Estoy aquí. (priv. MadHatter)

Alicia permitió que una sonrisa asomara en su rostro cuando pudo vislumbrar al fin la sala de té.
Aflojó el ritmo y permitió que su caballo se detuviera cerca del recinto. Con cuidado, ató su montura a un árbol y le acarició la cabeza, por haberla traído con presteza y sin complicaciones. Para acabar de premiarlo le acercó unos azucarillos, manjar que al animal encantaba.

Sentía que había vuelto a casa.

Cuando llegó por primera vez a Wonderland, muerta de miedo y sin entender absolutamente nada, este fué el primer lugar dónde puedo sentirse agusto. La lirona era mordaz pero adorable y La liebre de Marzo era un acompañante realmente fastidioso, pero sin lugar a dudas, no se imaginaba una verdadera fiesta del té sin él.

Aunque su favorito no tenía rival a sus ojos. MadHatter era la única persona, (el gato de Chesire no cuenta, que era semihumano y por lo tanto un gatejo), que había aconseguido cuando era apenas una niña que sintiera que tenían un lugar en Wonderland para ella, de ahí que regresara aquí en su día. A sus ojos, siempre había sido una especie de peculiar y enloquecido héroe.

Cuando cruzó la entrada al claro se sintió por primera vez como una niña, en días. Aquí no habían guerras, ni peleas. Y si las habían, casi siempre llevaba las de ganar.
Incluso, hasta su locura parecía comedida al lado de la del Sombrerero.
Pocos lugares habían que les gustaran tanto como este.

Eran las cuatro, aún quedaban dos horas para que empezara su "no cumpleaños".

La lirona dormitaba en su tetera, y no parecía haber señales de la Liebre. Sin embargo no le hizo falta buscarle a él. No importaba cómo ni cuando ni porqué.
El siempre la esperaba.


Se acercó, retiró la silla y se sentó. Lentamente, miró al sillón que estaba a su lado y sonrió.

- Ya estoy aquí, MadHatter.- saludó.

Le respondí con un asentamiento de cabeza, a modo de saludo y sonreí, dejándome resbalar por la silla. Por eso adoraba aquel claro. Era un refugio dónde no importaban cosas tan banales como los modales, la educación o la cordura de cada uno. Sólo ser quien querías ser, y celebrar un feliz "no cumpleaños".

Bufé, enfadada por lo ocurrido esa mañana.

- Perdona que llegue tan pronto. Llevo un día horrible, y lo único que me apetecía era desconectar un poco. Esta mañana, he desayunado con el rey y todo ha ido bien. Pero el caso es que he tenido que salir corriendo por que unos soldados estaban a tortas en el patio principal por no se qué chorradas, y he tenido que encargarme antes de que la reina se enterase y perdieran la cabeza. Luego, he ido al pueblo y me he visto enzarzada en una pelea con una ladronzuela muy baja pero ida de la pinza. - le conté.- Lleva meses llevando a mis hombres de cabeza... pero tampoco me apetecía echarme a correr demasiado, y como estaba lleno de guardias, se lo he encargado a ellos. Aunque para cuando me he dado cuenta, ya eran más de la una y ya se había acabado el servicio de comidas de la posada y no iba a volver al castillo sólo para comer. - Lo solté todo rápido, cómo si lo necesitara. Luego, dejé escapar el aire y tras una pausa seguí hablando.- He estado entrenando hasta ahora en un lugar aquí cercano... pero me apetecía veros. Siento no haber venido mucho últimamente.- finalizó y escuchó su último comentario.- Hahahahaha, tranquilo. No tengo intención de adelantar la fiesta y menos sin todos los invitados. - le sonreí.- Esperaremos a que sean las seis.-

Con todo lo acontecido en las últimas fechas, Alicia no había tenido tiempo para acudir a ver a sus amigos; y eso era algo que la apenaba. Había estado realmente ocupada, pero hacía ya muchos años que pasaba tanto tiempo seguido sin poder acudir. Normalmente, siempre encontraba un hueco; o se escapaba aunque hubiera bronca después. Pero esta vez, con las heridas de rey y las reformas en aplicación de la seguridad del reino, había estado hasta el cuello.

Por no mencionar que el entrenamiento había sido cada vez más árduo y no podía permitirse bajar la guardia. En resumidas cuentas; por fin había vuelto a casa.

- ¿Ha ocurrido algo interesante en mi ausencia? - preguntó.

Alicia rió suavemente ante la indignación de la pequeña muñeca. Alczó la mano, y como si de un animal se tratara, dejó que se me acercara ella primero. La acarició suavemente, y le pedió perdón con la mirada.

Cogio el pedazo de pastel que MadHatter le tendió y le dio las gracias. Ante la visión de la comida, su estomago comenzó a rugir con hambre. Alici se sonrrojó y fulminó a su estomago con la mirada.

-Chivato...- murmuró. Asintió con una sonrisa al escuchar al sombrerero.- Hahaha yo no me escapo, me limito a hacer lo que tengo que hacer; ¡cuando lo tengo que hacer!  Y cuando no... me gusta disfrutar de los momentos sencillos.

Escuchó la respuesta del sombrerero a su pregunta sobre las novedades, y con cuidado cortó un pedacito de pastel. ¡Pero que bueno!
Alicia saboreó el pedazo con gusto. Dicen que cuando tienes hambre, todo sabe bien. Pero es que además, esto estaba buenísimo. Cuando finalmente tragó, se obligó a hablar para no comerse todo el pastel de un bocado.

- Ciertamente, tienes toda la razón. Aquí lo raro es que no pase nada, no viceversa.- Le concedió con una sonrisa.- Bien, cambiemos la pregunta.  ¿Qué tal te han ido estos días? ¿Ha pasado algo que me pueda interesar... a mi?- preguntó Alicia sonriendo. Le hacía gracia tener que ser tan específica siempre para que el sombrerero le contestara alguna cosa. - Y sino, mejor, ¿qué tal si me cuentas algo que tú - dijo enfatizando en él- creas que me pueda interesar?