Demonio Rojo

Todo era un mito. La famosa demonio rojo jamás existió, solo era un cuento de hadas para dormir a niños de un mundo loco. A muy a lo lejos de un pequeño pueblo en medio de los bosques, donde semi-humanos convivían en paz y trabajaban como simples obreros arando la tierra, cultivando cosas, venerando la naturaleza misma. ¿Era normal, que en un cálido día de verano, el cielo se tornará rojo? No, no lo era, al menos no lo destacadamente normal para un mundo como Wonderland.

Tampoco era para nada normal, que en un terreno prácticamente vació, unos entes de aspecto sombrío hayan aparecidos, blandiendo grandes lanzas, garras, espadas y cualquier otro objeto filoso. Consternados estaban los semi-humanos, los niños corrieron a abrazarse de sus padres, mientras que aquellos grotescos demonios reían con voz de ultratumba.

Algunos de ellos se hicieron de lado, dejando ver la figura de una hermosa mujer, pero de porte imponente y de vestido carmín, en sus ojos se podía denotar la maldad, sus ojos escarlatas eran como la misma sangre, que penetraba la piel de hasta los más fuertes. Hizo una simple mueca con los labios, cuando su armada tomó posición alrededor del pueblo, la mujer movía con delicadeza su mano, sacando un simple abanico de papel, abanicándose con benevolencia.

-Inmundas criaturas –Cerró de golpe el abanico, apretándolo con fuerza, tanta que rompió aquel artefacto dejándolo en simples astillas- Osaron poner un dedo sobre mí…

Los semi-humanos no entendían nada, y era más que obvio, quienes derrotaron al demonio fueron sus antecesores, pero aquella enfermiza mujer no veía la diferencia, todos eran simples escorias que debían eliminar. Entre tanto, los semi-humanos más débiles daban un paso hacia atrás, mientras los más fuertes con orgullo se acercaban a la armada, mostrando sus garras y colmillos, leves gruñidos se entremezclaban con la voz de ultratumba de los demonios.

-¡Escorias! –Grito aquella mujer, casi denotando la locura que la envolvía- ¡Incluso tuvieron la moral de cambiar mi hermoso reino!

Mantenían su posición actual, la armada no se movía de donde estaba, la reina movió su mano, y la armada blandió sus armas, los semi-humanos dispuestos a luchar se pusieron en guardia. Aquella mujer rió, con toda la fuerza que podía sacar su garganta.

-¡CORTENLES LA CABEZA!

Los demonios se abalanzaron contra sus enemigos, al igual que los semi-humanos contra ellos.
Eran un simple mito aquella mujer, pero ahora, un nuevo río de sangre se formaba, los gritos de las pobres criaturas corrían, cuerpos decapitados caían al suelo, y la reina solo disfrutaba, hacía mucho tiempo que no hacia algo así, que todos se sublevaran en contra de su voluntad.

Y comenzar así, un nuevo reino carmesí.

[Batalla]

Sin duda alguna otro pacifico verano, sin nada de que preocuparse como era lo habitual en ese lugar. Claro, uno que otro ladron, lo de siempre, pero no eran demasiado problema para los soldados de tan orgullosa armada como son los de diamantes.

Credo siempre estuvo consiente que algun dia tendrian que batirse en armas, no obstante no contaba con aquello: La antigua leyenda, la reina roja, como todos, simplemente le consideraba un mitio, su preocupacion iba mas para los tres reinos vecinos, malas negociaciones siempre tenian la posibilidad de terminar en fiera batalla...

Y no obstante, la sorpresa en sus facciones no hizo de esperarse cuando le llevaron la noticia. ¿La reina roja habia vuelto? ¿Acaso era posible? No, con eso no podia jugarse... El temor en su informante no era fingido, la palidez de su rostro tampoco.

-¡A las armas!-

Grito el castaño mientras hacia un ademan con su diestra. Al escuchar las ordenes del capitan los soldados se alistaron. ¡No podian dejar avanzar al ejercito enemigo! De llegar a una zona mas poblada, el caos se desataria y muchas vidas iban a perderse y Credo no iba a tolerar ni a permitir aquello.

De un salto fue como trepo a su montura, y dispuesto a todo fue como cabalgo junto al ejercito de diamantes hasta el lugar de dicho catastrofe. A una distancia considerable, el ejercito amarillo se detuvo por tan solo unos instantes, la tension podia percibirse en el ambiente, y no era para menos.

La silueta de un jinete se poso frente a toda la armada: El capitan.

-¡Señores, sabiamos que el dia de entablar una fiera batalla llegaria tarde o temprano. Pues bien, hoy es ese dia. Si queremos que la paz y tranquilidad sea algo duradero en wonderland habra que dar lo mejor de nosotros y quiza sacrificarnos por el reino entero. Para ello es que hemos sido entrenados, y para ello es que algunos hemos nacido!. No se ustedes, pero yo pretendo irme victorioso a casa y recordar este dia con orgullo ¡El dia que la armada de Diamantes le corto la cabeza a la reina maldita!-

Y fue secundado por un grito animado de la armada. El sonido de un cuerno desgarro los aires.

-¡Por su majestad!-

Grito el castaño desenvainando su espada y cabalgando hasta el enemigo siendo seguido por el ejercito de diamantes. El retumbar de los jinetes no se hizo de esperar en el suelo, junto con relinchidos de los caballos.

►Batalla◄

-Era un hermoso dia de verano, el sol brillaba, las bestias salian de sus escondites, otras se escondias en las sombras, el calor se hacia presente en el ambiente y como cualquier otro dia me encontraba aburrido y con hambre en medio del bosque. Mientras pensaba en que podia comer recorde un buen lugar para molestar a las personas y robar comida, un pequeño pueblo en medio del bosque. Asi que en un simple parpadeo ya me encontraba dentro del pueblo.-

-Como si de un juego se tratase comense a buscar un buen puesto donde comer algo, entrando a varias tabernas, casas y negocios pero sin suerte. Aunque en un momento observe que en un puesto vendian un par de tartas de fresa rojas, el color dominante en este reino, el vendedor era un gordo con cara de pocos amigos... era una persona perfecta para molestar, asi que en un parpadeo apareci detras de el y le propicie un golpe en la espalda que lo hiso caer, tome la tarta y sali corriendo hasta detras de un arbol, ya podia saborear esa tarta en mi boca.-

-Pero de repente el cielo se torno de un color rojo y de la nada aparecieron criaturas sombrias portando armas de guerra que reian con voces aterradoras, entre ellos salio una mujer con un hermoso vestido y cara familiar, solo en una persona habia visto esos ojos llenos de maldad, pero era imposible que aun continuara viva, ya pasaron varios siglos desde que lograron matarla, pero al parecer habia vuelto... aquella reina sanguinaria que gustaba de cortar cabesas a cualquiera que se le opusiera... con un grito desgarrador que salia de su gargante escuche las palabras que no me ubiese gustado volver a escuchar... "Cortenles la cabeza" exclamo con fuerza y antes que de que me diera cuenta el filo de una espada corto mi cuello... muriendo al instante, mi cuerpo antes de caer al suelo desaparecio y la tarta callo al suelo.-

-Como era de costumbre, morir no era la gran cosa, la cosa era donde revivir. Esta ves decidi hacerlo en el mismo lugar donde habia "muerto", pero arriba del arbol donde estaba, cubierto por las ramas observe el horrendo espectaculo, la gran masacre que los espectrales soldados probocaban en todo el campo, semi-humanos como yo eran los blancos de todo... -Volviste- Exclame como si fuera un suspiro observando a la infame reina roja.-

[Batalla]

Con la pierna diestra sobre la izquierda, el semi-demonio de hebras albinas se encontraba en la comodidad de un mullido sillón en la biblioteca del reino rojo.

Sus orbes celestes pasaban lentamente entre las finas letras impresas en exquisita tinta azabache. Para él, no había, ni habría algo mejor que una tarde de lectura, lejos de todo y de todos. Sin embargo, algo le hizo despegar la mirada de aquella página que le había adentrado a otro mundo. Una presencia... Una como jamás creyó sentir en su vida.

Intrigado, es como aparta el tomo de entre sus manos, cerrándolo y sin importarle separar la pagina, lo dejo en la mesa. Aquella oscura presencia no era humana, claro, basuras como esas no son nada en lo absoluto. Tampoco era vampírica. Los mefistos son fuertes, pero no a ese grado por más antaño que sean... Solo quedaba una opción: Demonio... ¿De esa magnitud? ¿Y en ese lugar? A Vergil Sparda le había quedado en claro ya que en aquel lugar de locos podía encontrar diversas razas, que, en el mundo de donde proviene no eran de verse, o al menos no mucho. Sin embargo, puede tolerar que un demonio mucho más poderoso que él, pudiese estar en el lugar.

Claro, ególatra, siempre se vanagloriaba y daba aires de grandeza, todo por la sangra que corre en sus venas: La de Sparda. Aunque, aparte de ese hecho, había algo más que no lo dejaba tranquilo ¿Cómo es que esa "Cosa" había llegado ahí? ... ¿Podrían mas como aquella criatura adentrarse al mundo de locuras también?

Algo le tomo desprevenido, tampoco le había sucedido anteriormente, ya que su lado de demonio es una faceta que ha aprendido a manejar a la perfección durante tantos años: Se transformo de manera involuntaria. Se observo las manos, aun sin poder creer lo que estaba pasando ¿De verdad era tan poderoso ese demonio, al grado de crear una atmosfera parecía a la del Temen ni Grum? ... No... Era algo mas, como a abrir la puerta hacia el inframundo ¡Había una oportunidad! Abandono dicha faceta, si al menos no lograba escapar de Wonderland dejaría en claro cuál de los dos es el más poderoso.

Tomo a Yamato y decidido fue como se dirigió hasta el bosque. Le tomaría rato llegar, pero valdría la pena cuando lo hiciera.

Para cuando llego, la tierra se teñía de color carmín. Desde lejos pudo percatarse del sonido del acero proveniente de las armas del bien y el mal... Alzando levemente el mentón, es como analiza la situación.

Todo parecía un inmenso juego de ajedrez. Seguramente "el rey" se estaría escudando entre sus peones, lo difícil, no sería encontrarle, su presencia le delataría fácilmente. El problema, abrirse paso. Para el no contaría como reto alguno; sin embargo, Vergil no es inmortal... Y quiera admitirlo o no, no es un demonio completo. Cerró los ojos unos instantes.

A pasos largos y firmes, el de ojos celestes se adentro a la pelea, volviéndose participe... Sumergiéndose cada vez más en la locura del lugar, aunque para él, seguro, seria de una manera tétrica. Sería interesante, sin duda alguna, observar el resultado final de todo.

-¡¡Acabad con la reina roja!!-

Se escuchaba por parte del ejército amarillo. Pronto, se vio rodeado de demonios, los cuales emergieron de las profundidades de la tierra, formándose de la misma sangre que ya se había vertido en el campo de batalla. Con afán de atacarle, los esbirros saltaron. Ridículos, no eran rivales para alguien como Vergil Sparda. De rápidos movimientos y ayudado solamente de la funda de su arma es como abre la defensa de aquellas escorias. No tardo mucho para desnudar su arma, aprovechando el movimiento para observar el reflejo de otro más que pretendió atacarle a traición por la espalda.

Aunque sin éxito. De un golpe vertical, es como el primero fue partido. Sin duda, el filo de Yamato es bastante temible. La sangre demoniaca no hace de esperarse. Un certero golpe horizontal se encargo de otros tres. Patéticos sin duda, si esa guerra iba a ser de esa manera, todo sería bastante fácil…
Blandió su arma, y de un movimiento rápido, es como limpia la sangre inmunda que se deslizaba por el acero. En el instante que enfunda, varios más aparecen ¿No han aprendido la lección aun? Criaturas bajas del inframundo, lo único que les mueve, es el deseo de matar... De complacer a su "majestad". Haciendo uso de su desenvainada arma es como repele los golpes del enemigo. El viento siendo cortado silbaba a causa de su espada y el carmín líquido no dejaba de esparcirse en el suelo. De finos pero mortíferos golpes, es como se libro del nuevo grupo que había aparecido.

No iba aquedar allí, es una guerra despues de todo. Varios más re aparecen... Sin vacilar, es como el albino se lanza de nuevo en su contra, al parecer sin ejercer ataque alguno... A una distancia un tanto considerable, es como se detiene, y, de espaldas al enemigo, sacudió su arma, antes de enfundarla.
Los demonios se lanzaron al ataque y no obstante, el de gabardina azul no hizo nada...

-Parece ser, que aun los demonios de la Reina roja son incapaces de escuchar…-

Les observo, sobre su hombro...

-…El sonido de mi espada-

Y una sonrisa frívola llena de satisfacción se diviso en las facciones del alto hombre. Esferas de aire cortante aparecieron por el trayecto hecho anteriormente, destrozando a aquellos seres. Sin embargo, algo mucho más fuerte, le hizo alzar la guardia y mantenerse en alerta.

-Que aburrido…. Veo cabezas rodar, y miles de personas llegar a pelear… Pero nada me divierte…

Refunfuñaba la mujer carmín, sentada a la orilla de un pequeño pozo, a sus lados unos robustos demonios con grandes hachas las protegían, y sirviéndole de taburete un demonio más pequeño reconfortaba sus pies, abanicándose con mucho desganó.

La armada de diamantes era fuerte, y la de espadas era valiente, mira que aparecerse de la nada para luchar en un pequeño pueblo solo habitado de semi-humanos. La reina seguía en lo suyo, abanicándose sin ganas, admirando el magnífico paisaje macabro y de terror que ella misma creó gracias a sus grandes poderes.

Una sonrisa marcó sus labios, lo sintió, dos presencias iguales a las de ella. ¡Oh! Unos demonios que están en su contra, eso no puede ser posible, todos los demonios eran su fieles sirvientes, y que dos vengan a luchar, ¡Era simplemente una broma! Con un ademán cerró su abanico, y con el dio leves golpes en los hombros a sus dos fieles demonios a su lado.

Ante aquel acto, ambos demonios se postraron ante su reina, la sonrisa de la mujer se ensancho pasando a ser una sonrisa totalmente insana, los finos labios coloreados de un rojo escarlata se movieron con lentitud, apenas sacó la punta de su lengua para pasarla sobre estos, deleitándose por la sangre y miedo que está consumiendo este lugar.

-Mis queridos niños… Tenemos dos iguales que no están con nosotros, ¿Pueden creer eso?

Aquellos demonios rieron con su voz de ultratumba, acompañado con la voz lleno de locura de la garganta de la mujer, la cual automáticamente llevó su mano a su boca, echando hacia atrás su cabeza, riéndose con todas las fuerzas, produciendo un eco por todo el pueblo.

-Vayan con ellos… Y jueguen un rato… Si se cansan, mátenlos y tráiganme sus cabezas ante mí.

Ambos demonios se levantaron, dando una última reverencia ante su reina, para encaminarse al lugar donde se encontraba sus iguales peleando contra ellos. La reina quitó los pies encima del pequeño demonio que yacía bajo ellos, y se agacho para estar a su altura, sonriéndole esta vez con dulzura, como de una madre a su hijo.

-Mi adorable niño…. –Su voz sonaba suave, como el arrullo de una madre- Mami necesita comer ahora… ¿Qué tal si me traes a aquel insignificante humano de por allá?

Ese pequeño demonio asintió energéticamente y se encaminó a buscar al humano que tanto anhelaba su “madre”, corriendo en cuatro patas, usando su gran olfato para encontrarlo entre toda la multitud de personas peleando entre sí.

No podía estar más orgullosa del logró que sus “hijos” han hecho hasta ahora.

-¿¡Donde estan los ejercitos de treboles y corazones!?-

Grito Credo, con la diestra sostenia las riendas de su caballo, y la siniestra la espada la cual rebelaba que el canido no habia perdido el tiempo.

-¡Aun no han llegado capitan!-

El castaño chasqueo la lengua ante la respuesta, de seguir asi, un solo ejercito no seria rival para aquellos demonios. Afortunadamente, cuando creian que estaban solos en la contienda, el reino de espadas hizo su entrada. Pero... ¿Serian suficientes?

A lo lejos una estruendosa explosion le hace alzar la guardia. Las cosas habian empeorado, juro ver a uno de esos odiosos demonios sobre de un caballo, no significaba nada bueno. No estaba seguro de las bajas, pero algo, desgraciadamente le decia que no iban a ser pocas. Cabalgo adentrandose aun mas en la revuelta, abriendose paso al blandir la espada. El miedo no iba a hacerle retroceder, la estruendosa risa de su maligna majestad no iba a intimidarle.

Los cascos de su caballo retumbaban, la montura tambien hacia de las suyas, los huesos de los demonios caidos crujian ante su paso. No obstante, no todo puede ser honor y gloria...

Sus instintos le advirtieron algo se acercaba por el flanco derecho, desgraciadamente, fue tarde cuando tiro de las riendas.

Algo lo tiro de su montura, el grito del Capitan de la armada de diamantes no se hizo de esperar al sentir los fieros y filosos colmillos encajarse en su hombro. El golpe fue fuerte y certero, la velocidad del demonio que lo habia tacleado ayudo. Cayo de espaldas, su uniforme se tiño de la sangre enemiga como de la propia. Lo peor, esa bestia aun estaba sobre de él, si no hacia algo pronto, podia ser peor. Viro el rostro, su espada no estaba muy lejos, y moviendose lo poco que pudo fue como estiro la mano para tomarla.

Apuñalo a la bestia, tres veces, a la altura del cuello y de una patada pronto, se vio libre. Rapidamente se levanto, un tanto aturdido por el golpe, no obstante, no esta dispuesto a retroceder. De nueva cuenta, se lanzo al ataque con veloces y certeras estocadas.

La adrenalina le envolvia, el calor de la batalla le hacia continuar, hacer valer todas sus creencias, proteger un reino … Para el, no hay nada mas fuerte que eso. Lo cual quedo en claro mientras eliminaba a cuanto demonio osaba interponerse en su camino…

No se iba a detener hasta ver a la reina roja caer.

Y estaba seguro que viviria para ver ese momento....

... Despues de todo, alguien espera que vuelva con vida... No pretende dejarle solo, una vez mas.

[BATALLA]

Tan escandaloso como un perro encerrado. Su hermano hizo aparicion en el campo de batalla, era de esperarse, seguro tambien sintio aquella presencia diabólica... Y siempre con aquellos artilugios que Vergil odiaba: Armas de fuego. sin inmutarse, continuo en la posicion que habia tomado luego de eliminar cuanto demonio se le pusiera enfrente.

-Ju, solo no te entrometas en mi camino-

Menciona con frivola voz, mirandole sobre su hombro diestro. ¿El estorbarle? Que gracioso, seguro el otro seria el estorbo. De un fino ademan de su siniestra cuchillas color celeste aparecieron alrededor suyo girando, amenazantes de herir como si de una sierra se tratase a aquel que osara acercarsele.

Ante la orden del demonio, las cuchillas cambian de posicion, listas para clavarse sobre su objetivo. Un demonio con una espada a dos manos. El cual cayo pesadamente al ser atravesado.

Escucho la funebre carcajada que su diabolica majestad ejercio por todo el pueblo. Vergil, solamente llevo sus celestes orbes hasta la direccion en donde aquella malefica mujer se encontraba. Tipico de los demonios inferiores, regocijarse con crear genocidio y ver la sangre humana o semi humana esparcida, tiñendo todo de carmin. Pronto, el egolatra demonio, tendria la satisfaccion de cerrar esos inmundos labios para siempre. O al menos, eso creia.

-Hagamos una pequeña competencia "querido" hermano. Ya que, por una u otra razon, hemos sido incapaz de terminarnos mutuamente durante nuestros duelos, aquel que logre eliminar a la reina carmesi sera el ganador de todos nuestros encuentros. Ya que, desgraciadamente cada uno de ellos ha sido irrumpido de manera nada ortodoxa-
Pudo sentirlo, algo grande se avecinaba. De un salto es como elude el pesar caer de aquel demonio enviado a combatirle. Al erguirse, el albino levanto la quijada, con soberbia, tipico en el. Algo mas cayo cerca de donde estaba... ¿Dos contra uno? Jeh petimetres. Para su sorpresa, por el rabillo del ojo, observo que un contrincante similar habia llegado a enfrentar a su gemelo.

-Oh, el comite de bienvenida. Halagado me siento que su majestad haya enviado caballeria para enfrentarme, eso significa una sola cosa, sus demonios son completamente pateticos en mi contra.-

Antes siquiera de terminar de hablar, el demonio blandio la pesada hacha en un corte horizontal. El de gabardina celeste no pudo hacer mas que saltar para eludirlo, dejando escuchar una risa un tanto funebre. Por unos instantes, su cuerpo desaparece, para dejarse ver cerca del enorme demonio frente suyo. Tomo a Yamato, en el instante que lo hizo, las cuchillas azules le rodearon nuevamente. Se lanzo al ataque una vez mas, las cuchillas giraron alrededor suyo con el afan de herir al demonio. El aire fue cortado de nuevo con el filo de su katana, al igual que la carne de aquel que fue mandado en su contra.

Frivolo, sonrie esperando a la caida de su contrincante. Sin embargo, un golpe bastante certero le hace ir al piso.... ¡Lo derribo! ... Un quejido sale de sus labios al percatarse de eso. Al querer ponerse de pie algo le hizo doblegarse: Un corte, cualquier humano hubiese sido partido a la mitad... Se levanto lentamente, observando a su rival.

Enfunda su arma para llevarla hacia uno de sus costados, flexionando las piernas es como decidio atacar. Desenfundo rapidamente, varias veces, al hacerlo varias esferas de aire se generan hiriendo al demonio. A lo visto a llegado alguien con el cual se entretendra un rato antes de ir por la chica de rojo. Haciendose un simple paso hacia un lado, elude a otro que pretendio atacarle por la espalda, aprovechando la baja guardia del semi demonio. Este solamente lo partido sin inmutarse, haciendo uso de su querida arma. Nuevamente, el sonido de las cuchillas espectrales silbo en los aires. Algo estaba seguro, Vergil es mas agil, pero el otro es mas fuerte y ha de ser cauteloso, por la herida sus movimientos quedaron limitados.

En ese preciso instante, dada la caida, las unicas cosas que lo diferencian de su hermano, son: la gelida mirada que posee y la gabardina color celeste. Se lanzo nuevamente en carga, dando un golpe horizontal, al hacerlo la ventisca corto todo lo que estaba a su paso. El sonido del metal chocando frecuentamente se une al macabro cantico de gritos lastimeros provenientes de uno que otro soldado, ya sea herido y dando la ulima bocanada de aliento. El arma de aquel demonio es dura, Yamato no habia sido capaz de cortarla...

... Sin dudarlo dos veces, se vio rodeado de un campo azulino, acompañado de varios rayos. Mientras enfundaba, el albino cambio de forma, tendria que llevarse al limite, si es que pretende ganar la "competencia" con su hermano.

//Batalla//

Forcejeaba. Aun mantenía espada contra espada (Keyblade en este caso) contra ese horrendo monstruo que quería matar a esa pobre niña semi-humana. Aquella criatura solo sonreía con imponencia, creyéndose superior a mí, pero su suerte iba a cambiar próximamente. Comenzaba a ejercer más presión contra mi propia arma, haciendo que la del demonio retrocediera, seguidamente él también se movía un poco hacía atrás, ágilmente doblé la keyblade hacia un lado, la espada del demonio se movió cayendo al suelo, lo cual aproveche, para darle una estocada en vertical a ese demonio y acabar con su vida.

Victoriosamente coloqué sobre mi hombro la keyblade, dando un vistazo a mí alrededor. La armada de espadas había aparecido para ayudar a los de diamantes, ¿Y la armada de verde? ¿Vendrá a ayudar también? Y a todo esto…. ¿También, vendrá Roxas a luchar contra estas criaturas? Seguramente le daría un infarto si se entera que estoy aquí, y con solo decirle “Iba de paso” Me llevaría unas cuantas reprenda.

No era tiempo para pensar ahora, justamente me vi rodeado de tres demonios más, dos que cargaban espadas más pequeñas, y uno que parecía un lobo de pelaje rojo y grandes colmillos, como sables. Bajé mi Keyblade, poniéndome en posición de defensa, ambos demonios de espadas se abalanzaron contra mí, con un salto hacia atrás, logré repeler su ataque, pero la punta de una de sus espadas logró hacerme un ligero corte en mi mejilla.

Un segundo ataque cruzado de aquellos demonios, evitándolos todos y cada uno de ellos con hábiles movimientos de espada, y de vez en cuando saltando y esquivando alguno que otro sablazo que iba en dirección a mi cabeza. Al primer demonio, le hice un corte desde su abdomen hasta su cuello, la sangre de un grotesco color resbalaba por su cuerpo y caí de golpe al suelo. Al segundo demonio, logré hacerle un fino corte en su cuello, sobre su yugular, dejando que muriera pos su propia hemorragia.

¿Dónde se encontraba ahora el demonio lobo? Desapareció, así de simple, no bajé la defensa, tenía que estar pendiente de cada cosa que me rodeará, podría aparecer un monstruo para cortarme la cabeza, como había gritado la reina roja desde el principio. Miraba absolutamente todo, los semi-humanos escondiéndose bajo los mesones de frutas, algunas casas cuyas ventanas estaban bañadas ya de sangre, los soldados luchando ferozmente contra ellos, y la estridente risa de la mujer que se esparcía por todo el lugar.

Pero nada, no había señal alguna del lobo, ¿Dónde estaría? ¿Estaría escondido? ¿Se habrá vuelto invisible?..... ¿Ehmm?

Alguien… Había dicho mi nombre, pero ¿Quién? Es voz se me hacía muy familiar. Solo un minuto bajé la guardia, y ese minuto basto para arrepentirme. Aquel lobo que buscaba se apareció justo de la nada y me atacó por la espalda, clavando sus afilados colmillos sobre mi hombro derecho.

-¡Gah! –Caí de golpe contra el suelo, mientras el lobo demonio mantenía sus fauces en mi hombro, forcejeaba para que se quitará de encima, pero este puso su pata sobre mi cabeza, evitando movimiento alguno. No había soltado la Keyblade, así que ligeramente la moví, para dejarla justo sobre la cara del lobo- ¡Fire!

Con eso fue suficiente, una pequeña bola de fuego emergió de la punta de la Keyblade, envolviendo completamente al lobo en esas llamas, liberándome de su mordida, el demonio se carbonizaba y gemía del dolor. Un leve quejido brotó de mis labios, me levante llevando mi mano izquierda a mi hombro, evitando la hemorragia.

[Roxas]

-¿Roxas? –Había caído en cuenta, miré en dirección donde hacía escuchado mi nombre, y en efecto ahí se encontraba el rubio, la armada de verde había llegado, era un alivio.

Sus demonios arrasaban con todo, mientras que más y más soldados aparecían, haciendo su presencia la armada de verde, pero nada era comparado con el inmenso poder que tenía aquella mujer, quien con solo alzar su mano, mucho más demonios emergían del suelo, mientras esta volvía a reír con su endemoniada voz.

Muchos semi-humanos intentaban acercarse, volver a hacer lo que hace mucho tiempo hicieron, cortar su cuerpo y lanzarlo justamente al pozo donde se encontraba sentada. Un intento en vano, puesto que antes de tan siquiera tocarla, los demonios los partían en dos o cortaban sus cabeza, creando más ríos de sangre, aquel hermoso color carmín que pintaba las paredes del pequeño y aglomerado pueblo.

Esa mujer se relamía con suma satisfacción, abanicándose esta vez con sumo orgullo, mientras cruzaba las piernas como todo el ser imponente que era, y de vez en cuando acomodaba su falda, como si este problema fuera más grave que el que tiene a su alrededor, una enorme guerra causada por su presencia.

-Veo verde, veo azul, veo amarillo, veo de todo los colores, en una gama casi macabra, ¿No es hermoso acaso?

Le habló a un demonio cuadrúpedo con forma de pantera que tenía a su lado, quien le dio la razón, y recibió una sonrisa por parte de su reina. Un nuevo sonido de un cuerno se hizo presente, la reina alzó la mirada hacía la lejanía, sin poderse creer lo que aparecía al horizonte.

La armada de rojo había hecho su aparición, imponentes y orgullosos, como siempre lo era. La mujer sonrió, sin dejarse de abanicar, su antiguo reinado había escuchado su llegada y de seguro venía en su ayuda.

Quien comandaba las tropas de rojo alzó su espada y todos comenzaron a correr en dirección hacia la guerra. La sorpresa apareció más en el rostro de esa mujer, cuando vio, como aquellas personas a quienes una vez reinó, estaban ahora luchando, contra sus demonios, cortándolos como si fueran animales salvajes.

-La armada de corazón –Anunció el capitán de ellos- Hemos venido por su cabeza… -Y apunto a la lejanía con su espada, como si tuviera a la endemoniada mujer enfrente- En nombre de nuestra nueva reina y la armonía de Wonderland…

-¡ESCORÍA INMUNDAS! –Se levantó precipitada, pisando por error la pata de su demonio pantera quien lo acompañaba, el cual dio un paso hacia atrás, dejando que ella se movilizará como gustarás- ¡USTEDES TAMBIEN ME TRAICIONAN! ¡MANTENLOS, MATENLOS A TODOS!

Gritó fúrica aquella mujer, logrando que con su irá, más seres endemoniados emergieran de las profundidades del averno hacia el lugar donde la guerra había comenzado.

-¡MATENLOS! ¡QUE NO QUEDE NI UNO VIVO!

-¡Cayo el general!-

Grito uno de los soldados. Credo rapidamente volteo en su direccion... ¡Maldicion! Si no hacian algo pronto, sus esfuerzos serian en vano. Pero no iba a resignarse. A lo lejos otro ejercito aparecio... Verde... Treboles. Respiraba de manera agitada, ahora solo faltaba corazones.

A lo lejos, un nuevo cuerno sonaba... Finalmente, la armada roja. Por suerte estaban de su lado, ahora las cosas mejorarian, o eso penso en un momento... mas demonios emergieron ¿Que tenian que hacer para evitarlo? Los hombres no iban a ser suficientes de seguir todo de esa manera.

-¡¡No los dejen avanzar!!-

Ordeno, la voz entre los soldados amarillos corrio. Tenian que pensar en algo, aprovechar el terreno... No podian estar atacando de esa manera tan intrepida y golpeada, solamente causarian mas bajas. Con agilidad enorme pese a la herida, comenzo a correr para integrarse a su ejercito nuevamente. En su camino, su fino oido le ayudo para percatarse de algo. Una voz femenina...

[Alice Nightray]

Se dirigio hasta el pesado cuerpo del demonio, observando con detenimiento. Algo habia bajo de el, o alguien.

-¡Su Majestad!-

Le reconocio: La reina de espadas. Rapidamente se acerco para tomar el brazo del demonio y hacerlo hacia un lado. Para el era facil, ser un semi humano tiene sus ventajas, como fuerza y velocidad mas alla de un humano normal. Le ayudo a incorporarse.

-¿Se encuentra bien?-

Aun a pesar de mostrar un aspecto deplorable, su principal prioridad son sus superiores. De un movimiento rapido bloqueo la espada de un enemigo que pretendio aprovechar la guardia baja del canido.

-Su majestad, con todo respeto, solicito que el ejercito de espadas se encargue del flanco derecho. Diamantes atacara directamente-

Se estaba quedando sin idea alguna, al menos tenian a los otros ejercitos para cubrirle, la ofensiva por mientras estaba bien, debia ver la manera de eliminar de una vez por todas a todos los esbirros del pueblo. De una certera patada en el pecho es como hace retroceder al demonio con el que se enfrentaba para enterrar el acero de su arma en el cuello de este.

-Parece que las cosas acaban de empeorar...-

Miro a la chica mientras se llevaba la mano libre hasta el hombro herido.

-Sea cuidadosa su majestad-

[Batalla ]

Sin decir mas se adentro, tenia que ver la manera de llegar hasta aquella macabra doncella vestida de color carmin. A lo lejos observo a dos grandes demonios con hacha combatiendo contra dos jovenes albinos, lo cual le sorprendio... Continuo abriendose paso quiza no lograria llegar con la dama de rojo pero al menos el intento haria...

El pueblo continuaba tiñendose del color escarlata que tanto agrada a la demonio y no obstante el ejercito amarillo continuaba abriendose paso, y no pretendia retirarse, todo sea por el bien de Wonderland.

[Batalla]

[Credo]

[Batalla]

El demonio de albinas hebras giro la vaina de su arma para tener mejor control al utilizar la mano diestra para desenvainar.

Endemoniadamente rapido, se lanzo de nueva cuenta en contra de su oponente, sin embargo, desaparecio a la vista, el camino del oji azules fue marcado por aquellas esferas de aire cortante.

En el trayecto, no se abstuvo de eliminar uno que otro enemigo mas. Finalmente llego ante su objetivo. El filo de Yamato silbo en los aires y varios cortes aparecieron en el torso del tosco demonio. Vergil, aparecio entonces, a sus espaldas, con las rodillas flexionadas y su arma hacia atras, aun listo para atacar. Aquel enviado de la reina roja tiro un golpe mas con su enorme hacha, pero el hijo de Sparda, aun transformado desvio la trayectora del arma enemiga utilizando su espada. Sin perder tiempo, se lanzo una vez mas contra de el. Su katana desaparecio dando paso a unos guanteletes que irradiaban energia platinada, al igual que sus botas se vieron cubiertas del mismo resplandor.

El albino ejecuto entonces, una patada ascendente justo en la barbilla de aquel enorme demonio, el cual fue elevado considerablemente, ante la segunda, su cuerpo cayo pesadamente hacia atras. Vergil, sin perder ni un misero segundo, cayo encima del otro en una aparatosa patada, la cual retumbo en el lugar. El cuerpo del demonio paso de ser solido a simples cenizas. Al hacerlo, el joven de ojos azules abandono su faceta diabolica.

Llevo la diestra hasta su cabello, para hacerlo hacia atras y deshacer ese maldito parecido que tenia con el otro semi demonio de gabardina rojiza. En ese instante, algo atrajo su atencion: La maligna presencia de la Reina roja aumento considerablemente debido al enojo que la embargaba.

Ante tal y como era de esperarse, mas demonios emergieron de las profundidades.

-"Su poder de invocacion es sin duda admirable. No obstante, como todo, debe tener un limite, sera simple cuestion de tiempo antes que se agote, o encontrar debilidad alguna en tan escandalosa femina"-

Afilo la mirada, a su alrededor cuchillas azules se materializaron. Aunque no lo aparentara, aquella herida habia limitado sus movimientos, y el hecho de haber utilizado su devil trigger iba a empeorar todo, pues aquello suele gastar buena parte de energia, sin embargo, su rostro jamas mostro emocion alguna. Varios demonios cayeron pesadamente al ser degollados por dicha invocacion del albino, de momento, lo unico que podia hacer, era mantener la distancia en lo que analizaba la situacion, y trataba de ver algun punto vulnerable en su majestad de carmesi.

¡Demonios! La herida era muy profunda, a pesar de que solo llegó a desgarrarme el musculo y no toco en ningún momento el hueso, mucha sangre brotaba de los dos profundos agujeros que había dejado el canino demonio. Por cierto, aquella criatura infernal chillaba y se retorcía por el fuego que aún lo seguía consumiendo, hasta dar un alarido aullido y ver su vida acabarse entre cenizas. Lancé un pequeño quejido, tratando de levantarme ahora apoyándome con la keyblade, pero el dolor era insoportable, seguía haciendo presión en esa herida para no desfallecer de la hemorragia, pero como iban las cosas preferiría eso a que me cortaran la cabeza.

Debería usar curaga para esto…. No, es muy arriesgado usarlo ahora.

Terminaría con menos de mi energía mágica de la que ahora poseía. No tenía más opción, debía aguantarme esa herida hasta que terminará la batalla y ver a la reina roja caer. También me fije al rato que la armada de rojo había hecho su aparición y exclamó ayudar a todos, lo cual se me hacia un tanto extraño con todos los cuentos que me echaban sobre el bélico reino carmín.

[Roxas]

Como debía de suponerme, Roxas había venido, nada más cuando se incó y miró mi herido me hizo sentirme como la peor cosa del mundo, su rostro se mostraba entre enojado y preocupado, incluso venia ya despedazando unos cuantos demonios antes de llegar acá.

-Roxas no…. –No es tu culpa. Eso le hubiera dicho, si el rubio me hubiera dejado de terminar de hablar, antes de volverse a poner en posición defensiva y correr hacía el demonio que nos miraba con imponencia y sonreía con sed de sangre. ¡Bien! No iba a quedarme de brazos cruzados viendo como aquel ser luchaba ferozmente contra mi hermano.

Un segundo demonio apareció, solo que este tenía en mano una guadaña gigante y bastante filosa, y por no decir sucia, manchada de sangre, como si recién lo hubiera utilizado. Y al parecer no me tomó en cuenta, puesto que su mirada solo iba a el rubio, se acercaba lentamente detrás de él alzando la guadaña en alto.

No lo pensé dos veces cuando me lancé en contra de este para detener el ataque con el filo de la keyblade, volviendo a poner una mueca de dolor, y ver la sangre chorrear de mi hombro.

-¡Tsk! –Chasqueé, haciendo presión en contra su guadaña para alejarlo de él. Inútilmente ya estaba comenzando a sentirme mareado por la cantidad de sangre perdida, pero no pensaba desfallecer tan rápido, como bien dije, primero quería ver a la reina caer antes de morir.

-¿Su majestad?

Toda su euforia se había materializado en más y más demonios, pero no eran los suficientes. A su lado posaba una espada plateada de mango decorado con lapislázuli, espada que dejo tiempo antes un demonio antes de ser derrotado por un soldado de amarillo. Entre sus finas manos, tomó aquella arma, en paso calmado pero furioso se fue internando entre las multitudes de soldados y demonios.

Los demonios atravesados en su camino le daban paso, y si no le llegaba el tiempo de hacerlo, ella con un ágil movimiento le cortaba la cabeza de un simple sablazo. Ellos temían cuando su reina se podía furiosa. La mujer de rojo no parecía inmutarse, algunos soldados que se dieron cuenta de su presencia intentaron atacarle, ella simplemente los detenía usando alguno que otro de sus poderes o clavando y cortando sus cabezas con aquella espada.

-Asquerosos humanos, me enferma ver que quieren tocarme, ¡Iugh! Cuando termine esta guerra mandaré a todos los humanos al infierno mismo….

Recién cayó en cuenta de algo, las presencias de dos demonios que peleaban contra los suyos, por un determinado momento lo pensó, que quizás sea bueno, tratar de convencer a esos dos poderosos demonios volverse sus más fieles seguidores. Alzó la vista, buscando la presencia de aquellos dos entes de forma física, porque solo podía sentir su presencia.

[Dante - Vergil]

¡Los encontró! Dos albinos, al parecer gemelos, aun a pesar de la distancia podía notar ciertas similitudes iguales, ahora, ¿Cómo debía acercárseles? Mientras pensaba, dos nuevos soldados de rojo se abalanzaron sobre ella, no se movió de donde estaba, puesto que dos demonios de aspecto animal terminaron por comerse a aquellos soldados en un santiamén.

Con más calma y con un porte altivo se fue acercando a ellos, hasta llegar a cierto punto, donde paró en seco, y su cara pasó a ser una mueca de confusión y desagrado.

-¡Son medio humanos! ¡Qué asco!

Ni modo, por ahora debía buscar las alternativas posible, y después traicionarlos cuando menos se lo esperen, no iban a creer que una mujer como ella permitiría tener a semi-demonios en su ejército. Una vez más siguió su camino, hasta llegar a una distancia considerable entre los tres, clavar la punta de la espada en el suelo apretando el mango, y sonreírles de una forma lasciva.

-Al parecer, solo ustedes pudieron contra dos de mis más fuertes niños –Ladeó negativamente la cabeza, entrecerrando los ojos, con cierto aire de reprenda por parte de ella- No esperaba a tan fuertes personas….

Sus brillantes rubíes miraban con recelo a los albinos, tijereando a cada uno, riéndose ligeramente por las fachas de cada uno. Uno sumamente pulcro y el otro todo desgastado, perfectos gemelos idénticos y a la vez no idénticos.

-Jum… Pero de verdad ¿Desean pelear por todos estos? –Apuntó a la acumulación de personas y demonios peleando fuertemente- ¿Gastar así gran magnitud de poder para seres débiles?

Ahora, una risa gutural escapaba de su garganta, sus ojos parecían brillar por la gran acumulación de poder en su cuerpo, poder que cualquier quisiera tener.

Cualquiera….

-¿Y si les propongo algo más divertido? –Sonrió juguetonamente mientras se balanceaba con los talones de sus pies como si fuera una niña pequeña- Si destruyen y matan a todos y cada uno de las personas aquí presentes, y no solo ellas, quizás también de todo Wonderland…. Yo a cambio le daré algo mucho más grande…. Poder….

Poco, faltaba poco. Podia ver la maldita figura de aquella chica vestida de rojo. Decidido, apreto la marcha con el unico afan de atravesarle con el frio acero de su arma aquel fino y delicado cuello. Hacer crugir su garganta y escucharle ahogarse con su propia sangre, mientras su cuerpo abandonaba todo calor y el liquido carmin emergiera de su cuerpo, desplomandose inerte al piso.

Tan confiado estaba el capitan de la armada que no presto atencion a aquel aura que repelia a cuanto se acercaba hasta su maligna majestad ¿Seria acaso otro de los tontos que caerian ante ella? o quiza, el cuerpo que se desplomaria ¿Seria el suyo?

Ninguno de las dos opciones era la respuesta para lo que le sucedio al can de diamantes.

Por el flanco izquierdo, un demonio enorme le envistio con el hombro, haciendo que el capitan fuera a atravesar uno de los pocos muros de madera, de las contadas viviendas que aun, continuaban en pie.

¡Maldicion! Estaba cerca de la demonio. Apreto el mango de su espada, para levantarse lenta y... Dolorosamente, algo, le hizo retorcerse al sentir una punzada enorme en uno de sus costados. No habia sangre de por medio, seguro se habria roto alguna costilla durante la aparatosa caida. Respiraba en jadeos, su cuerpo comenzaba a sentirse pesado.

Nego rapidamente, no iba a darse por vencido, no iba a quedar ahi. Los pesados pasos del demonio le advirtieron de su presencia. Entonces, este ataco al blandir su arma con las dos manos. No habia manera de contraatacar en dicho estado, pero si podia eludir, cosa que hizo, con sobre esfuerzo. Se avalanzo sobre su rival, para dar un corte horizontal a la altura del vientre. La sangre salpico en el lugar y el cuerpo del demonio, se desplomo pesadamente.

La armada amarilla hacia buen trabajo enfrentando a los enemigos, y los de azul no se quedaban atras al cubrirles, ahora, tan siquiera si rojo y verde ayudasen, todo estaria mejor... Sin embargo, por mas que trataban mas y mas demonios emergian, no estaba seguro, si los soldados serian suficientes.

Salio del lugar, dispuesto a seguir con lo que se habia propuesto anteriormente, buscando con la mirada a aquella aterradora mujer. Sin embargo, la sorpresa invadio las morenas facciones del capitan de diamantes. ¿Acaso ese era...?

-¿Dante?...-

¿¡La reina estaba hablando con Dante!? Y a lo que su fino oido le ayudo a percatarse, le estaba haciendo una oferta. No, eso no era posible, de aceptar... Si aceptaba, Credo no sabia que iba a hacer, pero estaba seguro de algo: No iba a perdonarle.

Sabia que las cosas habían empeorado previamente, pero no tenia idea de cuanto. Ahora, para que su “real majestad” demoniaca, haya decidido moverse de su comodo asiento para tomar cartas en el asunto, era mucho mas grave de lo que entraba en sus cavilaciones.