Requiem para un león -Priv/sarah-

"Venganza..." Sarah sonrió ante la sola idea. Pero no lo hizo de la forma en que normalmente le sonreía a Ky, llena de sarcasmo, hipocresía o confusión; si no que ahora aquella ligera curva en sus labios se había formado sinceramente y sin proponérselo, escapando de pronto de su perfecto plan.

No importaba, porque habían cesado las palabras hirientes y la terrible necesidad de atacar. Ahora mirar al imponente rey de Diamantes se sentía diferente... Después de aquello, Su Majestad de Rojo ya no podría volver a verlo igual.

La reina de Corazones observó atentamente al rubio mientras éste cruzaba la recámara con dificultad. Era extraño para Sarah pensar que ahora él sabía más de ella que la mayoría del reino, pero no estaba mal.

Tras un par de pasos más y un cruce de palabras la puerta se cerró tras del rey, dejando el silencio detrás.

-He de confesar que cuando lo veo no dejo de pensar en que no es más que un niño -dijo la mujer mientras se acercaba al ventanal.- Pero también es cierto que tiene valor. Sólo míralo, poniéndose de pie para tratar de volver a casa. .

El coronel pelirrojo sólo se puso a jugar con su espada y luego, cuando ya no escuchó más a Ky Kiske se atrevió a hablar.

-¿Lo acompañaré como escolta, Su Majestad?

-No. -Respondió ella sin voltearlo a ver- Aunque tampoco te prohíbo que lo hagas. Si quieres brindarle protección es tu decisión.

Jefferson volvió a enfundar el arma y con pasos largos caminó hasta la puerta de la habitación.

-Pero ten cuidado, Jeff, -agregó Sarah.- Hoy te metiste con el rey Ky Kiske y con el Alto Consejo de Corazones... Y yo no voy a poder protegerte por siempre. -Volvió su vista a través de la ventana.- Por cierto, antes de que te vayas pide que en el Gran salón toquen un réquiem.

-¿Será para la dama Ofelia?

-No necesariamente.