Alice in Wonderland
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Mensaje por Credo Mar Jun 05, 2012 6:10 am

Previo: https://alicerol.forosactivos.net/t1332p15-que-se-detenga-el-tiempo-priv-sarah#10977

-----

Ya era avanzada la tarde, según los cálculos del canido, no faltaba mucho para las cinco. Pero al diablo con el tiempo, no iba a parar a fijarse en esas cosas, solamente se enfocaría a pasarla bien (por muy extraño que suene viniendo de él) en compañía de la azabaches. Nuevamente, entrelazó sus dedos con los de ella. Sarah estaba en lo correcto al haberle pedido quitase los guantes, solo tuvo una ocasión de sentir sus manos, y fue la celda, aunque sinceramente aquella vez no podía percibir de igual forma las cosas, debido al cansancio y al frio del sitio. Elevó la mano de Sarah para depositar un beso en el dorso de la misma.

-Bueno, admito que no conozco mucho Palladium, no he estado por aquí. Podemos caminar mientras en lo que se nos ocurre algo, o ¿Aun tienes hambre? no podre cocinarte algo como prometí aquí, pero será en otra ocasión- Propuso encaminándose hacia la salida de la estación.

En calidad de “General” Credo South worth conocía “más o menos” tres de los reinos de Wonderland: Diamantes (casi a la perfección, por obvias razones) Corazones, y Espadas. Juraba que este último era un poco más tranquilo que los otros y no concurría demasiada gente tampoco…

Le agradaba eso. Banderines celestes ondeaban al compas del poco viento que soplaba en el lugar. De reojo algo atrapó la atención del canido: Un anuncio clavado en un pequeño letrero de madera, con el escudo real de Espadas. Sin embargo, su curiosidad no pudo con él pues se mantuvo al lado de su majestad de rojo, e inclusive le ofreció el brazo, para caminar por las calles del pueblo como una pareja cualquiera.

Porque en ese momento, en ese lugar, no eran más que eso.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Mar Jun 05, 2012 11:17 pm

No lo diría en voz alta, pero Palladium lucía mejor de lo que recordaba. Observó las coloridas banderas ondeando por todos lados y la decoración de las pequeñas jardineras. Una suave música de lira se escuchaba a lo lejos y la gente caminaba tranquila, preocupándose tal vez sólo por sus propios asuntos. Era algo agradable que la de cabello ébano simplemente no podía dejar de envidiar.

Miró al hombre que le acompañaba y supo que era realmente feliz a su lado. Le gustaba mucho y sólo tenía que pensar en lo bien que se sentía estar a su lado para comprobarlo. De hecho, ganas no faltaban para hacerle un par de cosas que seguramente iban contra las buenas costumbres y la moral –y que por la misma razón se abstenía de hacer-. Pero, dejando esos pensamientos atrás, escuchó atentamente al militar.

Insistir acerca de visitar la casa de Credo le hubiera gustado mucho, pero tampoco iba a andar por ahí haciendo gala de su necedad cuando bien podía ir caminando por Palladium presumiendo algo mucho mejor… Su pareja, obviamente.

-Si gustas podemos ir a comer algo ligero –sugirió, haciendo un mapa mental de la capital de Espadas a su vez. Sabía que había un buen lugar cerca, pero no podía recordar exactamente dónde estaba y mucho menos cómo llegar. Daba igual, tenían tiempo para llegar…

-Oye, me gustaría conocerte mejor –le dijo en voz baja, brindando a la conversación cierto aire de complicidad- ¿Aceptarías un interrogatorio por parte de la reina de Rojo? –mencionó mientras cruzaba su brazo con el suyo. De esa manera se encontraban más cerca y ella pudo recargar la cabeza sobre su hombro.

Y así, sin esperar una respuesta del cánido, comenzó con una serie de preguntas. Por la expresión en el rostro de Sarah y por el tono serio en su voz, parecía que estaba a punto de cuestionarlo sobre su edad, dirección o estado civil, pero contrario a eso la joven mujer terminó sonrojándose notablemente, pensando que el tipo de preguntas que le haría eran las únicas posibles para conocerle bien…

-¿Cuál es tu color favorito? –Sonrió- Hum… ¿Te gustan los números? ¿Qué piensas de la lluvia? ¿Tienes caballos? ¿Cómo se llaman? ¿Y el perro? –Calló de pronto, con brusquedad, apenas percatándose de su propia insensatez- Lo siento, Credo, yo… a veces lo olvido –se disculpó bajando la mirada, casi sin saber qué decir.
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El cantar de la luna oscura -Priv/Sarah- Empty Re: El cantar de la luna oscura -Priv/Sarah-

Mensaje por Credo Dom Jun 17, 2012 5:45 am

-Entonces a comer- Cualquier lugar a donde ella deseara ir, el General simplemente se enfocaría en complacerle, en todo sentido.

Examinó nuevamente las calles conforme caminaban ¿Era imaginación suya o había mas gente de lo comun transitando? No pudo "responderse" pues la voz de la oji-azules acaparo toda su atención, en algo que claramente habían estado ignorando hasta ese momento. Un pequeño e insignificante detalle, pero que sin duda, era bastante importante, más en una relación de la índole: Conocerse. En otra ocasión, aquella pregunta resultaría bastante intimidante e inclusive la situación se tornaría un tanto densa, y el ambiente no sería el mismo. Para un ejemplo claro de como seria, bastaba con recordar aquella sucia celda donde se encontró hace tiempo.

Con notable curiosidad, Credo arqueó una ceja, mirándole por el rabillo del ojo, pues aun estaba atento por si veía un cómodo local en donde comer (suerte que de su parte no fuese quisquilloso con la comida, solo esperaba que su acompañante tampoco lo fuera) Pacientemente el de piel morena esperaría a que la azabaches finalizara con las preguntas para poder responder de una vez.

-“Color favorito ¿Ah?”- Con que se iba al aspecto psicológico… O al menos eso pensó el can con la pregunta, según tenía entendido aquello podía dar pista de la “personalidad” o incluso el carácter.

¿Números? Las preguntas sí que era entretenidas, el General de Diamantes no había parado a pensar antes la respuesta a tales cosas, si es que, alguna vez se las preguntó. La del corcel, podía responderla. Y de repente, todo se fue al diablo. Credo Southworth se detuvo de golpe y le miró fijamente mientras fruncía el cejo… No aguantó más y…

Sus gruesos labios se curvearon hacia arriba, antes de dejar escapar una sonora y divertida carcajada ¡Lejos de molestarse le resultó gracioso el comentario de la reina! Es decir ¿Por qué ofenderse con algo como eso? Su padre adoptivo, alguna vez le dio el consejo de “tomar las palabras de quien vinieran” y no darle importancia a comentarios debido a la raza a la que pertenecía. Con la diestra se sostuvo el abdomen mientras recuperaba el aliento, para poder dirigirse nuevamente a ella, claro, con un deje de diversión en la voz.

-El perro se llama Credo, Sarah- Bromeó, antes de besarle la frente dejando escapar una que otra risilla

Al alzar la mirada algo atrajo su atención, tras de ellos. El canido simplemente señaló hasta el lugar donde su mirada se enfocaba, con índice.

-Mira ¿Qué te parece ir a comer allá? No me di cuenta cuando pasamos frente de- Por estarle mirando, obvio. Señalaba una de las chozas del lugar, de la cual colgaba un letrero de madera, a manera de anuncio con la leyenda de “Restaurant”

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Mensaje por Sarah Vilhelm Sáb Jun 23, 2012 9:40 pm

Parecería una broma, pero cuando Sarah creyó que Credo se ofendería por sus palabras, éste se echó a reír. Y la reina, sorprendida, se vio con su cara completamente enrojecida por la vergüenza. Y es que en el reino de Corazones cualquier persona se lo pensaría varias veces antes de reírse de ella.

-¡Ya! ¡Ya entendí! ¡Deja de reírte! ¡¿Está bien?!-exclamó y le soltó para tapar su rostro con ambas manos, pero...- Espera... -dijo de pronto, dejando también de cubrirse para mirarlo a él- Oh, ¡te reíste! -señaló al otro y soltó una risita también, en automático- ¿Por qué no me habías dicho que te podías reír, General serio? ...Te va bien. -lo miró con ternura y cerró momentáneamente los ojos para recibir el dulce beso sobre su frente. En el fondo, la mujer se alegraba mucho de que aquél comentario inoportuno no hubiera pasado a más.

La pañoleta bordada volvió a caerse hacia atrás cuando Su Majestad se giró hacia donde le indicaba el castaño.

Divisó frente a ellos un restaurante. Y definitivamente no era el tipo de lugares que Sarah frecuentaba y que le gustaban, pero si lo que querían era sólo pasar el rato, entonces no estaba para mencionárselo al militar. Además, la curiosidad por conocer algo nuevo terminó con la labor de convencimiento en la mayor.

-Está bien, vamos -le dijo con tranquilidad y volvió las manos al brazo del más alto, sujetándolo cariñosamente. Así comenzaron a caminar hacia aquél local, abriéndose paso con discreción entre la gente.

-Bueno, Credo, llevas una respuesta de seis -le dijo cuando llegaron. Ella se separó e hizo el número con los dedos de sus manos- Estoy esperando el resto -agregó moviendo las puntitas y después se adelantó para abrir la puerta del restaurant- Anda, luego tú podrás preguntarme lo que quieras.
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Mensaje por Credo Jue Jun 28, 2012 2:30 am

General serio... Amargado, fúnebre y un sin fin mas de cosas similares solía escuchar de la demás gente. Pero como el menciono aquel día en el cierto, es simplemente, una máscara, o algo de la índole. Así como Sarah se cuidaba de Credo, el lo hacía, pero con otras personas... No sabía cuando alguien podría aprovechar aunque fuera un mísero instante de "debilidad".

Más no contestó, así como había descubierto "que le iba bien reír" quería que descubriese mas. E igual forma él, para con ella.

-¿Lo que quiera? ¿Seguro no te arrepentirás despues?- Bueno había que admitir que las bromas del general no eran bastante ingeniosas.

Y sumado a que, debía pensar cautelosamente las cuestiones que quería hacerle a la azabache, no obstante, algunas se veían como si quisiera sacar información con respecto al reino rojo. Por ejemplo, quería saber más de Sarah, de su familia, del ambiente donde creció, pero ¿Como cuestionar sin que se viera sospechoso? Ya encontraría la manera, seguro. Sus gruesos labios se curvearon en una sonrisa cálida, mientras su diestra hacia un ademan para invitarle a tomar asiento en una de las mesas que estaban un tanto alejadas de la gente, y que regalaban una grata visión hacia afuera a través de una ventana. Credo le secundó –no sin antes dejar su saco en el respaldo de la silla- sentándose frente de Sarah, cruzó la pierna diestra sobre la izquierda y recargo el codo sobre la mesa, para poder descansar de esa manera su mentón sobre sus nudillos. Le miró.

-mmm Supongo que la respuesta a la primera pregunta, seria azul- Extraño, por más simples que eran las preguntas tenía que pensar un poco antes de responderlas, por lo mismo que jamás paro a pensar en algo semejante. – La lluvia he de admitir que me agrada, al menos cuando no estoy bajo de ella, el café sabe ligeramente mejor en esos días. Respecto al caballo-

Tuvo que hacer una ligera pausa pues una de las meseras se acercó para tomar ambas ordenes. Credo, solamente ordenó un cafe...
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Mensaje por Sarah Vilhelm Lun Jul 02, 2012 9:45 pm

Se sentó en la pequeña silla de madera y miró hacia afuera a través del cristal. La gente transitaba por la calle como si nada más importara y por primera vez en mucho tiempo Sarah Vilhelm pudo sentirse como ellos, sin presiones ni nadie más que la juzgara.

Mientras conversaban, disimuladamente la reina deslizó una de sus manos por en medio de la mesa y tomó la del castaño, haciendo suaves caricias sobre su dorso.

"Así que le gusta el azul..." pensaba, la sorpresa asaltando la expresión en su rostro. Siempre creyó que el color preferido del general sería o el blanco o el negro; sin embargo, azul no estaba mal... sino al contrario.

Sarah asintió con la cabeza al escuchar cada una de sus respuestas, completamente sumida en la conversación. Y se encontraba observando cuidadosamente todos los detalles, quizá más de los que debería de notar, como el mantel de lantanas lilas y azules que estaba sobre su mesa y el gato que caminaba casual sobre el techo de la casa de en frente... era color de crema con café, difuminado en la cara, como un cappuccino.

"Me pregunto si a Credo le gusta el cappuccino." Le sonrió enternecida por la forma en que él la miraba.

No obstante, aquél momento de pseudo-privacidad se vio interrumpido al llegar la mesera. Se trataba de una señora de edad que llevaba puesto un vestido naranja con flores y un mandil de color cremoso, como el gato. Sin duda era el tipo de mesera que le agradaba a Sarah, pero ella no había tenido tiempo para fijarse en eso.

De inmediato, la pobre monarca soltó la mano de Credo y dejó ambos brazos flexionados sobre la mesa. Por alguna razón, la inesperada interrupción le había hecho sentirse descubierta. Tal vez sólo se trataba de su recurrente paranoia, pero un aire de temor podía leerse en las facciones de Su Alteza.

-Leche... -dijo lo primero que se le ocurrió, sin mirarla a los ojos, y luego llevó una de sus manos hasta su frente. Ahora tenía que encontrar algo que "combinara" con eso- Buñuelos.

La mesera anotó ambas órdenes en su libreta y se fue para luego entrar a la cocina, sólo entonces Sarah la perdió de vista.

-...Todavía no me acostumbro a esto -hablaba en un volumen más bajo del usual tratando de ocultar sus nervios, pero también mirando discretamente hacia todos lados. Un segundo después dio un largo suspiro y volvió la atención a su acompañante. Con intenciones de cambiar el tema, hizo un fallido intento de sonrisa y señaló al castaño.

-Encontré un hueco en tu razonamiento, Credo, ¿y si un día llueve café? ¿Cuál es tu plan B? -habló desafiante, a manera de broma, desde luego...
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Mensaje por Credo Mar Jul 10, 2012 4:05 am

Quizá sería un tanto exagerado decir que el General no estaba presionado ni tampoco tenía que mostrarse serio como normalmente lo hacía. Era una charla amena y agradecía enormemente tal cosa, pues jamás imagino que pudiese hablar con alguien de corazones de forma tan tranquila y menos, siendo alguien de la realeza.

-"Pareces un puberto"-
Se reprendió al momento que pudo sentir como inconscientemente comenzó a mover ligeramente su cola, la cual simplemente dobló hacia adentro, afortunadamente por la gabardina y la mesa nadie habría sido capaz de notar tal cosa.

Aquel gesto de sorpresa fue fácilmente percibido por el canido el cual miró con curiosidad notable a su majestad de corazones, y luego a la mesera... Tal vez era algo normal, dadas las circunstancias que los envolvían: Salir a escondidas.

Negó ante el comentario de Sarah, aunque lo hizo de manera lenta, sin dejar de sonreírle.

-Es un tanto normal, trata de relajarte no creo que en el pueblo nos reconozcan- Pues aunque "algo tarde" había notado la cantidad de personas en las calles.

No obstante su charla se vio interrumpida ante la lógica de su majestad. ¿¡Plan B!? Había sido una buena pregunta (alocada, claro ¿Pero qué en ese mundo no lo es?) Credo Southworth solamente frunció el cejo, mirándole fijamente sintiéndose ligeramente atrapado y con falta de argumentos, sin embargo.

-¡Eso seria desastroso!- Exclamó, aunque sin levantar demasiado la voz, para no incomodar. Lo curioso es que, no negaba el hecho que fuese posible, porque cualquier cosa lo era en wonderland.

-¡Si pasará eso sería un desastre total! ¡Todo estaría completamente sucio! ¿Te imaginas?-
Inesperadamente se levantó de su asiento y colocó ambas manos sobre la mesa y sin que él lo notara una expresión de desesperación se dibujó en sus morenas facciones, todo por tan solo imaginar las calles completamente sucias, irónicamente por la bebida de la cual el mas disfrutaba. Se llevó la diestra hasta la frente para comenzar a subirla haciéndose el cabello hacia atrás intentando calmarse; bufó para lo mismo.

-Así que, ¡mi plan B seria limpiar todo!-
La misma mano que utilizó para dicho gesto ahora se mecía a la altura de su hombro y hacia los lados como si negara o intentara borrar esa idea. Lo peor de todo es que, su tono de voz no mostraba vacilación alguna, definitivamente aquello no era broma como Sarah lo había hecho al ejercer tan inocente pregunta.

Y la reina podía ver claramente ahora la “locura” que el “cuerdo” General de Diamantes, poseía.... .... Sin embargo al observarse en pie rapidamente, tomó asiento y cruzó los brazos, con una expresion de desicion extrema. No se arrepentia de sus palabras...

...Ni que la gente ahora les viese debido a la manera tan brusca en que se levantó de su asiento...

Abreme ;D:
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Mensaje por Sarah Vilhelm Jue Jul 12, 2012 1:11 am

"Ojalá que llueva café en el campo" era lo que decía una dulce bachata, pero Credo Southworth no parecía estar de acuerdo con eso. Y aunque al principio Sarah creyó que la reacción del castaño se trataba de una broma pésima, la firmeza en las palabras de éste la obligó a inhibirse la risa. Porque todo parecía indicar que él iba en serio... porque... iba en serio ¿no?

-¡Sería desastroso! ¿¡Cómo que sería desastroso!? -exclamó Sarah al ver cómo el general de Diamantes rompía sus románticas ilusiones en mil pedazos ¡Sus sueños de Venecia con canales de café con leche acababan de irse por un sumidero!

Desconcertada, la reina de Corazones abandonó su cómoda posición para pegar la espalda al respaldo de su sillita. Miró a Credo hacia arriba y arrugó su ceño. ¡De reojo podía observar perfectamente como la gente de alrededor les estaba mirando! Y a Sarah sólo una cosa le pasaba por la cabeza: ¿qué pensarían las demás personas?

-¡No, no me lo imagino, Credo! -contestó notablemente avergonzada y usó una de sus manos para taparse la boca. Se había dado cuenta de que el otro le miraba totalmente serio y ella tuvo que resoplar para tranquilizarse. Antes de hablar puso ambas manos dobladas sobre el borde de la mesa.

-La verdad es que no entiendo tu respuesta, pero no vuelvas a hacer que nos miren así, eres mi pareja -le reprochó, notando de inmediato que había asumido que llevaban ese tipo de relación. Desvió la mirada hacia la ventana- Ignora eso, fue... presuntuoso -aclaró por lo bajo, ruborizándose un poco cuando notó que podía ver el reflejo de Credo en el cristal de la ventana- Pero sobre lo primero, ¿qué ha sido todo eso? ¿Estuvo mal que dijera aquello? Ni en el desierto te vi tan serio...
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Mensaje por Credo Lun Jul 16, 2012 3:03 am

Que la reina de corazones admitiera que algunas de sus palabras eran presuntuosas sin duda, debería de darle algunos puntos ¿Cierto? Las canidas orejas del general pasaron lentamente a estar hacia atrás a erguirse, una vez más.

El moreno arqueó una ceja, mirándole en todo momento... La verdad es que, en ocasiones exageraba (no en ocasiones, sino siempre) cuando se trataba de la limpieza y el orden. Pero todos tienen algo de loco en ese mundo ¿No? y esa era su manera.

-No es que este mal- Si, se contradecía, pero lo último que quiere en ese momento es iniciar una discusión por algo tan bobo como eso.

¿Cómo decirlo? al menos de forma tranquila y no golpeada, o que no sonara como una estricta orden dicha a uno de sus subordinados. Claro está, esto era una mala costumbre también en su persona y que debía tratar de cambiar, al menos si quiere tener una conversación amena con personas ajenas a la milicia (o en este caso, política).

-Simplemente, no soporto la suciedad y el desorden. Digamos que es algo así como un impulso extremo de ver todo limpio y en orden...- Suspiró pesadamente tratando de tranquilizarse -Discúlpame-

¿Más serio que en el desierto? ¿Era eso posible? Desvió ligeramente la mirada y al hacerlo, se percató del mismo anuncio que había captado su atención al salir de la estación del tren. Pero para su desgracia, no fue capaz de prestarle bastante tiempo, pues la mesera llegó con las órdenes de ambos. Algo si era seguro si ese anuncio, se encontraba en partes muy públicas, o se trataba de un cartel de “se busca” o de un comunicado al pueblo. Quizá tendría que ver con la cantidad de gente que había en las calles de palladium, a pesar de ser ya avanzada la tarde.

Carraspeó un par de veces, dándose cuenta que se había quedado en silencio desde su respuesta.

-¡Ah! Las preguntas… mnnn…- ¿Dónde se había quedado? Oh cierto –Tengo una yegua llamada Luna- Y según el, era todo -¿Algo más que te interese saber?- Sonrió, antes de darle un buen sorbo a su café negro y sin azúcar…

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Mensaje por Sarah Vilhelm Miér Jul 18, 2012 3:35 am

Aparentemente, y para fortuna de la de ojos prusia, Credo recobró la calma tan rápidamente como la había dejado escapar segundos atrás. Ella le miró, pero en sus ojos podía notarse su propia confusión. Si bien, le agradaban la limpieza y el orden, cualquiera hubiera podido estar de acuerdo en que la reacción del castaño fue una exageración.

Aunque, bueno... ¿en Wonderland qué no era exagerado? La respuesta de la mujer lo confirmó.

-Suena... razonable -dijo finalmente y le sonrió -¿No te gustaría ir un día de estos a mi biblioteca? Está más desorganizada que la armada azul, así que tal vez... -comenzó con una sugerencia que no pudo concretar gracias a la repentina aparición de la mesera.

La señora les sonrió con amabilidad y cuidadosamente dejó ambas órdenes sobre la mesa.

-Gracias -dijo Sarah dirigiéndose a ella. Y al notar la mirada tierna de la señora, no pudo evitar preguntarse una cosa ...¿se hubiera comportado de la misma forma con ellos si hubiesen llevado puesto, Credo su saco y ella la corona?

Tendría que responder negativamente a eso.

Triste pero cierto, de alguna manera ambos inspiraban miedo y respeto -seguramente Sarah más lo primero que lo segundo y Credo más lo segundo que lo primero-. Y entonces no sería muy atrevido suponer que verlos juntos, con su vestimenta normal, pudiera ser algo que fácilmente tocara los nervios.

La anciana volvió a dejarlos solos y Sarah tomó uno de los buñuelos, mordiéndolo con precaución para evitar que se le rompiera en pedazos.

"¿Luna?" se preguntó al escuchar al militar. Sin duda, Luna era un nombre muy lindo para un caballo -sobre todo considerando a los suyos, que se llamaban Sergeant y Vigilante-. Pero la cuestión era que ese mismo pensamiento le hizo preguntarse si había sido el mismo Credo quien le nombró así.

Por ese tipo de cosas era muy bueno que Sarah no pensara contarle a nadie sobre su relación con él: para empezar porque nadie iba a creérselo. El general se comportaba con ella de una forma que contrastaba con su rigurosa apariencia; pero la verdad era que le gustaban ambas maneras...

-Creo que se acabó el interrogatorio; pero sí, me gustaría saber algo más -fingió seriedad y bebió del vaso de leche. Volteó hacia la ventana sonriendo casi como si fuera a reírse, echando abajo su pequeño "teatro"- La curiosidad me corroe, Credo, ¿qué mirabas allá afuera? -cuestionó divertidamente, mirando hacia la misma dirección, pero viéndose incapaz fijarse en lo mismo que él. Sarah más bien lo que observaba eran las enredaderas sobre los tejados, la gente, los maceteros y los gatos ...¡los gatos!
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Mensaje por Credo Sáb Jul 21, 2012 1:18 am

¿Más desorganizada que la armada azul? Eso ya era decir mucho... Dejo la taza a un lado, por lo imprudente (y el hecho de querer tener una excusa para guardar silencio tras su exageración) no paro a pensar en la temperatura de su bebida. Afortunadamente logró disimular muy bien el hecho de haberse quemado.

-Ahora me siento más tranquilo- Habló con un deje de diversión en la voz. Había estado en otros “interrogatorios” por parte de alguna persona del reino carmín, pero nada agradables a decir verdad, prueba de ello, el día que el confeso lo que sentía por Sarah.

Tratando de ocultar su estúpido error de quemarse, hizo un ligero mohín desagrado, como si el café estuviese muy amargo (suele tomarlo así) solamente estiró la diestra para tomar una cuchara y añadirle algo de azúcar… Poca, no es fanático de las cosas dulces.

-¿Afuera?- Cuestionó arqueando una ceja, gesto que secundaron sus felposas orejas irguiéndose. Acto seguido, llevó su mirar azul hasta donde la azabaches.

¡Ah! Debía estarse refiriendo al letrero que el había estado tratando de entender aunque fuese un poco y por la lejanía no había sido posible. Sonrió divertido, las bromas no eran lo suyo y corría el ligero peligro de ser malinterpretado, pero, si su tono de voz lo delataba entonces, no habría problema ¿Cierto?

-¿Celosa?- dejó escapar una ligera risilla entre dientes. No obstante, negó suavemente con la cabeza –Bromeo… Me preguntaba el por qué tanta gente en las calles, seguro tiene que ver con ese letrero que me he topado un par de veces. Una al salir de la estación y otra aquí. No creo que sea un letrero de se busca. Quizá sea algún evento, si es así ¿Te interesaría ir? Sería divertido, supongo. Y entre tanta gente no nos reconocerían.-

Solo por si las dudas, y no levantar sospechas de su “quemada” Credo añadió una segunda cucharada de azúcar a su café. Una vez que terminó de hacer pequeños círculos con el utensilio sopló ligeramente el liquido de su taza, y ahora sí, sin preocupación y sin problemas, le dió un sorbo.
OFF: no soy de añadirle OST a los post. Pero esto es lo que escucho cuando respondo aca xD se me afigura una escena de esas de RPG o asi

https://www.youtube.com/watch?v=LqZpngl1LwI
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Mensaje por Sarah Vilhelm Lun Jul 23, 2012 8:35 pm

Off. Aw cueris mil ;3; ¿A la próxima me pones fotos del restaurant y de la comida :$ ? xd
Con este escucho a Oceransky, Delgadillo y Parov Stelar.


La tarde se sentía caer poco a poco en Palladium, convirtiéndose en los principios de la noche. Y sin embargo, la gran cantidad de gente en las calles no disminuía con el pasar del tiempo. A través de la ventana del restaurant podía observarse a un anciano que iba por la calle sobre un enorme percherón; el hombre se cubría con ropa maltrecha e iba encendiendo las lámparas de una en una, a pesar de que todavía no anochecía.

La mujer de ojos prusia le miraba de reojo y por eso mismo estaba lejos de aparentar que, entre un comentario y otro, alcanzaba a percibir los gestos que Credo hacía durante su conversación. Afortunadamente para el soldado, Sarah cayó en su actuación y terminó creyendo que su leve molestia se debía a lo amargo de la bebida.

"Café expresso" se dijo mentalmente, intentando adivinar el contenido de la taza del castaño. Y acto seguido pegó una mordida a uno de los buñuelos para compensar el sabor de café presente en sus pensamientos.

-Tsk... -chasqueó con los dientes- ¿Celos? Pff, ten cuidado a dónde diriges esa mirada encantadora ¡O me veré forzada a mandar arrestar a cada una de las mujeres de esta ciudad! -bebió del vaso de leche y sonrió. Contrario a incomodarse, Sarah se rió abiertamente y con sencillez. Que Southworth tuviera que aclarar que se trataba de una broma le parecía tierno, pero ¿provocarle celos? Ni que fuera Richter, príncipe de Corazones y del flirteo.

Le escuchaba atentamente, asintiendo con un movimiento de cabeza a sus palabras. Jamás le hubiera pasado por la cabeza que estuviera viendo el letrero. Sin embargo, no le podía interesar un evento sin saber de qué se trataba en primer lugar. Pero por otro lado -y esta era una razón mayor- si Credo, el estricto líder de la armada dorada, suponía que podría ser divertido, entonces Sarah tendría que tomar consideraciones al respecto.

-Bueno, ¿por qué no? Podríamos ir a ver de qué se trata -comentó sin mirarlo, pues intentaba coger pedacitos de buñuelo con una cuchara y eso le estaba costando mucho más esfuerzo del que había pensado.- Por cierto, -se detuvo un momento para observarle, sus ojos prestando especial atención al meneo de la cuchara de Credo. Luego levantó la vista hacia él. - aún no me has preguntado nada.
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Mensaje por Credo Jue Jul 26, 2012 3:54 am

OFF: y no te olvides de la foto del mantel, del lugar en donde están, la foto de la mesera y todo~ xD

El castaño sonrió tras de su taza al escuchar la respuesta de la mujer, que, vamos, bien creía capaz de hacer lo mencionado, aunque claro, no al menos mientras tuviese puesto ese "disfraz" de campesina. Aunque sonaba un tanto exagerado, cosa que es muy normal en wonderland. Afilo la mirada y dejo la taza a un lado, había algo muy serio que quería preguntarle a Sarah pero sintió que era mejor guardar dicha cuestión para cuando hubiese un poco mas de confianza.

-Cierto- Dijo, como si en su mente no pasara aquella duda del por qué estaba con él, si era el General de la armada enemiga, y lo más importante, ella estaba casa con Alexander Iskandar.

Frunció ligeramente el cejo al tiempo que despegaba su azul mirar de su real majestad. Si quería preguntar algo no debía ser respecto a la milicia tampoco, no quería malentendidos de ninguna índole. Afortunadamente, para el General, una pregunta un tanto simple se le vino a la mente, relacionada claro con lo que Sarah había pensado previamente. Basado en el criterio de la gente, Sarah era supuestamente como los anteriores monarcas de corazones: cruel, despiadada, sádica… Obvio, eran puros rumores, o una máscara, porque, con él, no se había comportado de esa forma… O no al menos durante el evento, ni en ese instante.

-¿Cómo sueles llevarte con tus familiares?- Cayó en cuenta, tal vez Sarah no tenía mucha familia… -O con la persona más allegada a ti-
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Mensaje por Sarah Vilhelm Vie Jul 27, 2012 2:51 am

Cuando Vilhelm por fin hubo recogido todos los trocitos de buñuelo, Credo Southworth le preguntó por algo que francamente no había estado esperando. Por el desconcierto levantó la cuchara en un ángulo poco convencional, provocando que los pedazos de masa con azúcar saltaran libremente, desparramándose sobre su plato y el mantel azul. El olor a canela y aceite se desprendió del pan.

-¿Familiares? -Sarah le miró con recelo, pero sólo fue durante unos breves instantes en los que, de manera automática, había enlistado a sus parientes en la categoría de "Finado". ¿Por qué le preguntaba eso? ¿Era posible que el General de Diamantes no supiera que si ella había subido al trono fue solamente porque el resto de la realeza Roja había desaparecido o muerto?

Por supuesto que no era posible.

-¡Ah! ¡Debes referirte a Alex y Richter! -Concluyó finalmente y como por arte de magia volvió a sonreír.- Nos llevamos normal, -dijo con vaguedad, por eso mismo decidió después que podría explicar un poco más- quiero decir que... cuando no estamos frente a las multitudes o con la corona puesta, nos comportamos como personas comunes. Conversamos a la hora de la cena, nos jugamos bromas. A veces discutimos, hacemos combate medieval o jugamos carreras de caballos -Desde luego para ella eso era normal. Luego rodó los ojos haciendo notar que realmente estaba pensándoselo- Pero en las carreras Bucephalus está prohibido -añadió de pronto, como si se hubiera acordado de repente.- ¡Ah! Es el caballo de Alexander... Es enorme y si lo usa nos gana, siempre, sin excepción. Por eso hubo un tiempo en que usamos cuarto de milla para correr, pero debido a eso Alexander siempre perdía ¡Pobre corcel! -al recordarlo se echó a reír con sinceridad, su risa era ligera y transparente.-Más allá del ámbito legal ellos realmente son como mi familia. También Corett Amelie, quien es mi mejor y única amiga. Si nos vieras sin la corona, hablando de amor, jugando ajedrez o croquet, no lo creerías.

Bebió el resto del líquido en el vaso, sonrojándose un poco al pensar que había hablado demasiado. Por encima de la mesa, suavemente tomó la mano del castaño. Miró sus manos, entrelazando los dedos con los del General. Sus dedos encajaban entre los suyos brindándole una sensación confortable... era extraño. Con cuidado atrajo la mano del menor hasta sus labios y con ellos le proporcionó tiernas caricias. Besó sus dedos entrelazados.

-¿Fue lo que deseabas o me ha faltado algo? -preguntó al tiempo que clavaba sus ojos azules en los del otro más claros- Me refiero a la respuesta -aclaró al darse cuenta de que bien hubiera podido malinterpretarse.


off. ¿Están bien las act. familiares? ¿o le cambio o quito algo? xd
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Mensaje por Credo Sáb Jul 28, 2012 4:18 am

No era de sorprenderse la primera reacción de la azabaches. Quizá si había cometido un grave error al preguntarle semejante cosa. Conocía bien el sentimiento, y no es nada grato que te recuerden algo, que ya no tienes, y menos de haberlo perdido de manera nada grata...

Atento a la respuesta que obtendría, Credo Southworth le miró atentamente. Y aunque lo disimuló bastante bien, por dentro, se sentía realmente celoso. Celoso de no poderle brindar quizá la misma felicidad que al parecer ellos lo hacían, no al menos de momento. No… Si se lo proponía, la felicidad que podría brindarle, sería mucho mayor, solo estaba siendo posesivo; no iba con él.

Dejó escapar una ligera risilla. Afortunadamente, para Sarah, el canido solamente tomó la cuestión sintiendo como sus falanges se entrelazaban con las de la joven.

-Era lo que quería saber e incluso un poco más- Hasta eso, lo dijo de buena manera. –Supongo que entre la figura pública y a como somos realmente hay gran diferencia.- Claro ¿Cuándo alguien iba a imaginar que ambos, podrían charlar tranquilamente dejando de lado la situación política y militar tan densa que hay entre ambos reinos?

Y entonces, las orejas canidas del general de diamantes se irguieron, denotando la curiosidad que le embargaba. Su sonrisa se ensanchó. Liberó sus dedos de la mano de la mayor, para dirigir la misma hasta la barbilla de su majestad. Se levantó ligeramente de su lugar para inclinarse hasta ella (teniendo cuidado de no tirar su taza en el proceso) para besarle tiernamente, aunque de forma corta. Luego, volvió a tomar asiento.

-Te ves linda, con bigotes de leche- Así es aquello fue lo que provocó que la sonrisa del general se ampliará. Si que era realmente afortunado, seguro no todos tenían la suerte de ver a la monarca del reino más temido con un lindo y simpático “bigote de leche”.

-Entonces, saliendo iremos al festival ¿te parece?- Claro, aunque primero tendrían que averiguar de qué se traba y sobre todo, el lugar exacto donde se llevaría a cabo.


OFF: Nah, asi estan bien *-*/ y no, no te preocupes. Nomas tu avisame si vamos bien lento para hacer mas cosas y asi xDU
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Mensaje por Sarah Vilhelm Lun Jul 30, 2012 4:01 am

Su Majestad observó la reacción del militar con curiosidad. No obstante, dejó de hacerse cuestiones cuando le notó tan cerca. Cerró los ojos, dejándose embriagar por su ternura. Pero el beso había durado demasiado poco. Credo volvió a su lugar.

¿Qué había dicho? ¿Bigotes de leche? Era la primera vez que la reina escuchaba esa frase, de manera que en un principio no la entendió.

"Debe ser una metáfora" pensó al mismo tiempo que giraba la cabeza para ver por la ventana.

El sol se encontraba cada vez más cerca de hundirse tras las montañas, por esa razón la brillante luz de día había comenzado a disminuir. Eso hizo que fuera más sencillo mirar el reflejo de Sarah en la ventana. De hecho, fue justamente lo que ocurrió: la reina de Corazones se vio a sí misma en el cristal y al hacerlo se dio cuenta que eso de "bigote de leche" había sido mucho más literal de lo que imaginó.

-¡Agh! ¡Esto es demasiado embarazoso! -exclamó avergonzada, cogiendo un par de pañuelos del servilletero. Claro que, como muestra de su firme educación, antes de utilizar las servilletas las dobló de la forma correcta y sólo entonces fue que las usó.

-¡Ni se te ocurra reírte! -advirtió al castaño mientras se limpiaba enérgicamente, pero pronto encontró algo en sus palabras que no la convencía. Le miró.- No, ¿sabes qué? olvídalo. La verdad es que me encanta tu sonrisa ...y que te rías. Creo que está lejos de tu "figura pública" -sus labios se curvearon hacia arriba y la expresión de incomodidad que traía dio lugar a una mirada llena de ternura. Y sí, también hizo con sus dedos índice y medio -de ambas manos- la señal de comillas.

Le parecía increíble lo que tantos años en el ejército pudieron hacer con un hombre como él. Lo cierto era que no habían logrado acabarlo por completo. Sarah podía comprobarlo con cualquiera de sus palabras o sus gestos.

-No te lo dije antes, pero te quiero -confesó, disminuyendo la distancia entre ellos y el volumen de su voz conforme hablaba, como si le estuviera contando un secreto. Entonces volvió a recargarse en el respaldo de su silla, como si nada.- ¡Bueno! ¿Terminándote ese café nos vamos?

La del cabello ébano buscó a la mesera con la vista, pero cuando la encontró tuvo que esperar a que ella también volteara para hacerle la seña de que se acercara a su mesa. Eso no tardó mucho en suceder. Al llegar la señora observó a Sarah, luego a Credo y les preguntó con el mismo tono plano y apacible de antes:

-¿Se les ofrece algo más?

-Por favor, la cuenta.
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Mensaje por Credo Lun Ago 06, 2012 11:14 pm

El General simplemente le dio un nuevo sorbo a su taza. Aun con sonrisa en labios, le miraba en todo momento.

Era tan... Única, la forma que Sarah tenia de contradecirse, aunque claro aquello no lo iba a admitir abiertamente pues no queria generar conflicto alguno. Era la primera cita, y no debia haber mal entendidos de ninguna índole.

-Cierto, no puedo darme el lujo de sonreírle a los haraganes de la armada- Oh no, ellos solo merecían regaños (en caso de ganárselos claro) y estrictas ordenes, no podía mostrar debilidad.

Y de repente ocurrió...

Era curioso lo que un simple comentario (aunque ni tan simple para él) como el que hizo su majestad de rojo podía lograr en ese can de piel morena. Afortunadamente había dejado a un lado la taza, sino capaz y hasta se ahogaba con el café. Sus mejillas se tiñeron de un color rojizo y sus orejas se encontraban erguidas, como si mostrara curiosidad, aunque más bien era un ligero deje de sorpresa. Solamente desvió la mirada hacia un lado, aun sin que esa sonrisa un tanto "boba" desapareciera de su rostro, realmente se sentía bastante feliz, no podía recordar hacia cuanto tiempo que no se encontraba de esa manera.

-Seguro-
Y cuando la mesera les dio la cuenta, por cortesía, el pago, dejando también propina.

¿Para qué prolongar las cosas? de un último sorbo es como el general se termino la bebida. Tomo una de las servilletas para limpiarse los labios y despues, se puso de pie, tomando su saco.

El fresco del anochecer se hacía presente, aunque de forma leve y como auto reflejo, el canido coloco su saco en los hombros de Sarah para que el frio no le llegara y le ofreció el brazo, encontraba bastante gratificante caminar de esa manera a su lado. Podía escucharse de forma leve el sonido de una lira. Tras caminar un poco otro de los avisos y ahora sí sin prisas y sin distracciones de ninguna índole, pudo prestarle atención.


“El pueblo de Palladium es bienvenido a la demostración de un nuevo fenómeno descubierto en wonderland. La función será presentada al caer la noche, en el centro de la plaza de la capital
¡No faltes!"


-¿Me pregunto qué será?
- Con curiosidad, miró a su majestad.


OFF: Sorry movi tantito a la gishe para que esto no fuese mas lento D: -o eso creo-
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Mensaje por Sarah Vilhelm Dom Ago 12, 2012 4:09 am

"Bien" pensaba con el último comentario del castaño "Es perfecto que no le sonrías a los demás, así no se enamorarán de ti."

Satisfecha, se puso de pie después que él. Se acomodó el vestido, las solapas de su chaleco y salieron. Distraídamente permitió que el otro le pusiera su saco y ella con ternura lo sujetó del brazo.

Mientras caminaban Sarah observaba a su alrededor. Palladium era diferente a Rubine en muchos aspectos. Hubiera tenido que confesarlo: le gustaba. La combinación de colores fríos en los adoquines era tranquilizante, los banderines eran pequeños y llamaban su atención los tejados de las casas. Los colores iban a juego con el tono del cielo.

La gente pasaba a un lado de ellos, algunos los miraban de paso y sólo unos pocos parecían vagamente reconocer a Credo. ¡Pero es que él era lo suficientemente identificable! Y Sarah estaba de acuerdo con eso. Todavía recordaba el día del evento en la playa de Wonderland, cuando entre la multitud fue incapaz perderlo de vista sin importar el intento.

Sonrió involuntariamente por eso.

No obstante también se dio cuenta de otra cosa: el cómo la gente la miraba a ella. Habiendo nacido princesa de Corazones, pocas veces se había sentido relajada o completamente libre. Era lo común, sobre la realeza solían posarse las miradas: desde aquellas que mostraban esperanza y respeto, hasta las de desprecio o las que fisgoneaban cualquier aspecto sólo para ver en qué se equivocaba.

Pero las personas en Palladium eran diferentes. A ellos Sarah ni siquiera les importaba. Y aunque la reina no pudo definir si eso era algo agradable, estaba segura que junto a Credo el resto de las personas no tenían mayor relevancia. Con él se sentía tranquila, su carácter y voz apacible la serenaban y le provocaban una sensación infinitamente agradable.

Pronto hallaron uno de esos dichosos letreros y se acercaron.

-La verdad es que no tengo idea, -respondió arrugando levemente su ceño, sin quitar la vista del letrero- Si es un fenómeno quizá encontraron algo normal o ya tienen un General competente. Sería bueno verlo -se dirigió a él, encontrando su mirada frente a la suya. Sonrió y su atención se desvió hasta los labios. No pudo resistirse y se paró de puntitas para besarlo.

Cuando Sarah volvió a recargarse sobre sus talones, su propia imagen reflejándose en la vitrina de una tienda le exigió toda su atención. En sus antebrazos pudo divisar el emblema de la armada amarilla, sobre sus hombros las hombreras y en el cuello los adornos que sólo llevaban los uniformes del reino enemigo al de ella. Al instante se dio cuenta del problema en su reflejo y como si estuviese molestando o doliendo, se quitó el saco del General ipso facto. Se lo dejó a Credo en sus manos.

-No... no vuelvas a ponerme eso -dijo en un titubeo. Sarah moriría de frío antes de llevar ese emblema puesto. Se acomodó el cabello con nerviosismo, no deseaba pensar en Credo como el General de Diamantes, pero era inevitable- ¿Vamos a la plaza entonces? -dijo tomándole de la mano, llevándoselo con ella, comenzando a caminar cada vez más rápido.
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Mensaje por Credo Dom Ago 12, 2012 11:36 pm

Quizá habría gente que le reconocía con facilidad, no obstante el moreno se preocupaba obviamente por qué no lo hicieran con la de cabellos negros que le acompañaba. No quería ni imaginar el escándalo que se armaría, y seguramente le acusarían de alta traición.

Aunque aquellas fúnebres ideas le venían a la mente, pronto desaparecían, bastaba una fugaz mirada hasta la mujer que le acompañaba para olvidar completamente todo el entorno que le rodeaba, así como la situación política y militar entre corazones y diamantes, debía admitir que viajar a la palladium (aunque por error claro) había sido una magnífica idea...

Sarah no era la temida reina de corazones, ni Credo el estricto general de diamantes, simplemente, eran una pareja mas de todas las que paseaban por el lugar. Cuando observó que su majestad se colocaba en puntas para alcanzarle instintivamente le tomo por la cintura con una mano atrayéndole a él y por ende cuidando que no le faltara el equilibrio y correspondió al acto con bastante ternura. No pudo evitar el hecho de echar una ligera risilla (por lo bajo) lo cierto es que no había tenido el gusto de conocer al general de espadas en persona, pero había escuchado uno que otro comentario acerca de él.

Entonces, la curiosidad no tardo en apoderarse en el al observar la nueva reacción de la azabache. Como era normal, sus orejas se irguieron ¿a qué se debía el titubeo? Solamente sintió como la prenda quedaba en sus manos… Y fue cuando cayó en cuenta del por qué. Claro, aunque ambos pudiesen olvidarse por unos breves instantes de su rango y posición social, no podían deshacerse del mismo… el tampoco soportaría la idea de llevar el emblema del reino que alguna vez habito y ahora repudiaba.

Sonrió, no podía permitir que algo que técnicamente era verdad les echara a perder la cita, además, Credo le había prometido a Sarah Vilhelm que ese día, seria inolvidable. O al menos eso intentaría, la verdad es que de no ser por el evento que se llevaría a cabo en la plaza no tendría idea alguna de dónde ir. Entrelazo sus dedos con la mayor para comenzar a seguirle de esa forma y sin perder el paso o tropezar en el acto.-

-Me parece bien- Igual no es como si tuviese muchas opciones en ese momento. Conforme avanzaban, el bullicio y la gente se hacían más notables.

-Parece que es aquí- Menciona observando alrededor. Había muchos puestos con golosinas o comidas típicas que llenaban el aire con su aroma, otros puestos tenían ropa, joyas, artesanías.

-Damas y caballeros, niñas y niños, sean bienvenidos hoy, los mejores artistas se han presentado hoy para brindarles un espectáculo que esperamos le sea grato, disfruten y asómbrense en el bello reino de espadas- Mencionó un semi humano con orejas de gato que se encontraba al frente de la multitud. Y, con su dedo índice señalo al cielo –En esta ocasión les traemos un espectáculo único en su tipo ¡Amigos! Les invito a observar el amplio cielo, pues ahí es donde se llevara a cabo-

No pasaron más de cinco minutos cuando un estruendo llamo la atención de la audiencia, quienes algunos asustados en su momento, dejaron escapar uno que otro grito. Sin embargo aquel sentimiento fue rápidamente remplazado por una exclamación de asombro. En el cielo, grandes y colorida luces comenzaron a divisarse: Fuegos artificiales. ¿Quién iba a pensar que la pólvora tuviese ese uso?
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Mensaje por Sarah Vilhelm Jue Ago 16, 2012 12:49 am

Se escuchó un silbido subir al cielo y éste, repentinamente, explotó. El inesperado estruendo sumado al grito de algunas personas fue suficiente para remover los nervios de la malvada reina roja; quien, tremendamente asustada, se aferró al brazo de su pareja como un koala a un árbol de eucalipto. Había cerrado los ojos por reflejo, pero cuando volvió a abrirlos miró hacia arriba para ver el espectáculo en el cielo.

Era magnífico.

Al estallar, la pólvora se quemaba creando gigantescas y brillantes flores de fuego. Sarah las veía fijamente, desde el momento de la explosión hasta que éstas desaparecían. Transcurrieron sólo unos pocos segundos cuando el aire se llenó de humo y olor a pólvora.

Cuando el último de los fuegos artificiales llegó a lo más alto, tronó en incontables chispas de color azul. Las luces saltaron hacia todos lados, expandiéndose para luego caer y consumirse aún estando en el cielo. En más de una ocasión Sarah había puesto más fuerza en la manera que sujetaba a Credo tan sólo por creer que, al caer, las chispas de fuego no se extinguirían a tiempo y terminarían quemándolos a todos. Obviamente era algo que nunca iba a suceder, pero dado el desconocimiento de Wilhelm al respecto ella creía que era posible.

-Amh... -se percató de cómo le tenía aprisionado y lo soltó, avergonzada. En donde él hiciera público que la reina de Corazones se había asustado con fuegos artificiales, lo mataría... Bien, no realmente, pero le gustaba pensar eso.

Cuando volvió a hacerse el silencio, una buena parte de la multitud comenzó a aplaudir. La alegría se vislumbraba en los expresivos rostros de los niños y sus familias. Y la mujer de ojos prusia sonrió también. Luego, el semi-humano de gato volvió a aparecer para presentar una obra de teatro al aire libre... Cosa que al juzgar por los primeros personajes que salieron, era una historia dirigida a los más pequeños.

-Credo, -lo llamó Sarah tomándole de la mano con cariño, tan diferente a lo de hacía unos momentos.- ¿Qué hora es? -formuló mal la pregunta, ella calculaba que eran alrededor de las 7- ...Quiero decir que ¿qué vamos a hacer? Porque si quisiera regresar a Corazones tendría que tomar el tren de vuelta ahora mismo... Suponiendo que eso quisiera -sonrió, evidentemente lo que deseaba era pasar más tiempo con él aunque eso implicara tener problemas en el castillo cuando apareciera hasta el día siguiente...- ¿Tienes que trabajar mañana? Si no, todavía podemos ir a tu casa... O quedarnos aquí hasta que ya no haya trenes y entonces -habló como si fuera a decir algo misterioso y arriesgado- tendríamos que poner a prueba nuestra fina capacidad de improvisación.
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Mensaje por Credo Dom Ago 19, 2012 1:54 am

No iba a negar que aquel estruendo le pusiera en alerta también. Echó las orejas hacia atrás mirando fijamente en todo momento aquel "extraño" proyectil que, no tardo en detonar en el cielo, dando paso a coloridas luces en el mismo. Era la primera vez que veía algo similar, militarmente, la pólvora tenía otros usos...

Conforme el espectáculo avanzaba, la tensión en el general de amarillo desaparecía hasta que finalmente como todos los presentes –o la mayoría- pudo disfrutar tranquilamente del espectáculo. Miró a Sarah, cuando esta le soltó, era increíble la enorme diferencia que había de la temible figura pública que poseía y como era ella realmente… Le fascinaba esa “nueva” faceta que había logrado descubrir en ella, y que, quizá, solamente era para él… Tal vez no era de esa manera, pero egoístamente le gustaba pensar tal cosa.

-Ah-
Fue lo único que alcanzó a musitar ante las primeras palabras de Sarah.

La simple idea de que ese magnífico día terminase no le agradaba en lo absoluto… Pero era verdad, ella debía regresar a Corazones… Y él a Diamantes, suspiro. Aunque… desvió la mirada y un ligero carmín matizó sus mejillas. Entrelazo sus dedos con los de ella.

-Aun tengo unos días disponibles- Aclaró, aunque no dijo el porqué de su “inactividad” en deber, pues ese tiempo que le habían dado, no fue sino para que su herida terminara de sanar correctamente.

La misma que ella le ocasionó en aquella sucia celda

Aunque si lo pensaba, era más la distancia entre Diamantes y Corazones, que permanecer en Espadas y eso significaba obviamente que Sarah tardaría más tiempo en llegar a Corazones…

-Podemos quedarnos aquí. Por el hospedaje, supongo habrá un hostal dónde quedarnos- Conforme mencionaba la oración, el sonrojo iba aumentando. ¿Por qué le costaba decir cosas semejantes si no era con otra intención, ni tampoco era ya un chiquillo? Carraspeó ligeramente.

-De esa forma tomar el tren de Espadas a Corazones será más rápido que tomarlo desde Talis hasta Rubine. Ahorrarías tiempo- Se corrigió rápidamente, intentando poner ese tono y porte serio que siempre cargaba, aunque sin conseguirlo. –En lo que decidimos podemos ver que mas hay por aquí-

Que estupido ¿Por qué se comportaba así?
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Mensaje por Sarah Vilhelm Mar Ago 21, 2012 12:35 am

En la plaza de Palladium la cantidad de gente daba la impresión de ir aumentando de manera proporcional al avanzar de la noche. Al centro estaba por terminar la obra educativa para chiquillos y, al otro lado de la fuente, una banda se preparaba para tocar. Uno que otro sonido desafinado saltaba entre el bullicio, pues algunos músicos afinaban sus instrumentos y otros se dedicaban a practicar. Era un desastre. Pero Credo y Sarah se encontraban ajenos a eso.

La luz de la luna y de las lámparas descansaba sobre las facciones del General, suavizándolas. Y a pesar de eso, el rubor sobre sus mejillas fue algo imposible de ignorar. Sarah estuvo a punto de echarse a reír.

¿De verdad el fiero líder del ejército amarillo se había sonrojado por algo así?

El intento de Sarah de inhibir la risa falló; porque sí, igual rió demostrando aquellos vagos tintes de sencillez y espontaneidad.

-Bueno, pero tú eliges la habitación -respondió, levantando a su vez sus manos entrelazadas, para luego depositar un tierno beso encima de sus dedos.- Es juego -aclaró- Tu argumento me parece lo suficientemente conveniente como para decir que sí -añadió- Así que... Sí, podríamos quedarnos aquí. Además, podremos ver 'qué más hay por aquí' -A Sarah le estaba costando no volver a reírse, de forma que amplió su sonrisa con intenciones de disimular.

Miró los ojos de su pareja, hundiéndose en su claridad y en su ternura. Cuando decía que era diferente ella no bromeaba. Cualquier otro ya hubiera buscado la manera de aprovechar su poder, su dinero o de llevársela a la cama... Y no en el sentido que Credo estaba sugiriendo.

Se ruborizó. Si volvía un poco en la conversación, la idea de pasar la noche juntos había sido expuesta primero por ella. Alejó su mano de la del castaño cuando notó que ésta comenzó a sudar por los nervios. Entonces, al otro lado de la explanada, la banda comenzó a tocar en una entrada que -según la reina de rojo- fue tremendamente oportuna. La pieza en cuestión era The scent of love, del compositor favorito de Wilhelmina: Doga.

-¿Te gustan las tragedias? -extendió la mano hacia él, claramente refiriéndose a los tangos y dedicándole una mirada atrayente y juguetona. Todo aquello la llevó a pensar por unos breves instantes que el momento sería perfecto, hasta que pasó "eso"...

-¡PAPÁÁÁ! -escuchó en un agudo y molesto chillido que la hizo estremecer por completo. Las cosas ocurrieron tan rápido que cuando se dio cuenta, un niño de unos 4 o 5 años ya estaba abrazando las piernas de Credo.

Sarah miró al mocoso, quien lloraba desesperado y llevaba sobre su cabello café claro un par de enormes orejas, que por su estado de ánimo se encontraban aplastadas hacia abajo. Luego la mujer volteó a ver a su pareja. En la expresión de su rostro podía percibirse que su indignación no tenía fin...

-¡Creedo!

Spoiler:
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Mensaje por Credo Miér Ago 22, 2012 12:13 am

Era extraño como con un par de simples palabras el "recio" comandante de la fuerza militar más fuerte de wonderland se ruborizaba. Cualquiera de sus subordinados que le viese seguramente no podría creerlo, pero es que Credo tiene bien en mente lo que es el trabajo y otra las relaciones personales. Ante la risa de la mujer, el moreno simplemente desvió la mirada, el hecho de sentirse "atrapado" le resultaba gracioso hasta a él mismo.

-Seguro- Fue lo único que alcanzo a argumentar. No era extraño si una pareja cualquiera se quedara en un hostal por una simple noche ¿Cierto?

Igual, era de pensarse que tal vez algunas personas viajaron desde otro reino para observar el espectáculo -si es que se divulgo claro está por los tres reinos restantes- y por comodidad o tiempo se quedarían en Palladium. Con sonrisa en rostro el canido solamente negó de manera suave ante el nuevo esfuerzo que Sarah hacia por no reírse.

¿Podría haber algo mejor que eso? La suave música que podía escucharse ligeramente al fondo, la iluminación del lugar... la mujer que le acompañaba... Suspiró ligeramente, cerrando por un momento los ojos completamente relajado. Extendió su diestra para volver a entrelazar sus falanges con los de ella preparándose también para responderle y... entonces

-¿He?- Cuando acordó, había un niño abrazándole...

Espera... ¿¡podría ser!? ... No, no, ese niño no era de el... y del que le querían inculpar era humano, sumado a que habitaba en diamantes...

-¿¡Sarah!?- Respondió automáticamente mirándole con desconcierto. No era para menos si la reina malinterpretara todo.

Si que tenía mala suerte. Arqueó una ceja y sus orejas se irguieron mirando con suma curiosidad al chiquillo que se aferraba a él con fuerza. Tal vez estaba perdido y le confundió en su miedo… Tenía que aclarar todo, sin embargo los niños nunca han sido lo suyo y temía verse brusco con él.

-¿Estas perdido?- Fue lo único que en su momento pudo pronunciar debido al mal entendido El cachorro le miró sorprendido, obviamente no esperaba tal respuesta de “su padre”

Afortunadamente para la pareja de entre la gente, una semi humana de cabello castaño largo y orejas como las del niño, se abrió paso, caminando a prisa hasta llegar con la pareja.

-¡Kaleb! Ahí estas, te estaba buscando, me tenias preocupada- El niño soltó a Credo y corrió hasta donde su madre, al parecer como el General dedujo, el pobre se había perdido. –Mil disculpas por los problemas ocasionados a usted y su esposa.- hizo una ligera reverencia a manera de disculpa.

-P-perdón- Balbuceó el cachorro, antes que su madre diese media vuelta y se alejara tomándole de la mano para evitar que se perdiese nuevamente.

El canido simplemente se les quedo observando agradeciendo la pronta aparición de la madre del niño al cual le pudo escuchar preguntándole a su madre si él era el “hermano de su papá” ya que eran parecidos. Miró a Sarah encogiéndose de hombros a decir verdad ni el sabia porque se había llevado un “buen susto”.

-Está bien que me veo bastante viejo pero no es como para que me salga una familia por ahí- Y echó una ligera risa un tanto divertida, y otro tanto nerviosa…

La ironia es que, el menor de los dos... era él.

*OFF: ...y entonces ya imagino la cara de WTF que puso credo, casi como la de "el grito" (?)
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Mensaje por Sarah Vilhelm Jue Ago 23, 2012 12:52 am

La incomodidad que se hizo presente en ese momento fue increíble para Su majestad, a tal grado que no se dio cuenta cuándo fue que se alejó unos pasos del castaño y se cruzó de brazos. Aún así podría decirse que estaban de suerte, pues en menos de un minuto se aclaró el ligero malentendido.

Sarah dio un largo y evidente suspiro de alivio.

"Vaya, realmente me asusté, pero ¿por qué?" se preguntaba entre la sorpresa y la ofuscación que destilaba de mil distintas maneras; los ansiosos movimientos de sus manos y la expresión de su rostro eran un par de ellas.

Resultaba ridículo cómo algunas palabras erradas podían desencadenar toda una línea de pensamientos. Esa mujer, en su desconocimiento, había asegurado que Sarah y Credo estaban casados. Y aunque en un inicio la aludida consideró que el comentario era muy gracioso, el gusto le duró bastante poco.

Observó en su dedo anular su propia sortija de matrimonio. Era cierto que estaba casada, pero no con el castaño. ¡Pensar que hacía apenas un par de horas Sarah se había prometido tan sólo "vivir el momento"...! Pero claro, fue como cuando en alguna ocasión juró nunca traicionar sus ideales y a su reino.

"Vivir el momento..." En el fondo sabía que no podía hacer eso. La reina de corazones era una persona sistemática en esencia y organizar complicados planes para el futuro formaba una parte inherente a su naturaleza.

Un futuro. Se preguntó si Credo y ella podían tener uno.

La cantarina voz del niño la jaloneó nuevamente a la realidad; haciéndole notar que, tan rápido como había llegado, la madre se retiró caminando con su cachorro. Sin querer, Vilhelm esbozó una sonrisa llena de tristeza.

"Se llama Kaleb" repitió mentalmente, para asegurarse de que lo tendría en su memoria. "Si Credo tuviera un niño... sería así."

En silencio, Sarah les siguió con la mirada hasta perderlos de vista. Se habían ido ya, habiendo desaparecido entre el resto de la gente. Sin embargo, algo había comenzado a doler el pecho de la mayor. Llevó la mano izquierda hasta su cuello y, extendiéndola, la deslizó lentamente por sus clavículas. Negó con la cabeza.

"El corazón sólo sirve para bombear sangre. Todo lo demás es imaginario" pensó.

Volteó a ver al General, cruzando una turbada mirada con sus ojos claros. Entonces cayó en cuenta que él en algún momento le había dicho algo ...¿Qué había sido? Pasó una mano sobre su oscura cabellera para acomodársela. Luego enredó un mechón de cabello alrededor del dedo índice. Rió tan nerviosamente como él y masculló lo primero que le pasó por la mente.

-Yo creo que cualquiera hubiera pensado que a los 30 ya estarías casado...
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Mensaje por Credo Dom Sep 02, 2012 11:46 pm

Otra vez la broma de los treinta... Aunque, Credo suele tomar los comentarios de quien venga, en esa ocasión no fue distinto. Su sonrisa se amplió.

-Efectivamente- Aclaró -Aunque...- Tomó la mano de Sarah para llevársela a los labios y depositar un suave beso en el dorso de la misma -Aun tengo un par de años para lograrlo- ¿En serio se veía tan "viejo"? Quizá seria por las ojeras de levantarse a tan temprana hora y por el hecho de ser bastante "serio".

Aunque, efectivamente Credo durante ese día pudo ignorar rotundamente que Sarah ya estaba casada, obvio, de no estarlo no tendría el rango de reina.

-¿Y, en que estábamos?- Cierto, la tragedia. –Podría decirse que un poco. Pero por ti puedo intentar lo que sea- y hasta podría resultar interesante ¿verdad?.

Aunque, ha decir verdad, el General de la armada no habia comprendido completamente la idea que pasó por la mente de la joven hacía unos instantes, no es que estuviese siendo grosero o mal educado, sin embargo cualquiera podría preguntar a algun soldado de la armada y en efecto comprenderia, que Credo, no es bueno con las relaciones sociales, fuera de su rango claro, en lo que trabajo se referia ya era otra cosa.

-Por cierto...- Musito, como si fuese a decir algo sumamente importante... -Aun te debo una comida casera. ¿Te parece bien la proxima vez?- Comentario un tanto espontaneo... Pero nada de sorprenderse en wonderland ¿Cierto?

OFF: disculpa lo chafa y lo corto xD si quieres que le cambie algo me dices.
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