It's show time

Era tiempo del show, y todos tomaban su lugar. Gente iba y venía, de aquí para allá, subían y bajaban, pero aún entre todo el desastre caótico podías ver cierta regularidad, una secuencia difícil de descifrar para aquellos que no contaban con un buen ojo o la paciencia, era como si todos se hubieran puesto para planear un desastre y cada uno supiera qué hacer, como si el propio desorden fuera parte de la actuación y se hubieran preparado para que todo luzca de esa forma. Por más que la gente, animales, y otras cosas, iban y venían, ninguno golpeaba a su compañero, e incluso los esquivaban con una gracia que cualquier otro lo conseguiría con años de práctica.

Ella no estaba entre el público, aún no había elegido el puesto correcto cuando uno de los actores disfrazados, o con ropa demasiado extravagante, pasó por su lado y con una sonrisa pareció invitarla a seguirle. Creyó que no se iba a alejar demasiado si solo pasaba a ver, tenía curiosidad por contemplar el detrás de escena, era casi tan maravilloso como la obra misma. Ese día no estaba vestida de azul, como era costumbre, sino que llevaba un vestido en un rosa opaco que había encontrado entre sus cosas, no se sentía como ella misma, como Alice la General del ejército, sino que se sentía como una persona más, un simple habitante de Wonderland.

A los actores no parecía molestarle la presencia de la chica, la ignoraban como si fuera una pieza de utilería más, esquivándola sin dirigirle la mirada, apresurados por tener todo listo para cuando comenzara el teatro. Por más de que el tiempo se acababa y la sala podría llenarse, ella seguía allí, observando algunos trajes pomposos y adornos que se amontaban en cajas y asientos, a plena vista para comodidad de quien los quisiera utilizar. Agarró uno de los sombreros con plumas y se lo llevó a la cabeza para probar, le quedaba algo grande cubriendo hasta su nariz, era bastante gracioso y se entretenía con algo tan simple.

Todo su cuerpo se tensó, quedando completamente firme como un soldadito al escuchar la voz de una persona, lo primero que vino a su mente es que estaba molestando o evitando que los actores pudieran recoger sus atuendos, solo esperaba que la siguiente frase fuera algo como “¿Podría ir a su asiento?”, pero esa frase no llegó, o no dio tiempo a que llegara. Giró la cabeza y… no vio nada, pues tenía el enorme sombrero de plumas puesto y evitaba que pudiera divisar algún detalle, antes de que alejara la prenda la habitación se había llenado de personas, todos ellos artistas.

Pudo distinguir el cabello rubio de quien le habló antes de que la marea de personas la separara, todos estaban sujetando ropas, camisas y faldas volaban de aquí para allá mientras iban preparándose para el espectáculo, lo que nadie se esperaría era esa mano recorriendo su espalda de forma casi escalofriante.

- ¡Tenemos gente nueva! - Gritó una de las personas. - Dale el atuendo del acto 4. - Se escuchó otra voz. - ¡A él le quedaría muy bien este traje! - Esta vez fue una voz femenina. Ambos empezarían a sentir manos recorriendo sus cuerpos, pero no de forma lasciva o con otras intenciones que no fueran… despojarlos de parte de sus ropas para obligarlos a vestirse con los trajes propios de la obra que iban a representar. Nadie notó que aquel presente era el Rey, y tampoco que la chica era una General de la milicia, o quizá realmente no les importaba ya que les faltaba uno o dos tornillos, automáticamente los tomaron como actores de la obra sin importar su voluntad.

Para cuando la gente se retiró, ambos estaban completamente vestidos y con un folleto en la mano, el cual en su portada rezaba el nombre de  “La carrera sin final”. Ella ahora portaba un vestido negro que llegaba casi hasta el piso, ajustado en la zona del torso mientras que la parte de la falda era abultada por la cantidad de tela olanes que había debajo, las mangas eran largas a tal punto que cuando extendía los brazos hacia los lados parecían alas oscuras de un pájaro. - … ¿Qué pasó? - Observó el libro y luego al chico con quien la habían dejado.

Spoiler:

Realizó una mueca al escuchar la respuesta del rubio, definitivamente aquella persona tampoco debía tratarse de un actor pues estaba casi tan, o más, perdido que ella. Observó nuevamente la portada del libreto, abriéndolo en una página al azar más no para leerlo a fondo o minuciosamente, solo deseaba constatar que aquello era lo que pensaba, impreso estaban diálogos, frases y mandatos, acotaciones y comentarios de cómo debía actuar cada quién o qué debían de hacer en tal o cual momento. Cerró de golpe el libreto, ella no iba a formar parte de esto. - Yo me retiro. - Observó hacia los lados… un segundo, ¿y su ropa? ¿Dónde estaba su ropa? No podía regresar al reino de corazones con ese atuendo, claro estaba que si aparecía así vestida no le dirían nada, pero ella no quería ir hasta allá disfrazada de cuervo, ave, cosa negra, lo que sea.

- … No sé dónde está mi ropa, pero la función comenzó, mejor iiiiir… - Había caminado hasta la salida pero enseguida de allí aparecieron tres personas, cada una agarrada del brazo de la de al lado, caminando al mismo tiempo al unísono, obligándola a retroceder hasta regresar a su posición al lado del chico de ojos azules. Aquellas personas se detuvieron y observaron a ambos con una sonrisa, inclinando el torso hacia adelante con una profunda reverencia antes de, de la nada, uno de ellos de metiera entre Ky y Alice, mientras los otros dos se posicionaban uno al lado de la chica y otro al lado del chico, agarrándolos del brazo para que ahora fueran cinco.

Comenzaron a caminar, casi obligándolos sin escuchar quejas ni atender a enojos, iban avanzando hasta un costado del escenario, donde salían los actores. Si se prestaba un poco más de atención, cada uno de ellos vestía como un pájaro de colores brillantes, contrastando fuerte con el oscuro negro. Ella se negaba a caminar así que acabó arrastrada, solo dio tropezones al llegar costado del escenario, lugar donde empujaron a ambos para salir a escena. En el centro había una especie de barril, y encima del mismo un personaje con gran pico cantaba al son de la melodía de un piano escondido tras unas cortinas, alrededor estaban haciendo una ronda varios artistas, aunque había dos lugares donde faltaban personas, seguramente ellos.

Observó atónica al público que fijaba la mirada en ella y en el chico que acabó enredado en todo aquello, no notó que su propio rostro se había teñido de un intenso carmín por la vergüenza, completamente entumecida aunque, tras un esfuerzo monumental, logró moverse para esconderse tras el cuerpo del chico, esperando que fuera él quien pues… hiciera algo.