Reminiscencia [priv]

Abrió los ojos, percatándose que yacía en uno de sus costados. Un tanto somnoliento se sentó en la cama sintiendo como los suaves enredones se deslizaban ligeramente dejándole algo descubierto.

-"¿Dónde...?"

Apenas si reconoció donde se encontraba, estaba tan cansado ¡Pero no podía simplemente quedarse ahí sin hacer nada! Rápidamente, se puso de pie y vistiendo algunas de las ropas que habían sido designadas para él fue como decidió adentrarse en la biblioteca. ¡Wonderland estaba tan cambiado! Empezando por el lujoso castillo donde ahora residía, lo recordaba más lúgubre, más... agresivo.

Pero un inesperado anuncio en la lujosa puerta de la biblioteca le dio un giro a sus planes.

-

"Cerrado por limpieza"-

-Jum- Su rostro no tardó en mostrar la incomodidad al leer semejante letrero.

Podía abrirse paso por su cuenta y no importarle nada, pero, de seguro si la limpieza se llevaba a cabo en cierto lugar seria por órdenes de su real majestad, y mas valía no hacerle enojar... Ya ha pagado una vez por contradecir órdenes en antaño. Bueno, cambio de planes: caminaría por el pueblo, algo debía ser igual que en el antiguo wonderland ¿cierto? E inclusive ¿habría alguien que aun supiese hablar el lenguaje usado en antaño?

Al salir, su sorpresa fue enorme, no solo el castillo de corazones había cambiado ¡Sino el cielo también! Con sorpresa levanto el mirar hacia el cielo, ya no era de un color rojizo y con nubes grisáceas sino de un hermoso celeste con blancas nubes, daba la impresión de ser infinito. Frunció el cejo y entre cerró los ojos ante la molestia de la luz, aun no se acostumbraba a tanto brillo. Aunque si, pudo escuchar que alguien se acercaba a paso firme…

Y esos pasos eran nada más y nada menos que de la reina de Corazones. Aquella que llamaban “Alteza Serenísima” iba caminando malhumorada por los jardines, revolviéndose en su frustración. El día no había sido como esperaba y en fin...

¿Pero cómo fue que terminó topándose con Radamanthys? No era personal, sino que había resultado mera casualidad. El resto de los guardias y naipes soldado se escondieron al verla cruzar el jardín tan amenazadoramente, pero nadie tuvo la consideración de avisarle al Jabberwocky.

-¡Soldado! –le llamó la mujer, señalándole con el índice a su vez.- ¡Ensúciame! ¡Ensúciame toda! –ordenó. Y no parecía que se tratase de una broma.

Lo cierto es que se trataba de una inusual petición, pero para comprender las razones de la monarca había que conocer la historia…

El día anterior, la reina de Corazones había planeado un día romántico con Credo Southworth cuando supo que él pasaría la mañana y tarde siguientes encerrado en la biblioteca haciendo la limpieza. Pero, al parecer, las maravillosas ideas del mundo perfecto de Sarah no concordaban con la realidad.

La reina se llevó esa pequeña y desagradable sorpresa cuando, durante la limpieza de la biblioteca, ella intentó llamar la atención del General de Diamantes de ocho formas diferentes y ninguna funcionó.

“La novena es la vencida” pensó, arremangándose las mangas de su saco con rudeza. Porque sin duda irrumpir en el maníaco camino de un hombre con TOC no era nada sencillo y ver a Sarah ordenándole algo así al mismísimo Jabberwocky era la muestra.

Pero su lógica era simple. Si Credo no le hacía mucho caso por estar limpiando el polvo de las estanterías, entonces Sarah tendría que estar mucho más empolvada que eso y, así, el militar volvería a darle toda su atención.

-Vamos, esto es algo muy importante –dijo con preocupación, pero ¿cómo iba a exigirle eso a él si no llevaba la corona puesta?

Y cuando sus ojos comenzaban a acostumbrarse a la "molesta" luz del sol los pasos se convirtieron en una voz firme y autoritaria.

Le miró sobre su hombro, o casi pues tuvo que fruncir el cejo, gesto que no favorecía nada a su rostro, sobre todo por las pobladas cejas* que tiene. Mal paso para comenzar con la "nueva" (al menos, para él) reina de corazones. Se llevó la mano al rostro como para despabilarse.

-¿әɯɹɐuәpɹo ɐɹɐd sәɹә uә!nb?- Cuestionó en aquel antiguo lenguaje de wonderland.

No, espera, ya no se hablaba de esa manera.

Giró sobre sus talones para encarar a aquella dama que había osado mandarle de esa forma. Levantó el mentón y en un porte que claramente denotaba aires de grandeza, le encaro.

-No- Punto.

Tan fácil como eso, el solo recibía ordenes de la reina de rojo, la cual imaginaba seria una mujer intimidante (bueno, más de lo que Sarah lo es) "alta" y de endemoniados ojos carmín, casi como si destilasen fuego y, que con un simple ademan de la palma de su mano haría levantarse a miles de demonios.

Porque esa era la imagen clásica de su real majestad ¿Cierto? Seguida claro, por la tan conocida frase "Córtenle la cabeza"

-No recibo ordenes de nadie- Exclamó para dejar en claro su negativa, lo que también dejaba muy en claro con su tono tan profundo de voz que si bien no lo hacia apropósito, el hecho de tener que cambiar de lenguaje en tan poco tiempo, ocasionaba tal cosa.

Y es que, los naipes jamás le presentaron directamente con su majestad, solamente alegaron que la misma "estaba herida" y que estaría demasiado ocupada con las reparaciones del sitio así como asuntos personales.

¿Quién iba a decir que precisamente esto último fuese el mismo motivo que le hacía presentarse de semejante manera con el espectro?

La mujer cerró los ojos, como cuando alguien esperaba un tierno beso.... Aunque en realidad lo que deseaba recibir era un refrescante puñado de tierra. Sin embargo, el viento terroso nunca llegó.

-¿әɯɹɐuәpɹo ɐɹɐd sәɹә uә!nb?-

Sarah le miraba desconcertada, pero asintiendo con la cabeza como si hubiera comprendido su mensaje. Aunque la verdad era que ella le había entendido algo así como "ajkdsahdjaskdh" y definitivamente interpretar esa clase de códigos no era lo suyo.

Pero como creía que él obedecería de cualquier manera decidió no darle importancia y extendió brazos y piernas, acomodándose como una gran equis y esperando todo lo que Radamanthys quisiera darle... El problema fue que, al parecer, el Jabberwocky pensaba que Sarah tendría que esperar ese "algo" durante toda la eternidad.

Entonces lo dijo. Aquella unisílaba que la reina de Corazones odiaba que le dijeran:

-No

Sarah se extendió más, lista para quedar asquerosamente sucia y llevar a cabo su maravilloso plan. Hasta que...

-¿...No? -se veía tan confundida, como no entendiendo el concepto- ¡Espera! ¿Cómo que no?-arrugó el entrecejo, percatándose de pronto de que el otro se negaba. Torció los labios y le miró con indignación. ¿Qué pasaba con esa arrogancia? ¡¿Pues quién se estaba creyendo?! ¡¿Richter?!

Su Majestad bufó como un animal y luego dio unos pasos más para acercarse a él. Y lo hizo... Levantó su mano derecha amenazadoramente, para luego picotear a Radamanthys en medio del pecho con su dedo índice, una vez por cada palabra:

-¿Qué

clase

de

soldado

insubordinado

eres?

¡No me

provoques!

¡Más

te

vale

obedecerme!

OFF: En cejas pobladas~ -debichosxD-

¿Acaso no fue suficientemente claro su mensaje? (¿cuál? mejor dicho, su palabra) o es que ¿no pronuncio correctamente? No, ese no parecía ser el caso pues ella repitió lo que había dicho... o bueno, casi.

Su cuerpo se tenso y casi por instinto se coloco a la defensiva. Levanto un poco el mentón dándose aires de superioridad y también como si retase -irónicamente- a su majestad de rojo. ¿Qué haría? ¿Le golpearía? Torció los labios, quería ver que se atreviese a levantar una mano en su contra.

Oh, qué gran equivocación estaba cometiendo en su ignorancia.

y desdichados serian los naipes cuando el Jabberwocky se enterase de lo que estuvo haciendo al no ser presentado ante quien llevaba ahora la corona.

Pero en vez de algún golpe recibió unos ligeros "pokes" en su pecho.

-Obedecerte ¿Quien se supone que eres?- De un manotazo hacia afuera fue como se quito aquella falange tan nefasta de su persona.

Pues, no iba a mencionar, que la herida causada ya hace mucho por la espada Vorpal suele doler de vez en cuando, mas con algunos toques.

-¡Obedezco solo a la Reina, no lo repetiré nuevamente!- Empuñó las manos y alzó los hombros, así como a su vez dejó ver los blancos y fieros colmillos que poseía.

Algunos  naipes como soldados que se encontraban cerca del sitio hicieron lo más sensato que cualquier persona haría en una situación como esa: Correr.

Justo cuando la reina de Corazones pensó que sus maravillosas palabras habían surtido el efecto esperado, Radamanthys se encargó de destrozar sus ilusiones sin ningún reparo, pegándole un manotazo.

Sarah se quedó quieta unos instantes, aún sin poder creer lo que le acababa de ocurrir con ese militar. Aparentemente, los "poderes" que le otorgaba el hecho de pertenecer a la realeza roja no estaban funcionando y eso era algo muy extraño, hasta para Wonderland. Incluso, ella después se dedicó a mirar su mano como para cerciorarse de que todo eso era real.

Pobre mujer, en su mente no encajaba ni una sola pieza de lo que estaba pasando. Pero definitivamente lo más gracioso -o desconcertante, en el caso de Radamanthys- era que, por alguna razón desconocida para él, Sarah parecía inmune a sus intentos de intimidación. De hecho ella estaba más preocupada porque seguía perfectamente limpia, que por los afilados colmillos de la enorme y legendaria lagartija.

Entonces se cruzó de brazos y le miró haciendo un puchero.

Era obvio que Sarah no era una horrible mujer demonio cuyos ojos desprendían rayos de odio y destrucción, pero seguramente todo aquél que se hubiese encontrado con ella sabía que había todo una malvada reina roja encerrada en ese cuerpecito de 162 centímetros …Cosa que Radamanthys estaba por descubrir si osaba ponerle un dedo encima.

De pronto, la mujer se percató de que todos los guardias de los alrededores habían salido corriendo.

-¿A sí? -dijo Su Majestad mientras alzaba el mentón absoluta y completamente ofendida.- ¿Pues a qué reina obedeces que no soy yo, eh? -y se acercó a él para pegarle golpecitos en el pecho con ambos brazos, como haciendo una rabieta- ¿A quién? ¡Dímelo! ¿Es a la de Diamantes? ¿A Charlotte, verdad? ¿Qué tiene esa chiquilla desabrida que no tenga yo? ¡¿Qué tiene, qué tiene?!

Claro, por su mente nunca pasó la idea de que él simplemente no supiera quien era ella.

Y ahí estaba de pie, sin moverse ni un milímetro, esperando que, como solía pasar, la de cabello azabache terminara intimidada y se retirase del lugar.

¡Ah! Pero es que es más que obvio que para intimidar a la mismísima reina de corazones se necesita algo más que una actitud altanera o prepotente.

Por un momento su ámbar mirar se dirigió a aquellos soldados extraños con forma de naipes (o más bien su armadura les daba aquella forma) quizá corrieron por su culpa ¿verdad? Al menos eso le gustaba pensar de momento al enorme "lagarto" ¿Que fue lo que dijo? ¿Una reina?  ¡No, no! eso era broma. Bufo, si Sarah era realmente la reina ¿dónde estaba su corona, y por qué le pedía que la ensuciase?  Nada cuadraba, pero bueno nada lo hacía en ese mundo.

Aun así había posibilidad de que sus palabras fuesen ciertas, y entonces estaría en un gran aprieto, de nuevo.

No quería ni podía arriesgarse, tampoco su orgullo le permitiría acciones como tales. Chasqueo la lengua ya completamente fuera de sí, aunque a decir verdad su paciencia no era demasiada tampoco.

-¿Charlotte?- ¿esa quien era? ¡Agh! ¡qué nefasto es no saber nada del nuevo wonderland?

Tensó la quijada y tomo a Sarah de los hombros para hacerla ligeramente hacia atrás. Frunció el cejo y miro hacia un lado aunque eso fue más para buscar las palabras correctas para mencionar.

-Debí especificar. Yo sirvo a la corona de Corazones, y nada más por ende, ninguna otra criatura tiene el derecho de mandarme-

Pobre Jabberwocky reducido a humano, la enorme sorpresa que se llevaría al saber la verdad, y la humillación segura por la que tendría que pasar al pedir disculpas.

Y de un momento a otro fue como si un disco rayado sonase en el lugar y la sorpresa no buscó escondite en las facciones del rubio.
-” Pues a qué reina obedeces que no soy yo, eh?”- Momento… Si realmente estaban en el reino de corazones, como ya había comprobado anteriormente, no podía haber “otra reina” en el lugar ¿Qué caso tendría que otro de la realeza estuviese ahí? (aun no sabía bien de la nueva división de todo wonderland)

-Ma… ¿¡Majestad!?- Le soltó y por la impresión dio un par de pasos hacia atrás, mirándole en todo momento.

En serio, la cara de sorpresa del Jabberwocky no tenía comparación. Su semblante de por si pálido casi se puso blanco por la impresión misma ¿¡y qué clase de castigo se llevaría ahora!?

Seguramente la ultima, la tan conocida "córtenle la cabeza"

-¡Lo lamento!- Y en un dos por tres ya se encontraba sobre una de sus rodillas y con la mano diestra en su pecho a la altura del corazón.

Quizá la indignación de la reina era correcta pues uno debía ser muy estúpido o despistado como para no saber que era ella... o vivir enclaustrado, así como él .

-Lamento mi irreverencia, majestad. Pero como hace poco que observo algo más que cuatro paredes no tenía idea de su paradero.

Miró hacia un lado, más especifico en dirección donde se encontraban unos cuantos naipes observando aquella escena. Eso no le agrado para nada al rubio el cual se levanto de uno y dirigió una expresión de odio y agresividad para aquellos soldados.

-¡Todo es culpa de esos naipes! Pedí me presentasen a su majestad y se me menciono que estaba herida! ¡Ahora veo que no son más que mentiras! Debería arrojarlos a un pozo de melaza o cortarles la cabeza- Claro siempre es más fácil culpar a los demás... Aunque en esta ocasión no esté tan equivocado. –¿Y quién es esa tal Charlotte, es acaso alguien que se proclama reina de una parte que claramente pertenece a corazones?- Si que había mucho que explicarle al Jabberwocky.

Aunque la confusión era tan clara como confundir carditos con cerditos

Mientras tanto la reina le miraba atentamente, como queriendo ver en él algo que no estaba. ¿Cómo iba a castigar a un sujeto tan grande?  ¡Era como si quisiera castigar a Alexander Iskandar! Pero no, Iskandar era una persona con la cualidad de ser in-castigable. Agudizó la mirada y se puso la punta del índice en la barbilla. Pues, a lo mejor si lo hacía se le ocurría algo bueno.

-¡Lo lamento!

"¿Lo lamento¡? ¡Vaya manera de continuar una pelea!" Repitió Sarah en sus pensamientos. Si él se disculpaba así entonces se volvía un poquito más difícil tratar de reprenderlo. Vamos, que de alguna manera el hombre había sonado convincente…. Tal vez el hecho de agacharse para ponerse sobre la rodilla había tenido algo que ver.

Excusas, excusas, puras excusas.

¿Observar poco más que cuatro paredes? ¡Vamos, no es como si hubiera estado encerrado en las mazmorras durante años!

La reina apretó los labios. La manera de hablar del Jabberwocky le parecía tan extraña que se sorprendería si él no llevaba la lengua escaldada.

-Eso es lógico –dijo alzando el mentón orgullosamente- los naipes siempre tienen la culpa de todo. ¡Tienes buenas ideas, soldado! Pero si les quieres cortar la cabeza tienes que usar una segueta –aseveró- porque los machetes y las hachas de guerra no funcionan. O en lugar de melaza usar mermelada de fresa ¿Ya ves? ¡Eso sí sería una muestra de autoridad y poder! A menos que…. ¡Un momento! ¿Charlotte? ¿Quién te dijo que Charlotte se proclama reina de una parte que pertenece a corazones? ¿No le basta con tener el reino de Diamantes para ella sola que viene a meterse en MI reino? ¡Qué niña tan grosera! –estrechó la mirada, pensando que una reina de pelo azul iba a perder su preciosa cabeza…

¿Qué? ¡Los accidentes pasan!

- Espera, ¿quién eres tú?

Y en serio, helo ahí como perro faldero, solo le faltaba mover la cola, ¡irónico pues no tenía!

Tal como se esperaría, asintió ante las correcciones que su real majestad carmín hacia sobre sus comentarios de decapitar a alguien, pues, todos sabían que eso es lo normal en el reino carmín ¿No? aunque estén equivocados, el reino en si no es TAN hostil como las malas lenguas dicen. De serlo, seguro el hecho de hasta respirar sería castigado...

-"¿Diamantes? ¡Qué importa! si todo wonderland pertenece a corazones"- Bufó por lo bajo ¿Cómo harían para recuperar lo que les pertenece por derecho?

Lo que el cejón no sabía es que se hacia una pregunta que no ha tenido respuesta desde hace muchos, muchos años.

- әʇuәɯɹo!ɹәʇuɐ sәuozɐɹoɔ ɐ o!ʌɹ!s әnb uoƃɐɹp ә|q!ɹɹәʇ |әnbɐ ʎos oʎ!!- Exclamó poniéndose de pie y haciendo una reverencia dirigiendo su puño a su pecho justo a la altura del corazón.

Claro está que de nuevo su antiguo lenguaje hacia aparición haciendo que las palabras que salían de sus labios se escuchase más como un “blablabla” o un “assdfsadgfdaserwr”

-¡Quiero decir! Radamanthys, su fiel servidor, majestad ¿Puedo preguntar el por qué de su petición y por qué no porta la gloriosa corona de corazones?

Sí, que lame botas podía llegar a verse, pero es un tanto normal ¿Cierto? Aun no se adapta al nuevo mundo… ni lo haría en un buen tiempo.
Pero, algo llamó la atención del rubio: un amenazante proyectil se dirigía a su reina ¡No podía permitirlo! ¿Acaso eran esos de diamantes tratando de iniciar una guerra?  Casi en cámara lenta el Jabberwocky se lanzó para interponerse entre aquella agresión y su señora. Pero una temible baldosa se interpuso en el camino haciéndole tropezar y, para colmo aquello que se dirigía a Sarah pasó a una distancia considerable de ella.

A lo lejos, el torpe naipe que se había tropezado buscaba desesperadamente su brocha, para seguir  pintando los rosales blancos de carmín. Si, ese había sido el “temible” proyectil… ¿Y el rubio?  Helo ahí de carota contra el piso, sin levantarse aun…

- әʇuәɯɹo!ɹәʇuɐ sәuozɐɹoɔ ɐ o!ʌɹ!s әnb uoƃɐɹp ә|q!ɹɹәʇ |әnbɐ ʎos oʎ!!

Sarah rodó los ojos. ¿Qué rayos era eso? Era como tratar de leer en voz alta el jodido poema del Jabberwocky. -Irónico porque se encontraba justo frente a él-. Pero dejando de lado lo que fuera que él estuviese diciendo, la posición que había adoptado era sumamente épica. Y eso le gustaba a Su Majestad en sobremanera, así que asintió con la cabeza como si lo estuviera entendiendo.

-Radamanthys -dijo Sarah alzando las cejas. Había algo en el nombre que le sonaba familiar, pero no se acordaba de donde.-  Bien, la verdad es que yo…. -No iba a decirle que quería utilizar el trastorno obsesivo compulsivo de Credo Southworth a su favor, terminando con él en la biblioteca en una escena de limpieza exageradamente erótica. De manera que optó por responder a la segunda opción:- Oh, soldado, lo que pasa es que si me pongo la gloriosa corona de Corazones se me desgasta.

Bueno, en caso de ser cierto eso explicaba por qué rara vez se la ponía. Pero intentar decirle la verdad a Radamanthys pasó a segundo plano cuando una brocha salió disparada violentamente hacia ella. Sarah vio con horror cómo el objeto giraba a toda velocidad, soltando gotas de pintura hacia todos lados.

-¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! -Vio a Radamanthys caer aparatosamente en el suelo y, entonces, el proyectil atestó contra ella con sus suaves cerdas empapadas de pintura roja, manchando su Real rostro con ésta.- ¡Dónde ha quedado mi dignidad!! -exclamó arrodillándose en el suelo dramáticamente, mientras se llevaba ambas manos a la cara.- ¡¿Dónde!!? ¡¡Dónde!! ¡Rápido, Radamanthys, encuéntrala!

En serio, los naipes huyeron a toda la velocidad que sus torpes pies les daban ¡Es que quien sería tan insensato para quedarse en ese lugar? ¡Más aun sabiendo lo que acababa de pasar!

Correría sangre, caerían cabezas

O quizá no, la de cabello negro exigiría al dragón encontrar algo que, físicamente es imposible localizar. Colocó las manos en el suelo para levantar un poco el torso y mirar en cierta dirección

-¿¡Hacia donde ha ido!?- Porque lo mas lógico en wonderland seria buscar algo que no podía ser encontrado ¿verdad?

Tenía la cara roja y con algunas manchas de tierra debido a la caída.

Sin esperar ni un segundo el rubio se levanto de un salto y miro hacia ambos lados buscando la dirección en donde la "real dignidad" se su majestad había huido.

Chuu

chuu

 

Y tragó saliva. Sus fieros ojos se posaron sobre un matorral, había algo ahí que atrajo en sobre manera su atención y sabia bien que era… su estomago rugió, casi como si el mismo lo  hubiese hecho en su antigua forma.

-¡C-comida!- cual ágil y grácil felino se lanzo sobre la rata de campo que yacía escondida sobre el matorral, el mismo que anteriormente ese naipe pintaba con la brocha que golpeo el rostro de su alteza serenísima Sarah.

Apretó los puños y alzo los hombros mientras también fruncía el cejo. ¿Cómo que no? Pero claro, la expresión no le duro ni un segundo. Nuevamente la palidez inundo sus facciones

¿Qué había hecho? ¡Casi se come la dignidad de su real majestad! ¡Otra grave falta! ¡no era merecedor de segundas oportunidades!

Sin embargo, la reina se estaba mostrando tan benevolente ¡Debía dar gracias por ello! Se cuadró instantáneamente y a punto estuvo de abrir la bocota para disculparse y dar su explicación lógica y coherente -según él- del porque intento aquello.

Pasó pesadamente saliva ¿estaba bien si aceptaba la propuesta? No, eso era un sí definitivo, no es como si pudiese negarse tampoco, en parte porque seria grosero (irónicamente viniendo de alguien que gusta de humillar a la gente y hacerla sentir menos) rechazar su invitación.

-¡Si, su majestad!- Pero aquello sonó como un soldado acabando de recibir una orden, más que ser por voluntad propia.

Caminó al lado de la mujer, como si le escoltase en todo momento, y de hecho sus ojos ambarinas no perdían el más mínimo detalle de sus alrededores. Fue entonces cuando le vio y pudo reconocerlo, tanto así que empuñó con fuerza la diestra. Los rosales sonrieron, no, no eran los rosales.

La sonrisa literalmente desapareció de los arbustos, y apareció sobre la cabeza de la mujer de cabello azabache.

-¡TU!- Le señaló inmediatamente, para dar un ligero salto hacia uno de los lados. Si, ahí estaba ese condenado gato al cual tanto ha intentado comerse, y siempre en vano. Y mientras tanto los naipes intentaban arreglar todos los desastres, sin darse cuenta que en su apuro, causaban otros tantos.

Sarah caminaba a un lado del Jabberwocky tranquilamente, claro que sin percatarse de nada de lo que ocurría a su alrededor. Pero  de forma repentina Radamanthys se detuvo y la señaló.

-¿Qué? ¿Yo? -dijo Sarah señalándose a sí misma. No obstante notó al rubio mirar algo más arriba de ella y alzó la cabeza, pero no vio nada sobre sí.

Volvió a ver a militar y arrugó el entrecejo.

-¡No te entiendo! ¿Yo qué? –se cruzó de brazos y puso una de sus mejores caras de mujer enojada. Obvio a Cheshire eso le tenía sin cuidado y, como si nada, se escurrió lentamente frente a la cara de Sarah sólo para hacer aparecer su enorme sonrisa encima de sus torcidos y apretados labios.

Cuando la reina notó que Radamanthys todavía le miraba así, supo que había algo más, algo que ella no había visto.

-¿Ahora qué me ves? –se quejó con la gigantesca sonrisa de Cheshire frente a sus labios, pero ella todavía sin darse cuenta de eso, frunció el entrecejo aún más.