Un día Normal (Priv: Alice Lidell)

por **Dalia Black** Miér Feb 12, 2014 10:56 pm

Su cabello estaba amarado con una cinta roja, tenía pantalones blancos hasta los muslos, llevaba un bolso de color rojo, unas pulseras de colores doradas que se adornan su muñeca, con su delgada camisa cubriendo su torso, había traído lo necesario, no era de esas personas que necesitaba traer demasiadas cosas y solo para pasar unas horas en la playa, ya que al día siguiente tendría arias ordenes que cumplir.

-Es mejor que esta vez pueda disfrutar al menos de este día-

El cielo se encontraba despejado, una cálida briza con el olor del mar salado, las olas se encontraban tranquilas, el sol daba alto y mirando hacia el mar daba una imagen como de postal de cualquier isla paradisíaca, no había demasiada gente al rededor de la playa, para Dalia era mejor le gusta estar sola, aunque aparenta ser una chica alegre,sociable e simpática, solo era un juego para ella jugar con la confianza de la gente y después apuñalarlos por la espalda, así que le importaba poco que le pasara a los demás, movió la cabeza a los lados para dejar de pensar en eso, dio un gran suspiro, observo curiosamente por todos lados mientras se acercaba a la orilla, se agacho y empezó a jugar con el agua transparente tanto que se podía ver su reflejo.

-Tsk... es mejor estar solo, al menos esta vez y no ver a las demás ratas despreciables de siempre.-

Decidió sentarse en la arena y estirar los pies para sentir el agua del mar, de la nada había recordado cuando era una niña, las veces que se paseaban en la playa con su madre, se les ocurrió idea tan raras. le gustaba coger los corales, llevárselo a la casa e coleccionarlo en su cuarto, aunque siempre quiso la compañía de un padre- un padre tan des graciable jum...- al menos no le quiere ver la cara cuando un día se enfrente con el, se estira para sentirse bien, y siente que alguien esta detrás de ella, suspira y voltea rápidamente.

por **Alice Lidell** Jue Feb 13, 2014 12:28 am

El calor era exasperante, o al menos para ella, la luz brillante en lo alto parecía reflejarse en la arena que tenía un color más claro y puro que nunca, solo las olas se encargaban de otorgarles un tono oscuro que pronto sucumbían ante el calor, regresando a su claridad. Cada huella de sus pies descalzos era borrada por el agua, avanzando muy cerca de la orilla, no le importaba que la siguieran, tampoco buscaba esconderse, avanzaba por ese sendero para sentir la sensación del agua golpeando sus piernas, empujándola pero no con tanta fuerza como para hacer mella en su andar, contadas eran las ocasiones en que se alejó de su camino cuando el mar azotaba con más fuerza aunque el agua nunca subía más que a la altura de sus rodillas.

No lucía su vestido azul, ni ningún otro color llamativo, esta vez optó por el blanco impecable y completamente simple, no existían adornos extravagantes, no habían tules ni armaduras, su único adorno era la tela alrededor de su cintura que se ataba detrás con un gran moño, pequeña manía visible. En su diestra cargaba unos zapatos viejos y gastados que encontró entre un montón de botas, en la contraría llevaba un cubo simple, de aquellos que se utilizan para la limpieza de piso, aunque en lugar de estar lleno de agua o detergente, tenía algunas almejas y pequeños caparazones que le resultaron bonitos, también se encontraba entre todo ese desastre su cuchillo, escondido entre su botín y siendo apenas perceptible el mango sobresaliendo.

No parecía existir indicio de que más personas llegarían, la tranquilidad reinaba y el silencio solo era roto por el trinar de las aves o el rugido de las olas al golpear las rocas y la costa. Creyó que estaría sola más tiempo pero logró divisar a lo lejos una figura descansando sin preocupación, era suficiente razón para desviar su camino y alejarse de la orilla, aunque no caminaba en línea recta hacia ella, más bien desviaba su andar lo suficiente para acercarse por detrás de esa persona, clavando sus orbes en ella. Al parecer se dio cuenta de su presencia antes de lo esperado, a lo que esbozó una sonrisita, elevando el cubo casi presumiendo lo que había encontrado y aclarando indirectamente qué estaba haciendo allí.

por **Dalia Black** Lun Mar 03, 2014 11:41 pm

Se levanto del suelo sacudiéndose las manos y piernas, por la arena que se le había pegado a su piel blanca, arreglándose el cabello se dirigió hacia la pelinegra no tenia ninguna intensión de tirarle preguntas lo azar, al menos esta vez, solo deba actuar como siempre ser una persona simpática, pero la rubia vio algo diferente que a las demás persona a las que ha conocido o matado, se le acerco mas y la miro fijamente a los ojos - Que curioso por verte en este lugar, que traes de bueno- pregunto con una sonrisa, le causaba interés saber lo que haría o solo quería alguien con entretenerse.

Se estiro lentamente con los brazos bien alzados y dando un pequeño bostezo - Que te parece hacer algo divertido en vez de estar aquí paradas- le da un golpe en la espalda no tan fuerte pero queriéndole decirle que la siguiera -Oh!... tu quieres hacer algo y te sigo- encoge los hombros y va hacia la orilla a recoger sus cosas, regresando donde estaba la pelinegra arrojando le un dulce -que te parece mientras pensamos en algo interesante, empezamos hacer preguntas y yo empezare-

Empieza a reír y a mirarla de reojo -¿Cual es tu propósito de estar aquí? - molestarla quería verla enojar, aburrida de actuar amablemente al menos con esta no, y ver si podía creer en ella, es difícil que la rubia crea en alguien y le cuente de todo al otro, ja, irónico aunque estaría a la ordenes de Alice, siempre seria fiel a la realeza y morirá por ella, aunque puede que al transcurso del tiempo pueda cambiar ese dicho, y solo usar algunas persona para vengarse, todo eso pasaba en la cabeza de Dalia mientras esperaba la respuesta de la otra con un silencio solo oyéndose la brisa fresca y las olas estrellándose contra la orilla.

por **Alice Lidell** Lun Mar 17, 2014 8:19 am

La sonrisa se mantuvo en su rostro y la vista seguía fija en la figura de la muchacha, el cubo bajó nuevamente y ambos brazos fueron a unirse tras su espalda, entrelazando tan solo los anulares mientras esperaba que ella terminara de estirarse, después escuchó que ella habló sobre hacer algo divertido, seguido de la palmada en la espalda que le dieron, luego la chica cambió de parecer, preguntándole si quería hacer algo, antes de que pudiera siquiera pensar una respuesta, la rubia ya se había retirado a la orilla a recoger sus cosas y regresado para realizar una nueva pregunta, lanzándole también un caramelito que agarró con facilidad con una de sus manos, específicamente con la que sujetaba sus zapatos.

La risa ajena le confirmó lo que ya esperaba: La capitana nueva de corazones estaba loca. Y la pregunta era: ¿quién en Wonderland no lo estaba? Debería estar acostumbrada a tratar con dementes y locos, ella lo estaba hasta un cierto punto, o esos rumores escuchaba de sí misma. Guardó el caramelo bajo el listón que presionaba su torso para comerlo más tarde, no tenía mucho apetito en ese instante, no después de andar recogiendo ostras, probablemente ese pequeño dulce sería su postre después de la gran cena que iba a tener en el castillo, no por un motivo de celebración, sino que seguramente el chef se pondría feliz de recibir el botín y a cambio le daría una comida mucho mejor que las que le daban a los soldados.

Como respuesta a por qué estaba allí, volvió a elevar el cubo, incluso lo sacudió cuidadosamente para que los caparazones hicieran ruido al golpearse en el interior y contra los bordes que los contenían. - Juntando algunas cosas. Quién sabe, podría encontrar una perla o un tesoro y jubilarme del trabajo. - Bromeó, incluso dejó escapar una pequeña risita, como si fuera tan fácil huir de todo. Para mala suerte de su compañera, ella era una persona realmente difícil de hacerla enojar o molestarla, tenía demasiada paciencia y se tomaba las cosas con educación y cuidado, cualquier otra persona hubiera sido más fácil a comparación. - ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?... Además de aburrirte. - Lo de aburrirse casi lo dio por hecho ya que la rubia se había acoplado repentinamente a lo que ella fuera a hacer, no iban a haber aventuras emocionantes, pero ese momento lo utilizaría para evaluar a la que se convirtió en la nueva capitana de la milicia. Regresó sus pasos a la orilla para sentir el fresco golpe del agua, caminando pausadamente pues su mirada continuaba buscando alguna almeja o caparazón bonito.

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