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Mensaje por Yoru Miér Mar 20, 2013 8:56 pm

... Es cuando puedo entrar en acción.

La familia Silverwolf siempre ha sido una de las más prestigiadas de todo el Reino de Espadas, inclusive podrían alcanzar a ser casi iguales que los miembros reales pero aquello solo era una banalidad sin importancia. Para mí, como la sucesora de la 24° generación de la familia debía cumplir con los deberes encargados como sacerdotisa a la que fui nombrada y aprobar o desaprobar cada movimiento que tuviera la familia; ya que la magia de los Silverwolfs es bien conocida y muy buscada. Pero, cada noche, justamente a esta hora; cuando ya eran pasadas ya las once y media es que podía tomar un descanso e indagar un poco más acerca de mi propia historia. Como he estado haciendo en los últimos tres años, sin que nadie lo notara tomaba una vela en un pequeño plato y con suma cautela descendía hasta la biblioteca. A diferencia de la biblioteca del castillo real, esta solo permitía la entrada a los miembros de la familia Silverwolf y únicamente tenía información sobre esta misma, mejor dicho cada libro y pergamino hablaba sobre la vida y obra de sacerdotes y sacerdotisas pasadas; juraba que próximamente yo tendría un espacio hay.

Una noche, cuando la luna estaba menguada en lo más alto del cielo; buscando más vagamente información acerca de los primeros sacerdotes de la familia encontré algo de gran valor histórico. Justo como desde ese día me dirigía a la parte más oscura y antigua de toda la biblioteca para tomar el mismo libro que haya estado leyendo desde hace más cuatro meses y que aun hoy en día no entendiera bien. Era un libro ligeramente más pequeño, de color marrón y las hojas se notaban algo quebrajadas, polvoriento y ya entrando en sus años de vejez; la portada rustica había perdido su color anteriormente pero aún podía leer las letras que antes eran de un brillante color ocre en este.


“Vallous Silverwolf”

Conocía ese nombre, hasta donde yo tenía entendido ese es el nombre del primer sacerdote de la familia y el que precisó la magia blanca amplificada por la luna. Toda la familia le agradecían eternamente por ello, pero yo… Este libro no era más que un diario; escrito a puño y letra del mismo “Vallous” pero en su redacción no encontraba más que algunas palabras satíricas llenas de lo que podría ser odio mezclado con la vergüenza.

Lo que me tenía despierta varias noches era una cita, que por la forma a comparación en cómo se destilaba la tinta y el tamaño de las letras, podría jurar que lo hizo iracundo y apresurado.


“Laizz ha evitado enseñarme el verdadero acto de la magia blanca lunar. ¡Ese viejo lobo demente cree que puede seguir evitando y evitando que entremos en el tema por mucho tiempo! Pero se acabo; mi paciencia ya se agoto y ahora es tiempo que actué, que tome el control de esto.

Ese secreto me carcomé por dentro por mucho tiempo, a cada instante, a cada minuto.

¡Pero ya no más!

Cuando tenga ese secreto en mis manos, todo lo que yo desee lo obtendré.


Fuerza…

Riquezas…

Sabiduría…

Poder.”

Esas simples líneas era lo que me intrigaban, ¿Qué significaban? ¿Quién era ese tal Laizz del que hablaba? ¿Y cuál era ese secreto? Por su entonación, se notaba que debía ser algo demasiado valioso para poderle conceder tales desdichas. Desde ese momento en que leí esas palabras seguí investigando más a fondo, llevándome conmigo ese libro, regresando a la biblioteca cada noche y estudiándome las palabras que contenía ese pequeño diario.

He de mencionar, que hasta ahora; jamás hubiera pensado que un Silverwolf pudo haber hecho tal cosa… Como el anhelo mismo del poder.

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Yoru
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