Renovaciones, Renovaciones Everywhere [Priv; Credo]

Forma de vestir de hoy:

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El sol se encontraba justamente en su mayor auge, justamente en el medio de todo el celeste cielo, despejado de nubes, posado en lo mas alto, alumbrando con su luz candente al Reino de Diamantes, calentando todas las cabezas de los habitantes de Talis, como cual... Microondas (?). Como siempre, por ser la capital, la ciudad de Talis era la mas afocada de gente, la que mas pobladores tenia, y por tanto, el comercio de casi todo el reino se centraba en ese pedazo de tierra, que a decir verdad no daba para mas.

Se podia observar la calle principal abarrotada de gente por doquier, chusma por aqui y chusma por aca. El bullicio no faltaba, se escuchaban desde los murmullos de los ciudadanos que chismoseaban con sus pares, hasta los gritos de los vendedores intentando atraer a la gente a sus puestos con el fin de ganarse un poco de dinero para llevar a su casa. Por suerte era una calle bastante amplio, incluso carretas pasaban por el medio de esta, por entre las tiendas que estaban a cada lateral de lo que era como una carretera. La gente trataba de no ponerse en medio de esta, para no intervenir el paso de las cargas que iban a las tiendas en ruedas, y asi no causar revuelo. La poblacion que estaba en ese "mercado" era hibrida. Habian desde los mas pobres pidiendo limosna, hasta las personas que figuraban mas entre la nobleza de la ciudad, e incluso de todo el reino. Un ser en especial se paseaba por aquel tan poblado lugar; un ser que en realidad sentia repulsión por la multitud, no por la gente; le molestaba tanto ligue de gente y tanta revoltura y tanto ¡TODO!; era ni mas ni menos que el futuro Rey de Diamantes ( ¿Modestia? ).

El peliblanco caminaba tan tranquilo por aquel lugar, a pesar de lo que sentia por el. Era extraño en realidad su presencia alli, pero como cualquier otro noble bien vestido, pasaba inadvertido. Iba de tienda en tienda viendo las cosas que en cada una vendian. Habia variedad por doquier, por lo que el tiempo que se tardaba visitando cada tienda era bastante; no solo se echaba un ojo, si no que tambien preguntaba por el precio de cada cosa; hasta el punto de fastidiar al vendedor, y sacarlo del sitio. Mientras caminaba meditaba ideas que podria ofrecerles a la Reina, cuando ya adquiriera su poder como Rey. Una de ellas era convertir aquella calle que recorria en un gran bazar; con tejado y todo, para que asi las ventas no se pararan asi hubiese lluvia. Para Howard no era ridiculo que la reina mandaran. Nunca habia salido de Wonderland, asi que no tenia otra perspectiva.

Todo aquello lo penso en una sola tienda, tienda en la que ya habia estado, sin exagerar, media hora, solo viendo. El dueño de aquella pequeña tiendita era un grandulon, mas grande que el mismo techo de el local hecho de madera, por lo que tenia que agacharse para atender a las personas. Vendia unicamente baratijas, recuerdillos de la ciudad, cosas brillantes, rombones que caracterizaban al reino donde vivian; haciendo supuesto honor a este. Ya el albino habia preguntando unos 20 precios, de diferentes artefactos extraños, chapas, muñequitos cabezones e incluso de algo a lo que llamaban "Rasca espaldas (?)". EL grandulon, propietario de la tienda, estaba ya harto, la respiracion del hombre era evidente, y de paso, la vena de la cien se le notaba. Fue entonces cuando el chico pregunto el articulo, de nuevo, de el rasca espaldas; solo para fastidiar; el vendedor ya habia visto su jueguillo de mal agrado. Solo le estaba fastidiando.

De inmediato la manopla de aquel hombresote fue con toda la rabia del mundo hasta el pecho de Howard, lanzandolo bien lejos, fuera de 10 metros de la tienda, yendo a parar hasta otro puesto, que estaba paralelo al primero. Howard cayo de lleno en este, destrozando todo el "Mostrador" de aquel puesto, y quedando estampado y encerrado entre la madera rota del mismo, probablemente lleno de astillas. Y yo que se la iba a comprar... murmuro, normalmente, entre el monton de madera; mientras, la multitud rodeaba el lugar.

El dolor de aquel golpezo fue casi nulo, lo que le habia dolido mucho mas era la tabla impactada contra su espalda, o mejor dicho, cuando EL impacto contra la tabla como si fuese un mero proyectil. La area golpeada le dolia un poco, sentia un punzon, cada ves que incluso respiraba. No sabia por que, pero para no demostrar mero dolor, se quedo unos segundos sentado, intentado que aquel dolor pasara, y con el tiempo, como el lo supuso, lo hizo.

Justamente iba tomando aliento de vuelta para levantarse, ir a donde ese grandote y decirle dos palabrotas, dejarle mucho dinero en la mesa y marcharse con el rasca espaldas (?), puso sus manos a cada lado de si mismo, puyandose un poco con algunas astillas, pero luego, cuando ya iba a impulsarse hacia adelante, una mano amiga se interpuso en su camino, o al menos creia que era amiga. La tomo sin dudarlo dos veces, clavandole las astillas que tenia en la mano, y luego apretando aquella extremidad, estrechandola, y jalar un poco del brazo para levantarse. Quedo frente a el dueño de aquella mano, que ahora estaba toda llena de astillas. Una figura extraña se presento ante el futuro rey. Uno de los famosos individuos nativos de los bosques de wonderland; o que mas habitaban alli, estaba frente a el. Las orejas eran mas que evidentes, canidas, al parecer, de perro, bastante utilez. Examino con una ojeada pretenciosa a aquel hombre que reconocia el nombre suyo, mientras que pensaba en lo muy lame botas que debia ser al llamarle "Joven" a una persona que posiblemente era mayor que el.

Despues, miro hacia el grandulon, que esperaba por el paciente, sabiendo que ya ahora levantado el albino iba a regresar con mas ganas de fastidiar. Todo en orden... musito el Rey. De nuevo, concentro sus orbes en el ser que le ayudaba, reparando en su vestir, en aquella espada que llevaba, cayendo en cuenta de que era un soldado de la armada, obviamente de diamantes, por sus colores. Soldado dijo, como si fuese una orden, pero solo la palabra, tan secante como suele ser Nombre dijo, mientras que aun no caia en cuenta de que estaba rodeado de gente

Su mirada estaba unicamente centrada en aquel grandulon que poco a poco caminaba hacia afuera de la tienda, pisando fuertemente y con las fosas nasales mas abiertas que nunca, tratando de no mostrar furia alguna pero era inevitable, ya que todo su cuerpo reflejaba lo contrario a lo que el queria. Se paro a metros de el rey y el guardia que ahora le atendia, esperando respuesta del primero, sabiendo que haria algo a continuacion. Tenia una vista de los reyes un poco cierta, y era que su ego era mas grande que su castillo, y su orgullo mas alto que la pila de dinero que tenian. Pero asi no era Howard. Howard era diferente, pero no para bien.

El albino palmeo el hombro de el llamado Credo, cuyo apellido se le hacia mas extraño, por lo que, sabiendo como era el mismo, lo iba a olvidar, asi que procuro repetirse su nombre varias veces en su mente, y pensar algunas cosas acerca de el, como defectos y cosas graciosas, para asi poder asociarlo con algo. Mientras pensaba en aquello, se acariciaba su pulgar con el indice de la misma mano, haciendo algo de friccion. Solo hago algunas compras... murmuro, suspirando en alto, para luego mirar de reojo al castaño Dime, amiguito refiriéndose a el hibrido ¿Como se resuelven los problemas en este pueblo? Pregunto algo cinico, mientras que volvia su unico y ahora muy serio orbe hacia el grandulon de nuevo, que empezaba a ponerse rojo de furia, haciendo que la piel morena de el mismo quedase atras. Los puños de aquel abusador gigantesco cada ves se apretaban mas; al parecer no esperaria mucho mas a que el hombrecito al que le habia proporcionado semejante empujon con su puño reaccionara primero.

Escucho a aquel perro con cierto disgusto en su ojo, al percibir lo que habia dicho acerca de los del reino de corazones. Ciertamente antes el pensaba lo mismo, pues creia que eran una cuerda de desadactados animales de la era de piedra, pero eso era antes. Cada reino era tan opuesto a uno como los polos de un iman, y por eso, siempre habian diferentes puntos de vista, puntos de vista que seguian tanto a un estereotipo, que la gente se aferraba tanto a ellos, llegando asi a ser una vision de aquellas personas tan solida como la realidad pura. Pero, en realidad, era cuestion de crianza, puesto que en el reino de corazones bien podria existir una de las personas mas cordiales sobre la faz de Wonderland, mientras que en el reino de diamantes, que era casi el opuesto, sin decir practicamente que lo es, al reino rojo, podia existir alli el peor de los patanes, y mas vulgar ser del mundo.

Los de rojo no son salvajes. Murmuro, mientras que miraba su baston, y luego lo afincaba. Se reviso el bolsillo, y saco un par de monedas de plata. Solo tienen metodos... Paro un momento, observando que cuan brillantes estaban aquellas monedas que habia sacado Menos ortodoxos. explique, para terminar ya su charla pausada, e ir a paso lento hasta la tienda de donde habia sido despedido hace nada. Puso tan ferozmente las monedas sobre una tabla, mirando seriamente a el vendedor gigante; teniendo que inclinar su enana cabeza para poder ver a los ojos morenos de aquel giganton. Rapidamente, cogio el rasca espaldas, como si ahora le perteneciese, como si fuese un niño infantil diciendole "¡No te lo presto!", para luego sacarle la lengua ¡Me lo llevo! dijo, para luego girarse de nuevo hasta Credo, y luego doblar orgullosamente hacia la izquierda, haciendole señas con su mano diesta, la que no tenia ocupada con el baston que paso a paso, pisaba el suelo elegantemente, a el perro guardian para que le siguiese, mientras que sacaba ahora el rasca espaldas de su bolsillo pequeño (?) y lo veia, intentando desifrar como diablos se utilizaba aquel tan peculiar artefacto que no entendia mucho.

Miro al rededor, y vio furioso a la gente que aun se amontonaba para ver El que siga viendo le corto la cabeza dijo, apuntando a un alto entre todos ellos, con su rasca espalda. De inmediato, todos salieron corriendo, menos algunos, que no creyeron mucho en aquello. Miro hacia atras, esperando a el guardia.