Nada más por tu culpa -Priv. Ky- [Flashback]

Esa madrugada, el General Augusto Aristides esperaba en la estación el primer tren al alba. El lugar todavía estaba solo, ¡tenía para él todas las bancas si así lo deseaba! Lástima que no podía dividirse en mil partes, por lo que sólo podía ocupar una banca a la vez.

Aprovechando que no había nadie que se lo impidiese, se acostó a todo lo largo. Miró al techo, recordando. Habían pasado varios años desde el día en que conoció al rey de Diamantes Ky Kiske en esa misma estación. Solo que, en ese entonces él no era un General del Ejército y Ky no era rey.

"Ojalá las cosas aún fueran así..." pensó.

A los 21 años, Augusto era un soldado como cualquier otro. O bueno, lo hubiera sido de no ser porque se dedicaba a practicar la magia negra a escondidas. ¡Pero qué importaba! Aquél era un día genial y Augusto todavía creía que había que luchar para lograr sus sueños. Para prueba, su uniforme perfectamente arreglado y su cabello corto.

-Muy bien, Augusto. -Le dijo su líder de escuadrón- Custodia. -Y lo movió del hombro para situarlo de espaldas en una de las columnas de la estación.

-¿Custodia? -se quejó- ¡¿Cómo que custodia?! ¡Hombre, soy un soldado, no el vigilante de la estación!

El mayor le miró con cara de fastidio. Ultimadamente en el ejército pululaban los chiquillos malcriados y Augusto era uno de ellos.

-¡No lo entiendo! ¡¿Por qué Alfred sí puede ir y yo no, ah?! -le dijo retadoramente a su superior, pero la discusión no duró mucho. Finalmente el hombre lo puso en su lugar y Augusto terminó haciendo la guardia en la estación de trenes mientras el resto se divertían realizando una investigación.

El castaño tenía los brazos cruzados y la boca torcida porque estaba de muy mal humor, pero luego... ¡Oh! ¡Luego decidió que no se dejaría deprimir por ese hombre y que encontraría algo de diversión!

Ciertamente, el joven Aristides había pensado que si permanecía un segundo más ahí moriría de aburrimiento… Pero fue entonces que hizo un descubrimiento sorprendente que cambiaría su vida para siempre.

Y no, no fue ver a Ky Kiske merodear por la estación.

Sino que él se dio cuenta que estando ahí podía observar con la más venenosa de las miradas a toda la gente que pasaba sin que ellos le notaran siquiera. Se quedó quieto un instante, observando a los demás en el plan más intenso de los viboreos. Era muy interesante eso de estar haciendo custodia, porque era darse cuenta de todo sin ser descubierto… hasta que…

-¿Ah? -miró atentamente al rubio que se había acercado hasta él. Al parecer, él era inmune a su reciente atributo de invisibilidad. Augusto estaba molesto y bueno, que alguien llegase así con él no le daba puntos buenos. De hecho, le dieron ganas de destrozarle la cara….. Por lo menos hasta que vio que estaba "muy bonito" como para hacerle eso.

- Yo qué sé, -contestó alzándose de hombros- ¿tengo cara de saberlo? -le preguntó al menor, pero no, no era una pregunta sarcástica ni nada por el estilo. En verdad Augusto necesitaba saber eso…- Es en serio, ¿tengo cara de ser el señor de los boletos? -sonrió.

Augusto alzó una ceja mientras esperaba la respuesta del rubio. Pero justo cuando creyó que se iría, éste le respondió un inusual exceso de educación.

Extraño.

Pero lo importante no eran las palabras que usara, sino el significado de éstas. ¿No? Y lo que le dijo fue que definitivamente no parecía el taquillero. Eso era bueno. Y luego añadió algo más sólo para decirle  algo como "Si fueras un buen soldado haciendo guardia hubieras tenido la información…" Y eso era muy muy malo.  Suponiendo que Ky Kiske en realidad hubiera dicho eso, pero cuando Augusto tenía 21 años era todo un experto en el arte de la malinterpretación.

Así que ahí estaba.

-¡Oye! -dijo apretando los dientes- ¿Estás diciéndome que no soy un buen soldado? ¡Yo no estoy aquí por diversión, ¿lo sabes?! ¡Yo sólo quería ir con el resto del escuadrón! ¡PERO NO! -Oh, eso era peligroso, porque lo normal era que Augusto se enfadase, pero sin duda no se encontraba enfadado… Sino que el término más exacto para su condición era "ardido".

Como cuando uno empieza a encender un fogón o algo.

Pero lo peor para Ky Kiske seguro sería que de pronto el otro ya estaba hablando de su jefe de escuadrón.

-¡Y claro! ¡Deja que Augusto se quede a limpiar la cocina! ¡Haz que lleve las maletas para el campamento! -rechinó los dientes.- ¿Acaso tú sabes lo que pesa eso? -dijo ofendido- ¡Pero juro que algún día seré su maldito jefe! ¡Ya quiero ver sus caras cuando tengan que hacer todo lo que yo les diga! ¡Y tú! -le señaló.- Tú eres mi testigo.

Retrocedió un paso ante la reacción del castaño. La curiosidad no hizo de esperarse en el rubio quien no dejaba de prestar atención en las reacciones de Augusto.

¡¿Así que eso es lo que había pasado!? ¡Que fácil podían malinterpretarse algunos comentarios! O bueno, quizá no empleo correctamente sus palabras y por ende ahora la molestia del pobre soldado.  Sonrió ¡sí! irónico pese a lo que se creería, el ojo azules sonrió, pero no de una forma burlona, sino de agrado.

-¡ese es el espíritu!- En cierta forma, le agrado el hecho que augusto se explayase de semejante manera con respecto sus futuros planes.

-Y estoy seguro que en un futuro seré capaz de mirar tal cosa- Bueno, no era improbable ¿verdad? Desvió por unos instantes la mirada ¿Era impresión suya o se le estaba haciendo costumbre en ese mismo lugar?  A saber

-Lamento si mis palabras pudieron malinterpretarse- no, de hecho lo hicieron. –Permíteme comenzar de nuevo- e hizo una ligera reverencia, a manera de saludo o presentación –Ky kiske, un placer

Señaló enérgicamente a Ky y al mirarlo se dio cuenta de que éste le había estado observando detenidamente, como si estuviese realizando un análisis de sus comentarios. Quiso decir algo al respecto pero lo bueno fue que, con lo que el rubio dijo después, a Augusto se le olvidó.

-¡Ese es el espíritu! -….¿Espíritu? ¿Cuál? Tal como una expresión que nunca antes había escuchado, obvio fue que no la entendió, pero la actitud del menor fue más que suficiente, y le sonrió pensando que si un auténtico desconocido creía en él era porque definitivamente tenía la razón.

-Ya verás, te lo garantizo. -Dijo totalmente seguro de sí mismo… quizá con más seguridad de la que podía tener una persona normal. ¡Si Ky Kiske hubiera sabido entonces que esa trivial conversación sería una de las cosas que llevarían a Augusto aspirar al puesto de General...!

El castaño extendió la mano para presentarse con el otro. Él no entendía de reverencias ni nada parecido, de manera que sujetó con firmeza la mano de Ky y se presentó. La mano de Augusto era áspera debido al trabajo físico, sin embargo ésta le sujetaba con calidez.

-Mi nombre es Augusto -Dámaso Aristides, pero ¿eso qué?- y soy el miembro más joven de mi pelotón, como podrás darte cuenta eso me convierte en el que lleva a cabo las tareas más aburridas. -le soltó- ¿De dónde vienes? Porque por tu acento y por la hora en que estás aquí supongo que se te pasó el tren de vuelta, ¿no?

¿Talis? ¿Y donde diablos estaba eso? Augusto entrecerró los ojos, intentando escarbar en su memoria para recordar la ubicación de esa ciudad.

¡Oh, sí, Talis era la capital!

El cabo se sintió avergonzado.

-¿Infringir mi trabajo? -exclamó con extrañeza, mientras sujetaba al rubio por un hombro para evitar que huyera.- ¡Por Dios! ¿Cuál trabajo? ¿No ves que aquí no hay nada? Podría morirme justo sobre esta banca y a nadie le importaría, hombre, en esta estación no hay absolutamente nada qué hacer a estas horas.

Desganado, Aristides fue a sentarse a la banca que había señalado unos segundos atrás.

-Uh, de hecho creo que podría hacerlo. -Mencionó.- Eso de morir en esta banca.-Y se recostó a todo lo largo del asiento. Lo malo era que Augusto era muy alto y la cabeza y la mitad de las piernas le quedaban colgando. A decir verdad eso se sintió muy extraño.

No pasó mucho tiempo para que se sentara bien otra vez.

-Además, ¿qué pretendes? ¿ir a sentarte justo del otro lado de la estación e ignorarnos? Suena tremendamente aburrido.

El futuro rey Ky incitando a un joven militar a faltar a sus deberes. ¿Quién lo dijera?

Augusto miró con curiosidad al menor. Al parecer no se había equivocado y Ky Kiske en realidad había pensado que cada uno estaría en un lado de la estación, aburriéndose, como si nada.

"Qué raro" pensó, porque él lo había dicho bromeando. Se le ocurrió que tal vez era porque el rubio en realidad se trataba de alguien aburrido.

O no.

-No encuentro fallas en tu razonamiento. -Dijo con una sonrisa mientras ponía ambos puños sobre su cadera. Y, a decir verdad, el militar en esa posición se veía bastante… curioso.

Luego Ky dijo eso sobre ir a "tomar algo". Vaya que Augusto no sabía sobre tomar …o al menos no tanto como lo haría años después, cuando fuese General.

-Lo siento, eres un perfecto extraño y yo estoy de guardia. -Debió decir eso. Oh, en verdad que debió hacerlo. Pero claramente no lo hizo y, pues, en la realidad dijo más bien algo como:

-¡Desde luego, vamos! -El castaño se puso de pie de un salto sin siquiera dudarlo y se dirigió a la salida de la estación. Se detuvo un instante mirando hacia los lados. No sabía si habría por ahí una cafetería cerca que a esa hora estuviera abierta, pero a unos metros vio un bar extraño y, obviamente, se dirigió hasta allá sin pensarlo.