Chain Reaction

El cielo estaba encapotado. Raro era el día que en el Reino de Espadas, eso no pasara, según los datos que había estado recopilando en relación al tiempo meteorológico reinante en mi Reino durante las últimas semanas. Como no me había surgido ningún trabajo extra ni tampoco había obtenido nueva información relevante para el objetivo que perseguía, me dejé llevar por simples especulaciones: rumores, meteorología, astronomía...Todas aquellas cosas a las que me dedicaba cuando no me quedaba más remedio que dedicarme a algo o morir de aburrimiento. Aquel día, había decidido a ir a dar una vuelta por el pueblo, concretamente para ocupar una de mis zonas preferidas de la plaza central, que normalmente me confiscaban unos niños que sentían cierta pasión por mis historias, y que siempre llegaban allí para que les narrara alguna de mis aventuras. Con cierto aplomo (el aplomo característico del hastío y de la alienación) me acomodé sobre la susodicha zona, cubierta ahora por una fina capa de césped y musgo sobre las rocas debido a las últimas lluvias. Cerré los ojos un momento y me recliné contra las frías piedras. Después, los abrí y fijé mi mirada en el cielo azul y despejado. Va a empezar a hacer buen tiempo, pensé, con una pequeña sonrisa, esbozada simplemente por complacencia.

Pasados alrededor de diez minutos, me vi rodeado de gritos y de manos pequeñas y rosadas (como la de los lechones) que me zarandeaban, suplicándome una de mis historias. Acabé cediendo y me erguí, con una expresión entre divertida y misteriosa. Todos los niños reaccionaron de igual manera, arrastrándose hacia atrás y cruzando las piernas dispuestos a escucharme.

-Era una mañana gélida. Una de las más gélidas que he vivido jamás. El Rey de Espadas me había enviado hacia el Reino de Corazones para averiguar uno de los boicots que se estaban preparando para llevar a cabo uno de los mayores asesinatos de la historia, un asesinato real. - hice una pausa para crear tensión.- Llegó a mis oidos la noticia de que esos perros que se aliaban en contra de su Majestad se reunían en el bosque cercano al Reino de Espadas, y se me asignó la tarea de descubrir sus planes y después, si lo consideraba necesario...¡rebanarlos el pescuezo! ¿Y qué creéis que hice? ¡Corrí hacia allí, me infiltré entre ellos y desentrañé su misterio! Eran radicales, personas que querían derrocar el gobierno para que uno de sus compañeros, que era un noble menor, ascendiera al gobierno por cadena sanguínea secundaria. ¡Pero no me la jugaron! Por la noche, cual sombra, me deslicé sigiloso entre las tiendas...y no dejé a ni uno con vida...Cuando me marché de allí, me perseguía un hedor a sangre derramada...

De un pueblo al otro, no es como si estuviera escapando, tan solo le gusta caminar. Un chico de dieciséis años se paseaba con su uniforme de escolar, un bolso y un simplón paraguas. Había estado, quizás, un día caminando y sin notarlo se encontraba en la zona céntrica de una cuidad por sus dimensiones, cuando logro ubicarse se encontraba en una plaza, caminó, rodeando la plaza, llegando a un lugar donde había un sujeto de cabello castaño rodeado de menores atentos a las palabras que salían de su boca. Observo, luego dio pasos suaves para acercarse lentamente al circulo humano, y lo único que pudo escuchar es una historia sanguinaria, solo vino una pregunta a él que no proceso, tal vez debiera pensar antes de hablar, pero para una persona que lleva toda su corta vida actuando así es algo difícil, pese a que la descortesía, sin quererlo podría hacerse latente y notoria en sus palabras no lograba evitarlo -"¿Te luces muy seguido de tus asesinatos o solo lo haces para que ellos no sigan tus pasos y aprendan alguna lección?"- Cruzandose de brazos observandolo de pie detras de todo el público que ahora lo observaba a él con enormes ojos y rostros llenos de preguntas.

Fingí no haber escuchado la voz joven que me había respondido desde el final del tumulto de niños que me rodeaban. Se había extendido una especie de silencio sepulcral en un primer momento, seguido después de pequeños murmullos de admiración, ya que aquel muchacho (poco conocido por el Reino, al parecer) había interferido en el desarrollo de una de las historias del "Errante". Uno de los niños se levantó y se aproximó al recién llegado, golpeando repetidamente su rodilla con uno de sus dedos rechonchos, con expresión de completo fastidio.- ¡No molestes a "Errante"! ¡Todo el mundo sabe que tiene que hacer eso porque trabaja para su Majestad el Rey de Espadas!.- Otro niño, que estaba sentado al lado del pequeño que había intervenido, lo acogió y lo ocultó entre sus brazos, advirtiéndole que no debía hablar con desconocidos, pero miró fríamente al susodicho "extranjero", con un mueca de claro desprecio.- "Errante" es una especie de leyenda en nuestro Reino. Él narra los relatos que nuestros padres no pueden contarnos. Sea su vida o no lo sea, nos gusta escucharlo, ¡y siempre nos dice que seamos buenas personas, amables, y que compartamos los bienes con los demás! ¡Eres un maleducado! ¡"Errante", dale su merecido a este malandrín, hijo del demonio!.- exclamó al final el niño, enrabiado. Viendo el panorama, me levanté y me acerqué al extraño, colocándome frente a él.

-Vamos, chicos, largo. .- al ver que no se movían, hice movimientos con los brazos para instar a que se marcharan.- ¡Largo! Esto ya no es asunto vuestro. Terminaremos la historia por la noche o mañana por la tarde, si no tengo nada que hacer, ¿de acuerdo? Vamos, id y ayudad a vuestras madres. Estarán ocupadas con las cosechas.- una vez se hubieron marchado los niños que se habían quedado más rezagados, me giré hacia el joven, permaneciendo unos instantes en completo silencio. Durante esos momentos, me dio tiempo a analizarlo físicamente y a guardar en mi mente todos y cada uno de sus rasgos y de su vestimenta: indumentaria de ciudadano, concretamente estudiante, de porte más bien austero y algo lánguido, pero con buena presencia. Sus ojos reflejaban la rebeldía típica de la adolescencia y sus labios no expresaban absolutamente nada. Sus cabellos se movían a causa de la magnitud de la suave brisa que nos envolvía, y todo él estaba cubierto por un aura completamente en llamas: las llamas de la juventud. No pude cuanto menos que esbozar una media sonrisa y desviar mi mirada hacia el cielo, tomando del suelo cercano a la fuente que se situaba en el centro de la plaza, una espiga ya bien crecida, llevándomela a la boca, con aire pensativo. Mi mente trabajaba a toda velocidad cada vez que conocía a gente nueva.- A juzgar por tu tono de voz, no te ha complacido mi historia. Sin embargo...A pesar de todo, la has escuchado. ¿No es así?.- Dejé caer el peso de mi cuerpo sobre el poyo de la fuente, también hecha de pedrusco, con esa mirada aún perdida en el cielo, como si fuera a caer algo en cualquier momento, como si esperara tal vez algún milagro. Volví a torcer el gesto en una media sonrisa.- Pasaré tu grosería por alto, con ese aspecto, me recuerdas a mí cuando aún era un estudiante. No me he sentido más alienado en mi vida que cuando asistía a ese colegio infernal.¿Cómo te llamas, chico? Si es que osas decirme tu nombre. Tampoco es que me importe. No creo que llegues a conocer el mío. Puedes llamarme "Errante", como todos los demás. Podría decirse, que tratando con personas nuevas me olvido de quién soy y todo lo relacionado con mi identidad. Si quieres revelarme tu nombre, pero debo advertirte: una de las cosas más poderosas que poseemos es nuestro nombre, recuérdalo. Te ayudará saberlo.- Había clavado en él mis ojos oscuros mientras le había aconsejado, pero después volví a desviar mi mirada hacia el cielo azul.- Hacía semanas que no veía un sol tan radiante como el de hoy. - alcé la mano, como si fuera a rozar el sol con los dedos y dejé que sus rayos reconfortantes me bañaran la piel desnuda del brazo, en el que se adivinaba una cicatriz rosada y protuberante.

Lo habia echo una vez más, sin quererlo se metio en problemas, él, contra un monton de niños y un sujeto de aura misteriosa. Cuando reaccionó, miró, sin expresión alguna a todos los niños y vio como uno se levantaba y lo agredia, fúrico, defendiendo a aquel sujeto. A ese pequeño se sumo otro, con la intención de detenerlo, pero también con palabras para el pelinegro, y no de aprecio precisamente. Pero el final de sus palabras llamo más su atencián "¡"Errante", dale su merecido a este malandrín, hijo del demonio!" -¿qué?- no dejo notar una mueca de impacto en su rostro, solo dirigio su mirada al castaño quien se dirigía hacía él. El mayor estaba expulsando a los pequeños. Por un momento pensó que queria estar a solas para aplastarlo a golpes o contarle una historia, aunque lo último era lo menos probable.
Cuando se quedaron solos, se dio vuelta, un silencio inundo el ambiente, lo observaba, ¿lo analizaba?. Luego de unos instantes el más alto desvio su vista al cielo, con una espiga en la boca y un aire desinteresado, hablo. Lo escuchó sin quitarle un solo momento la vista de encima. Lo escuho, y lo unico que pudo decir es algo estúpido, de niño pequeño discutiendo -"Si lo cuentas tan fuerte, todos pueden escuchar"- y vio como se balanceo para dejarse caer sobre el apoyo de la fuente. La mira de su acompañante estaba perdida, no lo observaba, lo cual era extraño, todos en este mundo lo observaban todo el tiempo, como si notaran que era un extranjero, un extraviado. Salio de sus meditaciones para responderle. Esbozo una irónica sonrisa -"Mi nombre es Blake, o puedes llamarme como quieras"- Reclino levemente su cabeza y siguio observandolo, dejo la sonrisa y enderezo su rostro- "No importa lo que digas, si lo preguntas es por algo... "- Cerro sus ojos y los volvio a abrir, el chico que antes lo observaba ahora miraba el cielo y daba comentarios acerca del clima, quizó volver al tema. -"Dime... ¿Por qué... ?, ¿Porqué te entretienes contando historias asi a pequeños que son ajenos a estas situaciones de solo desgracia?. Deberias dejarlos así... alejados de ésto... "- Mientras hablaba camino y se sento al lado suyo, dejando caer su cansado cuerpo, había avanzado sin descanso, era el momento de descansar y quizás escuchar otra versión de la historia... Mientras el otro joven tenia extendida su mano la diviso, una cicatriz, ¿De guerra? -"¿Eres un soldado... ?"- Hizo caso omiso y dirigio su vista al cielo entrecerrando un poco sus ojos, el sol lo deslumbro un poco.

Al parecer, el joven, a pesar de su apariencia grosera y en un principio incluso de soberbia, respondió a mis preguntas, tal y como había esperado desde que empecé la conversación con él. Se llamaba Blake, como uno de los hombres que una vez me encargó una de las misiones más peligrosas que pude llevar en mi existencia. Reí ante su intervención. -Si lo preguntas es por algo, ¿eh? .- volví a reír y después clavé mis ojos en él, señalando después un árbol que se encontraba frente a nosotros.- Ese árbol es un cedro. Si yo sé el nombre de las cosas, tengo poder sobre ellas. Y es la naturaleza del hombre lo que lo lleva a dominar al prójimo y a lo que lo rodea. Si alguien no sabe tu nombre, nunca podrá invocarte, nunca podrá atarte a las cadenas de la propiedad. ¿Lo entiendes? .- lo miré fijamente, clavando en él mis orbes oscuras.- Si lo has entendido, entonces comprenderás que tu nombre es una de las cosas más valiosas que he podido obtener de esta conversación. Si alguien extraño te pregunta, ya sabes cómo actuar la próxima vez.- Pateé suavemente una piedrecilla que se encontraba junto a mi zapato de cuerpo curtido. Había hablado sobre todo aquello sin olvidarme, sin embargo, de la última pregunta que me había formulado. Me sorprendió que me lanzara una cuestión como aquella, pero más aún me sorprendió el hecho de aquella mirada suya de asombro y luego reflexión sobre mi brazo. Debería haber ocultado la cicatriz, para causar menos problemas. Tal vez así, su mirada habría sido diferente. De todas formas, no captaba en él ninguna intención de levantar un escándalo a nuestro alrededor. Podría estar tranquilo. Al menos, por ahora. Suspiré, pensando una respuesta, y cambie de pie varias veces, apoyando el peso de cuerpo alternativamente sobre uno o sobre otro.

-Verás, la mente de un niño es más compleja de lo que los adultos llegamos a creer. Los niños son observadores natos. En su naturaleza está hiperbolizada la cualidad de la curiosidad y del saber. Si ellos tienen dos ojos, parecen tener cuatro. ¡Lo saben todo, porque lo ven todo! ¿O acaso un niño no sabe cuándo sus padres pelean, o cuándo ha muerto su progenitor en una guerra? ¿Acaso no se percatan del amor existente, por ejemplo entre dos personas? La única diferencia es que ellos lo ven todo desde otra perspectiva. Pero ellos sufren tanto, igual o incluso más que nosotros. - me detuve un momento, dejando que el aire volviera a susurrarme palabras al oído. Palabras que sólo yo podía conocer. Cerré los ojos, dejando que mi rostro fuera esta vez cubierto por las sábanas de los rayos del sol.- Verás...Las historias nos entregan la vida. Con las historias, el hombre, el niño, el joven, el anciano, puede vivir una vez más. Puede vivir otra vida, otras aventuras, ser valiente aunque sea cobarde, enamorarse aunque esté solo, vivir aunque se esté muriendo. Si no eres capaz de comprender el sentido que tiene la vida en el ser humano, no mereces ser llamado con el nombre de tu raza. La vida es un don, amigo, es el mejor regalo...si sabes cómo conservarlo.

La tranquilidad en el entorno era clara, no quería quebrantarla, tampoco lo pretendía, aunque quisiera no podría, porque eso evitaría la aproximación a una persona que podía ayudarlo a escapar, a entender lo que sucedía. El castaño repitió las palabras del pelinegro y río, apunto a un árbol. Nombro su especie y le explico el porqué de sus palabras iníciales luego los ojos de su acompañante se clavaron en él. Quedo observando el árbol, pensativo-. “Aun así… “- menciono y dirigió una mirada a aquel “Errante”-. “Aun así… ese árbol, no dejara de ser lo que es, de ocupar el lugar que se le ha dado, y jamás cambiara pese a que la humanidad sepa que es… “-Un silencio inundo la escena, una brisa cálida lo acompaño.
El mayor le explico el por qué de lo que Blake pensaba era una pésima idea, relatar muertes a niños pequeños, y su explicación no lo dejo conforme, Respiro, cerro sus ojos y agacho su cabeza-. “Si esos pequeños tienen mayor percepción no es necesario que les expliques, ya que ellos pueden notar el sufrimiento de los adultos con solo observar su cansado y afligido rostro” –Guardo silencio un instante- “Muchos de ellos, de seguro, han perdido a sus padres por conseguir algo mejor para ellos, pero sus padres jamás sabrán si su muerte realmente no fue en vano y si es que sus hijos lo apreciaran. Ademas tus historias, es como si… Les relataras como tomaste venganza de parte de ellos por la pérdida de su progenitor atacando a personas que solo obedecen las mismas ordenes que tu… “–Lo observo y su rostro cambio de gesto a uno más amistoso- “Deberías aprovechar el hecho de que te escuchen y explicarles el porqué defiendes los ideales de toda una nación…” –Terminada esta frase su rostro se volvió sin gestos, solo observaba aquel Cedro que se ubicaba frente a ellos.

A pesar de que los pensamientos del joven que se traducían en sus palabras era bastante interesantes, no pude qué menos que esbozar una sonrisa y acabar riendo durante varios segundos flojamente, rozando casi la ironía y la diversión, situándose el sonido en un punto intermedio, también un poco ronco. Cuando me hube detenido, me tomé la libertad de poner una de mis manos sobre su hombro.- ¿Crees que todas las historias que les cuento son ciertas?...Ninguna de ellas me ha pasado por servir a la Corona de Espadas. - esbocé ahora una sonrisa misteriosa, que cubría el verdadero motivo de mi trabajo.- Yo no soy siervo de nadie...eventualmente hago recados para sus Majestades, pero no llega nada más que a eso. Saben perfectamente que no aceptaría ningún sueldo fijo de ellos. Yo tengo mis objetivos, y son bien distintos a los suyos. Así que simplemente me dejan en paz, y yo los dejo vivir en la ignorancia, que tiene sus ventajas.- Desvié mi mirada hacia donde el chico la estaba dirgiendo, hacia el cedro el cual había utilizado de ejemplo antes y con un pequeño gruñido me levanté del poyo y me acerqué al susodicho árbol, colocando la palma de mi mano sobre su tronco rugoso.- Tal vez soy un mal juglar, tal vez no narro las historias adecuadas, pero si puedo verlos reír, haré lo que sea.- miré las hojas del cedro y le indiqué al chiquillo que se acercara. Lo miré directamente a los ojos.- Se me ocurre que...- comencé a decir, deteniéndome con expresión pensativa.- Digamos que es un "plan", ¿de acuerdo? No hay peligro alguno, no debes temer lo que vaya a proponerte.- Volví a hacer gestos con la mano para que se acercase.- Verás...voy a proponerte que coloques tu mano aquí, sobre el tronco del árbol. Si resultas ser capaz de poder captar el murmullo interior de la savia que corre por sus venas arbóreas, haré de ti mi discípulo. ¿Qué opinas? ¿Estás preparado? .- los ojos me brillaban con intensidad. Si aquel muchacho era capaz de escucharlo...es que había llegado el momento de cumplir la promesa que le hice a aquel que en su día fue mi maestro. - Sólo debes acercar tu mano, cerrar los ojos y concentrar la mente. Si eres capaz de hacerlo...escucharás la voz y los latidos del Cedro en tu interior. Y ya no será un "cedro", será un "Cedro" con mayúsculas, el "Cedro" que un día te habló.- me aparté del tronco y me coloqué tras él, sentándome en el suelo con las piernas cruzadas, concentrado en controlarlo por si se desmayaba.

Su risa era casi irónica, ¿nuevamente se reía de él?, pero su risa no era inmutable, daba distintas impresiones. Hizo caso omiso y sintió una mano en su hombro, la miro con un leve asombro y dirigió su mirada al más alto, una sonrisa un tanto fría y un “(…) No soy siervo de nadie” le dio curiosidad y miro con cierto interés. Ahora podía entender un poco el porqué de sus historias y la veracidad que estas podrían tener. Siguió mirando aquel cedro, tratando de comprender más cosas.
Escucho una especie de gruñido y lo observo, el castaño se levanto de su asiento y se dirigió a dicho árbol y apoyo su palma en aquel tronco. Escucho atento esas palabras, ¿Historias inadecuadas?, quizás. Su única reacción: entre abrió sus labios y voto aire, le dirigió una mirada, le hacia una señal para que se acercara, a lo cual acudió cerca de él, pero no tan cerca. -"¿Un plan?"- Dijo sorprendido. “Temer”, eso podría poner nervioso a cualquiera. Pese a todo atendió la siguiente señal y se coloco a un más cerca, en un lugar cercano a su compañero y al cedro.
Rió un poco, era una petición extraña. –“¿Quieres que sienta algo así como su corazón y su sangre?" – Miro el árbol, serio y pensativo, se inmuto. Después de mucho pensar dedujo lo siguiente, este sujeto era un demente o realmente hablaba en serio, los ojos del otro destellaban seguridad. Realmente dudó en hacerlo, pero sus últimas palabras pudieron cambiar toda su percepción y razones. –“¿Tu discípulo?” –Hablaba en serio, y lo que Blake necesitaba era alguien que le enseñara, que le explicara todo lo que sucedía a su alrededor, y además que pudiera ayudarlo a defenderse de aquel mundo absurdo en que estaba envuelto, después de todo el pelinegro era delgado, pequeño y se metía seguido en conflicto, en definitiva, necesitaba ayuda. Estiro su brazo y acerco su mano, lentamente, y medito, que pasa si no lograba sentir nada, se sintió un poco presionado, pero debía hacerlo, atentaría contra su orgullo acobardarse, así que después de unos momentos poso su mano, con cierta desconfianza, luego de auto convencerse la poso con más confianza, antes de cerrar los ojos miro de reojo por unos instantes al sujeto que lo había sometido a todo esto, dirigió su vista de nuevo a aquel cedro que se volvería aquel “Cedro"; su acompañante se instalo en el suelo. Después de unos instantes, cerró los ojos, al principio no podía sentir nada, pero de un momento a otro la resonancia de un latido se apodero de su cabeza, Soltó un quejido y frunció el ceño, pero no quiso separarse del tronco ni abrir sus ojos, siguió de pie, firme contra aquello, pero aquel latido se hacía cada vez más fuerte. Sintió un leve sonido y un frio interno que lo recorrió, escucho un último sonido y abrió sus ojos, su vista se nublo un poco y se balanceo separándose del árbol que quizás ahora podría ser llamado y entendido como él Cedro. Aun mareado entre cerró los ojos y trato de no perder el equilibrio.

Permanecí en silencio observando los actos del joven con atención desde mi posición agazapada en el suelo. Había notado la incredulidad del muchacho a medida que mi parlamento avanzaba, y tenía muy claro desde el primer momento que lo había visto que aquel impertinente niño bien podría ser mi discípulo si conseguía superar la prueba que le imponía a aquellos en los que mi buen ojo osaba posarse. Algunos anteriores no habían sido capaces de escuchar nada, tan sólo un murmullo lejano, una corazonada. Por eso, los había dejado a su suerte, sin deseo de explotar sus mentes medio estúpidas y alejadas del mundo, de sus mentes hipócritas de niños consentidos que se creían todo. Además de haber sido espía, me dedicaba a enseñar a los jóvenes algunas técnicas de defensa y cómo no, compartía con ellos mis conocimientos sobre el mundo y la magia del mismo. El quejido quejumbroso de esfuerzo de Blake me sacó de mis pensamientos durante un instante y provocó que me interesara más por él cuando comprobé que continuaba con su mano pegada a la corteza del árbol. No pude evitar que aflorara a mis labios una sonrisa de complacencia. Si este chico lo lograse...sí...voy a hacer de él un buen hombre sabio, conocedor de todo lo que yo sepa y no sepa de esta tierra cruel..., pensé, mientras acariciaba con mis dedos mi mentón ondulado y raso.

Me puse en pie ante el vislumbramiento del balanceo del chico, dejando escapar una risotada al aire. Me coloqué frente a él y lo sujeté colocando mis manos sobre sus hombros. -¿Qué tal, chico? ¿Escuchaste algo? ¡Seguro que sí, porque estás congelado! Túmbate en el suelo, rápido. No quiero ver cómo vomitas. Y cuéntame todo lo que hayas sentido y escuchado.- Ayudé a Blake a tumbarse, y extraje de mi macuto un ungüento de olor a malvas silvestres que apliqué sobre la frente y el ombligo del joven. - Esta crema ayudará a que se te recomponga el cuerpo. Has perdido un poco de tu energía en contacto con ese árbol. Primera lección: todo a tu alrededor está formado por vida y por magia. Son flujos de energía que se mueven por los objetos, y dependiendo de qué tipo de objeto sea, así contendrá cierta cantidad de energía. Esa es la teoría de movilidad de sustancias y equilibrio de energías que encontré entre los libros y que considero más racional que la otorgada por las Iglesias de las aldeas, ¿no crees? - sonreí y le ofrecí a Blake una hoja de Verbena.- Mastica, es un analgésico contra las posibles migrañas que pudieras tener. Segunda lección: No-gastes-más-energía-de-la-que-tengas. Probablemente has caminado bastante para llegar al pueblo de Espadas, y eso gastó tu energía. Entrar en contacto profundo con un ser vivo que no tiene capacidad de comunicarse como los seres humanos requiere mucha concentración, y por tanto, mucha cantidad de energía. No olvides que la energía NO es gratis. - me dejé caer sobre el suelo, riendo de nuevo, y volví a mirar el cielo.- Eso, eso de allá arriba...haría falta una energía atroz para controlarlo.- lo miré a él.- ]b]Entonces, no se hable más, ¿aceptas ser mi discípulo? Si es así...deberás acompañarme allí donde vaya a no ser que sea demasiado peligroso.[/b]

Cuando ya realmente no lograba sostenerse en pie, sintió como era afirmado por los hombros. Su cuerpo se enfrió, casi a tal punto que sus mejillas se colorearon pálidamente. Se llevo la mano a la boca, y su estomago se hizo un revoltijo tal, que todo saldría, Las palabras de aquel que se había convertido en su maestro hacían eco en su cabeza, retumbaban y se hacían uno junto al latido que aun sentía levemente: No atinaba a responder, no lograba decodificar las palabras. Se dejo caer en el suelo ayudado por el castaño y sintió como una fría sustancia se esparcía por su frente y sobre su abdomen, al diferenciar aquella sensación observo con la vista un tanto ida al mayor y luego miro como se le aplicaba aquel ungüento. Tras su aplicación, comenzó a recuperar la noción de las cosas, lo que había pasado y cual era su situación actual. Las palabras eran mas claras, lo sermoneaba.- ¿Ya has iniciado tus clases?- Rio agotado.- "Esta... ¿es tu ciencia?"- Estiro la mano y sujeto, con flaqueza la hoja que se le ofrecía, la masticó, y no hizo mas que arrugar la nariz y tragar, era algo amarga. Solo se limito a hacer muecas y a acabarse toda la hoja, mientras seguía escuchando las clases observando atento los ojos de su mentor, cuando se encontraba firme y en si, el cuerpo del otro se tumbó en el pasto y rió apuntando al cielo hablo con cierta emoción y sentencio.- "Primero... " - Lo observo fijamente a los ojos, luego de unos instantes se escucho un gruñido, como si una bestia se acercase.- "Primero... Quisiera comer algo" -Inhalo aire y fortalezas- "Y luego... quisiera saber tu nombre... ". -Lo observo con decisión.-

De nuevo me tocó permanecer en silencio. Su última proposición no me había pillado desprevenido, ni mucho menos. Sabía que acabaría preguntando por mi verdadero nombre. Me erguí con un quejido de esfuerzo apoyando una de mis manos sobre mi rodilla derecha. Ante todo, buscaría algo de comer en mi bolsa, que había dejado abandonada al lado del árbol. Me dirigí allí y rebusqué en el fondo moviendo mi mano con energía. Encontré un poco de pan que había comprado aquella misma mañana y una porción del queso que me había sobrado del desayuno y que había reservado para una emergencia. Me acerqué de nuevo al muchacho y le entregué ambas cosas junto a una bota de vino que siempre llevaba conmigo, pero que solía llenar de alcohol para entrar en calor tras unos esfuerzos prolongados mentales, como el que acababa de hacer el que a partir de ahora sería mi discípulo. Primero bebí yo de la bota para refrescarme la garganta con aquel ardiente licor y me quité la chaqueta de piel que cubría mis brazos. Mi torso estaba cubierto tan sólo por una camiseta de tirantes que en el momento que la compré fue blanca, pero que ahora presentaba sendas manchas de color pardusco. Había dejado al descubierto una cicatriz que me llegaba desde la muñeca hasta el hombro e incluso se metía por el interior de la camiseta.

-¿Ves esto, chico?.- pregunté retóricamente, señalando la cicatriz y recorriéndola de abajo a arriba con uno de mis dedos.- Es por esto por lo que no puedo decir mi nombre. Al menos, no por ahora...- miré sus ojos, y parecían decididos, y vi en ellos que podría confiar en él, pues mi experiencia y mi olfato en aquellos términos nunca fallaban.- Puedo revelarte mi verdadero nombre, pero debes jurar por esta cicatriz que ves ante tus ojos que lo protegerás como si fuera el tuyo propio, y que si alguna vez nos dividimos, no dudes que te perseguiré y te mataré para que mi nombre calle contigo para siempre. ¿Queda claro? .- mis ojos refulgían duramente ante la luz del sol, y mi voz había sonado grave.- No seré tan poco cuidadoso de revelártelo en voz alta, así que lo escribiré en un papel y después me encargaré de quemarlo cuando cocine nuestra cena. .- extraje un papel y escribí mi nombre en letras apretadas pero con buena caligrafía, utilizando un grafito que había obtenido después de hacerle un encargo a un viejo mago de Wonderland en el Reino de Tréboles, por lo que mis grafías ahora se veían de color verde sobre el papel.

Spoiler:

-Bien, ahora que ya conoces mi nombre, ¿te has quedado más tranquilo? .- repuse con cierta sorna. No me gustaba que los demás lo conociesen, que supieran cómo podrían controlarme sólo con las palabras. Me recosté un poco sobre mis manos echando el cuerpo hacia atrás, mirando un momento el cielo azul, y me puse a montar una fogata poco después, quemando el papel donde había escrito mi nombre.- Ahora que vas a estar conmigo, no puedo mentirte, ni tú a mi tampoco, o lo sabremos.- lo miré fijamente.- Conocemos nuestros nombres y eso hace que tengamos una conexión especial entre ambos, ¿entendido? Si me engañas, yo te engaño, ojo por ojo, diente por diente, así funciona el mundo. - me detuve un instante.- Como has aceptado ser mi discípulo, tenemos que sellar esto de alguna forma, y la única manera que conozco de que dos hombres mantengan su promesa es bajo un juramento de sangre. Pero antes de ello, quiero preguntarte una última vez si estás seguro de querer acompañarme. Si me acompañas, también tendrás que cambiar de nombre, y deberás escoger uno que te encubra tal como lo hace "Errante" conmigo. ¿Aceptas, pues, joven?

Su acompañante se levantó dando un quejido, avanzo hacia un árbol y se inclinó, buscaba enérgico algo dentro de una bolsa, que se encontraba en el suelo, y el recordó sus pertenencias, su bolso negro de la escuela y el paraguas que llevaba amarrado a este, también de color negro como su uniforme, pero la presencia del paraguas pasaba desapercibida ya que se camuflaba con su oscuro bolso. Ciertamente su bolso iba vacío, aun recordaba ese día, que estúpidamente cayó sin remedio y acabo ahí, ya llevaba un tiempo pero lo que ocurría en ese lugar no era normal. Empezando por el hecho de que estaba a punto de aprender magia y esas cosas, pesé a que lo único que podía asimilar a la magia era sacar conejos de los sombreros. Ese día en que se perdió no llevaba nada, y lo que había llevado se lo habían quitado los matones de la escuela, así que en su bolso ni migajas quedaban, por lo tanto, no tenía caso que pensara en sus pertenencias; solo suspiro y veía como su futuro mentor le entregaba un sándwich de queso y una bota de vino. Recibió el pan, junto al pan, se adhería una bota convino, que el más alto probo previamente, pero agito levemente su mano en un gesto amable de “no gracias”, había probado aquel tinto licor en la iglesia y ciertamente no le agradaba su amargo sabor. Luego de eso, el peli negro mordió el pan y sentía como su energía volvía a él a cada mordida, no comía con desesperación, pero tampoco masticaba lento.
El mayor, se quitó la chaqueta quedando encima solo con una camisa semi blanca y le indico una cicatriz, notoria, la había notado anteriormente, pero al fin la veía completa, era impresionante. Recorría gran parte de su brazo y continuaba bajo su camiseta, daba la sensación de que esa marca recorría la gran parte de su cuerpo. Lo observaba con curiosidad al principio, pero al recordar la pregunta sus ojos brillaban, revelaban una mirada un tanto retadora y confiada.
Quería la respuesta, y al parecer, la obtendría, al escuchar el inicio de sus palabras hicieron que su mirada se fijara con interés hacia el castaño, el motivo de no decir su nombre era esa marca que se mantendría en su brazo.
Escuchaba con atención sus palabras, pero una de sus frases acabo con gran parte de su interés y una mirada dura, fría recaía sobre él, no dirigió su vista hacia esos ojos, Nada más rodaba por su cabeza aquellas palabras. ¿Matarme? Una sensación extraña recorrió su cuerpo, se levantó de su lugar y observó aquella prominente cicatriz, el otro seguía hablando, pero sus anteriores palabras rebotaban por su cabeza “Perseguirme… y luego... ” quizás era una especie de shock, o solo el asombro había sido demasiado, quiso volver y responder, pero su garganta no emitía ningún sonido, y las palabras de su compañero seguían. Su voz su mirada lo intimidaban, jamás se había sentido así, Blake pensaba que esas amenazas nunca lo amedrentarían, pero ahora lo hacían dudar, y más que las palabras era su mirada, sentía solo sus ojos y su voz sobre él, no era agradable sentirse así quiso deshacerse de ese sentir y levanto su mirada decidido, y la fijo en el otro. Recibió el papel y lo leyó, lo observo, era extraño, jamás lo había oído, pero hasta él entendía, que ese momento no era apto para soltar una carcajada, solo observo el papel de letras verdes y de casi perfecta caligrafía, sin gesto alguno en su rostro. Tras unos segundos, levanto el rostro y lo observo curioso, el mayor posicionaba su cuerpo en manera de descanso y observaba el cielo. El joven estudiante, perdido, seguía de pie observando como el papel que contenía aquel nombre ardía, y lentamente se volvía cenizas.
Jamás habría engaño, era un pensamiento encantador, pero aquella manera de sellarlo lo preocupo un poco, y aun mas, eso de ocultar el nombre, le originaba un conflicto personal. –“P-Pero… “. -Parpadeo.- “Mi nombre me agrada, me lo dio mi madre, ocultarlo sería ocultarla a ella y toda mi historia… “ –Era un pequeño problema y un gran conflicto personal, realmente no podía hacer eso, sentía como si se negase a sí mismo y todo lo que él era, lo que había pasado con él aquí y su historia pasada en su mundo de origen, todas las enseñanzas, todo lo aprendido, las lecciones de vida, todo oculto tras un nombre ficticio, ya no mantenía su vista en alto, estaba un tanto acongojado, dejo caer su cuerpo, las dudas lo invadían, ¿realmente era capaz de negarse?. Si la respuesta era negativa, su vida acabaría ahí, con todos sus recuerdos y sin ocultar nada, pero si daba la respuesta afirmativa, debía olvidar todo, incluso a quienes ya sabían su nombre en este mundo.

Proferí un chasquido con la lengua para después erguirme de nuevo y colocarme a su lado, colocando una mano sobre su hombro. Detuve mi mirada en el punto del suelo donde la suya estaba mirando ahora, pero después la aparté, miré al cielo, como implorando que el chico no empezara a llorar, y di unas cuantas palmaditas en su hombro para reconfortarlo, con un suspiro. Después de aquel gesto, me dejé caer a su lado, sentándome con las piernas cruzadas, mientras el fuego relampagueaba contra mi piel, naranja ante las imponentes llamas de la fogata.

-No debes olvidar quién eres, sólo debes camuflarte.-observé, deteniendo mis palabras para escoger las adecuadas en los momentos siguientes. ¿Debía ser completamente sincero y avisarle de todos los peligros que corría ya de por sí por caminar junto a alguien como mi persona?.- Muy bien...No voy a mentirte. En cuanto comenzaste a hablar conmigo ya corrías peligro. No es lo mismo que yo cuente una historia inofensiva y fantástica a los niños que hablar contigo sobre magia. Como comprenderás, tengo muchos enemigos. Sé que no conoces suficiente de mí como para creer que me persiguen, pero puedo asegurarte que así es. Podríamos decir que soy algo así como un esbirro del Reino a medio tiempo. Mi trabajo es uno de los más peligrosos y cuidadosos de todo Wonderland. Yo tuve que dejar mi nombre atrás hace algún tiempo, y no mucho. Sin embargo, si yo hubiera continuado usando mi nombre, ahora podría estar muerto. - reí, divertido por la imagen de mi cuerpo derrotado y me callé de repente, con la mirada serena, clavándola ambarina en la suya.- Es tu decisión cambiar tu nombre o no, pero no puedo asegurar que vivas mucho tiempo si tengo que seguir llamándote por tu nombre de pila. Repito, no olvidarás tu pasado. El objetivo es que los demás no sepan quién eres y de dónde provienes, pero sin que te olvides de quién eres. Es decir, tú sabes quién eres, pero los demás no deben saberlo, ¿entendido? Esto es tremendamente peligroso. Y por cierto, ante lo del juramento...-extraje una de mis dos dagas de un cinturón que llevaba oculto bajo la camisa, lo giré con habilidad entre mis dedos y con un golpe seco del metal lo clavé en el suelo.- Lo único que voy a hacer es derramar un poco de mi sangre. Apenas unas gotas. Para convertirte en mi discípulo y recibir parte de mi sabiduría y yo recibir de tu aprendizaje...Bueno, lo explicaré luego. Antes que nada, pasaré a llevar a cabo la primera parte del juramento. Si me disculpas...voy a concentrarme. -¡Oh, sí! .- sonreí.- Pensé que tu nuevo pseudónimo podría ser "Etéreo", o algo relacionado con el cielo. Cuando miré tus ojos no sé por qué me recordaron la pureza del elevado cielo...-volví a sonreír.- Ahora sí, si me disculpas...-Simplemente me erguí de nuevo, me separé unos cuantos pasos y volví a sentarme con las piernas cruzadas. Una vez me hube concentrado, después de haber estado quince minutos con los ojos cerrados (para un humano no mago como yo era un suplicio concentrar energía) tomé la otra daga que estaba guardada en mi cinturón y con el filo acaricié parte de mi antebrazo con él. Coloqué la mano que tenía libre bajo el brazo, y cuando se hubo derramado un poco de sangre, esta comenzó a brillar y se agrupó sobre mi mano formando un círculo. La luz se difunminó a los pocos segundos y cerré mi mano. Me dirigí hacia el chico y le mostré lo que había ahora sobre la palma de mi mano. Había un colgante. Una esfera de cristal, en cuyo interior se había solidificado la sangre, formando otra esfera, de color rojo. - Es un dije...cuélgatelo al cuello...-le señalé mi macuto, donde guardaba algunas cuerdas y cadenas.- Yo...me encargaré de que no me sangre más el brazo, me siento demasiado cansado...-sonreí como pude y cuando vi que el chico se había movido para coger la cadena, me quité la camiseta de tirantes y la hice jirones, colocando uno alrededor de la herida, a modo de venda, tras haber tomado la cantimplora y haberla lavado con agua. Acto seguido, bebí un poco del mismo agua, que estaba fresca, y vertí la sobrante sobre mi torso, porque me ardía a causa de la cantidad de energía que había perdido. La cicatriz que antes sólo había estado descubierta hasta el hombro ya podía verse plenamente, alcanzando la parte inferior de mi espalda, donde había otras cicatrices. También había un par de ellas en mis pectorales. A simple vista, con la ropa nunca hubiera supuesto un hombre de mucho atractivo, pero sin la ropa puesta, podía notarse todo el fruto de mi esfuerzo físico. Como tenía un calor horrible, no me molesté en vestirme de nuevo. Me dejé tirar sobre la hierba e intenté controlar mis constantes vitales, ya que como había llevado mucho tiempo sin practicar aquellos trucos tan complejos, ahora mi cuerpo se resentía. - Tienes que sentir...una especie de conexión cuando te lo pongas....como si....No sé, como si tu mente estuviera conectada con la mía....Es una sensación un tanto extraña...Debo aclarar algo.- tomé aire.- Que estemos conectados significa que si estás en peligro, yo lo sentiré, y viceversa...También significa que cuando pierdas demasiada energía, tu collar funcionará de catalizador y captará tanto energía ambiental y energía de mi propio cuerpo, ¿queda claro?.- pregunté al final, con la mirada puesta en las estrellas, ya mucho más tranquilo.- Yo aún conservo el que me dio mi maestro.- se lo mostré. El mío era de color azul. - La sangre de un mago...suele manifestarse del color que tiene su magia. Como yo....no llegué nunca a ser un mago completamente...mi conexión con la energía es bastante física, así que tiene el color de mi sangre...¿Qué te parece?...-me reí y tosí un poco, todavía algo cansado.

Seguía observando el suelo, levanto su vista y observo la fogata, se llevo las manos al rostro. Estaba un tanto afectado, y no podía dejar que lo viese así. Cerró con fuerza sus ojos y los abrió de par en par, al sentir una mano en su hombro y unas sutiles palmaditas en su espalda que lo hicieron observar al mayor con el rostro ido. Se tumbo en la tierra cruzándose de piernas, su rostro tenía reflejos anaranjados. Se quito las manos de la cara y cruzo sus brazos sobre sus rodillas, poso su mentón sobre estás.

Luego oyó una voz familiar.- “¿Camuflaje… dices?”- Su rostro observaba aun las llamas que se agitaban violentas. Tras escuchar las siguientes frases levanto la vista y la dedico a su acompañante. Pronuncio sus palabras, el pelinegro lo observo y escucho una por una, no hacia más que pestañear cuando sus frases le tomaban por sorpresa. Acabadas todas sus líneas proceso un rato y volvió a observar la fogata, tomo una varilla y empezó a picar los leños bases de las llamas. Rio y soltó sarcástico –“Es mejor si me hubieras mentido” - Terminó y lanzo la varilla sobre el fuego. Le observo, el otro también le observaba, serenamente y se clavaba en la vista del joven estudiante. Comenzó a jugar con la tierra bajo sus pies, la tomaba y la dejaba irse entre sus delgados dedos.

-“Pude haber sugerido ante tus palabras que solo tú me llamaras por mi sobrenombre. Pero… “ - Se detuvo, mientras dejaba la tierra en paz y observaba la nada frente a él, la oscuridad que afloraría cuando las llamas se apagasen. –“Cuando esas personas que conocí antes me nombren ¿Qué pasara contigo? ¿O conmigo?”- Se giro y lo observo –“Realmente, ya no me importa… “- Guardo silencio – “Ya no me importa el ayer…”- Susurro casi imperceptible.
Tomo las hojas que estaban a su alrededor y comenzó a lanzarlas al fuego, disfrutaba viendo como se alzaba cada vez que las recibía. Era como si abriese una enorme boca que si no controlaba lo consumiría a él, y acabaría en su estomago. Y aun así, bajo ese pensamiento seguía alimentándolo, lo ayudaba a crecer, como si quisiese que lo consumiera. Se detuvo ante la palabra “Juramento”. Si, algo recuerda, lo propuso antes, un juramento de sangre, cuando decían eso, solo pensaba en algo como pinchar las yemas de sus dedos con una aguja, dejarlas caer sobre algo y decir unas cuantas cosas extrañas. Pero el castaño tomo dagas, y las giro sobre sus manos, era hábil en eso, pero un escalofrió lo recorrió. ¿Le arrancaría un dedo o algo así? Dios, no podía permitir eso. –“Ah… Esto… tú me… “- Sus palabras lo interrumpieron, se hizo un poco hacia atrás, dentro de su puesto, se calmo cuando escucho que seria la sangre de él y no la propia la que se derramaría, y solo un poco. Con más calma se levanto, se sacudió un poco la tierra sobre su uniforme, y lo observo con detención. ¿Etéreo? ¿Cielo? Sus ojos, no supo si sonrojarse o ignorar aquello.- “De todos modos, podría ser. Tu te encargaras de mi seudónimo… “ - Sonrió amablemente. Observaba sus movimientos y los seguía con su cabeza, sin quitar la mueca de pregunta.
Había pasado ya un rato, y no entendía nada realmente, hasta que vio sacar la daga faltante desde su cinturón y rasguñaba su piel con ella.

La sangre comenzó a derramarse a lo cual frunció el seño en un gesto de dolor, pero en vez de ser de un tono rojizo esta resplandecía, al caer en la otra mano comenzó a dar forma un circulo, no apartaba ni un segundo la vista, era sorprendente, casi inimaginable. Luego de unos instantes la luz se había ido y su mano se cerraba aprisionando aquel líquido. Él se levanto y se acercó al mas pequeño y dejo ver lo que se encontraba sobre su palma, ya no era sangre, era una especie de cristal de forma esférica y dentro de está, la sangre de aquel “Errante”, solidificada, era un rojo intenso, pero a la vez opaco. Lo recibió y observo el “Dije” sobre sus manos. Se acercó al macuto señalado y de ahí saco una cadena, sujeto dicho cristal y lo acomodo en la cadena sin llevársela al cuello, la dejo en su mano, colgando, la observaba curioso. Luego el más alto acabo con su camiseta rota, no hizo mas que observar su torso asombrado de la cantidad de cicatrices, tomo agua y luego virtio el resto sobre sí. El agua corría sobre su pecho y se paseaba por sobre sus marcas. Su rostro daba a notar cansancio. Luego de un rato se dio cuenta de algo, la diferencia de masa muscular era notoria, él era delgado, sus brazos eran débiles igual que sus piernas, en su torso sus costillas eran visibles, en cambio el mayor estaba tonificado, no evito llevar una de sus frágiles manos a su delgado torso, con esta recorrió, por sobre la ropa, hasta su estomago, y lo observo detenido, era delgado, pero sin cicatrices que podrían hacer ocultar su pasado y su nombre.
Las palabras del otro lo hicieron volver a la tierra, el collar que aun colgaba en su mano, brillaba. Tomo el collar y lo paso por sobre su cabeza, lo acomodo sobre su pecho lentamente. Sintió una mezcla de pensamientos y pesares, sintió un cansancio repentino en todo su cuerpo y no pudo hacer mas que lanzarse de espalda contra el suelo y acostarse cerca del mayor, con su cuerpo extendido. El también cargaba un collar de color azul. Lo observo detenidamente, sintió un poco de nostalgia en su voz, que mezclo con indiferencia. –“¿Qué fue de tu maestro?” - Observaba el cielo, había echo esa pregunta sin siquiera dedicarle una pequeña mirada. Lo hizo sin pensar.