De tin, marín... [Libre]

De repente, sin más, Elsa había perdido completamente el poder y no era que realmente deseara con ansias ser una reina. De verdad que no. Ella habría dado todo con tal de que su tía, la reina Corett Amelie, hubiese gobernado hasta su muerte, porque eso significaría que sin legítimo heredero al trono (Como en el reino pensaban que serían las cosas al no haber rastro alguno de Fausto) Ella tal vez gobernaría cuando estuviera a pocos años de morir, o tal vez incluso, Anna, o la descendencia que tuviera su hermana, serían los futuros reyes de Tréboles. Por desgracia, su tía y el rey Alois desaparecieron en uno de los peores tiempos en la historia de Wonderland.

Frustrada, tuvo que salir de su escondite y encarar su responsabilidad. Sacrificó por última vez la compañía de su querida hermana ¿Y todo para qué? De pronto, un hombre, su tío, resucita de entre los muertos, y luego se casa con una completa desconocida.

Ni siquiera ella tenía idea de dónde había salido la tal Tiffany... Tal vez eran solo ideas paranoicas suyas, pero había algo muy sospechoso en todo eso, y no sabía por quién empezar, si por Fausto, por Tiffany, o examinar minuciosamente a cada uno de los miembros del Consejo... ¿A quién se le ocurría poner a una niña inmadura en la silla de la reina?

Eso mismo se estaba preguntando cuando sus propios pies la llevaron sin darse cuenta hasta la fuente del jardín. Escuchó aquella voz, que le pareció irritantemente estridente. Al principio pensó que el halago era para ella, sin embargo, era aquella muchachita. Frunció la boca, pero se detuvo súbitamente al ver que algunas hojas de las flores se congelaron ligeramente.

-Buen día, alteza- saludó ella, educada, pero con cierta frialdad, sin reverencias. Ser benévola con ella equivaldría a hipocresía.

Aquella muchachita le había echado una ávida mirada, llena de sonrojo. No sabía muy bien que pensar respecto a eso: si era parte de su inmadurez o si la intimido sin querer.

La chica respondió a su saludo comentando algo sobre el clima. Casi se sentía mal por no poder verla como a la reina. Nadie nunca reemplazaría el lugar de su tía. Ella era una niña, que llegó al lugar equivocado, en el momento equivocado. Si hubieran sido tiempos de paz para Wonderland, quizás se habría alegrado, o incluso se habría ofrecido para poder ser la tutora, madrina o lo que fuese, de Tiffany para instruirla en lo que a ser de la realeza se refería. Pero la situación en la que se encontraban, hacía que Elsa sospechara de todos. TODOS.

-Me encantaría, alteza- respondió Elsa de forma educada. ¿Por qué no? Un acercamiento sutil, para empezar a ganarse su confianza. Poder sondearla.

-Dime, pequeña Tiffany ¿Tienes idea de quién soy yo? ¿Fausto o alguien más te ha hablado de mí?- no era una manera de amenazarla, ni tampoco de hacer crecer su ego. Pocos sabían quien era dado que en el reino se hablaba muy poco sobre la joven y su hermana. Solamente gente culta en el reino sabía quien era Elsa Arendelle y por qué se supondría que ella era importante, y cual sería su lugar. Respecto a ese asunto de tutearla, le daba igual: ellas dos eran iguales sin importar de dónde venía.

Spoiler: