Garras de aguila ((Credo))

El can de hebras castañas suspiro con pereza notable, por suerte no habia nadie en el lugar. A veces maldecia el hecho que le hayan subido de rango durante aquella desastrosa guerra donde el color carmin reino... Alzo los brazos para estirarse y sacarse de paso la pereza de encima, ya era muy noche y el aun, continuaba con el papeleo.

Una de sus canidas orejas se movio al escuchar un pequeño ruido- Quiza el asesino al pisar dejo caer una pequeña piedra, la cual rodo hasta caer por el margen de una de las ventanas del palacio, obviamente esto fue lo que atrajo la atencion del General de diamantes, que, inmediatamente se levanto de su silla para dirigirse hasta la ventana y dar un vistazo hacia arriba... Pero no pudo ver nada.

Algo andaba mal... Tomo la funda de su espada y la ato a su siniestra en su cintura. Tomo la perilla de la puerta y abandono su habitacion. Justo a tiempo, la alerta se dio. Entonces, uno de los soldados corria con toda la fuerza que sus piernas ejercia en direccion de la habitacion del general, para su desgracia termino chocando con la persona que se suponia iba a buscar. Al ver la alerta en aquel soldado el de ojos azules cuestiono el por que de la prisa asi como la situacion actual y la sorpresa no tardo en divisarse en sus morenas facciones al enterarse de que era lo que estaba pasando.

Emprendio la marcha hasta llegar donde el peloton. La noche no seria tan aburrida como habia pensado, no se le veia de buen humor y no era para menos. Con la diestra y de un ligero empujon aparto a uno de los soldados, y asi fue como Credo, se abrio paso entre sus hombres.

Su figura alta e imponente ataviada en uniforme blanco se hizo presente ante Altair. Cualquiera al que se le preguntara quien era el General de diamantes, reiria sin duda alguna al saber que se trata de un semi humano, y un perro para colmo, sin embargo las cosas cambiaban cuando el General se presentaba en persona, ya que imponia respeto en los suyos y parte, miedo para sus enemigos. El tacon de sus botas resono en el silencio que se hizo tras las palabras del asesino, entonces, el canido se alejo de los suyos, alzando la diestra haciendo un ademan que los demas, se alejaran o al menos, no se interpusieran en aquel asunto.

Sus canidas orejas permanecian hacia atras, denotando la seriedad que mostraba su rostro, y sus celestes orbes, no se apartaron ni un segundo de aquella encapuchada figura, que por mas que tratase de mirar atravez de ella no conseguia mirarle directamente a los ojos. Un experto en su arte, era lo que denotaba el porte de aquel que estaba frente suyo.

-Soy el General de la armada ¿Que menesteres te han traido hasta aqui?-

Cuestiono con voz demandante, tras sus palabras la tension se hizo mas grande entre los presentes.

¿Boltock? La curiosidad se hizo notable en el rostro del General de Diamantes ¿Donde habia escuchado aquello? Flexiono las rodillas mientras apretaba la vaina de su funda y su diestra viajo hasta el mango de su arma para desnudar el frio acero de su espada y encarar al agresor, no obstante pese la orden que previamente habia dado dos de sus hombres se abalanzaron en contra del asesino.

Tipico, querer enfurecer al oponente para que la ira nuble su juicio y actue impulsivamente. Comentarios de la indole no eran de importancia para el capitan pues bien sabe que uno de los suyos es visto de manera extraña en un rango tan alto.

¿Un arma? ¿De donde diablos? Seguro era de las de wonderland, si fueran del otro lado de la madriguera podria verlas, tal cual como su amigo Dante usa. Y aunque a ojos ajenos el acto se viese un tanto imprudente e impulsivo, Credo se lanzo contra Altair haciendo uso de su agilidad. No le iba a dar tiempo de apuntar correctamente, y aunque obviamente no puede eludir el proyectil al menos no impactaria en una zona vital.

El disparo se hizo presente, seguido por el silencio sepulcral que se formo. Credo seguia ahi de pie, aunque ya no tan inmutable como antes. Su diestra presionaba su brazo izquierdo que era, donde el proyectil habia impactado. Tensaba fuertemente la mandibula el dolor era insoportable, sentia que el brazo le ardia como si lo hubiese tenido dentro de una fragua. Sudor frio descendia de su rostro hasta perderse en el suelo junto con unas cuantas gotas carmin que emanaban de la herida. Su uniforme paso a teñirse de carmin, un color que desde hacia mucho habia aprendido a repudiar.

Pero no por eso iba a retirarse, no es un cobarde... Miro sobre su hombro a sus hombres para comandar una vez mas.

-Protejan a la señorita Irisviel y la señora Rachel - Directo y sin titubear, no permitiria mas bajas -¿Que estan esperando? ¡Largo, es una orden!-

Y aunque dudosos uno que otro se fue retirando, no era muy comun que el canido se molestara.

Miro a su oponente, mientras con la ensangrentada diestra tomaba su arma. Pese a la herida y con una agilidad enorme, el de ojos azules ataco a aquella misteriosa figura con una serie de estocadas pretendiendo abrir su guardia.

Dos hombres peleando ironicamente por la misma causa y enfrentandose por error y malos entendidos. El combustible para la ira de ambos no era otro sino el deseo de venganza, aunque el General de la armada amarilla siempre ocultaba bien sus motivos pues no quiere causar una guerra innecesaria con el reino de Corazones debido a su imprudencia.

Imprudencia que ha aprendido a controlar conforme crecia y las experiencias en batalla asi como los consejos de aquel padre adoptivo que alguna vez tuvo y le instruyo dentro del ambito militar.

-Si realmente he de caer no sera aqui. Pero sera peleando-

Musita firme, pues en efecto, no va a retractarse, los fieles ideales del canido es por lo unico que sigue adelante, y porque sabe, que alguien le espera, luego de estar separados trece años el can no va a dejar solo a su hermano menor... No de nuevo. Tenia la desventaja, los corto de las armas del otro le permitia eludir facilmente, pero credo tampoco dejaria que se acercara mas alla del rango que le separaba su espada.

Pronto, su cuerpo se encontro con el suelo y peor, fue capaz de reaccionar a tiempo para tomarle por la muñeca al joven con ambas manos, apretandolas fuertemente e impedir con ello que el frio acero de aquellas extrañas cuchillas le traspasara el cuello.
¿Tan confiado estaba que aun tenia tiempo de hacer platica? Credo gruño ligeramente al tiempo que aplicaba mas fuerza, obvio no podia desarmarle pues a lo visto la cuchilla provenia desde su guante.

-¿Diamante y trebol al servicio de corazones?- Sonrio forzadamente el joven estaba equivocado -muchacho, no sabes lo que dices, Diamantes es el lider de los cuatro reinos-

Elevo la pierna diestra para plantarle una fuerte patada en el estomago al menor con afan de sacarselo de encima, rodo hacia un lado tomando su arma levantandose con el mismo impulso.

-Culpar a todos los reinos por algo que hizo solo uno solamente creara mas gente como tu, y mas rencores innecesarios.-

¡Rencoroso sin duda alguna! A lo que entendia Credo, Altair tenia un pasado similar al suyo. La reina de corazones se aburria y mando a unos cuantos soldados a buscarle una bonita mascota, para ello mataron a a casi toda su familia, el pudo liberarse pues era el mayor, en cuanto a su hermano menor, termino siendo el perrito de la reina... Un rango no muy agradable a lo que le habia contado.

Alguien que no ve el valor de su gente, la señora Rachel y la señorita Irisviel eran las personas mas dulces y buenas que el canido podia conocer. Quiza eso fue lo que le molesto mas que el insulto a su propia persona..porque era un perro ¿Para que negarlo? Le espero con la guardia alta, repeliendo la espada contraria con la propia en un movimiento rapido y preciso, Credo es fuerte y agil pero nada exagerado y ambas habilidades se las atribuia a la raza en la que habia nacido. No obstante, el otro era bueno, los años de experiencia tal vez eran lo que hacian diferentes las cosas, con un poco mas de entrenamiento seguramente el castaño ya estaria muerto.

El chocar del acero se elevaba al aire como un ritmo marcado por el compas de ambos, y cuando las espadas no chocaban rasgaban los aires en un fino sonido denotando que peligrosas eran sus armas. Su blanca gabardina mostraba rasgaduras las cuales pudieron ser uno que otro buen corte, de hecho tenia uno ligeramente en uno de los costados, solo le rozo la punta.

-Jeh-

Fue lo unico que obtuvo el humano por respuesta ante sus provocaciones. No conto con la perdida de las luces, no era desventaja como can puede ver a escasa luz. El golpe violento de la ventana le hizo alzar la guardia y mirar rapidamente hacia en su direccion pues el abrir fue equivalente al que un agresor haria. Pensando que tal vez el asesino no se encontraba solo fue que perdio a Altair de vista por uno pequeño instante. Que estupido fue, chasqueo la lengua ante su error.

-Son palabras muy poeticas para alguien que recurre al abrazo de las sombras para dar su golpe-

Se mantenia en guardia, de vez en vez miraba hacia los lados, sus canidas orejas estaban atentas a cualquier minimo ruido que pudiese escucharse. Relajo entonces su postura, abandonando la guardia por tan solo unos instantes mientras cerraba los ojos, era absurdo tener que tomar un recurso tan "salvaje" como ese, pero no habia de otra, ademas, eran habilidades innatas ¿No es asi? Disimuladamente olfateo, concentrandose en un simple aroma, el del asesino... Apreto el mango de su espada, listo para el contrataque, tenia que esperar el ultimo momento y ser rapido...

Le sintio venir.

-¡Te tengo!-

Musito mientras blandia su arma contra su oponente. Ahora verian para quien jugaba aquella dama de nombre "Justicia"

Quiza lo precipitado de su rival no le permitio analizar correctamente a su oponente, lo bueno de ser un semi humano, tener caracteristicas que van mas alla de un ser humano, pues, sin duda alguna ahora estaria tendido sobre su espalda ahogandose con su propia sangre.

De un golpe vertical limpio la hoja de su espada dandole tiempo de levantarse ¿Por que lo hacia? Es decir, Altair habia tomado ya la vida de varios de sus valientes soldados, personas que, seguro tendrian una familia y ahora habria que avisarles del tragico acontecimiento, desgraciadamente tendria que ser el, y revivir las amargas experiencias de ver los rostros angustiados de los familiares ente la noticia pues no hacia mucho que acababa de vivir algo similar por la guerra de la reina roja* tambien hacia poco que se acababa de levantar de camilla y poder andar sin dificultad alguna, de sobrevivir ahora tendria que ir a dar de nuevo al sanatorio.

-Lamento desepcionarte mi vida le pertenece a la reina de Diamantes, por ende no permitire que alguien me la arrebate-

Responde el castaño hombre apuntando al contrario con su arma, esperandole como siempre. Tal vez ya le habia perdonado mucho la vida, no deberia de hacerlo, no obstante, no podia evitar verse reflejado en ese joven oculto bajo su capucha. Seguramente de no haber sido adoptado por el antiguo general, hubiese terminado como el. Nuevamente blandio su arma en una estocada horizontal, pero el menor fue mas rapido la fuerza aplicada sobre su muñeca le hizo soltar su espada y de inmediato el acero golpeando el piso sono en todo el lugar seguido por el sonido del hueso al dislocarse junto con un quejido sonoro que emano de sus labios. El rodillazo le hizo doblegarse mientras llevaba la izquierda hasta su estomago y finalmente, el golpe, que le hizo retroceder unos cuantos pasos mientras que de su nariz un rojizo hilo se hacia presente.

Para cuando pudo reaccionar el otro ya estaba lanzandosele, no habia mucho que hacer...

-No...-

No iba a caer ahi, habia alguien que no se lo perdonaria. Dio un ligero paso hacia un lado obviamente esto no lo salvaria de la mortal estocada no obstante desviaria el golpe. Gruesas gotas de sangre marcharon el suelo, la cuchilla de altair logro darle en el hombro un poco mas arriba de donde la bala habia impactado anteriormente. No obstante, con la misma mano (ya que tenia dislocado el otro brazo) le tomo fuertemente obligandole a adentrar mas aquella cuchilla en su carne. Si, dolio, pero lo hizo con un solo objetivo, que el otro no pudiera retirarse asi de sencillo. Apreto entonces la unica mano que tenia disponible, el cuero de sus guantes crugio ante la fuerza y descargo entonces un tremendo golpe directo al estomago del chico. ¡Suficiente! Quiza habia estado siendo bueno con el otro porque en parte se reflejaba en el, sin embaro ¿Que le aseguraba que no iria luego por la princesa y la Reina? ellas no poseian conocimiento de combate alguno y su magia era meramente curativa. No perdio el tiempo, en lo que el otro se doblegaba debido al golpe, Credo atino un rodillazo en el rostro del asesino con el afan de hacerle hacia atras.

Pero no se iba a quedar ahi, ante el tambaleo, estiro la unica mano que podia mover (herido su hombro para desgracia) y tomarle de la solapa, para aventarlo fuertemente en contra de uno de los pilares al dar un giro sobre su eje con ello, tanto el impulso como el peso del hombre ayudarian al golpe.

-¿Querias encontrar al General, no es asi? Pues aqui esta y te aseguro que no pasaras de mi, aunque tenga que caer en este lugar. Aunque para tu desgracia, no pretendo morir aun.-

Sin duda alguna su ataque habia sido efectivo, el mayor sonrio ante ello. Con el dorso de la unica mano que podia hacer uso Credo retiro aquel rastro rojizo que se asomaba por su nariz. Dio un par de pasos para tomar nuevamente su arma y estar atento a todo. Observo que el joven pretendia continuar la lucha, valiente sin duda alguna.

La platina luz de la luna filtrandose por la ventana, alargando ambas sobras de los hombres que se batian en duelo y haciendo brillar el filo de su acero. A la lejania, ambos parecerian fantasmas debido al blanco de su ropaje. Su cabello asi como su ropaje se mecian suavemente con la fresca brisa de la noche que se adentraba por la ventana abierta y los cristales rotos brillaban en el suelo.

Entonces ambos para emprender nuevamente la contienda, el unico sonido escuchado de momento en ese largo pasillo era el del acero chocando, dejando escapar chispas rojizas entre cada impacto. Tal como penso, el joven carecia de mucha experiencia sin embargo es de cuidado, no por nada esta herido. Miro con algo de curiosidad al asesino frente suyo, pero no por eso su semblante serio y centrado desapareceria ningun instante, pues de perder la concentracion, seguro seria premiado con un doloroso corte. Con un movimiento horizontal es que repelio el arma del asesino ante sus primeras palabras. De un salto eludio el segundo viendo la oportunidad de lanzar una estocada, que fue eludida por el guantelete de Altair. La patada le dio un costado, a la altura de la cintura, retrocedio levemente.

Retrocedio un simple paso mientras que hacia el arma contraria con la suya, con un ligero golpe pues no podia emplear toda su fuerza, no al menos si no quiere cansarse tan rapido y empeorar las dos heridas que posee en el brazo con el cual esta ejerciendo tanto su ataque, como defensa. ¿Honorable? Sonrio ladinamente ¿Un asesino podia ser honorable? Era la primera vez que escucha algo de la indole. Apenas si alcanzo a bloquear el giro tuvo que hacerse ligeramente hacia atras.

Por unos instantes bajo su arma, atento siempre a las acciones de su rival. Parecia que no bromeaba ante la presentacion.

-Credo.- Su nombre es todo lo que obtendria el asesino pues no quiere que indaguen mas en su pasado -Provengo de una villa del reino de corazones-

Tenso la quijada recordar su antiguo hogar no era grato, mejor dicho el final que este tuvo. Suficiente charla, se en carrero contra el otro, en una finta que pretendia atacarle con el codo, sin embargo antes de llegar aprovecho tal impulso para dar un giro y tratar de golpear a su rival con el mango de su espada justo en la espalda.

Sus orejas se mantenian hacia atras, seña no muy grata para quien le conociera. Pese a su buen entrenamiento y control, Credo no deja de ser un animal y por desgracia habia veces en que sus instintos salian a flote. Es por eso que no gusta de enojarse.

Le tenia. Respiraba en jadeos. Por su brazo enormes hilos rojizos descendian hasta perderse en el piso del palacio. Mechones castaños se le adherian al rostro debido al sudor que cubria su rostro. Una de sus orejas giro en direccion hacia los pasos que comenzaron a irrumpir el silencio al rebotar el ruido entre aquellas lujosas paredes. y aun pese a ello, jamas despego sus azules orbes de la silueta frente suyo.

Las palabras del guardia le hicieron tornar la mirada ¿Bajo control? Claro, hasta que el no se hizo cargo, pues de no haber actuado quien sabe cuantas bajas mas hubiese causado aquel joven.

-Estoy bien-

Orgullo... No admitira que se encuentra un tanto mal, pues debe dar el ejemplo, el es el General de la armada y debe representar lo mejor de su ejercito. Ironias de la vida, apenas podia moverse con libertad tras sus heridas causadas en la guerra de la reina roja, y ahora, tendria que ir a dar al sanatorio... Otra vez.

Se irguio aun con espada en mano, mirando al asesino. no tenia salida, era un arresto seguro y le haria pagar todas y cada una de las muertes causadas.

El silbido de la flecha volo por los aires, la ballesta de uno de sus hombres habia sido disparada yendo a dar el proyectil con exito sobre el hombro de aquel intruso. Seguro la fuerza fue demasiada para el herido cuerpo del muchacho pues fue a dar hasta la ventana cayendo por ella y, encontrando asi su final...

Pero el canido no pensaba de esa manera. Entrecerro los ojos mientras enfundaba su espada, para hacer un ademan con la unica mano que podia mover.

-Busquenlo, no pudo haber ido muy lejos.-

Sabia... Sabia que la caida no iba a matar a alguien como el, despues de todo, habia llegado hasta el castillo por los muros, por donde nadie mas lo habia hecho, o al menos, se habia atrevido.

-Informe-

Exigio el alto hombre de ojos azules. Su estricto semblante no permitia que el dolor se hiciera visible en su persona, aun pese a tener un brazo dislocado e hilos rojizos descendieran de su hombro contrario hasta perderse en el suelo.

Las noticias no habian sido para nada alentadoras, el asesino logro escapar, lo cual hizo que la ira que estaba presente en el hacia ya buen rato se incrementara. Sus canidas orejas permanecian hacia atras. Bufo sonoramente. Ya era hora que se pusiera mas estricto con sus hombres, haber fallado de semejante manera era imperdonable, y se suponia eran la mejor armada de los cuatro reinos.

Llevo su siniestra hasta su cabello castaño para acomodarlo nuevamente hacia atras mientras intentaba tranquilizarse. Lo mas prudente seria buscarle en el pueblo, pero lo malo de ello es que ya habian sido demasiadas bajas, nada asegura que aumentaria el numero de lanzar dicha orden.

-Den aviso en el pueblo y Talis, no puede ir muy lejos, esta herido-

No podia dejar que se escapara asi de facil, aun no sabe cual es el objetivo del joven pero algo es seguro: Ha fallado, y es probable que intente de nuevo. Tampoco sabia quien era el que habia mandado a tal agresor para infiltrarse a palacio... Aunque, las palabras de Altair era algo que se habia quedado muy grabado en la mente del canido.

-"¿Dónde estuvo diamante o espadas cuando la reina nos invadió?"Los reinos de Diamante y Tréboles viven a las ordenes del reino de corazones"- Sonrio de lado

-Que estupidez-

Penso en voz alta, uno de sus soldados se percato de ello a lo que pregunto a que venia el comentario, a lo cual Credo simplemente nego.

-Hagan una lista de las bajas, y arreglen todo este desorden- Lo del patio y demas, claro estaba.

Camino unos cuantos pasos no obstante recordo algo

-Ah, de paso, investiguen todo lo que sea referente al apellido Boltock. Y manden un medico a mi habitacion-

Una vez que se le pasara la adrenalina, las consecuencias serian terribles. Tanto movimiento militar por tan solo una persona. Algo si era seguro credo no estaria tranquilo hasta atrapar a aquel encapuchado de nombre Altair...