Sanando los malos auguriós [Priv/Nero/Dante]

La batalla habia sido dura, y hubo un tiempo en donde quiza cualquier soldado participe de esta pensaria que no llegaria a su fin, o que estaban obligados a mantener la desesperanza y sucumbir ante la oscuridad de aquellas enormes alas del demonio.

Lo cierto era, que gracias a ese extraño par de albinos la batalla habia llegado a su fin, si bien, nadie supo con certeza que fue lo que ocasiono la muerte de la mujer de rojo, agradecian ese hecho. Pese a sus heridas logro mantenerse de pie hasta el final, claro, con sus consecuencias. Y helo ahi en una camilla... O casi.

Un grito de dolor escapo de los labios el canido moreno. ¿Debido a? Ah, si, ¡Por que estaba inquieto! El juraba y perjuraba que no podia estar ni cinco minutos mas ahi, debido a que habia sido ascendido a General, ahora tendria muchas mas obligaciones, y una de ellas no era estar tendido como un idiota en una camilla. Se llevo la diestra hasta el costado izquierdo, en donde tenia una venda, bueno en si tenia casi todo el torso vendado, debido a la mordedura que aquel demonio habia hecho entre el cuello y su hombro y despues la costilla rota al haber sido aventado a una de las viviendas, esta ultima fue la causante del quejido sonoro que hizo, pues al tratar de levantarse, por quien sabe que numero de ocasion las heridas le obligaban a estar tendido en su lecho.

Una de las enfermeras del lugar nego al observarle, mientras le tomaba del hombro sano para hacer que se recostara de nuevo. La joven suspiro con resignacion mientras le miraba para regañarle, nuevamente.

-¿¡Cuantas veces le he dicho que NO se levante!?-

Fruncio el cejo, observando que la venda del hombro comenzaba a mostrar manchas color carmin. Miro al otro can.

-Y tu, no deberias dejar que se levante-

Suspiro pesadamente para retirarse y buscar vendas nuevas, los heridos habian sido demasiados como para "perder el tiempo" regañando al moreno. Credo solamente bufo desesperado ¿Cuanto mas tendria que estar tendido en el lugar? Se llevo la vendada izquierda hasta su rostro y masajearse la sien.

-Odio este lugar-

El olor a cloro, medicina, sangre... Lo que daria ya por largarse de ahi. Miro a Nero seguro tiempo despues haria mofa de toda la situacion que estaba pasando el mayor en esos instantes... No obstante, habia otro detallito, pequeñito pero muy importante, por el cual odiaba mas ese lugar "cierta persona trabajaba ahi". Sus canidas orejas fueron hacia atras debido a la molestia de recordar ese detalle y un apenas sonoro gruñido salio de sus labios nuevamente

Inesperadamente aquella guerra había traído no solo consecuencias para aquel pobre y ahora destruido pueblo de semi-humanos, sino para cada uno de los reinos. La armada había sufrido, cada uno de ellos con más bajos que alto, pero a pesar de eso se veían felices, incluso heridos celebraban el hecho de haber terminado con la Demonio Rojo. Increíble que un cuento de niños se volviera realidad, y que dicha mujer haya existido realmente, pero ahora ya nadie quería relatar ese cuento.

Por labios del ejército de rojo había escuchado que el ejército de amarillo había tenido una gran baja: El general había muerto. Y no solo eso, sino que habían ascendido al Capitán para reemplazarlo. Pensándolo detenidamente, el capitán de esa armada no era nada más que mi hermano mayor. ¿Ese idiota fue a esa maligna guerra? ¡Sí ese maldito murió en combate realmente no se lo perdonaría! Ni yo me lo perdonaría.

Aprovechando la situación de estar trasladando a los heridos de un lado a otro, literalmente me di un aventón al reino amarillo. Tampoco fue algo agradable el viaje, la mayoría de los cadáveres eran semi-humanos. Y en el sanatorio, las cosas eran peores, las enfermeras se movían de aquí para allá atareadas. Solamente al preguntar me respondieron a gritos y me indicaron o arrastraron a donde debía ir.

¿Y ahora? Estaba justamente sentado al lado del mayor quien no se quejaba de su situación, se levanta cada dos por tres y entre las enfermeras y yo nos cansábamos de estar recostando. Y esta ultima enfermera pues era espantosa, regañándonos a ambos como si fuera nuestra madre.

-Deja de ser un niño grande y compórtate –Hasta en cualquier momento aprovechaba para burlarme del mayor. Pero realmente, al mirar su vendaje me daba un poco de lástima y me hacía sentir impotente- Ya las manchaste otra vez…

Bufé. Otra vez tuve que levantarme para buscar un par de nuevas vendas y alcohol. Al regresar, di un leve golpe en la cabeza a Credo, sentándome nuevamente dejando todo sobre la cama.

-¡Deja de moverte tanto! –Proseguí a quitarle las vendas con cuidado a que no se desangrará o lastimará, otra vez.

De mala gana miro al albino cuando le reprendio, ya suficiente era con lo de la enfermera, aunque era cierto, debia comportarse y no hacer aun mas pesada su estadia. Suspiro desganado ¡Estupida herida! si no hubiese sido tan descuidado y hubiese reaccionado a tiempo aquel esbirro no le hubiese tirado de su montura.

Inconscientemente, se llevo la mano contraria hasta la herida y presionar un poco en lo que Nero llegaba. Y como pudo, se sento en el borde de la cama con bastante dificultad, cualquier movimiento dolia, por la costilla y la herida del hombro. sintio el ligero golpe que su hermano menor le propino ocasionando que afilara la mirada, pero Nero estaba en lo correcto: No debia moverse.

-Es dificil cuando te duele todo sin importar lo que hagas-

Tenso la mandivula mientras el otro retiraba el vendaje.

-Dejalas que se ensucien, duele mas que las esten cambiando a cada rato-

Espera... ¿Que? Ya no estaba pensando correctamente. Igual, suponia que era normal estar de esa manera, pues los animales suelen ponerse agresivos cuando estan heridos ¿Verdad? Como pudo, se miro la herida pero casi de inmediato retiro su mirada, no por la gravedad de su herida, ni porque no aguantase la sangre, como soldado estaba acostumbrado a esas cosas, lo que llamo su atencion fue, observar a tanto herido en el lugar... Las bajas si que habian sido enorme, y los heridos mucho mas.

Dio un leve respingo al reconocer a cierta figura en el lugar. De uniforme blanco y pulcro, cabello castaño claro sujeto a una coleta alta... La chica parecio no percatarse de su presencia, o quiza simplemente le ignoro. Cualquiera que fuese el caso Credo desvio inmediatamente la mirada.

-"Lo que me faltaba"-

¿Por que demonios tenia que aparecerse ELLA en ese lugar y en ese momento? Bueno con que no se acercara, todo bien, de por si su humor no era el mejor en ese instante. Debia pensar en otra cosa, distraerse con algo, aparte del dolor claro estaba… Y lo consiguió.

-Nero…- Comenzo mirándole seriamente.

¿Deberia decirle? No era prudente, seguro ya estaba preocupado con el solo hecho de saber que estuvo en la guerra… decirle que el albino estaba allí también y tuvo a la reina roja frente de el, no era prudente, al menos en su momento. Asi que pensó en una distracción que fuera muy discreta, por fortuna, lo logro. Llevo la diestra hasta la frete del albino, para hacerle ligeramente hacia atrás.

-¡Ya! Suficiente, no las aprietes tanto-

Se refería a las vendas, aunque estaba fingiendo, las vendas estaban apretadas justamente lo necesario.

-¡Vamos, vamos!

Gritaban los enfermeros que velozmente pasaron a un lado de ambos. Más y más personas heridas llegaban al sanatorio, todos estaban tan atareados que de vez en cuando se golpeaban entre sí al llevar tantas cosas sobre sus brazos que no se fijaban de que tenían en frente.

Esa maldita guerra trajo demasiadas consecuencias para todos, pero justo ahora tenía una mejor preocupación. Proseguía quitándole el vendaje manchado a Credo con cuidado y despacio a que la herida no se abriera, el mayor no parecía importarle mucho eso, aunque si estaba algo a la defensiva y más ahora que es general del ejército amarillo.

¿Qué lo dejará que se manchará? No parecía ser el Credo que conocía, el que conocía era un maniaco obsesivo-compulsivo por tener todo en orden y limpio desde que era niño. Terminé de desvendarlo y arroje dichas vendas a un lado de la cama, ahora venía a volver a vendarlo con nuevas.

Mi oreja derecha se elevó al escuchar al mayor hablar, seguido de mi mirada, estaba serio como si quería decirme algo, hasta que me empujo con la mano y aquello me hizo gruñir y llevarme una mano a la frente.

-¡¿Pero qué cojones te pasa?! -Me extrañaba ese comportamiento. Además, estaba cien por ciento seguro de cómo poner una mísera venda- ¿Qué hice ahora?

-¿Sucede algo? –Esa voz me hizo voltear. Una chica de cabello castaño y ropajes blancos como la de todas las enfermeras se nos acercó con paciencia y una sonrisa en su rostro.

-Nada, es solo que el muy idiota de mi hermano no se queda quieto –Suspiré llevando mi mano a mi rostro.

Y se produjo un sutil silencio. Al alzar la mirada vi que la chica se quedaba viendo como sorpresivamente…. A Credo. Por mi parte enarque una ceja sin entender, al igual que doblaba una oreja hacia abajo y la otra se mantenía en punta.

-Credo.. ¿Eres tú? Tanto tiempo…

-¿Eh? ¿Se conocen? –Ahora yo lo miraba con curiosidad.

No era de extrañarse la reaccion de Nero fue tan predecible, sin embargo, tuvo que actuar de esa manera, pues no queria preocuparle aun mas. Aunque quiza se estaba dando mucha importancia, seguro Nero no estaba tan preocupado, y si lo estaba, hacia un buen trabajo ocultandolo tras su personalidad arisca y altisonante.

Fruncio el cejo, fingiendo molestia, aunque no pretendia iniciar una pelea, solo hacerse el inquieto cosa que realmente en ese momento no habia que esforzarse por aparentarlo.

-Apretaste de mas el...- Su mirada se desvio ante la voz de la joven.

-...Vendaje-

¡Pero que sorpresa! la persona que no queria cerca suyo... Seguro ambos hermanos llamaron la atencion de la joven, y de las demas enfermeras como lo habian hecho desde que obligaron al Ex-capitan a permanecer quieto en la camilla. Estuvo a punto de decirle que no sucedia nada, que estaban bien y no necesitaban ayuda, no obstante, Nero se adelanto. ¡Genial! Sus palabras seguramente harian que se quedara a ver en que podria ser util ¿Por que rayos no se iba a otro lugar? Habia muchos soldados heridos ¿Por que precisamente tenia que haber ido a curiosear con el par escandaloso? no menciono nada, miro seriamente a la joven, como lo hacia usualmente con la gente de su armada, escudandose como siempre tras esa mascara de militar estricto y austero, cosa que seguro no le iba a servir de mucho, pues unos cuantos años de relacion basta para conocer a una persona, o al menos sus reacciones.

-"callate Nero"-

No pudo decirlo, solo lo penso, y entonces la chica hablo, ahora se dirigia a el. Con un esfuerzo sobre humano logro contestarle de manera correcta y no con una frase como "No, te equivocas de persona" o algo hipocria o incluso sarcastico.

-Hola kyrie- Increible, pero el nombre salio y sin dificultades, bueno que
importaba seguro podria escudar algun mal gesto con el dolor de su costilla u hombro.

Suspiro pesadamente (con algo de dificultad pues en ese estado hasta respirar costaba, sin exagerar)

-Nero, ella es Kyrie, una...- ¿Amiga? No, su ex Novia... Solamente sonrio afable, aunque por dentro estaba que se lo llevaba el diablo.

-Una amiga, nos conocimos hace años. Kyrie, mi hermano Nero, alguna vez te platique de el, pero hace poco que nos encontramos de nuevo-

¡Demonios! Odiaba ser el centro de atencion, y mucho peor, en un momento como ese, solamente podia pensar en una cosa y era algo asi como "Tragame tierra" ¿Acaso podrian ponerse peor las cosas? Seguro... Pero no se le ocurria alguna otra cosa. No habia que ser un genio para percatarse que aquello se habia vuelto una bastante incomoda situacion, al menos para el nuevo General de Diamantes.

-¿Como esta tu hijo?- Indirecta, de esa manera podia hacerle saber a Nero quien era, solo esperaba que su florido lexico no hiciera de las suyas, empeorando todo.

Pasaron unos cuantos minutos mientras aquella mujer y el mayor se quedaban viendo, y el otro intentaba buscar palabra alguna para decirle. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Desde cuándo se había vuelto tan tensa la escena? Y la chica parecía muy calmada, incluso su sonrisa no se quitaba, estaba esperando alguna reacción del mayor. Y cuando el mayo habló la chica sonrió más, justamente porque ese era su nombre.

¿Una amiga? Pues en la forma en lo que decía no parecía ser simplemente “Una amiga”. Cuando me presentó la castaña llevó sus manos a la boca sin poder creérselo y se acercó un poco más a mí, cosa que hizo que me moviera hacia un lado inconscientemente.

-¿Tu hermano? –No parecía ni creérselo- ¡Qué bien! Al fin lo hallaste…

Me esperaba más un “Creí que estaba muerto” pero tampoco iba a mal esa argumentación. Inclusive la chica estiró su diestra y me dio una suave palmada en la cabeza, mientras que por mi parte ladeaba un poco la cabeza poniendo una cara como bien diciendo “No me toques”.

¿Un hijo? ¿Tenía un hijo? Un momento, un pequeño recuerdo de una conversación de que tuvimos ambos al reencontrarnos se me vino a la cabeza.

-Oooooohh –Así que era la facilona que lo dejo por otro y terminó en la cárcel, con razón el ambiente tan incómodo.

-Pues está muy bien –Y ella ni se inmutaba o algo, era como si el ambiente tenso pasará de largo y unas flores revolotearan a su alrededor- Pero mírate nada más…. ¿Seguro que estas bien?

Yo miraba entretenido toda la escena, entre la peculiar manera de espantar la incomodidad de Kyrie y la tensión producida por esa misma persona para Credo. Una vaga risilla se escapó de mi boca, no fue audible para la mujer pero si esperaba que lo fuera para el mayor.

-Puedo ofrecerte algo… Para eso es el deber de las enfermeras…

-Si Credo, es su d-e-b-e-r ofrecerte lo que q-u-i-e-r-a-s –Decía bastante con burla e indirecta- Te la está poniendo faaaaaaaaaaaaacil~~ –Y eso ultimo lo dije canturreando.

Y Kyrie ni siquiera se daba cuenta de las indirectas…. ¿En serio salió con ella?

-Ya enserio hombre… ¿Fue con ella quien saliste hace años? –La apunté con el dedo pulgar zurdo, y la chica ladeo la cabeza con curiosidad.

-Oh vaya, te conto de nuestras “aventurillas” –Rió suavemente, y en mi mente se maquinaba una teoría de la chica: Era tan inocente como para agarrar las indirectas, o tan macabra como para jugar con nuestras mentes.

¿¡Inocente!? ¿Ella? Si, aja y Credo era un maldito desordenado y todo un vago.

Si que bien por el, a ella ya no le incumbia lo que aconteciera en torno a la vida del canido castaño. Pero no, hela ahi, haciendo platica tan calmada como si no estuviesen sus compañeras de aqui para alla y no hubiese muchos soldados heridos. ¡Bingo! Nero comprendio la indirecta, muy a diferencia de la castaña, ya, en serio ¿Es que no podia largarse?

Parecia ser que las cosas le jugaban en contra, pretendia molestar a la joven para que se fuera ofendida, y el molesto estaba resultando ser el. Estuvo a punto, de hablar nuevamente, no obstante Nero parecia adelantarse a proposito, y tirar indirectas a lo que percibia; ya lo regañaria cuando estuviesen "a solas" y tambien se reiria por los comentarios que hacia hacia la castaña.

Tal vez se estaba viendo como un jodido resentido, pero una experiencia asi no es para olvidar y perdonar tan facilmente no al menos si se quiere caer en el mismo error, claro esta. El tic que se presentaba en el cada que estaba molesto no hizo de esperarse, la ceja diestra comenzo a temblarle ligeramente, percatandose de esto se llevo la mano a la sien para tranquilizarse. No sabia si Kyrie realmente estaba actuando de esa manera para molestarle, pero Credo no iba a darle ese gusto.

-Si, le conte todo hasta el arresto que me dio el General-

Que ahora habia muerto y el veia como un tio, o algo de la indole, pues eran muy cercanos junto con el otro capitan que le habia criado desde aquel incidente. Pero bueno, otra indirecta ya si no la tomaba era porque realmente queria estar alli haciendole la vida imposible al recordar aquellos tiempos.

-Aunque volviendo al tema- Miro a Nero ya que "habia interrumpido" con sus obvias indirectas respecto a lo "libertina" que habia resultado la novia de su hermano.

-No, no se me ofrece nada, estoy bien. Solo quiero largarme de este lugar-

Si es que le era posible debido a sus heridas y las malas compañias (Claro hablando solamente de Kyrie) Su vista recorrio el lugar una vez mas, no era para menos si el reino amarillo hubiese tenido mas bajas que los otros tres, fueron los primeros en llegar, aunque aun no se llevaba a cabo el "Censo" ¡Agh!, todavia habia mucho trabajo que hacer y el ahi como un estupido sentado en el borde de la camilla con tan solo el pantalon que alguna vez fue blanco (ahora sucio por la tierra y sangre del campo de batalla) y varias vendas en su torso.

Divertido. Todo era macabramente divertido. Aquella mujer que tenía un aire de paz, calma e ingenuidad y el mayor que por ahora tenía un aire de incomodidad y enojo.

Obviamente la presencia de Kyrie sobre Credo era peor que estar en la misma guerra, mejor sería callar y ver a que más se podían jugar estos dos. Claro está, la castaña parecía no agarrar ninguna indirecta –Por eso lo de ingenua- Y solo se detenía a mirar a el can mayor con aire de nostalgia y quizás alegría mezclado.

-¿Todo? –Levemente sus mejillas se tiñeron de un rosa bermellón. Seguidamente aquel sonrojo paso a ser una mueca de tristeza- Sí, que lastima por el antiguo General

Y un minuto de silencio se guardo por el caído, bueno se hubiera guardado si no se me hubiera ocurrido la graciosa idea de toser fingidamente para salir de ese nuevo ambiente. Kyrie me miró dedicándome su mejor sonrisa, en cuenta solo ladee la cabeza a un lado, y devolvía su vista ahora preocupada a Credo.

-¡OH! No debes irte aun mientras estés en ese estado… ¿Por qué no mejor te relajas y te acuesta? –Seguido de eso camino hasta quedar atrás de Credo y tomarlo por los hombros, suavemente lo obligo a acostarse nuevamente en la camilla.

-También necesitan que te acuesten, estas realmente grave –Mencioné colocando los codos sobre la cama y recargando mi barbilla en mis manos.

-Realmente no veo parecido entre los dos -¿Cómo le hacía para cambiar de tema tan rápido? En fin, esa mujer tenía muchas cosas escondidas y que en un momento las dejaba a relucir sin pena ni miedo, rara.

-¡Hey ex cuñada! –Levantó el rostro sin dejar de sonreír, cosa que comenzaba a volverse algo incomodo- ¿No deberías estar ayudando a los otras pobres almas en desgracias?

Apunté hacia atrás con el dedo pulgar sin siquiera voltear la vista, por el ruido sabía perfectamente que había una aglomeración de soldados heridos y enfermeros curándolos.

-Cierto… -Suspiró limpiándose las manos con un trapo- Discúlpenme, era que solo quería venir a saludar, he de retirarme… Fue un placer volverte a ver Credo y un placer conocerte Nero.

Se despidió de ambos con la mano y se fue a dicha aglomeración a ver si podía servir de algo.

-Estoy tan orgulloso de ti –Sarcásticamente miraba al mayor sonriendo de la misma forma mientras movía la cola de un lado a otro- Mira que de paso facilona, lenta como una mosca y tan inteligente como una galleta de avena… Creo que hasta una ardilla con retraso mental pondría más atención a las indirectas…

Y el bullicio se hacía más fuerte, debido a que más y más soldados llegaban, ¿Qué ocurrió en esa guerra?

-¿Me vas a contar…? –Sí, quería saber contra que se enfrentó-

-"Seward y Bersicker"-

En la mente del canido castaño comenzaron a dibujarse escenas de su ingreso a la armada amarilla, los castigos impuestos por ambos, asi como los consejos, y ahora... Todo se habia ido. Pero bueno, gajes del oficio, lo que importaba es que estaba ahi ahora para su hermano menor, maltrecho pero al fin y al cabo, vivo.

¿¡Relajarse!? ¡Como si no le conociera! Credo no podria ser capaz de calmarse sabiendo que aun hay trabajo por hacer y su sola presencia ya bastaba para alterarle demasiado. Realmente, habia sido un esfuerzo sobre humano el que habia hecho el General para no verse grosero con la joven. Aunque bien se lo merecia, mira que embarazarse de otro hombre y pretender echarle la culpa a él junto con todos los cargos y obligaciones claro estaba.

-Estoy bien- Recalco ante el comentario de ambos.

Claro que no lo estaba, apenas si podia moverse, de hecho la misma posicion en la que se encontraba era incomoda, pero ya se habia cansado de estar acostado. Una de sus orejas giro en direccion del menor cuando Credo precisamente estaba dispuesto a responderle a la castaña. Y por primera vez sus facciones esbozaron una sonrisa ante las ocurrencias poco amables de su hermano. Tecnicamente, habia corrido a la enfermera.

-"¿Placer? Si como no, solo vino a molestar"- Penso mientras dirigia la mejor de sus sonrisas afables a la chica.

-Que estes bien-

Y le observo retirarse ¡Al fin! Suspiro aliviado y de inmediatamente se noto el cambio en el, pues hasta sus hombros habian bajado ligeramente, seña que ya estaba mas relajado. La voz del de ojos azules atrajo su atencion, y como pudo le miro. Ocurrente, dejo escapar una leve risa divertida (Aunque obviamente el acto le dolio pero no iba a demostrarlo).

-Pobres galletas de avena, no tienen la culpa que las compares- Ya, mejor seguir las bromas que estar renegando como niño pequeño por querer irse.

-Te juro que no era asi antes...- Pero el tiempo cambia a las personas claro estaba y a saber que ideas le habra metido el otro tipo con el que salio.

Su sonrisa se vino abajo al percibir el ruido. Si alguien como el podia caminar, lo mejor seria retirarse y no estar ocupando una cama que seguro una persona si necesitaria seriamente.Y pensar que fue de los primeros en ser transladados segun por su "importancia" ... Cosa que no valia nada, no era mas que un simple semi humano, dejando su rango de lado. ¿Contarle seria prudente? No queria preocuparle... Pero a el no podia ocultarle nada, ya habian quedado en eso.

-La gente ya no querra escuchar ese viejo cuento, y menos los de la armada, o los que estuvieron enmedio...- Comenzo. Recordaba todo, ¿Como no hacerlo? hacia apenas la tarde de ayer que sucedio dicha guerrilla... Ademas de lo vivido ahi.

La demonio rojo aparecio, fuimos los primeros en llegar. Miles de demonios comenzaron a emergir del suelo y todos tenian la misma meta: Matar a todo cuanto se le pusiera enfrente- No iba a entrar en muchos detalles puesto a que no queria revivir el momento y por como ya se dijo, no quiere preocupar al albino -Fui abriendome paso, una de esas cosas salto- Con cuidado, se palpo el hombro herido -Y me tiro de la montura. Me la saque de encima lo mas rapido que pude, segui en lo mio, no iba a dejar que nada se interpusiera.-

Sonrio ligeramente, que estupido fue al creer que seria capaz de cortarle la cabeza a la Reina roja.

-Sin importar cuantos demonios eliminabamos, seguian surgiendo... Vi a la reina, me lance sobre ella, o eso pretendia. Uno de los demonios me lanzo sobre una vivienda- se llevo entonces la mano hasta la venda del costado, dandole a entender con sus ademanes las heridas que habian causado dichas distracciones. -Me deshice de el a duras penas, estando cerca de la Reina roja, intente seguir con mi cometido. ¡No se como dante se abrio paso entre tanto demonio y salio ileso, incluso estaba ahi el muy maldito parado frente a la demona esa!-

¡Imbecil! Al percatarse del ultimo comentario se llevo la vendada izquierda hasta la boca. Por la molestia ocasionada por Kyrie, y el hecho de estar contando seriamente mientras trataba no preocupar a su hermano, se le había salido dicha informacion, que previamente oculto ante Nero.

-No vi mas, en eso me ataco otro demonio, ya estaba en las ultimas, cuando este se volvio arena junto con los demas, la Reina roja habia sido derrotada-

Ahora ¿Cuál seria la reacción de Nero ante su relato, y mas sabiendo que el otro albino estuvo en medio campo de batalla?

Tenía razón, las pobres galletas no tenían que ser comparadas con ella. No me impresionaba que me hubiera dicho que antes no era así, enamorarse pone a las personas más idiotas de lo que ya son. Y como consecuencia Credo obtuvo un “No-hijo” de otro tipo.

De seguro por la mente del mayor pasaba aun en levantarse para largarse y permitirle el puesto a alguien más, no tuve que asegurarlo con solo mirar atrás y ver tal bullicio era suficiente, además ahora el nuevo General de Diamantes tiene más ocupaciones y bla bla bla…

¡Pff! Sí se atreve a levantarse lo arrastraré de nuevo acá quiera o no. Atentamente escuchaba el comienzo de la historia acerca de la guerra por palabras del castaño, sin moverme de la posición en que estaba pondría toda la atención necesaria ya que de verdad me intrigaba saber como terminaron con tantas bajas que altas.

En efecto ya nadie quiere escuchar ese cuento al menos no en cientos de años donde el titulo pasaría a ser de “La demonio rojo” a “Como todo Wonderland derrotó a esa mujer”. Comenzaba a disgustarme por lo que contaba Credo, estaba ocultándome ciertas cosas era muy obvio ya después le reclamaría por eso.

Más sin embargo una mueca de asombro apareció en mí, ¿Cómo que estuvo frente a la reina? ¡Idiota! ¿No sabe a caso que es un demonio? ¡Con solo mirarlo lo hubiera hecho trizas! Y que pensar, a pesar de que la historia decía que fue lo de nuestra raza quien eliminó a semejante mujer antes, muchos no sabían cómo lo lograron pero era así.

Y dicho cuento se volvió realidad. Lo que sea que hicieron los semi-humanos antes obviamente no se recordaba, y la mujer era bastante poderosa si con solo un simple juego de ajedrez –Decían que la reina era muy infantil y se tomaba todo como un juego- Elimino a todo un pueblo completo, aunque sobrevivieron unos cuantos, aquella tierra jamás volverá a ser fértil.

Apretaba fuertemente los puños mientras mordía ligeramente mi labio inferior con tal de no gritarle ahora. ¡¿Cómo que ese imbécil de Dante también estuvo ahí?! Un gruñido fue la respuesta a eso de mi parte.

-¡Eres un idiota! –Primero que nada iba a reclamarle a él- ¡¿Cómo se te ocurre ir frente a la mujer esa?! ¡Esa tipa destruyo un pueblo entero! ¡¿Qué crees que te hubiera hecho a ti?!

Otro gruñido salió de mi boca, mientras nuevamente le daba un ligero golpe en la cabeza a Credo.

-¡Explícame como fue que Dante terminó frente a esa mujer! –Y hablando de dicho albino- ¿Qué paso con él después?

Po haber levantado la voz, llamé la atención de varias enfermeras que pasaban por ahí justamente a ayudar al montón de atrás. De buena fe se iban acercándose a ambos para ayudar.

-¡Ahora no! –Exclamé girando a ver a esas mujeres. Entendieron rápido el mensaje, entre miradas cómplices se fueron nuevamente a donde debían- Además otra cosa que me molesta es que la armada de Corazón fue y…

Callé ahí. ¿Si estaban ahí los de rojo, dicho Capitán también? Mejor no debía pensar en eso ahora, sino seguir preocupándome por el ahora andrajoso de mi hermano mayor.

-Olvida eso último –De golpe. No iba a explicar nada- Sí te levantas o algo te jalaré a este lugar de regreso quieras o no…

La reprenda fue algo que le tomo completamente por sorpresa. Era verdad habia sido un idiota al haber pensado siquiera que tenia oportunidad de dañar a la Reina Roja... El golpe, bueno se merecia eso y mas realmente en ese momento no penso nada mas sino en terminar de una buena vez por todas con la raiz del problema, obvio, la persona que estaba convocando demonios a diestra y siniestra.

Nego ligeramente al ver como Nero alejaba a las pobres enfermeras, sin darle siquiera oportunidad de responder a la pregunta que habia hecho. Ahora que lo pensaba, ni el mismo sabia como es que Dante estaba ahi frente de ella, blandiendo sus extrañas (Para los habitantes de Wonderland) armas. Sus mullidas orejas de irguieron al escuchar lo de la armada roja ¡Era verdad! Pero para fortuna de Nero en momentos como aquel, la idea de matar al capitan no se le habia pasado por la mente, es mas, se habia olvidado de ellos y se habia enfocado en lo suyo.

-Yo se que eres capaz- Comenzo, mientras se levantaba un poco para quedar sentado en la cama recargando la espalda en la almohada y poder verle mejor de esa manera.

-Ahora, si me permites responder a tus preguntas sin interrupciones- Maldita sea, por mas que trataba de estar comodo en la camilla, no podia debido a las heridas. -No se como llego hasta ella, estaba ahi sin inmutarse y no se que paso despues, un demonio aprovecho que tenia la guardia baja para tratar de matarme, obvio no pudo. No preste mas atencion ya que por las heridas se me puso dificil el asunto, afortunadamente la cosa esa se volvio polvo y despues todos vimos como literalmente la reina roja fue tragada por la tierra, mientras gritaba que no queria volver al infierno, y es todo-

Bueno no todo, omitio por obvias razones lo del dragon.

-Eso ya tendras que preguntarselo a el. De hecho me costo trabajo distinguirlo de lejos, habia alguien casi identico a su lado solo que el vestia de gabardina azul-

A todo esto ¿Como habia llegado el albino? Ni siquiera era de la armada de espadas. Apreto la sabana debajo de el, con la diestra... Recordo las palabras de esa maligna mujer para con Dante, ya le cuestionaria luego acerca de eso, cuando Nero no estuviera frente, claro estaba. Extendio la vendada siniestra hasta el menor para asi, revolver un poco los mechones platinos de su hermano, para de esa manera tratar de tranquilizarle

-Estoy seguro que esta mejor que yo, ya lo veras-

Aunque le costara admitirlo, la habilidad en combate era algo que Credo envidiaba en el albino de gabardina rojiza, seguro aquello fue un juego para el… en si ¿Qué no era un juego para el otro?

Eso no me ayuda en nada, al contrario, hacia querer que me diera más ganas de tener a dicho mayor frente a mí y reclamarle unas cuantas cosas. Pero de verdad ¿Cómo se creen que pueden contra ella? Tienen suerte, mucha suerte de haber quedado vivo Credo, pero de Dante, ese de seguro si salió vivo no tenía ni la menor idea de cómo aguantaba tantos golpes y que lo hayan atravesado varias veces sin inmutarse.

Ya es raro de por sí.

Al sentir la mano de Credo sobre mí solamente bajé las orejas mientras daba un alarido bufido. Al menos la calma volvió para ambos. Uno podría decir que el lugar estaba en silencio, pues se escuchaban desde los apresurados pasos de los médicos para ayudar a los heridos, y los gimoteos de ellos por necesitar algo o porque decían mil y una veces “Estoy muriendo, hagan algo”.

-Niñas –Murmuré. Me daba vergüenza ver la poca resistencia que tenia algunos humanos y que por un simple golpe ya estén gimoteando de dolor. He vivido más dolor que eso y lo soporte.

Sin embargo algo llamó mi atención, no fue una persona, sino un color. Rojo, el color del Reino de Corazón, había visto algo así, pero no exactamente en los uniformes de las enfermeras –En ellas se denotaban más el amarillo por ser Diamantes- Sino que ese rojo era el de la armada, un rojo carmín bastante oscuro que solo se notaban en los uniformes de los soldados.

-Ya vuelvo –Dicho y hecho me levante de la silla sin dar más explicación y fui a investigar un poco a ver de qué se trataba.

Justo al girar en el pasillo y simplemente sacar la cabeza para mirar basto como para querer correr. Hay había unos cuantos soldados de rojo hablando con uno de amarillo, al parecer la noticia del nuevo General ya se había esparcido por los cuatro reinos. Rodé los ojos, ahora con más razón Credo se va a querer levantar.

Iba a volver con Credo no sin antes mirar una última vez a los soldados, pero algo me hizo quedar anonadado. Un hombre, un simple ser humano hizo que por mi espalda recorriera un terrible escalofrió, tantos años sin verlo, ¡¿Y justo ahora tenía que aparecer?!

-No…. ¡Jodas! –Y por haber hecho eso, rápidamente tape mi boca con ambas manos y justamente aquel hombre lo noto –Y fue el único- Me miraba como si me conociera.

Yo me hice el desentendido, di media vuelta y fui caminando rápidamente a donde el mayor. Me senté a los apurones en la silla, sin apartar la vista de donde vine.

Y no falto tampoco mucho, para que aquel hombre me siguiera.

Todo se tiene que ir a la mierda ahora

-¿Acaso es usted el nuevo general de Diamantes?

El canido mayor nego ligeramente divertido ante el murmuro de su hermano, ya que su fino oido le ayudo a percatarse de sus palabras. Siempre tan ocurrente y burlesco, ni que hacer. Aunque, su sonrisa divertida desaparecio para dar paso a una mueca de curiosidad, la cual fue secundada por sus felposas orejas, que se irguieron al percatarse como algo habia atraido la atencion del albino.

Por mas que busco con la mirada, de manera disimulada, no fue capaz de encontrar lo que Nero miraba, y fue bueno. Asintio, suficiente, ya no le iba a dar problemas al menor, de manera que decidio estarse tranquilo y no luchar por levantarse de su lecho. Llevo la mano contraria hasta el vendaje del hombro mientras chasqueo con la lengua, no estaba seguro de cuanto tiempo le llevaria sanar completamente sus heridas. Paseo su vista por el lugar.

-"Esto no es bueno..."- y todavia lo que faltaba: Las bajas, lo peor de todo seria informar a los familiares.

Quiza no estaba mal si hacia por dormir un rato, aunque por tanto ruido se le haria algo dificil, pero sin duda el cansancio que sentia debia ayudar para lograrlo. Fue entonces que los apresurados pasos del menor atrajeron su atencion. La mirada que llevaba hacia cierto punto, conociendole, algo vio... Que no le agrado. Le tomo con suavidad el hombro pretendiendo cuestionar serenamente para intentar tranquilizarse, sin embargo, sus azules orbes se posan sobre la figura de armadura carmin que ahora, se dirigia hacia el...


Su mirada cambio drasticamente Y pese al dolor y las heridas, se levanto de la cama. La ira le invadio y no era para menos sabia lo que habia hecho... Tenia un rango que no merecia. Quiza fue su instinto, o quiza lo hizo a proposito, cualquiera que fuese el caso Credo se puso entre su hermano y el capitan de la armada roja.

-En persona. Usted es el capitan de la armada roja ¿No es asi?-

Empuño entonces con fuerza la diestra, dispuesto a tumbarle de un fuerte puñetazo en la quijada, sin importarle su condicion, le haria pagar por todo lo que le hizo a su hermano, lenta y dolorosamente...

No pudo ser peor en realidad, cuando el mayor puso su mano sobre mi hombro rápidamente gire el rostro dando un respingón, ¡No! Simplemente no debía decirle que él estaba aquí, pero ahora que se acerco, ya todo se fue a la mierda.

Y peor se volvió todo cuando se levanto aun en ese estado para ponerse entre ambos y así tratar de protegerme, o lanzarse contra el soldado, lo que le ocurriera primero. Esperaba que nada pasara y que alguien venga a reclamarle al mayor a que se vuelva a acostar, pero justamente las enfermeras estaban ocupadas.

Incluso la facilona de su ex estaba ocupada.

-En efecto, soy yo…

¡¿Y tenía que responderle?! Algo malo y horrible va a pasar.

-He venido aquí a felicitarle por su asenso, aunque es una lástima que para conseguirlo haya tenido que morir su predecesor –Parecía hasta humano con lo que decía- Debo mencionar que la armada de rojo no está planeando nada contras los pueblos y…

Viro el rostro solo para verme, su mirada hacia que me crispará y me quedará estático. No podía echar atrás porque una pared me lo impedía, y no podía huir, eso haría que Credo me buscará y con su condición no puede hacer nada físico.

-Me disculpa –Sin inmutarse o algo paso a su lado, y camino hasta donde estaba yo. Quedamos justo frente a frente.

Por mi parte me quedaba ahí, gruñendo, pero por dentro necesitaba irme. Aquel hombre miró entornando los ojos, como tratando de recordar, e incluso paso su enguantada mano sobre mi mejilla entrelazando sus largos dedos con mi cabello. Di otro respingón mientras de un manotazo le quitaba la mano.

-¡No me toques!

-Ya te recuerdo… -Volvió a poner un dedo sobre mí. Pero era el índice y sobre mi frente- Eras la mascota de la antigua reina… ¿No habías desaparecido?

-¡No! Y tú tampoco puedes desaparecer… -Gruñía con más fuerza mientras violentamente agitaba la cabeza para sacarme su simple dedo de encima-

-Te volviste…. Un tanto arisco y rebelde…

-No me digas… Seis años viviendo azotado y durmiendo en un corral te pone alegre y campante ¿Eh?

Camuflado con seriedad, el mayor mantenia la mirada molesta sobre aquel maldito capitan. Ahora que ya estaba todo en claro podia proseguir con lo que tenia planeado... Si, una verdadera lastima, aquel que miraba como un familiar cercano habia caido en combate, pero era un tanto "normal" en cuanto a armadas se refiere. ¿Planear algo contra de los pueblos? Vamos, el habia tenido la oportunidad de hablar con la nueva reina de corazones, y se notaba que no era una mala chica, no como la antigua...

Credo solo esperaba que ese desgraciado terminara su palabreria y se fuera, asi de sencillo, no era el lugar ni momento para armar una pelea "tabernera" no por su condicion, sino por los heridos del sitio. ¿Pero que demonios? ¿¡Como se atrevia!? Le siguio con la mirada y despues llevo la mano hasta su costado herido al observarle sobre su hombro. ¡Maldito desgraciado habia reconocido a Nero! ¡Suficiente! Como si no se encontrase ya lo bastante molesto por los olores del lugar, el ruido, el cansancio y las heridas, el tipo ese tenia que hacer su aparicion triunfante y ahora dicha escenita.

Nadie... Absolutamente nadie... Ponia un dedo sobre su hermano y menos estando el alli. Habia dicho que si se lo encontraba, lo mataria, sin embargo, estaba desarmado, y herido, pero eso no le impedia hacer algo... Dio un par de pasos lo suficientes como para estirar su mano y tomarle por el hombro, y haciendo uso de su fuerza (la cual era un poco mayor a la de un humano obviamente) le apartarse de una manera nada ortodoxa, y sin desperdiciar ni un segundo mas, descargo un certero golpe en la quijada del otro, haciendole encontrar el suelo. No quedo ahi, se acerco unos cuantos pasos, esperando que el otro se levantara para volver a repetir dicho acto, no era bastante honorable atacar a un hombre en el piso ¿Verdad?

-¡No te atrevas a tocarlo! ¿¡Me escuchaste escoria!? ¡No comprendo como una mierda como tu tiene un cargo bastante alto!-

Estaba molesto inclusive gruñia sonoramente, sus orejas permanecian hacia atras como el canido que era pretendiendo lanzarse al ataque una vez mas. Ante el sonido del golpe la sorpresa no se hizo de esperar en una que otra enfermera, las cuales obviamente dirigieron su atencion hacia aquella "afamada" camilla que venia haciendo buen alboroto desde hacia ya buen rato. Quiza estaba desarmado, pero aun contaba con sus garras y su entrenamiento.

Realmente, en ese momento, no le importaba para nada su condicion fisica, en su mente solo pasaba una idea: La de proteger a su hermano, y castigar a aquel que en antaño le habia hecho sufrir. Sabia que no era correcto, el rango que acababa de ganar podía esfumarse con ese simple acto, pero sinceramente no le importo, ya le había dicho a Nero en una ocasión que era capaz de dejar atrás todo lo que había logrado con tal de protegerle, aun si el otro se oponía. Ademas, el mayor era una persona que no paraba a molestarse continuamente, sin embargo había un porque, y era por que cuando lo hacia, literamente, daba miedo, parecía otra persona y le costaba bastante controlarse…

Tecnicamente, no estaba faltando a su juramento con Nero, estaban en Diamantes, y tampoco por mas que deseara podia matarle, no tenia su espada ademas que no iba a mencionar tampoco la relacion entre ambos, y por primera vez agradecio el hecho que casi no hubiese mucho parecido entre ambos. Algo si era seguro, si alguien no detenia al moreno, sus heridas podrian empeorar, aunque digamos que eso no le importaba en ese momento, como ya habia quedado demostrado en una ocasion ante Nero, el enojo nubla su juicio....

¡Basta! No quería quedar como la victima ante todo eso, odiaba a ese hombre con toda mi alma y su mirada no me reconfortaba en nada, y peor, Credo estaba aquí aunque hermanos casi no nos parecíamos y obviamente nadie salvo a aquellos con más confianza sabían que ambos somos hermanos. Solo quería que se largara nuevamente al reino rojo y no volverlo a ver más en un largo tiempo, quizás muchos más años de lo que me tomó regresarlo a ver.

Literalmente brinque del miedo cuando Credo tomó al de rojo y lo golpeo justo en la quijada, por eso cayo de lleno al suelo. ¿Es que acaso estaba demente? ¡Tenía una pésima condición! Además recién se había vuelto General, ¿No le importaba realmente perder todo por lo que luchó? Quería acercarme a él pero el castaño gruñía con toda su fuerza y en su mirada solo había odio y rencor.

-¡Credo, espera! –Exclamé estirando un brazo para tomarlo del hombro y alejarlo.

Y para mayor sorpresa de todos, el albino mayor llegó y rápidamente obligo a Credo a sentarse en la camilla, cosa que tal vez no le haya gustado, y a mí me sorprendió lo rápido que apareció.

-¿Dante? –Ok, ahora todos iban contra el capitán de rojo.

Quien dicha persona se levantaba acariciando su quijada escupiendo un poco de sangre a un lado, miraba con sumo desprecio e imponencia a los presentes, más que todo a quien se le atrevió a lanzarle un golpe, y con sumo orgullo se paraba como si no fuera nada mirando al albino mayor sin inmutarle que lo estuviera apuntando con un arma –O susodicha arma, aquí no se conocía cosas de esa misma índole- Se limpió la boca, parecía dispuesto a hablar.

Primero con el can mayor.

-¿Qué demonios le pasa? –Carraspeó- ¡He venido aquí con intenciones pacíficas y usted arremete a mí sin justificación!

“Sin justificación” Si supiera.

-Además, aquellas cosas que hice para ganarme dicho puesto no es de su inconveniencia como tampoco es la mía saber si tiene algo que ver con la mascota o no por haberse puesto así…

Siguió limpiando su armadura carmín, luego dirigió su vista a Dante.

-No sé qué querrá usted, pero tampoco es alguien como para darme ordenes –Típico de los habitantes de corazón. Sin siquiera inmutarse dio un golpe a la mano de este para alejar la pistola de su presencia- Tampoco entiendo qué relación puedan tener con él…

Sin verme me apuntó, siendo yo el implicado de todo, que horrible e incómodo se sentía.

-Pero creo que eso tampoco ha de ser tu inconveniencia. Y en cuanto a ti…

Y ahora sí fue donde dije “Tierra trágame” otra vez me miró a los ojos, intenté echar otro paso hacia atrás pero no podía, la dichosa pared me detenía.

Su típico orgullo de soldado no lo hizo intimidarse por nada de lo que ambas personas estaban haciendo, de hecho pasó de ellos olímpicamente y así se fue acercándoseme hasta tomarme del brazo derecho.

-Contigo quiero hablar… Aquello que paso hace años fue una de las razones de la cual soy ahora lo que soy…

Y peor era que sonaba orgulloso de eso. Forcejee para liberarme de su agarre pero estaba prensado fuertemente de mi brazo hasta comenzar a jalarme a dirección contraria de donde estábamos.

-Ven conmigo…

-¿Y si me resisto?

-No es opción…

-¿Y si me rehusó?

Volteó rápidamente, para tomar con su mano libre mi quijada y obligarlo a que lo vea. Su rostro quedaba tan cerca de él mío y por inercia mi cuerpo comenzó a temblar de miedo.

¡Maldita la hora en que me vengas a joder con eso!

-Estuve buscándote por años –Una sonrisa lujuriosa formó su rostro. Esto ya no me gustaba- Quería agradecerte, de la misma forma que me hiciste volverme capitán.

¡Mierda! Eso era peor, si antes moría del miedo ahora temblaba por muchas más razones. Y estúpidamente no podía moverme, me congelé del miedo justo ahí.

-¡ALEJATÉ DE MÍ!

¿Debian acercarse acaso las enfermeras? No, era bastante peligroso, y seguro no podrian con la fuerza del General, que aunque no es exagerada, es un animal enojado, y cuando estos estan furiosos, no reaccionan...

Mantenia la mirada fija en aquel cuerpo envuelto en armadura carmin, y apretaba tan fuerte los puños que inclusive tenia los nudillos blancos. Debido a la fuerza generada tambien, la herida de su hombro comenzo a sangrar de nuevo, aunque no noto nada, por la adrenalina, y el coraje. Haria pagar a ese hombre todos y cada uno de los momentos que su hermano habia vivido en aquel maldito castillo, tuviese que ver o no. Todo su odio se enfocaba a ese Capitan del suelo... Todo, como si el fuese el culpable de la orden dada, masacrar a su familia, separar a su hermano de el, volverle una burla y una diversion...Una simple mascota...

Pudo sentir como Nero se levantaba y estiraba su mano pretendiendo detenerle, pero Credo ya estaba listo para ello, se lo sacaria de encima con una simple sacudida de su hombro, ni el albino iba a detenerle en ese instante. Al ver que el otro se levanta, rapidamente pretende abalanzarsele para golpearle de nuevo, sin embargo, algo le tomo por sorpresa. Alguien quien sinceramente no esperaba ver por ahi, al menos en ese momento. Un gruñido mayor escapo de sus labios al sentir la mano del otro y uno mas pero de dolor al sentir como su cuerpo caia en la camilla, su propio peso ayudo a lastimarle, como auto reflejo llevo su mano contraria hasta la costilla mientras se doblegaba debido al dolor y sudor frio resbalaba por su rostro.

Agitado alzo la celeste vista para observar a aquel que le habia hablado y en su molestia no se percato de su presencia

-¿Dante? ¿Que haces tu aqui?- Cuestiono con voz agitada. Sin embargo, la molesta voz de ese odioso hombre hizo que pretendiera levantarse nuevamente, sin exito algo.

¿¡Que no era de su incumbencia!? ¡Era su hermano! ¡Su familia! Y todavia osaba llamarle mascota. Ordenes, ordenes... ¿Seria acaso que el realmente era un perro faldero bien amaestrado que seguia ordenes sin chistar? Aun se le ocurria dar su "espectaculo" ahi maldito orgullo de los de carmin... Como semi humano, Credo podia darse cuenta de muchas cosas que otras personas comunes no... Como el aura que comenzaba a salir del cuerpo del otro albino, sabia que Dante era un Hibrido, pero jamas menciono de que... ¿Y esa propuesta hecha por la reina roja?

-"No me digas que..."-

Si... solo habia una explicacion para que el de ojos azules haya estado en ese campo de batalla sin salir tan herido como todos los presentes (Bueno Vergil fue descuidado en extremo por algo estaba inconsciente) y que la reina roja haya tomado sus molestias para estar frente de el. Pesadamente y con demasiada dificultad fue que logro ponerse de pie, pese a los reclamos de todos, tenia que proteger a su hermano Menor de ese desgraciado, sabia que Dante estaba ahi, pero no podia quedarse simplemente cruzado de brazos.

-¡Ah!

El simple golpe con la arma del mayor bastó para que aquel capitán aun con su armadura carmín puesta sintiera el golpe certero sobre su muñeca. Quito su mano de mi quijada y mi antebrazo para poder acariciar su herida muñeca y mirar con desprecio al albino mayor. No pudo articular ni una palabra, puesto que cuando esperaba hacerlo el otro lo tomo sorpresivamente y lo jaló con él.

-¡Degenerado! ¡Suélteme! ¡Si sigue con esto lo tendré que arrestar!

¿Dante tras unas rejas? Ni lo creo. Por mi parte al verme ya libre de la opresión del de rojo camine hacia atrás respirando un tanto agitado. Maldito soldado aparecer así y decir esas cosas; quizás sea solo para verme morir del miedo, o quizás sea en serio lo que decía, y de solo pensarlo negaba aquella idea.

Miré mis manos estas aun temblaba hasta que rápidamente escuche la voz del albino mayor y luego voltee a mirar a Credo acercándome a él. Ya solamente cuando el albino mayor sacó al de rojo pude calmarme o al menos un poco.

-Acuéstate –Dije suavemente tomándolo del brazo y jalándolo casi obligándolo a que lo hiciera- No debiste haber hecho aquello…

Miré hacia atrás. Algunas enfermeras habían visto casi todo pero preferiblemente no parecían querer conversar por eso, estaban más ocupadas atendiendo a los enfermos que a otros. Suspiré pesadamente sentándome nuevamente en la silla bajando las orejas caninas.

-No vuelvas a hacer eso…

El canido mayor fruncio el cejo con intriga notable observando las acciones del albino mas grande. Odioso, aun en momentos como ese seguia con sus bromas... Viejo, apenas si le sacaba unos cuantos años. ¿Pero que escuchaba? ¿Dante encerrado?

-"Buena suerte"- Es decir, si el albino no se inmuto con la reina roja, un soldado de esa indole no seria mucho problema.

Sin duda, el ambiente cambio drasticamente al desaparecer aquel par de rojo, o mejor dicho, el capitan, Dante no era tanto problema para Credo, pues aunque no lo parezca, le agrada. Vaya susto que se habia llevado su hermano menor, le miro tratando de sonreir al menos un poco, cosa que en efecto no logro. Estaba demasiado molesto como para pensar en tranquilizarse o en la sangre que manchaba de nuevo la venda debido a la fuerza que ejercio en el brazo. Lo cierto era, que con todo el acontecimiento, no podria estarse traquilo.

Y aunque no quisiera, obedecio al menor, era lo mas prudente de momento. Estiro su mano, entrelazando sus falanges en aquellos mechones platinos para revolverlos ligeramente, era lo poco que podia hacer en ese instante para calmarle pues estaba consciente del temor que embargaba a su hermano. Si, habia sido bastante imprudente, quiza tendria que despedirse del nuevo rango que acababa de ganar hacia poco.

-No, no debi hacerlo- Ladeo ligeramente la mirada, antes de proseguir.

-Descuida, no volvere a hacerlo- No al menos frente suyo. Sentia unas ganas enormes de salir y ver que es lo que estaba haciendo Dante, que, seguramente, se estaria cobrando por los tres contra el pobre tipo. Sinceramente, no se preocupaba por lo que pudiese pasarle, sabia lo habil que era el cazador.

-Descuida ese vago va a estar bien- Solo esperaba que el otro no hiciera algo verdaderamente estupido...

Con la mirada abajo y la cabeza gacha me mantenía en silencio. Dejaba que Credo hablará lo que quisiera a la vez que este acariciaba mi cabeza tratando de ponerme mejor. No era una cuestión muy fácil; otra vez sentí ese inmenso miedo que tuve cuando aquel hombre me tocó por primera vez, a la vez me daba asco recordar todas esas cosas que me hizo con solo mirarle a los ojos. En fin, ya todo había pasado y sabía perfectamente que si aquel hombre volvía Credo y Dante se tomaría más enserio el querer matarlo de una forma bastante cruel y humillante para él.

Las enfermeras seguían mirando hacia acá y ninguna se atrevía a acercársenos, quizás estaban aterradas por lo que sucedió o simplemente buscaban el momento adecuado para comenzar con su discurso de que esto no es un bar y que no debía haber actuado así ante tal condición. De seguro la armada de rojo estaba al tanto de lo que sucedía con su capitán, y de hecho algunos soldados que pasaban por acá no miraban con odio a ambos mayores, sino que más bien como si algo malo hubiera pasado.

¿Qué demonios hizo Dante con el capitán?

Una vez más me levanté de mi asiento y camine en dirección a la salida del sanatorio, quería estar afuera un momento y no tenía que explicarle nada al canido mayor. Inclusive pase a un lado del albino mayor –Ya sabía que estaba ahí desde hace rato- Y tan siquiera lo miré, estaba entre el punto de “indiferencia” y “miedo” mezclado, y hasta estaba cruzado de brazos, aunque realmente me abrazaba a ellos.
Cuando salí exhalé como si hubiera estado aguantando la respiración por un buen rato doblándome un poco hacia delante. ¿Por qué demonios pasan cosas como estas?

¿Y por qué demonios mi pasado no se puede quedar atrás?

Al alzar la mirada y toparse de vez en cuando con los de rojo, el mayor de los canidos no podia evitar el hecho de pensar una que otra cosa un tanto grave. No obstante, esas ideas desaparecian tan rapido como llegaban. Confiaba en Dante, confiaba en su amigo, el no era capaz de hacer algo terrible.

Podia percibir el miedo en su hermano menor tambie. Suspiro pesadamente, Nero era como un libro abierto, pues aunque siempre mantenga esa facha de chico rudo, las cosas, si le afectan, y mas algo de la indole... Encontrarse a alguien de ese pasado vil y cruel... Y revivir viejas heridas, simplemente, no era justo.

El silencio incomodo se formo en torno a ambos, pues lejos de ellos se escuchaba mas ruidos, quejidos, incluso las voces de las enfermeras. Algunas pretendian acercarse, reprenderle, pero Credo rapidamente desviaba su mirada hacia ellas para negar ligeramente la cabeza, simplemente, no era momento para un buen regaño, es mas, con gusto lo recibiria cuando todo pasara.

Y Nero se puso de pie. Pretendio seguirle, pero pensandolo bien unos segundos, lo mejor era dejarle un momento a solas cosa de la cual estuvo mucho mas seguro al ver como pasaba a Dante de esa manera. Extraño, en parte le sorprendio verle ahi, pues pensaba seguia afuera. No podia quedarse con la curiosidad y tampoco podia levantarse para comprobar que demonios era lo que el hijo de Sparda habia hecho.

Elevo la siniestra, para llamarle con indice y diestro, ya habia sido suficiente gritadera y quejidos como para alzar una vez mas la voz.

-Por el bien de Nero, espero que no hayas hecho alguna tonteria- Menciono frunciendo el cejo, una vez que el cazador de demonios se acerco a el.