Terror en el día de los Santos.

Por las calles llenas de charcos, los apresurados pasos de la guardia de trébol se escuchan. Buscan al hombre al que Diarmuid, normalmente llamado “Lancer” acorraló en una vieja catedral.

De cabello corto y rizado, que con la lluvia se había venido abajo adhiriéndosele al rostro. Ojos dorados, tez morena, alto y de cuerpo atlético, de ropas verdes y botas largas color café, manchadas con el fango debido a la persecución. Sabe la longitud del arma enemiga, por ende le ha mantenido a raya. Una sonrisa confiada se mira en su rostro.

Gira con su muñeca, la lanza más larga, con la cual ya ha dañado antes a su rival -¿Qué sucede? Te veías más confiado hace unos instantes- Descansa la lanza roja sobre su hombro, antes de dirgirse al ataque nuevamente. De un movimiento rápido con Gae Dearg reple la acción enemigo. Aprieta entonces, su arma siniestra guiada por el impulso, el ataque anterior debió dejar a Aley con la guardia expuesta.

Sin embargo, es una trampa, pues en el último instante, Diarmuid gira, para tomar más velocidad y golpear en la espalda al ladrón usando su arma roja.

OFF Rol: Musica de fondo(?) https://www.youtube.com/watch?v=oHg5SJYRHA0

En todo momento Diarmuid Ua duibhne no pierde la calma. El duelo esta a su favor, y lo que siente por su majestad es lo que le impulsa a cumplir su deber o inclusive más. Sin descuido alguno, el joven lancero salta hacía atrás para evitar ser cortado con las garras, un poco mas y Aley hubiera cometido su objetivo.

Ejerce fuerza sobre sus manos para tomar más firmemente ambas armas. No lo piensa ni un minuto cuando descarga un severo golpe vertical contra Aley, con el objetivo de clavar la mano con la que le atacó en el piso. –Lo lamento, pero si prolongo mas esto mi “Master” podría molestarse- Gira su arma dorada, dispuesto a perforar el pecho del ladrón, sin soltar la otra lanza aun. Afortunadamente no ha habido necesidad de utilizar el efecto mágico de sus armas, tal vez los de la armada habían exagerado al intentar atrapar al Semi-humno.

Pero un ladrón es un ladrón y “lancer” no permitirá que se manche la imagen de su majestad con un acto tan bajo como les robar. La lluvia golpea violentamente el desgastado techo del catedral, y en algunas partes se filtra debido a la falta de este y como si la naturaleza quisiera enfatizar la escena, un relámpago ilumina el lugar, haciendo que en su arma, un brillo letal se mostrara.

Alto, medio, o pobre. Sin importar la posición social, la justicia debe llevarse a cabo y dejar en limpio el honor de su reina. No hay nada más importante para Diarmui ua duibhne. Aprieta con más fuerza su lanza dorada listo para descargar el golpe, con el objetivo en vista.

Aun estando aprisionado el albino por el arma carmín, Lancer descarga un profundo golpe con su arma dorada el pecho de Aley. Levanta el otra arma para liberar la mano que apuñaló, la lanza paso el torso del semi humano aunque Gae Buidhe. Tenga un rango más corto. -No puedo permitir que alguien ose hablar asi de la realeza- De un movimiento lleno de ágilidad retira su arma del cuerpo del enemigo.

La piedra da en su objetivo, haciendo que el lancero voltee a observar a la gente que ahí se ha reunido. Seguramente sus compañeros de la guardia no tardarían en llegar -¡Silencio!- Demanda apuntando con su arma a aquel que inició todo –Por favor, retírense, los civiles no tienen que ver en esto y no me gustaría se causara un conflicto más grande de lo que es. No desgracien el buen nombre de trébol y menos aun manchen el nombre de nuestra querida reina. Trébol no es un pueblo aguerrido ¿Qué rayos pasaba con la gente ese día? Afortunadamente para el joven, en ese instante llegaron los demás soldados que junto con el habían pretendido dar caza al ladrón.


((OFF: Aley dió permiso de dar muerte a su personaje:

Spoiler:

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