Alice in Wonderland
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Mensaje por Yuutaro Mar Jul 16, 2013 12:40 am

Hacía un día soleado, perfecto para entrar en nuevos reinos. En un día de semana, mucha gente en los mercados, todos cargando dinero para comprar ¿Qué podía ser mejor que eso? Pasar entre ellos y hacer de las suyas no sería para nada malo, nadie se daría cuenta si desaparecía algo hasta que llegase a sus hogares o tuviese que pagar por otras compras, posiblemente algo que no les molestaría del todo ¿O sí? El pelirrojo solo reía ante esa ocurrencia, claro que se enojarían y quizás maldecirían hasta a su madre, lo típico. "Al menos algo que sea común en este mundo" pensaba intentando contener la risa por el sólo hecho de que ya había aprendido a disfrutar de su trabajo y por sobretodo, de las reacciones de los demás a éste.

Lo normal para él habría sido entrar a pie, sin tratar de llamar mucho la atención, pero esta vez había deseado innovar aparte de ahorrarse unas cuantas horas de viaje, por lo que cuando apenas le faltaban unas tres para llegar, se topó con un carruaje que venía a lo lejos, dándole la oportunidad de subirse a un árbol y saltar en el momento adecuado para irse en primera clase hacia el Reino de Corazones, y vaya que si lo estaba haciendo, al dormirse sobre éste dejó que el tiempo de descender de "su transporte" se pasase y llegase a un lugar inesperado, nada más ni nada menos que al castillo.

Abrió apenas sus ojos y no pudo ser más grande su sorpresa al verse rodeado de guardias del castillo con una cara de sorpresa. "Vaya manera de terminar una siesta" miró a todos los presentes con incomodidad mientras éstos se mantenían curiosos por su presencia y aprovechó esos preciosos segundos que los mantenía concentrados para huir de ellos de la típica manera: llamar su atención a otra parte diciendo algo estúpido y correr en dirección contraria. No supo si aquellos tipos realmente se sorprendían con todo o simplemente consideraban más importante a un espía que a lo que quizás considerarían un civil fanático que buscó la forma más extraña para entrar al castillo, de todas formas, fuera lo que fuese, le salvó el pellejo al ser más veloz.

Nunca antes estuvo en un lugar como aquel, por lo que sus pies se encargaban de dirigirlo a donde se les diera la gana y donde obviamente pudiera esconderse. Para suerte dio con el lugar perfecto, en definitiva no existe mejor lugar que uno con muchos arbustos y plantas capaces de confundir y esconder a cualquiera que lo desee.

Unos pasos por aquí, otros por allá y ya podría comenzar a despedirse por tener la posibilidad de escalar paredes y crear su salida, sin embargo algo inesperado le ocurrió. Podía oír voces, gente cantando y más específicamente hombres, definitivamente eso no era frecuente e inevitablemente su curiosidad le impulsó a detener su accionar y dirigirse hacia donde provenía la música.

Anormal... ¿Por qué siempre tenía que ser así? No tenía siquiera una pista pero... ¡¿Qué demonios hacían esos guardias cantando y pintando flores?! Necesitaba explicaciones y las necesitaba ya.

-Disculpe...- llamó la atención de uno de ellos, el que más bajo cantaba para que no se notase la diferencia en la canción. -¿Podría decirme por qué pintan las flores de rojo?- sentía que tenía una especie de dejavu, esto claramente no era nuevo. -Pues ¡Alguien se ha equivocado pidiéndolas! ¡Debían ser rojas, no blancas!- hablaba enfadado aquel tipo mientras seguía pintando. -¡Tú también deberías ayudar!- dijo tras echarle una mirada y ver su cabellera roja; tal vez pensó, como otros anteriormente, que se trataba de algún fanático del reino y sin dudarlo un segundo le entregó una brocha y un cubo de pintura. -O..oye, este no es mi trabajo...- reclamó, pero aquellos guardias no le hacían caso alguno. -Bueno... supongo que no me queda otra, tengo tiempo libre para ayudar...- trataba de no reír en la situación en la que estaba envuelto, esto lo había leído "Alicia en el País de las Maravillas", claro que por eso tenía la sensación de que esto no era nuevo, pero algo les faltaba. -¿Acaso la reina va a castigarles si lo descubre?- dijo alegre a los demás, quedando todos en silencio repentinamente, no entendió por qué, pero suponía que había terminado la canción y por esto mismo le restó importancia sin sentir la necesidad de darse la vuelta y descubrir por sí mismo la razón del silencio.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Vie Jul 19, 2013 12:43 am

-¡Es-es ella! -gritó el guardia de la cubeta de pintura, alarmado; y de manera casi instantánea ambos caballeros quedaron congelados y sus dos brochas terminaron en el suelo, embarrando el césped con pintura roja.

-¿Quién? ¿quién es? -dijo de pronto la aludida, mirando hacia ambos lados en búsqueda de algún otro ser, pero no vio nada.

-¡Ma-ma-ma-ma-majestad! -exclamó uno, horrorizado, mientras se giraba lentamente hacia ella. Sarah les miraba con inocencia, alzando un poco ambas cejas por la sorpresa. En verdad la reina de Corazones no se había dado cuenta. Y mientras no lo notara el día iba "de suerte" para todos, seguro.

-¿Qué están haciendo? -dijo sonriente, parándose de puntillas para ver lo que había detrás de los tres hombres, pero no alcanzó a mirar gran cosa gracias a que era tan bajita como una nena.

-¡No! -le contestó uno de ellos, señalándola acusadoramente- ¡La pregunta es qué está haciendo usted!

Sarah apretó los labios.

-¡Estoy volviéndome loca, hombre, literalmente! -chilló levantando ambas manos, como en aquella escena cliché del "¡Manos en alto, esto es un asalto!"... Sólo que nadie en todo Wonderland se atrevería a asaltarla a ella... ¡Precisamente a ella! ¡La mujer que llevaba el "Que le corten la cabeza" corriendo a toda velocidad por sus venas!

...A menos que casualmente se tratara de un excelente ladrón. Tal como el que Sarah tenía justo enfrente y que había confundido con un encantador soldadito.

-¡Los constructores están arreglando los caminos de adoquín! ¡Y pusieron adoquines blancos y negros! ¡Blancos y negros! -exclamó, apretando los puños a su vez. Luego supo que explotaría si no hacía algo y sujetó a Yuutaro de los hombros para zarandearlo.- ¿A quién se le ocurre? ¡Ahora el patio y los senderos del jardín están plagados de piezas de ajedrez!
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Mensaje por Yuutaro Sáb Jul 20, 2013 2:24 am

¡Woah! No esperaba ese súbito cambio en el ambiente, ni menos al saber de que su broma parecía ser una temida realidad para todos en el lugar.

Cuando se giró para enterarse de la actual situación se vio rodeado por todos y quedando al frente, permitiéndole ver en todo su esplendor a la tan afamada Reina Roja. En definitiva se trataba de una hermosa dama ¿Por qué habrían de temerle? No conocía mujer que tuviera tal encantador aspecto pudiera hacer daño a otros o al menos no del físico, le parecía imposible y es más, con ese comportamiento.... ¿Realmente esperaban que el miedo se transformara en algo colectivo y se pasara hacia él?

"No bromeen" sonreía incómodo al notar que los ojos de la pelinegra estaban posados sobre él justamente.

Se sintió totalmente fuera de lugar con el zarandeo de la Reina, le parecía gracioso que no pudiera distinguirlo de entre sus soldados -¿Eh? ¿De verdad?- en esos momentos agradecía poder actuar, al menos así tendría la posibilidad de seguirle la corriente. -¡Deberíamos enviarlos a cambiar de inmediato!- dijo con una voz firme, tratando de imitar la de los soldados. -O tal vez...- se le ocurrió algo repentinamente. -Podría usarlo para jugar ajedrez con personas reales...- sugirió. Eso sí que no tenía sentido, pero en Wonderland... ¿Qué rayos lo tenía? Su rostro se mantenía sereno a pesar de los enormes deseos que tenía de reír, claramente a los soldados no les parecía una muy buena idea, podía sentir en su espalda las miradas de terror por la idea y odio infundido hacia su persona.

-¿Qué opina su Majestad? Sería mucho más rápido que cambiarlo a mi parecer...- no sabía si el tono y las palabras usadas eran las correctas, pero dado la forma de ser de ella, no le parecían del todo mal. -Después de todo su opinión es lo más importante.-

-¡N..no lo escuche su Majestad!- gritó uno desde atrás, eso sí que había sido imprudente. -Él sólo quiere saltarse el trabajo- oh, vamos ¿Aún no se daban cuenta de que él no era de por ahí? Y ahora encima le dejaban mal con quien infundía el terror en ellos, ahora sólo esperaba que nada malo sucediese en caso de que malentendiera su intento de ayudarles, Yuu sólo quería salir de aquel lugar, nada más que eso, y si era necesario joder a los soldados, pues bien lo haría.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Lun Jul 22, 2013 9:03 pm

La reina apartó al guardia hablador con la mano.

-¿Jugar ajedrez? ¿Bromeas, soldado? No se puede porque hay piezas de ajedrez por todos lados: Pululan como las mariposas -suspiró pesadamente. Al parecer la joven monarca llevaba por lo menos un par de horas tratando de solucionar el problema y ya estaba por agotarse su paciencia... la cual no era mucha.

En eso, un alfil blanco pasó caminando por el sendero de adoquín que se encontraba a un lado de Yuutaro y de Su Majestad. Cabe mencionar que apenas Sarah lo vio, ella se le acercó amenazadoramente con unos largos y aterradores pasos.

-¡¿Y tú qué tienes en la cabeza?! -le gritó a pocos centímetros del metálico rostro.- ¿Por qué no puedes actuar como un objeto decente? -le reclamó- ¡No puedes ir caminando en diagonal por el sendero! ¡No puedes!

Uno de los guardias que estaban ahí alzó temblorosamente el dedo.

-De hecho sí puede, Su Alteza Serenísima Sarah... Otra cosa es que no deba hacerlo -señaló orgulloso.

La mujer quiso darse de topes contra el alfil, pero como la armadura de éste era de metal, mejor se lo pensó. Bajó la cabeza con resignación y clavó su 'ya no tan dulce' mirada en el césped. Pero justo cuando los guardias creyeron que su problema pronto terminaría, Sarah se encontró un par de brochas usadas dentro de su campo visual.

"Ah... pero si sólo son brochas con pintura..." pensó al inicio. Pero ¿por qué había brochas ahí en primer lugar?

Se inclinó hacia un lado para alcanzar a ver lo que había detrás de la barrera de soldados y ahí los vio.... los pobres rosales blancos, ¡todos pintarrajeados de rojo!

-¡Oh, pobrecitas! -exclamó con angustia, mientras corría hacia ellas- ¿Se despintaron? -le preguntó al menor.
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Mensaje por Yuutaro Dom Jul 28, 2013 3:30 pm

Si debiese ponerlo en palabras simples, la sensación que llevaba ahora encima era de que en cualquier momento algo podría estallar, no sabía quién o cómo, pues seguía sin poder creer que ese  ambiente tan tenso fuese obra de la Reina.

Imaginaba que ya dicho algún intento de solución se retiraría en búsqueda de conseguir otro, ya saben, eso de pasearse alrededor con el problema en mente y decírselo a quien se le cruzase para ver si otra persona poseía la respuesta, pero no, parecía no tener intención de dejarles solos. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al oír gritar a la mayor, ahora comprendía todo y de paso le permitía entender lo que le sucedería en caso de que ella fuera quien le descubriera. No podía cometer ningún error a partir de ahora, al menos si deseaba salir de allí vivo y sin ser perseguido el resto de sus días tenía que estar un paso adelante de los demás, algo complicado si él mismo no se consideraba una mente maestra en planes y esas cosas, él solo hacía lo que se le venía a la mente en el momento.

Volvió a sentir otro escalofrío mucho más fuerte que el anterior al darse cuenta de que la dama notó lo que habían estado haciendo, y que por muy mala suerte -demasiada según el pelirrojo- se dirigió justamente a su persona para "resolver sus dudas".

Se le quedó mirando sin saber que responder ¿La verdad sería un suicidio colectivo? Desvió su vista hacia la derecha, encontrándose con los soldados tratando de articular algunas palabras desde su posición, pero siendo sinceros, Yuutaro no era un experto en leer labios, aunque viendo sus caras creía que lo mejor sería evitar hablar demás. -S..sí- se maldecía por no haber podido hablar de manera correcta, el miedo sí se había hecho colectivo. -Fueron unas pocas...- dijo otro soldado para ayudar mientras algunos desaparecían con todo lo que podían a excepción de esa brocha que pudo encontrar la pelinegra. -Parece que... las flores no han sido cuidadas de manera adecuada- agregó el pelirrojo a manera de excusa, a lo que todos asintieron tras él, habían logrado esconder todo y se habían puesto en una fila, lo peor es que seguían poniéndole al frente como si él algo de poder tuviera. Ya imaginaba sus pensamientos "Si muere alguien, ha de ser él". "Son unos grandes compañeros..." les miró con molestia dando un ligero suspiro que esperaba no notaran.

-Su majestad...- se decidió por hablar un tanto más. -¿Cómo se suponían que debían quedar los adoquines del camino?- cambió el tema, eso tal vez podría funcionar, además si era aquello lo que le molestaba tanto podría utilizar esos momentos en los cuales se quejaría con todos y todo para buscar una ruta de escape, sinceramente estaba tan asustado como lo estaría una presa de un león, nunca pensó que el que todos tiritaran de miedo le afectaría al punto de querer huir como estaba pensando.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Mar Jul 30, 2013 1:37 am

-Ah, no las han cuidado de manera adecuada. ¡Espera! ¿Cómo que no han sido cuidadas de manera adecuada? -se llevó ambas manos a la cabeza en un gesto de pura preocupación.- ¡Ay, no! ¡Me voy a volver loca! -Error, ya lo estaba. Pero lo verdaderamente importante aquí era que a la jardinerita le iba a ir muy mal.

Mientras tanto, Sarah ciclaba sus pensamientos una y otra vez dentro de su cabeza hasta que Yuutaro la interrumpió.

-¡Pero si ya te lo he dicho! -no, no se lo había dicho. Bueno, por lo menos no a él.- Adoquín rojo, adoquín negro, rojo, negro y así hasta cubrir todo el suelo de la explanada y de los senderos. ¡Es más! ¡¿De dónde han sacado los adoquines blancos¡? -gruñó, exigiéndole respuestas a un naipe soldado que pasaba de casualidad por ahí. A lo que el pobre 3 de corazones ♥ sólo asintió asustado, sin saber qué era lo que le estaba preguntando Su Alteza Serenísima.- ¿Los trajeron del reino de Diamantes, verdad? ¡Confiesa! -dijo entre dientes mientras volvía a zarandear a Yuutaro. ¿Por qué a él? Pues bien, era el que estaba "a la mano" y los naipes eran muy anchos como para sujetarlos.- ¡Ellos siempre están arruinándome todo!

En eso, el alfil blanco que se deslizaba de forma cruzada por los cuadros volvió. Entonces la estresada mujer liberó a Yuutaro.

-¡No camines en diagonal, hombre! ¡En diagonal no!

-¡Pero Majestaaad! -habló uno de los guardias en tono de rogón-  ¡Es un alfil! ¡Los alfiles sólo pueden andar en diagonal!

-Que no camine entonces -dijo cruzándose de brazos y no parecía querer cambiar de opinión. Pero como no iba a quedarse sin hacer nada, se pegó de espaldas al alfil para tratar de llevárselo a empujones. No obstante su cuerpo era tan pequeño, femenino y frágil que no pudo mover aquella enorme estructura de metal.

- ¡Venga, ayúdenme a deshacerme de él antes de que decida llamar a la tropa de choque!
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Mensaje por Yuutaro Jue Ago 08, 2013 4:01 pm

¿Cuál era su problema? El blanco nada que ver tenía con diamantes ¿O si? Bah, él qué sabía de esas cosas si apenas le importaba un poco a quien tenía al lado suyo, pero bueno, ahora sí que tendría que interesarle o al menos mostrarse así.

-Su.. su majestad...- balbuceó en cuanto dejó de moverlo tan bruscamente. -Debió de ser un error del proveedor, tal vez se confundió o algo...- todo lo que decía en vano, la pelinegra se distraía con todo, todavía le parecía increíble que esa fuera la Reina con tanto problema que se hacía por más mínimo que fuera el asunto.

El pelirrojo volvió a suspirar tras las distracciones de Sarah, se preguntaba que tan obsesiva podría llegar a ser y no se hizo de esperar mucho su respuesta cuando oyó como pedía ayuda para remover lo que le perturbaba, a lo que suspiró pesadamente y se acercó junto a dos soldados más para "cooperar con la causa".

-Puede dejarnos esto a nosotros, Majestad...- dijo Yuu en representación de los otros dos que parecían tener miedo a hablar. -Podemos levantarlo para que no haga ruido o raye el piso- comentó un as de corazones tomando el hombro del chico, lo cual le molestó y tiró de él con odio para acercarse al lugar donde  se encontraba la pelinegra e iniciar el trabajo ¿Cuándo demonios podría salir de ahí? Su rostro denotaba la desesperación, ya tenía suficiente con la locura del pueblo en general y ahora tenía que aguantar a una reina psicótica.

-¿A dónde lo dejaremos, mi lady?- interrogó con cierto tono irónico dirigiéndose a la Reina, dudaba que lo notara con lo nerviosa que estaba por lo que ni se molestó en siquiera poner otro rostro aparte del de aburrimiento, los demás ya podían contar los minutos de vida que le quedaban.

Yuutaro no se inmutó ante el asunto, de por si estar ahí significaba una muerte segura. Jamás planeó infiltrarse en el palacio, sólo quería un par de monedas de los más desprevenidos y ya, sentía que todo aquello era una especie de castigo divino, pero no existía situación de la cual no pudiera sacar provecho ya fuera ahora o en unos minutos más.

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Mensaje por Sarah Vilhelm Mar Ago 13, 2013 1:52 am

-¿Error del proveedor? -lo pensó unos instantes- Tienes razón, pequeño soldado pelirrojo. Los errores y todas esas cosas son inherentes a los de Diamantes ¡Ahora estoy segura de que fueron ellos! -frunció el entrecejo y, al ver que con su empujones apenas había movido al alfil unos 10 centímetros, decidió dejarle el asunto a los Corazones.

Fue entonces que los valientes miembros de la guardia comenzaron mover al alfil rebelde en una línea perfectamente vertical (u horizontal, dependiendo de como se le viera). La reina de Corazones sonrió con satisfacción.

-¡Así es como se gana en el ajedrez! -dijo feliz.

Luego escuchó la voz de Yuutaro.

-No sé, pónganlo por ahí -dijo moviendo una mano como para restar importancia. Sin embargo, cuando volteó a mirar a Yuutaro, no le gustó lo que vio.

No le gustó ni un poco.

-¿Qué significa esa cara, soldado? -le preguntó estrechando la mirada recelosamente.-  ¿Por qué me haces esa cara? Explícame -le pidió mientras se cruzaba de brazos.
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Mensaje por Yuutaro Mar Ago 27, 2013 9:45 pm

Nunca antes había sentido alivio al ver a alguien feliz, bueno, nunca era tarde para una primera vez, en especial si tu cabeza corría peligro de no mantener justamente a esa persona con una sonrisa.

Lamentablemente y como soldado en territorio enemigo, la seguridad no podría durar tanto más, en especial porque realmente no estaba actuando con todo el cuidado que debía desde un principio.

Palideció al oír nuevamente la voz de la reina dirigida a él, ahora no tenía escapatoria, pero esperen ¿Qué cara había hecho? El nerviosismo le hizo hasta olvidar su nombre.... -¿Qué cara?- preguntó en un intento de espabilar. -¡Ah! Esa... esa cara...- miraba en todas las direcciones y en menos de una centésima de segundo ya tenía una respuesta. -Es que... me pica la nariz su alteza- dijo intentando mantener el peso equilibrado del alfil. -No puedo rascarme y estoy sufriendo por ello...- demasiado sobre actuado.... demasiado, rezaba a todas las deidades que conocía porque la reina no fuera una conocedora o fanática del teatro como para detectar su mentira.

Se sintió un silencio incómodo en el cual los soldados que le ayudaban a mover el objeto que provocaba molestia en la reina comenzaron a toser, como si de una alergia se tratara para cooperar con el pobre muchacho, al parecer consideraban que había sido demasiado el susto en un sólo día. -Hay una planta en verano que... hace que a todos les pique la nariz o tosan... ya los puede ver a ellos, claro que tienen mejor suerte al poder toser por lo menos- miró a los otros expresando exactamente lo mismo, temor. -Es verdad su majestad ¡Si a usted no le sucede nada es porque debe de tener unas defensas de acero!- halagos, sí, aquello podría funcionar para zafarse, además de que ya comenzaban a caminar un poco con el alfil para seguir distrayendo.

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Mensaje por Sarah Vilhelm Dom Sep 01, 2013 1:26 am

Sarah esperó con impaciencia la respuesta de Yuutaro y había que decir que era precisamente un "¡Que le corten la cabeza!" la frase que pugnaba por salir de sus labios. Sin embargo, lo que el pelirrojo comenzó a decirle fue algo que la reina de rojo nunca se hubiera imaginado.

-¿Y qué quieres que yo haga? -le contestó- ¡No voy a rascarte la nariz! -Se lo pensó un poco.- Aunque como miembro de la familia real supongo puedo mostrar algo de compasión por tu persona. -Dijo mientras le daba palmaditas en la cabeza, como si se tratase de un lindo cachorro. Y mientras tanto escuchaba tranquilamente a Yuutaro, ignorando que los militares se encontraban haciendo un enorme esfuerzo cargando al alfil rebelde y vandálico.

-Espera, espera, ¿una planta de verano? -estrechó la mirada, observando que se llevaban al alfil casi a rastras. Pero como ese criminal estaba hecho con puro metal no se veía afectadon ¿no? Por eso no estaba tosiendo ¡Al contrario de Sarah que era de carne y huesos!

Se fue caminando tras los soldados, buscando plantas sospechosas con la mirada. Pobre mujer, no iba a encontrar nada excepto que la sugestión y la mala predisposición empezaban a hacer de las suyas.

Un poco de comezón la hizo mover su nariz como conejo.

-¡Oh, no! -se llevó una mano al rostro y pronto un montón de manchitas rojas invadieron la piel de su cuerpo.

-¡Su Majestad! -gritaron los naipes, dejando a Yuutaro sosteniendo el alfil él solo.

-¡Esto es una contingencia! -gritó la mujer desplomándose en el suelo- ¡Todos moriremos! ¡Tú! ¡Soldado pelirrojo! -llamó a Yuutaro urgentemente, en su "agonía"- Soldado, encuentra la planta y deshazte de ella. ¡Sólo tú puedes salvar este reino!
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Mensaje por Yuutaro Jue Sep 19, 2013 8:25 pm

Seguía contando las veces que se salvó el mismo día, al paso que iba, la racha de salir con vida en los días consiguientes y en posibles planes iba disminuyendo casi al 0% rápidamente, no es como si cualquiera pudiera salvarse de la Reina de corazones y su manía de hace rodar cabezas.

Agradeció en voz alta de manera general, a Sarah por su compasión y al resto de los soldados por seguirle el juego sin siquiera pensárselo dos veces a comparación de algunos que estaban lejos y parecían puercos de tanto sudar por el miedo, quienes estaban cerca de él le parecían más soldados que todos los demás que hacían como que no veían aquella escena.

Seguir con la tarea de ahora en adelante no tendría tanta dificultad y eso deseaba con todo su ser hasta que algo le sucedió a su majestad. -Demonios....- masculló para sí mirando en todas las direcciones posibles para pensar en qué inventarle y cómo quitarse el peso del alfil. -¡Sí, su Majestad!- dijo en cuanto sintió la suficiente confianza para comenzar a moverse rápidamente y buscara alguna planta que apenas se viera en esos hermosos jardines bien cuidados.

"Esperen un momento...." se quedó quieto mirando a las flores blancas unos segundos, todavía quedaban algunas, claramente ya tenía ideado otro escape. -¡Aquí están, soldados! ¡Sáquenlas de inmediato!- gritó en tono firme esperando a que todos entendieran nuevamente su idea a la que, por fortuna, expresaron en su rostro la complicidad del plan y corrieron para poder deshacerse de todos los malditos problemas que les asediaron desde antes de la llegada del pelirrojo, y eran justamente esas malditas flores blancas que "nadie había pedido".

-Este es nuestro momento para eliminar las que están a medio pintar...-se agruparon cinco soldados junto a Yuutaro, y sólo se dedicaban a susurrar planes sobre qué debían decir tras quitarlas. -Me parece una buena idea...-respondió otro tras varias palabras intercambiadas. Se miraron unos a otros como si se desearan buena suerte y comenzaron a quitar cada una de las flores anteriormente señaladas.

Tardaron pocos minutos al saber dónde se ubicaban, aunque claro, tuvieron que hacer cómo que no sabían y seguían las instrucciones de Yuutaro, mostrandole algunas y deshaciéndose de ellas al no ser las mencionadas para darle realismo a la situación. Una vez terminada la tarea el pelirrojo se acercó a la mujer con algo de miedo. -Su Majestad, todas las plantas, se camuflan bajo algunas flores destiñendolas, lo que las hace difíciles de identificar- mintió tomándole de la mano para ayudarle a inclinarse suavemente, de momento parecía que nadie deseaba acercarse mucho a ella aún si se mantenían agitando un abanico a su lado para quitar "el aire tan malo que casi mata a la reina". -Pero gracias a la eficiencia de sus soldados fueron más fáciles de eliminar- se mantuvo en todo momento atento a lo que fuera a necesitar su mayor, como apoyo para levantarse y ponerse de pie u algo parecido. -Preferimos no acercarlas a usted para que no le afectaran como hace unos minutos.- le sonrió amablemente esperando a que dijera otra cosa, en especial alguna especie de orden de retirada.
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Mensaje por Sarah Vilhelm Dom Oct 06, 2013 1:51 am

La reina de Corazones había caído vencida por el poderoso efecto de la planta inexistente, y así, de pronto, a Su Majestad ya le estaban echando aire con un abanico y una hoja de árbol de plátano para que se recuperara.

-Eres un héroe de guerra, niño -le dijo removiéndose en el suelo. Repentinamente parecía como si Sarah estuviera a punto de morir y, bueno, es que ella en realidad creía que iba a hacerlo.

-¡Oh, no! -exclamó uno de los naipes.- ¡Perdemos a Su Majestad! ¡La perdemos! -gritó con urgencia.

Sarah alzó una mano para alcanzar a sujetar a Yuutaro de las solapas.

-Dime tu nombre, valiente soldado. -Dijo agonizante.

-¡Ay, no! -le gritó uno de los guardias al pelirrojo.- ¡¿Ves lo que has hecho con tus mentiras!? ¡Ahora la reina se está muriendo por tu culpa!

Sarah frunció el entrecejo y clavó sus moribundos ojos en los del menor.

-¿Tu culpa? ...¿Cómo que tu culpa?
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¿Pintar flores? No lo creo... [Priv. Sarah] Empty Re: ¿Pintar flores? No lo creo... [Priv. Sarah]

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