Lo que una reina debe hacer

(Off: Viene exactamente horas después de este tema:Here)

-¡Déjenme salir de aquí! ¡Se los exijo!

Golpeaba y golpeaba la puerta de metal con todas mis fuerzas hasta ver como mis manos se tornaban rojas por la fricción pero nada, mis esfuerzos eran en vanos. Lo último que recordaba era haber estado peleando contra el capitán de aquel escuadrón y luego… Me encontraba en una especie de cárcel en quién sabe dónde. Y ky… ¡Oh por el creador, Ky! Rezaba y rezaba al mismísimo creador todopoderoso que no le pasará nada; ¿Cómo pude ser tan tonta y permitir que la persona que más amo en la vida gastara su vida en vano? ¡Soy una tonta!

-¡Déjenme salir de aquí! ¡Se los exijo!

Volví a gritar asomándome en la pequeña ventanilla con barrotes en la puerta. Pero no veía a nadie por ningún lado; y aunque quisiera tampoco tenía la total movilidad en mi cabeza en ese pequeño agujero entre los barrotes. Bufé y me aleje de la puerta no sin antes patearla con toda la impotencia que sentía ahora mismo.

-¿Cómo pudo esto haber pasado? –Me movía de un lado a otro, respirando de forma agitada y con las manos en frente- ¡Diamantes! ¡Diamantes siendo abatido por unos mercenarios!

¡Ya estaba al borde mismo de la desesperación! Llevaba mis propias manos a mi cabeza jalando un poco de mi cabellera azul; Diamantes tiene la mejor y más capacitada armada para cualquier tipo de situación que se amerite, no por nada ponía una plena confianza en los valientes hombres que podrían haber dado hasta su vida en nombre del reino amarillo y del resto de Wonderland. Entonces, la intensa luz que producía las brillantes armaduras del ejercito se vieron opacadas por las sombras de unas personas ruinas y con ambiciones sin escrúpulos.

Y ahí seguía, culpándome y lamentándome de todo y cada una de las cosas que hoy en esta misma noche había acontecido, sintiéndome como la verdadera causante de todo. Mi hermoso castillo, mi pacífico reino, todos y cada uno de los hombres que murieron…

Y Ky…

-¡AAARGH! –Golpeé con todas mis fuerzas la puerta sin provocarle ni el más mínimo rasguño u algo. Pegué la frente al metal, descendiendo la mirada hacía el mismo suelo y cerrando los ojos con fuerza. Mis rodillas me fallaron y caí de esa misma forma al suelo- Soy un fracaso… No merezco ser reina… No merezco nada…

El ligero sonido de una gota cayendo como la lluvia retumbo en el eco de esa diminuta habitación, y fue acompañada a los compas de otras más; aperladas y finas gotas puras tan semejantes a las lágrimas.

-No digas eso –Y el ala negra intentó animarme, su apariencia le hacía ver ruin pero como todo, nada es lo que parecía tan a diestras y siniestras.

-Nosotros aun creemos en ti, Charlotte –Y se le acompaño la cantarina pero traviesa voz del ala blanca. Ambas alas pusieron sus tan emplumadas manos sobre mis hombros que se levantaban y bajaban al ritmo de mis gemidos.

-No te desesperes…

-… Todavía hay personas que confían en ti.

Si, las había; y si ya fallé una vez…

… No permitiría una segunda.

Con el dorso de la mano limpie mis lágrimas y me levanté mostrando una expresión más decidida.

-Tenemos que salir de aquí, y ya se como…


Un soldado de negro cruzaba hacía el siguiente pasillo, era turno de vigilar los calabozos como siempre hacían; iba silbando una canción hasta que escuchó un grito seguido por un golpe. Velozmente el soldado se encamino hasta la celda principal y mirando por la pequeña ventanilla vio algo, sus ojos se abrieron de par en par y tragó saliva, la reina de Diamantes inconsciente en el suelo nuevamente; y bien que el capitán le había dicho que ya no debían de hacerle nada hasta que regresará para serla trasladada al cuartel general. No dudo ni un instante en sacar lo más apresurado que pudo las llaves del la celda y abrir la puerta de par en par.

-Oiga, -Llamó- ¡Oiga, señorita!

Como si de cámara lenta se tratase, estiraba su mano para tratar de tocar el hombro de la dama, abrió sus labios en plan de decir algo más y ¡PUM! Lo que fue un certero golpe a su mandíbula lo había dejado inconsciente; gracias Necro.

-Funcionó -¡Jeh! Me era increíble que el truco más viejo usado por el mismo príncipe Arthur resultara; y eso que él lo hacía para escapar de sus clases. Aquel soldado no portaba un arma así que no me importaba, con delicadeza pase sobre él sin intentar rosar mi pie con alguna parte de su cuerpo. Asome mi cabeza por el umbral viendo por ambos lados antes de salir con sumo cuidado pegándome lo más que podía a la pared intentando no ser vista.

He visto demasiadas veces a Arthur y a Bleith haciendo esto, era momento de que yo también tuviera mis momentos de niñez.

-0-

-¡La reina ha escapado!

-¿QUÉ? ¡¿Cómo FUE POSIBLE?!

Ambos hombres discutiendo voltearon al escuchar el relinchido de un caballo, antes de poder preverlo estaban siendo opacados por la sombra de un caballo que salto sobre estos. Entonces dieron aviso a todos los soldados.

¡La reina estaba huyendo a caballo!

Y en efecto, lo estaba. ¿Qué dirían los chicos en un momento como este? Algo como: “¿Te importa si me prestas tu caballo?” O “¡Te lo devolveré en varios meses!”… No, para mí no había tiempo para algo así. Moví las riendas del caballo de blanco pelaje al ver soldados con esas armas nuevamente en medio de mi camino, tomando otro curso. No tomó mucho tiempo cuando ese pequeño escuadrón comenzó con el tiroteo, sin embargo ninguno de esos disparos iban directamente hacía mi sino al caballo. Por cada camino que tomará más soldados aparecían, hasta verme acorralada en un camino sin salida.

¡No! ¡Lo he decidido! ¡No voy a caer aquí, lucharé por el honor del reino de Diamantes!

-Preparen… -Por el reino- … Apunten… -Por las personas, por Arthur y Bleith

Por Ky…

-¡AGH!

Lo primero que vi fue unas plumas blancas caer frente a mí; y después como rápidamente descendía un nuevo caballero del mismo cielo a defenderme. Eso fue verdaderamente inoportuno, pero ahora se lo debía a los caballeros blancos de Diamantes, semi-humanos de águila conocidos como los “Ángeles”.

-Majestad –Uno de ellos, quien poseía una armadura con algunas partes en dorado a diferencia de los otros, me miró por sobre su hombro- Hemos venido por usted.

Solo asentí, volví a mover las riendas del corcel para emprender la huida en lo que los caballeros blancos se adentraban hasta acabar con aquellos soldados. Había salido de ese lugar mirando atrás solo una vez, giré a mi derecha sin detener el paso viendo como me seguía con la simpleza de todo el mismo caballero que me había hablado.

-¿Qué ha pasado con el rey?

-Lo han llevado al sanatorio, majestad; ¿Desea que la escolte hacía allá?

-Por favor.

Fue suficiente para que aquel hombre asintiera y elevará el vuelo reuniéndose con unos tres o cuatro caballeros más en el alto cielo. Mientras me perdía en el camino, no miraba hacia atrás; aquel lugar desaparecería enteramente al ver como se comenzaba a quemar y pronto se perdería en las cenizas.

¿Fue una victoria para los caballeros o una para Joker?