Conversaciones.

El color del cielo, aún no adquiría el tinte naranja que anunciaba el amanecer, sin embargo, su tono añil declaraba que la noche había quedado atrás, y los parpados de Aki estaban abiertos desde hacía casi una hora.

Decidió entonces que no podía permanecer más tiempo en su cama. Estaba algo indecisa acerca de si debía salir a pasear, ya que las chaperonas aún no habían llegado a su habitación. Además eran un poco bruscas para vestirle, por lo que ella prefería arreglarse siempre sola, aunque aún le faltaba un poco de práctica.

Se asomó por el ventanal de su habitación notando que el Reino Amarillo aún no se decidía a despertar. Se veían algunas luces del pueblo y una que otra chimenea humeante, y en todo el palacio, los únicos despiertos eran los guardias del castillo "Ya pronto les tocará descansar" pensó.

La joven decidió entonces buscar en el armario un vestido ligero y fácil de usar. Nada que le complicara la vida, ya volvería en la mañana antes de tomar el desayuno para vestirse un poco más elegante.

Inició toda su rutina para arreglarse y después salió completamente descalza al jardín.

"Que curioso es que en este lugar haya rosas rojas siendo que ese color no es muy bien visto por aquí" Pensó. Aquellas rosas parlanchinas, aún estaban profundamente dormidas, al igual que el resto de las flores del jardín. "¿Las propias rosas del palacio serán espías o algo así del reino de corazones?" se preguntó. "Vamos Aki, no seas ridícula. Nadie es lo bastante tonto como para sembrar espías en su jardín. Además, conversaciones que conciernen al reino, no se hablarían tan a la ligera, a plena luz del día y en el jardín del palacio. Esas cosas se hablan en privado en el despacho de..." Se interrumpió abruptamente, al igual que su paseo matutino.

Fijó la mirada en el cielo y se sentó en la fuente, pensativa.

No era ingratitud, de ninguna manera. Era sólo que aún le costaba trabajo asimilar la realidad de las cosas. Un día era tan solo una muchacha, antigua criada en una posada, una ladrona, y de la noche a la mañana era una princesa, pues sus padres adoptivos eran reyes.

Suspiró. "¿Porqué yo, si la reina ya esta esperando un bebé?" se preguntó "¿Seré acaso parte de un plan?" y la sombra de la duda le ensombreció el rostro, irónicamente, cuando los primeros rayos de luz solar le iluminaban su pálida piel, sus coloridos labios y sus ojos brillantes.

El sol aún no terminaba de asomarse por el este del reino; el cielo aun estaba entintado con ese manto de ligeros colores morados y naranjos anunciando prontamente su llegada. El reino mismo se encontraba pacífico, desde lo alto de una torre se podía ver bien algunas chimeneas humeantes y como los faroles de aceite estaban comenzando a apagarse dando paso al simple uso de la luz y el calor matutino, todo eso lo podía ver bien a través del gran ventanal en mi propia habitación. Llevaba despierta no mucho tiempo, solamente unos cuantos minutos mientras que erguida, con los brazos cruzados y el mentón elevado veía como el sol salía por el horizonte y justo entonces llegaron las damas de compañía dispuestas a terminar de vestirme a las cuales con un simple suspiro les deje hacer su trabajo estirando los brazos a mis lados, todo eso sin dejar de ver el ventanal. Me causaba gracia ver como cuidadosamente ataban los cordones del simple vestido largo color blanco con detalles en dorado, intentando lo más suave posible de no apretar mucho lo que sería mi abdomen, ya sabían bien que el futuro heredero se encontraba por ahí, lo ultimo colocado en mí fue una larga y lisa capa dorada con el sello del Reino de Diamantes en él; mis dos alas bicolores quedaron escondidas bajo ellas.

Así como terminaron de vestirme y reverenciarme, salí de la habitación comenzando a bajar las escaleras que me llevarían hasta el pasillo principal. La pregunta sería, ¿Por qué estaba despierta a tan tempranas horas de la mañana? No podía dormir, bien puedo ocultar mi insomnio diciendo que es uno de los síntomas del embarazo pero la verdad, aún estaba preocupada por la inminente muerte de la reina roja, su alteza serenísima Sarah Vilhelm y el caso de ese grupo clandestino Joker. Bien sabía, que todos los reinos estaban en alerta máxima desde esas fuertes noticias y claro, desde la anterior invasión de Joker hacía nuestros hogares; ¿Qué significaba eso? ¿A que están jugando? Esas y más preguntas no solo rondan por mi cabeza, los pensamientos de rey ya estaban demasiados perturbados como para dejarle caer más peso sobre sus hombros.

Y los de general Southworth… Pobre hombre, me preguntó como habrá sobrellevado las cosas.

Caminaba por los pasillos, lo único que resonaba en ellos eran mis propios tacones y los ligeros pasos de algunos sirvientes y soldado que al verme me reverenciaban como lo usual; yo hacía el esfuerzo de saludarles de la misma manera sin embargo, mis manos se encontraban entrelazadas tras mi espalda y con la cabeza gacha. Así mismo, al estar ensimismada no me fije que mis propios pies me llevaron hasta los jardines sino hasta sentir la brisa matutina sobre mi rostro. Sacudí la cabeza ligeramente, mejor no pensar más en cosas como esas, será mejor pensar en otras cosas…

Como la nueva miembro de la realeza, aunque para la vista del Alto Consejo de Diamantes fue simplemente una “ladronzuela andrajoza”, tanto Ky como yo notamos el poder que tenía esta joven; un poder que podría ser usado para el bien si es encaminada por el buen camino. Y hablando de esa persona.

-Buenos días, Aki –Anuncié, llegando y deteniéndome a unos pocos centímetros frente a ella. Le sonreí con suavidad como desde el primer día en que tocó este castillo- ¿Cómo has dormido?

Mi vista pasaba por sobre la joven, desde su cabeza hasta sus… Pies descalzos.

-¿Por qué vas descalzas? –Pregunté, intentando no sonar abrumada por ello. Volví a mirar a sus ojos y sonreí- Espero que las damas de compañía no te hayan visto así, se lo muy estresantes que se pueden poner cuando no ven bien vestidas a la realeza.

"Mamá"

Entonces, mi sonrisa se ensanchó en incoscientemente mi mano derecha se poso suavemente sobre mi vientre. No esperaba escuchar esa palabra tan pronto si no fuera hasta dentro de unos cuantos años -Y la simple idea de esperar hacía que frunciera el ceño, no; yo quiero a este niño ya en mis brazos- Sin embargo, Aki, la nueva miembro de la familia real; quien con tanta calma me llamaba "Madre" me alegraba el día. Todo el tiempo llamandome por "Su majestad", "Mi señora", "Su alteza", "Lady" y otros sin fin de apodos reales, el que alguien a quien prácticamente fue salvada de las calles y bañada en aguas de oro me llamará con tanta simpleza así, era lo que me hacía impaciente y a su vez alegre.

-Me alegra oír eso -Y así, como si fuera nada; a su lado me senté. Sobre la misma capa, sin importarme que esta se ensuciará por el polvo que probablemente tenía la vieja fuente del jardín.

Una vez más mire a sus pies descalzo, notando lo muy pálidos que eran estos al igual que sus piernas. Todo en esta niña era pálido y por sobre todo; pequeño. ¿Se estará alimentando bien? No voy a dejar que alguien muera de hambre, nunca en mi guardia, y con eso no solo un miembro real sino también los soldados, sirvientes, pueblerinos y en fin, hasta Wonderland mismo si tuviera la oportunidad.

-Se que las chaperonas pueden ser un poco... Bastante controladoras -Dije, girando los ojos- No te preocupes, si lo deseas puedes estar así para la hora del desayuno.

Que sería justamente dentro de unos cuantos minutos. ¿Dormir bien? Al momento en que pregunto aquello, un mohín se mostró en mis labios. Bueno, "sí" dormí bien pero... Agh, todo esto de Joker más el embarazo previo me tenían algo alterada. A su pregunta, simplemente respondí asintiendo con la cabeza luego de devolverle una sonrisa calmada.

-Quizá, yo también dormí de más -Mire hacía al frente, como mirando hacía la nada.

Bueno, realmente no miraba a nada; hasta velozmente hacía nosotras se acercaba un zorro bien vestido, con el traje de los sirvientes reales de Diamantes y con el mentón en alto.

-Buenos días, su majestades -Habló, haciendo una reverencia con la elegancia a su disposición y en voz solemne- He venido ha pronunciar que el desayuno esta servido, se le esta esperando en el gran comedor real.

Me levanté, volviendo a ver a Aki. Aquel zorro miró a la joven princesa bajando un poco sus anteojos, para mirarla de arriba abajo. Miró nuevamente hacía mí.

-Tiene mi permiso a presentarse de esa manera en el comedor -Mencioné. Y el zorro solamente acomodo sus gafas y luego de una ultima reverencia se fue tan rápido como vino- Entonces, vayamos a desayunar y podemos seguir hablando de lo que gustes.

-Por supuesto, vayamos.

Le indique con el brazo a la joven a que me siguiera hacía el gran comedor real. Durante el camino se veía bien como los sirvientes comenzaban a hacer su rutina diaria de limpiar los objetos como cuadros y demases, desempolvar las cortinas, barrer, cargar grande pilas de objetos de aqui para allá a toda prisa y de vez en cuando...

-¡WAAH!

Caer. Sin embargo, no me preocupaba; puesto que siempre había personas que se acercaban a recoger lo tirado y a auxiliar al caido. Eso era lo bueno de las personas trabajadors del castillo, todos convivian como una gran familia. Al arrivar al gran salón, la mesa estaba -Como había mencionado aquel simpático zorro- Completamente preparada. A pesar de que eramos pocas personas la que estabamos y aquella mesa era (Prácticamente) Casi tan largo como el mismo salón. Platos, utensilios, copas, vasos; de todo había en esa mesa como si una gran fiesta se tratará.

Claro, sin faltar el desayuno como tal.

Y hablando de tan pintoresco personaje, el zorro de elegante vestimenta y lentes (Que por cierto se llama Alfred) estaba al lado de la puerta, justo haciendo una reverencia cuando pasamos. Tomé asiento donde usual, y las dos sirvientas que ahí estaban empezaron a servir lo que había en ambos platos. Bagels (O pan inglés) recien horneado con mantequilla derretida sobre ellos, unos trozos de fruta a un lado (Manzanas, peras y uvas) fue servido como de "entrada" y claro no puede faltar lo más carácterístico de todo:

Té.

-¿Que tal ha sido tu estadía aqui, Aki? -Mencioné, después de que la joven maid terminará por llenar mi taza con té recién hecho. Tomé este y soplé para aminorar el calor- Si bien debe ser difícil acostumbrarse, queremos que lo pases lo mejor que puedas.

Di un sorbó al té, saboreando este. Té de hierba buena.

Escuchaba atenta a las palabras de la joven mientras untaba un poco de mantequilla al panecillo y luego le daba una pequeña mordida. ¡Oh bien! Me alegra escuchar que Aki se adaptaba bien a la vida del castillo, que en mi mera opinión sigo pensando que un cambio así puede causar estragos a cualquiera. De solo imaginar que pasarías de ser una ladronzuela a ser la princesa del reino con la gran potencia militar cualquiera no se lo creería o más bien dice mentiras. En cuanto a mentiras, sabía bien su habilidad; ella no podía decir una mentira y tanto Ky como yo le aconsejamos que no lo hiciera al menos que fuera necesario o cuando ya tenga un control ameno con ellas.

Por eso tantas clases de magia le impartía el mayor a la joven.

-¿Y cómo te han tratado el personal del castillo? –Pregunté, tomando una vez más la taza con té- ¿Y qué me dice de tus nuevos maestros? ¿Muy estrictos?

Si llegó a saber que algunos de ellos le trata mal por ser una “sangre cualquiera” o se cree pasar de listo, al calabozo iría sin siquiera darle oportunidad de pestañear.

-Imagino que te has topados con algunos soldados también, no te preocupes; ellos solo quieren lo mejor para la familia real y el reino en sí…

Lo mejor. Por dentro me carcomía el hecho de que no hace poco fuimos traicionados por miembros de nuestra propia armada y hasta en la invasión noté alguno de ellos que se había unido al bando de las armaduras negras. Eso fue antes de que Aki fuera presentada a nosotros y le adoptáramos.

-Si tienes alguna pregunta que hacer, querida; no tengo problema alguno en contestar esta.

La joven morena, mientras escuchaba las preguntas de su madre se daba el tiempo de servirse por su cuenta el desayuno. Elegía por encima de todas las cosas frutas frescas, predominando los frutos rojos como fresas, frambuesas y cerezas que bañaba ligeramente en miel. Igualmente se servía té de manzanilla mientras que con las pincitas vertía dos terrones en la taza. Quizá era un desayuno muy ligero, pero como ya era bien sabido, Aki no comía carne, ni huevos.

Estaba a punto de tomar un pan con mantequilla cuando su madre hizo las preguntas sobre el personal del castillo, la armada y sus profesores. Una de las mucamas que estaba por ahí, se detuvo en seco, como si se hubiera topado con un gran muro invisible.

"El que nada debe, nada teme" pensó Aki, no con mala intención.

-Todo está en orden, mamá- respondió Aki alegremente.- Mis profesores suelen ser un poco estrictos a veces, pero no de una manera que me haga creer que lo hacen por molestar. Así es como deberían ser todos los profesores, incluso papá lo es a veces con mis lecciones. Respecto al personal del castillo todo está bien. Nadie me trata diferente a como te trataría a ti, o a papá- y era cierto a pesar de que aquella joven mucama se hubiese detenido en seco. Nadie la trataba mal, pero ella no podía determinar si eso era por auténtico respeto, o por disimular su desprecio y desaprobación. No era ninguna mentira que muchos en la corte, en la milicia, y entre la servidumbre, cuchichearan sobre los sospechosos orígenes de Aki, que pudiera tratarse de una espía o una traidora, o una muchacha oportunista. Y eso lo sabía porque las flores del jardín a menudo cuchicheaban descaradamente frente a ella, sólo que en voz más alta. Le daba igual. Sin ánimo de ofenderles, aunque antes no tenía muy buen dominio sobre su don, ella había aprendido que podía hacer maravillas con eso, incluso ser influyente y poderosa sin necesidad de ser princesa, pero aquello sería usar su magia para fines egoístas y por eso había recurrido a Ky, para pedirle que se deshiciera de su terrible maldición -como ella solía llamarle entonces-.

¿Qué si tenía dudas...? Pues...

-Mamá... mucho antes de que yo llegara aquí y mientras me refugiaba en el bosque, muchos animales y uno que otro exiliado con el que me topé en el camino, llegó a tocar un tema que llamó mucho la atención...- titubeó un poco, porque sabía que podía ser una pregunta un poco delicado- mencionaron algo de un ataque al reino. Yo no les creí, pero papá está herido de gravedad por una razón que yo no conozco y... dijeron algo sobre una especie de clan... ¿Joker existe? ¿Fueron ellos quienes le hicieron daño a papá?- esperaba haber preguntado con suficiente tacto...

Estaba al tanto del todo, incluso de cómo aquella mucama se detuvo de la nada para mirar hacía el horizonte y tragar en seco como si la hubieran descubierto de una horrible fechoría. Conforme Aki hablaba aquella mujer se iba moviendo más apresurado dejando todo en su sitio para luego salir de la sala sin siquiera voltear atrás –Tan siquiera hizo una reverencia como acostumbraban- En algún momento, yo misma entablaré una conversación con todo el personal, la milicia y el consejo de ser posible. Ahora no, solamente era momento de disfrutar un momento a solas con mi hija adoptiva; no teníamos muchos momentos como estos debido al arduo trabajo que ambos teníamos –Ella, estudiar para aprender a usar sus poderes como tales y yo, encargarme de todo un reino en cuestión- Le di un nuevo sorbo a mi té terminando este cuando la nueva pregunta que formulo me dejo algo perpleja.

No sería raro que los rumores de Joker hubieran llegado hasta más allá de los bosques de Wonderland pero, ¿Tan rápido intuir que ellos fueron los causantes de lo que le sucedió al soberano de amarillo? Deje la tasa sobre la mesa y entrelace mis manos, colocando los codos en ella también.

-No realmente, fue por una situación muy arriesgada -¿Cómo decirles a diestra y siniestra que la difunta reina de rojo fue la que le causó tal herida? Recién estaba entrando en lo que era una vida llena de lujos pero caótica y no podía permitir que algo como eso la exaltara, o le diera la mala impresión del reino que se supone que debe ser enemigo del nuestro.

Solo por suposición.

Por unos instantes pensé en que decirle, hasta mirarle nuevamente y ofrecerle una pequeña sonrisa para que supiera que todo está bien.

-Lo que Ky hizo fue algo noble, pero arriesgado, aún así supo manejar las consecuencias de ello…

Por manejar, prácticamente dio su vida a cambio de que el reino se mantuviera a salvo.

-Pero, hablando de Joker –Una vez más le miré, seria; puesto esto requería total atención y disposición de ambas- Los rumores que escuchas por todas partes son en parte ciertas.

Sé que algunos de ellos eran puras exageraciones de los sirvientes y soldados, solo porque lo interpretaban de esa manera.

-Los cuatro grandes reinos ahora se encuentra en una alerta máxima, estamos siendo amenazados por estas personas cuyos objetivos aun son algo confusos –Suspiré- Estamos tratando de que se genere el menos caos y pánico posible, así como que no se formé una gran guerra que puede desatar algo mucho más grande en los cuatro reinos…

La seguridad de todo el reino, de cada habitante de Wonderland, todo eso se había vuelto prioridad de los reyes; no permitir que una organización de psicópatas venga y nos amenacen con esa paz momentánea que teníamos. Por instinto, lleve una mano hacía mi vientre.

Sabía ahora el empeño que tenía que poner para proteger dicha vida ahora.