarse correctamente al tiempo que desplegaba nuevamente el latigo.

-¡UNO!-

La cola del arma rompió nuevamente la barrera del sonido haciendo el característico chasquido, que se vio intensificado debido al eco del pasillo, sin embargo, no golpeó all hombre. Su objetivo fue siempre el suelo, solamente pretendió intimidar…

-Bromeo, en este lugar no tengo nada de autoridad- Miró a Charlotte. S–Te acepto el té, especialmente, si es de menta…-

-... Traidores

Murmuré, pero lo suficientemente fuerte como para que ambos soldados me escucharán y gimieran al tratar de liberarse de mis alas en vano. Lo único que podía hacer hasta ahora era girar a ver el sorpresivo ataque del príncipe de rojo hacía el guardia que sostenía Undine y como este al finalizar terminaba tirado en el suelo. Necro; apresando al otro lo levantó a unos escasos centímetros del suelo solo la puntas de sus zapatos podían tocar este e inesperadamente lo arremetió en contra de este. El soldado frente a Necro solo se removía de dolor mientras que el otro prefería escapar y salvar su pellejo.

No sin antes demostrar que pudo contra alguien de la realeza y salir con el orgullo intacto. Disimuladamente saco otra daga de alguna parte de su armadura lanzandola hacia mi. Agradecía mucho ese momento en que estaba tirado al suelo porqué la daga no alcanzo a darme de lleno sino a solo rozarme la mejilla izquierda y Undine atajo la daga a su vez. Mi mano paso suavemente sobre mi mejilla para asegurarme de que no fuera algo grave, al levantarla note en mis dedos un fino y rojizo tono carmesí que brotaba del pequeño corte hecho por la daga, cerré mi mano formando un puño y miré hacía lo traidores molesta y decepcionada.

-¡Traidores de la corona! -Bramé; ¿Osaban poner un dedo sobre mí? Se notan que no conocen mucho acerca de lo que significa el rango de"Reina"- ¡Guardias!

Casi de forma inmediata tres guardias más aparecieron y quedaron extrañado al ver a dos de sus compañeras apresados bajo una de las alas de su reina. Y más aún cuando vieron un fino hilillo de sangre descender por mi mejilla, apunte a aquellos dos traidores para que lo tomaran en cuenta.

-¡Llevenselos al calabozo e interrogenlos totalmente; saquen toda la información que tenga! -Solo faltaba la frase: "Matenlos si es necesario"- Cuando lo consigan llevenselos a las afueras del reino y sáquenlos, a partir de ahora quedan desterrados del Reino de Diamantes.

Eso era únicamente para los traidores que aun yacía bajo el dominio de Necro; los tres soldados no dudaron en obedecerme y tomaron a los otros dos llevándoselos casi a rastras hacia los calabozos donde pasarían un mal rato junto a las ratas. Inhalé todo el aire que podía retener mis pulmones tratando de calmarme y volví a mirar al príncipe que parecía solo abstenerse de mirar la escena.

-Lo lamento... -Pronuncié bajando la cabeza a forma de disculpa-... Quizá esto no era lo que deseaba ver en el castillo de Diamantes; si aun gusta de tomar el té venga por aquí...

Volví a indicar hacia el otro lado para que volviéramos a retomar el camino interrumpido. Esto ya no me estaba gustando para nada -Y no me refería a la presencia del príncipe- ¿Traidores entre nuestras armadas? Al parecer no solo en la mía sino también en la armada de Sarah Vilhelm.

No me estaba agradando para nada esto.... Y de seguro, a Ky tampoco le gustará. Antes de caminar voltee a ver a los soldados que arrastraban a los traidores.

-De esto no le informen a el general ni al rey, me encargaré personalmente de informarles cuando sea la ocasión -Los soldados asintieron y siguieron su camino.

Quizá, el peor error de ese día que había hecho el orgulloso príncipe de corazones fue el de no azotar como pretendió al guardia que yacía en el suelo.

Serio como pocas veces se le observaba al castaño, fue como presencio aquella escena. Nuevos guardias se sumaron al lugar mientras él, permanecía ahí de pie. Estuvo mal no hacer aquello, aunque enemiga (y algo extravagante), Charlotte Amaranth seguía siendo una mujer, y si algo detesta el criador de caballos es que, ofendan y osen tocar a una dama frente de él.

Hum- Solamente asintió con la cabeza, no encontraba (irónicamente dada a su gran bocota en ocasiones) palabras para mencionar.

En cuando los guardias se retiraron y ambos se vieron solos nuevamente en aquel corredor, Richter enfoco sus azules orbes sobre la mujer, atreviéndose a hablar, con una media mentira y parte broma, no gusta de ambientes tensos como ese, y aunque tal vez el comentario estaba de más… Era algo que simplemente no podía callar.

-No es como si hubiera querido venir en un principio ni conocer las malas costumbres de sus hombres, majestad- exclamó aun con látigo en mano mientras se encogía de hombros y levantaba las manos a la altura de estos, haciéndolas ligeramente hacia los lados.

Sonrió, arrogante, como siempre, cerrando los ojos

-Pero- Le señaló, con la mano con la que aun sostenía su fiel vampire killer y haciendo uso de su dedo índice –Este numerito le va a costar, señorita- Su sonrisa se amplió –Algo así como un tarro de cerveza y algo de pollo crudo- luego diría para que -¿Está dispuesta a cumplir estas demandas?- Sin esperar algo por respuesta, comenzó a caminar en dirección donde se suponía estaba el salón donde tomarían el té… Auto invitándose a pasar.

Aunque todo era una fachada, realmente por el interior no estaba tan seguro, como aparentaba, pues lo primero que tendría que hacer llegando a Corazones, seria hablar con sus hermanos mayores, con respecto a lo que acababa de acontecer, y los posibles traidores en su armada

Enredo su arma en su cinturon, solo esperaba no tener que blandirla durante su estadia, pues de suceder esta vez, no se iba a contener, y daria varios azotes a quien fuera que tuviera que atacar.

Volvía inhalar y exhalar tratando de apaciguarme cosa que estaba logrando; y delicadamente limpie el hilillo de sangre que descendía por mi mejilla con mi mano. En silencio miraba y escuchaba atentamente cada una de las palabras que soltaba el príncipe, aunque algunas que otras eran sardónicas al menos con el ambiente que antes se formo peor es nada. Me encogí de hombros cuando relato eso, en verdad ¿Quien se esperaría que en el castillo del reino más humilde sucedieran cosas como esta? ¿Eh? ¿Pollo crudo? ¿Acaso eso era una broma? Pero la manera en que lo dijo -A pesar de ser algo altanera- Podría aceptar lo del tarro de cerveza; para muchos era mejor que una taza de té... ¿Pollo crudo? ¿En serio?

-............. ¿Ok? -Levante una ceja sin entender y con un ademán llame a uno de los sirvientes ordenandole que trajeran lo pedido, este me miró incrédulo y solo le respondí alzando los hombros. El sirviente se reverencio y fue en búsqueda de lo pedido.

Seguí al príncipe en dirección a la salón donde tomaríamos el té cabizbaja. En serio todo este fue inesperado y desalentador, no me imaginaba que en mi fiel armada hubieran unas personas corrompidas y traicioneras dispuesta a matar a su propia reina. Sin mediar más palabras llegamos a dicho salón el cual ya tenía todo preparado para pasar el resto de la tarde. Tomé asiento mientras otro sirviente de cabello cano tomaba la tetera y comenzaba a servirnos a ambos. El que había llamado anteriormente, de hebras naranjas apareció dejando frente a Ritcher el tarro de cerveza y un plato con varias partes de pollo crudo picado.

-Me podrá decir... -Miré el plato con pollo crudo sin entender mucho entonando un poco los ojos, con una cucharilla tomaba un poco de azúcar y lo esparcía dentro del té revolviendolo- ¿Para que quiere el pollo crudo?

Antes de que pudiera contestar, escuché algo ulular y sin darme cuenta un ser plumífero había entrado por la ventana asustandome ya que voló cerca de mí y luego se quedo parado sobre la mesa junto a Ritcher.

-¿Un buho?

El orgulloso príncipe del reino carmín ni siquiera se inmuto. Tomó asiento en una de las lujosas sillas del sitio (para ser específicos, en frente de su majestad de dorado) y cruzó la pierna izquierda sobre la diestra, mientras sus manos se posaron sobre el descanso de su asiento.

Afiló la mirada, y sus gruesos labios se curvearon ligeramente. Richter, solamente observo en silencio como la fina taza se llenaba de aquel líquido caliente, luego dirigió su azul mirar hacia su anfitriona, la cual no era extraño que la curiosidad le invadiese, debido a la petición que él, había hecho en el corredor.

Sin inmutarse, el de hebras castañas se inclinó ligeramente para tomar la taza primero, como todo habitante de wonderland estaba acostumbrado a tomar el té, y no iba a negarlo. El aletear le hizo saber que su fiel acompañante había llegado, simplemente llevo sus labios hasta la taza para dar u ligero sorbo, sin que la intromisión del ave, le sorprendiera en lo absoluto.

-Saludos, su graciosa majestad- Mencionó el búho, un ave de buen tamaño, de plumaje marrón y negro, lo que resaltaba de él, eran un par de plumas, a manera de cejas.

El ave se inclinó ligeramente hacia un lado sosteniéndose en una de sus patas mientras cerraba los ojos, a manera de presentación.

-Lamento la abrupta intromisión. Mi nombre es Arquímedes, un gusto.- De un salto trepó al hombro izquierdo del príncipe.

-Recordé que mi camarada no había comido, espero no sea molestia- ya había recibido varias quejas de nobles pretenciosos los cuales "no quieren que un sucio animal" este cerca de ellos.

-Ah, con respecto a lo del corredor, ¿alguna otra pregunta?- sinceramente se sentía algo incomodo, pues no todos los días habla con los nobles y menos con monarcas de otro reino, ocasionando que, no sepa de qué hablar o cómo comportarse frente a alguien de la índole.

¿Pero que...? ¿Un búho? ¿Un búho en la mesa? ¿Un búho que me acaba de decir "Su graciosa majestad"? Bueno, cosas más ilógicas he visto y a eso se le llama "Un día normal de Wonderland" Simplemente agache la cabeza a modo de reverencia ante el extravagante búho llamado Arquímedes. Volví a dar un sorbo del té y luego tome una galleta la cual mojé en esta y luego mordí.

Después de la tempestad venía la calma o lo parecía. Simplemente negué con la cabeza cuando Ritcher calcó de que esperaba que la presencia de su camarada no fuera una molestia, como dije he visto muchas cosas en esta vida así que la presencia de un ave no me haría molestia, y más si esta ave hablaba y parecía sabía.

-¿Otra pregunta? -Levante la mirada intrigada y luego hice una ligera mueca de pensamiento- Solo una... -Volví a mirar al príncipe de forma serena- Cuando llegue a Corazón, ¿Que es lo primero que hará respecto a su armada?

Bueno, si de verdad había traidores en mi armada de seguro en el resto también había, era mejor prevenir que lamentar. Un nuevo sirviente apareció dejando en la mesa un pastel de crema blanca y rodajas de limón como adorno, echo la vista rápida cuando se fijo en el búho comiéndose los pedazos de pollo crudo y luego prosiguió a cortar dos pedazos de aquel pastel que resulto ser por dentro de chocolate y darle uno primero al príncipe.

-Creo que a partir de este momento hay que prestarle mucha atención a los soldados, por los visto uno nunca saben cuando estos te van a traicionar...

La pregunta si que tomó desprevenido al de ojos grises, el cual, simplemente desvió la vista hasta el ave que yacía en su hombro, como si esta fuese a darle la respuesta... Richter, solamente sacudió uno que otro pedacito de pollo que había quedado en su gabardina, lo hizo con índice y medio y con cuidado de no incomodar "a la voz de su conciencia".

Dejo la taza sobre la mesa, dejando una vez más el brazo correspondiente en el descanso de la silla. Su mejilla pasó a recargarse sobre sus nudillos dando así una expresión corporal bastante seria, irónico, pues solamente se ve de esa manera, Richter no tiende a actuar de esa forma a menudo.

-¿Mi armada? No tengo tal cosa- Se excusó... Siempre ha sentido, que al ser el menor de los Iskandar, no tiene derecho a riquezas y poder político.

Aunque claro, por derecho, lo tenía. Suspiró pesadamente, no podía demostrar debilidad frente a la monarca del reino enemigo. Se sacó los guantes de cuero y los dejo a un lado de su asiento, no quería hacerlo pues como estos eran largos (llegando hasta los codos) cubrían aquella cicatriz enorme que le dejaron las fauces del lobo, en su niñez.

-Hablare con mi hermano…- Esa frase no le gusto para nada, bien puede enfrentarse a fieras salvajes, con el afán de domarlas y no inmutarse… ¡Pero hablar con Iskandar el grande era diferente! –Al grandote no le va a agradar nada- y qué decir de su hermana.

Tomó el pequeño plato que le sirvió un trozo de pastel, para cortar un pequeño pedazo con el tenedor y llevárselo a los labios, degustando del buen sabor del postre.

Mientras tomaba té mi vista se concentraba en... Bueno, lo admito en el búho sobre el hombro del príncipe, jamás había visto un búho comer y creo que estoy en derecho de hacerlo -Hasta en los momentos más absurdos- Pero fácilmente pude desviar mi vista hacía el joven Iskandar que no se veía muy ansioso por hacer algo como eso. Cuando se sacó el guante no pude evitar ver esa cicatriz en su brazo que me hacía entrar en suma curiosidad pero ahora no podía decir eso tan al aire.

¿Que no es su armada? Si hasta para Bleith la armada estaba a su disposición -El que le hicieran caso era opcional- Aun así Ritcher no parecía tampoco a gusto con eso de la realeza, es más parecía que se pasará mucho tiempo alejado de ello. Tomé un tenedor y corte un poco del pastel el cual lleve a mi boca y disguste tranquilamente.

-Solo espero que las cosas resulten -¿Como estará el interrogatorio? Debe estar muy difícil si aun no ha aparecido un soldado con alguna información nueva para mí.

Seguía con mis dudas, pero la principal era: ¿Quien dirijé a los traidores? Obviamente ellos solos no lo habrían hecho, aunque fallido parecía un plan que han estado realizando desde hace mucho, el acercarse a la Reina sin que sospeché y atacarle por la espalda es un plan muy austero pero anticuado; menos se lo esperaban ellos cuando mis alas me defendieron de ese ataque.

-Si en mi armada hubieron traidores, en el resto también las hay -No solo hay que contar a Diamantes y Corazones, todavía quedaban Tréboles y Espadas- Más que nada es a leguas que los traidores conocen a la perfección cada rincón del castillo y también conocían al respecto de la armada para poder infiltrarse sin ningún problema...

Llevé mi dedo pulgar a mis labios y comencé a morder la uña en clara señal de pensamiento; quien sabe que más podrían haber sabido ellos o cuantos de ellos hay en toda la armada.

-De seguro mi general podrá encargarse de eso -Murmuré para mi misma y volví a mirar al joven Iskandar- Me permite preguntar... ¿Porqué dice no tener algo como una armada? ¿Le incomoda la vida de un monarco?

Tomé otro poco de té sin apartar la mirada, y esta nuevamente descendió hacía la cicatriz que tenía en su brazos. Me llamaba mucho la atención ese tipo de cicatriz, parecía ser la mordida de algún animal.

-Y si no es molestia... -Deje la taza de lado- ... ¿Cuando se hizo esa cicatriz?

-Es obvio que en cualquier armada haya quienes no simpaticen con su gobierno, en nuestro reino más- Obvio por el abuso de poder que estuvo presente en los antiguos gobernantes de corazones.

Con curiosidad enorme, el castaño arqueo una deja, mirando fijamente a la chica de las alas. ¿Incomodarle? Bastante. Pero sobre todo, aparte del maltrato animal, y la discriminación que se le da por parte de los nobles por tratarlos, había algo que le incomodaba mucho más, y era que preguntasen por la cicatriz de su brazo.

-¡Ey!- Mencionó en un ligero tono de reprenda. Aunque no para con Charlotte, su vista se había enfocado al ave que se postraba en su hombro.

- Ten más cuidado. Y tomó uno de los pedazos de pollo crudo que se le habían escapado al ave. Lo hizo con índice y pulgar, para alimentar a su compañero sin temor alguno a ser picado por el mismo.

-Bueno, respecto a lo que preguntas- Contestó aun sin desviar su mirar del ave, no fuera a ser que tirase otro pedazo y terminara manchándole la ropa –No es que me moleste, no estoy acostumbrado. Alexander es el Rey legítimo y aunque yo tenga derecho y acceso a las tropas tengo que pedirle aun su consentimiento y dar a conocer mis planes para lo cual dispondré de la armada. Así que técnicamente, no es mía, solo se pide prestada.

Instantáneamente, llevo su mano contraria hasta el antebrazo donde yacía esa cicatriz, acariciándolo levemente como si recordase aquella no tan grata sensación. Sonrió de manera un tanto nostálgica, mirando ya a la de hebras azules, pues seguro su búho ya tendría más cuidado al comer, debido a la reprenda dada previamente.

-De niño. Me atacó un lobo en el bosque, cuando Alex y yo salimos a cazar. ¡El animal estaba en su derecho! Seguro estábamos cerca de su hogar.- En todo momento iba a defender al pobre can, al cual dejo tuerto…

Afiló ligeramente la mirada y su sonrisa paso de nostálgica a una tanto picarona. Le costaría a Charlotte el pequeño atrevimiento de preguntar acerca de eso, aunque con una ligera broma.

-¿Qué es lo que sigue? ¿Me preguntaras mis medidas? Con gusto te las doy.- Arquímedes negó ante el comentario del príncipe, ya le conocía - ¿Qué me dices de ti? ¿Me contaras de esas alas?- Pues la chica no parecía ser semi humana, sumado a que estos estaban prohibidos en la realeza, lo más que había visto aparte del General de Diamantes, era uno que otro consejero, y de eso, ya hacía mucho tiempo..

Razón tenía, normalmente hay personas que quieren estar en contra de su armada o hasta de su mismo pueblo por X o Y motivo, y cuando menciono su reino ni siquiera me había pasado por la cabeza, así que en silencio seguí degustando de aquel pastel que nos habían servido. Su "¡Ey!" Me hizo alzar la cabeza y mirar al príncipe, pero aquello no fue para mí sino para su emplumado acompañante que comía aquellos trozos de pollo crudo. Al parecer si pretendía responder mis preguntas, así que le puse bastante atención a lo que decía.

Ya veo, no se sentía tan seguro para poder usar a los soldados de la armada a diestras y siniestras aun siendo príncipe, al menos hasta donde había entendido; o el caso era que Iskandar el grande no le permitía usar a la armada, punto y final. Tampoco creo que sea mucho de tratar ese tipo de asunto, cada quien maneja las cosas a su manera, igualmente creó que siendo príncipe heredero al trono debería tener aunque sea un pequeño consentimiento. Ahora, en respecto a su cicatriz, tenía la idea de que se la hizo en algún entrenamiento o algo, que lo atacará un lobo no era lo que tenía previsto.

-Eso fue, -¿Que esperaba que dijera? ¿Que fue malo? ¿Que fue absurdo el haber dejado que se defendiera un mísero animal?- Bastante noble de tu parte.

Sin esperar a que dijera algo tomé mi taza de té y di un sorbo a este.

-No creo que a mi esposo le guste que tenga las medidas del príncipe de rojo, pero si quieres te puedo dar las de èl -Mencioné en broma pero sin tan siquiera mostrar una mueca de ello, mi rostro se mantenía neutro- Uhm~~ ¿Mis alas?

Las miré de reojo, se encontraban dormidas ahora así que no fastidiaran por nada. Terminé de beber el último sorbo de mi te y dejar la taza de lado.

-Es una maldición -Mi mejilla se apoyo en mi mano con algo de desgano- Cuando niña había entrado a una sección prohibida de la biblioteca, en uno de los estantes había un libro que tenía mi nombre, por curiosidad lo tomé y abrí, cuando lo abrí cientos de sombras salieron y para cuando me di cuenta, estas alas ya las tenía, junto con mi cola.

Sí, cola. Una delgada y fina cola de color gris adornada con un listón naranja en toda la punta. Hasta ahora yo podría ser la reina más "extravagante" de Wonderland.

¿Noble?

Iskandar el chico miró con ligera sorpresa a la mujer frente suyo. Sus padres y con cualquiera que hablase al respecto (con excepción de sus hermanos pues ya le conocían) no hubiesen argumentado lo mismo, le habrían llamado estúpido... Y demás cosas por defender a semejante "animal.

Sonrió con sinceridad, mas no comento nada ya, se dedico a bebe de su taza hasta terminar la infusión.

-Oh, seguro. Así confirmo que estoy más bueno que él.- Regresó con naturalidad la broma, se notaba a leguas que había aprendido tal cosa de "llevarse cargo" con uno que otro trabajador del establo, y soldados.

Según el de hebras castañas estaban en plena confianza, así que sin inmutarse y sin modal alguno extendió su mano hasta el trozo de pastel que les sirvieron previamente, para llevárselo a la boca acabándoselo casi de un bocado.

-¿Ah sí? Es algo interesante- Musitó con la boca llena.

En su hombro Arquímedes simplemente negó ante los modales del "elegante príncipe de corazones". Richter simplemente termino de masticar y pasar el bocado.

-Digo- Sacudió sus manos -La magia negra es bastante escaza en wonderland y mas el tipo de "posesiones" como en tu caso o transferencia de cuerpo. He escuchado de magos que transfieren su energía mágica, o prana a ciertos objetos, o animales, para hacer de familiares, pero lo tuyo no parece el caso. Es algo mucho más poderoso, magia de otro nivel-

Inconscientemente afilo la mirada, cualquier cosa que pudiese "sacarle" a Charlotte en una disfrazada charla amena, podria comentárselo a sus hermanos y tener un poco de ventaja en caso que la tan esperada guerra entre ambos reinos se desatara.

-Cada quien tiene sus gustos, por mi parte yo seguiré considerando a mi esposo como el hombre.... Más "bueno"

Bueno, una charla amenas como esta hizo que mi enojo desapareciera, y más cuando se trataba de bromas ya que no acostumbraba a bromear con otros nobles; se nota que el joven Ritcher es una "caja con muchas sorpresas encima". Tomaba nuevamente el tenedor para cortar un poco de aquel pastel y comerlo, la forma en como el príncipe se lo comía tan incivilizado ni siquiera me hizo pensar, ya estaba acostumbrada a este tipo de cosas; como reina veo toda clase de personas. Siguiendo al tema de mi maldición, instintivamente me encogí de hombros dándole otro bocado al pastel, no podría describir si aquello fue magia negra, magia blanca o algún tipo de magia que hasta ahora no conocía.

-No lo sé con exactitud -Mencioné dejando el tenedor sobre el platillo y mirando al príncipe, entrelazando los dedos de mis manos que se colocaban elegantemente sobre la mesa- Puedo decir que las habilidades que tienen estas alas son bastante especiales, sin embargo desconozco toda la capacidad que puedan llegar a tener.

Y quien sabe; quizá estas dos alas me han facilitado con muchas cosas en mi vida pero todo debe tener un precio. Podría ser que mi vida este en juego, por cada que las use un porcentaje de ella disminuye; puede que también sea que la ida de mis allegados también influyan como si estos fueran la moneda que debo dar al comprar algo. También existía la posibilidad de que solamente Necro y Undine esperaban el momento exacto para salir de mi cuerpo y tener los suyos propios -Por así decirlos- Existen muchos tipos de teorías de las cuales ni yo misma podría estar segura.

Solo me restaba esperar.

-Aquel libro que me marcó simplemente desapareció, lo busque por todas partes para intentar averiguar que clase de magia era o como se podía revertir o hasta si tenía consecuencia -Miré hacia la mesa algo pensativa- Sin embargo no apareció más, no lo sé pero me da la idea de que ese libro camina por si mismo o aparece y reaparece en distintas bibliotecas.... Quien lo sabe.

Al parecer sus intenciones estaban bien disfrazadas, o al menos Charlotte no sospechaba nada debido a las preguntas que el castaño había estado lanzando.

Iskandar Belmont, se irguió hacia adelante, colocando los antebrazos a la altura de los muslos, y en ningún momento, dejo de observarle. Por lo que había observado en el pasillo al parecer ambas alas poseían consciencia propia, algo que no había visto jamás ni cerca siquiera...

-Suena lógico- Al menos para wonderland lo era.

Libros de poderosa magia no deberían estar al alcance de gente que no pudiese manejarlos y que con ello podrían desatar una gran catástrofe, era un tanto normal que para mantener sus secretos a salvo (o al autor de dicha obra) en cubierto, desapareciera sin dejar rastro. Quizá solo era una herramienta de invocación, podría explicar el hecho de desvanecerse así sin más. Con toda la confianza y naturalidad del mundo, el búho del joven príncipe camino desde su hombro hasta su antebrazo, hasta estar sobre la mesa. El castaño ni siquiera pareció inmutarse pues ya estaba bastante acostumbrado a todas las acciones que su compañero realizara, no era exagerado decir que incluso estaba más acostumbrado a él, que a cualquier sirviente del castillo de Corazones.

-“… Eso no va conmigo, no he venido como espía”- se auto reprendió, contrario a todo el rencor injustificado –al menos en él- que sentía por el reino de amarillo.

Además, Charlotte se había mostrado amable, inclusive le dio la razón cuando el argumento lo del lobo… y no puso objeción alguna al ver a Arquímedes… Ya eran demasiados puntos a favor para la esposa de su enemigo. .. Además, Sarah no tenia que enterarse al cien por ciento de la charla que estaban llevando a cabo ¿Cierto? No era más que una plática comun y corriente, fuera de rangos sociales importantes (porque, vamos, Richter no se considera a si mismo de la realeza)

-Por cierto ¿Algo más que quieras preguntar?- Haciendo énfasis a lo de la muerte de la princesa, claro está.

Igual, la amabilidad no equivalia a debilidad ¿Cierto?

A pesar de que escuchaba con atención al joven príncipe, mi mirada se mantenía fija y constante en aquella majestuosa ave que anteriormente me había dado un susto cuando entró así de improvisto. Era la primera vez que veía a un búho tan de cerca, tanto que me provocaba acariciarlo un poco. Ok, debo dejar de prestarle atención al búho y concentrarme más en el tema. Y sí, sonaba lógico que un libro podía moverse de un lugar a otro… Son cosas habituales de Wonderland, y si fijarnos puede que el mismo libro re-aparezca en la biblioteca de Diamantes… O en la de Corazones inclusive.

Calcular el tiempo en que el libro pueda volver a aparecer; eso era lo imposible. Como toda buena cosa esporádica aparecía cuando quería y no cuando le convenía, como el mismísimo Cheshire lo hacía. Como dije; solo resta esperar a ver donde salé esta vez. Tomaba un poco de té cuando el príncipe me lanzo la siguiente pregunta…. De verdad yo tenía muchas más preguntas que hacerle.

Sobre Arya.

-Pues… -Deje la taza de lado y levanté la vista para verlo- ¿Cómo era ella? No me refiero físicamente.

Alcé mi mano a la altura de mi hombro moviéndolo de lado para desechar esa idea. Luego simplemente deje levantado el dedo índice.

-Es que verás… Realmente yo no confiaba en Arya –Me encogí de hombros sintiéndome culpable por ello- Cuando llegó al castillo fue muy de improvisto y no solía hablar mucho con ella… Se la pasaba más con Ky y con Arthur.

Obvio eran sus “hermanos” y yo su simple cuñada. Sin embargo tampoco fue que no le di la oportunidad de llegarla a conocer e incluirla en la familia. ¿Cómo podía yo imaginarme que Ky tenía otra hermana? Hasta donde yo sabía solamente era Arthur… Su llegada no solo me impresiono a mí.

-No llegue a conocer mucho a Arya y pues quería saber cómo se comportaba con alguien del reino rojo –Es algo natural querer saberlo ¿No? Miré al búho sobre su brazo nuevamente, y mordí mi labio inferior- ¿Puedo…?

Estiré mi brazo lentamente hacía el ave que solo bajo la cabeza. Con suavidad pase las yemas de mis dedos sobre sus plumas, sintiendo la suavidad de ellas y su lustre. Aquello me hizo sacar una sonrisa como si de una niña pequeña tratase.

Nuevamente Iskandar Belmont, coloco el codo en el descanso del sillón, para recargar su mejilla sobre los nudillos del mismo, mirando con atención a la joven que, irónicamente no le miraba, sino que su vista se dirigía hasta su emplumado compañero.

A lo poco que la había tratado Charlotte era una noble distinta... y aunque no lo admitiera, le agradaba. No cualquiera le había tratado con amabilidad, y menos al observar el trato que le daba a los animales, y el amor hacia los mismos que suele mostrar sin importarle el lugar o situación que este. Sonrió, mientras cerraba los ojos, era una lástima que la familia real de Diamantes no se frecuentara, así como la suya.


--Oh, ella- Hizo memoria unos instantes --La definiría como rara. Sin afán de ofender. La salude con una frase de doble sentido y ella simplemente la respondió como si hablara en serio, creo que no miento al decir que las bromas y comentarios soeces no eran lo suyo. Al saber que venía de otro reino me pregunto qué a que había venido. Contrario a lo mismo, me dijo que iría al herrero y si gustaba acompañarla. Se mostraba a la defensiva, tal vez porque supo era de Corazones, aunque al principio no dije mi rango, como habrás notado no me doy aires de grandeza con ello- Movió la mano libre extendiéndola hacia un lado.

--Adelante, por mi no hay problema.- miró a su búho, el cual dio un par de pasos sobre la mesa, hasta ubicarse bajo la mano de la Reina.

A decir verdad, y por simple que pareciera Charlotte había ganado un par de puntos con aquella acción ante el príncipe de corazones. Internamente se sintió mal, toda la vida tuvo un rencor casi enfermizo hacia las personas bajo la corona, y sin conocerles... Que por orgullo ahora, fingiría mantener, claro está a menos que Kiske cambiase esa opinión sobre él, cosa que dudaba.

--luego se molesto por lo del papel del bar que ya mencione antes. Luego se mostro sumisa luego del ataque... Perdón, solo conté lo que paso, nada más, no como ella era, en un día una persona no puede definir tal cosa, y menos un idiota como yo, que pasa más tiempo con los animales que las personas.-

Le miró, con esa típica sonrisa llena de ego y confianza sobre sus morenas facciones. Su pierna izquierda estaba sobre la diestra. Con ese porte se dudaba realmente que se comportar de semejante manera y que poseyera tal cariño hacia los animales, además de su lenguaje cínico y sarcástico...

...No había duda, que en porte, él era el príncipe de Corazones.

No se me hacía raro que una “princesa” se tomará los comentarios en bromas como si fueran en serio. De hecho, no se me hacía raro que desde el momento en donde Arya fue coronada como princesa comenzará a darse aires de grandeza. Bueno, la joven rubia parecía mantener unas grandes y humildes ideas respecto al reino en esa corta pero productiva conversación que tuvimos el día de su coronación. ¿Ir al herrero? Eso a mí no me lo dijo o jamás llego a mis oídos, quizá solo a los de Ky, como siempre todo iba para él. Ese mal trato que se tienen Corazón y Diamantes debía terminar, yo deseaba que así fuera y así tendrá que ser, ya es tiempo que las dos fuerzas más grandes de Wonderland terminen con esa tan ancestral batalla de poder.

Todavía no entendía mucho eso de cerrar un bar, es decir ¿Para qué molestarse en ello? Mucha gente disfrutaba de los bares –Más que todo los soldados en sus ratos libres- Aunque el gran consumismo de alcohol estaba comenzando a hacerse deliberadamente peligroso, la cuestión era… ¿Por qué un príncipe de Corazón se molestaría en cerrar un bar de Diamantes? Aquello era una trampa demasiado obvio y por desgracia Arya cayo completamente en ella.

-No, está bien, con eso creo que es suficiente –Mencionaba sin dejar de acariciar a la ave. De un momento a otro esta se subió a mi mano y yo la alcé a la altura de mi rostro para ver esos brillantes ojos que tenía, pero el búho fue más rápido y voló bajó hasta mi hombro- Eres un búho bastante inteligente –El búho se emplumó dándose ese aire de grandeza casi idéntico como el del joven príncipe- Arquímedes ¿No?… ¿Eres lo que se dicen “La voz de la razón” para el príncipe?

Aquello fue una pequeña broma que esperaba que no se lo tomara a mal, aunque a estas alturas creo que ya nada podría sorprendernos a ambos. Esperaba la respuesta del búho hasta que un ligero maullido llamó mi atención y como una sombra un gato negro de solo tres patas había saltado a la mesa y empezado a comerse lo que quedaba de mi pastel de limón. El minino alzo la vista hasta toparse con la del búho, ya sabía lo que pasaría.

Un gato no pueden luchar contras sus instintos.

-Lucifer –Lo regañé- Baja de la mesa –Le decía pero el gato no parecía prestarme atención, solo a Arquímedes, una gran atención- No Lucifer, el búho no es para ti…

Cualquiera me miraría mal por estar hablándole a un gato. Tomé al felino con ambas manos y lo senté sobre mi regazo acariciando su lomo, Arquímedes por su parte se movía de mi hombro derecho al izquierdo y así progresivamente como si esperará alguna hazaña de Lucifer.

-Me siento mal por el gato –Mencioné- Arya lo cuidaba mucho y sin ella es como si todo su mundo se hubiera perdido

El felino se alzaba tratando de alcanzar con su patita al ave quien se burlaba del gato en ese momento. Uhmmm… ¿Por qué no? Una idea paso a mi cabeza en ese instante, miré al príncipe a los ojos en ese momento dedicándole una sonrisa sincera y amena.

-Príncipe Richter, ¿No le gustaría quedarse con Lucifer? –En ese momento el minino me miró y luego al príncipe- Lucifer necesita a alguien que lo cuide, no que vaguee por el castillo sin hacer nada, me gustaría quedármelo pero como verás mis deberes reales más las “reglas” que se me auto imponen no me permiten conservar al gato… Así que me gustaría que se lo quedará como dice que le gusta los animales y mucho, tómelo como un obsequio de mi parte, claro en símbolo de… Uhm, digamos amistad, no digo que el gato sea un objeto…

Reí con ligereza, tomando nuevamente al gato de tres patas con mi mano y colocándolo nuevamente sobre la mesa. El hambre parecía ser más fuerte que su instinto puesto que volvió a ver el pastel de limón y comenzó a devorarlo nuevamente.

-"Mujeriego-" Pensó observando como el ave se posaba sobre la mano de la monarca de Diamantes, sin pensar que aquello, aplicaba perfectamente a su persona.

Bien decían por ahí que las cosas se parecían a su dueño.

-Lamento no poder brindar mas información al respecto- Ni tanto, lo de la princesa desaparecida no tenía que ver mucho con él.

Mucho, y su participación ya había sido aclarada y su reputación limpiada. Bueno, no es como si los de su reino tuviesen buena reputación. Hasta cierto punto contento, el castaño observaba la escena, ningún noble con los que hubiese tratado ya fuera en alguna cena de gala o que se encontrasen de visita en corazones, había osado tocar a su compañero de dicha forma, y mucho menos, mostrar interés en el. Alexander y Sarah eran la excepción a la regla pero eso era por conocerle desde la infancia misma.

Richter carraspeó haciendo un ligero puchero y cruzando los brazos, para así, desviar la mirada. La verdad es que, si, era la "voz de la razón" para el príncipe y hasta era ilógico pues un animal tenia mas raciocinio que él.

-Claro aunque le falla cada que ve una rata y va tras de ella-

Pero pronto olvido aquel puchero digno de un niño pequeño para concentrar su atención en ese bello pelaje azabache que trepaba rápidamente a la mesa. Había visto anteriormente a ese felino, era el que acompañaba a la rubia ese día, y el que vio por la ventana al pasar por el corredor hasta ese lugar. ¿Hablaba en serio? Sin que se percatara una sonrisa se dibujo en los labios del príncipe, que a diferencia de las anteriores era una sincera y de felicidad. Es decir, aquella propuesta es como si alguien le preguntase a un pequeño niño si quería un dulce, y lo mejor de todo es que seguro Alexander no pondría objeción alguna ¿Sarah? seguro tampoco al menos claro que el felino no le molestara a ella, lo que Richter se encargaría que no pasara.

-¿De verdad?- Preguntó un tanto ilusionado sin embargo al darse cuenta de su estúpida actitud, simplemente carraspeó tratando de retomar el porte que tenia.

-Lo acepto, pero con una pequeña corrección un animal no debe "regalársele" no son objetos, solo se dan en adopción, y por supuesto que me gustaría tenerlo, cualquier animal tiene un hogar asegurado conmigo.- Sin mencionar que también era quien cuidaba y se encargaba de los perros de caza reales. Se puso de pie y caminó a un lado de la mesa, para extender sus manos y tomar con cuidado al felino.

-¡Uy! ¡que suavecito estas!~- Canturreó pasando sus dedos sobre el pelaje azabache del gato.

¿Cual fiero y egolatra principe de corazones? en ese momento daba mas el aspecto de un pequeño niño feliz con su nueva mascota...