Sin tantita pena -Priv/ mily giselle-

Cualquiera pensaría que trabajar en el establo era bastante sencillo. Sin embargo resultaba todo lo contrario y obvio como en todo lugar, un error mínimo y cualquier accidente puede suceder (como ese estúpido día en el cual por observarse de mala manera la suela del zapato termino cayendo al abrevadero donde los caballos tomaban agua).

No iba a admitir que cuando uno de los soldados llevo a ese equino castaño desconfió del animal, por más extraño que pareciere, pero Richter ya tenía experiencia, y ojo para aquellos animales difíciles de tratar, nada que no pudiese manejar según él. Dejaron al animal en el establo y el soldado se retiró. Ya se haría cargo de ese caballo cuando terminase de cepillar al majestuoso Bucephalus. Apenas y estaba buscando el cepillo de alambre para terminar su labor, cuando de repente y por el rabillo del ojo, le miró. Las patas traseras del hostil potro se elevaron pretendiendo darle un buen golpe, sin embargo el príncipe fue más rápido logrando saltar hacia atrás y muy apenas para poder esquivar. Por el movimiento, metió el pie en una cubeta tropezándose con ello, para ir a dar al suelo, sobre uno de sus hombros. El golpe pareció ser más aparatoso de lo que en realidad era.

Ante tal ruido (el relinchar del caballo, así como el golpe y lo de la cubeta) alertó a uno de los escuderos que rápidamente fue a ver que había pasado, encontrando así a un Richter sentado en el suelo tomándose el hombro y con una expresión que jamás se pensaría se dibujaría en sus facciones: Miedo. Estuvo cerca, demasiado cerca para su gusto. Desgraciadamente para el orgulloso castaño los preocupados trabajadores insistieron demasiado en que debería ir a la enfermería, y aunque él se negó repetidas ocasiones, al final, para que dejaran de hostigarle, acepto.

Y helo ahí, sentado en la camilla con una expresión de nefasto en su rostro, como solo él podría mostrar. Seguramente los chismes entre las mucamas y sirvientes no se harían de esperar y el ya hasta los estaba oyendo, seguro “Un caballo pateó al descuidado príncipe” y alguien más diría “se lo merece, por no prestar atención, o trabajar con esas fieras” y así sucesivamente.

Finalmente, el rechinar de la puerta le hizo prestar atención. Para su fortuna, no se trataba de un viejo amargado, como el imagino, sino una joven de “cabellos de fuego”. Sonrió.

-Hola enfermera- Canturreó. Ahí iba, el mujeriego “potrillo Belmont”.

Majestad... Aun no se acostumbraba a que le llamasen de esa manera, y no hacia poco tiempo del título. Le miró detenidamente, era linda... Aunque le parecía conocida. Se forzó a recordar de donde ¡Por favor! ¡Que no fuera una de las que ya le habían abofeteado!

Asintió siguiéndole con la mirada. Él estaba bien, no necesitaba trato medico, de ser por él continuaría ahí en el establo, como si nada hubiese pasado. Maldita sea ¿Por qué tuvo que verle ese chiquillo? Y ahora seguro no iba a poder dormir por estarse auto reprendiendo por aquel mínimo error, así de orgulloso era. Simple y sencillamente, para él, había hecho el ridículo. Y una sonrisa llena de confianza y un toque de picardía se dibujó en las facciones del libertino príncipe; con un ligero dolor en el hombro, bien escondido, cruzó los brazos, mientras ladeaba ligeramente el rostro, mirándole como cachorro desentendido.

-¿El problema?- Cuestionó, haciendo el idiota, o bueno, más de lo que ya muchos le catalogaban. –El problema madmosille es que tengo el corazón roto por no conocer vuestro nombre-

Por cosas similares, era mejor que “el potrillo” Belmont se mantuviese alejado de la enfermería, a menos, claro, que realmente fuese necesario.

¡Punto para el potrillo Belmont! Al menos "Mily" no le había abofeteado como otras lo habían hecho y eso que es el príncipe de corazones. Quizá eso era un punto malo pues la mayoría del pueblo sabe que no se toma bastante serio su puesto en la realeza.

-Mily... es un bo...- Y no terminó.

Cerró fuertemente los ojos mientras apretaba la quijada, le hubiese gustado llevarse la mano contraria hasta el hombro donde tenía el golpe. Afortunadamente la pelirroja lo soltó rápido. No perdió tiempo e hizo lo que pretendió en ese momento. Frunció el cejo ligeramente al momento que torcía los labios, en una clara muestra de fastidio, al menos ese golpe era mucho mejor que lo hubiese pateado de lleno el caballo...

No obstante, aquel "puchero" fue interrumpido al escuchar la nueva indicación de la doctora ¿Quitarse la ropa?

-¿Vamos muy rápido no crees?- Menciono a manera de doble sentido con una amplia y algo desvergonzada sonrisa en labios.

Tomó su gabardina para quitársela y sin "tantita pena" se despojo de la camisa de lana que llevaba bajo de ella. Le observo luchar contra la altura, para obtener algo de la repisa en ese momento el príncipe del reino carmín maldijo que la chica no trajese falda*, una verdadera lástima.

]-“¿pero qué mierda?”- Se reprendió mentalmente, eso ya era bajo, había una delgada línea entre ser un maldito vulgar y un adulador de primera. Carraspeo un par de veces, para distraerse.

-Mily... Me da la impresión de haberte visto anteriormente por palacio ¿Me equivoco?-

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OFF: *Corrígeme si me equivoco para pode editar el post ;//A//; lamento la tardanza.

Quizá el menor de los Iskandar debía ponerse un buen freno. Coquetear con todas las mujeres que se topara no era muy bueno que digamos, y tampoco hablaba muy bien de él y desgraciadamente de la realeza a la cual pertenece...

No había nada más importante para el que llenar de orgullo a sus hermanos Sarah e Iskandar, y ser la envidia del reino de Diamantes. De vez en cuando apretaba la mandíbula y los puños. No le gustaba ir al médico, claro, por no mostrar debilidad, no había cabida para algo de la índole.

Cuando la pelirroja se retiro, él le siguió con la mirada, no sin antes hacer un ligero gesto de disgusto por el olor del ungüento. Hasta eso, se dejo hacer mientras la chica preparaba el vendaje, incluso separo ligeramente los brazos para facilitarle el trabajo. Desvió la mirada.

-Pudo ser peor, por suerte me moví, me pateó un caballo o al menos lo intentó- con un ligero soplido apartó un estorboso mechón de cabello que había interferido en su visión -de ser esa forma otro cuento seria-

Tomo su camisa, para ponérsela, aunque solamente por encima y sin abrocharla.

-Así que ¿atiendes al grandote y a Sarah? eso explica porque no te he visto mucho en el castillo- Bueno y eso que vivía en los establos, por así decirle.

Suspiró con pesadez. ¿La que sabia sus malestares? Seguro también sabría los de él, y fue un golpe bajo al orgullo, pues siempre ha tratado de ocultar que, en ocasiones, no puede ni levantarse de cama por las terribles jaquecas que padece.

Pese a eso sonrió ladinamente, mirando hacia otro lado. Metió el brazo "sano" por la manga de la camisa, pues no podía mover muy bien el otro debido al dolor del golpe. Cruzó la pierna diestra sobre la izquierda, observando la interacción de la doctora con el soldado hasta que este, se despidió.

-Si que eres bastante solicitada- fue lo primero que musitó, antes de responder a la pregunta de Milly. –La verdad, si. Me gusta más estar en compañía de los animales, siento que son mas honestos y sinceros que un humano. Solemos juzgar a las demás personas aun sin conocerlas, o hasta despreciarlas. Los animales no lo hacen, no esta en su naturaleza, son más nobles y fieles y solo matan en caso de ser necesario o en defensa.-

Una sonrisa sincera se dibujo en sus morenas facciones.

-Para ser sincero me siento mas cómodo entre ellos que con los adinerados nobles, que solo esperan que la realeza se equivoque para juzgarla. No digo que toda la gente sea así, pero la mayoría lo son...- Suspiró pesadamente -Creo que encontraras un tanto descabellada mi manera de pensar y hasta ridícula viniendo del príncipe de corazones-

Aunque ya estaba acostumbrado a eso, igual, desde pequeño estaba acostumbrado al rechazo de sus ideas por parte de sus padres.

El moreno simplemente amplió su sonrisa mientras se inclinaba un poco hacia adelante, recargando solo el antebrazo "sano" sobre su muslo, para así, poder verle con mejor claridad y por ende -según él- entablar una mejor conversación con la pelirroja. A decir verdad, a Richter no le importaba si solo era "la doctora" real, le interesaba mas el punto de vista que ella tuviese, y sobre todo que compartía el mismo que él. No era tan extraño después de todo, como una que otra ocasión a sentido serlo.

Negó con suavidad ante el rubor y preocupación que mostró la doctora al pensar que le estaba incomodando.

-No te preocupes, seguro debido al incidente nadie se preocupara en el establo por mis deberes. Además, soy el príncipe, tengo mayor autoridad en ese lugar que cualquier otra persona.- Y por supuesto su soberbia no iba a permitirle que alguien con "menor rango" intensara mandarle.

-Aunque veámoslo de otra manera. Dices que eres tímida para entablar conversaciones con la gente, pero mira ahora, estas charlando conmigo sin problemas ¿No es así?- Tal vez era el quien se pasaba de seguro al entablar conversación con las personas ¿Verdad? Especialmente, con las mujeres…

¿Quien iba a pensar que alguien -que no fuese un comprador- se interesaria en sus inusuales charlas de equinos? Si que era un buen cambio, para variar.

Mientras Mily hablaba, Richter comenzó a abotonarse la camisa, lo último que necesitaba para empeorar su día era que alguien entrase y sacara malas conclusiones. Despues de todo, ya tiene "su fama". Cuando le escuchó reir, levantó la mirada, dependiendo de la situación podria tomarse algo así a bien o a mal, y en ese momento era la primera opción. Sonrió, y se llevó la mano hasta el hombro de donde ahora emanaba un desagradable olor por el ünguento, supuso se acostumbraria un poco mas tarde.

-No es algo de admirarse. Cuando gustes y quieras eres bienvenida en los establos, si quieres hasta podria enseñarte a cabalgar cuando este mejor del hombro- negó ligeramente, fue un idiota al confiarse de semejante forma con ese equino Piensa que acercarte a un caballo es como cuando tratas a tus pacientes, debes estar segura de ti misma y no dudar al hacerlo porque ellos sienten los nervios y tambien se ponen nervios, aunque suene raro entonces a algunos no les parece y es por eso que no quieren que se les ensille

Y el de cabello castaño no pudo evitar el hecho de arquear una ceja con curiosidad notable al escucharle esclamar tal cosa -y por no admitir abiertamente que dio un ligero respingo debido a lo inesperado que resulto ser el comentario euforico de la peliroja-

Aunque, hasta eso, el moreno dejó escapar una risilla ligera al ver sus mejillas tan rojas, como su cabello mismo, vaya que era timida y contrastaba demasiado con al seguridad que mostraba al atender a sus pacientes.

-¡Ah, que bien!- Si, lo último que necesitaba era estar aguantando el "apestoso" olor a hierbas medicinales gracias a la estupidez de haberse tropezado con una cubeta.

Aunque, aquello fue mucho mejor a haber sido pateado por el caballo, pero por orgullo aquel error no iba a olvidarsele durante una semana, al menos. Guardó el frasquito en una de las bolsas de su gabardina carmín. Y ¿Qué era lo que escuchaba? vaya que Milly podia llegar a ser "chantajista" pero un trato era un trato y si ella se sentia con más confianza yendo a "atenderle" y de paso ver a los equinos, por él no había problema alguno...

Y lo cierto es que no iba a poder moverse como quisiera debido al golpe.

Se llevó nuevamente la contraria hasta el hombro, palpandolo ligeramente.

Me parece bien, la verdad es que, aquí entre nos, soy bastante cabezota y seguro se me olvida que no puedo moverme correctamente, así que necesitare de alguien que me reprenda- Se encogio ligeramente de hombros (al menos lo que pudo debido al dolor de uno) llevando las palmas abiertas hacia los lados, en un gesto totalmente despreocupado. ademas, sirve que los conoces de poco a poco y te acercas, ya cuando este mejor te enseñare a cabalgar y veras que pronto espolearas a un caballo para que corra velozmente por las llanuras

Off Descuida se que siempre respondes n-n

Richter nuevamente desvió su atención hacia la puerta que se abrió repentinamente. Otro soldado con malestar, si que Milly era bastante solicitada, eso hablaba bien de sus habilidades medicas ¿cierto? Sonrió, aunque con sinceridad, cosa rara cuando estaba con una mujer, pues no es secreto que tiende a filtrar con cualquier jovencita que tenga oportunidad.

Aunque el castaño solo correspondió con un ligero ademan con la cabeza ante el saludo que el militar ejerció para con él.

-¿ah?- Es cierto, Milly no le había dado un precio por haberle atendido.

Suspiró ¿así que era ese tipo de personas? No tenía remedio. Con la mano libre de dolor se rascó ligeramente la nuca antes de ponerse de pie.

-Oye, oye ¿qué tipo de bromitas son esas?- Frunció el cejo mientras caminaba al lado de ella.

Aunque bueno, a su lado, la molestia no duraba demasiado. De esa forma fue como se encaminaron hasta los establos. Afortunadamente los sirvientes habían cerrado las puertas de los mismos.

-Bienvenida a mi puesto de trabajo ¿con cuál de todos estos chiquillos te gustaria intentar?- Claro que por chiquillos se refería a los equinos del establo.

Los labios del moreno mostraron una amplia sonría al observar la sorpresa de la chica "cabellos de fuego"

Bueno, no es como si realmente fuesen a empezar así de rápido, Richter sabe del miedo que ella posee y que algunos potros son capaces de jugar malas bromas al percibir los nervios y el miedo mostrado ante ellos. Solamente con que se acercase a uno a una distancia prudente, no debería presentar problema alguno.

Y "voila" la doctora mostraba una reacción digna de un chiquillo entrando en una enorme tienda de peluches de felpa. El príncipe camino con toda confianza hasta sitiarse al lado del corcel al que ella se refería.

-Su nombre es Mathias-

Y con la diestra palpó el cuello del mismo. --Anda, ven. Es un buen chico, no te hará nada con la otra mano le invito a acercarse.

Técnicamente no mentía, el otro caballo que le había pateado fue llevado hasta el corral para evitar estragos, seguramente el pobre lo que necesitaba es que le dejasen libre un momento.

Era normal que la pelirroja le huyera el contacto a los equinos. Mas Richter no iba a juzgarle por algo así, a la contra, respetaría tal cosa pues ha sido la única que ha hecho semejante petición: Enseñarle a mostrar, vencer su miedo a los caballos.

Por lo general al príncipe siempre le decían que pasar más de un par de horas en los establos era solamente perder el tiempo y nada más.

Los animales son sucios ante los ojos de los nobles, y por ende es que el castaño siempre tiene rencillas con los mismos.

Sonrió, y no se movió ni un milímetro cuando sintió la mano de Milly sobre la suya. Traviesamente la idea de deslizar su mano en un movimiento rápido le pasó por la mente, para que la menor sintiese directamente el pelaje del equino. Pero, no fue sino entonces que escuchó aquella frase.

-Esta bien, si eso quieres- Le miró aunque por la diferencia de alturas tuvo que bajar un poco el mentón.

-¿Tonta? No, para nada. ¿Cómo pensar de semejante manera?

Aunque la doctora no pudo responder a semejante pregunta pues fue cuando quizá en una broma, el corcel emitió un relincho. Inconscientemente, el de ojos grises coloco las manos sobre los hombros de la pelirroja.

-Uy, lo lamento. A algunos les gusta jugar malas bromas- Y el caballo movió la cabeza como si asintiera mientras "contaba" con una pata delantera.

OH, valiente decisión. Milly si que había sorprendido ya más de un par de veces al castaño ¡Mira que decidir montar el caballo que había osado jugarle una mala broma, y por ende asustarle!

Cruzo los brazos mientras torcía los labios haciendo un ligero puchero. Su mirar se enfoco en el equino como si le estuviese reprendiendo.

-He... ¿Como decirle que es un vago y no se toma tan en serio su papel de príncipe?

Si, solo cuando es realmente necesario es que suele actuar como tal, pues no quiere defraudar a su hermano mayor y sobre todo, a Sarah.

Al pensar semejante cosa bajo la mirada unos instantes, que patético era realmente, ahora se daba una idea del porque le aborrecía tanto su madre. ¡Pero no era momento para pensar en algo así! Cuando menos acordó tenia la mirada de la doctora cruzándose con la suya, y no supo cómo demonios, pero se sonrojo. ¡Si ya está acostumbrado a eso! Es decir, todo mundo sabía que le encantaba conquistar a cualquier damisela con la que se tope, tan solo para cosa de una noche.

No sabía porque pero algo le decía que sería incorrecto -por primera vez pensó semejante cosa- pensar de esa forma para con una mujer, especialmente para con la pelirroja que le ayudo desinteresadamente.

-Descuida, no creo que me extrañen mucho en mis deberes... Alexander y Sarah bien pueden hacerse cargo solos de ello- ¡ah espera! no puede tener uno de sus ataques de envidia y celos en ese momento, esta frente a Milly.

Ya dejaría eso para después.

-Si quieres podemos empezar ahora mismo. El hombro no me va a dar lata para enseñarte- y si así fuera simplemente por orgullo iba a tragarse el dolor y listo.