Vigilando el castillo

¡Pero por supuesto que alguien tenia que pasar por dicho umbral! Y para desgracia del soldado de cabello azabache y mirada apagada, se trataba del General de las fuerzas armadas de Diamantes.

Su brazo izquierdo se encontraba reposando en un cabestrillo y su diestra, estaba vendada (Aunque, esta no se notaba pues Credo vestia su pulcra y blanca gabardina como si nada). Que dia... ¡Maldita la hora en que ese encapuchado de blanco se adentro a palacio! El de hebras caobe, habia aumentado la seguridad tras dicho incidente, pues un poco mas, y el desconocido se habria adentrado hasta la camara real. Suerte que personalmente, logro detenerle. Pero el precio habia sido algo alto, pese a ver sido curado con magia no debia ejercer grandes esfuerzos.

Sus canidas orejas se movieron ligeramente percibiendo una voz. De la cual, se suponia el portador, debia estar de pie junto a la puerta. Fruncio el cejo mientras buscaba con su mirada azul al sujeto que habia encomendado la vigilancia de dicha zona: El soldado Luis D.

-Contare hasta tres y mas le vale, que se presente frente a mi soldado si es que no quiere que su castigo sea el mas ejemplar de Wonderland-

Exclamo con voz firme y demandante, que, con sus soldados, no podia ser de otra manera. Miro a ambos lados, en espera de aquel al que habia llamado.

-Uno...-

El de ojos azules fruncio el cejo con una ligera molestia notable ante la desfachatez y pereza mostrada por su soldado, que, para su buena fortuna, habia decidido bajar de inmediato de su sitio de descanzo. Si algo repudia ese general, es la vaguez extrema que sus hombres han mostrado de un tiempo para otro, cuando el estando de soldado (en sus tiempos claro) no habia cabida para errores, o "tiempo libre".

Alzo ligeramente el menton, y de haber podido, hubiese llevado sus manos hacia atras para entrelazar sus dedos en una pose que demostraba la seriedad que el can poseia.

-¿Credo?- Cuestiono.

¿Todavia osaba llamarle de semejante manera?

-¿Es asi como se dirige a un superior? Muestre mas respeto cabo. Empezando por pararse firmemente. ¿Por que no esta en su puesto?-

Mas le valia al menor tener un buen motivo para no encontrarse en su lugar previo.

Impertinente sin duda, de encontrarse ambos en el reino de Rojo y ser soldados de ahi, las cosas serian muy distintas para el de cabello azabache, el cual, seguramente estaria en una camara de torturas dada su desfachatez y pereza.

Credo solamente le miro de muy mala gana.

-Para ustedes, no soy Credo. Soy General y nada mas-

Sus canidas orejas se hicieron hacias ya claramente molesto. Movio la pierna izquierda, pateando al soldado en una pierna y haciendole caer al piso. Antes que pensara siquiera en levantarse el General coloco su pie sobre este, impidiendole moverse.

-Por holgazanes como tu es que uno que otro se ha atrevido a adentrarse a palacio, como ese asesino de blanco que logro penetrar casi hasta la camara real ¿Que hubiera sido de su majestad si todos los soldados fueran como tu?-

¿Seria acaso la molestia ocasionada por las heridas que habia provocado aquel asesino de nombre altair que el General de Diamantes se mostraba hasta cierto punto hostil?

En parte, pues sumado al desempeño mostrado ultimamente por sus hombres era lo que le tenia de esa manera. Descuidado fue sin duda alguna, jamas penso tal reaccion del semi humano de orbes ambarinas. Asi mismo, por la distraccion fue que (a saber Dios como) termino en el suelo... No iba a darle el gusto de gritar de dolor al azabache, pero lo cierto era que, gracias al pisoton, un manchon carmin aparecio en la manga de su uniforme. Genial, se le habia abierto la herida de la maldita bala que impacto en dicha zona. Ante el dolor, el moreno solamente apreto la quijada.

Que gracioso, si el soldado pensaba que con eso someteria al General, estaba muy equivocado. Credo no se gano su puesto por nada, tanto año de entrenamiento debia servirle de algo, y obviamente, la diferencia entre edades.

Con fuerza sus garras filosas cual cuchillas se incrustraron en la carne del soldado, tomandolo por la parte trasera de la pierna. Mientras que, con la mano libre, tomaba la vaina de su espada y descargar un severo golpe con la punta justamente en el estomago del otro, ganando asi, tiempo para levantarse, cosa que no dudo en hacer de un salto.

-No solo tu desempeño es patetico, sino hasta tus mismas palabras. Malentendiendo las mias y distorcionandolas a un grado de crear otro significado a lo que he dicho previamente.-

Maldita sea ahora, su uniforme estaba sucio y todo por un cabo rebelde.

El can de piel morena solamente chasqueo la lengua al observar atentamente la pequeña mancha carmin que se habia generado en su ropaje, pues ya sabia bien, a que se debia tal cosa. Ante tal, como era normal y obvio un dolor casi quemante comenzo a hostigarle en dicha zona que el soldado habia pisado previamente, mas el orgulloso General de Diamantes nunca dijo algo al respecto, ni tampoco emitio queja alguna.

Con un semblante frio cual tempano de hielo, el de orbes azules miro al azabaches, escuchando atentamente sus palabras. Nego ligeramente.

-¿Y asi es como pretendes eludir el castigo merecedor, parloteando como comadreada del mercado?- Giro la vista, antes de ladear ligeramente el rostro, como can desentendido.

-Si no te parecen las ordenes, o como se hacen las cosas por aqui: Toma tus cosas y largate, en esta armada no hay espacio para holgazanes, menos como han estado las cosas ultimamente. -

Cerro los ojos y exhalo aire tratando de calmarse. Se llevo la enguantada diestra hasta su cabello para hacerlo hacia atras, al tiempo que trataba de serenarse.

-Faltar el respeto a un superior, abandonar su puesto, y agredir a un General. Son motivos suficientes como para crear una reprenda ¿O es que acaso me equivoco siendo que llevo en la armada desde cachorro?-

Cuestiona el de ojos azules mientras sacude su blanco uniforme con la unica mano que puede mover de momento. Si hay algo que odia aparte de la holgazaneria es la suciedad.

-Gracioso todavia mas el hecho de darme ordenes, cabo- Recalco la ultima palabra ¿Quien demonios era ese soldado como para decirle que se fijara mejor?

En parte era verdad que debia controlar un poco mas su temperamento. Pero desde las bajas generadas por la contienda creada por la demonio rojo Credo no habia estado muy tranquilo que digamos, cosa que empeoro aquella noche que aquel encapuchado de blanco habia logrado colarse a palacio.